El amor es un fuego que arde sin cesar, y que consume todo lo que encuentra en su camino.

(William Shakespeare)

Hoy, mientras el combate rugía a mi alrededor, mis ojos volvieron a buscarlo.

Es una locura, lo sé. No soy una mujer que se permita distracciones, pero hay algo en su presencia que me desarma. Me odio por ello. Me odio por la debilidad que siento cuando está cerca, por el nudo en mi garganta cuando pronuncio su nombre en mi mente, por la forma en que el corazón me traiciona y se acelera al más mínimo roce de su cosmos.

Él no es cualquier hombre. No es alguien a quien puedas atraer con una sonrisa, no es de aquellos que buscan compañía o consuelo. Él es un ser que trasciende lo humano, tan sereno, tan inalcanzable, tan ajeno a estas pasiones mundanas que me consumen. Y sin embargo, aquí estoy, encadenada a un deseo que no debería existir.

Sus palabras son como sentencias, breves, certeras, cargadas de una sabiduría que me deja sin argumentos. Mientras yo, enredada en mis propias emociones, intento explicarme sin éxito, él lo dice todo en una sola frase. Me fascina. Me enerva. Porque cuanto más lo admiro, más me doy cuenta de lo lejos que está de mí. Y aún así, no puedo apartarlo de mi mente.

Quisiera pensar que esto es solo un capricho, que si lo ignoro el tiempo lo apagará, pero ya lo intenté antes... y fracasé. Sé lo que es sentir algo prohibido, lo viví con Seiya. En aquel entonces, el conflicto entre la guerrera y la mujer me destrozó. Mis sentimientos se volvieron un enemigo más, me cegaron, me hicieron actuar impulsivamente, cometer errores que pudieron costarme la vida. Aprendí la lección. Lo hice. Y sin embargo, aquí estoy de nuevo.

Pero esta vez es distinto. Porque él no es como Seiya. Con él no hay posibilidad de nada. Ninguna. Su vida está consagrada a algo más grande, su amor ya tiene dueña, aunque no sea una mujer. Athena lo es todo para él, su guía, su devoción absoluta. No hay lugar para mí en su mundo perfecto. Y aunque lo sé, aunque lo entiendo con cada fibra de mi ser, el deseo no desaparece. Me pregunto si él alguna vez ha amado, si alguna vez ha sentido la angustia de desear lo que no puede tener. No debería importarme la respuesta. No debería pensar en él como algo más que un compañero de batalla. Pero aquí estoy, deseando cosas que jamás serán.

Este amor es un castigo, un tormento al que no puedo renunciar. Porque aunque sé que nunca seré parte de su destino, sigo soñando con sus labios, con el roce de sus manos, con el imposible milagro de ser correspondida. Y es ahí donde la guerrera y la mujer entran en guerra dentro de mí. La guerrera me grita que lo olvide, que entierre este sentimiento como una debilidad que podría costarme la vida. Pero la mujer... la mujer solo quiere amarlo, aunque sea en secreto, aunque duela.

Mañana lo veré de nuevo. Mañana intentaré ser fuerte, no apartaré la mirada, no temblaré cuando escuche su voz. Porque yo soy Shaina de Ofiuco. Y aunque mi corazón arda, debo seguir adelante.

Aún si me cuesta el alma.

Continuará…

.


Hola… ¿Me extrañaron? He estado bastante ocupada con la vida real, pero trataré de publicar cuando me sea posible. Lo bueno es que ya tengo definida la estructura de las confesiones. Es posible que los personajes aparezcan en el mismo orden que en la primera tanda, o que haya algunos cambios en el camino, pero por ahora, el orden se mantiene. Cada personaje tendrá un máximo de cinco confesiones. Espero que sea suficiente para contar sus historias y revelar sus desenlaces

Mil gracias, por todo.

Amatizta: Mil gracias, por tus comentarios, y tranquila, a veces la plataforma puede molestar bastante. Ya veremos quien le rompe el calzon, digo el corazón a June.

Nos estamos leyendo.