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episodio 12

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Paul bajó las escaleras hacia la cocina, donde Jacob todavía tenía la cara hundida contra la mesa.

—¿Billy se ha ido? —preguntó. Jacob brincó del susto al oírle agarrar una taza.

—Buenos dí- —se calló de golpe nada más ver la sonrisa divertida en la cara de Paul—. ¿Qué?

—¿Y? —preguntó sirviéndose café.

—¿Qué? —inquirió de nuevo, exhausto.

—¿Qué ha hecho Leah esta vez? —se sentó frente a él con tranquilidad, agarrando galletas y llevándoselas a la boca.

¿Qué he hecho yo? Jacob suspiró y levantó levemente la mano, con la pieza de madera.

—Móviles de viento. Eso ha hecho. ¿Estos dos meses que no sabíamos dónde estaba? Estaba en Port Angeles, haciendo móviles de viento —musitó como si tal cosa. Paul miró la talla con aprobación mientras masticaba como un animal.

—¿Y? —volvió a mirarle.

No pensaba ponerse en evidencia frente a su amigo. Racionalmente entendía porque a él no le había dicho nada, dónde estaba, que estaba bien… físicamente. Pero le seguía revolviendo el estómago igualmente.

—¿No podía hacerlos en la reserva? O, al menos, ¿no podía avisar? No, tenía que dejar aquí a todos, preocupados. ¡Dos meses! Sam totalmente insoportable. Y todos los novatos escuchando hablar de ella cada vez que nos transformábamos. "¿Quién es Leah?" —remedó Jacob—. Y Sam: ¿Dónde estará? Y nosotros: Por mí como si no vuelve. Ha estado más presente que cuando estaba aquí.

Porque la has tratado como el culo y te ha echado de su mente, por eso ahora no "está aquí". Se reprochó.

La cocina se hundió en el silencio. Paul le miraba atónito, con la mano sujetando la punta de una galleta que hacía rato se había caído al café.

—Tío, eras tú —musitó Paul sin entender si era una broma.

—¿Qué?

—Que eras tú quien la tenía en la cabeza cada vez que nos transformábamos —lo miraba con evidencia, como si se hubiera dado una contusión—. Se la recordabas constantemente, por eso Sam no dejaba de preocuparse por ella. Y por eso los demás estábamos hartos; no tengo ningún problema con Leah. Erais vosotros, no nos habéis dado un respiro en todo el tiempo que no ha estado.

Jacob le devolvió la mirada sin comprender.

—Era Sam —afirmó con menos convicción.

—No-O sea, sí, también. Pero… eras tú, Jake.

La actitud de Paul le desconcertó. No estaba de broma. Se revolvió. Prefería mil veces su sonrisa de suficiencia, o que se cabreara. ¿Tendría escrito en la cara que acababa de besarla? Para no ver el gesto con el que Paul le miraba, simplemente agarró el móvil de madera y se encaminó hacia la salida.

—Nos vemos en casa de Sam —le gritó el lobo desde la mesa, casi preocupado.

Jacob cerró la puerta tras de sí. No entendía lo que le decía. Ese no era él. Él no había estado preocupado por Leah. Vale, a veces pensaba en… si tal vez estaría recorriendo el país, como él había hecho tras la boda de Bella. Que tal vez necesitaba su espacio, y por eso… pero no había estado angustiado. ¿No?

Volvió a colgar el lobo tallado, suavemente. Después de lo que le había contado su padre sobre Harry entendía que Leah no se hubiera preocupado por Jacob, ni por nadie de la manada, a decir verdad.

Se adentró en el bosque. ¿Le odiaría? "Si eres un abismo, saltaré como un kamikaze, Leah. No tengo miedo", resonó en su cabeza. ¿De dónde había salido todo eso? Apretó los puños rumbo a casa de Emily y Sam. Vaya cagada.