Durante el regreso a Hogwarts a través del largo pasaje hasta la estatua de la bruja tuerta, Harry no dejó de pensar sobre lo que acababa de oír. Se sentía muy decepcionado. Lo más que se podría lograr si se hacía lo que le habían dicho al ministro sería demostrar que Sirius no había traicionado a James y Lily y eso Harry lo tenía claro. Pero no se podría demostrar que no había matado a Pettigrew. Peor, incluso si se encontraba a Pettigrew, este siempre podría decir que Sirius había intentado matarle y que él se había transformado en rata para huir. Y como era indiscutiblemente cierto que Sirius quería matarlo nada ni nadie podría probar que Sirius era inocente. En alguno de los peores momentos maldijo a Hermione por haber protegido a Scabbers (en realidad Pettigrew) de Crookshanks pero luego se dio cuenta de que eso era muy injusto. Cuando se reunió con Ron y Hermione al volver estos de Hogsmeade (ellos tardaron más), intentó mostrarse tranquilo pero eso no engañó a la sagaz Hermione, que logró sonsacarle que Harry quería venganza contra Pettigrew.

—No lo hagas, Harry. Pettigrew es peligroso—le rogó Hermione.

—Así es, colega, piensa que hizo volar en pedazos a trece muggles con un solo hechizo y nos ha engañado a todos en mi familia durante años haciéndonos creer en una rata...maldito pervertido, pensar que le he dejado que estuviera conmigo muchas veces mientras me bañaba y hasta le dejé dormir en mi cama—bufó.

—No tenéis ni idea—replicó secamente Harry. —¡Por su culpa perdí a mis padres y he tenido que vivir con mis tíos! ¡Vosotros tenéis familias felices, yo no!

Entonces Ron le miró fijamente.

—Harry, si mi familia es feliz la tuya también.

—¿Qué quieres decir?

—Que tú eres parte de mi familia—respondió su amigo mirándole con afecto.

Hermione miró a Ron. Harry detectó una expresión de ternura en su rostro que nunca le había visto. Entonces Harry recordó que cuando habían vuelto de Hogsmeade la primera vez, parecían habérselo pasado muy bien juntos. ¿Acaso Hermione y Ron...? Pero decidió no seguir por ese camino, ahora tenía otras cosas en las que pensar.

—¿De verdad? ¿De verdad me consideras parte de tu familia?—preguntó Harry.

—¡Pues claro! Y no solo yo—sonrió Ron. —Fred, George—se dirigió a sus hermanos. —¿Vosotros consideráis a Harry parte de nuestra familia?

—¿Es que acaso lo dudas?—preguntó George en tono severo.

—No, es él quien no se lo cree.

—Eso está muy mal—Fred negó con la cabeza.

—Sí, deberíamos hacerle alguna travesura que te hayamos hecho a ti.

—Por ejemplo, darle una píldora ácida que le perfore la lengua.

—Basta, basta—sonrió Harry, sintiendo una enorme oleada de afecto tanto por Ron como por los gemelos. —Lo pillo.

—Y aunque yo no haya tenido tanto trato contigo, también te considero parte de mi familia—intervino Percy, que se les había acercado.

—¿Y tú qué, Ginny? ¿Tú consideras a Harry parte de nuestra familia?—inquirió Fred, dirigiéndose a la niña.

Ginny se puso tan colorada que su cara hacía juego con su pelo y se miró los zapatos.

—Eso es un sí. Aunque me da que ella no te ve como un hermano, como nosotros—se rió George, dándole una palmadita a su hermana, que enrojeció aún más y salió corriendo.

—Dejemos eso ahora, que tengo algo importante que decirle a Harry—cortó Percy.

—¿Qué es?

—Vente conmigo al despacho de los Premios Anuales.

Harry siguió a Percy hasta el sitio indicado.

—Tú dirás.

—No sé si estás al tanto de las acusaciones contra Sirius Black.

Harry meditó mentalmente qué decirle a Percy para no desvelar demasiado.

—Sí, he oído que traicionó a mis padres. Me enteré por Malfoy, que no paraba de decir que si alguien le hubiera hecho lo que Black a mis padres se querría vengar. Y ahora que lo sé, yo también quiero vengarme de quien traicionó a mis padres.

—Maldita rata—suspiró Percy. —De tal palo tal astilla. Lo que quería decirte es que hay indicios que apuntan que no fue él.

—¿Qué dices?—Harry fingió sorpresa.

—No tengo todos los detalles, pero por lo que me ha contado la profesora McGonagall, el Ministerio ha ordenado reabrir el caso. Es posible aunque no seguro que el verdadero traidor fue un amigo de Black y de tus padres, Peter Pettigrew.

—También he oído que Sirius Black le hizo volar en pedazos junto con trece muggles.

—Así es. Según estos nuevos indicios, Black lo mató por venganza en un arrebato de dolor y furia por las muertes de tus padres. McGonagall me ha dicho que Black podía ser terrible cuando se enfurecía, y que estaba muy unido a James y Lily Potter.

—Pero eso no cambia mucho su situación. Sigue siendo un fugitivo y un asesino incluso si no traicionó a mis padres.

—Desde luego. Pero desde tu punto de vista, lo cambia todo. Black no traicionó a tus padres y el verdadero traidor está hecho pedazos. No hay motivo para que busques venganza. Ese era el motivo por el que papá no quiso decirte nada.

—Entiendo—dijo Harry intentando manifestar tranquilidad. —¿Algo más, Percy?

—No. Hasta luego, Harry.

Al día siguiente, Harry, Ron y Hermione, que tenían la torre de Gryffindor para ellos solos porque el resto se habían ido de vacaciones, visitaron a Hagrid. Supieron que le habían absuelto de toda responsabilidad por lo de Buckbeak pero que en el Ministerio querían examinar si el hipogrifo era peligroso. Y aquello pintaba mal, porque Lucius Malfoy formaba parte del comité competente. Los tres amigos se comprometieron a ayudarle, algo que Hagrid agradeció. No le dijeron nada sobre Sirius Black y Pettigrew porque sabían que Hagrid tenía una peligrosa tendencia a irse de la lengua.

El día de Navidad, Harry recibió un regalo muy especial: una magnífica escoba voladora Saeta de Fuego, que le entregó la profesora McGonagall de parte de Sirius. Aquello les puso muy contentos. Ron estaba seguro de que con esa escoba ningún buscador podría vencer jamás a Harry (empezando por esa rata asquerosa de Malfoy, decía), y Hermione, aunque menos entusiasta, también se alegraba. Probaron la escoba, y Harry pudo comprobar que la publicidad se quedaba corta. Aquella escoba era maravillosa.

Lamento decir que la llegada de la escoba hizo que Harry y Ron se olvidaran completamente de ayudar a Hagrid (no así Hermione, que no dejaba la biblioteca). En vez de eso se pasaban el tiempo en el campo de quidditch, cuando el tiempo les dejaba. La señora Hooch estaba igualmente entusiasmada, y le explicó a Harry y Ron con detalle qué era lo que hacía tan especial a la escoba, y les indicó que era una escoba profesional y que el equipo de quidditch de Irlanda la usaba.

Las vacaciones terminaron y los alumnos regresaron. Oliver Wood, Fred y George se quedaron con los ojos como platos al ver la nueva escoba de Harry, y le pidieron que les dejara probarla, a lo que este accedió. Ginny pareció querer decirle algo a Harry pero cuando este la miraba, la niña echaba a correr. Harry recordó ese "Ginny no te ve como un hermano" de Fred, y se preguntó si lo que quería decir era esto: "ella te ve como tu futuro novio y quizá algo más". Se sintió de repente incómodo y optó por pensar en otra cosa. Por ejemplo, las futuras clases que le daría Lupin sobre un hechizo de protección contra los Dementores.

Sobre las clases en cuestión no me extenderé por ser sobradamente conocidas. Como tampoco me detendré en que Harry fracasó una y otra vez. La clave del hechizo protector (el "Patronus") era, como sabemos, invocar un recuerdo feliz poderoso, pero el problema era que Harry había tenido una vida tan desdichada que no encontraba ninguno lo bastante potente. Oliver Wood, que estaba obsesionado con ganar el campeonato y no quería perder otro partido porque los Dementores tiraran a Harry de la escoba, le preguntó en alguna ocasión qué tal iba y Harry respondió con evasivas. Empezó a plantearse la posibilidad de renunciar...no, eso sí que no. El quidditch lo era todo para él, era lo que más feliz le hacía sentir. Lo que dio pie a un incidente que relataré con detalle.

Sucedió pocos días antes del partido contra Ravenclaw, durante un entrenamiento. Ron y Hermione habían acudido a verle, acompañados por Ginny. Harry notó que Hermione y Ginny estaban en las gradas hablando muy animadamente, como si fueran amigas de toda la vida, cosa que le llamó la atención. Durante una pausa del entrenamiento, Harry se acercó a Hermione y le hizo notar que Ginny y ella parecían haberse hecho muy amigas.

—El profesor Lupin me dijo que hablara con ella de lo que ocurrió el año pasado—le explicó Hermione. —Que, siendo chica, conmigo se sentiría más cómoda. Y bueno...además de lo que ocurrió el año pasado, hemos empezado a hablar de otras cosas, de cosas de chicas. No me malinterpretes, Harry, os quiero muchísimo tanto a ti como a Ron, pero me gusta esto de tener otra chica con la que hablar de ... bueno, de nuestras cosas.

—Tienes a tus compañeras de dormitorio.

—No es lo mismo, no han vivido nuestras aventuras—respondió la .

Harry tuvo la sensación de que Hermione le estaba ocultando algo, pero no insistió porque Wood les llamó para seguir con el entrenamiento.

Al terminar, Hermione y Ginny se le acercaron. La hermana de Ron bajó la mirada.

—Vamos, díselo, no seas tonta—dijo Hermione.

—Yo...no, díselo tú, a mí me da vergüenza—musitó Ginny.

—Está bien—suspiró Hermione. —Ginny quería pedirte que le dejaras dar una vuelta en su escoba.

—¿Es eso cierto?—preguntó Harry.

Ginny asintió débilmente. Fred y George, extrañamente, parecían decepcionados.

—Aquí tienes—dijo Harry, alargándole su Saeta de Fuego.

Ginny, sin mirar nunca a Harry directamente, se montó en la escoba, dio una patada en el suelo y se elevó, mientras sus hermanos observaban intrigados. Y la intriga se convirtió en sorpresa cuando vieron que Ginny volaba MUY bien en la escoba. Hizo todo tipo de movimientos complicados, picados, virajes bruscos, rizos, vuelo a través de los aros (algo que Ginny podía hacer porque era muy menudita)...Finalmente, Ginny se posó en el suelo. Harry se dio cuenta de que la expresión de su rostro había cambiado. Ya no tenía esa expresión de timidez y vergüenza constante que normalmente mostraba al estar cerca de Harry. Era una expresión alegre, enérgica, poderosa. Y sobre todo, mostraba una sonrisa de oreja a oreja que a Harry le pareció la cosa más maravillosa del mundo. Sintió una oleada de felicidad al verla así de feliz, sobre todo al pensar en su terrible experiencia con el diario de Tom Riddle.

—¿Dónde has aprendido a volar así, hermanita?—preguntó Fred.

—Por mi cuenta. Os veía volar a Charlie, a ti y a George, y luego me metía secretamente en el escobero, robaba una escoba y practicaba. El primer año de Ron, que me quedé sola en casa, practiqué mucho. Y luego, el año pasado, la señora Hooch me dio clases particulares porque vio que tenía más nivel—respondió la niña con entusiasmo.

—Pues te lo aseguro, vuelas realmente bien—intervino Harry, sonriendo.

—¡Gracias, Harry!—respondió Ginny, esta vez mirándole a los ojos ("y qué ojos tan maravillosos tienes, Ginny, es una pena que no me mires nunca directamente con ellos", pensó Harry).

Hermione, entonces, susurró algo al oído de Ginny. Esta frunció el ceño y le dio un manotazo, que Hermione esquivó. Entonces Harry pensó: "¿y si uso el recuerdo de este momento para intentar conjurar un Patronus?". Decidió hacerlo en secreto. De forma que esperó a que el resto de la gente saliera, se quedó solo, respiró hondo, llenó su mente con el recuerdo de Ginny volando entusiasmada en escoba, con su cabellera al viento, tan feliz, tan llena de vida, alzó la varita, hizo el movimiento que Lupin le había enseñado y exclamó:

—¡EXPECTO PATRONUM!

Un haz de brillante luz plateada salió de la varita que tomó la forma de un enorme ciervo. El ciervo recorrió el campo y finalmente desapareció en la varita de Harry. Harry sintió ganas de llorar de alegría. ¡Lo había logrado! ¡Y gracias a Ginny! Si tenía ocasión de usar el hechizo, debía agradecérselo.

Como es sabido, al día siguiente, Draco, Crabbe, Goyle y Pansy Parkinson intentaron asustar a Harry disfrazados de Dementores. Harry, que no sabía que eran ellos, les lanzó un hechizo Patronus que los derribó al suelo como si fueran sacos de patatas, dejándolos en una postura ridícula. Y no solo eso, sino que consiguió atrapar la snitch antes que la guapa buscadora de Ravenclaw, Cho Chang. Pero Harry no se fijó mucho en ella, estaba demasiado ocupado disfrutando del momento, de las felicitaciones de sus compañeros y de Remus Lupin (que estaba allí también), y burlándose de Draco y sus esbirros, que estaban siendo reprendidos severamente por McGonagall. Entonces, Harry se dio cuenta de que si le decía a Ginny que había sido la clave para que él consiguiera realizar el Patronus, quizá pensara que se sentía atraído por ella o algo así. Claro que, ¿y si después de todo es eso lo que pasa?, pensó. A fin de cuentas, viéndola volar se había sentido fascinado por ella, y le habían gustado mucho sus ojos y su sonrisa. "Pero no tengo a nadie con quién consultar sobre esto", pensó con tristeza. "No, porque mis padres están muertos por culpa de Pettigrew". Pero luego pensó en que Sirius había mostrado mucho interés por Ginny. ¿Y si había algún modo de consultarle clandestinamente? "Ya lo pensaremos más adelante", decidió finalmente Harry.

¡Hola! Había dejado aparcada esta historia, pero he recibido algunos comentarios tan amables que he decidido proseguirla. No sé por dónde me conducirá, aunque sí tengo claro que quiero a Cho Chang a mil kilómetros de Harry. ¡Saludos, pottéricos!