REVENGE
~Capítulo 23~
Mimi observó totalmente preocupada a Yamato. Sí, preocupada ¿De qué? ¡De que haya descubierto su identidad! Que eso ocurriera significaba una tragedia para ella, después de todo, la idea era vengarse y para eso debía seguir siendo Haruna Anderson frente a él.
El rubio Ishida se encontraba sobre una camilla totalmente inconsciente. El doctor ya lo había revisado, dijo que se desmayó debido al impacto del golpe, ya que, no fue poco, al contrario, Yamato cayó al suelo y golpeo fuertemente su rostro, tanto así que, comenzó a sangrar. Todavía respiraba y tenía un pulso normal, no obstante, tendría que hacerse algunos exámenes para descartar que fuese algo mayor.
Yamato se removió en el lugar donde se encontraba con los ojos cerrados, frunció el ceño y los abrió.
—Yamato. —Haruna se acercó a él.
El rubio al escuchar su nombre dirigió su mirada hacia la mujer. Mimi se sintió un tanto inquieta al sentir esos ojos azules observándola detenidamente.
Una ola de nerviosismo se hizo sentir en ella, rogando que, Yamato no la llamase nuevamente por su nombra "Mimi"
Luego de unos segundos de silencio Yamato pronunció unas palabras.
—Haruna Anderson.
Mimi sintió que el alma regresaba a su cuerpo al escuchar su nuevo nombre "Haruna Anderson"
—Señor Ishida. —Lo llamó— ¿Cómo está? ¿Cómo se siente?
Yamato eso hizo una mueca y observó a su al rededor— ¿Dónde estoy? — Preguntó —¿Qué me pasó?
¿No lo recordaba?
—Tuvo un accidente.
—¿Accidente?
Mimi asintió.
¡Rayos!
Pensó Yamato y el recuerdo de lo ocurrido vino a su mente.
Salió rápido de su casa luego de que Sora le dijese que Kouji podía saber algo de Ryo y Rika, como la mansión Minamoto no quedaba muy lejos decidió ir caminando.
¡Pésima idea!
Iba tan rápido y enojado que no se fijó en lo que ocurría a su alrededor.
—¿Llamó a mi familia?
Haruna negó: —No.—Respondió— No quise preocuparlos...—Comentó— Si quiere puedo.
—¡No!— Yamato la interrumpió— No es necesario.
Nene abrió los ojos lentamente, sintiendo una confusión abrumadora. Su visión era borrosa al principio, pero poco a poco empezó a enfocarse. Lo primero que notó fue el suave ronroneo del motor y el balanceo del vehículo en movimiento. Estaba en un auto, en el asiento del copiloto. Parpadeó varias veces, tratando de entender qué había pasado.
Giró la cabeza y, para su sorpresa, vio a Kiriha sentado en el asiento del conductor, concentrado en la carretera. La sorpresa la dejó sin palabras por un momento.
—Kiriha... —murmuró, su voz apenas un susurro mientras intentaba procesar la situación.
Kiriha giró la cabeza brevemente para mirarla, su expresión era seria pero aliviada al ver que estaba consciente.
—Nene.— Le habló— Al fin despiertas.
Nene alzó una ceja sorprendida: —¿Q-qué me sucedió?—Se llevó una mano a la frente, tratando de recordar. El dolor en su vientre le recordó de inmediato el intenso malestar que había sentido antes de desmayarse.
—Te desmayaste saliendo de la empresa en la oficina —explicó Kiriha, su tono calmado intentando disimular su preocupación.
—¿Qué? — Preguntó Nene sorprendida.
—Tuviste suerte de que te viera. —Musitó el rubio— Pudiste caer y nadie te iba a recoger.
¿Él la ayudó?
Nene se mordió el labio inferior.
Pasó su mirada por su cuerpo, tenía la chaqueta de Kiriha cubriéndola.
Nene miró a su alrededor, tratando de orientarse. Estaban en una autopista, rodeados de otros coches que se movían rápidamente.
—¿A dónde vamos? —preguntó, todavía un poco desorientada.
—Voy a llevarte al hospital, Nene. —La preocupación en su voz era palpable— Necesitas que te vea un médico. No puedo arriesgarme a que algo grave te pase.
Nene sintió una mezcla de gratitud y preocupación. No quería ser una carga.
—No es necesario, Kiriha. —Nene intentó tranquilizarlo, su voz algo más firme—. Mi desmayo fue sin importancia. Me siento mejor ahora.
Kiriha frunció el ceño, claramente no convencido.
—No puedo simplemente ignorar esto, Nene. Tienes que ver a un médico.
—De verdad, estoy bien —insistió ella, aunque su rostro aún mostraba signos de malestar—. Fue solo un momento de debilidad. No es necesario ir al hospital.
Kiriha suspiró profundamente y, después de unos momentos de silencio, giró el volante y detuvo el auto en el arcén. Volteó hacia Nene, su expresión era seria y preocupada.
—¿Por qué te desmayaste? —preguntó, mirándola directamente a los ojos.
Nene desvió la mirada, incómoda ante la intensidad de su preocupación.
—No me sentí bien en todo el día —admitió finalmente— Pero pensé que podía manejarlo. No quería causar problemas.
—El problema pudo ser mayor si no te hubiese sujetado, hubieses caído abruptamente y ¿quién sabe cuánto hubieras estado ahí?— Preguntó Kiriha.
Todos se habían ido de la empresa a esa hora.
Nene suspiró: —Lo siento, no quería molestarte más.
Primero el tema con su padre y ahora esto.
El rubio simplemente se mantuvo en silencio. Verdaderamente estaba peligrando su lugar en la empresa al estar cerca de Nene. Pero no iba a dejarla tirada por ahí.
—¿Me llevas a mi casa?
Nene dirigió su mirada hacia el transito.
Kiriha negó: —Te llevo al hospital.
—¿Al hospital?
El rubio asintió.
—N-no es necesario.
—Claro que sí.—Respondió el rubio— Te desmayaste.
—S-sí, pero no necesito que me lleves a un hospital.—Comentó Nene— Bastará con pasar a la farmacia y comprar una pastilla para mis dolores.
—No creo que sea lo más adecuado que te automediques sola.
—Eso no sería sano si no supiera lo que me ocurre.—Respondió la castaña— Por lo general tengo este tipo de malestares cuando...
—¿Estás en tus días?—Kiriha la interrumpió.
Nene se sorprendió ante esto y lo observó sorprendida—¿Có-cómo sabes eso?
El rubio hizo una mueca incómodo, no quería responder: —Dejaré que tu misma te des cuenta.
La castaña alzó una ceja— ¿A qué te refieres con eso?
Kiriha prefirió no decir nada, Nene alzó una ceja sin entender, así que el rubio sigilosamente señaló la chaqueta que estaba alrededor de la cintura de la chica. Nene la observó sin entender. Demoró al rededor de 10 segundos en darse cuenta de que...
¡Un minuto!
Nene alzó la chaqueta de Kiriha y recién fue consciente que...
¡Oh no!
¡Que vergüenza!
—¡Rayos! Kiriha, yo no...
—No te preocupes.—Respondió el rubio y nuevamente colocó en marcha su automóvil— Solo devuélveme mi chaqueta limpia.
La cena estaba lista, y el aroma de los platillos llenaba la casa. Satomi, Kousei, Izumi y Kouji estaban sentados a la mesa, esperando impacientemente.
Kousei, con el ceño fruncido, miró a su esposa. —Satomi, ¿por qué aún no cenamos?
Satomi sonrió con calma. —Estamos esperando a una invitada.
Kousei levantó una ceja, visiblemente sorprendido. —¿A una invitada? ¿Quién sería esa invitada?
—Haruna. —respondió Satomi.
Kousei se quedó boquiabierto por un momento. —¿Haruna? ¿Por qué viene ella?
—Haruna me ayudará con la campaña política. —explicó Satomi—. Hemos estado hablando y creo que su experiencia será muy útil.
Kousei se enderezó en su silla, claramente molesto. —¿Otra vez con eso, Satomi?
Satomi suspiró, manteniendo su compostura. —Sí, Kousei. Es una oportunidad importante y quiero contribuir.
—No quiero que te involucres en mi campaña. —dijo Kousei, alzando un poco la voz.
Izumi y Kouji intercambiaron miradas nerviosas, sintiendo la tensión en el ambiente.
—Kousei, por favor. —respondió Satomi, tratando de mantener la calma—. Haruna y yo hemos preparado todo cuidadosamente. Quiero ayudarte y sé que puedo hacer una diferencia.
Kousei golpeó la mesa suavemente con la palma de la mano. —No, Satomi. Ya hemos hablado de esto. No quiero que te estreses con la campaña. Es mi responsabilidad, no la tuya.
—¿Y qué hay de mi deseo de apoyarte? —preguntó Satomi, su voz temblando ligeramente de frustración—. Quiero estar a tu lado en esto. No es solo tu campaña, Kousei. Somos un equipo.
—Pero no quiero que te metas en esto. —insistió Kousei—. Prefiero que te enfoques en nuestra familia y en tu bienestar.
Satomi se quedó en silencio por un momento, mirando a su esposo a los ojos. —Kousei, entiendo tus preocupaciones, pero quiero ser parte de esto. No solo como tu esposa, sino como alguien que cree en lo que haces y quiere contribuir.
Kousei respiró hondo, tratando de calmarse. —Satomi, no es que no valore tu apoyo. Es que no quiero que te pongas en una situación estresante. La política es complicada y agotadora. No es lugar para una mujer.
—¿Y cómo Toshiko?
—Ella lleva años trabajando en mi campaña, tiene experiencia, tú no.
—Porque no me has dejado.— Respondió Satomi.
Kousei rodó los ojos y se levantó del lugar: —No tengo ánimos de hablar sobre esto. Me iré a acostar.— Comentó antes de salir de la habitación.
Satomi siguió a Kousei.
Kouji dirigió su mirada hacia Izumi, quien parecía perdida en la ventana.
—Al parecer no habrá cena.—Comentó.
Izumi simplemente observó la ventana.
—Izumi.— La llamó.
Pero no contestó.
—Izumi.— Nuevamente la llamó.
Kouji rodó los ojos y bruscamente tomó el rostro de Izumi por el mentón obligándola a voltear.
—¡Ey!
Izumi salió de sus pensamientos ante este gesto: —¿Q-qué?— Balbuceo— Kouji ¿qué sucedió?
Kouji la observó fijamente, sus ojos buscando alguna señal de comprensión en los de Izumi. —Llevas un rato perdida en tus pensamientos. Te estoy hablando y no respondes.
—¿E?— Balbuceo.
—Dime ¿ocurre algo?
—¿Algo?— Preguntó Izumi alarmada— Claro que no.
—No lo niegues.— Respondió Kouji serio—Te conozco y sé que estás actuando extraña conmigo.
Izumi se mordió el labio inferior ante el comentario de su novio. Llevaban años juntos, así que era lógico que él sabía leer su comportamiento, expresiones y acciones.
—N-no es nada. —Comentó.
Kouji observó serio a la rubia de ojos verdes.
—¿Segura?
Zoe asintió.
—Segura.
Kouji la observó con desconfianza, no obstante, el sonido de su móvil llamó su atención.
¡Bip, bip!
El Minamoto sacó su móvil y revisó la pantalla.
"¿Salimos esta noche? Supongo que quieres un poco de diversión"
Kouji alzó una ceja.
—¿Te parece si vamos al cine luego de cenar?
—¿Al cine?
—Sí.—Respondióe el rubio.
¡Bip, bip!
Nuevamente sonó el móvil de Kouji.
"Ya sabes, tener un poco de diversión, esa que Izumi no te da ;)"
—¡Ey! — Izumi exclamó y se lanzó a abrazar el cuello de Kouji—¿Qué tanto miras en tu Iphone?
—Nada.— Respondió Kouji seriamente guardando su móvil.
La rubia alzó una ceja: —¿Segura?
El Minamoto asintió.
—¿Y bien?— Preguntó la oji-verde— ¿Vamos al cine?
Kouji hizo una mueca: —No tengo ganas.
—¿No?
El chico negó: —No.—Respondió— Ven, vamos a cenar y luego te llevo a tu casa.
—Pe-pero...
—Pero nada.—Contestó Kouji— Tengo mucho que estudiar, no puedo perder el tiempo en el cine.
Izumi bajó la mirada—Lo siento, no quería molestarte, simplemente pensé que podríamos pasar tiempo juntos.
—Ahora estamos juntos ¿no?—Comentó el Minamoto— No necesitamos estar más.
La expresión de Izumi se ensombreció al escuchar las palabras de Kouji. Una sensación de tristeza se apoderó de ella, pesando en su pecho como una losa. Se mordió el labio inferior, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con escaparse de sus ojos.
Se sentía rechazada, incomprendida y profundamente sola en ese momento. Había esperado con ansias pasar tiempo con Kouji, buscando consuelo en su compañía en medio de los problemas familiares que la atormentaban.
Pero las palabras frías y distantes de Kouji la golpearon como un puñetazo en el estómago, recordándole que, a pesar de estar físicamente juntos, emocionalmente estaban distantes.
La sensación de abandono la envolvió, haciéndola sentir pequeña e insignificante. Se preguntó si realmente importaba para Kouji, si alguna vez se preocupaba por sus sentimientos o si solo la veía como una carga molesta.
Una lágrima solitaria escapó de sus ojos y rodó por su mejilla, marcando su dolor en su rostro. Se sintió vulnerable y expuesta, como si Kouji hubiera desgarrado el velo de protección que había construido a su alrededor.
Respiró profundamente, luchando por mantener la compostura frente a Kouji. No quería mostrarle su debilidad, no quería darle la satisfacción de verla derrumbarse ante sus ojos.
—Está bien... —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro tembloroso—. Entonces, cenemos.
Rika estaba sentada en su habitación, rodeada por la familiaridad de sus cosas, pero sintiéndose más perdida que nunca. El eco de la discusión con su padre resonaba en su mente, incapaz de encontrar paz. Con los ojos fijos en el techo, sus pensamientos se arremolinaban en un caos de confusión y miedo. ¿Cómo podía seguir adelante cuando sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor?
El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Al ver el nombre de Ryo en la pantalla, su corazón dio un brinco. Contestó rápidamente, llevando el teléfono a su oído con manos temblorosas.
—Ryo... —murmuró, su voz un susurro lleno de preocupación.
—Rika, ¿cómo estás? —preguntó Ryo, su tono suave pero con un toque de urgencia.
Rika cerró los ojos por un momento, sintiendo un nudo en la garganta. —No lo sé, Ryo. Todo esto... me está afectando mucho. ¿Y tú? ¿Cómo estás?
—Preocupado por ti —respondió él, con sinceridad—. La forma en que tu padre reaccionó... no debería haberte tratado así.
—Sé que está enojado, pero... esto es más complicado de lo que imaginaba —dijo Rika, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de ella.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Ryo hablara de nuevo. —Rika, estoy afuera.
Rika se alarmó, enderezándose en la cama. —¿Qué? ¿Qué haces aquí?
—Vine a verte.
—Pe-pero ¿Y si mi padre te ve?
—No podía quedarme sin hacer nada. Necesito verte, hablar contigo cara a cara —respondió Ryo, su voz firme pero con un toque de preocupación.
Rika miró hacia la puerta de su habitación, temiendo que alguien pudiera escucharla. —Está bien, saldré a verte, pero tenemos que ser rápidos.
—Te esperaré —dijo Ryo antes de colgar.
Rika tomó una respiración profunda y se dirigió al armario, sacando una chaqueta ligera. Se arregló el cabello rápidamente y se miró en el espejo, intentando calmarse. Su corazón latía con fuerza mientras se ponía unos zapatos y salía de su habitación con cuidado, tratando de no hacer ruido.
Caminó por el pasillo en puntillas, bajando las escaleras con precaución. Escuchó la televisión en la sala de estar, indicándole que su padre probablemente estaba allí. Aprovechando la oportunidad, se deslizó por la puerta trasera y salió al jardín.
El aire fresco de la noche le dio una breve sensación de alivio mientras se dirigía hacia el portón lateral de la casa. Abrió la puerta con cuidado y salió, encontrándose con Ryo, quien estaba apoyado contra su moto, mirándola con una mezcla de preocupación y determinación.
—Rika —dijo él suavemente, extendiendo una mano hacia ella.
Rika se acercó y tomó su mano, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. —Ryo, esto es una locura...
—Lo siento, no quiero involucrarte en problemas, pero necesitaba venir a verte luego de lo que ocurrió.
—Siento lo que pasó con mi padre.
—No te preocupes, sé que no es culpa tuya.—Respondió el Akiyama—¿Tú estás bien?
Rika asintió— Sí, lo estoy, pero me castigaron.
—Como supuse.
La pelirroja suspiró.
—Lamento lo que pasó.—Comentó Ryo—No quería darte más problemas. Nunca pensé que tú padres nos iba a ver en esa situación.
"Esa situación"
Rika se ruborizó al recordar aquel momento: —Yo tampoco.
Rika y Ryo se miraron en silencio durante un largo momento. La luz de la luna iluminaba sus rostros, reflejando la intensidad de sus emociones. Rika respiró hondo, sintiendo la necesidad de aclarar algo que la había estado inquietando desde el beso.
—Ryo... —empezó, con la voz temblorosa— ¿Qué significó ese beso que me diste?
Ryo la miró directamente a los ojos, su expresión seria y sincera. —Fue lo que sentí en el momento, Rika. No pude evitarlo.
Rika bajó la mirada, sintiendo cómo su corazón latía más rápido.
¿En el momento? ¿Solo en el momento?
Ryo hizo una mueca y suspiró—Bueno, en realidad...—Habló— No fue solo lo que sentía en el momento. Es lo que llevo sintiendo hace mucho.—Comentó como si hubiese leído el pensamiento de Rika.
—¿Y qué es lo que sientes? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Ryo dio un paso más cerca de ella, tomando sus manos entre las suyas—¿En verdad no lo sabes?
Rika se mordió el labio inferior al sentir el tacto de sus manos.
—¿Saber qué?
Ryo se armó de valor antes de decir lo siguiente—Que estoy enamorado de ti.
¿Qué? ¿Era verdad?
—No sé cuándo exactamente empezó, pero sé que lo que siento por ti es real.
Rika lo miró, sorprendida. —Siempre pensé que tus declaraciones eran una broma, Ryo. Nunca las tomé en serio.
Ryo esbozó una sonrisa triste. —Al principio, puede que lo fueran. Era una forma de llamar tu atención, de romper el hielo. Pero con el tiempo, mis sentimientos cambiaron. Ahora sé que te amo de verdad, y si tú me lo permites, quiero hacerte feliz.
Rika sintió una mezcla de confusión y esperanza. Las palabras de Ryo resonaban en su mente, desafiando sus creencias y miedos. —Ryo, no creo en el amor. He visto lo destructivo que puede ser. No quiero pasar por eso.
Ryo la miró con ternura y determinación. —Entiendo tus miedos, Rika. Pero yo sí creo en el amor. Y creo que, juntos, podemos superar cualquier obstáculo. Quiero demostrarte que el amor puede ser algo hermoso, si me das la oportunidad.
Rika se quedó en silencio, luchando con sus propios sentimientos. La sinceridad en los ojos de Ryo la conmovía, pero el miedo a ser lastimada la retenía. Finalmente, dio un paso adelante, apoyando su cabeza en el pecho de Ryo, buscando consuelo en su cercanía.
—No sé qué hacer, Ryo... —murmuró, sintiendo el calor de su abrazo.
Ryo la rodeó con sus brazos, acariciando suavemente su cabello. —No tienes que decidir nada ahora mismo, Rika. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, sin importar lo que pase.
—¿Aunque mi padre te odie?
—No me importa lo que diga Yamato.—Respondió el oji-azul— Yo te quiero. Y te lo demostraré.
Ryo se inclinó lentamente hacia Rika, sus labios a solo centímetros de los de ella. Rika no suspo exactamente que hacer o decir, así que, simplemente cerró los ojos esperando el beso. Fue así como sus labios se unieron en otro beso. El momento estaba cargado de tensión y deseo, cuando de repente, una voz los interrumpió.
—¡Rika!
Rika y Ryo se separaron rápidamente, volviéndose hacia la voz. Sora, la madre de Rika, estaba de pie a unos metros de distancia, su rostro reflejando una mezcla de enojo y preocupación.
—¿Qué, rayos, está ocurriendo aquí?
—Mamá.—Rika habló.
—Señora Ishida, yo...
—¿Qué haces aquí chico?—preguntó Sora, su voz firme y autoritaria.
Rika se enderezó, sintiendo un nudo en el estómago. —Mamá, yo...
—No quiero escuchar excusas. —interrumpió Sora, su mirada dirigiéndose a Ryo con desdén—. Tú no deberías estar aquí, Ryo. No después de todo lo que ha pasado.
Ryo mantuvo la calma, aunque la tensión en el aire era palpable. —Sra. Ishida, yo...
—No, Ryo. —lo interrumpió Sora—. Lo que sea que tengas que decir, no me interesa. Mi hija no tiene nada que ver contigo.
Rika sintió una oleada de frustración y enojo. —¡Mamá, por favor! —exclamó, su voz al borde de las lágrimas—. Ryo y yo solo estábamos hablando.
—Hablar no es lo que parecía que estaban haciendo. —replicó Sora—. Rika, vámonos a casa. Ahora mismo.
Rika miró a Ryo, sus ojos reflejando una mezcla de disculpa y tristeza. —Lo siento, Ryo.
Fue así como la pelirroja ingresó en su casa dejando a Sora y Ryo a solas.
—Sora, yo...
—¡Nada!— Sora lo interrumpió— No digas nada.—Comentó— ¡Al contrario! Tendrás que escucharme tú a mi.— Declaró—¡No quiero que te vuelvas a acercar a Rika!
—Eso no es tema tu...
—Si lo es.—La pelirroja lo interrumpió— Es mi hija y tengo todo el derecho de ver con quien se junta o no. Y contigo no es opción.
—¿Por qué no?—Preguntó Ryo—¿Por qué soy pobre?— Cuestionó— ¿O por ser pariente de Mimi?
—Tú bien sabes la razón.—Comentó Sora—Ryo, yo no quiero que Rika se relacione con el pasado. Ella no tiene nada que ver con lo que pasó con Mimi. No intentes vengarte a través de ella.
—Yo no busco vengarme al acercarme a Rika. Simplemente nos conocimos y se dio esto.
—¡Justo!— Exclamó Sora con ironía—¡Justo con mi hija!
—Sí.—Respondió Ryo.
—Di la verdad.—Comentó la pelirroja— No es necesario que intentes ocultarlo. Ryo...—Declaró.
—A Rika la quiero de verdad.
—Yo no creo eso.
Ryo negó con la cabeza: —No me sorprende que no lo hagas, después de todo, no fuiste capaz en confiar en tu propia mejor amiga cuando fue acusada de asesinato y de involucrarse con Taichi. Cuando ¡no era verdad!
Sora frunció el ceño ante esto—No vale la pena que lo menciones.
—¡Claro que sí!— Exclamó el Akiyama— Mi hermana, Mimi, fue acusada injustamente y tú no fuiste capaz de darle una mano para ayudarla.
Sora cerró los ojos por un momento, intentando mantener la calma. —Eso fue hace mucho tiempo, Ryo. No tiene sentido revolver el pasado. Lo que importa ahora es el bienestar de Rika.
—El pasado importa, Sora. —insistió Ryo— Porque tus decisiones y tus juicios aún afectan a quienes están vivos hoy. Yo sé lo que se siente ser juzgado y rechazado sin razón. No quiero pasar por eso porque Yamato y tú tienen miedo de lo que yo represento.
Sora lo miró fijamente, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y determinación. —Ryo, no es solo por ti. Es por el bien de mi hija. Quiero protegerla de cualquier dolor, y temo que tu cercanía le traiga complicaciones. Porque estoy segura de que tu acercamiento hacia ella le traerá consecuencias y no buenas.
—Eso es lo que tú dices, pero...
—¡Pero nada!— Exclamó Sora— Te alejarás de Rika, sí o sí.
—¿Si no lo hago? ¿qué harás?
—Yamato ya te lo dijo todo.— Respondió la pelirroja—Ahora vete si no quieres que llame a la policia.
¿A la policía?
No eso no era opción. No quería darle otro problema a Tomoko.
Sora lanzó una última mirada de advertencia a Ryo antes de tomar a Rika del brazo y alejarla de allí. Ryo se quedó en el lugar, observando cómo las dos se alejaban, sintiendo una mezcla de frustración y determinación.
Takuya estaba sentado en el sofá de la sala, con una expresión nerviosa mientras jugaba con su teléfono. Hikari, su prima, entró en la habitación, notando su inquietud.
—¿Qué pasa, Takuya? —preguntó Hikari, sentándose a su lado—. Te veo muy alterado.
—¿Alterado?—Cuestionó el moreno—No estoy alterado.
La chica se cruzó de brazos— Takuya, te conozco.—Comentó— He notado desde que llegaste que estás actuando diferente. Dime ¿ocurre algo?
Takuya se mordió el labio inferior, tuvo intención de negar, pero luego se dio cuenta que no valdría la pena, porque Hikari lo conocía muy bien...bastante bien...por no decir excelente (Incluso Hikari lo conocía más que él así mismo) suspiró, levantando la mirada hacia ella. —La verdad es que ocurrió algo...
—¿Algo?
El moreno asintió— Hice algo que no quería.
Hikari lo observó preocupada.
—Besé a Izumi.
Hikari se quedó boquiabierta, su expresión pasando rápidamente de la sorpresa a la alarma. —¿¡Qué!? Takuya, ¡Izumi es la hija de la dueña de la empresa donde trabajas! ¡Y, además, tiene novio!
—Lo sé, lo sé. —dijo Takuya, levantando las manos en señal de calma— Pero fue un accidente, te lo juro. No fue intencional.
Hikari frunció el ceño, claramente preocupada. —¿Cómo puede ser un accidente? Explícamelo.
—Estábamos en la bodega buscando unas cosas. —comenzó Takuya—. Sin querer, algo iba a caerle encima a Izumi y yo reaccioné para protegerla. Quedamos muy cerca y, sin querer, nuestros labios se unieron.
Hikari lo miró incrédula. —¿De verdad esperas que crea eso? Suena como un momento cliché que ocurriría en un cdrama chino. Totalmente fictiocio.
—Te lo juro, Hikari. —dijo Takuya, su tono desesperado— Fue un momento muy "cliché" de cdrama, pero así fue.—Declaró—Fue un accidente, no lo hice con intención.
Hikari suspiró, observando la sinceridad en los ojos de su primo—¿Lo juras?
—Lo hiperjuro.—Respondió el moreno— Por mi padre.
—No jures en vano.
—¡No es en vano!— Exclamó Takuya—Fue sin querer.
Hikari observó detenidamente a su primo esperando encontrar algún vestigio que señalase que estaba mintiendo, pero no lo encontró, al contrario, parecía estar diciendo la verdad.
—Está bien.—Comentó— Te creo.
El moreno suspiró.
—Sin emabrgo, eso no quita que sea grave esta situación. Si Kouji se entera, habrá problemas. Ya hemos tenido suficientes con él. No podemos permitirnos otro inconveniente.
Takuya asintió, reconociendo la gravedad de la situación. —Lo sé. Pero me resulta difícil arreglarlo, verás, me siento incómodo y avergonzado por lo que pasó. No me atraveré nuevamente a mirrar a Izumi a la cara.
—Lamentablemente vas a tener que hacerlo, ustedes trabajan juntos.— Declaró Hikari— Y, son amigos. Deben saber aclarar esta situación. No creo que quieras tener problemas.
—Claro que no, no quiero causarle problemas, ni a ella ni a mí mismo.
Hikari puso una mano en el hombro de Takuya, dándole un apretón reconfortante. —Muy bien, pero para eso, necesitarás armarte de valor y afrontar lo que pasó.—Comentó— Y ojalá sea cuanto antes. No queremos que esto se convierta en algo peor de lo que ya es.
Takuya asintió nuevamente, agradecido por el apoyo de su prima. Sabía que tenía que enfrentar la situación con Izumi y asegurarse de que todo quedara claro, antes de que las cosas se complicaran aún más.
Mientras tanto en la clínica.
—Muchas gracias por...—Yamato suspiró— Por no llamar a mi familia.
No quería preocupar a sus hijas o a su esposa.
—No es necesario que me agradezca.—Repsondió la castaña.
Yamato observó a la mujer, quien se veía bastante elegante, pero bien vestida como para salir de noche, con un atuendo bastante atrayente y provocador, era una especia de blusa de encaje, llevaba un top negro pronunciado que dejaba ver su escote.
No hacía falta mucho contexto para saber que la empresaria iba a un lado.
—Supongo que si iba en el taxi es porque iba a salir.
Haruna asintió.
—Siento haber interrumpido su salida.
—No se preocupe señor Ishida.—Comentó la castaña— Este tipo de cosas suceden.
—Sí, pero creo que es mala suerte para usted, después de todo, nos vemos todo el tiempo en el trabajo y ha ayudado a mi familia en diferentes situaciones ajenas a eso, ayudarme ahora puede colmar su paciencia.— Comentó Yamato.
Era como si tuviera un imán para atraer los problemas Ishida hacia ella.
—Tengo mucha paciencia ¿sabe?— Musitó Haruna— Sobretodo con mis socios.
—Para los negocios es entendible, pero para problemas personales no debería.—Comentó el rubio— Al menos, yo no la tendría.
—Usted mismo lo dijo, usted no.—Habló la oji-miel— Yo sí.
Yamato alzó una ceja y observó sorprendido a la mujer.
Le resultaba creer que existían personas que ayudaban por gusto y no por querer algo a cambio.
—Bueno, nuevamente le agradezco, Haruna. Pero ahora debo retirarme...—Yamato intentó incorporarse sobre la camilla— ¡Auch!
La castaña se acercó a él— No se mueva señor Ishida. Todavía está muy débil.
—Necesito irme a casa.
—El doctor dijo que necesita descansar.
—Puedo descansar allá.
Haruna se cruzó de brazos— ¿Qué parte de "necesita descansar" no entiende? Recibió un golpe gigante en la cabeza.
Yamato se mordió el labio inferior: —¿Me está regañando?
—¡Pues claro! Porque parece no querer entender.
Por alguna razón esa situación le trajo cierto recuerdo.
~Recuerdo~
Yamato se encontraba en su cama, pálido y con los ojos cerrados, tratando de sobrellevar la fiebre que lo aquejaba. Mimi, con una expresión de preocupación y enojo, se acercó a él, un vaso de agua y un termómetro en mano.
—Yamato, ¿cuántas veces te he dicho que no puedes exigirte tanto? —lo regañó, colocando el termómetro en su boca—. Estás enfermo por culpa del estrés. No puedes seguir así.
Yamato la miró con ojos cansados, pero llenos de determinación. —Mimi, lo hago por ti y por nuestras hijas. Trabajo y estudio para darles un mejor futuro. Quiero asegurarme de que nada les falte.
Mimi suspiró, acariciando suavemente su cabello. —Entiendo tus razones, Yamato, pero no está bien que pongas tus obligaciones por delante de tu salud. Si te enfermas, ¿cómo podrás cuidar de nosotras?
—Estoy bien, de verdad. —Yamato intentó incorporarse, pero apenas se levantó de la cama, perdió el equilibrio.
Mimi se apresuró a sostenerlo, evitando que cayera. —¡Yamato, cuidado! —lo ayudó a sentarse nuevamente en la cama, su expresión suavizándose con preocupación— ¿Ves? no estás bien. Necesitas descansar.
Yamato dejó escapar un suspiro de frustración, aceptando la ayuda de Mimi. —Es solo un poco de fiebre, estaré bien en un par de días.
—No es solo la fiebre, Yamato. —dijo Mimi con suavidad—. Es todo el estrés acumulado.
—No lo es.
—Sí lo es.—insistió la castaña— Tienes que aprender a tomarte un respiro, a cuidar de ti mismo. Nos preocupas a todas cuando te exiges tanto.
Yamato la miró con gratitud y un toque de remordimiento. —Yo jamás he querido preocuparte, solo quiero lo mejor para ti y nuestras hijas.
Mimi sonrió levemente, sentándose a su lado y tomando su mano. —Y lo tendremos, Yamato. Pero para eso, necesitas estar bien. Y evidentemente ahora no lo estás.
Yamato se mordió el labio inferior, jamás creyó que su novia, pronto esposa, sería como una segunda madre, incluso le exigía más que Natsuko. Cosa que no le molestaba, pero en estos minutos si le estaba causando cierta molestia.
—Prométeme que te tomarás un descanso y cuidarás de tu salud.
—Mimi necesitamos dinero para el matrimonio.
—Falta tiempo para el matrimonio.—Respondió la oji-miel.
—No falta.—Contestó Yamato— Además, Nene e Izumi van a entrar al jardín y próximamente...
—¡Ya para!— Exclamó Mimi— Si es necesario yo misma trabajaré, pero no permitiré que trabajes así mientras sigues con fiebre, descansarás ¡si o si!
Yamato se mordió el labio inferior.
—No te enojes.
—Es difícil no hacerme enojar cuando simplemente quieres desobedecer.
—Está bien, lo prometo. —dijo el rubio, con una sonrisa débil.
Mimi asintió, satisfecha con su respuesta, y se levantó del lugar dispuesta a ir a buscar un paño húmedo para colocar en la frente de Yamato. Sin embargo, antes de que pudiera alejarse, Yamato la agarró del brazo y la jaló hacia él, haciendo que Mimi cayera junto a él en la cama.
—Yamato, ¿qué haces? —preguntó Mimi, sorprendida, pero sin poder evitar sonreír.
Yamato la miró con ternura, sus ojos cansados reflejando un profundo agradecimiento. —Gracias por cuidarme, Mimi. —dijo, antes de inclinarse y besarla suavemente en los labios.
Mimi correspondió al beso, sus preocupaciones momentáneamente olvidadas. Cuando se separaron, ella lo miró con una mezcla de amor y seriedad.
—Te cuido porque te amo, Yamato. —susurró, acariciando su rostro—. Pero no olvides que tienes que cuidarte también. Eres importante para nosotras.
Yamato asintió, su corazón lleno de gratitud y amor por la mujer que estaba a su lado. —Lo sé, Mimi. Y haré lo posible por no preocuparlas más. Prometido.
Mimi sonrió y se levantó de nuevo, esta vez sin interrupciones, y fue a buscar el paño húmedo. Mientras lo hacía, Yamato se recostó, sintiendo que, con ella a su lado, podía enfrentarse a cualquier desafío.
~Fin del recuerdo~
Yamato se sintió débil al recordar a su exmujer, mejor dicho, al amor de su vida. Sí, siempre la recordaba, pero cada vez que lo hacía sentía que no iba a lograr continuar hacia adelante. La extrañaba demasiado. Pero...Jamás volvería a su vida.
Apretó su puño.
Lo más irónico era que siempre se acordaba de Mimi cuando estaba con Haruna. Sí, algo sumamente extraño y sin sentido.
¿Por qué siempre recordaba a Mimi cuando estaba con Haruna?
No tenía sentido.
A su mente vino el recuerdo de hace unas horas atrás. Aquel golpe que recibió casi lo llevó a reencontrarse con Mimi.
Sí, jamás creyó en el más allá o en ese tipo de cosa de la vida luego de la muerte, pero juraría haber visto a Mimi cuando tuvo ese accidente.
Nene observó atentamente, desde el auto del rubio, la farmacia donde Kiriha ingresó hace unos momentos. Hizo una mueca completamente incómoda, jamás pensó que viviría una situación similar como esta.
Y no lo decía solo porque Kiriha tuviese que bajar a comprar su medicamento, sino porque sentía como cada vez ensuciaba más y más la chaqueta que el rubio colocó en su cintura. De a poco se teñía carmesí.
Nene apretó los dientes, intentando no dejarse llevar por la vergüenza y el malestar. El dolor abdominal era fuerte, pero la incomodidad de saber que estaba manchando la chaqueta de Kiriha la superaba. Se removió en su asiento, esperando que Kiriha no tardara mucho más.
Mientras esperaba, su mente divagaba, recordando cómo todo había comenzado esa mañana. No se había sentido bien desde que se levantó, pero había intentado ignorarlo. Sin embargo, la situación empeoró y ahora estaba en esta situación tan incómoda.
La puerta de la farmacia se abrió, y Nene vio a Kiriha salir con una bolsa en la mano. Su rostro serio y determinado le dio un poco de consuelo, sabiendo que él no la juzgaría por lo que estaba pasando. Kiriha siempre había sido así, directo y práctico, sin hacer preguntas innecesarias.
Cuando Kiriha volvió al auto y abrió la puerta del lado del conductor, Nene intentó sonreír, aunque se notaba su incomodidad.
—Listo.— Musitó el rubio— Regresé.
Nene observó esperanzada al chico—¿Trajiste mi pastilla?
Kiriha se sentó en el asiento y alzó las dos bolsas que llevaba en su mano— Sí.—Fue así como sacó una caja la cual se la extendió a Nene.
La castaña observó la caja, a continuación Kiriha le entregó una botella con agua, Nene la recibió y no dudó un segundo en tomar su pastilla.
A continuación, Kiriha sacó de una bolsa un termo el cual abrió y utilizó la tapa de este mismo para depositar líquido.
—Toma.— El rubio le extendió aquello a Nene.
—¿Qué es esto?
—Solo tómalo.—Respondió el rubio—Es algo caliente, te hará bien.
Nene observó aquel líquido y le dio un sorbo, una sonrisa se formó en sus labios ante el contacto con el café, estaba delicioso.
—Toma.— Kiriha nuevamente habló y esta vez le entregó la bolsa.
La castaña observó esto sorprendido, tomó la bolsa y le echo un ojo a su interior.
¡Eran alrededor de veinte paquetes de toallas sanitarias!
Sí, veinte.
Todas de diferente color, tipo, marca.
Nene se sorprendió al ver tantas.
—Kiriha no era necesario.—Declaró.
¿No era necesario?
Kiriha pasó su mirada por su chaqueta que estaba alrededor de la cintura de la castaña.
Nene se dio cuenta de esto e inevitablemente se ruborizó.
—Las necesitas.
—S-sí, pero no cientos de ellos.— Declaró— Ahora tengo para un año.
—No sabía cuáles eran las adecuadas para ti.— Admitió el rubio—Compre las que fueran necesarias para ayudarte.
Nene de alguna forma se sintió avergonzada, sonrió de lado— Gracias.
Haruna apretó los labios con preocupación mientras ayudaba a Yamato a salir de la clínica. El aire frío de la noche se colaba entre ellos, mientras caminaban por la acera iluminada por las farolas. Yamato se tambaleaba ligeramente, apoyándose en Haruna para mantener el equilibrio.
—Yamato, ¿cómo puedes ser tan terco? —regañó Haruna en un susurro, tratando de no llamar la atención de los transeúntes—. El médico te dijo que necesitas descansar, pero tú simplemente te niegas a escuchar.
Yamato esbozó una sonrisa cansada. —No puedo permitirme descansar, Haruna. Tengo demasiadas responsabilidades y cosas que hacer.
Haruna frunció el ceño, preocupada. —Pero tu salud es lo más importante, Yamato. No puedes seguir ignorando las advertencias del médico. Si no te cuidas, ¿cómo esperas cuidar de tus hijas?
Yamato suspiró, sintiéndose culpable. Sabía que Haruna tenía razón, pero también se sentía abrumado por las demandas de su vida cotidiana. —Lo sé, pero me siento bien. Puedo manejarlo.
Haruna lo miró con desaprobación, sintiendo la frustración burbujear dentro de ella. —No siempre puedes confiar en cómo te sientes, Yamato. A veces, el cuerpo necesita descansar, incluso si la mente está en marcha. No puedes seguir ignorando las señales que te está dando tu propio cuerpo.
Haruna seguía insistiendo en que Yamato necesitaba descansar, pero él se mantenía firme en su determinación de salir de la clínica. Con cuidado, ayudaba a Yamato a caminar, pero no avanzaban mucho. Yamato se tambaleaba cada vez más, su rostro pálido reflejaba el cansancio que lo agobiaba.
De repente, un tropezón inesperado hizo que ambos perdieran el equilibrio. Haruna apenas logró sostener a Yamato, pero el impulso del tropiezo los llevó hacia adelante y terminaron cayendo sobre el capó de un auto estacionado cerca de la clínica.
El sonido del golpe resonó en el silencio de la noche, y ambos quedaron allí, a poca distancia entre ellos, respirando agitadamente por la sorpresa del accidente.
La caída los dejó en una posición comprometedora, con Yamato sobre Haruna, a solo unos centímetros de distancia. Podían sentir la respiración agitada del otro, y sus labios estaban peligrosamente cerca, creando una tensión palpable en el aire.
Haruna se quedó inmóvil bajo Yamato, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La cercanía repentina la tomó por sorpresa, pero no pudo apartar la mirada de los ojos azules de Yamato, que la miraban con intensidad.
Yamato también se sintió atrapado en el momento, su respiración entrecortada por la proximidad de Haruna. Por un instante, olvidó el cansancio y la preocupación por su salud, solo estaba consciente de la mujer debajo de él, con quien compartía un momento único e inesperado.
Una corriente eléctrica pareció pasar entre ellos, cargada de emociones y deseos que ninguno de los dos se atrevía a expresar en voz alta. Era como si el universo hubiera conspirado para acercarlos de esa manera, desafiando todas las barreras que habían construido a su alrededor.
Sin embargo, el momento fue interrumpido por el sonido de un auto que se aproximaba, rompiendo el hechizo que los mantenía atrapados. Con un esfuerzo, Yamato se apartó de Haruna y se puso de pie, extendiendo una mano para ayudarla a levantarse.
—Lo siento, Haruna. No sé qué me pasó. —murmuró Yamato, sintiendo el rubor en sus mejillas mientras apartaba la mirada.
Haruna aceptó la ayuda de Yamato para levantarse, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza por la cercanía compartida. —No te preocupes, Yamato. Todo está bien.
¿Bien?
¡Claro que no!
Su corazón latía a mil. Estaba completamente nerviosa. Se sentía débil ¡Muy débil!
Se sentía como hace años atrás...
~Recuerdo~
Mimi caminaba de un lado a otro, claramente frustrada. —¡Estoy harta de que Shuu no me deje en paz! —exclamó, cruzando los brazos sobre el pecho —No deja de insistir en salir conmigo. ¡Ya no sé qué hacer!
Yamato, apoyado contra su auto deportivo color negro, mientras la observaba con calma. —Bueno, parece que nuestro plan de fingir que somos novios no está funcionando.
Mimi se detuvo en seco y lo miró con furia. —¡Eso es porque no estás ayudando en la actuación, Yamato!
Yamato arqueó una ceja, manteniendo la compostura. —Yo creo que sí estoy ayudando.
—¡Claro que no! —replicó Mimi, lanzándole una mirada asesina—. No te esfuerzas lo suficiente. ¡Esto no va a funcionar si no te tomas en serio tu papel!
En ese momento, Yamato notó que Shuu se estaba acercando. —¿De verdad crees que no estoy ayudando? —preguntó, una chispa de determinación brillando en sus ojos.
Antes de que Mimi pudiera responder, Yamato la tomó suavemente por la cintura y la inclinó hacia atrás, dejándola caer sobre el capot del auto. Mimi se sorprendió y abrió los ojos de par en par. —¿Qué estás haciendo?
Yamato se inclinó más cerca, sus rostros a solo unos centímetros de distancia. —Ayudándote —respondió con una voz suave pero firme.
Mimi se quedó sin palabras, su corazón latiendo con fuerza mientras Yamato se acercaba más, sus labios casi rozando los suyos. La cercanía de Yamato, la intensidad en sus ojos, todo la dejó sin aliento. Yamato cerró los ojos, dispuesto a besarla, mientras Mimi, aún sorprendida, comenzó a relajar su postura, entregándose al momento.
Justo en ese instante, Shuu llegó al lugar, deteniéndose al ver la escena. Parecía sorprendido y, quizás, un poco incómodo. Yamato, notando la presencia de Shuu, hizo una pausa, pero no se apartó, manteniendo a Mimi cerca, como si el beso fuera inminente.
Mimi caminaba de un lado a otro, claramente frustrada. —¡Estoy harta de que Shuu no me deje en paz! —exclamó, cruzando los brazos sobre el pecho—. No deja de insistir en salir conmigo. ¡Ya no sé qué hacer!
Yamato, apoyado contra el auto, la observaba con calma. —Bueno, parece que nuestro plan de fingir que somos novios no está funcionando.
Mimi se detuvo en seco y lo miró con furia. —¡Eso es porque no estás ayudando en la actuación, Yamato!
Yamato arqueó una ceja, manteniendo la compostura. —Yo creo que sí estoy ayudando.
—¡Claro que no! —replicó Mimi, lanzándole una mirada asesina—. No te esfuerzas lo suficiente. ¡Esto no va a funcionar si no te tomas en serio tu papel!
En ese momento, Yamato notó que Shuu se estaba acercando. —¿De verdad crees que no estoy ayudando? —preguntó, una chispa de determinación brillando en sus ojos.
Antes de que Mimi pudiera responder, Yamato la tomó suavemente por la cintura y la inclinó hacia atrás, dejándola caer sobre el capot del auto. Mimi se sorprendió y abrió los ojos de par en par. —¿Qué estás haciendo?
Yamato se inclinó más cerca, sus rostros a solo unos centímetros de distancia. —Ayudándote —respondió con una voz suave pero firme.
Mimi se quedó sin palabras, su corazón latiendo con fuerza mientras Yamato se acercaba más, sus labios casi rozando los suyos.
—Pe-pero...
—Pero ¿qué?— Preguntó el rubio—¿Quieres ayuda? ¿No?
La cercanía de Yamato, la intensidad en sus ojos, todo la dejó sin aliento. Yamato cerró los ojos, dispuesto a besarla, y Mimi, aún sorprendida, comenzó a relajar su postura.
Yamato cerró la distancia entre ellos, sus labios encontrándose en un beso apasionado. Mimi, inicialmente sorprendida, se quedó inmóvil por un momento, pero luego, sin dudar, correspondió al beso con igual intensidad. Sus manos se aferraron a la camisa de Yamato, acercándolo más a ella mientras el beso se profundizaba.
El mundo alrededor de ellos parecía desvanecerse, dejando solo el momento compartido. La pasión del beso era innegable, una mezcla de emociones que habían estado ocultas, ahora liberadas en esa conexión intensa.
Cuando finalmente se separaron, ambos estaban sin aliento, sus ojos encontrándose en un entendimiento silencioso. Yamato mantuvo su mirada fija en Mimi, todavía sujetándola con suavidad.
—Eso... eso sí que fue convincente —murmuró Mimi, sus mejillas ruborizadas y su voz temblorosa.
Yamato sonrió, aun sosteniéndola cerca. —Solo estoy aquí para ayudarte.
~Fin del recuerdo~
Sí, su primer beso fue imprevisto.
Cuando finalmente estuvieron juntos, Yamato le confesó que lo hizo con toda la intención de probar sus labios, porque se interesó en ella.
¡Y vaya forma!
En verdad quedó temblando esa vez.
Al igual que ahora
Yamato tambaleo nuevamente mientras caminaba y Haruna se acercó para ayudarlo.
—Verdaderamente eres cabeza dura Yamato.— Comentó la castaña— ¿Qué parte de "debes descansar" no entiendes?
El rubio hizo una mueca.
—Claro que descansaré, pero ahora debo ir a mi casa.
Yamato tambaleó nuevamente mientras caminaba, y Haruna se acercó rápidamente para ayudarlo, pasando su brazo por su cintura para sostenerlo mejor.
—Yamato, de verdad necesitas descansar —insistió Haruna, su voz llena de preocupación—. El doctor fue muy claro. No puedes seguir exigiéndote así.
—Lo sé, Haruna. Pero tengo muchas cosas que hacer. No puedo simplemente parar. Tengo responsabilidades —respondió Yamato, con una voz que mostraba la mezcla de cansancio y determinación.
Haruna lo miró con severidad. —Las responsabilidades pueden esperar. Tu salud no.
Mientras discutían, sin darse cuenta, tropezaron con una figura que caminaba en dirección opuesta.
—¡Ups! Lo siento...—Comentó Haruna.
No obstante, se arrepintió al instante de su disculpa al ver con quien tropezaron.
Al recuperar el equilibrio, ambos levantaron la vista y se encontraron con Toshiko, la suegra de Yamato. La expresión de Toshiko se endureció al verlos juntos, su mirada cargada de desconfianza.
—Señora Takenouchi.
La madre de Sora frunció el ceño— Yamato, Haruna...—Pronunció sus nombres—¿Qué hacen aquí?—Preguntó— Juntos.— Musitó con tono frío y cortante.
El silencio se hizo presente mientras Yamato y Haruna se colocaban nerviosos. Toshiko volvió a preguntar, su mirada penetrante. —¿Y bien? ¿Qué hacen aquí juntos?
Yamato intentó explicar, su voz un poco temblorosa. —Tuve un inconveniente, mejor dicho, accidente, señora Takenouchi.
—¿Accidente?
El rubio asintió— Me golpeo un auto.
—¿Qué?— Preguntó Toshiko— ¿Te atropellaron?
Yamato asintió— Sí.
—Pero ¿cómo rayos?
—Un hecho desafortunado.—Respondió el rubio.
—¿Por qué le pediste ayuda a Haruna? —preguntó Toshiko, su tono lleno de sospecha.
—Haruna estaba cerca.—explicó Yamato— Me vio cuando el auto me atropelló.
—¿No pensaste en llamar a tu esposa?
—No quería preocupar a Sora.
—Debiste hacerlo cuando te trajeron a la clínica.
—Estaba inconciente.—Respondió el rubio— Cuando desperté preferí no alarmarla. No era nada grave.
Toshiko observó molesta y desconfiada a Haruna. —¡Qué curioso que tú estés cerca siempre que suceden accidentes! —dijo con sarcasmo y desdén.
Haruna se sintió intimidada, pero respondió con seriedad, levantando la barbilla un poco. —Solo intento ayudar, señora Takenouchi. No hay nada de qué preocuparse.
—Es inevitable hacerlo.—Comentó Toshiko.
Esa mujer le daba mucha desconfianza.
—Uno no sabe cuando la amabilidad puede significar un acto estratégico para ganar nuestra confianza.
¿Estratégico?
Haruna hizo una mueca. —Solo quiero ayudar. Nada más.
—No nos conoces y quieres ayudar —replicó Toshiko con sarcasmo.
—Hay personas que no necesitan conocer a otras para ayudar —comentó la oji-miel—. Sobre todo cuando lo necesitan —musitó—. O dígame usted, ¿hubiese preferido que dejara a su yerno, Yamato, tirado en la calle?
Toshiko pasó su mirada por el rubio, quien se apoyaba en Haruna para mantener el equilibrio.
—Bueno, ahora no necesita de tu ayuda. Yo lo llevaré a casa.
—¿Qué?
—No es necesario, Toshiko, yo puedo ir solo —comentó Yamato, intentando sonar firme.
—Claro que no puedes ir solo —musitó Haruna—. Estás débil.
—Sí, lo está —añadió Toshiko con un tono cortante—. Pero no necesita de tu ayuda, Haruna. Yo me encargaré de él.
Yamato sintió la tensión en el aire. —De verdad, no es necesario. Haruna solo estaba siendo amable.
—Amabilidad que no necesitamos —replicó Toshiko, su mirada fija en Haruna—. Vamos, Yamato. No quiero que te esfuerces más de lo necesario.
Haruna suspiró, claramente frustrada. —Señora Takenouchi, entiendo su preocupación, pero realmente solo quería asegurarme de que Yamato estuviera bien. No hay ningún motivo oculto.
Toshiko frunció el ceño, sin ceder terreno. —Lo sé. Pero como su familia, es nuestra responsabilidad cuidarlo. Agradezco tu ayuda, pero ahora, Yamato viene conmigo.
Yamato miró a Haruna con una mezcla de gratitud y disculpa. —Gracias por todo, Haruna. Aprecio lo que hiciste.
Haruna asintió, aunque sus ojos reflejaban su preocupación. —Está bien, Yamato. Solo asegúrate de descansar y seguir las indicaciones del médico.
—Lo haré —prometió Yamato, mientras Toshiko se acercaba para sostenerlo por el brazo.
Haruna los observó mientras se alejaban, su corazón pesado. Aunque sabía que había hecho lo correcto, la frialdad de Toshiko y la situación incómoda la dejaban con un sabor amargo. Decidida, se giró y se dirigió en dirección opuesta, esperando que Yamato realmente se cuidara y que, eventualmente, las tensiones pudieran calmarse.
+La semana pasada no hubo capítulo porque justo el día Lunes estuve de luto. Con eso digo todo. Entonces, estaba cansada emocionalmente y también no tenía ánimos por diferentes motivos. Antes que escritores o lectores, somos humanos. Además, el tiempo que tuve para escribir lo usé para continuar con La sultana del imperio, he dejado esa historia MUY votada.
+Pronto saldré de vacaciones y ahí haré todo lo posible por avanzar el máximo.
BethANDCourt: ¡Hola! Entiendo que no puedas con Yamato, ya que está molestando a una de nuestras parejas más ansiadas, pero es entendible. Tiene problemas serios y pasados con Ryo que aún no resuelve. Lo que hará para separarlos es todo un misterio para ustedes (incluso para mi jajaja estoy pensando todavía) Sí, Yamato se ha mordido mucho la lengua jajaja pero eso ya no será. Ahora pondrá su autoridad como padre. ¡Si! Al fin un beso Takumi (tipo cliché de dorama jajaja un beso "accidental") Lamentablemente Izumi está muy cegada por Kouji costará trabajo que se dé cuenta. Con respecto al apoya de Haruna a Satomi, aciertas al decir que algo planea, mientras más personas de ese bando confien en ella ¡más cerca está de hacerlos caer! Casi...Yamato casi la reconoció...Se salvo por un pelo jsjsjs ya veremos como avanzará su relación. Ojalá algún descubra que es su tan añorada esposa. Lamento no haber actualizado antes, como explique, estuve de luto y con muchas cosas que no me dejaron escribir. Muchas gracias por continuaar leyendo y comentando fielmente esta historia. Tu apoyo me alegra. Espero que nos leamos en el siguiente capítulo.
