Harry había huido indignado de casa de los Dursley después de que su tía Marge insultara a Lily Potter. Estaba en un parque cercano, reflexionando, cuando oyó un ladrido detrás de él. Se giró, y casi se muere del susto: ante él había un gigantesco perro negro, que parecía dispuesto a atacarle. Se dio cuenta de que, aunque tuviera una varita a mano, no conocía ningún hechizo defensivo que le resultara útil. Pero luego se dio cuenta de que podría usar creativamente algún hechizo de los que conocía. Por ejemplo, podría usar el hechizo "Incendio" para prenderle fuego al pelo del animal, y aprovechar para huir montado en su escoba (tendría que dejar atrás su baúl, claro). Sacó la varita y apuntó al enorme animal. Entonces ocurrió algo asombroso: el perro dio un paso adelante ¡y se transformó en humano! Harry gritó, sobresaltado, pero no bajó la varita.
—¡Baja la varita, Harry, no voy a atacarte!—dijo el desconocido, alzando las manos.
—¿Cómo sabe usted mi nombre?—dijo Harry con desconfianza.
—Porque eres la viva imagen de James...de tu padre. Salvo los ojos—se señaló sus ojos grises—son los ojos de tu madre.
—¿Conoció usted a mis padres?—dijo Harry, bajando la varita, y es que la expresión del rostro del desconocido se había ablandado al mencionar a James y Lily, como si les tuviera aprecio.
El desconocido asintió, y una expresión de tristeza apareció en su rostro sucio y enjuto.
—Tu padre era como un hermano para mí. Y tu madre como una hermana. Muchos creen que yo fui responsable de lo que les pasó pero créeme, antes habría muerto. Habría dado mi vida a cambio de las suyas y si pudiera intercambiar mi vida por las de ellos lo haría.
—¿De qué me está hablando?
—Muchos creen que yo les delaté a Voldemort, pero no es cierto. Fue alguien llamado Peter, a quien creían un amigo y al que todos creían muerto. Incluso yo, hasta hace unos días, cuando le vi en la portada de "El Profeta". Por eso me escapé de Azkaban, para vengarme de él. Pero te he visto de cerca, he visto que eres la viva imagen de James, y he decidido que voy a contarte lo que pasó realmente. Quizá tú puedas hacer algo. Si se sabe la verdad, quizá consiga mi rehabilitación, y entonces pueda ser de verdad tu padrino.
—¿Mi...mi padrino?
—¿No lo sabías? James y Lily me nombraron tu padrino. Pero después de sostener sus cadáveres en mis brazos, lo vi todo rojo y decidí vengarme de Peter. Le acorralé en un callejón pero el muy cerdo fue más listo. Hizo volar la calle a su alrededor y aprovechó la humareda para transformarse en rata y desaparecer, de forma que cuando la gente del Ministerio de magia apareció sólo me encontraron a mí y creyeron que fui yo.
—¿Y por qué no les dijiste la verdad?
—Porque estaba completamente desquiciado y además no sabía muy bien lo que había pasado. Pero hace unos días vi un artículo en la portada de El Profeta en el que aparecía transformado en rata sobre el hombro de un chico de tu edad, más o menos, y lo reconocí. Me escapé de Azkaban y como sabía que ese chico iría a Hogwarts este curso, decidí ir yo también, transformado como has visto para que no me reconocieran.
—Para vengarte de ese tal Peter.
—Sí.
—¿Y no te has parado a pensar que si le matas desaparece la única prueba de tu inocencia?
—Ahora sí. Verás, te he visto y he pensado que como ese chico de tu edad irá al mismo curso que tú, podrías hablar con él y juntos podríais llevar la rata a la profesora McGonagall para que le "destransforme".
—¿Y quién es ese chico?
—No lo sé, pero tengo encima un ejemplar de "El Profeta", quizá lo reconozcas.
El desconocido sacó de sus raídas y sucias ropas un ejemplar muy arrugado del periódico del mundo mágico y se lo entregó. Harry lanzó un grito de sorpresa.
—¡Ron!
—¿Lo conoces?
—¡Es mi mejor amigo, y duerme en mi mismo dormitorio de la torre de Gryffindor!—exclamó Harry. —¿Estás seguro de que esta rata es tu amigo Peter transformado?
—Sí. Pero si me equivoco será fácil verificarlo. ¿Lo harás?
—Lo haré. Por cierto, ¿cómo se llama usted?
—Sirius Black. Será mejor que me vaya, los del Ministerio no tardarán en aparecer por aquí, te veré en el Caldero Chorreante.
—De acuerdo.
Esto dicho, Harry lanzó un hechizo a su baúl para aligerarlo (con ayuda de Sirius), lo sujetó a su escoba, se echó encima la Capa de Invisibilidad (que Sirius reconoció sin que Harry le dijera nada) y partió volando. Poco después, estaba en el Caldero Chorreante. Allí, para su sorpresa, se encontró con el ministro Fudge, que estaba hablando con Tom.
—¡Harry! Encantados de verte por aquí, estábamos preocupados—dijo el ministro.
—¿Por qué?
—Por un peligroso preso fugado de Azkaban llamado Sirius Black. Temíamos que estuviera al acecho cerca de tu casa y te hubiera atacado.
—¿Atacarme? ¿Por qué? Yo no le he hecho nada.
—Era un secuaz de... Quien tú sabes, y seguramente querrá vengarse por lo que le hiciste a su amo. Mientras no le capturemos, debo sugerirte que te quedes aquí hasta que comiencen las clases.
—¿Y a mí qué me va a pasar?
—¿Pasar? Si te quedas aquí no va a pasarte nada, tenemos un batallón de Agentes de Seguridad Mágica vigilando el callejón y podemos incluso asignarte un par de Aurores para tu protección. Black no puede alcanzarte.
En ese momento, un enorme perro negro entró sigilosamente en el Caldero y se escondió en un rincón oscuro.
—No me refería a eso. Me refería a lo que ocurrió con mi tía Marge.
—¡Ah, ah!—se rió Fudge. —El personal del Ministerio ya se ha ocupado de eso, ella estará bien.
—¿Y no me van a hacer nada?
—¡Por supuesto que no, fue un accidente, puede ocurrirle a cualquiera! Venga, pídele a Tom que te prepare algo de cenar y luego vete a dormir. Y si necesitas algo, mándame una lechuza.
Precisamente en ese instante, Hedwig, cuya presencia Harry no había advertido, se posó en el hombro de Harry y alzó la mirada como diciendo "para eso estoy yo". Harry se alegró mucho de ver a su querida mascota y le acarició la cabeza.
—Lo haré. Gracias, ministro.
Poco después, Harry estaba en una habitación de El Caldero Chorreante. Cuando Tom salió, Harry oyó unos arañazos en la puerta. Era el perro negro. Harry le dejó pasar, cerró la puerta tras él y le echó encima la Capa de Invisibilidad. El perro se transformó en Sirius y se sentó en una silla.
—Cuéntamelo todo con detalle—dijo Harry.
Y Sirius así lo hizo. Le contó cómo James y Lily habían sido avisados de que iban a por ellos y habían pasado a la clandestinidad, de cómo Sirius había sido nombrado inicialmente su Guardián de los Secretos (le explicó a Harry en qué consistía eso), de cómo, desconfiando de su amigo Remus Lupin, habían cambiado de Guardián sin decírselo a nadie, de cómo Sirius había encontrado el sitio donde se escondía Peter vacío, de cómo había encontrado semidestruida la casa de los Potter en Godric Hollow, de cómo había sostenido en sus brazos los cadáveres de James y Lily (en ese momento Sirius había llorado y Harry pudo ver que eran lágrimas sinceras), de cómo le había regalado su moto a Hagrid y de que había tenido en sus brazos al bebé Harry por un instante, de cómo había corrido a perseguir a Peter para vengarse, de su duelo, de cómo Peter había logrado zafarse, de su captura por el Ministerio y de cómo le habían encerrado en Azkaban sin juicio previo gracias al equivalente de la Ley Antiterrorista en el mundo mágico, de cómo había sobrevivido a duras penas en la temible prisión mágica y sus malignos guardianes, los Dementores, de que Fudge le había traído un ejemplar de El Profeta —el mismo que tenía en las manos— y de su fuga.
—¿Me crees, Harry? Por favor, di que me crees—dijo en tono de súplica.
—Te creo—asintió Harry. —Pero ahora tenemos que desenmascarar a Pettigrew. No creo que sea buena idea que te quedes aquí, incluso transformado en perro, podrías despertar sospechas.
—Tengo una casa en Londres, la vieja casa de mi madre. Está hecha un horror pero está vacía y es segura. Y puedo mandarle a mi viejo elfo doméstico, que sigue con vida, que me compre ropa y comida. Me las apañaré también para conseguirme una varita nueva, no será tan buena como una de Ollivander pero bastará. Hasta pronto, Harry.
—Hasta pronto, Sirius.
Sirius se volvió a transformar en perro. Harry le abrió la puerta y el perro salió.
Los días siguientes Harry se lo pasó realmente bien. Compró las cosas que necesitaba para el colegio, se forró a helados en Florean Fortescue, se le fueron los ojos tras una magnífica escoba marca "Saeta de Fuego" que vio en la tienda de quidditch, hizo lo que quiso, y por las noches conversó con Sirius. Sobre todo, quería saber cosas sobre sus padres y Sirius cumplió. Poco a poco, Harry empezó a ver a sus padres como personas reales y no como figuras cuasi míticas. Supo también que Sirius (que se había deshecho de sus ropas carcelarias y ahora vestía ropas muggles corrientes, que su elfo había "tomado prestadas") tenía una familia horrible, que le había echado de casa con tan solo dieciséis años, y que James le acogió como un hermano.
Harry, por su parte, también le contó unas cuantas cosas. Le habló de sus años con los Dursley, de cómo Hagrid le encontró, de su primer año, de Ron y Hermione, de la Piedra Filosofal y de cómo Voldemort quería robarla, también le habló de lo ocurrido durante su segundo año, de Dobby, del diario de Tom Riddle (Sirius sabía perfectamente quién era Tom Riddle), de cómo este había afectado a Ginny, de la Cámara Secreta y el basilisco, y de cómo Harry había matado al basilisco con la espada de Gryffindor. Sirius se mostró muy interesado en todo eso, pero curiosamente se mostró interesado en Ginny.
—Quiero saber más detalles de esa niña a la que salvaste. Que por lo que me has dicho es ella —señaló a Ginny en la foto de los Weasley que estaba en la portada de El Profeta.
Y Harry así lo hizo. Sirius mostró especial interés en aquellos momentos en los que Ginny se ponía muy nerviosa cuando estaba cerca de Harry, en el horroroso poemita de San Valentín y también en la afirmación del Riddle del diario de que Ginny no paraba de hablar de Harry. Por algún motivo, aquello le parecía muy gracioso, a juzgar por el modo en que sonreía.
—Yo que tú no le quitaría ojo a esa niña. Pero de momento vamos a dejarlo así, necesita digerir todo lo que pasó el año pasado, que es mucho, y tenemos otras cosas de las que preocuparnos.
Harry no entendió muy bien por qué Sirius estaba tan interesado en Ginny (aunque espero que mis lectoras sí). Pero aquellas conversaciones habían hecho nacer en él un fuerte deseo de conseguir demostrar la inocencia de Sirius. Si lo conseguían, Harry tendría algo que se parecería a una familia, un padrino que había sido como un hermano para su padre, tendría un adulto que se ocuparía de él y quizá, QUIZÁ, podría ser un adolescente medianamente normal (o lo que se considerara como "normal" en el mundo mágico) y no solo "el niño que vivió". Porque el hecho es que Sirius en ningún momento le había tratado como otra cosa que su ahijado y el hijo de James Potter, al que, según insistía una y otra vez, amaba como a un hermano.
Finalmente, el día antes de ir a Hogwarts, Harry se encontró con Hermione y Ron en el Callejón Diagon. Ron se había comprado una varita nueva con el dinero que le había sobrado a su padre tras viajar a Egipto (y es que, como sabemos, la familia Weasley había viajado a Egipto con el dinero de un premio que ganó Arthur). Harry vio que Ron llevaba consigo a "Scabbers" (en realidad Pettigrew transformado en rata) y se dio cuenta de que no podía contárselo todo en ese momento. "Scabbers" tenía muy mala pinta y Harry consideró que quizá era por la tensión de saber que Sirius Black había escapado, pero no podía decir eso ahora. Recorrieron el callejón haciendo sus compras. Hermione se compró un feísimo y patizambo gato llamado "Crookshanks", que, para irritación de Ron, mostró un especial interés en Scabbers-Pettigrew. ¿Será que intuye que no es una rata normal?, se dijo Harry. Más tarde le preguntó a Percy (el anterior dueño de la rata) cómo había conseguido a Scabbers, y la respuesta resultó de lo más interesante.
—Papá se la encontró en Godric Hollow, precisamente al día siguiente en que mataron a... bueno, a tus padres. Había ido como parte del equipo encargado de hacer pasar por una explosión accidental los destrozos causados por Sirius Black, y la encontró cerca del lugar. Estaba herida, le faltaba un dedo, y papá se compadeció de ella y la trajo.
Harry, entonces, recordó un importante detalle que le había contado Sirius. Supuestamente Sirius había lanzado una maldición explosiva tan brutal contra Peter que sólo había dejado un dedo. Pero Sirius tenía la teoría de que Peter se había cortado un dedo y luego se había transformado en una rata sin un dedo. Los detalles, el lugar y las fechas encajaban. Solo necesitaba una ocasión apropiada para decírselo a Ron y Hermione y luego preparar un plan.
¡Hola! No sé adónde me conducirá este fic, pero espero que os guste. Un abrazo y hasta pronto.
