N. de la A. : gracias por los reviews, me están motivando a retomar varios fics.
episodio 11
.
En cuanto comenzó a amanecer Jacob volvió a recorrer el camino a su casa, a pie. Estaba que echaba humo… No podía dejar de pensar en el móvil de viento que había traído su padre hacía apenas un mes, de madera, con un lobo tallado. Lo había visto en su porche cada día sin preguntarse de dónde lo había sacado. Pateó el suelo acelerando el paso. Cómo no me di cuenta, imbécil. Ya apenas nadie más sabía tallar con esa calidad en la reserva, mucho menos Billy.
Cómo es posible. Leah… Cómo. Jacob frenó en seco al borde del bosque, todavía en la carretera. Cerró los ojos un segundo y respiró profundo. Necesitaba destensarse un mínimo, no podía transformarse, no podía. Todos te escucharán, idiota. Tranquilízate. Apretó los puños lo máximo posible, los soltó, los volvió a apretar… Soltó aire muy despacio.
─Dios, Leah…
Reemprendió la marcha hacia su casa.
Últimamente con todo lo que le estaba pasando con Leah tenía la sensación de que no la conocía, y de que él lo había asumido todo. Resulta que lo más básico que había sabido de ella, que era que desaparecía de vez en cuando ni siquiera era exactamente así. Qué había esperado que hubiera estado haciendo esos meses, Jacob no llegó a racionalizarlo. Simplemente sentía que ya no sabía nada de Leah, que nunca lo había sabido, y por alguna razón eso le provocaba un nudo en la garganta. Y lo peor era que se sentía traicionado porque nadie le hubiera dicho que estaba a salvo, como si él hubiera tenido algún derecho especial a saberlo.
Ya desde la calle pudo ver que su padre estaba despierto y preparando el desayuno en la cocina. Jacob gruñó al subir los escalones del porche de su casa, y descolgó el móvil de madera con brusquedad.
Entró en su cocina, y ahí estaba Billy, cogiendo el café de la encimera, de espaldas a él en la otra punta de la cocina. En la mesa junto a la puerta, donde esperaba el resto del desayuno, había una cafetera, abierta, llena de grano. A pesar de oírle entrar su padre siguió a lo suyo.
Jacob dejó caer el móvil de madera sobre la mesa, asegurándose de hacer ruido para que Billy se diera la vuelta. Clavó la vista en él cuando se dio la vuelta.
─Paul está en casa ─le advirtió Billy a media voz, tocándose el oído.
─Paul está en mi cabeza, lo oirá igualmente ─ladró Jacob, sentándose en una de las sillas.
Billy asintió quedo, y se colocó la parte superior de la cafetera italiana sobre las piernas. Hizo avanzar la silla de ruedas tranquilamente hasta su hueco libre en la mesa y dejó la pieza sobre ella. Miró a su hijo, y al móvil de aire.
─ ¿Lo ha hecho Leah? ─Jacob se revolvió en la silla ante el silencio de su padre; no entendía por qué le observaba así─. ¿Por qué no me dijiste que sabías dónde estaba? ¿Que estaba… bien, no sé?
Billy rio tranquilo.
─Decías que no te importaba si no volvía. Todo el tiempo. ¿Eso ha cambiado?
─No ─se apresuró Jacob.
Billy le escrutó, y tras un instante asintió de forma casi imperceptible, agachó la cabeza y curvó las comisuras en una sonrisa.
─No, no ha cambiado, papá ─comentó Jacob como si nada, y para corroborar sus palabras agarró la cafetera y comenzó a enroscarla con fuerza─. Pero, ¿y los demás, eh? ¿Y su familia?
─Su familia lo sabía.
─No, Seth no. Le oigo, ¿recuerdas?
─Seth sabía que estaba bien. Sue lo sabía y Seth confía en su hermana; no quería saberlo, no quería que el resto lo oyera. Además, la familia necesitaba el dinero, y Leah necesitaba espacio después de todo lo que le pasó.
─ ¿Todo lo que le pasó? –Jacob dejó la cafetera en la mesa con un golpe-. ¿Y la manada qué? También es su familia ─bufó entre dientes─. Todo lo que le pasó… Que te deje tu novio no me parece tan grave.
Billy clavó los ojos en él con las cejas levantadas. Jacob tuvo que callarse. Mira quién habla, lo sé. Sí, vale, él también huyó tras la boda. Y Bella ni siquiera había sido su pareja…
Billy abrió la boca, pero al instante ladeó la cabeza hacia las escaleras, consciente de la presencia del otro lobo. Apretó los labios, y buscó las palabras precisas.
─Jacob, hijo, ¿recuerdas lo confundido y solo que te sentiste la primera vez que te transformaste? Antes de que pudiéramos contarte nada. ¿La soledad, el pánico? ─le explicó como a un crío─. Imagínate que hubiera ocurrido a la vez que mamá murió.
Espera, ¿Harry…? Billy se separó de la mesa poniendo la cafetera ya armada sobre su regazo.
─Esa era su familia, Jacob, no un grupo de chavales que lo único que hizo fue recriminarle que les llenaba de emociones y recuerdos dolorosos.
Jacob aguantaba la respiración. Su padre se giró, dándole la espalda, y avanzó hacia el fuego para poner el café. Mientras, él dejó caer la cabeza sobre la mesa; estaba acongojado. Imbécil.
─Jake ─le llamó su padre─. Vuelve a colgar el móvil en el techo del porche ─rio─. Yo no llego.
