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episodio 4

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Jacob andaba a grandes zancadas sin mirar dónde iba; se sabía el camino a la perfección. Había una celebración en casa de Sam y llegaba tarde. La verdad, había estado intentado decidir si Sam querría verle allí o no, pero al final decidió que era obvio: "la manada cuida unos de otros", le había dicho.

Cuando llegó, Emily ya estaba en la puerta esperándole con una sonrisa.

En cuanto Jacob entró se sintió en casa. Los gritos y las risas inundaban la habitación, y había comida por todas partes. Sí, definitivamente era un buen ambiente para recibir al nuevo miembro de la manada.

Jacob avanzó unos cuantos pasos entre sus amigos, que le saludaban con puñetazos amistosos, hasta que se asomó al sofá. Ahí estaba, entre todas aquellas bestias la —todavía enclenque— nueva chica-lobo; parecía algo avergonzada, pero sin duda todos allí se daban cuenta de que la niña se sentía en casa. Sí, Jacob entendía ese sentimiento, por muy raro que fuera encontrar a tu manada era encontrar a quienes te entendían, a tu familia.

—Bienvenida —le tendió la mano, y Sam le dedicó una sonrisa de aceptación. Bien, le había perdonado.

Espera. Ese olor…

Jacob se irguió, y pudo ver junto a su amigo Seth…

Se acercó hasta ella.

—L-leah. ¿Dónde estabas? Yo —balbuceó atropellado.

Ella le dedicó una mirada directa, pero fría como un témpano.

—Mi hermano me avisó de que hay un nuevo miembro. Me dijiste que a nadie le importa mi vida, y tenías razón, la manada es lo primero —comentó con un tono lento y abandonado.

Jacob dio un paso atrás. Vaya, Leah… Leah nunca hablaba así, ella siempre tenía… esa rabia en la voz y sin embargo ahora… pareciera que no…

Miró a su alrededor, y se dio cuenta de que Leah parecía completamente integrada en la manada. Ni la cercanía de Sam y Emily parecieran afectarle.

Y mucho menos la suya.