El amor es una llama que arde con más fuerza cuanto más se intenta apagar.
(Pierre Corneille)
Aún no entiendo como llegamos a esto.
Cómo nuestras vidas, destinadas a la lucha y al sacrificio, cruzaron esta línea que no deberíamos haber pisado. Es una línea que jamás debimos cruzar, y sin embargo, aquí estoy, contigo, y aunque sé que esto desafía toda lógica y norma, no puedo encontrar en mí ni un ápice de arrepentimiento.
Tu presencia me desarma. Odio cómo me haces sentir vulnerable, cómo despiertas algo que ni las más duras batallas lograron quebrar. Este maldito lazo invisible que me empuja hacia ti me resulta insoportable, y sin embargo, no quiero cortarlo. No soy de las que creen en cuentos, ni en romances destinados. Siempre he tenido los pies en la tierra, siempre he sabido lo que quiero, lo que debo hacer. Y aún así, aquí estoy, escribiendo esto como si fuera una estúpida colegiala. Tú me haces débil, y no soporto esa idea, pero a tu lado, todo parece tan inevitable como inalcanzable.
¿Sabes? Cada mirada tuya es un recordatorio de lo que no debo desear, y sin embargo, lo deseo con toda mi alma. Tú eres la calma que nunca he tenido, y también el caos que ahora me define.
Sé que fui yo quien dio el primer paso, quien rompió la distancia que siempre nos había mantenido separados. Te busqué, porque no podía resistir más el magnetismo de tu mirada, esa dualidad en tu esencia que refleja fortaleza y tormento a la vez. Y aunque pude haberme detenido, tú tampoco lo hiciste. Me dejaste avanzar, y en ese momento supe que no había vuelta atrás.
Podría fingir arrepentimiento, pero sería mentirle a mi corazón. Tú eres el que no ha sido sincero, el que guarda secretos detrás de cada palabra medida, de cada gesto calculado. Sé que lo haces porque te consumes en tus propias cargas, porque te ves a ti mismo como un guía, como alguien que no puede permitirse el lujo de errar otra vez. Intentas protegerme de tus propias sombras, de tus errores del pasado, como si yo fuera tan frágil que no pudiera soportar el peso de quien eres realmente. Pero no te equivoques: no soy una niña que necesite ser protegida. Soy una guerrera, y aunque mis manos estén manchadas, mi corazón late con la misma fuerza que el tuyo. No quiero tu perfección. Quiero todo aquello que escondes, tus miedos, tus sombras. Deja que carguemos este peso juntos, como guerreros, como iguales.
Me pediste prudencia, pero ¿cómo puedo serlo cuando tú eres lo único que ocupa mi mente? Cuando estás cerca, toda esa disciplina que creí dominar se desvanece. Mi corazón late como si fuera a estallar, mi mente se nubla, y en esos momentos, olvido quién soy, olvido mi deber. Sólo existes tú.
Has dicho que no me mereces, pero yo siento que soy yo quien no te merece. Y sin embargo, aquí estamos, atrapados en este juego peligroso que ninguno de los dos puede detener. Sé que esto no puede durar, pero por ahora, mientras pueda verte, mientras pueda estar contigo, no quiero pensar en el final. Te miro y pienso en todo lo que podría ser, en todo lo que nunca será. ¿Cómo podría alguien como yo merecerte? Yo, con mis manos llenas de sangre y mis pensamientos llenos de sombras. Tú, con tu calma que parece inquebrantable, me haces cuestionarlo todo. Pero incluso en este juego peligroso que jugamos, no puedo pensar en el final. Sólo quiero este instante, por breve que sea.
En un mundo tan roto como este, tú eres lo único que me hace querer seguir adelante.
Solamente tuya,
Geist
Continuará…
Próximo capítulo 17 de diciembre
¡Nos estamos leyendo!
