Mi vida sin μ's


Sinopsis: [AU] El camino a la escuela fue el mismo de siempre. El anuncio del cierre sorprendió a menores y a mayores. "La preparatoria Otonokizaka cerrará sus puertas a nuevos ingresos a partir del próximo año". El destino no favoreció el rescate de la antiquísima institución, aunque puede que si a cierta chica se le hubiera hecho tarde ese día todo hubiera cambiado

¿Qué es un sueño que nunca se soñó? ¿Qué es lo que sucedió en el cielo que nunca llenó el espacio para sus nueve nuevas estrellas? Y más importante, ¿qué fue de ellas?


Parte 1. Jardín dicotómico


Capítulo 4: Verano


El campus abierto fue ayer. No sé qué decir. Ni las predicciones ni los espíritus pudieron habernos preparado para ese momento. Sólo hubo diecisiete asistentes. No fueron ni diez más que las solicitudes que ya teníamos. Un fracaso en todo el sentido de la palabra. Al final del evento, sólo se despidieron quince, cuando el club de música cerró el evento en el auditorio de la escuela.

Todas las chicas habían llegado desde muy temprano a preparar los últimos detalles para el evento. Algunas voluntarias de último momento habían llegado a ayudar con los preparativos, y todas esperábamos con ilusión la llegada de las invitadas. Los clubs estaban preparados para hacer sus demostraciones y, al final, gracias al club de arte, la escuela se veía mucho más animada que de costumbre.

Las campeonas del club de atletismo y del club de arquería habían dejado sorprendidas a cada una de las asistentes con sus demostraciones. El club de robótica igualmente lo había dado todo con una demostración fabulosa. Incluso la directora Minami, que nunca estuvo convencida, les dio a las visitantes el mejor tour de Otonokizaka que se hubieran podido imaginar.

En el auditorio, el trabajo había sido maravilloso. Cuando el club de teatro comenzó con su demostración, el lugar no podía verse mejor. Hideko y su equipo, junto con Sora y el club de astronomía, hicieron un tándem perfecto, y ni siquiera se notó qué ese día se habían llevado a cabo dos espectáculos totalmente diferentes con menos de una hora de diferencia.

Entonces…

"¿Por qué fracasé?"

Fue lo único que pude escuchar de Eli-chi en todo el evento, y no lo era algo que hubiera dicho. Apenas dio su discurso de bienvenida ante nuestra reducida audiencia, la comencé a notar muy nerviosa. Daba vueltas y vueltas en círculos y miraba al cielo esperando que el sol veraniego le diera un milagro. Logró disimular sólo lo suficiente para dejar a las visitantes en manos de la directora Minami para su recorrido académico, y a partir de ahí no se movió de la puerta de la escuela, esperando obsesivamente por esas otras invitadas que ya sabíamos que no iban a llegar. No dijo nada más, pero cada que intenté acercarme, lo único que recibí fue ese amargo susurro.

"¿Por qué fracasé?"

Al final, todo en el evento fluyó demasiado bien por su cuenta. Salvo unas pequeñas intervenciones en las que tuve que involucrarme, el campus abierto fue, exceptuando su notable falta de asistentes, exactamente cómo lo había planeado Eli-chi.

Eli-chi… Eli-chi no había salido según lo planeado. Para la clausura del evento, fuimos la directora Minami y yo quienes dimos el discurso de cierre y agradecimos a las visitantes habernos acompañado. Eli-chi, pasmada, permaneció sólo parada al lado de mí, sin decir ni una sola palabra. A esas alturas del día, parecía que no iba a aguantar el llanto mucho más tiempo.

Las pocas visitantes se acercaron cada una con las chicas de los clubes en los que más habían tenido interés, para despedirse de todas sus amables anfitrionas. La peliazul, campeona del club de arquería, había sido particularmente popular entre las visitantes. Igualmente hubo un par de chicas que se acercaron al equipo que se hizo cargo del auditorio, sorprendidas por el increíble trabajo de nuestras encargadas. Incluso unas cuántas estudiantes, voluntarias de último momento, se acercaron a las chicas de club de arte, para elogiar la galería que habían instalado en el pasillo del primer piso.

La mayoría parecía contenta con un esfuerzo que había garantizado que nuestras visitantes, aunque pocas, hubieran pasado un buen rato en Otonokizaka. Entre este grupo estaba la directora Minami, acercándose a pasar el rato con el club de atletismo, olvidando su lugar como directora y olvidando también lo que este evento representaba. Disfrutando el momento, todas parecían ignorar que este evento era la sentencia de muerte de la preparatoria. Y por las ventanas, terminaba de sellar el ambiente alegre un día soleado.

Y con el sol afuera, todas parecían haber olvidado al sol que teníamos adentro. La única que parecía no estar disfrutando era su organizadora, a la que ya ni siquiera se le podía ver por ningún lugar.

Se acercó a mí una chica rubia de ojos azules que no era Eli-chi, tomada del brazo con una pelirroja de ojos color aceituna cuyos ánimos, según había visto, habían ido mejorando a lo largo del día.

—Nozomi-senpai, ¿has visto a mi hermana? —preguntó con inocencia la más entusiasmada visitante de nuestro campus abierto — Pensé que querría dar unas palabras antes de clausurar el evento.

Tragué saliva mientras pensaba qué respuesta improvisaría:

—Debe estar ayudando a recoger las cosas del patio, no creo que quiera que nos vayamos muy tarde —mentí con una sonrisa forzada —. Aun así, no creo que terminemos pronto. No creo que sea buena idea que dejes aquí a tu amiga esperando toda la tarde en lo que terminamos.

La chica cambió su expresión ligeramente:

—Fue un evento maravilloso. Se notó el esfuerzo de todas. Son increíbles. Ojalá fuera posible que estudiara aquí el próximo año.

—Yo no estaba muy convencida en un principio —dijo su acompañante con un tono un poco más seco—. Vine sólo porque siempre es maravilloso ver a la poderosa Umi en acción.

Arisa la volteó a ver con una mirada triste, como un cachorrito:

—Pensé que habías venido porque yo te había insistido que el evento iba a ser muy divertido y porque a mi hermana le haría muy feliz ver varias asistentes—dijo con un puchero.

La chica pelirroja miró al suelo con vergüenza:

—Ta-También tuvo algo que ver. —dijo con una risita, antes de recuperar la compostura — Al final no puedo negar que el evento fue excelente. Me gustó mucho y me sorprendió para bien. Si no estuviera ya decidida con respecto a la preparatoria en la que me matriculé, después de hoy seguro que me movía para Otonokizaka.

—¿Entonces ya estás decidida? —preguntó Arisa —¿Honoka-san no logró convencerte de matricularte aquí?

—Hizo un puchero un día, pero de ahí no insistió más. Está muy ocupada disfrutando al máximo su tiempo aquí, creo —dijo en voz alta, señalando hacia el pasillo a una chica que intentaba disimuladamente reacomodar el cuadro que acababa de tirar en un descuido —. Tú sabes que, si verdaderamente cambiara algo, me habría matriculado aquí para hacerte feliz. Pero por lo que veo, no es el caso.

—No es el caso… —dije en un susurro.

La chica pelirroja soltó un grito ahogado.

—¡Lo siento! —dijo en un grito demasiado alto, que llamó la atención de algunas personas alrededor —No fue mi intención ofenderte —me dijo mirándome a mí.

—No hay nada de lo que disculparse —le dije, pero con una expresión ligeramente molesta—. Me alegra que hayas disfrutado del evento. Arisa, vete a casa con tu amiga. Eli-chi tardará más en salir.

—Si me permites darte una única sugerencia nada más, no festejen el campus abierto el mismo día que lo hace UTX. Seguramente perdieron mucho aforo que está por allá —dijo la chica pelirroja sin ningún filtro. Arisa la miró con un gesto de molestia.

Todo cuadró en mi mente en ese momento. No había sido que no hubiera asistentes, era sólo que habían preferido asistir a otro campus abierto. ¿Eli-chi lo sabía? ¿Minami-san lo sabía cuándo propuso esta fecha? ¿Por qué yo no lo sabía?

—Cuídala por favor —dijo Arisa, antes de darse media vuelta con su amiga. En este momento, no estaba tan segura de que esa petición fuera algo que pudiera cumplir.

—¿Vamos a comer algo? —alcancé a escuchar a la pelirroja —Muero de hambre.

Las vi alejarse caminando aun llevándose del brazo. Cuando iban saliendo del auditorio, vi que la pelirroja dio un brinquito

—¡Arisaaaa ya te dije que pellizcos no! —se escuchó el grito de la pelirroja.

—¡Te lo buscaste por grosera Yukiho! —gritó de regreso la rubia, y se perdieron en el pasillo.

Cuando desaparecieron, sentí una ligera envidia por su interacción. Envidia… ¿Por qué sentía envidia?

Akemi, una vez vio que me desocupó, dejó de hablar con una de las chicas del club de arte y se acercó a mí.

—Ayase-san está en la sala del consejo estudiantil, creo que deberías ir —me dijo con una mueca en el rostro.

—Sí, yo también lo creo —dije pensativa —. Pero alguien tiene que limpiar este desastre…

—Déjame eso a mí, las chicas y yo dejaremos limpio esto en un santiamén—me dijo la presidenta del club de arte, acomodando su cabello con un gesto remarcado —. Tú tienes que limpiar otro desastre.

Reconocí la preocupación genuina en su tono de voz, y entonces, mi preocupación, que había intentado disimular, me rebasó

—Gracias Akemi, te dejaré encargada entonces —dije, antes de salir corriendo rumbo a nuestra sala del consejo estudiantil, en el segundo piso de la escuela.

La puerta estaba cerrada con llave, lo cual era muy raro de por sí. Del otro lado, sólo escuché el estruendoso golpe de un objeto contra la pared, seguido de un grito ahogado de coraje, desesperación e impotencia. A través de las paredes, sentí solamente ese árido susurro:

"¿Por qué fracasé?"

Me sentí fatal.

—¡Eli-chi, ábreme! —grité tocando desesperada la puerta.

Un último objeto se estrelló contra la pared antes de que todo cayera en un silencio total. La habitación cayó en un silencio total. Sólo su respiración, agitada, se escuchaba del otro lado. Permanecimos en silencio un buen rato, antes de que me animara a tocar otra vez. Me senté en el marco de la puerta, de espaldas con la misma.

—Por favor, Eli-chi —le dije, volviendo a tocar la puerta —. Ábreme.

No recibí respuesta. Sólo la respiración de Eli-chi, aún agitada, y alguno que otro sollozo ahogado, acompañaban su persistente pensamiento:

"¿Por qué fracasé?"

Había tantas cosas que le quería decir, un abrazo tan fuerte que tenía la necesidad de darle, y aunque sólo había una puerta separándonos, me sentía muy lejos de ella. Rompí el silencio con mis propios sollozos silenciosos.

—Eli-chi —le dije hiposa —. Hicimos todo lo que pudimos. Hicimos más de lo que pudimos de hecho. Tú viste lo maravilloso que fue todo el evento.

—¿Por qué Nozomi? —sentí una voz helada salir del otro lado de la pared.

—¿Eh?

—¿Qué fue lo que hice mal? —dijo hablando desde el otro lado de la pared —. Me dijiste que si nos esforzábamos, que, si nos esforzábamos de verdad, algo bueno saldría de este evento. Dijiste que tus cartas te lo dijeron. Te creí. ¿No me esforcé lo suficiente? ¿Por qué no me dijiste que no me esforcé lo suficiente?

—Eli-chi —dije, soltando un suspiro. Me interrumpió un jalón repentino hacia atrás de la puerta abriéndose y apenas alcancé a meter las manos.

—Contéstame Nozomi —dijo sin consideración.

—Y-Yo… —no tenía el valor de mirarla a los ojos. Sentí todo el peso de haberle ocultado lo que las cartas decían, o, más bien, en su defecto, lo que las cartas no decían.

—¡¿Tú qué?! —dijo exasperada —¡Pude haberme esforzado más! ¡Pude haber ido yo a buscar más estudiantes! ¡Pude haber promovido más este evento! ¡Pude haber hecho tantas cosas! Si tan sólo me hubieras dicho más. Si tan sólo no te hubieras guardado lo que las cartas te decían.

—Las cartas no me han dicho nada desde hace dos meses —solté, no aguantando más la presión. Aún no me atrevía a encararla. —No sabía si esto iba a resultar bien o no. No quería que te desilusionaras, así que te dije lo que yo pensaba. Si nos esforzábamos juntas, si trabajábamos en equipo con todas las demás, el resultado no nos iba a decepcionar e íbamos a estar satisfechas con lo que lográramos.

—¡¿Y me dices esto hasta ahora?! —llegó ante mí un grito repentino. Di media vuelta para verla a los ojos, y me encontré con un desastre total.

Con el cabello completamente enmarañado, el uniforme en un estado deplorado y los ojos rojísimos, la flamante presidenta del consejo estudiantil Otonokizaka estaba hecha una piltrafa. Y por vez primera en mucho tiempo, sentí que su presencia, en vez de ser la calidez del sol, era una potente quemadura.

—¿Satisfechas con lo que lográramos? —dijo riéndose con frialdad. —¡No logramos absolutamente nada! ¡Después de hoy estamos casi igual que como comenzábamos! ¿De verdad no te das cuenta? ¡Si no te hubiera hecho caso, seguramente hubiera podido haber hecho algo! ¡La pude haber salvado!

—¿Y sabes qué? —continuó, hablando con el mismo tono frío — Ahora ya no hay nada más que hacer. Otonokizaka va a cerrar y… Es mi culpa. Sí. Definitivamente es mi culpa. Es mi culpa por haber pensado que contaba plenamente contigo. No debí haber depositado tanta confianza en ti. Porque al final del día, estuviste bien con mentirme y dejarme ir en la dirección errónea con tal de mantener tus propias ilusiones egoístas.

—E..

—No, no he terminado —me interrumpió en cuánto abrí la boca para continuar hablando —. ¿Tienes idea de lo que esto significa para mí? ¿Tienes idea de a cuánta gente le he fallado al fallar en esto? No, no puedes tener idea, porque de verdad esto nunca te importó tanto como a mí. No te puede importar tanto como a mí.

Se río un poco, tomó aire, y continuó hablando.

—¿Recuerdas a mi abuela? Ella tenía su fe puesta en mí. ¡Yo tenía que salvar su escuela! ¡Y ahora le volví a fallar una vez más! —volteó hacia otro lado —¿Qué pasa con Arisa? ¡Ya no va a poder estudiar aquí! ¡También le fallé! Y le fallé por creerte. Por creer que estábamos haciendo lo correcto, Nozomi. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Tan poco te importaba?

En su cara las lágrimas se deslizaban por una mezcla de coraje, impotencia y tristeza. Y no sentí ni una pizca de arrepentimiento, por la forma en la que me estaba destruyendo.

"No quiero verte más Nozomi" y aunque no lo dijo con palabras, ese cruel susurro era algo que ya no quería seguir escuchando.

Sin poder aguantar más, me puse de pie en un solo movimiento, y salí corriendo de ahí tan rápido como pude. Atravesé los pasillos, esquivé a las chicas que todavía recogían, salí corriendo entre los cerezos bien floreados y vivos, y perdida entre el cruel sol que se ponía, desaparecí a gran velocidad. Aunque miré tras mi hombro constantemente, nadie vino detrás de mí. Estaba sola.


En verano, se barría sólo el polvo. Con los árboles en el apogeo de su cíclica vida, las mañanas eran muy tranquilas. Amanecía más temprano y, con el sol más arriba que de costumbre, los tiempos se volvían difusos.

Dando limpios movimientos con la escoba, no dejé de mirar a las escaleras, esperando que el otro sol apareciera por ahí, siguiendo al que se le había adelantado. No había intentado contactar con ella ayer. Había querido darle su tiempo para procesar lo que había pasado, pero, sobre todo, para poder reconsiderar sus palabras. Me había sentido herida, y esperaba que ella pudiera notarlo. Yo entendía el estrés por el que había pasado, y entendía que lo que había dicho en el calor del momento no era lo que realmente sentía o pensaba, pero no podía dejar de negar lo mucho que me había dolido.

"¿Habrá terminado Suki el informe que quedó pendiente ayer?"

Llegó a mis oídos la fuerte voz de un oficinista, que pasó corriendo a unos cuántos metros de mí rumbo al templo. Aunque intentaba ignorarlo, desde que salí de Otonokizaka el día del campus abierto, mis poderes parecían haberse amplificado para mal. Escuchaba todo y a todos, involuntariamente, y mi cabeza parecía estar por explotar en todo momento.

No obstante, las voces no habían cambiado lo sola que me sentía. Al contrario, generaban un efecto abrumador, un caos abrumador que no había sentido desde que me había acercado a los espíritus por primera vez cuando era una niña en Kansai. Con el tiempo, había aprendido a ignorar este ruido mental, hasta que se volvió sólo como un persistente zumbido.

Después, cuando nos mudamos a Tokio y el bullicio externo era tanto que se sobreponía a la ventisca interior, me había enamorado de este ambiente vivo y ruidoso, que terminaba de callar esos ruidos que en algunas provincias rurales eran como un molesto grillito. Luego entré a la preparatoria y conocí a Eli-chi, y estar con ella había hecho que estos pensamientos ajenos se convirtieron sólo en música de fondo, que yo podía escoger cuándo escuchar y cuándo no. No esperaba nunca volver a este bullicio, que había regresado más fuerte que nunca.

Cerrar los ojos no funcionaba, taparme los oídos no aligeraba el ruido, encerrarme entre cuatro paredes no funcionaba, pensar en otra cosa era imposible con tantas voces interrumpiendo constantemente. Había sólo dos soluciones: la primera era estar físicamente sola, alejada lo suficiente de cualquier ser humano y permitir que la distancia convirtiera sus pensamientos en un susurro. La otra era estar en todo momento rodeada de tanto ruido que fuera posible ignorar las voces internas. Ninguna de las dos era particularmente buena para ayudarme a sentirme menos vacía, pero cualquiera de ellas era preferible a la migraña de pensamientos de todos los demás.

Viviendo en Tokio, la primera opción no era algo viable, así que ayer había optado por tomar la segunda. En Akibahara, el bullicio era tanto casi todo el día, que estuve paseando todo el día en vaivenes sin sentido en el centro comercial. Me quedé unas cuántas horas en una sala de juegos, en dónde unos cuántos chicos con sus amigos festejaban sus victorias, se enojaban con sus derrotas y los pensamientos simples de los juegos hacían llevadero el día. Ignorando miradas incómodas acompañadas de pensamientos aún más incómodos, terminé comiendo sola en una cafetería local, y cuando el sol ya se estaba poniendo y la gente era menos, regresé a casa aguantando el ruido.

Una ventaja del edificio en el que vivía, es que la mayoría de los residentes eran personas mayores, por lo que, sin que todavía fuera tan tarde, las voces por fin se callaron. Había sido un domingo agotador. Las cartas, aún reacias a hablar, no me habían dicho nada al respecto de este nuevo cúmulo de voces.

Ahora, que la gente comenzaba a pasar por el templo, la señal de que la hora de ir a la escuela ya se estaba acercando cada vez más. Entendí que Eli-chi no iba a llegar, y comencé a caminar hacia Otonokizaka sola, intentando imaginar que las voces que llegaban a mí eran pláticas de personas a mi alrededor, y no sólo pensamientos de los dos o tres transeúntes que caminaban hacia la estación de tren cercana a unos metros de mí.

Llegué a Otonokizaka justo a tiempo, y, en el panel de anuncios, esperaba sin falta el anuncio de la directora Minami:

"Debido a la falta de matrícula para el próximo año, la preparatoria Otonokizaka no aceptará solicitudes para el próximo curso escolar. Lamentamos los inconvenientes que puedan derivarse de esta decisión para las alumnas ya matriculadas. Las alumnas inscritas actualmente continuarán sus estudios con regularidad hasta el momento de su graduación."

Era exactamente el mismo que había quitado después de la negociación con Eli-chi. Me dio un poco de coraje que la mujer fuera tan cínica para no haber ni siquiera cambiado la fecha de publicación. Un par de alumnas que estaban alrededor de mí transmitían voces internas de ligera tristeza al ver que el anuncio era oficial. Era, sin embargo, una nostalgia invisible, puesto que, en el exterior, todas parecían llevar el mismo semblante de todos los lunes.

Ya que Eli-chi no había pasado por mí al templo, asumí que había caminado directamente hasta Otonokizaka, evitándome. Yo no quería que la situación siguiera así, y las voces en mi cabeza tenían muy poco que ver. Yo quería de vuelta a mi sol, y, sabía que, aunque este había sido un mal paso, juntas podríamos recuperarnos poco a poco y enfocar nuestra mirada en nuestra próxima meta. Estaba dispuesta a tragarme mi orgullo e ir a buscarla yo, por lo que fui directamente al lugar en el que la había dejado la última vez.

A diferencia del sábado, esta vez la puerta de la sala del consejo estudiantil estaba abierta, y dentro, todo estaba pulcramente ordenado, con la única novedad de que ninguna de las cosas de Eli-chi estaban ahí. Los papeles que había estado revisando los días anteriores estaban pulcramente ordenados sobre la mesa, y todo el caos del fin de semana parecía haber desaparecido. Sentí, con sus pensamientos, a la figura que se acercó a la sala.

"Por fin llega esta niña, es la tercera vez que tengo que venir a asomarme."

—Buenos días Tojo-san —dijo la directora Minami—. Supongo que estás al tanto de las notificaciones que coloqué en el tablón escolar.

—Pudo por lo menos haber cambiado la fecha, señorita directora —dije sin ánimos.

"¡Maldita sea, la fecha! Sólo imprimí todo ya como estaba, lo hubiera leído por lo menos. ¡No! Con lo tarde que se le hizo a Kotori, apenas llegue tuve que ponerme a imprimir todo. Fue su culpa, al rato se lo recrimino."

Soltó una risita

—Algunos detalles que a veces se pueden ir con todo el trabajo que tengo pendiente —dijo en un tono serio. Yo intenté ignorar lo que sus pensamientos decían.

—¿Qué opina Eli-chi al respecto? —le pregunté.

"¿Será posible que aún no se entere? No, no lo creo. No pudo haber terminado todo tan mal. No se pudo haber vuelto tan loca de repente".

—¿Enterarme de qué, señorita directora? —me brinqué las formalidades y hablé desde sus pensamientos.

"Pues de que tú eres la presidenta del consejo estudiantil, por el amor de los cerezos."

—Ayase-san presentó su renuncia a la presidencia del consejo estudiantil el sábado después del campus abierto. Me pareció una decisión bastante radical. Pero ella sostuvo que su fracaso en el campus abierto era algo intolerable y que no merecía al frente. Dijo algo como que tú tendrías que hacerte cargo de los errores. Ahora, por consecuencia, tú tienes la obligación de hacerte cargo, en lo que se nomina a una presidenta nueva.

Tosí a propósito para ocultar la enorme sorpresa que me llevé inicialmente:

"Tose para ocultar la sorpresa, típico."

—No creo que sea tan típico como no poder cambiar una fecha —le dije. Estaba muy irritable, y sus pensamientos burlones me empezaban a molestar.

"¡Qué demonios! ¡Espera! Tampoco dije en voz alta que había algo lo que no se había enterado. ¡Qué demonios! ¡Qué miedo!"

—Tojo-san. Nos estamos desviando del tema. El punto es que —dijo, nerviosa— ahora tú eres la presidenta del consejo estudiantil de Otonokizaka. Como tal, quiero confiarte a ti la importante tarea de dar comunicar el cierre a las alumnas. La partida de Ayase-san es… desafortunada. Como las mayores promotoras del campus abierto, en el que estuvo involucrado un porcentaje muy considerable de nuestras alumnas, se ve muy mal que el consejo estudiantil no presente unas palabras alentadoras a las alumnas que se esforzaron tanto.

—¿Esto es necesario?

"Es un formalismo. Tu amiga es la única que parece desanimada después del evento. Todas nos divertimos. Di algo. Deja que te aplaudan. Después, propón una nueva presidenta del consejo estudiantil y desaparécete a prepararte para el futuro".

—Es necesario que sientan el apoyo de ustedes después de… los resultados —me dijo con una sonrisa con un dejo malicia, dándome a entender que sus pensamientos eran lo que realmente quería decir.

—No creo que sea correcto. Eso le corresponde a Eli-chi, ella fue quién impulsó el evento. Ella fue quién se esforzó. Ella fue quién unió a los clubes. Ella es el alma de nuestro consejo.

"Estas jóvenes de ahora. Tan perdidamente… ilusas".

—Tojo. No estamos desacreditando el trabajo de Ayase-san, no es lo que buscamos, ¿quién fue quien hablaba durante las juntas? ¿quién resolvía todos los conflictos entre los clubes? ¿quién se encargó de la comunicación? No quiero que reemplaces a Ayase. Sólo quiero que manifiestes lo que su orgullo no le permite, ¿está bien? El discurso será mañana al mediodía. Tómate la tarde para prepararlo.

"Una preocupación menos. A desayunar".

La directora desapareció por el pasillo.

Eli-chi había renunciado. Sabía que podría tomar una actitud evitativa al principio. Pero, no esperaba que llegara tan lejos. Este consejo era su pasión. Le dedicaba mucho de su tiempo. Desde antes del cierre de la escuela, su prioridad siempre habían sido las alumnas. Y con el ultimátum del campus abierto… se había esforzado tanto. Deseaba tener para mí una porción de la pasión que le daba al trabajo en esta sala. Mi preocupación se convirtió en miedo rápidamente.

Eli y yo estábamos en clases distintas. Paseando por los salones, intenté reconocer su voz entre el cúmulo de voces no habladas que emanaban de los salones en clase. Nada. Temí. Eli-chi nunca faltaba a clases. Y no estaba aquí. Salí al patio, a buscarla, sin muchas esperanzas, en donde las alpacas.

"No puedo esperar a que sea viernes. Seguramente la comida que traerá será deliciosa. No puedo esperar. ¡No! Yo también tengo que preparar algo delicioso. Así ambas disfrutaremos"

Sólo la cuidadora, una chica bajita con anteojos y cabello color castaño, estaba ahí. Me dio vergüenza preguntarle por Eli-chi. Ella no estaba aquí. Regresé a mi salón de clases, y tomé asiento junto a la ventana que daba al exterior. En la banca de en frente, Akemi escribía en un cuaderno demasiado grande como todos los días, ocupando milimétricamente cada espacio de la hoja.

"Espero que mamá me haya enviado algo delicioso en mi lonchera. Es la mejor forma de iniciar la semana"

Su pensamiento completamente ido del tema era sólo uno de los muchos que percibía en mis oídos. En este momento, un salón de clases era uno de los peores lugares en los cuales estar. Mis ganas de tener este incontrolable vínculo con los espíritus eran cada vez menos.

Cuando fue la hora del almuerzo, para variar, le di un toquecito en el hombro.

—Akemi. Gracias por habernos ayudado a recoger todo el otro día. Creo que no tuve la oportunidad de agradecerte personalmente después de que te ofreciste a hacerte cargo —le dije con un poco de vergüenza. Me había ido tan precipitadamente que había olvidado que la escuela había quedado hecha un desastre después del campus abierto.

La chica de ojos ámbar me volteó a ver con una sonrisa pequeña

—No fue nada. Sabes que, donde se pueda, es un placer ayudar. Lamento que las cosas no hayan salido como querían.

"Fue muchísimo trabajo, de verdad me alegra que por lo menos lo esté reconociendo. No como la otra, que no dijo ni hizo nada."

—¿Ustedes la pasaron bien?

"Fue maravilloso, las personas indeseables se mantuvieron lejos y todas en el club la pasamos increíble, incluso cuando nos tocó recoger casi todo. Pero no creo que sea correcto decir algo cómo eso, ¿qué hago?"

—Tu expresión me lo dice todo —mentí, con ligera alegría de que por lo menos, el club de arte compartía la opinión de la mayoría—. Gracias, Akemi.

—Es raro que no estés almorzando con Ayase-san —remarcó con un tono poco amigable. No era grosería. Sólo era su tono normal.

—Eli-chi no vino a la escuela. Creo que está un poco enferma.

"¿Será que acaso vi mal? No lo creo. Era ella. Yo esperaba que se acercara a agradecerme cuándo me la crucé en la mañana. No pude haberla confundido así"

—La vi en la mañana. ¿Se sintió mal?

—¿La viste? —dije, con mucho miedo a lo que eso implicaba.

—Juraría por mi cuaderno que era ella —dijo, dando una palmadita al gigantesco bonche de papel que tenía en la banca. Luego, se puso de pie, y con un gesto exagerado, acomodó su trenza hacia atrás. —No es por ser grosera, Tojo-san, pero deseo comer.

"Y si sabe tan rico como se ve, quiero acabar antes de que empiecen de nuevo las clases".

Me despedí de Akemi con la mano y ella salió del salón, sola, con su eterno cuaderno.

Si Eli-chi había estado aquí en la mañana… ¿Por qué no intentó acercarse al templo a arreglar las cosas? No. Eso podía entenderlo. Podía ser que estuviera demasiado dolida y fuera a propósito que se mantuvo al margen. Pero, ¿por qué no la había escuchado? ¿Sería que se hubiera ido después? ¿Por qué no escuché su voz entre las demás? ¿Por qué no había dicho nada? ¿Por qué parecía que me estaba evitando hasta en la mente? ¿Por qué entre las voces de todo el mundo, parecía que la de ella era la única que se había vuelto completamente muda?

Pensé por un momento en ir a buscarla. Pero el miedo me ganó. El miedo a que la distancia entre nosotras parecía volverse demencialmente grande con cada minuto que pasaba. Desde el sábado hasta ahora, sentía que, aunque estuviéramos en el mismo edificio, me sentiría más cerca de ella si estuviéramos una en cada polo, pero tan unidas como antes. Como cuando era chica, ese día desayuné sola, aferrada a la esperanza de que mi sol no estuviera escondiéndose de mí, sino que estuviera recuperando su brillo, para robar el escenario mañana, y motivar a las chicas después del cierre de la escuela. Estaba siendo demasiado optimista, y no me importaba en absoluto.

Y cuando sonó el timbre anunciando el fin de las clases, mi optimismo no pudo continuar. Entre el bullicio de pensamientos, mis ojos no me engañaron. Asomándome por la ventana, la rubia salió de Otonokizaka, con su característica cola de caballo, y caminando directo rumbo a su casa. El golpe que necesitaba estaba dado. No había querido verme. Me había ignorado activamente. Me había dejado sola.


—Sí, todo está bien por aquí. Es sólo que ha pasado mucho tiempo que estoy lejos, y creo que no vendría mal que pasara un poco de tiempo con ustedes —dije por el teléfono, intentando mantener la apariencia de calma —¿Están en Nakatsu ahora no? Seguramente permanecerán ahí un par de meses más, lo suficiente para que pueda ir durante las vacaciones de verano con ustedes —insistí a la persona del otro lado de la línea —. Nunca vienen mal unos días disfrutando las paradisiacas aguas termales que tienen por allá.

Una voz alegre retornó desde una pequeña ciudad del otro lado del país:

—Nuestra niña por fin se digna a marcarnos después de semanas. Tiene que ser maravilloso. Cuando entró la llamada, tu padre pensó que necesitabas dinero.

Otra voz, juguetona y con un acento de Kansai muchísimo más marcado que el mío respondió desde el otro lado

—Eso no es cierto pequeña Nozomi, de verdad nos alegra tu llamada. ¿Está todo bien por allá? No habías querido salir de Tokio a visitarnos desde que te quedaste allá

—Todo bien papá —volví a mentir —. Es sólo que me parece cruel hacer que cada año gasten sus vacaciones en venir a verme aquí, que es tan bullicioso y complicado para ustedes, cuando yo puedo ir con facilidad para allá. Serán sólo unos días. Espero no molestarlos.

—Nunca nos molestarías, Nozomi —dijo mi mamá con una voz dulce del otro lado de la línea —. Si nos necesitas, tu papá y yo siempre estaremos aquí para ti. Compraré tu boleto para que puedas venir aquí en unas semanas.

—Sigue esforzándote hija. Mamá y yo volveremos al trabajo —dijo mi papá del otro lado de la línea, antes de cortar la llamada.

Realmente sí tenía varias semanas que no conversaba con ellos en lo absoluto. Lo único que hacía era, en su defecto, enviar un mensaje una vez a la semana, diciendo que todo estaba bien por aquí. El apartamento en el que vivía era de ellos, no rentado, entonces, todo lo que concernía a que el lugar estuviera bien les llegaba directamente hasta su remota ciudad.

Así era siempre con ellos. Me amaban mucho, y yo los amaba a ellos, pero a diferencia de casi todas las parejas, su hija no había venido a sobreponerse en absoluto la adoración que se tenían entre ellos. Eran dichosos con el mero hecho de estar juntos, viajando, cambiando cada cierto tiempo de aires, y volviendo a comenzar desde cero. Para una pareja que se dedicaba a lo mismo, vivir así era como el paraíso.

Sin embargo, para una niña, que crecía y buscaba tener amigos, no lo era tanto. Cuando apenas me acostumbraba a un lugar, nos íbamos de ahí, en busca de una nueva aventura. Y yo volvía a ser la niña nueva y desadaptada que se incorporaba a las escuelas a mitad del año escolar. No eran de ninguna forma malos conmigo. Los amo, y ellos me adoran. Era solamente que no intentaban ocultar que se adoraban mucho más el uno a la otra y viceversa. Y eso era solitario. Nunca les recriminé en absoluto su trabajo, pero en cuánto tuve la oportunidad de quedarme en la capital para establecerme en Otonokizaka, no la desaproveché.

Poco después, conocí a Eli-chi; y por primera vez, no me sentí como un mal tercio. Yo tenía a mi propia persona para la que yo era especial. Y había sido hermoso. Por eso, aún cuando ella quisiera evitarme, yo me había tragado mi orgullo, y estaba decidida a ir a buscarla. Después de terminar de dar el discurso que pidió la directora Minami, el resto de la semana transcurrió con normalidad.

Con normalidad, salvo porque Eli-chi había permanecido muda a mis pensamientos, y no la había vuelto a ver. Era tal mi incertidumbre, que ni siquiera sabía si me estaba esquivando o de verdad había dejado de ir a Otonokizaka. Por ello, el sábado después de desayunar, fui a buscar a Eli-chi a su casa.

El camino fue particularmente intenso. El sol veraniego ardía y hacía que mi cabello ardiera rumbo a casa de Eli-chi. Las voces de los jóvenes que salían el fin de semana, calmaban los pensamientos, y parecía que era solamente un desafinado concierto de voces. Cuando llegué al bloque de apartamentos en el que vivía Eli-chi, comencé a sentirme muy nerviosa.

"¿Verdaderamente estoy haciendo lo correcto?" me pregunté, mientras subía al quinto piso, que era en dónde estaba el apartamento en el que vivía mi sol. "¿Debería de ser yo quién venga a arreglar las cosas? Digo, no he hecho nada más que buscarla esta semana, y no he visto que ella intente hacer remotamente lo mismo".

Deseché mis pensamientos. No se trataba de quién "debería" hacer las cosas. Se trataba de arreglarlas. De que todo volviera a la normalidad y de que dejáramos de lado este conflicto. Toqué la puerta. No abrió ella, sino su versión en miniatura:

—Arisa-chan, ¿está tu hermana? —pregunté con amabilidad a la chica, que, vestida con una falda lisa y una blusa muy colorida, parecía lista para salir.

"¡Por fin! ¡Con esto seguro que se pone bien! Yo nunca quise que pasara esto. De haber sabido que se pondría así… desde el principio me hubiera ido con Yukiho a UTX."

—Sí, Tojo-san. —dijo cálidamente—. Qué bueno que vienes. Toda esta semana ha actuado muy raro. Aparece por mí apenas salgo de la escuela y me hace venirnos directo a casa. Quería salir con unas amigas el día de hoy y justo acaba de decirme que no quiere que vaya. Parece que sólo quiere estar…

—Arisa. Ve a dónde tengas que ir —dijo secamente Eli-chi, saliendo de la habitación. Aunque estaba vestida y peinada, no parecía tan lustrosamente arreglada como siempre. Se veía lamentable.

—¿Estás segura onee-chan? —dijo Arisa, dudando un poco, pero ya con un pie fuera de la casa.

—No vayas a volver tan tarde solamente —dijo —. Vete ya.

"Suerte Tojo-san. Por favor, ayúdala"

Arisa me miró, se inclinó ligeramente y se fue. Eli-chi, sin invitarme a pasar, se acercó al marco de la puerta de su apartamento, y se reclinó ahí, esperando que su hermana terminara de perderse entre las escaleras del edificio. Cuando la pequeña Arisa ya no se podía ver por ningún lado, habló:

—¿Qué haces aquí, Nozomi?

Por primera vez en días, había absoluto silencio en mi cabeza. Nada. Ruido blanco. Estaba hueca.

—Quería hablar contigo, Eli-chi. Ya sabes… Arreglar las cosas.

—No hay nada que arreglar, Nozomi. Fallamos. Lo que necesitábamos fue un fracaso. Terminó todo. ¿No fue eso lo que Minami-san te hizo decirle a todas el martes?

—No debiste haberme dejado eso a mí. Tú eras fundamental para guiarnos a todas después del campus abierto.

—¿No debí habértelo dejado? Me pareció adecuado que fueras tú quién comunicara que esta causa ya no tiene remedio.

—No hay motivo por el cuál tengamos que asociar la causa de Otonokizaka con nuestra causa. Son cosas muy diferentes.

—No hay causa.

—Sí la hay —insistí con firmerza.

—No la hay. No podría interesarme menos que la haya

—¡Pues a mí sí! —le dije de golpe— Llevo una semana intentando acercarme a arreglar las cosas y no has hecho más que evitarme.

—Después de una semana deberías dejar de intentarlo.

—No.

—Pues estás equivocada. Ya te lo dije —dijo, mirándome fijamente—. Fallamos. No funcionó. No quiero seguir intentándolo.

—Y yo te repito que una cosa no tiene que ver con la otra —le dije, ya no con firmeza, sino intentando contener mis emociones. —¿Qué más da que Otonokizaka no se haya salvado? Hicimos absolutamente todo lo que podíamos. Hicimos mucho más de lo que podíamos. Nos unimos todas. Hicimos un evento maravilloso. No puedes enfocarte únicamente en los resultados cuando todas fuimos felices siguiéndote hacia el evento que conseguimos. Nadie se sintió decepcionada de lo que conseguimos. ¿Por qué no puedes verlo? ¿Por qué no puedes perdonarte que no hayan salido las cosas como alguien más te metió en la cabeza que tenían que salir?

Me sorprendió el grito que obtuve de regreso:

—¡Porque fuiste tú quién me dijo que iba a salir como yo quería! ¡Confié en ti! —me dijo, aventándome físicamente para atrás. —¡Dijiste que iba a cumplir con mi promesa de salvar Otonokizaka si me esforzaba! ¡Yo sólo quería salvarla!

Le regresé el grito:

—¿¡Y tú crees que valía la pena perderte a ti misma por una causa que era casi imposible desde el principio!? ¡Si lo hice fue porque indirectamente tú me pediste en todo momento que validara tus esfuerzos que lo único que estaban haciendo era destruirte! —le dije, ya sin contenerme —¡Y me arrepiento totalmente de haberlo hecho! ¡Debí haberte dicho desde el principio que esta era una causa perdida! ¡Que no había poder humano que consiguiera una hazaña tan imposible!

—¿Disculpa? —dijo secamente — Que tú estuvieras muy concentrada las voces de tu cabeza y que no pudieras pensar en lo importante que es para las demás la escuela no quiere decir que fuera imposible. ¡Tú lo volviste imposible!

—¿Es importante para las demás o para ti? —le dije secamente, ahora yo—. Arisa, la mencionas siempre. ¿Has pensado en lo que ella quiere? ¿Crees que ella está feliz con ver como su hermana lleva una semana sumida en una estúpida melancolía? Tu abuela… ¿crees que esto es lo que ella quiere para ti?

—¡Cállate! —me gritó— ¡Tú no sabes absolutamente nada de lo que quieren! ¡No tienes idea de lo que esto significa para ellas!

—¡No Eli! ¡Tú eres quien parece no tener idea de lo que esto significa para ellas! —le grité de regreso —Tú vas por ahí creyendo que esto es más importante que ti, que lo único que importa es conseguir sus deseos. ¿De verdad sigues creyendo que esos son sus deseos? ¡Son los tuyos! ¡Tú te has llenado de deseos que no te pertenecen! ¿Qué es lo que realmente quieres hacer tú?

—Eres tan egoísta, Nozomi —aunque el sol estaba afuera, esta fue la verdadera quemadura. —¿Qué es lo que quieres que te diga? ¿Qué mi deseo es disfrutar cada momento contigo? ¿Qué estemos juntas? ¿Qué celebremos nuestro fracaso sólo porque estuvimos juntas? No puedes ser tan infantil. No me interesa en lo más mínimo que sigas aquí. Pensé que me ayudarías. Pensé que te importaba que consiguiera esta meta. Pero de verdad eres egoísta. Sólo te importa que yo te desee.

—¿Yo soy egoísta? —le dije. Si antes estaba evitando llorar de la tristeza, después de eso último, ahora estaba intentando evitar llorar del coraje. —¿Yo soy egoísta Eli?

Me empecé a reír, como un mecanismo de contener mi propio enojo

—No puedes decir una estupidez tan grande y esperar que no me ría, maldita sea —le dije, soltando todo por fin. —De verdad no puedes decir que yo soy la egoísta cuando tú llevas meses obsesionada con esta estupidez. Yo he respetado completamente cada una de tus locuras. Te he acompañado y he soportado que me ignores, que me trates como un mero instrumento y que me dejes de lado.

Continué:

—No sé si ya lo olvidaste, pero antes que cualquier cosa tú y yo somos mejores amigas. ¿Mejores amigas? —le dije, soltando una verdad no dicha entre nosotras— ¿Qué va? Somos mucho más que eso. Y viendo como me has tratado los últimos meses, de verdad no sé si sepas lo que eso significa. Todo es trabajo contigo. Todo es el consejo, todo es los papeles, todo es las solicitudes. ¿De verdad te interesa tan poco? ¿De verdad no es más que una relación entre una jefa y su subalterna? ¿De verdad ni siquiera te interesa un poco que seamos amigas? ¡Me gritaste cosas horribles, y ni siquiera me quisiste dirigir la palabra después de eso! ¡Llevo toda la semana intentando reparar las cosas! ¡Sólo quiero reparar las cosas! ¡Y a ti no te podría interesar menos!

Su semblante cambió un poco. Intentó hablar.

—No, Eli. No he terminado —empujé el marco de la puerta, abriéndola completamente de golpe —. ¡Y esta vez vas a escuchar todo lo que tengo que decir! "¿Cómo te has sentido estas semanas Nozomi?" "Vamos a tomarnos la tarde libre hoy, Nozomi" "Te acompañaré al templo a rezar hoy, Nozomi" "Vamos a revisar estos papeles juntas, Nozomi" ¡Nada! ¡No has tenido un gesto lindo conmigo en meses Eli-chi! ¡Todo para ti ha sido trabajo! ¡Incluso si te acercabas al templo para caminar a la escuela era sólo para preguntarme si había podido ver algo durante la noche anterior! ¡Todo era maldito trabajo!

Tomé aire y continúe:

—Ni siquiera pareces recordar que hace unas semanas fue mi cumpleaños —le dije, a lo que sus ojos se abrieron como platos—. ¿Y sabes qué? Intenté no darle importancia. Intenté pensar que lo estábamos haciendo por un bien mayor. Que al día siguiente irías a darme la sorpresa a mi casa. Que intentarías hacer algo lindo por mí. Pero es imposible. Tú eres incapaz de hacer algo lindo por alguien más. Y eso. Eso sí es egoísmo.

A estas alturas supe que lo estaba soltando todo y que no habría vuelta atrás.

—Sólo te importa lo que a ti te preocupa. Sólo te importa esa maldita escuela con la que estás obsesionada —exhalé con un suspiro —. La envidio. Le tengo envidia a un maldito edificio. Porque esa maldita escuela tiene sólo por existir o no existir, todo lo que yo me merezco por el lugar que tú decidiste darme y que has ignorado por meses.

Me miró con una persistente sorpresa en su rostro. Aunque lo intentara, así como yo no podía parar; ella no podía decir nada.

—¿Pero sabes qué? Me rindo. No merece la pena seguir intentando algo así. Y yo sé perfectamente que no es mi culpa. Esta vez soy yo la que no quiere seguir intentando. Y siento lástima, Eli-chi. Porque si sigues así, vas a terminar tan sola como yo. Y te lo vas a merecer absolutamente.

En ese momento, ya me había tendido a llorar completamente. Con un último aliento, la empujé hacia atrás. Hacia la casa. Tomé el picaporte de su puerta y la azoté, cerrándola.

—No quiero verte más Eli-chi. Quédate sola.

Esta vez no corrí. Intenté ocultarme y evitar que el sol terminara de quemar todo lo que quedaba de mí. Mis lágrimas se evaporaban rápido en este clima despejado. No podía soportarlo más. Sólo el silencio permaneció. Y me sentí sola. Pero no se sintió raro. Sólo se sintió como siempre. Se sentía cotidiano.

Y con el sol ardiente mientras caminaba de vuelta a casa, yo no lloré más. Me di cuenta que, desde hace varios meses, yo ya estaba sola.

Fin del capítulo


Intenté publicar esto el 26 y fallé estrepitosamente. Los capítulos guiados por diálogo son mi debilidad. Intenté corregir esto a lo largo de los días y no soy particularmente fanática de cómo quedó al final; sin embargo, me parece mejor que mi borrador inicial. Repito. No me gusta usar el diálogo como recurso. Soy terrible usando el diálogo como recurso. Siempre he sido mala usando el diálogo como recurso y, si se fijan, normalmente escribo con poco diálogo por eso mismo. Leo mucho intentando corregir eso, pero muchas novelas que he visto se basan en diálogos más cortos, y aún no perfecciono esa parte.

Pensé en que Eli narrara este capítulo. Sin embargo, quería que la furia de Nozomi saliera desde su interior. Igualmente, este último diálogo de Nozomi iba a ser largo, y no sabía cómo manejarlo. He leído diálogos larguísimos en algunas novelas que son buenísimos (destaco mi pieza de diálogo favorita en general, que está en el volumen 5 de la novela ligera de Adachi y Shimamura, si alguien la ha leído sabrá perfectamente a cuál diálogo me refiero); pero igual he leído diálogos pésimos. No tengo ni de cerca el manejo de diálogo que tiene Iruma, entonces intenté mantenerme con algo un poco más conservador, rompiendo el diálogo cada párrafo con ciertas descripciones. Repito, no me encantó, se siente un poco forzado en algunas ocasiones, pero creo que logré transmitir lo confusas que son las emociones de ambas y lo egoístas que están siendo ambas.

No me gusta el verano. Es mi estación menos favorita del año. No tiene nada que ver con la historia. Es sólo algo que quería mencionar. Personalmente, el sol me viene fatal. Soy muy sensible al sol; a mis ojos no se les da muy bien eso de los días soleados. Espero que no se note en mis descripciones lo poco que me gusta el verano, pero sí. No es coincidencia que haya hecho cuadrar esta estación con esta parte de la historia. Ahora bien, mi estación favorita del año es el otoño, entonces esperemos que eso influya positivamente, ¿o no?

Me desvío ahora sí a lo que tuve que haber mencionado de inicio, el capítulo. ¿Qué les pareció? Quería que no pasara mucho tiempo desde el capítulo anterior en la historia por lo menos (pasó menos de lo que pensaba igual en la vida real). ¿Qué creen que vaya a pasar con las chicas ahora? ¿Qué opinan del desbalance de Nozomi? ¿Qué opinan del silencio?

Repito lo que creo que ya dije. Tengo en mis planes de cuando hice el bosquejo de esta historia, lo que tiene que pasar en cada capítulo, cómo quiero dar ciertos impactos, los títulos y algunos elementos generales, pero mucho de lo que es el cuerpo del capítulo es algo que sale más bien naturalmente una vez me pongo a escribir y que se va moldeando una vez que lo hago. En este capítulo, quise probar lo del diálogo. Pero también quise explorar un poco más la parte negativa de los poderes de Nozomi. Su desbalance era la excusa perfecta para conseguir esto. Igual, desde el capítulo pasado, me ha gustado meter ligeros saltos temporales. Pero muy ligeros, de diferente amplitud y siempre para introducir un nuevo punto. Esta vez no riman tan explícitamente como la vez pasada, pero aún mantienen un cierto paralelismo. Igual no puedo dejar de meter a Yukiho, me cae súper bien. Es mi personaje secundario favorito del SIP. Es tan mensita como Honoka pero de una forma diferente. Me da mucha risa.

Puse pocas referencias en este capítulo, no debería de poder entenderse nada muy importante de ellas. Pero ahí están, por si quieren buscarlas. Tampoco son vitales para el hilo de la historia. Por lo menos no para esta parte.

Quiero saber su opinión. La mía. Ninguna de las dos tiene razón. Nozomi actúa por razones equivocadas. Eli-chi fue directamente una maldita. ¿Creen que se arreglen? ¿Querrían que se arreglen? También quise explorar un poco más de por qué son como son ambas. Muy ligero, no quise meterme mucho en eso porque tampoco se trata de ser ampliamente descriptiva, pero creo que esa parte sí me gustó. Fue sutil.

Muy bien. Me gustaría conocer su opinión. De las chicas, del capítulo en general, y de qué deberíamos esperar. La parte pesada de mi semestre ya debería estar terminando, así que, aunque no creo que sea antes, ya puedo confirmar que es garantizado que el último capítulo de esta parte, "Otoño", vendrá a más tardar el 26 de noviembre (tampoco creo que venga antes). Espero estén emocionados por el desenlace y quieran acompañarme a leerlo.

Voy a pasar a mi parte favorita que es, como siempre, contestar las amables reviews que me han dejado del capítulo pasado:

Nadaoriginal: De verdad que no le ha tocado nada fácil a Nozomi esta historia. Le ha tocado dura la situación y, lamentablemente, desde el capítulo pasado parecía estar guiando a Eli-chi a ese callejón sin salida que era el campus abierto. Ahora bien, creo que Eli sí se pasó con ella. Personalmente, yo he sido esa Eli-chi y ahora que estoy escribiendo esto me he dado varios zapes. Sí que a Eli le importa mucho la escuela, pero parece que aún no se ha podido dar cuenta de lo mucho que han impactado sus acciones a Nozomi. ¿Será que por fin los sucesos de este capítulo le hayan sacudido las ideas? Lamento decir que al final todo sí le terminó explotando en la cara. Nico-chi fue una de esas adiciones de último momento. Pretendía mantenerla en el anonimato hasta que llegara su momento de brillar, pero al final me pareció que conectaba muy bien con el momento. El castigo llegará. Espéralo en el próximo capítulo. A las otras chicas, igualmente poco a poco han hecho sus apariciones, espera más de ellas en próximas partes. Al final, no fue necesario esperar tanto, pero ten por seguro que regreso de nuevo el 26 de noviembre :D. Espero leernos pronto.

Biso47: Bisooooo! No tienes idea de lo bien timeada que llegó tu review a mi bandeja. Era mi semana de parciales, estaba abrumadísima por la carga de varios proyectos y llegaste a sacarme una sonrisota el día que escribiste tu review. Así que, si hablamos exclusivamente de ese día en el que preguntaste, después de la review estaba súper bien. Unos días después estuve súper muerta, y ahora estoy súper tranquila :D. Espero que recibas tu notificación esta vez, si no, rogaré porque los dioses del timing vuelvan a permitirnos coincidir en un buen momento.

El festival sí fue un desastre jajajaja. Pero no para las alumnas. Ni para las visitantes. Todas se la pasaron muy bien. Solamente la escuela no se salvó (era el objetivo principal de hacer el festival, pero la experiencia para todas fue memorable). Eli sí sucumbió, y era algo que quería abordar en este capítulo.

Eli-chi sí ya estaba rozando la obsesión. Y como toda persona obsesionada cuando algo le sale mal, explotó con la persona que tenía al lado sin importarle cuánto la haya lastimado. De verdad me dolió escribir a esta Eli-chi porque yo he sido ella.

Yo también siento pena por Nozomi. Después de este capítulo veo a una persona muy vacía, que se ha ido llevando desilusión tras desilusión. No sé si pueda recuperarse y comenzar a crecer (sí sé, pero aún no es el momento de revelar qué va a pasar). Y me hiciste, gracias a tu comentario, aprovechar algo que no había explotado por completo en este capítulo, que fue el egoísmo de Nozomi. No desde un punto negativo, sino desde un punto que la hace florecer como humana. Siento que sin las musitas, Nozomi es una persona muy retraída que intenta ocultarlo todo con una máscara de madurez, pero realmente merece poder soltar todo.

Sí se pelearon. Eli-chi sí le adjudicó toda la culpa, y cuando leí en tu review eso solté una risita nerviosa jajaja. Era exactamente el drama que tenía planteado.

Akemi no estaba inspirada en Homura hasta que me diste la idea, y ahora no puedo dejar de hacer referencias a ella casi involuntariamente jajaja. Pero sí, no estaba inspirada originalmente en ella. Decir ahora mismo en quién la inspiré es un ligero spoiler, entonces espérame un poco más antes de saber en quién se inspiró, si es que no lo descubres.

No te avientes la culpa del Genshin. Eso no es tu culpa. Pero sí te adjudico en muy gran medida que me haya viciado al Star Rail jajaja (empecé a conocerlo después de La Estrella, y de ahí Tomori hizo el resto para obligarme a conseguir a Luciérnaga). Y viendo que estoy más viciada al Star Rail que al Genshin, sólo puedo decirte que muchas gracias. Esos dos son cositas que no roban mucho tiempo pero que regalan una dosis de alegría al día. Claro que deberíamos compartir cuentas, te compartiré mis UID de ambos (underleveleada por elección, en ambos):

En Genshin soy: 652383613

En Star Rail soy: 618302146

Wooow, estás justo escribiendo un ship que visualmente me recuerda a NozoEli (con las personalidades volteadas, aunque realmente el NozoEli de Genshin es el JeanLisa, creo que eso es bastante obvio). Entiendo que no quieras volver a LL, pero mientras nos sigas deleitando con tus historias, yo soy más que feliz.

Justo tengo planeado (para cuando termine esto en dos años al ritmo que llevo) otro AU de LL en el universo de Star Rail. También quiero escribir un fic de una pareja que me gusta del Star Rail, pero ese está aún en el concepto. Veamos si alguno de ellos llega a la luz. Cuídate mucho, espero leernos pronto, y que sea de tu lado y no del mío.


Y bueno, con esto termina este capítulo. Nos leemos el 26 siguiente. Espero que tengan una excelente madrugada (ahora mismo es 30, no sé si publicaré esto de una vez o me esperaré a propósito al 31 para que falten justo 26 días, probablemente será la segunda).

Yo soy Aramaru. Y, espero leernos pronto. Oyasuminassan.