.
episodio 8
.
Dos días… Tres días… Más hojas cayeron de los árboles, y más hojas fueron masacradas contra el suelo por pisadas descuidadas.
Una semana, y Jacob había recorrido el bosque de arriba abajo. Mil veces.
Tenía los nudillos en carne viva.
Una semana y la manada se había juntado todos y cada uno de los días para transformarse.
Una semana y Leah no había vuelto a mirarle a la cara. No, peor, mucho peor, le había mirado con una absoluta y fría indiferencia. Como si no le conociera de nada. Como si no tuviera interés alguno en conocerle.
Jacob se frotó la cara con las manos. No… no se sentía bien, desde hacía días tenía el estómago revuelto, y la angustia en la garganta le hacía pensar que vomitaría en cualquier momento. Le escocía el pecho, como si tuviera una abertura incómoda por dentro.
No entendía cómo era posible, pero llevaba una semana transformándose con la manada al completo y podía escuchar el pensamiento de todos, menos el de Leah. No sabía cómo lo había hecho, ni si era posible, pero parecía haber erigido un muro entre ambos. Porque sí, el resto de la manada podía escucharla; Jacob había interrogado a Seth, a Sam… incluso a Kyla, y todos podían oírla.
No se sentía nada bien, y… quería que eso cesara.
Olisqueó el ambiente, y una vez más su interior sintió un portazo al no encontrar su aroma allí.
A la mierda, no podía esperar más.
Día tras día ella se había mantenido junto a la manada. Pero si creía que por eso Jacob se cortaría a la hora de decirle todo lo que tuviera que decir estaba equivocada.
Corrió hacia la casa de Sam.
