REVENGE

~Capítulo 25~


—Así que...—Musitó Hiroaki— La arrimada resultó ser más decepcionante de lo que esperaba.

Yamato frunció el ceño.

—No te refieras así a mi hija.

—¿Tú hija?—Rió el castaño— No es tu hija. Es una arrimada cualquiera que sacaron de ¡quien sabe que orfanato!

Sora se levantó, interponiéndose entre ambos hombres, su rostro lleno de ira. —¡Basta, Hiroaki! Rika es nuestra hija, y no permitiré que hables de ella de esa manera.

Hiroaki miró a Sora con desdén. —¿Y qué piensas hacer al respecto, Sora? No puedes cambiar los hechos. La verdad siempre sale a la luz.

Yamato dio un paso adelante, protegiendo a Sora. —Rika es mi hija en todos los sentidos que importan. No permitiré que la insultes ni que interfieras en nuestra familia. Si estás aquí para crear problemas, mejor lárgate.

Hiroaki lo miró con desprecio. —Siempre tan impulsivo, Yamato. Crees que puedes resolver todo con tus amenazas. Pero la realidad es que Rika nunca será una verdadera Ishida, y eso es algo que no puedes cambiar.

Sora, con la voz temblando de furia, agregó: —Rika es nuestra hija, y nada de lo que digas cambiará eso. Nos importa y la protegeremos de cualquier forma posible, incluso de ti.

Hiroaki levantó una ceja, claramente divertido por la defensa conjunta. —¿De verdad creen que pueden protegerla de todo? Especialmente de sus propios errores. Rika está involucrada con el hermano de Mimi. No les traerá nada más que desgracia.

Yamato sintió la rabia burbujear dentro de él. —Haré lo que sea necesario para proteger a Rika y nuestra familia. Tú, Hiroaki, estás cruzando una línea peligrosa. Si continúas así, te aseguro que lamentarás haber subestimado a nuestra familia.

Hiroaki observó a Yamato y Sora con una mezcla de burla y desprecio antes de dar media vuelta. —Veremos cuánto tiempo pueden mantener esta fachada de familia perfecta. La verdad siempre encuentra una forma de salir a la luz. —Dicho esto, se marchó, dejando la puerta abierta de par en par.

Yamato suspiró, pasando una mano por su cabello. —Lo siento, Sora. No debí dejar que esto llegara tan lejos.

Sora lo tomó de la mano, apretándola suavemente. —No es tu culpa, Yamato. Tenemos que mantenernos unidos por Rika. Encontraremos la manera de resolver esto juntos.

Yamato asintió, mirando a su esposa con determinación.

Sabía que sería difícil, sobre todo ahora que Hiroaki lo sabía, pero protegerian a su hija.

—Señor Ishida.—Mizuki apareció en la oficina.

—¿Qué sucede?

—Acabaron de llamar desde la preparatoria y...

—No nos digas que nuevamente Rika se escapó.—Comentó Sora.

La secretaria hizo una mueca: —Me gustaría decir que no, pero lamentablemente, si se escapó.


Mientras tanto.

Takeru e Hikari caminaban juntos por el parque, disfrutando de una tarde soleada. Habían pasado el día juntos, riendo y admirando el paisaje. Sin embargo, a medida que el sol comenzaba a ponerse, Takeru se volvía cada vez más nervioso. Había estado planeando este momento durante semanas, y finalmente había decidido que hoy era el día.

Llegaron a un pequeño lago en el centro del parque, donde la luz del sol se reflejaba en el agua creando un paisaje idílico. Takeru tomó aire profundamente, tratando de calmar sus nervios.

—Hikari, ¿podemos sentarnos aquí un momento? —preguntó, señalando un banco cerca del lago.

Hikari, siempre perceptiva, notó el nerviosismo en su voz pero asintió con una sonrisa. —Claro, Takeru. Este lugar es hermoso.

Se sentaron juntos, observando el suave vaivén del agua. Takeru se giró hacia Hikari, sus ojos encontrándose con los de ella.

—Hikari, hay algo que quiero decirte...—empezó, su voz temblando ligeramente—. Sé que comenzamos a salir hace poco tiempo. Pero desde el primer momento en que te vi a inicios de este año he estado muy interesado en ti.

Hikari lo miraba con atención, su corazón latiendo un poco más rápido. —Takeru, yo también tengo algo que decirte.

—Déjame decir esto primero, por favor —pidió Takeru, tomando sus manos entre las suyas— Hikari, tú eres increíble. Eres la persona más amable, valiente y hermosa que conozco. Eres una persona muy linda y sé que tienes muchos pretendientes tras de ti.

Hikari sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas de emoción. —Takeru...

Takeru tomó aire profundamente una vez más. —Hikari, no nos conocemos hace mucho, pero siento como site conociera de toda la vida.—Comentó— Sí, sonará cursi, pero me he dado cuenta que en este corto tiempo has provocado que en mi renazcan sentimientos que pensé jamás volver a sentir por alguien.

La castaña sonrió conmovida ante esto.

—Espero que tú también estés a gusto con mi compañía.

—¡Claro que lo estoy!— Exclamó la chica— Eres un chico excelente, muy dulce, amable...—Lo describió— Me encanta que seamos amigos.

"Amigos"

—Bueno...—Takeru aclaró su garganta— A mi también me gusta que seamos amigos. Pero...—Inevitablemente se colocó nervioso—Me gustaría que fuéramos algo más.

—¿Algo más?

El rubio asintió—Quiero estar a tu lado no solo como amigo, sino como alguien que te apoya, te cuida y te quiere. ¿Quisieras ser mi novia?

Hikari se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Takeru. Luego, una sonrisa radiante iluminó su rostro y asintió con entusiasmo.

No obstante, la felicidad no duró mucho, ya que el recuerdo de cierta persona vino a su mente.

—Agradezco mucho tu propuesta, Takeru...—Musitó la castaña— Pero...

Ese "pero" provocó que el mundo de Takeru se detuviera y su alma dejara su cuerpo, sintió un terror horrible.

—¿Pero?

Hikari aclaró su garganta—No creo que a tu tía le guste.—Habló—Es demasiado obvio que no le agrado.

Sí, eso era verdad.

—Mi tía es muy sobreprotectora...—Comentó Takeru— Simplemente está celosa ¡Ya se le pasará!

—No me da esa impresión ¿sabes?

—Sí...—Asintió— Lamentablemente mi tía tiene una actitud muy seria y fría, pero te puedo asegurar que cuando te conozca y la conozcas mejor, verificarás que es una excelente persona.

Dudaba eso en este momento. Pero generalmente no le gustaba desconfiar de las personas, al contrario, siempre intentaba conocer su mejor lado.

—Lo que me importa, ahora, es estar a tu lado y hacerte feliz...—Musitó.

Hikari sonrió ante estas palabras, la verdad es que hace tiempo no tenía una relación, la primera vez que tuvo una relación hace años no salió como hubiese esperado. Sin embargo, ahora era diferente, a pesar de todo, Takeru le inspiraba confianza y seguridad, siempre que lo veía una sonrisa se formaba en su rostro. Y sí, se conocían hace poco, pero cuando hablaban era como si se conociera de toda la vida.

—Me encantaría que fueras mi novia.—Declaró el rubio—Bueno, solo si tú me permites acercarme, pero si no quieres entendería...

—Sí, Takeru. ¡Sí, quiero ser tu novia! —exclamó, lanzándose a sus brazos.

Takeru la abrazó con fuerza, sintiendo un alivio y una felicidad inmensa. —Gracias, Hikari. Prometo que siempre estaré aquí para ti, en las buenas y en las malas.

—Y yo para ti, Takeru —respondió Hikari, mirándolo a los ojos con cariño— Estoy tan feliz de que finalmente hayamos dado este paso.

Se quedaron así por un momento, disfrutando de la calidez del abrazo y la cercanía del otro. Luego, Takeru se inclinó hacia adelante y depositó un suave beso en los labios de Hikari, sellando su nuevo comienzo juntos.

Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, dejando un cielo pintado de colores cálidos, Takeru e Hikari sabían que habían dado un paso importante en su relación, y estaban emocionados por el futuro que les esperaba juntos.


Mientras tanto en otro lado de la ciudad, para ser más precisos, en la comuna donde viven los "pobres de esta historia"

Ryo y Rika caminaban con la cabeza baja y malos ánimos.

—Esto...—El Akiyama intentó hablar— Sé que las palabras que dijo mi madrina no son las mejores, pero...—Suspiró— Solo lo dice por nuestro bien.

Rika asintió con pesar: —Lo sé...—Musitó— Pero eso no significa que me gusten.

—A mi tampoco.

Por primera vez en su vida, Rika se enamoraba, jamás pensó sentir algo como esto, pero le ocurrió. Y no se sentía feliz teniendo que renunciar.

—¿Quién lo diría?— Musitó Ryo— Luego de odiarme pasaste a discutir con todo el mundo para estar conmigo.

Rika alzó la mirada: —No alardes.— Advirtió.

—No alardeo, simplemente me emociona saber que soy el único que puede gozar de este privilegio...—Comentó tomando las manos de Rika y acercándose a ella.

La pelirroja rodó los ojos: —Tú nunca cambiaras ¿verdad?

—¿Quieres que lo haga?— Preguntó Ryo— Si respondes que sí, lo hago. Después de todo, es lo que mi novia me pide.

—¿Novia?— Rika se sorprendió— No somos novios.

—¿A no?— Cuestionó el Akiyama—Pensé que sí.

—Nunca me lo has propuesto.—Declaró la pelirroja.

—No, pero pensé que con ese besito dulce con sabor a miel me decía que sí.

Rika alzó una ceja ante la expresión "besito dulce con sabor a miel"

—¿Desde cuando un beso es una respuesta a una propuesta que nunca me has hecho?

—¡Oh no!— Exclamó Ryo— ¡Me rompes el corazón Rika!— Exageró— Pensé que me querías.—Se dejó caer de rodillas al suelo.

—¡Hey!— Rika observó hacia al rededor—Ryo...—Jaló de su chaqueta— No es necesario que has esto.

—¡Claro que es necesario!— Musitó Ryo—Pensé que me querías.

—No dije lo contrario.

—Pero me estás rompiendo la ilusión al decir que no aceptaste ser mi novia...—Comentó.

—¡Hey! No me culpes a mi.— Exclamó la pelirroja—Tú fuiste quien no hizo la petición. Comúnmente los chicos piden y las chicas esperan la propuesta.

—¿Desde cuando eres una chica común?— Preguntó Ryo.

¡Buen punto!

—Bu-bueno...—Balbuceo la pelirroja e hizo una mueca al recordar la triste situación en la que estaban—Luego de la situación en la que estamos, tal vez, lo mejor es que nuestra relación no tenga título.

Ryo al notar como la sonrisa en el rostro de Rika desaparecía también se sintió triste, hizo una mueca y se levantó del suelo, se acercó a ella y acarició su mejilla.

—Tranquila, todo estará bien.

—¿Cómo puedes estar seguro?

—Porque lo que siento por ti es fuerte y sincero, eso siempre prevalece.—Comentó el Akiyama.

Rika negó: —Me cuesta mucho creerlo.

—Lo sé, Rika, sé que es difícil. No te estoy pidiendo que lo creas de inmediato—. Ryo dejó caer su mano de la mejilla de ella y la tomó suavemente de las manos—. Pero quiero demostrarte que puedes confiar en mí.

Rika apartó la mirada, su mente luchando entre el miedo y el deseo de creerle. Sus ojos se nublaron con lágrimas no derramadas, y por un instante, el silencio entre ambos fue abrumador.

—Ryo...— Susurró, apretando ligeramente las manos de él— No quiero salir lastimada.

Ryo suspiró y, con un gesto tierno, levantó una de sus manos y la colocó sobre el pecho de Rika, justo donde latía su corazón.

—Esto— Dijo con voz baja pero firme— Es lo único que importa. Cada latido, cada momento, es tuyo. Si me das la oportunidad, te prometo que haré todo lo posible para que no vuelvas a sentir dolor.

Ella lo miró fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de duda o insinceridad. Pero todo lo que encontró fue un reflejo de su propia incertidumbre, mezclada con una profunda honestidad.

—Ryo...—Rika tomó una profunda respiración, tratando de calmar el torbellino en su pecho— ¿Qué ocurre si nos terminamos lastimando, por causa de otros?

—No lo haré— La interrumpió él, acercándose más y abrazándola con fuerza— No lo haré, porque te necesito más de lo que jamás he necesitado a nadie.

Rika cerró los ojos, dejándose envolver en su abrazo, sintiendo el calor de su cuerpo, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez, solo tal vez, podría confiar en alguien más.

Después de un momento, se separó suavemente de él.

—Lo mejor será que tome el autobús.—Comentó Rika.

El oji-azul hizo una mueca: —¿Estás segura que no quieres que te lleve yo mismo a tu casa?

La pelirroja asintió—Si mis padres nos ven tendremos problemas.—Declaró— Y es lo menos que quiero que ocurra.

Ryo suspiró, comprendiendo la situación, aunque no le agradaba.

—Lo entiendo —dijo, forzando una sonrisa—, pero me preocupa que vayas sola.

—No te preocupes, estaré bien. Solo necesito un poco de tiempo para pensar... y para que las cosas se calmen en casa —respondió Rika, su tono más suave ahora—. No quiero que se pongan peor de lo que ya están.

Ryo asintió, aunque algo en su mirada reflejaba preocupación. No le gustaba la idea de dejarla ir sola, pero sabía que Rika era lo suficientemente fuerte como para manejarlo.

—Está bien, pero por favor, cuídate. Y si necesitas algo, lo que sea, llámame —insistió, tomando sus manos entre las suyas.

Rika sonrió, aunque había una tristeza latente en sus ojos.

—Lo haré, lo prometo —dijo, dándole un apretón a sus manos antes de soltarlas.

—Adiós.

—Adiós...—Respondió la pelirroja antes de voltear.

Sin embargo, cuando se dispuso alejarse se percató de algo que hizo que se detuviera...Ryo estaba ahí, ella estaba enamorada de él y viceversa...¿Y sí?

Fue así como Rika volteo rápidamente hacia el Akiyama y depositó un beso en sus labios.

Ryo al principio se sorprendió ante esto, pero no dudó ni un segundo en corresponder y depositó su mano en la cintura de la pelirroja, mientras correspondía al gesto.

¡Grave error!

—¡Vaya! No esperaba encontrarlos nuevamente de esta forma.—Una voz interrumpió el momento.

Rika se sobresaltó y se apartó de Ryo, su rostro enrojecido tanto por la sorpresa como por la vergüenza— ¿Padre?

Ryo se molestó al ver a Yamato en ese lugar.

—¿Qué, rayos, creen que están haciendo?— Preguntó el oji-azul observándolos con ira.

—Papá, no es lo que parece...

—¡Claro que es lo que parece! —Yamato replicó, su mirada dura clavada en Ryo—. Y tú, mantente alejado de mi hija.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?— Preguntó la pelirroja.

—¡Fácil! No necesité que alguien me lo dijera. Cuando me dijeron que te habías escapado supuse que estarías en casa de este vago.—Declaró Yamato—Pero jamás pensé en encontrarte en este acto.

Antes de que pudiera procesarlo, vio cómo se inclinaban el uno hacia el otro y se besaban.

El enojo hirvió en el interior de Yamato. Aceleró el paso y llegó junto a ellos en un instante.

—¡Rika! —gritó, separándolos bruscamente— ¿Qué crees que estás haciendo?

Ryo se acercó, intentando mantener la calma. —Yamato, espera. No es lo que crees. Nosotros...

—¿Nosotros qué? —interrumpió Yamato, tomando a Rika del brazo—. Tú vienes conmigo. Ahora.

Rika trató de soltarse, pero Yamato la sujetó con firmeza. Ryo, viendo la angustia en el rostro de Rika, dio un paso adelante. —No la trates así. No es una niña.

—¡No te metas en esto, Ryo! —gruñó Yamato, empujándolo ligeramente para mantenerlo a distancia—. Tú no tienes ningún derecho sobre mi hija.

Ryo levantó las manos en un gesto de apaciguamiento. —No quiero pelear contigo, Yamato. Pero Rika y yo nos queremos. Tienes que entenderlo.

—¿Entender qué? —Yamato casi escupió las palabras, su furia evidente—. ¿Que estás aprovechándote de ella? No te lo permitiré.

Rika, con los ojos llenos de lágrimas, trató de intervenir. —Papá, por favor, escúchalo. Esto no es lo que piensas.

Yamato la miró con una mezcla de decepción y preocupación. —Rika, tú no entiendes. Este chico no es para ti. No quiero que te vea más.

Ryo, viendo lo inflexible que era Yamato, intentó razonar una vez más. —No estoy aquí para hacerle daño. La quiero. ¿Por qué no puedes aceptar eso?

Yamato soltó un amargo suspiro. —Porque eres un irresponsable. Y no puedo permitir que mi hija se involucre con alguien así.

La tensión en el aire era palpable. Ryo dio un paso atrás, frustrado pero no dispuesto a rendirse. —Esto no se acaba aquí, Yamato. No puedes controlar la vida de Rika para siempre.

Yamato, con Rika aún sujeta del brazo, se giró y comenzó a caminar, sin molestarse en responder. Rika miró a Ryo por encima del hombro, sus ojos llenos de tristeza y pesar.

—Papá, por favor...

—No más palabras, Rika. —La cortó Yamato, su tono intransigente—. Esto es por tu bien.

Mientras se alejaban, Ryo los observó, la determinación ardiendo en su mirada. No permitiría que Yamato los separara tan fácilmente. Esta batalla apenas comenzaba.


—¿Mi hermano enamorado de la hija de Yamato y Sora?—Preguntó Mimi— ¿Es una broma?

Tomoko negó: —Ojalá lo fuera.—Comentó— Pero no lo es.

Esto era...imposible.

¿Cómo, rayos, Ryo podía hacer esto?

—De todas las chicas que hay en este mundo justo se tuvo que enamorar de la hija de Yamato y Sora.—Musitó Mimi.

—Lamentablemente.— Declaró la oji-azul.

—No puede ser.

Bueno, en realidad si podía ser, ella sabía que Ryo y Rika se conocían. Mejor dicho, que eran amigos íntimos, no por nada Ryo fue al rescate de Rika cuando estaba borracha. Pero pasar de, una amistad a estar enamorados significaba muchas cosas.

Mimi llevó sus manos a su cabeza completamente emproblemada.

—De todas las cosas que puede suceder esta es la peor.—Musitó Mimi—Acaso ¿está loco?—Exclamó—¡Enamorado de una Ishida!

Sí, enamorada de una chica llamada Rika, Rika Ishida.

—Acaso ¿no aprendió nada de mi experiencia con esa familia?

Tomoko suspiró: —Creo que no.

Mimi apretó los dientes, pensar en que su hermano podía cometer su mismo error le hacia doler el estómago, prácticamente era una pesadilla hecha realidad.

No podía comprender cómo su hermano, alguien en quien siempre había confiado, podía haberse involucrado con alguien de la familia Ishida.

—Esto es un desastre —murmuró, sintiendo cómo la ansiedad crecía en su pecho—. Es como si no hubiera aprendido nada de mi historia con ellos. ¡Y ahora mi propio hermano se está metiendo en el mismo lío!

Tomoko, con los brazos cruzados, la observaba con una mezcla de preocupación y simpatía. —Ryo es joven, Mimi. Y cuando uno es joven, a veces no ve las cosas con la claridad que debería.

—Pero debería haberlo visto —replicó Mimi, con un tono de frustración— Debería haber entendido lo complicado que es todo esto. ¡Rika es hija de Yamato y Sora, por el amor de Dios!

—Siempre noté que tenían una cercanía especial, pero no le tomé importancia, ya que siempre creí que era para acercarse a tus hijas, pero me equivoqué, Ryo se acercó pero a Rika.

—No tiene lógica.

—Esos sentimientos no siguen la lógica —dijo Tomoko suavemente— Lamentablemente enamorarse es algo que simplemente sucede.—Suspiró— Y me da mucha pena informarte de esto, porque sé estás ocupada y, para ti, es mejor estar lejos de nosotros, pero no sé que más hacer.

—Está bien, Tomoko, agradezco que me hayas avisado. Es lo que corresponde...—Mimi se detuvo y la miró con ojos llenos de desesperación. —Pero, ¿qué se supone que haga ahora? No puedo permitir que esto continúe, Tomoko. Pero tampoco puedo impedirlo.

—Sé que no, porque Ryo no debe saber de ti...—Declaró la Kimura— Pero ahora que estás cerca de los Ishida, puedes protegerlo.

—¿Protegerlo?

Tomoko asintió: —Tengo miedo por lo que pueda sucederle. Tú sabes como es esa familia. Después de todo lo que te hicieron...—Musitó—¡Tengo miedo que Ryo corra el mismo riesgo!

Mimi sintió un escalofrío recorrerle la espalda ante las palabras de Tomoko. Sabía exactamente a qué se refería. Los Ishida no eran una familia con la que se pudiera jugar, y Mimi había experimentado de primera mano lo que sucedía cuando alguien se interponía en su camino.

—Lo sé, Tomoko —respondió Mimi, su voz temblando ligeramente—. No quiero que Ryo pase por lo mismo que yo. Pero... ¿cómo puedo protegerlo sin que él se entere de quién soy realmente? Si supiera la verdad, todo se complicaría aún más.

Tomoko la miró con tristeza, reconociendo la carga que Mimi llevaba sobre sus hombros. —No es fácil, lo sé. Pero eres la única persona que puede mantenerlo a salvo. Al menos, hasta que estemos seguros de que los Ishida no le harán daño.

Mimi apretó los labios, luchando contra el remolino de emociones que la invadían. —No quiero perderlo, Tomoko. Pero no sé si estoy haciendo lo correcto manteniéndome cerca de él sin que sepa la verdad.

—Estás haciendo lo mejor que puedes en una situación complicada —dijo Tomoko, acercándose para tomarle las manos a Mimi—. No tienes que tomar todas las decisiones ahora mismo. Solo intenta mantenerlo a salvo mientras decides qué hacer.

Mimi asintió lentamente, sus ojos llenos de determinación. —Haré todo lo que esté en mi mano para protegerlo. No voy a dejar que los Ishida le hagan daño, no mientras yo pueda evitarlo.

Tomoko le apretó las manos, agradecida. —Gracias, Mimi. Sé que no es fácil, pero eres la única en la que puedo confiar para esto. Ryo no merece sufrir por lo que esa familia ha hecho.

—No, no lo merece —dijo Mimi con firmeza—. Y haré lo que sea necesario para asegurarme de que no lo haga.

Ambas mujeres se quedaron en silencio por un momento, compartiendo una comprensión mutua y una determinación que las unía en su misión de proteger a Ryo de la amenaza que acechaba en las sombras. Aunque el camino por delante era incierto y peligroso, sabían que debían enfrentarlo con valentía y astucia.


Yamato llevó a Rika a la sala principal de su casa con pasos rápidos y decididos. Al entrar, encontraron a Sora esperando, su expresión seria y preocupada.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Sora al ver el estado de ánimo de ambos.

Yamato soltó a Rika y se volvió hacia su esposa. —La encontré besándose con Ryo— otra vez.

Sora suspiró, cerrando los ojos por un momento antes de mirarla a su hija. —Rika, hemos hablado de esto. Sabes que no aprobamos esa relación.

Rika, con una mezcla de enojo y desafío en su mirada, replicó—. No voy a dejar a Ryo. Lo amo y él me ama. No pueden hacerme cambiar de opinión.

Yamato frunció el ceño, su tono severo—. Lo dejarás por las buenas o por las malas, Rika. No permitiré que sigas viéndolo.

Rika apretó los puños, sus ojos llenos de lágrimas y rabia. —¿Por qué no puedes aceptar que Ryo es importante para mí? ¡Siempre estás controlando todo!

Yamato alzó la voz, su paciencia agotándose— Porque no es alguien adecuado para ti. No entiendes las consecuencias de tus acciones.

Rika, en un arrebato de ira y rebeldía, gritó— ¡Claro, porque tú eres el ejemplo perfecto de comportamiento, ¿verdad?! Todos sabemos de tu infidelidad, ¡no tienes derecho a decirme qué hacer! Quizás. Ryo es de bajos recursos, pero tiene más clase que tú que te acuestas con cualquiera y...

El silencio se hizo pesado en la sala. La cara de Yamato se tornó de incredulidad y furia. Sin pensarlo, levantó la mano y le dio una bofetada a Rika.

Rika se tambaleó hacia atrás, sosteniéndose la mejilla, los ojos llenos de lágrimas de dolor y sorpresa. Sora se interpuso rápidamente entre ellos, mirando a Yamato con horror.

—¡Yamato, ¿qué has hecho?! —exclamó Sora, volviéndose luego hacia su hija y abrazándola.

Rika, sollozando, se apartó de su madre y miró a su padre con una mezcla de dolor y resentimiento—¡Te odio!— Fue lo último que dijo antes de salir corriendo.

—¡Rika!— Yamato la llamó— ¡Rika!

—¡Yamato!— Sora lo tomó del brazo— ¿Cómo, rayos, se te ocurre golpearla? Acaso ¿perdiste el juicio?


Rika salió corriendo de su casa, las lágrimas cegando su visión mientras su corazón latía frenéticamente. No podía soportar estar allí un minuto más. Corría, sin rumbo, solo quería escapar de todo el dolor y la presión que sentía.

En un momento de desesperación, cruzó la calle sin mirar, y un auto la pasó a llevar, haciéndola caer al suelo. El auto se detuvo bruscamente y de él bajó Haruna, con expresión alarmada.

—¡Dios mío! —exclamó Haruna al ver a Rika en el suelo. Corrió hacia ella, su voz llena de preocupación— ¿Estás bien?

Rika, aturdida y con lágrimas en los ojos, intentó levantarse por sí sola, pero su cuerpo temblaba. Haruna la ayudó a levantarse, sosteniéndola con firmeza.

—Déjame, estoy bien —murmuró Rika, tratando de liberarse del agarre de Haruna.

—No, no estás bien —insistió Haruna, su tono gentil pero decidido—. Necesitas ayuda. Voy a llamar a tus padres.

Rika, aterrada ante la idea de volver a casa, suplicó—. Por favor, no los llames. No quiero verlos, no quiero volver ahí.

Haruna la miró con preocupación, pero también con empatía. —No puedo dejarte sola en este estado. Tus padres deben saber que estás bien.

Rika se aferró a Haruna, sus ojos llenos de desesperación—. Por favor, llévame lejos de aquí. No quiero volver. Solo necesito alejarme de todo por un tiempo. Te lo ruego.

Haruna vaciló, pero vio el dolor y la desesperación en los ojos de Rika. Finalmente, asintió. —Está bien, te llevaré a un lugar seguro, pero prometo que solo será temporal. Necesitamos encontrar una solución a esto.

Rika asintió, agradecida y exhausta. Haruna la ayudó a subir al auto y, con una última mirada preocupada, arrancó el vehículo, alejándose rápidamente del lugar.

En el auto, Rika se acomodó en el asiento, su cuerpo aún temblando. Haruna mantuvo una mano firme en el volante, la otra lista para consolar a Rika si era necesario. Condujo hacia un destino desconocido para Rika, un lugar donde la joven podría encontrar un poco de paz y refugio, al menos por un tiempo.

—Vamos a un lugar donde podrás descansar y pensar con claridad —dijo Haruna, su voz calmada y segura—. No estás sola en esto, Rika. Encontraremos una solución juntos.

Rika, sintiéndose un poco más segura, asintió lentamente, permitiendo que el cansancio y el alivio la abrumaran mientras el auto avanzaba por las calles de la ciudad.


—Lo sé, Sora. Fue un error, lo admito.

Sora se cruzó de brazos, tratando de mantener la calma.

—No puedes simplemente perder el control de esa manera y golpear a nuestra hija. No importa lo que haya hecho o dicho, eso no está bien.

Yamato levantó la mirada, sus ojos llenos de arrepentimiento.

—Lo sé, Sora. Perdí el control. Todo se salió de las manos y no supe cómo manejarlo.

Sora se arrodilló frente a él, tomando sus manos entre las suyas.

—Yamato, sé que estás preocupado por Rika, y yo también lo estoy. Pero golpearla no va a resolver nada. Solo la alejará más de nosotros.

Yamato apretó los labios, sintiendo la culpa aplastarlo.

—No sé qué hacer, Sora. Estoy tan asustado de perderla, de que haga algo impulsivo. Y cuando me habló así, no pude controlarme.

Sora lo miró a los ojos, su voz firme pero llena de compasión.

—Entiendo tu miedo, pero necesitamos encontrar una mejor manera de manejar esto. Necesitamos hablar con ella, escucharla y apoyarla, no imponerle más miedo y dolor.

Yamato asintió lentamente, sintiendo el peso de sus acciones.

—Tienes razón. Lo siento tanto, Sora. Prometo que no volverá a pasar. Solo quiero lo mejor para nuestra hija.

Sora lo abrazó, tratando de transmitirle algo de consuelo y fortaleza.

—Lo sé, Yamato. Todos estamos tratando de hacer lo mejor que podemos. Pero tenemos que hacerlo juntos, como una familia. Y eso significa controlar nuestras emociones y buscar soluciones pacíficas.

Yamato la abrazó de vuelta, agradecido por su apoyo.

—Gracias, Sora. Trabajaremos juntos en esto. Encontraremos una manera de ayudar a Rika y de superar esta situación.

Sora se apartó un poco, mirándolo a los ojos con determinación.

—Sí, lo haremos. Pero primero, tenemos que disculparnos con Rika y hacerle saber que la amamos y que estamos aquí para ella.

Yamato asintió, dispuesto a enmendar sus errores.

—Vamos a hacerlo. Juntos.


Izumi estaba sentada en el sofá, sus manos temblaban ligeramente mientras jugaba nerviosamente con los pliegues de su falda. Kouji estaba de pie frente a ella, su expresión oscurecida por una mezcla de confusión y enfado. Izumi sabía que tenía que decirle la verdad, pero cada palabra parecía una montaña imposible de escalar.

—Kouji, tengo que decirte algo —comenzó, su voz apenas un susurro.

Kouji levantó la vista, sus ojos fríos y expectantes. —¿Qué pasa, Izumi?

Izumi tomó una profunda respiración, tratando de calmar su corazón acelerado. —El otro día, cuando estábamos buscando cosas en la bodega... Takuya y yo... nos besamos.

Por un instante, el tiempo pareció detenerse. La expresión de Kouji pasó de la sorpresa al enojo en un parpadeo.

—¿Qué? —rugió, dando un paso hacia ella—. ¿Qué dijiste?

Izumi se encogió bajo su mirada furiosa, su voz temblorosa. —Fue un accidente, Kouji. Estábamos buscando algo y algo se cayó... y quedamos muy cerca... y...

—¿Y entonces lo besaste? —interrumpió Kouji, su voz cargada de incredulidad y rabia—. ¿Así de simple, Izumi?

Izumi sacudió la cabeza, desesperada por hacerle entender. —No, no fue así. Fue un momento... accidental. No lo planeé, no significó nada.

—¿No significó nada? —repitió Kouji, su voz subiendo de tono—. ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿Cómo puedes esperar que crea que un beso no significa nada?

—Kouji, por favor, escúchame —rogó Izumi, levantándose para acercarse a él—. No quise que pasara, no fue intencional. Apenas duró un segundo.

Kouji dio un paso atrás, evitando su toque. —¿Y qué se supone que haga con eso, Izumi? ¿Solo aceptarlo y fingir que no pasó?

—No, no quiero que finjas. Solo quiero que entiendas que fue un accidente —insistió Izumi, sus ojos llenándose de lágrimas—. No quiero perderte por algo que no quise hacer.

Kouji la miró fijamente, sus puños apretados a los costados. —¿Cómo puedo creer en tus palabras, Izumi? Si realmente no significó nada, ¿por qué no me lo dijiste antes?

Izumi tragó con dificultad, sintiendo que cada palabra era una batalla perdida. —Tenía miedo, Kouji. Miedo de cómo reaccionarías. Miedo de perderte. Pero no puedo seguir escondiéndolo.

—Así que prefieres contarme ahora, cuando ya no puedo hacer nada al respecto —dijo Kouji, su voz llena de amargura—. ¿Qué se supone que haga con esto, Izumi? ¿Simplemente olvidar?

Izumi sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. —No sé, Kouji. No sé qué hacer. Solo quiero que me perdones, que entiendas que fue un error.

Kouji la miró con una mezcla de dolor y furia. —Perdonar, entender... no es tan fácil, Izumi. No después de algo así.

—Kouji, por favor —suplicó Izumi, sus lágrimas corriendo por sus mejillas—. Te amo, solo a ti. No quiero que esto nos separe.

Kouji apretó los dientes, luchando con sus propios sentimientos. —Izumi, necesito tiempo. Necesito pensar. Ahora mismo no puedo ni mirarte sin sentirme traicionado.

Izumi asintió, sabiendo que había hecho todo lo que podía. —Lo entiendo, Kouji. Tómate el tiempo que necesites. Solo... por favor, no me odies.

Kouji no respondió, simplemente se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Izumi sola con su angustia y arrepentimiento.

Esto no quedaría así


Takeru estaba en su departamento, una sonrisa amplia y constante en su rostro mientras hacía varias cosas al mismo tiempo. Estaba cocinando, limpiando, organizando sus libros y hasta cantando en voz alta. La felicidad irradiaba de él de una manera tan evidente que era imposible no notarlo.

Hiroaki, su padre, llegó a visitarlo y al entrar al departamento, se quedó parado en la puerta, observando a su hijo con una ceja levantada.

—Vaya, veo que estás de muy buen humor hoy, Takeru —comentó Hiroaki, tratando de entender el motivo de tanta alegría.

Takeru se giró rápidamente al escuchar la voz de su padre, su sonrisa ensanchándose aún más.

—¡Papá! ¡Hola! Sí, hoy es un día increíble. No te imaginas lo feliz que estoy.

Hiroaki se acercó, dejándose caer en el sofá mientras observaba a su hijo.

—¿Y a qué se debe tanta felicidad? —preguntó con curiosidad.

Takeru dejó lo que estaba haciendo y se sentó al lado de su padre, la emoción brillando en sus ojos.

—Le pedí a Hikari que fuera mi novia y ella dijo que sí —anunció con entusiasmo.

La expresión de Hiroaki cambió de curiosidad a preocupación en un instante. Se enderezó en el sofá, mirándolo con seriedad.

—¿Hikari?—Preguntó el castaño— ¿Te refieres a esa chica con la cual has estado saliendo el último tiempo?

El rubio asintió.

—¿Estás loco?— Cuestionó Hiroaki— ¿Novio? ¿Con esa chica?

—Sí...—Respondió el oji-azul— ¿Algún problema?

El Ishida negó desilusionado—Entiendo que luego de tu separación con Catherine quedaste triste, pero nunca pensé que, por despecho estarías con cualquier chica que se te cruzara.

—¿Cualquier?— Preguntó Takeru— Hikari no es cualquier chica. Ella es especial.

—¿Especial?— Cuestionó Hiroaki—¿Dijiste especial?

El rubio asintió.

—Pero ¡que idiotez!— Exclamó el mayor— No me digas que esta relación va enserio.

—¿Por qué no lo iría?

—Pensé que era un juego.

—No lo es.

¿Qué?

Esto preocupó al mayor.

—¡Estás loco!—Musitó Hiroaki— Esto no puede ir enserio, Takeru, esa chica es una pobretona. No tiene nuestra clase.

—No la conoces.

—No necesito conocerla, su apariencia habla por sí misma.—Comentó Hiroaki.

—Hablas como mi tía Satomi.

Hiroaki tuvo intenciones de responder, no obstante, antes de hablar su móvil sonó.

—Permiso...—Se levantó— Debo contestar.— Se alejó.


Haruna, después de asegurarse de que Rika estuviera cómodamente instalada en una de las habitaciones de su casa, se dirigió a la sala de estar y sacó su teléfono. Sabía que tenía que informar a Yamato, aunque la conversación no sería fácil.

Tomó una respiración profunda y marcó el número de Yamato. El teléfono sonó varias veces antes de que él contestara.

—¿Haruna? —La voz de Yamato sonaba tensa y preocupada—. ¿Por qué me llamas? ¿Ha pasado algo?

—Yamato, quiero que sepas que Rika está aquí, en mi casa —dijo Haruna, tratando de mantener su tono calmado y tranquilizador—. Tuvo un pequeño accidente, pero está bien. Solo necesita descansar.

Hubo un silencio breve al otro lado de la línea antes de que Yamato hablara de nuevo, su voz cargada de ansiedad.

—Voy para allá. Necesito ver a mi hija.

Haruna cerró los ojos un momento, preparándose para su respuesta.

—Yamato, no creo que sea lo mejor en este momento. Rika está muy alterada y necesita calmarse. Y tú también necesitas calmarte.

—¡Pero es mi hija! —exclamó Yamato—. Estoy muy preocupado por ella. Tengo que asegurarme de que esté bien.

—Lo entiendo, Yamato, de verdad lo entiendo —respondió Haruna, manteniendo su voz suave—. Pero si vienes ahora, podrías empeorar las cosas. Rika necesita un poco de espacio para procesar lo que ha pasado. Te prometo que está segura aquí.

Yamato respiró hondo, tratando de contener su frustración y preocupación.

—Es una edad difícil para ella, Yamato. Está pasando por muchas cosas y necesita tiempo para entenderlo. Estaré aquí para ayudarla a pasar por esto, pero también necesita que tú confíes en que está bien y que no va a pasarle nada malo mientras esté conmigo.

Hubo otro largo silencio antes de que Yamato hablara de nuevo, su voz un poco más calmada.

—Está bien, Haruna. Confío en ti. Solo... por favor, cuida de ella. Y dime si hay algún cambio.

—Lo haré, Yamato. Te prometo que la cuidaré. Estará bien.

—Gracias, Haruna —dijo Yamato, su voz suavizándose un poco más—. Por favor, mantenme informado.

—Lo haré. No te preocupes. Te llamaré si hay alguna novedad.

Haruna colgó el teléfono, sintiendo una mezcla de alivio y responsabilidad. Sabía que cuidar de Rika no sería fácil, pero también sabía que era lo correcto. Con una última mirada a la puerta de la habitación de Rika, se dirigió a la cocina para preparar algo de comer, esperando que un poco de comida y descanso ayudaran a la joven a sentirse mejor.


~Al día siguiente~


El amanecer trajo consigo una luz suave que se filtraba por las cortinas de la habitación de invitados en la residencia de los Izumi. Rika abrió los ojos lentamente, aún sintiendo el peso de las emociones del día anterior. Había buscado refugio en casa de Haruna después de la intensa confrontación con su padre, y aunque el ambiente allí era cálido y acogedor, su mente seguía agitada.

Decidió levantarse y dirigirse al comedor, guiada por el aroma tentador del desayuno que llenaba la casa.

El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando Rika bajó las escaleras de la casa de Haruna. La luz matinal llenaba la cocina, donde Haruna ya estaba preparando el desayuno. El aroma del café recién hecho y el pan tostado llenaba el aire, creando una atmósfera cálida y tranquila.

—Buenos días —dijo Haruna con una sonrisa suave cuando Rika entró en la cocina.

—Buenos días.—Respondió la pelirroja— Disculpe, sentí el olor y decidí bajar, tal vez debí quedarme en...

—¡No te preocupes!— Exclamó la castaña—Justo te iba a ir a buscar para desayunar ¡Ven! Toma asiento.

Rika se sentó en la mesa, aceptando la taza de café que Haruna le ofrecía. Tomó un sorbo, sintiendo el calor reconfortante del líquido.

—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Haruna, mirándola con preocupación.

Rika hizo una pausa antes de responder, sus ojos aún reflejando el dolor y la confusión de los días anteriores.

—Me siento mejor —dijo finalmente, aunque su tono indicaba que todavía estaba luchando por encontrar equilibrio.

Haruna asintió, entendiendo que el proceso de curación llevaría tiempo. Sabía que Rika había pasado por mucho, y lo último que quería era presionarla, pero también sabía que debía ayudarla a encontrar su camino de vuelta.

Durante unos minutos, el sonido de los cubiertos y las tazas fue lo único que llenó el espacio. Sin embargo, la preocupación era palpable en el aire. Finalmente, Haruna decidió abordar el tema que todos tenían en mente.

—Querida, disculpa que te tome este tema tan temprano en la mañana, pero creo que lo más prudente es que hables con tus padres —sugirió Haruna con suavidad— Y aclaren las cosas.

Rika bajó la mirada, jugueteando con la taza en sus manos.

—No tengo ánimos para eso —admitió—. Después de la cachetada que me dio, no quiero volver a ver a mi padre.

Haruna suspiró, sintiendo la tensión en las palabras de Rika. Aunque no podía imaginar el dolor de Rika, entendía su renuencia.

—Lo entiendo, Rika —respondió Haruna, su voz llena de compasión—. Pero eventualmente tendrás que enfrentarlo. Por ahora, solo toma el tiempo que necesites.

Rika asintió levemente, agradecida por la comprensión de Haruna. Tomó otro sorbo de café, dejando que el silencio se asentara entre ellas.

Después de un momento, Haruna habló de nuevo, con un tono más suave.

—Debes ir a la preparatoria —declaró, cambiando de tema de manera deliberada.

Rika negó con la cabeza, su voz cargada de cansancio.

—No quiero ir.

Haruna la miró con una mezcla de ternura y firmeza. Sabía que Rika necesitaba algo de normalidad en su vida, algo que la mantuviera conectada con el mundo exterior.

—Entiendo que no quieras, pero es importante que continúes con tu vida, Rika. La escuela puede ayudarte a distraerte un poco.

Rika suspiró, sintiéndose abrumada por la idea de volver a la rutina diaria. Sabía que Haruna tenía razón, pero no podía evitar sentir que todo estaba fuera de control.

—Necesito pensar —comentó la hija de Yamato, intentando encontrar una solución que no le causara más angustia.

Haruna asintió con comprensión.

—Está bien —accedió la oji-miel—. Si necesitas algo, no dudes en llamar a las sirvientas, a mi ahijada Akari, Koushiro o a mí por celular.

La pelirroja asintió, agradecida por el apoyo incondicional de Haruna. Aunque no estaba lista para enfrentar el mundo exterior, al menos sabía que no estaba sola en su lucha.

El día avanzaba lentamente, pero el dolor en el corazón de Rika no desaparecía tan fácilmente. Sin embargo, con el tiempo, y con personas como Haruna a su lado, tal vez encontraría la fuerza para sanar y seguir adelante.


Takuya se frotaba los ojos, tratando de mantenerlos abiertos mientras descendía lentamente por el ascensor de su edificio. El zumbido suave de los motores y la música ambiental apenas lograban mantenerlo despierto. Odiaba las mañanas. Trabajar tan temprano no era lo suyo, y su cuerpo lo dejaba en claro a cada segundo.

Con un suspiro pesado, se recargó en la pared del ascensor y cerró los ojos por un momento, intentando despejar su mente. Había leído en algún lugar que la meditación podía ayudar a comenzar el día con energía, así que decidió darle una oportunidad. Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire fresco, y se enfocó en su objetivo primordial: ganar dinero.

En su mente, imaginó un flujo constante de billetes y monedas cayendo como una cascada en sus manos, una lluvia dorada que lo envolvía en abundancia. Visualizó una vida donde no tenía que preocuparse por el trabajo matutino, donde su cuenta bancaria crecía exponencialmente. Sí, era mucho pedir, pero debía ser positivo en la vida.

No amaba el dinero, pero sí quería proyectarse y pensar en qué hacer con él, quería inventir todo en una casa para vivir con Hikari y en su carrera musical.

A medida que la meditación continuaba, sintió una extraña paz interior. Su respiración se hizo más lenta, su corazón más tranquilo. "Yo puedo", se repetía mentalmente, sintiendo como ese pensamiento positivo comenzaba a darle una sensación de control sobre su vida.

El sonido del timbre del ascensor anunciando su llegada al primer piso lo sacó de su trance. Abrió los ojos lentamente, sintiendo que tal vez esa pequeña meditación no había sido tan mala después de todo. Con una última respiración profunda, se preparó para enfrentar el día.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Takuya salió al vestíbulo del edificio, un poco más despejado pero aún somnoliento. Sin embargo, lo que vio al salir lo despertó de golpe.

Allí, estacionado justo enfrente del edificio, había un deportivo azul que reconoció al instante. Era inconfundible: el auto de Kouji. Takuya se detuvo en seco, sintiendo una punzada de preocupación en su pecho.

Antes de que pudiera reaccionar, la puerta del deportivo se abrió, y Kouji bajó del auto con una expresión que irradiaba pura ira.

—¿Qué te dije de acercarte a mi novia? —gritó el oji-azul, su voz cargada de furia mientras avanzaba hacia Takuya.

—¿Perdón? ¿Quién rayos te crees que eres para pedirme explicaciones?— Cuestionó Takuya— Ni Izumi, ni yo debemos pedirte autorización para acercarnos.

Kouji se detuvo en seco, su mandíbula apretada, y lo miró con los ojos entrecerrados, como si estuviera calculando su siguiente movimiento. La tensión entre ambos se hizo palpable, como una cuerda tensada a punto de romperse.

—¡Soy su novio!— Exclamó— Tengo todo el derecho.

—Claro que no.

—¿De verdad crees que puedes meterte con mi novia y salirte con la tuya? —respondió Kouji, dando un paso más hacia Takuya, sus puños apretados—. Izumi y yo estamos juntos, y no quiero verte rondando cerca de ella.

Takuya levantó la barbilla, rehusándose a retroceder. —Te equivocas, Kouji. Izumi y yo somos amigos. No necesito tu permiso para hablar con ella.

—Amigos. Si ¿cómo no?— Exclamó el Minamoto— Y por eso ¡se besaron!

¿Qué?

¡Oh no! Ya lo sabía.

—¡Fue sin querer!

—¡Tú bien sabes que no!— Exclamó el oji-azul.

—¡No me grites!— Takuya alzó la voz—Muy novio de Zoe puedes ser, pero a mi me respetas, no te permitiré que me hables así.

Kouji, incapaz de controlar su enojo, agarró a Takuya por la camisa, acercándolo hacia él. —Te lo advierto, Takuya. Mantente alejado.

—¡Hey, suéltame! —exclamó Takuya, sacudiéndose para liberarse, antes de empujar a Kouji con fuerza.

Kouji, fuera de sí, respondió al instante, devolviendo el empujón con más fuerza. El ambiente se volvió explosivo, y lo que empezó como una confrontación verbal rápidamente escaló a algo más físico. En un abrir y cerrar de ojos, los dos se enzarzaron en una pelea a empujones que pronto se convirtió en una tormenta de golpes.

Cada uno trataba de imponerse sobre el otro, golpeando y esquivando con una furia desatada. Kouji logró conectar un puñetazo en el costado de Takuya, quien contraatacó con un golpe directo al rostro de Kouji. Ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.

Justo en ese minuto (como si se hubiesen sincronizado) un auto verde se estacionó en el estacionamiento y de él descendió Takeru, en paralelo a esto, la puerta del edificio se abrió y frente a ellos apareció Hikari.

—Pero ¿qué rayos está ocurriendo aquí?— Preguntó el rubio.

Takeru e Hikari intercambiaron miradas y rápidamente se acercaron a los dos chicos para separarlos de su pelea.

—Hey, chicos deténganse.— Exclamó Takeru.

—Takuya, Kouji basta.— Esta vez habló Hikari preocupada.

Pero, todo grito o palabra fue inútil ya que los dos continuaron con su pelea.

Tk se acercó a los dos y a pesar de que estos dos se estaban dando con toda la fuerza de puño y energías pudo interponerse en medio— ¡Basta!— Exclamó—¡Suéltense!—El rubio gritó molesto mientras los separaba dandole un empujón a cada uno, Hikari a Takuya y Tk a Kouji.

—Tranquilo, Takuya.— Kari le habló a su primo.

—Kouji, detente.— Takeru le habló a su amigo.

—No.— Respondieron ambos a coro prácticamente.

Tk hizo una mueca— Pero ¿qué rayos les pasa?— Preguntó.

—No te metas Takeru.— Habló Kouji molesto mientras observaba con ira al moreno.

—¿Cómo quieres que no me meta?— Preguntó el Tk— Es lógico que me voy a preocupar si los encuentro violentando contra el otro.

—No es tema tuyo.— Takuya tomó la palabra molesto.

—Pero sí mío primo.— Respondió Hikari— Dime, Takuya ¿por qué estás actuando así?

—Pregúntale mejor a este idiota, que viene a recriminarme cosas sin sentido.— Contestó el moreno.

—No es algo sin sentido.— Regañó Kouji— Es simplemente la verdad.

—Claro que no.— Contestó Takuya— Ves cosas donde no las hay.

—Sí ¿Cómo no?— Preguntó el Minamoto— Tú bien sabes que es verdad ¡Por algo la besaste!

—¡Fue un accidente!— Exclamó el moreno.

—¡Como sea!— Gritó Kouji—Quiero que te mantengas lejos de Izumi.

Takuya negó: —Tú no eres quién para prohibírmelo.

—¡Claro que sí!— Respondió Kouji—Soy su novio.

—Pero no su dueño.— Contestó Takuya— Ella puede terminar contigo cuando quiera.

—Créeme, no lo hará, ella me quiere.

—Si estás tan seguro de eso entonces ¿por qué me vienes a fastidiar?

—Porque no soporto tu insistencia hacia ella.— Respondió el Minamoto.

—¡No soy insistente!— Habló el moreno.

—¡Ya basta!— Gritó Takeru.

—Takuya, deja de discutir con este tipo, y entra al edificio.—Rogó Hikari.

—Él es quien discute conmigo —replicó Takuya, frustrado, lanzándole una mirada a Kouji.

Kouji lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera decir algo más, Takeru intervino de nuevo, dando un paso adelante.

—Esto no lleva a ninguna parte —dijo Takeru, su tono más firme— Kouji, déjalo en paz. Tú siempre has sido sensato, por favor. Reacciona.—Rogó.

Hikari asintió, apoyando a Takeru. —Takuya, por favor, no empeores las cosas. Entramos al edificio y lo dejamos así.

Takuya suspiró, tratando de controlar su enojo. Sabía que Hikari y Takeru tenían razón, pero no podía evitar sentirse irritado por la actitud de Kouji.

—Está bien, me voy.—dijo finalmente, levantando las manos en señal de rendición.

—Esto no ha terminado, Takuya.—Gritó Kouji.

—No, esto recién empieza.—Respondió el moreno.

Hikari simplemente jaló a su primo y los dos entraron al edificio.

Kouji apretó los dientes, su expresión aún llena de ira, pero Takeru lo tomó por el brazo, alejándolo de Takuya antes de que la situación se descontrolara más.

—Vamos, Kouji —insistió Takeru— No vale la pena.

Kouji lanzó una última mirada envenenada hacia Takuya antes de dar media vuelta y regresar a su auto, claramente frustrado pero dispuesto a retirarse... por ahora.

Takuya observó cómo se alejaba, sintiendo el calor de la adrenalina aún corriendo por sus venas. Hikari colocó una mano en su hombro, tratando de calmarlo.


Haruna se encontraba en su habitación, terminando de arreglarse para salir. Mientras se ponía los últimos toques de maquillaje, su teléfono comenzó a sonar sobre la mesita. Frunció el ceño, sorprendida al ver el nombre de Yamato en la pantalla.

"¿Qué ocurría ahora?" pensó, antes de tomar la llamada.

—Hola.

—Buenos días Haruna.

—Buenos días Yamato.—Respondió—¿Por qué me llamas? ¿ocurre algo?—preguntó, intentando mantener la calma en su voz.

—Estoy afuera de tu casa —contestó él, su tono serio, casi urgente— Vengo a ver a mi hija.

—¿Vienes a ver a Rika?— Preguntó la castaña alarmada.

—Si ¿puedo pasar?

—¿e?—Balbuceo la castaña—N-no creo que sea lo mejor.—Musitó— Espérame unos segundos iré a verte.

Colgó el teléfono, sintiendo una mezcla de curiosidad y preocupación. No quería que Yamato y Rika se viesen, no quería presenciar una pelea, al contrario, quería que todo estuviese tranquilo y para eso, no debían encontrarse. Haruna se apresuró a terminar de arreglarse y salió de la casa, cerrando la puerta detrás de ella. Caminó por el largo ante jardín, literalmente corriendo, algo que odiaba hacer (nunca fue buena para la actividad física) cuando llegó al portón le pidió al guardia que abriera y fue así que al abrir se encontró frente a frente con Yamato, apoyado contra su auto, con los brazos cruzados y una expresión tensa en el rostro. Haruna se acercó, sus tacones resonando en el pavimento.

—Yamato...—preguntó Haruna, preocupada.

—Buenos días.—Contestó— Siento llegar de improviso, pero necesito hablar con Rika —respondió él con voz firme, casi suplicante— Sé que está aquí. Quiero asegurarme de que esté bien.

Haruna suspiró, cruzando los brazos con una expresión de compasión y preocupación. —Yamato, disculpa pero, no es lo mejor en este momento. Rika necesita tiempo para calmarse, y tú también.

—No entiendo cómo puedes pedirme que me aleje de mi hija —replicó Yamato, su voz quebrándose ligeramente—. Todo lo que quiero es arreglar las cosas, hablar con ella, hacerle entender que... que todo lo que hago es por su bien.

Haruna lo miró con tristeza, sintiendo el peso de su desesperación. —Lo sé, Yamato. Pero si vas a hablar con ella ahora, en el estado en el que ambos están, solo empeorará las cosas.

Yamato se pasó una mano por el cabello, su frustración evidente. —No puedo simplemente quedarme sin hacer nada. No puedo soportar la idea de que mi hija piense que soy el villano en su vida. Sé que cometí errores, que le fallé, pero... —Su voz se apagó, y por un momento, todo el peso de la situación pareció caer sobre él—. No sé cómo manejar esto, Haruna. La estoy perdiendo, y no sé cómo detenerlo.

Haruna lo observó en silencio, viendo cómo la armadura que Yamato siempre había llevado con orgullo comenzaba a resquebrajarse. Sus hombros estaban caídos, y sus ojos, normalmente llenos de determinación, estaban cargados de una tristeza profunda.

—Yamato —comenzó ella con suavidad—, entiendo que te sientas así. Es difícil cuando los hijos empiezan a tomar sus propias decisiones, especialmente cuando esas decisiones nos asustan. Pero presionarla no hará que se acerque más a ti. Rika necesita espacio para procesar todo lo que está pasando.

Yamato apretó los puños, como si estuviera luchando contra la idea de rendirse. —¿Y si la pierdo para siempre? ¿Y si todo lo que he hecho la aleja de mí para siempre?

Haruna dio un paso hacia él, colocando una mano reconfortante en su hombro. —No la perderás, Yamato. Pero debes darle tiempo. Lo que necesita ahora no es que la obligues a entender tu punto de vista, sino que la dejes sentir que tiene el control de su vida, aunque sea un poco. Después de todo, sigue siendo tu hija, y el amor que le tienes es lo que, al final, la hará regresar a ti.

Yamato cerró los ojos por un momento, dejando que las palabras de Haruna calmaran su mente caótica. Cuando los abrió de nuevo, su mirada era menos feroz, más vulnerable.

—¿Qué debo hacer, entonces? —preguntó, su voz un susurro lleno de incertidumbre.

—Lo que puedes hacer ahora es demostrarle que estás ahí para ella, que no importa cuánto se aleje, siempre estarás esperándola con los brazos abiertos —respondió Haruna—. Y eso empieza por dejarla respirar un poco, por confiar en que ella también encontrará el camino de regreso a ti.

Yamato asintió lentamente, aunque todavía con reticencia. —No es fácil.

—No lo es —admitió Haruna—. Pero a veces, lo más difícil es lo más necesario.

Yamato tomó un respiro profundo, intentando aceptar la realidad. —Gracias, Haruna. No sé qué haría sin tu apoyo.

—Para eso estoy —dijo ella con una sonrisa—. Ve a casa, Yamato. Deja que Rika tenga su espacio, y confía en que todo se resolverá a su debido tiempo.

Yamato asintió, finalmente rindiéndose a la sabiduría de sus palabras. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta, aunque cada paso le parecía más pesado que el anterior. Justo antes de salir, se detuvo y miró a Haruna una vez más.

—Dile que la amo, Haruna. Por favor.

—Se lo diré —respondió ella con suavidad—. Y lo sabe, Yamato. Créeme, lo sabe.

Yamato asintió y, sin decir nada más, salió de la casa, dejando a Haruna con la esperanza de que sus palabras lo guiaran hacia un mejor camino con su hija.

Mimi suspiró al ver como Yamato se alejaba. Debía admitir que esta situación le traía muchos sentimientos que no esperaba tener. Siempre quiso ver a Yamato destruido e implorando. Pero por algún razón verlo así le causaba cierto remordimiento.

¡Un minuto!

Movió su cabeza intentando alejar esos pensamientos insignificantes de su cabeza.

¡Bip, bip!

Justo en ese minuto su móvil sonó.

Era Sora.


Hikari estaba en la sala principal de su departamento, limpiando las heridas de Takuya con movimientos rápidos pero cuidadosos. La sala estaba silenciosa, salvo por el sonido de su respiración y el ocasional suspiro de dolor de Takuya. El chico tenía un ojo morado y un labio partido, cortesía de la reciente pelea con Kouji.

—¿Por qué tienes que ser tan imprudente, Takuya? —regañó Hikari, su tono mezclando enojo y preocupación—¡No puedes andar peleando con todo el mundo!

—Hikari, te lo juro, no fue mi culpa —se defendió Takuya, haciendo una mueca de dolor cuando ella aplicó desinfectante en uno de los cortes—. Kouji apareció de la nada y me golpeó. Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar.

Hikari apretó los labios, tratando de controlar su enojo. —Deberías mantenerte lejos de Izumi. Esto está pasando porque Kouji cree que te estás metiendo en su relación.

Takuya levantó las manos en señal de inocencia, aunque el movimiento le hizo doler el brazo. —No estoy intentando involucrarme en su relación, Hikari. ¡El beso fue un accidente! No tenía ninguna intención de hacerlo.

—Sé que fue un accidente. Aun así no estuvo bien.

—¡Lo sé! No soy mala persona Hikari, tú me conoces, jamás buscaría arruinar una relación.

Hikari lo miró, su expresión suavizándose un poco ante la sinceridad en los ojos de Takuya. —Sé que no eres una mala persona, Takuya, pero necesitas ser más cuidadoso. Estas cosas pueden salir muy mal.

—Lo sé, lo sé —respondió Takuya, suspirando—. La última cosa que quiero es causar problemas. Solo quiero que las cosas vuelvan a ser normales.

Hikari terminó de vendar una de las heridas y se quedó en silencio por un momento, tratando de calmarse. —Solo... ten más cuidado, ¿sí?

—Lo prometo —dijo Takuya, tratando de sonreír a pesar del dolor.

—Eso espero.—Comentó la chica— Ahora deja de moverte y déjame terminar de curarte.


—¿Qué demonios te pasa, Kouji? —lo regañó—. Sabes que pelearse con Takuya no va a solucionar nada.

Kouji apretó los puños, aún enfadado. —Tengo mis razones para hacerlo, Takeru. Ese tipo no entiende cuándo retroceder.

Takeru suspiró, frustrado. —Los celos no son una excusa para armar un escándalo. Si estás seguro de tu relación con Izumi, no deberías reaccionar así.

Kouji se detuvo y lo miró fijamente, la ira aún ardiendo en sus ojos. —Esto no es solo celos, Takeru. Hay algo más.

Takeru arqueó una ceja, intrigado. —¿A qué te refieres?

Kouji dudó por un instante, pero luego decidió soltar la verdad. —Izumi me dijo que se besó con Takuya.

La sorpresa se reflejó en el rostro de Takeru. —¿Qué?

—Lo que escuchaste.—Respondió Kouji— Izumi se besó con Takuya.

—¡No digas estupideces!—Exclamó el rubio— Mi sobrina jamás haría eso.

—¡Lo hizo!— Exclamó el Minamoto—Ella misma me lo confirmó.

Takeru negó: —N-no...—Musitó—Eso no puede ser.


Sora y Haruna se encontraban en una pequeña cafetería, sentadas en una mesa cerca de la ventana. El ambiente era tranquilo, con el suave murmullo de las conversaciones de fondo y el aroma a café recién hecho llenando el aire. Sora, con una expresión de cansancio en su rostro, sostenía una taza entre sus manos, mientras Haruna la observaba con preocupación.

—Me da tanta vergüenza que estés viendo todos mis problemas —comenzó Sora, mirando fijamente el contenido de su taza—. Siento como si mi vida se estuviera desmoronando, y tú estás aquí, viéndome en mis peores momentos.

Haruna negó suavemente, esbozando una sonrisa comprensiva.

—No tienes por qué sentirte así, Sora. Todos pasamos por momentos difíciles, y no hay nada de malo en necesitar apoyo.

—Sí, pero tú eres nueva y venías con el ánimo de hacer negocios con nosotros.—Comentó la pelirroja— No tener que soportar los actos, horribles de mi familia. No salimos de una cuando ya estamos en otra.

—Esas cosas suceden.—Comentó la oji-miel—Estoy aquí porque me importa lo que te está pasando, y quiero que sepas que, estoy para ayudarte en lo que pueda.

Sora suspiró, sintiéndose un poco más aliviada por las palabras de Haruna, pero el dolor en su pecho no desaparecía.

—Es bastante complicada esta situación ¿sabes?—Comentó—...lo de Rika me está matando. La situación se ha salido completamente de control, y no sé qué más hacer. Nunca imaginé que las cosas llegarían a este punto. Verla sufrir así… me rompe el corazón.

Haruna alcanzó la mano de Sora y la sostuvo con ternura.

—Es natural que te sientas así. Rika es tu hija, y verla en esta situación debe ser lo más difícil que has enfrentado.

—Los adolescentes son difíciles.—Comentó Sora— Pero ni Izumi ni Nene tuvieron una adolescencia tan difícil como Rika.

—Eso ocurre, los hermanos son diferentes entre sí, era de esperarse que la adolescencia de Rika sería diferente.

—Pero nunca pensé que tanto.—Habló la pelirroja— Pareciera que nos odia.

—No los odia.—Respondió la mujer Anderson— Simplemente está enojada. Pero no quita su amor por ustedes.

—Algunas veces pienso que sí.—Contestó la Takenouchi—Y eso me debilita.

—Es lógico sentirse así, querida.—Haruna musitó— Pero recuerda, Sora, que ella te necesita fuerte. Incluso si ella no lo demuestra, tú eres su refugio, su guía. No estás sola en esto.

Sora asintió lentamente, apretando la mano de Haruna.

—Sé que tienes razón… pero me siento tan impotente. Como si todo lo que intentara hacer solo empeorara las cosas. Y ahora… después de todo lo que ha pasado, no sé cómo recuperar la relación que teníamos.

Haruna la miró con una mezcla de compasión y determinación.

—Lo que Rika está pasando es difícil, pero es importante que ella sepa que estás allí para ella, incondicionalmente. A veces, los jóvenes pasan por momentos oscuros, y lo único que realmente necesitan es saber que no están solos. Aunque ahora no lo parezca, tu presencia y apoyo harán una gran diferencia.

Sora bajó la mirada, asintiendo con tristeza.

—Tienes razón. Solo me duele tanto verla así, tan perdida… y saber que parte de eso es culpa mía. Si hubiera manejado las cosas de otra manera…

—No puedes culparte por todo, Sora —interrumpió Haruna suavemente—. Estás haciendo lo mejor que puedes con las herramientas que tienes. Nadie es perfecto, y todos cometemos errores. Lo importante es cómo decides avanzar desde aquí. Rika te necesita, incluso si ahora no puede expresarlo.

Sora tomó un sorbo de su café, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de Haruna.

—Gracias, Haruna. Realmente necesitaba escuchar eso. A veces es difícil mantener la perspectiva cuando estás en medio de la tormenta.

Haruna sonrió, dándole un apretón a la mano de Sora antes de soltarla.

—Es lo que hacen los amigos, Sora. Estoy aquí para ti, y estoy segura de que, con el tiempo, las cosas mejorarán. Rika es fuerte, y con una madre como tú a su lado, saldrá adelante.

Sora finalmente esbozó una pequeña sonrisa, sintiendo una chispa de esperanza encenderse dentro de ella.

—Haré todo lo que esté a mi alcance para estar allí para ella. No puedo rendirme ahora.

Haruna asintió con aprobación.

—Y no lo harás. Eres más fuerte de lo que crees, y Rika también lo es. Confía en eso, Sora.


Toshiko caminaba por los pasillos de la oficina con pasos firmes, su expresión era un reflejo de la frustración que sentía. Cuando llegó a la puerta de la oficina de Kousei, ni siquiera se molestó en tocar; simplemente entró, cerrando la puerta detrás de ella con un movimiento decidido. Kousei, que estaba revisando unos documentos, levantó la vista con una leve sorpresa al verla.

—¿Qué ocurre, Toshiko? —preguntó Kousei, notando la tensión en el aire.

—Tenemos un problema —respondió Toshiko, sin rodeos—. Satomi ha estado insistiendo en participar en la campaña. No deja de meterse en esto, y si sigue así, pronto querrá saber más de lo que le conviene.

Kousei frunció el ceño, apoyando los codos en el escritorio mientras entrelazaba las manos.

—No tiene importancia —dijo, tratando de restarle peso al asunto—. Sabes que ella se cansa rápido de estas cosas. En un par de semanas, se aburrirá y volverá a sus hobbies habituales.

Toshiko bufó, cruzando los brazos sobre el pecho.

—No seas ingenuo, Kousei. Esta vez es diferente. Satomi está más decidida que nunca, y si llega a participar de verdad, se dará cuenta de lo que estamos haciendo con su dinero. No podemos permitir que eso suceda.

Kousei exhaló pesadamente, consciente de que Toshiko tenía razón. La situación con Satomi se estaba complicando más de lo que había previsto, y si ella descubría el manejo que estaban haciendo de sus fondos, las consecuencias podrían ser desastrosas.

—No estoy de acuerdo con que participe —admitió Kousei— Pero si le negamos la participación abiertamente, solo despertará más sospechas. Tiene que haber una forma de desviar su atención, hacer que pierda interés sin levantar alarmas.

—¿Y cuál es tu brillante idea? —replicó Toshiko, arqueando una ceja con escepticismo—. Porque hasta ahora, parece que subestimaste la situación.

Kousei apretó los labios, pensando en las opciones. Era consciente de lo peligroso que sería para ambos si Satomi descubría cómo se estaban aprovechando de su dinero para sus propios fines. No solo pondría en riesgo su relación, sino también todo lo que habían construido en las sombras.

—Podemos intentar saturarla de tareas irrelevantes, algo que la mantenga ocupada pero fuera del alcance de las decisiones importantes —propuso Kousei—. Haré que le asignen responsabilidades que parecen cruciales, pero que realmente no tienen impacto en la campaña. Así, pensará que está involucrada sin estarlo realmente.

Toshiko lo observó con una mezcla de aprobación y escepticismo.

—Es un buen comienzo, pero no será suficiente si sigue insistiendo. Tendremos que estar atentos y asegurarnos de que no se le escape nada. Y si es necesario, encontraremos una forma de distraerla completamente. Quizás un viaje, o alguna nueva afición que la mantenga fuera de la oficina por un tiempo.

Kousei asintió, reconociendo la urgencia de la situación.

—Haré lo que sea necesario para que no interfiera más. No podemos arriesgarlo todo ahora.

Toshiko se relajó un poco, pero la preocupación seguía en su mirada.

—Más te vale que funcione, Kousei. No puedo permitir que algo tan insignificante como los caprichos de Satomi nos arruine.

Kousei la miró con determinación.

—No lo hará. Te lo aseguro.

Toshiko asintió una vez, más tranquila pero aún vigilante. Confiaba en la capacidad de Kousei para manejar la situación, pero sabía que no podían bajar la guardia ni por un segundo. Ambos compartían el mismo temor, y sabían que cualquier error podría costarles caro.

Toshiko se acercó un poco más al escritorio, apoyando las manos en el borde mientras inclinaba su cuerpo hacia Kousei. Había algo en la forma en que lo miraba, una chispa en sus ojos que hacía que la tensión en la habitación cambiara de naturaleza. Kousei lo notó y, por un momento, se permitió bajar la guardia.

—Sabes, Kousei —dijo Toshiko en un tono más suave, casi susurrante—, siempre he admirado tu capacidad para manejar las situaciones más complicadas. Eres un hombre con muchos recursos... y eso es algo que encuentro bastante atractivo.

Kousei sonrió, dejando que el elogio penetrara.

—Y tú, Toshiko, eres una mujer que sabe lo que quiere y cómo obtenerlo. Eso es algo que siempre he respetado... y, si soy sincero, algo más.

Toshiko se inclinó aún más cerca, su rostro a pocos centímetros del de Kousei.

—Entonces, parece que estamos en sintonía, ¿no? —murmuró ella, su aliento acariciando la piel de Kousei.

Kousei dejó escapar un suspiro, disfrutando del juego que ambos estaban creando. La atracción entre ellos siempre había estado presente, latente bajo la superficie de sus interacciones profesionales. Y ahora, en ese momento de complicidad, estaba saliendo a la luz.

—Parece que sí —respondió Kousei, su voz también reducida a un susurro.

Sin pensarlo dos veces, Toshiko se inclinó más y presionó sus labios contra los de Kousei. El beso fue rápido al principio, pero en segundos se intensificó. Kousei rodeó su cintura con un brazo, atrayéndola más cerca, mientras ella enredaba los dedos en su cabello, profundizando el beso con una pasión contenida durante demasiado tiempo.

Pero justo cuando la intensidad del momento crecía, la puerta de la oficina se abrió de golpe, y una figura se quedó paralizada en el umbral.

—¿Qué... qué está pasando aquí? —La voz de Satomi cortó el aire como un cuchillo.

Toshiko y Kousei se separaron bruscamente, girando hacia la puerta. La sorpresa y el pánico se reflejaron en sus rostros mientras veían a Satomi, su esposa, parada allí, con una expresión de horror y traición pintada en su rostro.


Yamato esperaba pacientemente fuera de la oficina, el reloj en la pared marcaba el tiempo con un tic-tac que resonaba en el pasillo. Ambos estaban listos para comenzar la reunión, pero la falta de puntualidad de sus compañeras de trabajo empezaba a incomodar a Yamato. Dentro de la oficina, Kiriha se encontraba esperando al generante de la empresa y a las dos mujeres castaña, estaba bastante irritado por impuntualidad, observaba a su alrededor con los brazos cruzados.

Luego de minutos de espera.

Finalmente, la figura de Nene apareció al final del pasillo. A medida que se acercaba, su rostro reflejaba cierta incomodidad. Llegó junto a ellos y ofreció una disculpa inmediata.

—Lo siento por la tardanza —dijo Nene con sinceridad—. Tuve problemas con mi auto esta mañana.

Yamato la miró con una mezcla de frustración y seriedad.

—Nene, sabes que la puntualidad es fundamental —respondió Yamato con firmeza—. Si realmente aspiras a ser la próxima gerente de esta empresa, necesitas empezar a demostrar que puedes ser responsable en todos los aspectos, incluida la puntualidad.

—Lo sé padre.—Comentó— No volverá a suceder.

—Bien...—Habló el rubio.

—Permiso.— Fue así como Nene ingresó a la oficina en donde estaba Kiriha.

Nuevamente el ascensor se escuchó y en el lugar apareció la mujer de ojos miel. Haruna llegó apresurada, con una expresión ligeramente agitada.

—Perdón por la demora —se disculpó Haruna— Tuve un inconveniente de último minuto...

Antes de que pudiera terminar su explicación, Yamato la interrumpió, aunque de manera más suave de lo que había sido con Nene.

—No necesitas explicarlo, Haruna —dijo Yamato, notando la familiaridad en la situación—. Sé que estuviste con Sora.

Haruna le dedicó una mirada agradecida por no presionarla más sobre el tema, pero el ambiente seguía tenso. Yamato asintió, dándose cuenta de que no era el momento para profundizar en asuntos personales.

—Es momento de la reunión —dijo, su tono firme pero profesional— Voy a entrar...

—¡No!— Yamato se apresuró hablar y depositó su mano en su hombro— Antes necesito hablar con usted.

—Pero la reunión...

—No es largo.—Respondió el oji-azul— Es algo corto.

—Está bien, dime qué es lo que necesitas.

Yamato tomó aire antes de hablar, consciente de que el tema era delicado.

—Debido a lo ocurrido con Rika —empezó, tratando de elegir sus palabras con cuidado—, creo que lo mejor sería que no te encargues del proyecto para Rentaro.

Haruna frunció el ceño, sorprendida por la sugerencia.

—¿No encargarme? —repitió, intentando procesar lo que acababa de escuchar—. Yamato, no es necesario mezclar lo personal con lo profesional. Estoy más que capacitada para llevar ese proyecto adelante.

Yamato levantó una mano para interrumpirla suavemente.

—No lo hago con el fin de mezclar las cosas, Haruna. Al contrario, lo hago por agradecimiento. Has hecho mucho por mi familia, especialmente por Rika, y quiero darte un respiro.

Haruna apreció la consideración en la voz de Yamato, pero su determinación no se debilitó.

—Te lo agradezco, Yamato —dijo, mirándolo a los ojos—, pero no puedo aceptar la propuesta. Quiero demostrar que soy capaz de hacer todo, de enfrentar cualquier desafío, tanto personal como profesional. No quiero que se piense que no puedo manejarlo.

Yamato la observó en silencio durante unos segundos, admirando su fuerza.

—Entiendo —dijo finalmente—. Respeto tu decisión, pero si en algún momento sientes que necesitas apoyo, no dudes en pedírmelo. Estoy aquí para ayudarte, Haruna.

Haruna asintió con una ligera sonrisa.

—Gracias, Yamato. Lo tendré en cuenta.

—Bien...—Comentó el rubio— ¿Entremos?

La castaña asintió, no obstante, no pudo si quiera entrar, ya que, su móvil sonó.

—Gracias, Yamato. Lo tendré en cuenta —dijo Haruna, esbozando una leve sonrisa.

—Bien... —comentó Yamato, suavizando su expresión—. ¿Entremos?

Haruna asintió, dispuesta a seguirlo, pero justo cuando estaban a punto de entrar a la sala de reuniones, el móvil de Haruna sonó. Ella miró la pantalla, y su rostro se tensó al ver que era una llamada de Koushiro. Dudó por un momento, pero finalmente decidió contestar.

—¿Koushiro? —respondió Haruna, tratando de mantener la calma.

—Haruna —la voz de Koushiro sonaba tensa—, Rika se ha escapado.

Haruna sintió un nudo formarse en su estómago.

—¿Qué? ¿Cómo? —preguntó en un susurro, su preocupación aumentando.

—Las cámaras la captaron saliendo de la casa hace unos minutos —explicó Koushiro—. No sabemos a dónde fue, y nadie ha podido localizarla.

El corazón de Haruna se aceleró mientras procesaba la información. Yamato, que estaba a su lado, notó el cambio en su expresión y la miró con preocupación.

—¿Qué sucede? —le preguntó, su voz firme pero con una evidente nota de alarma.

Haruna dudó, sabiendo que decirle la verdad a Yamato podría complicar las cosas aún más. No quería causarle más angustia, pero tampoco podía ocultar lo que estaba pasando.

—Lo siento, Yamato —dijo finalmente, intentando mantener la compostura— Tengo que irme. Es algo urgente.

Yamato frunció el ceño, visiblemente confundido y preocupado por la repentina urgencia de Haruna.

—¿Es por Rika? —preguntó, su tono más serio ahora.

Haruna evitó su mirada por un momento antes de asentir levemente.

—No puedo explicarte ahora —respondió—, pero requiere mi presencia.

Yamato la observó preocupado.

—Por favor, confía en mí.—Comentó la castaña— Todo estará bien.

Yamato apretó los labios, evidentemente frustrado, odiaba sentirse insuficiente cuando trataba de su hija.

—Ve —dijo— Haz lo que tengas que hacer. Y si necesitas ayuda, no dudes en llamarme.

Haruna asintió y camino hacia el ascensor.


En paralelo a esto. En la oficina, Kiriha y Nene estaban revisando los documentos que necesitaban para la reunión, pero el ambiente se tornó tenso cuando se dieron cuenta de que faltaban las facturas entregadas por Takeru.

Kiriha y Nene se encontraban ordenando sus cosas para comenzar con la reunión.

—¿Trajiste las facturas que nos entregó Takeru?— Preguntó Kiriha.

—Pensé que tú las tenías...—Comentó la castaña.

—¿Yo?— Cuestionó el rubio— Ayer te las entregué a ti.

Nene buscó en su memoria y, de repente, lo recordó. ¡Rayos! Las había dejado en una carpeta en su auto.

Sin perder un segundo, Nene se levantó de su asiento, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que no podían permitirse un error en esta reunión, especialmente no ahora que estaba demostrando su valía como potencial próxima gerente.

—Voy a buscarlas ahora mismo —dijo apresuradamente, y sin esperar una respuesta de Kiriha, salió corriendo hacia el ascensor.

Mientras corría por el pasillo, su mente se centró en una sola cosa: llegar al ascensor a tiempo. Si lo perdía, podría retrasarse aún más, y eso no era una opción.

Justo cuando el ascensor estaba a punto de cerrarse, Nene alcanzó a ver a Haruna adentro. Con un último esfuerzo, se apresuró y extendió la mano.

—¡Espera! —gritó Nene, justo antes de que las puertas se cerraran.

Haruna, que había estado distraída con sus pensamientos sobre Rika, reaccionó rápidamente, presionando el botón para mantener las puertas abiertas. Nene se deslizó dentro, respirando con dificultad.

—Gracias —dijo Nene, recuperando el aliento.

Fue así como comenzaron a bajar, no obstante, no habrá pasado más de dos segundos cuando el ascensor se comenzó a tambalear y con ellos las dos mujeres que iban dentro.

—¿Qué está pasando? —preguntó Nene con voz temblorosa, el pánico claramente visible en su rostro.

—No sé.


¡Genial!

Lo que faltaba.

¡Un temblor!

Pensó Yamato mientras el edificio se movía de un lado para otro.


Las luces en el ascensor parpadeando, Nene y Haruna se agarraban de la pared intentando no caer de repente el ascensor se detuvo bruscamente. La luz se apagó, seguido de un silencio incómodo, hizo que la tensión en el aire fuera palpable.

Nene miró a su alrededor, sus ojos comenzando a mostrar signos de pánico. Su respiración se volvió rápida y entrecortada.

—¿Qué está pasando? —preguntó con voz temblorosa, el pánico claramente visible en su rostro.

Haruna, notando el cambio en la expresión de Nene, trató de mantener la calma.

—No te preocupes, Nene —dijo con voz tranquilizadora—. Parece que el ascensor se ha detenido temporalmente. Vamos a estar bien.

Pero Nene no parecía calmarse. Sus manos temblaban y el sudor comenzó a acumularse en su frente. Su respiración se volvió cada vez más rápida, y su grito de angustia llenó el pequeño espacio del ascensor.

—¡No puedo, no puedo estar aquí! —exclamó mientras se abrazaba a sí misma, tratando de contener su pánico—¡Soy claustrofóbica!


Ante el temblor Yamato rápidamente dirigió su mirada hacia el ascensor, preocupado porque hace prácticamente cinco segundos su hija se subió en él.

¡Rayos!

Pensó al ver que el ascensor se apagaba.

¡Nene!

Rápidamente corrió hacia la puerta.

—Nene ¿estás bien?

Demoró unos segundos en escuchar respuesta.

—¡Nene! ¿Estás ahí?

—Papá aquí estoy. —Respondió Nene— Por el momento ¡Sácame!

—Tranquila todo estará bien.—Habló Yamato.

—¡Lo dudo! ¡Sácame!—Gritó la castaña.

Yamato rápidamente se dispuso a hacer algo por su hija.


—N-no…—Nene se sentó en el suelo cubriendo su cabeza entre sus brazos— Esto no…—Habló— Por favor ¡No quiero estar aquí!

La oji-miel observó sorprendida a su hija.

—¡Por favor! — La mirada de pánico de Nene era indescriptible.

Poco a poco se colocó más pálida de lo que ya era, sus ojos se oscurecieron y apretaba sus dientes con fuerza.

—Tranquila, querida, todo estará bien.

—N-no…—Intentó hablar Nene, pero se quebró— No quiero estar aquí…—Rogó— No quiero, necesito salir.

¿Por qué reaccionaba de esa manera?

De un momento a otro Nene pasó de ser fuerte a actuar como una niña pequeña.

Verla de ese modo destrozo a la oji-miel. Su corazón se apretó y un nudo en su garganta se hizo presente.

Haruna se acercó rápidamente a ella, tratando de hablarle con calma, pero Nene estaba demasiado alterada para escucharla. El pánico había tomado el control, y las palabras de Haruna parecían no llegarle.

—Nene, por favor, escucha mi voz —dijo Haruna mientras extendía los brazos hacia ella—Todo estará bien…—Susurró— Estamos bien y todo estará bien, tranquila, no dejes que el miedo te controle.

—N-no…—Habló Nene con dificultad, como si le faltara el aire— Necesito salir, por favor…

Mimi se sintió bastante alarmada al ver como su hija tambaleaba, estaba en muy mal estado, en cualquier minuto podía desmayarse. En un acto instintivo, la oji-miel abrazó a Nene con fuerza contra su pecho. La cercanía y el calor del abrazo parecían tener un efecto calmante. Poco a poco, el ritmo de la respiración de Nene comenzó a estabilizarse.

—Tranquila preciosa…—Susurró la oji-miel— Todo estará bien…—Habló— Todo estará bien.

Nene, todavía temblando, se aferró a Haruna, encontrando consuelo en el abrazo. El pánico en sus ojos comenzó a desvanecerse a medida que se aferraba a la presencia tranquilizadora de Haruna.

—Está bien, está bien —murmuró Haruna, acariciando la espalda de Nene suavemente—. Solo respira profundamente. Estoy aquí contigo.

Nene cerró los ojos, tomando respiraciones profundas mientras se acurrucaba en el abrazo de Haruna. El miedo se desvaneció lentamente, reemplazado por una sensación de seguridad y calidez.


+Dato así como en mi país (Chile) Japón es un país sismico, todos están acostumbrados a temblores o terremotos, sin embargo, eso no quita que algunas veces, las construcciones fallen.

+Capítulo largo e intenso. Agradézcanle a mi hermana que ama esta historia y me dio ánimos para continuar escribiendo.

+Me da mucha gracia ver como de amar a Kouji en la trilogía, en la cual era el chico perfecto, ahora todos lo odiamos jaja

mimato bombon kou: ¡Hola! Gracias por tus palabras y tu apoyo. Es cierto, estos días han sido bastante duros con las lluvias y los cortes. Aprecio mucho tu sentido pésame, y me alegra saber que la historia está generando tanta emoción. ¡Entiendo tu frustración con Kouji y la situación entre Takuya e Izumi! A veces los personajes tienen sus momentos complicados, pero eso es lo que hace la historia tan intensa. Y sí, la relación entre Mimi y Nene fue realmente especial, aunque Toshiko decidió arruinar el momento. ¡A veces se necesita un poco de drama para darle más sabor a la trama! Sin embargo, se vienen momentos entre Mimi y sus hijas, momentos bonitos. Espero que Mimi pueda desenmascarar a Toshiko pronto y que las cosas mejoren para todos. También deseo lo mejor para Ryo y Rika, y que puedan encontrar su felicidad sin más obstáculos. ¡Gracias por tu entusiasmo y apoyo! Un gran abrazo para ti también. 🌟

BethANDCourt: ¡Hola! Sí, finalmente una actualización y aquí está la otra, intentaré actualizar seguido. Muchas gracias por entender mi bloqueo, la verdad es que, estaba muy estresada. Todo va mejorando. Me alegra saber que te haya gustado el capítulo. Es inevitable la actitud de Sora y Yamato, sobre todo conociendo la historia previa con Ryo y Mimi, lamentablemente les queda muchas lágrimas a nuestros niños y ahora que Hiroaki lo sabe (solo diré que preparen los pañuelos) Toshiko se va a enterar también y...solo diré que prepárense para odiar personajes...Sí, Haruna tiene en sus manos a Satomi, ahora bastara darle un pequeño empujón y se empezará a destruir con Toshiko. Es un juego de poder entre Toshiko y Mimi solo una será la ganadora jajaja Me alegra mucho que estés disfrutando del desarrollo de Takuya e Izumi. Las historias de amor siempre tienen su propio ritmo y muchas sorpresas en el camino, ¿verdad? 😄 Entiendo tu entusiasmo por el futuro de los personajes y cómo se van desenvolviendo las cosas. ¡No te preocupes! Estamos trabajando duro para que todo se resuelva de la mejor manera posible. Y sobre Kouji... ¡hay muchas sorpresas por venir! Gracias por tu paciencia y por seguir con nosotros. ¡La actualización llegará pronto, y espero que te siga sorprendiendo!q