Na:

1) En el capítulo anterior Hikari le dice a Takuya "sobrino" justo en la pelea y me di cuenta que estaba mal, Hikari le tenía que decir "primo" pero eso de "sobrino" salió porque reutilicé una escena de otra historia porque estaba sin ideas para describir la pelea entre Kouji y Takuya. Lo corregí, así que, lo pueden volver a leer.

2) Takuya va a cantar y les recomiendo leer escuchando la canción se llama "Más allá de la penumbra (Remix)" de la reina del Flow 2.


REVENGE

~Capítulo 26~


Mientras tanto Ryo caminaba por la calle, envuelto en sus pensamientos. La situación con Rika y Yamato lo tenía en constante tensión. Aunque intentaba mantenerse fuerte, sabía que la situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa.

De repente, un coche negro se detuvo bruscamente a su lado, interrumpiendo sus pensamientos. Ryo se detuvo, alertado por el sonido de las puertas que se abrían de golpe. Tres hombres corpulentos salieron del coche y se acercaron a él con una mirada intimidante.

—¿Qué quieren? —preguntó Ryo, intentando mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza.

Uno de los hombres, que parecía ser el líder, se acercó más, mirándolo con desdén.

—Yamato Ishida te envía un mensaje —dijo el hombre, su voz fría y amenazante— Te advierte que te alejes de Rika. De lo contrario, las cosas se pondrán mucho peor para ti.

Ryo sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no dejó que el miedo se apoderara de él.

—No tengo intención de alejarme de ella —respondió con firmeza—. No importa lo que diga su padre.

El líder esbozó una sonrisa siniestra.

—Eso pensé —dijo— Pero parece que necesitas una pequeña lección para entenderlo.

Sin previo aviso, el hombre lanzó un puñetazo que impactó en la mandíbula de Ryo, quien retrocedió, aturdido por el golpe. Antes de que pudiera recuperarse, los otros dos hombres se abalanzaron sobre él, golpeándolo sin piedad.

Ryo intentó defenderse, lanzando algunos golpes que apenas hicieron mella en los atacantes. Estaba en clara desventaja, superado tanto en número como en fuerza. Cada golpe que recibía lo debilitaba más, hasta que finalmente cayó al suelo, incapaz de levantarse.

Uno de los hombres le dio una patada en las costillas, haciendo que Ryo gimiera de dolor. Otro lo golpeó en el rostro, dejándolo aún más aturdido. Intentó mantenerse consciente, pero su visión comenzó a nublarse por los golpes y el dolor.

El líder se inclinó sobre él, su voz resonando como un eco en la mente de Ryo.

—Este es solo el principio —dijo—. La próxima vez, será mucho peor si no te alejas de ella.

Con un último golpe en la cabeza, los hombres lo dejaron allí, inconsciente en el suelo. El coche negro arrancó y se alejó rápidamente, dejando a Ryo, solo y malherido


Después de unos minutos, el ascensor comenzó a moverse nuevamente, y Nene levantó la vista hacia Haruna, todavía un poco temblorosa pero mucho más tranquila.

La puerta se abrió en el primer piso y frente a ellas apareció Yamato, quien no dudó ni un segundo en abrazar a su hija.

—Nene.

—Papá…—Murmuró la chica de ojos exóticos.

La adrenalina y preocupación que sentía Yamato rápidamente pasó a ser alivio al abrazar a su hija.

—Estaba muy preocupado por ti.

—Pensé que no iba a salir. —Musitó Nene— Creí que moriría.

—Pero no pasó…—Comentó Yamato aliviado. Su pesadilla menos mal no se cumplió, Nene no tuvo una de esas crisis que generalmente le daba cuando nos soportaba estar mucho tiempo encerrada en un lugar pequeño.

Era extraña la situación para Nene, hace años sufría de una claustrofobia severa, por más que había intentado tratar ese problema con el psicólogo, sus padres, su tío Takeru y hermanas, nunca logró encontrar una solución. Cuando estaba encerrada prácticamente se volvía loca y terminaba desmayada, costaba un mundo controlar su presión arterial, prácticamente todo su cuerpo se alteraba.

Pero, al estar cerca de Haruna…¡Al sentir ese abrazo! Y los latidos de su corazón, todo el miedo de un momento a otro desapareció y logró sentirse…en paz.

Esa contención que obtuvo de ella fue…inesperada.

Y no porque antes tuviese contención, al contrario, siempre sus cercanos intentaban contenerla en ese tipo de momentos, pero nunca lo habían logrado, nunca su contención fue tan efectiva como la de Haruna.

¿Qué fue eso?


La puerta de la casa se cerró con un golpe seco cuando Satomi y Kousei entraron. La tensión en el aire era palpable, casi asfixiante. Satomi caminaba con pasos firmes, cada movimiento impregnado de una furia contenida que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Kousei, por otro lado, intentaba mantener la calma, aunque sabía que estaba a punto de enfrentar una tormenta.

—¡¿Cómo pudiste, Kousei?! —gritó Satomi, su voz resonando por toda la casa mientras se giraba abruptamente para enfrentarlo— ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

El rostro de Satomi estaba encendido de rabia, sus ojos llameaban con una mezcla de dolor y traición. Kousei levantó las manos en un gesto de apaciguamiento, pero apenas pudo pronunciar una palabra antes de que Satomi arremetiera contra él.

—Satomi no es lo que crees.

—¡No te atrevas a decir que no es lo que parece! —espetó, su voz cargada de veneno— ¡Lo vi todo, Kousei! ¡Te vi con Toshiko!

Satomi, incapaz de contener su enojo, tomó un jarrón del estante cercano y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la pared. El estruendo de la cerámica al romperse pareció darle un efímero alivio, pero solo fue un preludio para la tormenta de emociones que estaba por desatarse. Sin pensarlo dos veces, comenzó a tirar cualquier cosa que encontrara a su alrededor. Un portarretratos, un libro, cualquier objeto que sus manos encontraran, lo lanzaba con furia desenfrenada.

Kousei se quedó inmóvil, viendo cómo el caos se apoderaba de su hogar. Quería acercarse a ella, detenerla, explicarse, pero sabía que cualquier palabra que dijera en ese momento solo avivaría el fuego.

—¡No tienes idea de lo que he pasado por ti! —gritó Satomi, su voz quebrándose al recordar todos los sacrificios que había hecho por su relación— ¡Todo lo que he soportado, todo lo que he aguantado, para que me pagues así!

Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Satomi, mezclándose con su rabia. Tomó un cojín del sofá y lo lanzó hacia Kousei, aunque él lo esquivó con facilidad. No era el objeto lo que importaba, sino el dolor que estaba canalizando a través de esa furia destructiva.

—¡Hey! No te vuelvas loca.

—¿Loca?— Preguntó la castaña— ¡Loco que volviste tú al engañarme con esa tipa!

—¡Satomi, por favor, cálmate! —intentó Kousei, acercándose lentamente, tratando de encontrar el momento adecuado para intervenir— ¡Podemos hablar de esto!

—¡¿Hablar?! —se burló Satomi, su risa amarga y llena de desprecio— ¡¿Qué quieres que te diga, Kousei?! ¡¿Qué excusa barata vas a darme esta vez?!

Satomi respiraba con dificultad, sus manos temblando de la mezcla de ira y angustia. Se llevó las manos a la cabeza, sus dedos enterrándose en su cabello mientras intentaba procesar lo que había descubierto. La imagen de Kousei y Toshiko juntos estaba grabada en su mente, y cada vez que cerraba los ojos, la veía más claramente, como si se repitiera en una pesadilla sin fin.

Kousei se acercó un paso más, con cautela, extendiendo una mano hacia ella.

—Satomi, lo siento... —comenzó a decir, pero su voz se apagó al ver la expresión en el rostro de ella.

—¡No me toques! —gritó, retrocediendo bruscamente— ¡No quiero oír tus disculpas, Kousei! ¡No después de lo que hiciste!

El silencio que siguió fue ensordecedor. Satomi se dejó caer en el sofá, agotada por la explosión de emociones que acababa de experimentar. Las lágrimas corrían libremente por su rostro, y aunque su furia seguía presente, ahora estaba acompañada por una tristeza profunda, una herida que no sabía si alguna vez podría sanar.

—Ahora ¿qué dirán los demás?

—Nada, no dirán nada, no tienen que enterarse.

—¡Claro que sí!— Exclamó Satomi— Eres un maldito traidor.

Kousei se quedó de pie, sintiéndose impotente, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que había traicionado su confianza, que había cruzado una línea que no debía haberse cruzado. Y ahora, temía por lo que pudiese venir a continuación. Estar casado con Satomi significaba estatus, dinero y propiedades a su nombre, además de financiamiento económico que Toshiko y él manejaban a su antojo.

¡No podía perder este matrimonio!

Satomi, aún temblando, miró los escombros de su rabia desparramados por la habitación. El caos exterior apenas reflejaba el caos interno que sentía, pero en ese momento, no sabía cómo empezar a recoger los pedazos, ni de su hogar, ni de su corazón.

—Satomi podemos arreglar esto.

—¡No!— Gritó la mujer y se levantó—¡No quiero verte! ¡Vete de mi casa!

—No puedes echarme.—Respondió Kousei.

—¡Claro que sí! Esta casa es parte de mi herencia.

—Pero está a mi nombre.—Contestó el hombre— Acaso ¿lo olvidas?

¿Qué?

El rostro de Satomi se contrajo de sorpresa y furia al escuchar esas palabras. ¿Cómo podía haber olvidado ese detalle crucial? La casa, su hogar, que había sido parte de su herencia familiar, ahora estaba bajo el control de Kousei. Ese golpe fue como una estocada en su corazón, y la realidad de su situación la golpeó con fuerza. Todo lo que había construido, todo lo que pensaba que le pertenecía, ahora estaba en peligro de desmoronarse.

Kousei la miró con una mezcla de desafío y una leve superioridad, como si supiera que la había atrapado en una trampa sin salida. Para él, esto era más que una simple discusión; era un juego de poder, y estaba claro que no pensaba ceder.

Satomi, sin embargo, no estaba dispuesta a permitir que su vida se viera reducida a una mera transacción o a un simple juego de poder. No podía quedarse allí, humillada y atrapada en una casa que ya no se sentía como suya. El dolor de la traición aún ardía en su pecho, y el resentimiento crecía con cada segundo que pasaba en la misma habitación que él.

—Muy bien —dijo finalmente, con una calma forzada que apenas lograba ocultar el temblor en su voz—. Entonces me iré yo.

Kousei la miró con sorpresa, como si no hubiera esperado que ella tomara esa decisión. Pero en los ojos de Satomi había una determinación que no había visto antes. Sin esperar respuesta, se dirigió hacia el dormitorio, sus pasos rápidos y decididos. Comenzó a meter algunas de sus pertenencias en una maleta, sin importarle si estaba siendo meticulosa o si estaba dejando algo atrás. Solo quería salir de allí, alejarse de Kousei y de la traición que ahora impregnaba cada rincón de esa casa.

Kousei la siguió, su voz cargada de incredulidad. —¿A dónde crees que irás?

—Por ahí.

—¿Por ahí?— Preguntó el hombre— ¿Tú sola?

Satomi asintió.

—No creo que eso se vea bien.—Comentó Kousei— ¿Qué dirán los demás cuando te vean abandonar la casa?

La mujer frunció el ceño: —No tienen que decir nada, porque el culpable fuiste tú.

—¿Yo?— Cuestionó el Minamoto— Puede que sí, pero nadie sabrá eso, al contrario, todos se burlaran de ti por dejar tu casa.

"El qué dirán"

Kousei sabía que siempre le importó eso, básicamente todo se resumía en ser perfecta frente a la sociedad, y por eso él le decía todo esto.

—No me importa.— Declaró— Lo único que me importa es irme.

Kousei se acercó a ella, intentando usar su presencia como un arma para intimidarla, para hacerla dudar de su decisión. Pero Satomi no retrocedió. Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía la maleta, pero su determinación permanecía firme.

—¿De verdad vas a hacer esto, Satomi? —insistió Kousei, su tono ahora más suave, casi persuasivo—. Piensa en lo que estás haciendo. Estás a punto de dejar todo atrás… ¿Por qué? Solo por un error, por una simple equivocación. ¿Vas a dejar que una sola cosa destruya todo lo que hemos construido?

Satomi lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y resolución. Durante tanto tiempo había puesto a Kousei y su matrimonio en un pedestal, sacrificando sus propios deseos y necesidades para mantener la fachada perfecta que todos esperaban de ella. Pero ahora, todo eso se sentía vacío, sin sentido. La traición había roto algo dentro de ella que no podía repararse con simples palabras.

—No es solo un error, Kousei —respondió con voz firme—. Es una cadena de decisiones que tomaste, una tras otra, sabiendo perfectamente lo que hacías. Esto no se trata de una equivocación. Se trata de una elección. Y ahora, yo estoy eligiendo por primera vez en mucho tiempo. Estoy eligiendo a mí misma.

Kousei frunció el ceño, viendo cómo sus intentos de manipulación resbalaban ante la nueva fortaleza de Satomi. Su tono cambió nuevamente, volviéndose más duro, más controlado.

—¿Y a dónde irás? —repitió, su voz teñida de burla—. ¿Dónde vas a encontrar lo que necesitas? Fuera de aquí no tienes nada, Satomi. Todo lo que tienes está aquí, conmigo.

Satomi dejó escapar una risa amarga, sin rastro de humor.

—Todo lo que pensaba que tenía, Kousei, ya no significa nada. Prefiero estar sola y empezar de nuevo que seguir aquí, atrapada en una mentira.

Se giró hacia la puerta, decidida a salir, pero Kousei no estaba dispuesto a dejar que se fuera tan fácilmente.

—Y cuando todos te vean vagando por ahí, sola, sin rumbo, ¿crees que no van a hablar? —preguntó, su voz goteando con desdén—. La gente se alimenta de escándalos como este, y no van a tardar en volverse contra ti. Al final, serás tú la que quede humillada, Satomi. ¿De verdad quieres eso?

Satomi se detuvo un momento, su espalda tensa, mientras las palabras de Kousei resonaban en su mente. "El qué dirán". Durante años, había sido esclava de esa idea, moldeando su vida para encajar en lo que los demás esperaban de ella. Pero ahora, algo dentro de ella había cambiado. Estaba cansada, agotada de vivir para los demás, de mantener una apariencia que ya no le importaba.

—Lo que piensen los demás ya no me importa —declaró finalmente, con una serenidad que tomó a Kousei por sorpresa—. Pueden decir lo que quieran, pueden juzgarme, pero nada de eso cambiará lo que siento. No necesito su aprobación para saber que esto es lo correcto para mí.

Sin darle tiempo a responder, Satomi abrió la puerta y salió al pasillo. Cada paso que daba fuera de la casa se sentía como un peso que se levantaba de sus hombros, como si por fin estuviera liberándose de las cadenas invisibles que la habían mantenido prisionera.

Kousei, sorprendido y frustrado, se quedó en la puerta, viendo cómo Satomi se alejaba sin mirar atrás.


Mientras caminaba por la misma calle por la que había estado antes, decidió pasar cerca del lugar donde se habían separado. La noche había caído, y la calle estaba vacía. La luz de las farolas parpadeaba débilmente, lanzando sombras inquietantes sobre el pavimento.

De repente, un escalofrío recorrió su cuerpo cuando vio una figura tirada en el suelo, en el borde de la acera. Se acercó corriendo y, al llegar más cerca, se dio cuenta de que era Ryo. Su corazón se detuvo al verlo inconsciente, su rostro ensangrentado y su cuerpo en una postura dolorosa.

—¡Ryo! —exclamó, arrodillándose junto a él—. ¡Despierta!

No recibió respuesta. Rika intentó sacudirlo suavemente, pero él seguía inmóvil. La preocupación y el miedo la invadieron. Su respiración se aceleró mientras trataba de evaluar la gravedad de la situación.

—Por favor, despierta... —suplicó, su voz temblando— ¿Quién te hizo esto?

Vio que su cara estaba cubierta de moretones y cortes, y su corazón se rompió al pensar en lo que pudo haberle pasado. La desesperación la hizo buscar su móvil y rápidamente marcó el número de emergencia, pero sus manos temblaban tanto que le costaba mantener el teléfono.

De repente, sintió lágrimas caer por sus mejillas. Miró a Ryo, su cuerpo herido, y su mente se llenó de imágenes de los últimos días: sus discusiones, los momentos felices, y el dolor que ambos habían compartido. Todo esto le parecía tan injusto.

—¡Ayuda!— Gritó totalmente desesperada.

Justo en ese momento Koushiro, quien (por orden de Mimi) fue a buscar a Rika, llegó al lugar.

—¡Rika!

La pelirroja dirigió su mirada hacia el hombre.

—¡Ryo!— Exclamó Koushiro y se arrodilló— Pero ¿qué rayos sucedió aquí?

—¡No lo sé!— Musitó la adolescente— Simplemente lo encontré aquí.


Mientras tanto en la empresa.

Nene se encontraba sentada en una silla, siendo acompañada por, prácticamente todos que la observaban preocupados luego del incidente. Yamato se encontraba al lado de su hija, abrazando sutilmente.

—Ten, toma. Te traje un té...—Kiriha se acercó a ella y le extendió un tazón a la castaña.

—Gra-gracias.—respondió Nene con dificultad y recibió el objeto.

Kiriha observó con preocupación a la Ishida.

—Nene...—Musitó Yamato acariciando el cabello de su primogénita—Me preocupé mucho por ti.

Sabía como eran las reacciones de su hija frente a ese tipo de situaciones y que no pudiese hacer algo al respecto verdaderamente lo estresaba.

—Menos mal no pasó nada grave.—Comentó el rubio.

—Eso fue gracias a la señora Anderson...—Musitó Nene dirigiendo su mirada hacia la oji-miel— Si ella no hubiese estado conmigo no sé que hubiese sido de mi.

Esa calma que le dio fue...

inusual

Pero asertiva.

Haruna se detuvo un momento, su mano aún sobre la puerta mientras observaba a Nene, quien intentaba convencerse a sí misma de que estaba bien. El tono de la joven era débil, una máscara evidente para disimular su verdadera condición. Haruna frunció el ceño con preocupación, consciente de que algo no estaba bien.

Yamato dirigió su mirada hacia la oji-miel. Le sorprendía como el destino se encargaba de colocar a esa mujer en su camino cuando algo malo iba a pasar, era como un ángel, que salía al rescate de él y su familia.

—Muchas gracias.

—No es necesario que me agradezcas...—Respondió la oji-miel y tomó asiento al lado de Nene depositando su mano en su hombro—No sabía que sufría de claustrofobia.

—Es un dato random de mi.—Comentó Nene— Pocos lo saben.

Llevaba años en tratamiento para super la claustrofobia, tanto así que, luego de experiencia traumática demoró al rededor de cinco años volver a subirse en un ascensor. Con mucho tratamiento logró vencer ese miedo, pero ahora regresaba, tendría que volver a depender de las escaleras.

—Me preocupé al verte así.—Musitó la oji-miel— Pensé que te desmayarias.

—Es lo que generalmente ocurre...—Musitó Nene—Pero, gracias a usted no ocurrió.—Declaró— Aunque, me da pena haberla hecho pasar este mal rato. Usted iba de salida, no tiene que preocuparse por mí —insistió Nene, su voz temblorosa pero firme, como si tratara de convencer tanto a Haruna como a sí misma.

Haruna suspiró suavemente, pero con determinación. No era de las que dejaban las cosas a medias, especialmente cuando veía que alguien estaba sufriendo. —Claro que debo preocuparme —declaró con una seriedad que no admitía discusión— Tú no estás bien, Nene.

Nene bajó la mirada, su expresión reflejando el cansancio que intentaba ocultar. —Sí lo estoy —musitó en un tono apenas audible— Mis pastillas me ayudan a estar mejor cuando tengo mis crisis.

Haruna ladeó la cabeza, observando a la joven con una mezcla de compasión y determinación. No podía permitir que Nene se autoengañara de esa manera. —¿Quieres que te lleve a la clínica? —ofreció, su voz suave pero firme.

Nene negó rápidamente, casi como un reflejo automático, intentando esbozar una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. —Tranquila, ya hizo mucho por mí —dijo mientras depositaba su mano temblorosa sobre la de Haruna en un gesto de agradecimiento— En verdad se lo agradezco... —Los dedos de Nene apretaron suavemente la mano de Haruna, como si buscara en ella la fuerza que sentía que le faltaba— Ahora estoy bien.

Haruna la observó fijamente, dudando por un momento antes de asentir con cierta reticencia. —¿Segura? —preguntó, aunque la expresión de Nene no le convencía del todo.

Nene se obligó a levantarse, sus movimientos lentos y un poco vacilantes, pero intentando mantener la compostura. —Iré a buscar las facturas —dijo, como si cumplir con su deber fuera lo único que la mantenía de pie en ese momento.

Antes de que pudiera dar un paso más, Kiriha intervino, su voz llena de preocupación y autoridad. —¿Estás loca? —preguntó, mirando a Nene con incredulidad— Luego de esto, no creo que sea prudente que continúes trabajando.

Nene apretó los labios, sin querer ceder, pero su expresión delataba que estaba agotada. —Pero ahora estoy bien —insistió, aunque ni ella misma creía en sus palabras.

Kiriha cruzó los brazos, su tono firme e inamovible. —Evidentemente no estás bien del todo —respondió con un tono más suave, pero firme— Luego del susto que pasaste, necesitas descansar.

Nene se giró hacia Yamato, buscando su apoyo, pero encontró la misma preocupación en los ojos de su padre. Yamato asintió, reafirmando lo dicho por Kiriha. —Kiriha tiene razón —afirmó con su voz grave y autoritaria— Necesitas descansar.

Nene negó de nuevo, pero su resistencia estaba empezando a desmoronarse. —Pero... —empezó, su voz quebrándose ligeramente.

Yamato la interrumpió antes de que pudiera continuar. —Nada de peros —declaró con firmeza, mirando al empleado— Kiriha, lleva a Nene a mi auto, la llevaré a casa.

Nene intentó protestar una vez más, pero Kiriha no le dio oportunidad. —Nada de peros —repitió, y sin pensarlo dos veces, tomó a Nene entre sus brazos con cuidado pero con determinación— Te vas a descansar ahora mismo.

Nene hizo una mueca de frustración, pero no opuso resistencia. Kiriha salió del lugar con ella en brazos, dejando a Yamato y Haruna a solas.

El silencio se hizo presente en la habitación, solo roto por el sonido de la puerta cerrándose tras ellos. Yamato se quedó mirando la puerta por un momento, luego dirigió su mirada a Haruna, sus ojos oscuros llenos de una sinceridad que pocas veces mostraba.

—Gracias —dijo Yamato, su voz baja pero llena de gratitud.

Haruna parpadeó, sorprendida por la inesperada muestra de agradecimiento. No esperaba ver esa vulnerabilidad en un hombre tan estoico como Yamato. —Muchas gracias por ayudar a mi hija —repitió Yamato, esta vez con más firmeza, como si quisiera asegurarse de que Haruna entendiera lo mucho que valoraba su ayuda.

Haruna negó con la cabeza, sonriendo suavemente. —No hay de qué —respondió con modestia— ¿Está seguro que no necesita más de mi ayuda?

Yamato la miró, evaluando sus palabras antes de responder. —Seguro —contestó con un leve asentimiento— Nene ya está bien. Además, usted me dijo que necesitaba irse por un tema importante, ¿no?

Haruna dudó, su mente dividida entre el compromiso que tenía y la preocupación que sentía por Nene. Finalmente, suspiró. —Sí, pero ahora se le presentó una preocupación mucho más grande, su hija —dijo, su tono suave pero lleno de convicción.

Yamato le dirigió una última mirada agradecida antes de asentir lentamente. —Lo sé. Y por eso, nuevamente, gracias.—Comentó— Como lo hace, Haruna, pero siempre está en el momento justo.

La castaña se sorprendió ante esto y sonrió, de algún modo estaba logrando su objetivo, acercarse a Yamato y a sus hijas. Eso era bueno.

¡Bip, bip!

Justo en ese minuto el celular de la castaña sonó interrumpiendo el momento.

—¡Ups! Lo siento...—Musitó la castaña y observó la pantalla.

"Koushiro"

—Disculpa, Yamato, tengo que contestar.

El rubio asintió.

Fue así como la castaña contestó.

—¿Hola?

Haruna.—Habló el pelirrojo— ¿Vas a venir?

—¿E? Sí...—Comentó la castaña— Acaso ¿aun no la encuentras?

Sí la encontré.

—Entonces ¿cuál es el problema?

¡Ryo!— Respondió el Izumi— Rika vino a verlo y lo encontramos inconsciente en el suelo.

¿Qué ocurrió qué?

—¿Qué?— Exclamó Haruna.

Yamato observó a la mujer quien no tenía buen rostro.

—Está bien.—Habló la mujer— Voy para allá...No insistas...Voy a ir a si o si.—Fue así como cortó.

—¿Ocurrió algo con Rika?—Preguntó el rubio.

—¿E?— Balbuceo la oji-miel.

No quería alarmar a Yamato, no quería dejar a Nene, pero su hermano también la necesitaba.

—No, señor Ishida, tranquilo.—Declaró la Anderson— Nada ocurrió. Es solo que debo irme.

El rubio asintió: —Nuevamente le agradezco.


Kiriha salió del edificio con Nene aún en sus brazos, caminando con pasos firmes hacia el auto de Yamato. La joven Ishida estaba más callada de lo habitual, y aunque había intentado resistirse, ahora se sentía demasiado agotada para continuar discutiendo. A medida que avanzaban hacia el estacionamiento, Nene se acurrucó más cerca de Kiriha, buscando inconscientemente un poco de consuelo.

Kiriha sintió el ligero peso de Nene contra su pecho y notó cómo su resistencia se desvanecía. Aunque Nene trataba de mantener su independencia, Kiriha podía percibir su agotamiento y la tensión acumulada en su cuerpo. No dijo nada mientras la llevaba al auto, sabiendo que las palabras eran innecesarias en ese momento.

Al llegar al vehículo, Kiriha abrió con cuidado la puerta trasera y bajó a Nene con la misma delicadeza con la que la había llevado hasta allí. La ayudó a sentarse, asegurándose de que estuviera cómoda antes de abrocharle el cinturón de seguridad. Nene lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de agotamiento y agradecimiento.

—Gracias —murmuró Nene, su voz apenas un susurro.

Kiriha sonrió ligeramente y asintió. —No tienes que agradecerme, Nene. Es lo menos que puedo hacer —respondió, su tono suave pero firme.

—Pero no era necesario.—Declaró la castaña— Yo podía quedarme en la reunión.

—Tienes que descansar.

—¡Claro que no!— Exclamó la chica— Estoy en perfecto estado.

—Nene —dijo con voz tranquila—, no tienes que ser fuerte todo el tiempo. Está bien descansar, y está bien dejar que alguien más te cuide.

Nene lo miró, sorprendida por sus palabras, y durante un instante, la rigidez en su expresión pareció desvanecerse. Su mirada buscó la de Kiriha, llena de una mezcla de vulnerabilidad y curiosidad.

—¿Tú harías lo mismo? —preguntó, su tono suave pero cargado de significado.

Kiriha se quedó en silencio por un momento, como si estuviera sopesando su respuesta. Sus ojos se volvieron serios, y la calidez en su mirada se desvaneció, reemplazada por una expresión fría y distante.

—Mi caso es diferente... —respondió finalmente, con una voz que no dejaba espacio para discusión. Hizo una pausa, y luego agregó con frialdad—. Al menos, tú tienes a tu padre que se preocupa por ti, deberías valorarlo.

Las palabras de Kiriha cayeron pesadas entre ellos, y el silencio que siguió fue aún más denso. Nene sintió una punzada en el pecho, no solo por la dureza de sus palabras, sino por lo que implicaban. La conversación había tomado un giro inesperado, y aunque Kiriha había dicho que su situación era distinta, Nene no pudo evitar preguntarse cuánto de su resistencia era realmente una elección y cuánto era el resultado de circunstancias que él no podía cambiar.


Takeru, aún con la conversación reciente con Kouji en mente, decidió abordar el tema directamente. Necesitaba escuchar la versión de Izumi antes de sacar conclusiones. Caminó hacia la sala donde Izumi estaba sentada, hojeando una revista, aparentemente tranquila.

—Izumi —la llamó suavemente, atrayendo su atención.

Izumi levantó la mirada y le sonrió. —¿Sí, tío Takeru?

Takeru se sentó a su lado, tratando de elegir sus palabras con cuidado. —Necesito preguntarte algo importante, y quiero que seas completamente honesta conmigo.

Izumi frunció el ceño, notando el tono serio de Takeru. —Claro, dime.

Takeru respiró hondo antes de hablar. —Kouji me dijo que... te besaste con Takuya. ¿Es eso cierto?

La expresión de Izumi cambió a una mezcla de sorpresa y preocupación. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente, y rápidamente agitó la cabeza.

—Sí, es cierto, pero... no fue lo que parece —respondió, tratando de explicarse—. Fue un accidente. Tropecé sin querer, y... bueno, simplemente pasó.

Takeru la miró con escepticismo. —¿Un accidente?

Izumi asintió con fuerza. —¡Sí! Estaba bajando unas cosas de una estantería, perdí el equilibrio y caí hacia adelante. Takuya estaba justo en frente y... bueno, nos tropezamos. No fue intencional en absoluto.

—Eso suena a una historia cliché de cdrama.

—¡Sí lo sé!—Exclamó la oji-verde— Es poco creíble ¡pero así fue!

—¿Estás segura?

—¡Jamás te mentiría con algo así! Acaso ¿no me conoces?

Buen punto

—Disculpa, tienes razón, perdóname.—Se apresuró a decir—Pero la noticia fue bastante abrupta. No la esperaba. Es difícil creer que ese tipo de cosas pasan.

—Lo sé.

Takeru dejó escapar un suspiro, aliviado pero aún con una pizca de preocupación. —¿Y por qué no le dijiste eso a Kouji?

Izumi bajó la mirada, un poco avergonzada. —Lo intenté, pero estaba tan molesto que no quiso escucharme. Y luego me sentí mal, así que no lo volví a mencionar. No quería empeorar las cosas.

Takeru asintió lentamente, entendiendo la situación. —Deberías hablar con él, Izumi.

—Quiero, pero no me quiere escuchar, está muy enojado.

—Demasiado enojado.—Dijo el oji-azul— Mejor dicho, airado, tanto así que fue a golpear a Takuya.

—¿Qué?— Izumi se sorprendió ante esta declaración— ¿Fue a golpear a Takuya?

Takeru asintió: —Hoy en la mañana fui a buscar a Hikari y cuando llegué al edificio. Kouji y Takuya estaban peleando a los golpes.

Izumi se llevó las manos a la boca, horrorizada ante la idea de que Kouji y Takuya hubieran llegado a los golpes por lo sucedido.

—No puede ser... —murmuró, sintiendo un nudo en el estómago—. No quería que esto se saliera de control.

—Izumi, entiendo que Kouji esté molesto, pero no es justificable que se deje llevar por la violencia —dijo Takeru, su tono firme pero comprensivo—. Esto es algo que deben resolver hablando, no peleando.

Izumi asintió, todavía en shock. —Tengo que hablar con él... no puedo dejar que esto continúe así. No quería que nadie saliera lastimado.

—Lo sé, querida, lo sé. Pero parece que Kouji no está dispuesto a tranzar con nada.


Mimi llegó corriendo al lugar, el corazón latiendo desbocado y la respiración entrecortada. Cada paso que daba aumentaba su preocupación, y un torbellino de emociones giraba en su interior. Saber que su hermano había sido golpeado hasta quedar inconsciente la tenía al borde del colapso. No podía permitirse el lujo de pensar en lo peor, pero cada paso que daba hacia el lugar la llenaba de más ansiedad.

Al entrar, su mirada se encontró inmediatamente con Koushiro, quien estaba parado junto a la cama de Ryo, visiblemente preocupado. Mimi se apresuró hacia él, sus ojos reflejaban el pánico y la desesperación que sentía.

—Koushiro... —la voz de Mimi temblaba mientras se acercaba— ¿Qué le sucedió a Ryo? ¿Está bien? ¿Qué le hicieron?

Koushiro se volvió hacia ella, su rostro serio pero intentando mantener la calma. Sus ojos se suavizaron al verla, entendiendo perfectamente la angustia que estaba experimentando.

—Mimi, tranquilízate, por favor —dijo suavemente, aunque su propia voz estaba cargada de preocupación— Verdaderamente no sé que ocurrió, solo fui tras Rika y lo encontramos así.

Mimi sintió que las piernas le temblaban, y se sostuvo del borde de la cama para no desplomarse. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a su hermano, cubierto de moretones y con vendas alrededor de la cabeza.

—¡No puede ser! —exclamó, luchando por contener las lágrimas que ya empezaban a deslizarse por sus mejillas— ¿Quién haría algo tan horrible? ¡Él no se merecía esto!

—No sé quién pudo hacerle esto pero...—Koushiro no pudo seguir hablando, ya que en el lugar apareció Rika.

—¿Señora Anderson?— Preguntó la pelirroja.

Haruna dirigió su mirada hacia la Ishida— Rika...

—¿Qué hace aquí?— Cuestionó la hija de Yamato.

La castaña se colocó un tanto nerviosa ante de responder, sin embargo, rápidamente se colocó en personaje— Vine a verte.—respondió— Koushiro me dijo que te habías escapado y me preocupé.

Rika hizo una mueca y bajó la mirada.

—No estuvo bien.

—Lo sé.—Respondió la pelirroja—Lo siento señora Anderson, pero debía venir a hablar con Ryo.

—¡Pues estuvo muy mal!—Exclamó la castaña— Escapar sin aviso, sabiendo que estoy a tu cuidado ¿Qué les hubiera dicho a tus padres si algo te ocurría?— Preguntó calmada, pero seriamente.

Rika alzó la mirada: —Lo siento ¿sí?—Habló con pesadez— Sé que estuvo mal, pero, no me arrepiento de hacerlo.—Habló— Si no hubiese llegado ¡nadie sabe que le hubiese pasado a Ryo!

Esas palabras hicieron que Haruna se sintiera un tanto culpable por regañar a Rika por escapar, después de todo, de alguna forma pudo salvar a su hermano, Ryo, al encontrarlo y traerlo rápidamente a urgencias.

—Lo sé, y estoy consciente de eso...—Se acercó a ella— Y no te regaño porque hayas querido venir a ver a ese chico, si no por no confiar en mi...—Declaró— Rika, si yo te acepté en mi casa es porque quiero que estés bien, quiero que confíes en mi. Si me hubieras dicho que querías ver a ese chico...

—¿Me hubiese dejado?—Preguntó la pelirroja.

—Lo hubiésemos conversado.— Se apresuró a responder la castaña.

—Conversar no sirve.—Comentó Rika— Con mis padres nunca funciona.

—Yo no soy tus padres...—Sentenció la castaña— ¡Puedes confiar en mi!— Depositó sus manos en sus hombros.

De algún modo, Haruna, o mejor dicho, Mimi intentó inspirarle confianza a la pelirroja. Si algo había notado en la Ishida es que no confiaba en sus padres, no se llevaba para nada con ellos. Si lograba que confiara en ella, ganaría mucho terreno frente a los Ishida y posteriormente para hacer avanzar su plan.

Rika pasó su mirada por aquella mujer, de algún modo, sus palabras y su mirada reflejaban seguridad. Sentía que podía confiar ella, pero...

Otra parte de ella, le decía que no

Justo en ese momento la puerta se abrió y frente a ellos apareció un paramédico de cabello azul, ojos zafiros, piel pálida y joven.

—Paciente atendido.—Musitó.

Del lugar salió Ryo.

Mimi se sintió horrorizada al ver las heridas el rostro de Ryo, su ojo izquierdo morado y su muñeca derecha enyesada, al parecer tuvo una fractura.

—Muchas gracias Ken por la atención.

—No hay de que.—Respondió el paramédico— Por favor, cuídate, no te expongas a más peleas si no quieres terminar con el otro ojo morado.

Ryo asintió— Lo haré.

Fue así como el Akiyama se despidió de su amiga y salió del lugar.

—¡Ryo!— Exclamó Rika antes de acercarse al chico.

El Akiyama pasó su mirada por la pelirroja e iba pronunciar su nombre, sin embargo, le sorprendió ver a cierta mujer castaña: —¿Señora Haruna?—Musitó—¿Qué hace aquí?

Haruna ante esta pregunta verdaderamente quedó en blanco, ninguna idea o mentira vino a su mente, no supo que responder. Después de todo, vino porque quería saber de su hermano, pero frente a Ryo no era más que una extraña.

—Yo la llamé...—Comentó Koushiro— Verás, si no lo sabías Rika está bajo su cuidado y al saber que huyó de casa se preocupó.

—¿Bajo su cuidado?— Ryo dirigió su mirada hacia la Ishida.

Rika asintió.

—Verás, ayer tuve una discusión con mi padre y me encontré con Haruna cuando corrí de casa.—Declaró— Y aceptó que me quedase en la suya, porque no quería regresar con mis padres.

Esto sorprendió al oji-azul, sin embargo, no quiso darle importancia.

—Pero eso no importa...—Comentó Rika—Ryo... —murmuró, su voz temblorosa— ¿Qué te ha pasado? ¿por qué estabas inconsciente en el suelo?

Ryo la miró con una mezcla de tristeza y frustración, pero también con una determinación que ella no había visto antes. No quería contarle.

Rika asintió, sus ojos llenos de preocupación. —Dime, ¿qué fue lo que sucedió?

Ryo tomó aire profundamente, preparándose para lo que iba a decir. —Iba caminando y unos matones me golpearon...

—¿Unos matones?

El oji-azul asintió.

—¿Quiénes?— Preguntó Haruna sintió un nudo formarse en su estómago. Se acercó más a él, sus manos temblando mientras las extendía hacia él. —¿Quiénes fueron? ¿Por qué hicieron esto?

Ryo hizo una pausa antes de responder, su mirada fija en la de Rika.

No quería decirlo

—¡Ryo!—Rika lo llamó— ¿Sabes quienes y por qué te hicieron esto?

El Akiyama se mordió el labio inferior. Dudó en hacerlo, sabía que a Rika no le gustaría la respuesta. Para él sería fácil decirlo, porque odiaba a Yamato, sin embargo, no quería que la pelirroja sufriera.

—Jovencito, lo que te hicieron es muy grave.—Habló Haruna— Si sabes quienes fueron o por qué nos puede ayudar.

Ryo depositó su mirada en la mujer castaña y a su mente solo vino el recuerdo de su hermana, por alguna razón, esta situación le recordó lo que vivió ella por culpa de los Ishida.

Como era de esperarse, con él, Yamato haría lo mismo. Lo eliminaría del mapa.

No podía permitir eso ¿o sí?

¡No, claro que no, no debía!

—Dijeron que venían de parte de tu padre, de Yamato Ishida.

¿Qué?

Esta respuesta impacto a los presentes, tanto a Koushiro como a Rika, pero más a Mimi.

Rika retrocedió un paso, sintiendo como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. —No... no puede ser. ¿Estás seguro?

Ryo asintió, su expresión seria. —Lo dijeron claramente, Rika. Me advirtieron que me mantuviera alejado de ti. Que si no lo hacía, las cosas serían peores.

Mimi se sorprendió ante esto, pero al instante el recuerdo de todo lo malo que le hicieron vino a su mente, como la llevaron a juicio por algo que no hizo, como Sora mandó que la golpearan para que perdiera a su bebé. Como incendiaron la prisión para matarla. Entre tantas cosas...Esto era posible.


Izumi corrió tras Kouji, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Tenía que hablar con él. No podía dejar que las cosas terminaran así, no cuando lo quería tanto.

—Kouji, por favor, espera —le rogó, alcanzándolo justo antes de que saliera del edificio. Kouji se detuvo, pero no se giró para mirarla, sus hombros tensos y su postura rígida.

—No hay nada de qué hablar, Izumi —respondió él, su voz fría y distante.

Izumi sintió que su corazón se rompía un poco más al escuchar ese tono. Sabía que él estaba dolido, pero necesitaba que la escuchara. —Sí lo hay, Kouji. Fue un accidente, no significó nada. ¡Por favor, créeme!

Kouji finalmente se giró para mirarla, sus ojos azules ardiendo con una mezcla de enojo y dolor. —¿Un accidente? Izumi, te besaste con otro chico. ¿Cómo esperas que eso no signifique nada para mí?

Izumi tragó saliva, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos. —Lo sé, fue un error. Pero eso no cambia lo que siento por ti. Kouji, yo te quiero, te quiero a ti y solo a ti.

Kouji frunció el ceño, sus labios se apretaron en una línea fina. Parecía debatirse entre la ira y el dolor, y Izumi podía ver que luchaba por mantener la compostura. Finalmente, soltó un suspiro pesado y la miró fijamente.

—Está bien —dijo con voz firme— Si tanto dices que me quieres, entonces mantente lejos de ese chico.

Izumi lo miró, sorprendida y herida por sus palabras. —¿Qué? —preguntó, su voz apenas un susurro.

—Lo que escuchaste, mantente lejos de Takuya, no le hables, no lo mires, alejate de él.

—T-tú no puedes pedirme eso.

Kouji cruzó los brazos, su expresión implacable. —¿Por qué no? —cuestionó— Tú misma dijiste que me quieres, ¿no? Y que harías todo lo posible para mantener nuestra relación.

Izumi sintió que su garganta se cerraba mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas. —S-sí —dijo, con voz temblorosa— Pero es imposible ambos trabajamos juntos y...

—Cuando uno quiere a alguien. Todo es posible.—Musitó el oji-azul.

Sí, eso era verdad, todo era posible cuando se amaba a alguien.

—Pero...

Kouji la interrumpió, su voz dura. —¿Pero qué? Solo te pido que te alejes de él, nada más.

Izumi bajó la mirada, sus manos temblando. Sabía que Kouji estaba herido, pero la petición que le hacía era más difícil de lo que él podía imaginar. Takuya era su amigo, alguien que siempre había estado ahí para ella, y la idea de alejarse completamente de él la llenaba de dolor.

Kouji dio un paso hacia ella, su tono suavizándose un poco, pero sin perder la firmeza. —Si de verdad me quieres, Izumi, demuéstramelo. Haz lo que te pido.

Izumi levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas. No quería perder a Kouji, pero sabía que cumplir con esa exigencia sería como perder una parte de sí misma.

—Está bien.—Asintió lentamente, sin decir una palabra más— Lo haré...—Se acercó a él— Para mantener nuestra relación.


Takuya llegó al despacho de Sora con una carpeta llena de fotografías, Izumi no vendría hoy, asi que debía presentar solo el trabajo que llevaban avanzado. Necesitaba la opinión de Sora sobre algunas de las imágenes. La puerta se abrió con un suave chirrido, y Takuya entró, saludando con un gesto.

—Buenos días, señora Ishida. Traje las fotos que necesitabas revisar.

Sora levantó la vista de su escritorio, y Takuya notó que su rostro reflejaba una tristeza profunda. Ella estaba sentada frente a una ventana, y la luz que entraba iluminaba su expresión melancólica.

—Ah, gracias, Takuya. —Sora respondió con una voz apagada, intentando sonreír mientras tomaba las fotografías de sus manos—. Voy a verlas.

Mientras Sora examinaba las imágenes, Takuya notó que sus ojos se llenaban de tristeza, y eso lo sorprendió. Decidió mencionar algo que había estado posponiendo.

—Disculpe, jefa, me parece que estás un poco triste. ¿Todo bien?

Sora, distraída por la preocupación que cargaba, miró a Takuya por primera vez y notó que él tenía algunas heridas visibles en el rostro. Su expresión se tornó aún más preocupada.

—¿Qué te pasó? —preguntó Sora, su voz temblando—. ¿Estás bien?

—Solo un leve percance—dijo Takuya con una sonrisa ligera—. No es nada grave.

Por alguna razón, ver al chico golpeado le generó cierto angustia, Sora no pudo evitarlo; las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Se sorprendió a sí misma por la reacción emocional que tenía al verlo herido. Luchó por controlar sus sentimientos, pero era evidente que estaba profundamente afectada por la situación.

—Lo siento, Takuya—dijo, secándose las lágrimas—. Estoy un poco sensible hoy. No sé por qué me afecta tanto.

Takuya se acercó a ella con una expresión de preocupación genuina. —No tiene que disculparse. A veces, las cosas que nos afectan no siempre tienen una explicación clara. Pero si le puedo ayudar en algo, estoy aquí para eso.

Sora lo miró con gratitud. —Gracias, Takuya. Es solo que... estoy preocupada por unos temas personales.

—No debería estar trabajando, si se siente mal, debería estar descansando.

—N-no...—La pelirroja buscó entre sus cosas un pañuelo— Puedo hacerlo.

Takuya hizo una mueca y rápidamente sacó de su chaqueta unos pañuelos— Tome.

Sora observó esto: —No es necesario, yo tengo...—Musitó, no obstante, apenas sacó de su bolso el paquete de pañuelos se dio cuenta que no le quedaba.

Hizo una mueca.

—Tome.—Insistió el moreno.

Fue así como la pelirroja recibió un pañuelo.

—Gracias.—Comentó Sora.

—No me agradezca. Es lo mínimo que puedo hacer.

—No quiero molestar. Sé que viniste a presentarme las fotografías.

—No molesta.—Respondió Takuya— Si no se siente de ánimos no es necesario que las revise.

—No.—Contestó la pelirroja tomando la carpeta— Yo lo reviso. Dame unos minutos.

El moreno hizo una mueca ante esto, al parecer la señora Ishida no quería descansar y estaba mal, después de todo, estaba triste, muy triste.

No podía dejar esto así

Pero ¿qué podía hacer?


Yamato abrió la puerta principal de la casa con una mano mientras sostenía a Nene con la otra. La joven Ishida insistía en que estaba bien, pero su padre no estaba convencido. La preocupación lo tenía en vilo, y no pensaba dejar que su hija enfrentara sola su agotamiento.

—Camina con cuidado Nene, mira bien el suelo, no te vayas a caer.—Musitó el rubio mientras caminaba con su hija.

—Papá no es necesario que me ayudes.

—¡Claro que es necesario! Todavía estás pálida.

La castaña hizo una mueca: —Siempre he sido pálida.

—Bueno ahora estás más pálida de lo normal.—Comentó el oji-azul.

—Papá, no exageres, por favor, de verdad, estoy bien —dijo Nene suavemente, su voz reflejando más cansancio que convicción.

Yamato la miró con seriedad mientras la guiaba hacia el sofá del salón. —No, Nene, no lo estás —respondió, con un tono que no admitía discusión—. Necesitas descansar. Has pasado por mucho hoy. Me quedaré contigo.

Nene suspiró, dejándose caer en el sofá mientras cerraba los ojos un momento, intentando ahogar la sensación de pesadez en su pecho.

—No es necesario.— Comentó la castaña—Ve a trabajar.

—No te sientes bien.

—No, pero puedo cuidarme, soy adulta.

Yamato se arrodilló frente a ella, tomando sus manos entre las suyas.

—No tienes que ser fuerte todo el tiempo, hija —murmuró Yamato, con suavidad— Está bien descansar, y está bien dejar que alguien más te cuide.

Esas palabras le recordaron a las palabras de Kiriha y por alguna razón se sintió extrañada.

"Al menos, tú tienes a tu padre que se preocupa por ti, deberías valorarlo"

Esas fueron sus palabras

La mezcla de emociones que Nene siente en ese momento, al recordar las palabras de Kiriha mientras escucha a su padre, Yamato, la coloca en una situación compleja. Por un lado, la fuerza y la independencia que siempre ha querido mostrar la empujan a resistirse al apoyo que Yamato le ofrece. Por otro lado, las palabras de Kiriha resuenan en su mente, sintió un nudo en su garganta al darse cuenta que Kiriha entre líneas intentó recordarle que hay personas que valoran y anhelan el cuidado y la preocupación de un ser querido, pero no tienen oportunidad, en otras palabras, él mismo.

Nene dirigió su mirada hacia su padre.

Yamato lo trataba mal y Kiriha quería que le diera una oportunidad por el simple hecho de ser "su padre"

De algún modo, Kiriha inconscientemente, se abría con ella y le dejaba entender sus sentimientos.

—¿Y?— La voz de Yamato la sacó de sus pensamientos— ¿Descansarás?

Justo cuando Nene parecía estar cediendo a las palabras de su padre, la puerta principal se abrió de golpe, y Rika entró al salón con el rostro lleno de furia.

No se molestó en saludar ni en quitarse los zapatos, su único objetivo era encontrar a su padre y enfrentarlo.

—¡Yamato Ishida!

—¿Rika? —preguntó, notando de inmediato la furia en su expresión— ¿Qué sucede?

—¡Necesito hablar contigo!—Habló la pelirroja—¡Eres de lo peor!

Nene hizo una mueca ante esto y llevó una mano a su cabeza. Yamato se dio cuenta de esto.

—Rika, baja la voz, por favor.

—¡No bajaré la voz hasta uq eme des una explicación!

—¿Explicación?— Preguntó el rubio—¿De qué?

—¡No te hagas el inocente, papá! —espetó, su voz temblando de rabia—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a Ryo?

Yamato frunció el ceño, claramente confundido. —¿De qué estás hablando? No sé de qué me acusas.

—¡Deja de mentir! —gritó Rika, sin poder contener más sus emociones—. Sé que tú mandaste a esos hombres para que lo golpearan. ¡Es tu culpa que Ryo esté en el hospital!

La confusión en el rostro de Yamato se convirtió en una mezcla de incredulidad y preocupación. Se levantó de su silla, acercándose a su hija con cautela. —Rika, no sé de qué estás hablando. No he hecho nada para lastimar a Ryo. Te lo juro.

Rika se apartó, retrocediendo un paso, como si no pudiera soportar estar tan cerca de él. —No te creo, papá. ¿Por qué harías algo así? ¡Él no te ha hecho nada!

Yamato extendió una mano, tratando de acercarse, pero Rika lo esquivó. Su corazón se hundió al ver el miedo y la desconfianza en los ojos de su hija. —Rika, te juro que no tuve nada que ver con eso. No sabía que Ryo había sido herido.

Rika lo miró, su mente luchando por procesar lo que estaba escuchando. Parte de ella quería creerle, pero la ira y el dolor eran demasiado fuertes. —¿Por qué debería creerte? Siempre has odiado que esté cerca de Ryo. ¿Cómo puedo estar segura de que no fuiste tú?

Yamato bajó la mano, su expresión llena de pesar. —Sé que no apruebo tu relación con él, pero nunca haría algo tan bajo como lastimar a Ryo. Eres mi hija, Rika. No quiero que pienses tan mal de mí.

Rika se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en el suelo. Las palabras de su padre parecían sinceras, pero la duda seguía clavada en su corazón— Lo siento, pero me cuesta mucho creerte, después de todo lo que has dicho y te has opuesto a nuestra relación.

Yamato sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que alguien más había tomado medidas drásticas contra Ryo, y aunque él no había sido el responsable, el daño ya estaba hecho—Rika, de verdad lo digo, no hice eso.

Ella levantó la vista, estudiando el rostro de su padre, buscando alguna señal de mentira. Finalmente, dio un paso hacia atrás, manteniendo su distancia. —Más te vale. Porque jamás te perdonaría algo así...—murmuró, antes de darse la vuelta y salir de la habitación, dejando a Yamato solo con su preocupación y culpa.

Yamato pasó su mirada por Nene, quien tenía los ojos cerrados, mientras sostenía entre sus manos su frente.

—Nene ¿tú no pensarás qué...

—Nada...—Lo interrumpió— No pienso nada.—Declaró— Confió en que no serias capaz de hacer algo como eso. Quizás, estoy enojada contigo, pero te conozco y sé que no serías capaz de eso.

Yamato sonrió ante las palabras de apoyo de su hija, no obstante, él sabía quién era capaz de esto.


Sora acababa de terminar de revisar las fotografías, cuando el sonido de un golpe en la puerta la hizo levantar la vista.

—¿Sí? —dijo, con una voz ligeramente cansada.

La puerta se abrió y Miyako entró con una expresión urgente en su rostro. —Permiso —anunció mientras cruzaba el umbral.

—¿Qué sucede, Miyako? —preguntó Sora, notando la preocupación en la cara de su asistente.

—Te necesitan en la sala principal —respondió Miyako— Es urgente.

Sora levantó una ceja, sorprendida. —¿Urgente? No estaba al tanto de nada importante hoy.

Miyako asintió con firmeza. —Sí, es urgente. Te esperan allí.

Con una expresión de confusión pero decidida, Sora se levantó y siguió a Miyako hacia la salida de su oficina. Al abrir la puerta de la sala principal, se encontró con todos los empleados reunidos, sus miradas expectantes y una atmósfera de anticipación palpable.

Sora se detuvo en seco, sorprendida por la multitud. Todos los empleados la miraban con sonrisas cálidas y ojos llenos de cariño. Antes de que pudiera preguntar qué estaba pasando, Takuya se adelantó desde el centro de la sala, tomando un micrófono que había preparado para esta ocasión.

—Sora —dijo Takuya con una sonrisa— Queríamos hacerle algo especial para usted. Espero que le guste.

Sora frunció el ceño, aún sin entender completamente, mientras Takuya empezaba a cantar con una voz clara y llena de emoción:

(Más allá de la penumbra - La reina del Flow)

Más allá de la tristeza
Donde el miedo ya no llega, te daré mi corazón (mi corazón)
Porque yo hago mi destino
Siempre busco en mi camino, el impulso para hoy (hey-he)

Si sientes que el flow está pesado
Sigue adelante ve luchando, todo tiene solución (todo tiene solución)
No pienses que todo está jugado
Saca la fuerza y ve buscando, lo que quieres para vos

Sigue volando
Más allá de la penumbra
Tú solo sigue cantando
No lo pienses demasiado baby

Mientras Takuya cantaba, los empleados comenzaron a acercarse, cada uno sosteniendo una flor en la mano. Las flores se entregaban a Sora una por una, en una muestra conmovedora de apoyo y cariño.

Sigue volando
Más allá de la penumbra
Tú solo sigue cantando
No lo pienses demasiado baby

Hay días buenos, hay días grises
Momentos malos y también felices (ah)
Rendirse no es una opción, no
Póngale corazón, sonrisa y decisión

Que como llueve, también escampa
Finura pruebe, póngase en la trampa (ah)
Sí la inspiración no llega, salga a buscarla
La vida es corta, por qué desperdiciarla

Vive el presente, de todo aprende
La llama enciende, cruza ese puente
Salta al vacío, fluye sin mente
Dale sin lío que luego te arrepientes

Sora observaba con lágrimas en los ojos, profundamente conmovida por el gesto. Cada flor representaba una muestra de aprecio y solidaridad de parte de sus empleados.

Si sientes que el flow está pesado
Sigue adelante ve luchando, todo tiene solución
No pienses que todo está jugado
Saca la fuerza y ve buscando, lo que quieres para vos

Sigue volando
Más allá de la penumbra
Tú solo sigue cantando

No lo pienses demasiado baby

Cuando Takuya concluyó la canción, los empleados aplaudieron y le sonrieron a Sora. Takuya se acercó a ella y, con una expresión sincera, dijo:

—Esto es para usted, Sora. Queremos verla feliz y queremos que sepa que estamos aquí para usted, no importa lo que pase.

Sora observó conmovida al moreno, al parecer él organizó todo, ya que esto jamás lo habían hecho.

Era extraño.

Este chico justo aparecía cuando estaba triste y...le daba una tranquilidad increíble.

Esa canción, esa voz, y este gesto.

¿Qué poder tenía ese chico?

Miyako, de pie cerca, asintió con la cabeza y agregó con una sonrisa: —Todos en este lugar te quieren, Sora. Por eso queremos verte sonreír.

—Es la mejor jefa.—Musitó uno de sus empleados.

—La queremos.— Exclamó otra empleada.

Sora, con las lágrimas aún en los ojos, sonrió a través de su tristeza. Agradeció a cada uno de sus empleados, su corazón se sintió ligero y reconfortado por el amor y el apoyo que recibió en ese momento.

—Gracias a todos —dijo con voz temblorosa— No sé qué decir. Esto significa mucho para mí.

Takuya le ofreció una última sonrisa alentadora. —No tiene que decir nada, solo siga adelante. Estamos aquí para usted.


Haruna y Koushiro ayudaron a Ryo a salir del auto con cuidado. El peso de su cuerpo, adolorido y agotado, se sentía más pesado de lo normal. Haruna lo sostuvo por un lado, mientras Koushiro lo apoyaba por el otro. Ambos sabían que Ryo estaba en mal estado, pero aún así, lo llevaron hasta la puerta de su casa.

Tomoko, la madrina de Ryo, estaba en la cocina cuando escuchó el ruido en la puerta. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la entrada, esperando ver a Ryo regresar de una noche fuera. Sin embargo, cuando abrió la puerta, la imagen que la recibió la dejó sin aliento.

Ryo, su querido ahijado, estaba completamente golpeado. Su rostro estaba cubierto de moretones, su labio inferior partido, y una mezcla de sangre seca y fresca manchaba su camiseta. Sus ojos, aunque abiertos, parecían perdidos, como si estuviera luchando por mantenerse consciente.

—¡Ryo! —exclamó Tomoko, llevándose las manos a la boca, horrorizada. Su voz temblaba al hablar, y su rostro palideció al ver el estado en el que estaba.

Haruna dio un paso adelante, tratando de calmarla. —Tomoko-san, por favor, no se alarme. Lo trajimos lo más rápido que pudimos...

Pero Tomoko apenas podía escucharla. Su mente estaba enfocada en Ryo, en la gravedad de sus heridas. Corrió hacia él, sus manos temblorosas mientras intentaba evaluar los daños.

—¿Qué pasó? ¿Quién le hizo esto? —preguntó Tomoko con una mezcla de pánico y desesperación en su voz. Miró a Haruna y a Koushiro en busca de respuestas, pero lo único que podía pensar era en el dolor que Ryo debía estar sintiendo.

Koushiro, con una expresión seria, se aclaró la garganta antes de hablar. —Lo encontramos así, Tomoko-san. No sabemos exactamente lo que sucedió, pero necesita atención médica.

Tomoko asintió rápidamente, aún en estado de shock. Sin perder más tiempo, los guió hacia adentro, ayudándoles a llevar a Ryo al sofá. Mientras lo acomodaban, tomó el teléfono para llamar a un médico de emergencia, sin dejar de mirar a Ryo con ojos llenos de preocupación.

—Ryo... —susurró Tomoko, arrodillándose a su lado y tomando su mano con suavidad. El corazón le dolía al verlo así, y aunque su mente estaba inundada de preguntas, lo único que importaba en ese momento era asegurarse de que estuviera a salvo.

Ryo, a duras penas, le apretó la mano en un intento de tranquilizarla, aunque sus fuerzas apenas le permitían mantener los ojos abiertos. Tomoko sintió las lágrimas arremolinarse en sus ojos, pero se las tragó, enfocándose en lo que debía hacer para ayudarlo.

—Estoy bien madrina. Koushiro me llevó a urgencias.—Comentó el Akiyama— Estoy bien.

Tomoko sabía que esas palabras eran más para consolarla a ella que para describir la realidad de su situación. La sangre seca en su rostro y los moretones visibles contaban una historia diferente, una historia de dolor y sufrimiento que Ryo estaba tratando de minimizar.

—Gracias a Koushiro estoy bien...—Dirigió su mirada al pelirrojo y luego a la castaña— Y ahora le agradezco a usted, señora Anderson, por traerme a casa.

—No me agradezcas.— Respondió la castaña intentando mantenerse en su papel de mujer seria y fría, pero en el fondo de su corazón solo quería correr hacia él y abrazarlo, besar sus mejillas y decirle todo el amor que sentía por él

Sacó un papel de su billetera.

—Sí necesitas ayuda no dudes en llamarme.— Se acercó a él y le dio la tarjeta.

El Akiyama recibió sorprendido la tarjeta.

—No quiero molestarla más. Fue mucho con que me comprara los anelgésicos.

—Era lo menos que podía hacer al verte en ese estado.

—Prometo que se los pagaré.—Respondió el oji-azul.

—No es necesario.—Contestó la oji-miel— Tómalo como un regalo.

¿Un regalo?

Ryo pasó su mirada por la mujer, por primera vez desde que la conoció veía algo más que frialdad en sus ojos, parecía preocupada por él. Sí, preocupada. Esa expresión de sus cejas y esa mirada le recordaban a Mimi, mucho más que antes.


Yamato entró a la oficina de su padre como una tormenta, con los ojos encendidos por la furia. Sin siquiera tomarse el tiempo para cerrar la puerta, avanzó con pasos decididos hacia Hiroaki, que estaba sentado detrás de su escritorio, con la tranquilidad que solía caracterizarlo.

—¿Qué demonios has hecho? —espetó Yamato, su voz temblando de ira contenida.

Hiroaki levantó la vista de unos papeles que estaba revisando, arqueando una ceja ante la interrupción. —No sé de qué hablas, Yamato —respondió con una calma que sólo enfureció más a su hijo.

Yamato golpeó el escritorio con ambas manos, inclinándose hacia su padre. —¡No te hagas el desentendido! Sabes perfectamente a qué me refiero. ¿Por qué mandaste a esos hombres a golpear a Ryo?

—¿Yo? ¿Golpear a este vago?

—¡Tú bien sabes que sí!— Exclamó el rubio— Desde siempre has querido acabar con él para eliminar todo rastro de Mimi y ahora que tienes oportunidad porque estoy enojado con él ¡te crees con el derecho de acabar con él!

—No lo mandé a matar.— Declaró el castaño—Solo fue un susto.

—¡Lo acabas de confirmar! Fuiste tú.

—Si ¿y?— Hiroaki mantuvo la mirada fija en su hijo, sin inmutarse ante la agresividad en su tono. Después de un momento, se recostó en su silla y exhaló con pesadez.

—No debiste hacerlo.

—Deberías agradecerme.—Respondió el castaño—Lo hice por tu bien, Yamato. Y por el bien de esta familia.

—¿Por mi bien? —repitió Yamato con incredulidad—. ¡Por el bien de esta familia! ¿Crees que mandar a unos matones a golpear a un chico es lo mejor para nosotros? ¡Eso no resuelve nada, sólo complica más las cosas!

—Ese chico es una amenaza —replicó Hiroaki, su tono más frío—. Está interfiriendo en la vida de Rika con el fin de entrometerse en la tuya, y en todo lo que hemos construido, cosa que está logrando. ¿Esperabas que me quedara de brazos cruzados mientras permites que destroce lo que tanto nos ha costado?

Yamato se apartó del escritorio, pasándose una mano por el cabello en un intento de calmarse, pero la rabia seguía ardiendo en su pecho. —No puedes simplemente mandar a alguien a golpear a un chico porque no te gusta. ¡Es inaceptable! ¿Sabes lo que esto le hará a Rika si se entera?

Hiroaki se levantó lentamente de su silla, mirando a su hijo con una mezcla de desaprobación y desafío. —Rika no tiene por qué enterarse —dijo con dureza—. Y es mejor que lo entienda ahora, antes de que sea demasiado tarde. No podemos permitir que una relación con ese chico destruya nuestra familia.

—No es tu decisión —gruñó Yamato—. Es la vida de Rika, y no tienes derecho a tomar esas decisiones por ella. ¿Crees que esto la hará alejarse de él? ¡Lo único que harás es que se acerque más a Ryo por rebeldía!

Hiroaki lo observó con una frialdad que helaba, pero también había algo más, una pizca de decepción en su mirada. —Siempre has sido débil, Yamato —dijo finalmente—. Esa debilidad te está costando la autoridad sobre esa arrimada.

—¡No es arrimada!

—Sí lo es...—Declaró— Y sin querer está cavando nuestra tumba. Dime ¿permitirás que esté con Ryo?

Yamato sintió un nudo en la garganta, la frustración mezclándose con el dolor de ver cómo su propio padre no entendía nada. —No, no lo permitiré, eso jamás será posible. Pero no voy a recurrir a la violencia ni a la manipulación para mantenerla cerca.

Hiroaki lo miró por un largo momento, sin decir nada, antes de volver a sentarse en su silla. —Haz lo que quieras, Yamato. Pero no vengas a mí cuando todo esto termine en desastre.

Yamato asintió con amargura, sabiendo que no había más que decir. Se dio la vuelta y salió de la oficina, sintiendo el peso de la situación aplastarlo mientras pensaba en cómo reparar el daño que su propio padre había causado.


Rika llegó a la casa de Haruna con pasos apresurados, aún cargada de la adrenalina y la frustración de su confrontación con su padre. Al entrar, encontró a Haruna esperándola en la sala, con una expresión de preocupación que se acentuó al ver la determinación en el rostro de Rika.

—¿Dónde estabas? —preguntó Haruna, su tono mezcla de preocupación y reproche.

—Fui a hablar con mi padre —respondió Rika, con una determinación que no podía ocultar—. Tenía que encararlo sobre lo que está pasando con Ryo.

El rostro de Haruna se tensó. —No debiste hacer eso, Rika. Poner en peligro a Ryo aún más no es la solución. ¿Qué esperabas lograr?

Rika frunció el ceño, sintiéndose contrariada. —No podía quedarme con los brazos cruzados mientras él sigue ahí afuera, sin hacer nada. No es justo.

—¿Y qué dijo Yamato? —preguntó Haruna, aunque su preocupación ya estaba palpable.

—Negó todo —respondió Rika con una mueca de desilusión—. Dijo que no tenía nada que ver con lo que le ha pasado a Ryo.

Haruna se quedó en silencio, sus pensamientos corriendo a toda velocidad. Aunque no lo dijo en voz alta, su desconfianza hacia Yamato era profunda. Ella conocía a Yamato lo suficiente como para saber que él era capaz de mucho más de lo que admitía.

—¿Puedo quedarme aquí esta noche? —preguntó Rika, su voz llena de una mezcla de cansancio y desesperación—. Necesito estar cerca de alguien y no quiero estar sola.

Haruna asintió, aunque su expresión seguía siendo seria. —Claro, puedes quedarte.

Rika asintió con gratitud, pero sus pensamientos seguían girando alrededor de Ryo. —Quiero ir a verlo.

Haruna se tensó. —No es una buena idea, Rika. Es tarde, y Tomoko está muy preocupada. Si tú vas, solo aumentarías la tensión.

—¿Por qué no? —insistió Rika, frunciendo el ceño y con un leve tono de regaño—. Necesito verlo, saber cómo está.

Haruna suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas para calmar la insistencia de Rika. —Rika, por favor, sé madura y entiende la situación. No es solo cuestión de querer ver a Ryo. Es complicado, y tu presencia solo añadiría más presión en un momento ya delicado.

Rika lo pensó por unos momentos, sus ojos mostrando un torbellino de emociones. Finalmente, aceptó la lógica detrás de las palabras de Haruna, aunque de mala gana. —Está bien. Lo haré por el bien de Ryo.

Haruna sonrió, aliviada de que Rika finalmente comprendiera la situación. —Gracias, Rika. Siéntete un poco más tranquila.

—Tengo hambre y quiero dormir —dijo Rika, agotada por el estrés del día.

—Aunque no tengas mucha hambre, debes comer algo —dijo Haruna, con un toque de firmeza—. Te diré a la sirvienta que te suba algo a tu habitación. Es importante que descanses.

Rika asintió, su cuerpo ya pidiendo descanso mientras se dirigía a su habitación. Haruna la observó alejarse, con una mezcla de preocupación y esperanza de que, a pesar de todo, Rika pudiera encontrar algo de paz esa noche.

Apenas Rika se fue. Koushiro apareció en la sala.

Su presencia, siempre imponente, parecía intensificar el ambiente. Se acercó a ella con una expresión que oscilaba entre la curiosidad y la preocupación.

—Así que ¿Rika se quedará aquí nuevamente?

Haruna asintió: —Así parece.

—¿Qué planeas con dejar que Rika se quede aquí? —preguntó Koushiro, su tono cargado de intriga.

La castaña con una sonrisa calculada respondió: —Quiero ser una buena persona. Rika está pasando por un momento difícil, y pensé que sería lo correcto ofrecerle refugio.

Koushiro arqueó una ceja, sabiendo que Haruna no era conocida por su compasión desinteresada. —No me engañas. Sabes que no se trata solo de ser "buena persona". Sabes perfectamente que tienes un plan, y lo que quieres es acercarte a Yamato y Sora.

Haruna asintió lentamente, sin negar la acusación. —Tienes razón. Usar a Rika es una manera de acercarme a ellos, y ahora, con la situación con Ryo, la oportunidad es perfecta.

Koushiro frunció el ceño. —¿Qué daño le causó Rika para que la uses de esta manera?

—Ninguno en particular —admitió Haruna con frialdad—. Pero necesito utilizarla para mis propósitos. No se trata de que ella sea el objetivo, sino que al acercarme a ella, puedo llegar a Yamato y Sora más fácilmente.

Koushiro la miró con una mezcla de preocupación y escepticismo. —¿Estás dispuesta a sacrificar a Ryo por esto?

Haruna lo miró fijamente, una chispa de indignación en sus ojos. —¡Por supuesto que no! —respondió con firmeza— No sacrificaría a Ryo. Él es importante para mí, y no dejaré que se le haga daño.

Koushiro suspiró, su mirada volviéndose dura. —Los golpes que recibió Ryo fueron una muestra clara de lo que está en juego. No puedes ignorar que tu plan podría causar más daño del que imaginas.

Haruna se acercó a Koushiro, su expresión decidida. —No, Koushiro. Los golpes que Ryo recibió fueron culpa de su propia imprudencia, no de mi plan. No tengo intención de ponerlo en peligro. Mi intención es usar la situación para acercarme a Yamato y Sora.

Koushiro la miró, su preocupación por Ryo evidente. —¿No tienes piedad por tu propio hermano?

Haruna respiró hondo, sus ojos llenos de una determinación fría. —Sí, tengo piedad por él. Y es precisamente por eso que necesito acercarme a Rika. Solo de esta manera podré mantener las cosas bajo control. Con lo que le pasó a Ryo, mi deseo de venganza contra Yamato está más vivo que nunca. Necesito usar cada recurso a mi alcance para hacer que Yamato y Sora paguen por lo que han hecho.

Koushiro asintió lentamente, aunque su expresión seguía siendo de preocupación. —Entiendo tu necesidad de venganza, pero no olvides que la situación con Ryo es delicada.

—¡Lo sé! Más que nadie.

—Asegúrate de que tu plan no termine causando más daño del que ya ha ocurrido.

Haruna lo miró, su determinación inquebrantable. —Lo tengo en cuenta. Todo está bajo control. Ahora, si no tienes más preguntas, me gustaría seguir con lo que tengo que hacer.

Koushiro asintió, reconociendo la determinación en la mirada de Haruna. —Está bien. Solo asegúrate de ser cautelosa.

Haruna se despidió con una sonrisa fría mientras Koushiro se alejaba, su mente ya centrada en los próximos pasos de su plan. La determinación de Haruna estaba clara, y aunque su método era despiadado, estaba decidida a seguir adelante con su venganza, sin importar los costos.


Haruna apenas tuvo fuerzas para cerrar la puerta de su habitación cuando finalmente llegó a casa. El día había sido largo y agotador, y su cuerpo clamaba por descanso. Se despojó de su abrigo y zapatos, dejando caer las prendas descuidadamente en el suelo mientras se dirigía a su cama. Todo lo que quería en ese momento era sumergirse en las sábanas, cerrar los ojos y dejar que el agotamiento la arrastrara al sueño.

Se dejó caer en la cama, suspirando profundamente al sentir la suavidad del colchón bajo su cuerpo. Finalmente, parecía que podría relajarse, dejar atrás todas las preocupaciones y responsabilidades del día. Haruna cerró los ojos, permitiendo que la oscuridad la envolviera. Pero justo cuando comenzaba a deslizarse hacia el sueño, su teléfono vibró en la mesita de noche.

El sonido hizo eco en la tranquila habitación, sacándola bruscamente de su letargo. Haruna frunció el ceño, su mente aún aturdida por el cansancio mientras extendía la mano para alcanzar el teléfono. Al ver el nombre de Satomi en la pantalla, un mal presentimiento se instaló en su pecho. Dudó por un instante, considerando la posibilidad de no responder, pero algo en su interior le dijo que debía contestar.

—¿Satomi? —preguntó Haruna en cuanto descolgó la llamada, su voz rasposa por el cansancio.

Al otro lado de la línea, escuchó un sollozo ahogado, lo que hizo que Haruna se enderezara en la cama, alerta de inmediato.

—Haruna, yo... yo no sabía a quién más llamar... —la voz de Satomi era temblorosa, rota por las lágrimas que claramente estaba tratando de contener.

Haruna sintió que el cansancio se desvanecía, reemplazado por una preocupación creciente. —¿Qué pasa? —preguntó suavemente, sabiendo que su amiga estaba al borde del colapso— ¿Qué sucedió, Satomi?

Satomi dejó escapar un gemido angustiado antes de continuar. —Todo se desmorona, Haruna... No sé qué hacer... estoy tan sola...— su voz se quebró, y Haruna pudo escuchar claramente cómo Satomi rompía en llanto.

Haruna se llevó una mano a la frente, tratando de calmar a su amiga mientras luchaba por comprender la gravedad de lo que estaba pasando. —Tranquila, Satomi. Estoy aquí. Dime qué pasó —dijo con suavidad, tratando de infundir algo de calma en la voz alterada de Satomi.

—Es todo... todo... —Satomi sollozó— Estoy tan abrumada, Haruna. Necesito hablar con alguien... con alguien que entienda. Pero lamentablemente no tengo amigas y la única familia que tenía, mi hermana, murió hace tiempo...

Haruna cambió de posición en la cama, sentándose erguida y preparándose para escuchar a su amiga, sin importar cuán cansada estuviera.

—Lo que necesites, Satomi. Estoy aquí para ti. Hablemos —le aseguró Haruna, dispuesta a ofrecerle el apoyo que necesitaba, sin importar la hora o el cansancio que la embargaba— Si quieres puedo ir a tu casa.

—¡No!—Exclamó la mujer Minamoto— No estoy en mi casa. Estoy en un hotel.

—¿En un hotel?

—Sí...—Respondió Satomi.

Haruna se sorprendió.

—¿Puedes venir?

—Claro.—Contestó la oji-miel— Dame la dirección y voy.


Kiriha estaba acostado en su cama, la luz suave de la mesita de noche proyectaba sombras tenues en la habitación. A pesar de estar exhausto, su mente seguía dando vueltas, incapaz de desconectarse del día. Miró al techo durante unos segundos, intentando calmar su mente, pero sin éxito. Finalmente, tomó su teléfono que estaba al lado, esperando que distraerse un poco lo ayudara a relajarse.

Al desbloquearlo, su mirada se detuvo en el ícono de mensajes. Algo lo impulsó a abrir la conversación con Nene, su nombre aparecía en la parte superior de la pantalla como un recordatorio constante de los pensamientos que lo atormentaban. No habían hablado desde la última vez que la había visto, y aunque sabía que debería darle espacio, la preocupación por ella lo empujaba a romper ese silencio.

Con el pulgar suspendido sobre el teclado, Kiriha dudó por un momento. Quería preguntarle cómo estaba, saber si se sentía mejor, pero también sabía que quizás ella no quería hablar. El tiempo pasó, y Kiriha permaneció inmóvil, su mente debatiéndose entre enviar el mensaje o dejarla en paz.

Finalmente, decidió seguir su instinto. Comenzó a escribir:

"¿Cómo estás, Nene? Solo quería saber si te encuentras bien."

Se quedó mirando el mensaje, sintiendo una extraña mezcla de alivio y ansiedad. Sin pensarlo más, presionó "enviar". Pero en el instante en que el mensaje se envió, una ola de arrepentimiento lo golpeó. ¿Y si estaba molestando a Nene? ¿Y si ella no quería hablar con él?

Sin perder tiempo, abrió el mensaje enviado y lo eliminó, esperando que Nene no lo hubiera visto. Pero el sonido de su teléfono vibrando unos segundos después le indicó que era demasiado tarde. Nene había visto el mensaje.

Antes de que pudiera reaccionar, la pantalla del teléfono mostró el nombre de Nene. Ella lo estaba llamando. Kiriha tragó saliva, dudando por un segundo, pero finalmente contestó.

—¿Nene? —dijo con voz suave, tratando de ocultar su nerviosismo.

—Hola, Kiriha —respondió ella, su voz tranquila pero con un leve tono de sorpresa.

—¿Por qué me llamas?

—¿Qué no es obvio?— Preguntó Nene— Vi tu mensaje.

¡Rayos!

—Y quería saber ¿Por qué lo borraste?

Kiriha se quedó en silencio por un momento, intentando encontrar las palabras adecuadas.

—No quería molestarte —confesó finalmente— Solo quería saber cómo estabas, pero después pensé que quizás preferías descansar.

Hubo un breve silencio en la línea antes de que Nene respondiera.

—Estoy bien... o al menos, intentando estarlo. No me molesta que me preguntes cómo estoy. De hecho, lo agradezco.—Respondió con voz suave.

—Que bien.—Respondió el rubio.

—Me alegra escucharlo —dijo, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa—Ojalá tengas una buena noche. Adiós...

—¿Adiós?— Nene se apresuró a decir—¿Tan rápido vas a cortar?

—No creo que sea prudente alargar más la conversación.—Musitó Kiriha—Yamato podría escucharnos y no quiero tener problemas.

—Mi padre no está.

—Aun así, debemos mantener distancia.

—¿Distancia?— Preguntó Nene— ¿En un momento como este, no puedes simplemente olvidarte de esa estupidez de mi padre?

—Él lo hace por algo. No creo que quieras tener problemas.

—Pero ¡no es justo! Tú no me harías daño.

Pues no, no se lo haría.

—No, pero no soy el chico que tu padre quiere.—Declaró Kiriha— Y eso está claro.

Nene rodó los ojos: —Quizás, él no, pero yo sí...—Comentó— Y está claro que tú también tienes cierto interés en mi. Por algo me escribiste ese mensaje ¿no? porque estabas preocupado.

—Eres mi compañera de trabajo, es lógico que me preocupe, nada más.

—Tú bien sabes que hay más.

—Nene...—Kiriha suspiró— Por favor, no hagas esto más difícil ¿si? Y mejor, descansa.

Nene se mordió el labio inferior.

Nene se mordió el labio inferior, tratando de controlar las emociones que se agitaban en su interior. La conversación la había dejado confundida y, de alguna manera, herida. A pesar de las palabras de Kiriha, sentía que había algo más detrás de sus acciones, algo que no estaba dispuesto a admitir abiertamente.

—No estoy haciendo nada difícil —dijo Nene, tratando de mantener la calma—. Solo estoy tratando de entender lo que está pasando. Tú enviaste un mensaje, te preocupaste, y luego intentaste borrarlo. No puedo ignorar eso.

Kiriha se pasó una mano por el cabello, su frustración evidente. —Nene, mi intención no era complicar las cosas. Me preocupa tu bienestar, pero eso no significa que debamos hacer de esto algo más grande de lo que es.

Ella lo miró, los ojos llenos de una mezcla de dolor y determinación. —Lo que me dices no concuerda con lo que siento. Y no puedo seguir ignorando que, en el fondo, esto es más complicado. No se trata solo de trabajo. Tú te has preocupado por mí, y eso significa algo.

—No es que no me importe —dijo Kiriha, tratando de expresar su sinceridad—. Pero, en este momento, necesitamos mantener la distancia. Las cosas están complicadas, y sería mejor para ambos si no dejamos que esto nos afecte más de lo que ya lo ha hecho.

Nene asintió lentamente, aunque su expresión no reflejaba total aceptación. —Entiendo que quieras mantener las cosas claras, pero no puedo evitar sentir que hay algo más que no estás diciendo. Si realmente te importa, quizás deberíamos hablar sobre ello en otro momento, en un lugar más tranquilo.

Kiriha la miró, su expresión cambiando de frustración a un tipo de comprensión. —Nene, me iré a descansar, buenas noches.—Fue así como finalmente cortó.

Nene apretó su puño molesta ante esto.

¿Por qué las cosas debían ser así?

Lo más triste es que, mientras más la rechazaba, más le interesaba.


Luego de la llamada de Satomi, Haruna no dudó ni un segundo en ir.

Satomi al instante la recibió en su habitación de hotel.

—Satomi ¿qué sucedió?— Preguntó la ojoi-miel— ¿Por qué me llamaste?

—Gracias por venir.

—No me agradezcas.—Respondió la castaña— Y mejor dime ¿qué sucedió? Estoy preocupada.

Todo fingimiento. Lógicamente no estaba preocupada por ella.

Satomi tomó asiento en un sofá, sus ojos enrojecidos y llenos de lágrimas. Haruna, con un rostro de preocupación, se sentó a su lado, intentando ofrecerle consuelo.

—Satomi, ¿qué pasa? —preguntó Haruna con voz suave, notando la angustia en el rostro de la mujer.

Satomi miró a Haruna con una mezcla de dolor y desesperación. Su voz temblaba mientras hablaba.

—Haruna... —comenzó, su voz quebrándose—. He... he descubierto algo horrible. Algo que no puedo soportar más.

Haruna la miró con atención, sintiendo una creciente inquietud.

—¿Qué ocurre, Satomi? Puedes confiar en mí.

Satomi cubrió su rostro con las manos, sus lágrimas fluyendo libremente. Finalmente, se armó de valor para hablar.

—Kousei... me fue infiel. —dijo con voz rota—. Con Toshiko.

El corazón de Haruna se detuvo por un momento al escuchar el nombre de Toshiko. Sabía que había tensiones entre ellos, pero no había imaginado que llegarían a esto.

—¿Qué? —exclamó Haruna, asombrada—. ¿Cómo supiste eso?

—Lo vi... —respondió Satomi, sollozando—. Encontré mensajes y fotos en el móvil de Kousei. No podía creerlo al principio. Pensé que estaba imaginando cosas, pero es verdad. Kousei y Toshiko han estado juntos.

Haruna sintió una ola de compasión hacia Satomi, pero también una profunda indignación por la traición que había sufrido. Se acercó y la abrazó con ternura.

—Lo siento mucho, Satomi. —dijo Haruna, su voz llena de empatía— No mereces esto.

Satomi se aferró a Haruna, buscando consuelo en el abrazo.

—No sé qué hacer, Haruna. —confesó—. Estoy tan rota. No puedo creer que Kousei haya hecho esto. Y Toshiko... ella siempre me pareció tan... tan falsa, pero nunca imaginé que fuera capaz de esto.

Haruna apretó a Satomi más cerca, ofreciendo todo el apoyo que podía.

—Tómate tu tiempo para procesarlo. —le aconsejó— Hablar con Kousei podría ser útil, si es que estás lista para eso. Pero primero, cuida de ti misma. Y si necesitas hablar o ayuda para enfrentar esto, estaré aquí para ti.

Satomi se aferró a Haruna con una desesperación palpable, sus lágrimas empapando el hombro de su amiga. La tristeza y la confusión se mezclaban con una preocupación constante por el "qué dirán", que parecía nublar sus pensamientos.

—Lo más triste es que ahora todo el mundo hablará de nosotros —dijo Satomi, su voz quebrada—. Mi reputación se arruinará. ¿Cómo voy a enfrentar esto? ¿Qué van a decir de mí?

Haruna la miró con comprensión, intentando encontrar las palabras adecuadas para calmar su tormento. —Satomi, entiendo que te preocupe lo que digan los demás. Pero en este momento, tu bienestar y tu recuperación son lo más importante. Las opiniones de los demás no definen tu valor ni tu dignidad.

Satomi sacudió la cabeza, incapaz de apartar el miedo al juicio social. —No puedo evitarlo. Kousei tiene todo. La gente va a decir que no era suficiente para él, que no merezco nada de lo que tenía. Y Toshiko... ella siempre fue una amenaza, pero nunca pensé que llegaría a esto. La gente no va a ver el dolor que estoy sintiendo; solo verán el escándalo.

Haruna apretó a Satomi contra ella, con el deseo de darle algún tipo de consuelo en medio de su desesperación. —No dejes que el miedo al juicio de los demás te destruya. Lo que Kousei hizo es un reflejo de sus propias elecciones y errores, no de ti. La gente puede hablar, pero lo que realmente importa es cómo te sientes contigo misma y cómo te recuperas de esto.

Satomi levantó la vista, sus ojos llenos de un dolor profundo. —Pero él tiene todo el poder. Él siempre ha tenido el control. Las palabras que me dijo antes de irse, su frialdad... Fue como si todo lo que fuimos juntos no significara nada para él. Solo quiero que se haga justicia, que no me quede como la tonta que no supo ver lo que estaba pasando.

—Kousei puede tener poder, pero eso no le da derecho a hacerte daño —dijo Haruna, con una firmeza que buscaba calmar la agitación de Satomi—. La justicia no siempre es inmediata ni fácil, pero debes enfocarte en sanar y encontrar tu fortaleza. A veces, el primer paso es simplemente permitirte sentir y procesar lo que ha sucedido.

Satomi se alejó un poco, limpiando sus lágrimas con la mano. —Es tan difícil. La gente no entenderá, y ni siquiera sé cómo enfrentar lo que viene. Mi reputación está en juego, y me siento tan impotente.

Haruna tomó las manos de Satomi entre las suyas, su mirada llena de empatía. —La reputación es solo una parte de lo que eres. La gente puede decir lo que quiera, pero eso no cambia tu verdadero valor ni la persona que eres en tu corazón. A veces, las pruebas más duras nos muestran nuestra verdadera fuerza. No estás sola en esto. Estoy aquí para ayudarte a enfrentar lo que venga.

—Toshiko resultó ser una amiga traicionera.

—¿Amiga?—Preguntó Haruna— ¿Enserio la consideras una amiga? Luego de todo lo que te hizo.

—Siempre quise creer que lo era.

—Está claro que no lo es.

—Es comprensible que quieras creer en la bondad de las personas que están cerca de ti —dijo, acariciando la espalda de Satomi con un gesto tranquilizador—. Pero, a veces, la realidad nos muestra que esas personas no eran lo que parecían.

Satomi asintió lentamente, pero su expresión seguía mostrando dolor.

—Toshiko siempre fue manipuladora y oportunista, pero nunca imaginé que llegaría a esto. Me siento tan decepcionada.

Haruna esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Es sorprendente cómo algunas personas pueden ocultar sus verdaderas intenciones detrás de una fachada amigable. Es fácil verlas como amigas cuando te muestran una cara amable, pero cuando se les da el poder, sus verdaderos colores salen a la luz.

—Lo sé... pero no puedo evitar sentirme traicionada.

—Eso es natural —respondió Haruna, con una empatía calculada—. A veces, el dolor de la traición se agrava cuando nos damos cuenta de que la persona en la que confiábamos nunca fue sincera. Pero eso solo te muestra su verdadero carácter. No mereces estar cerca de alguien que se aprovecha de tu confianza para herirte.

Satomi asintió, las palabras de Haruna resonando en su mente. —Sí, eso es cierto. Es solo que me duele tanto. Pensé que podía confiar en ella.

—A veces, las personas que consideramos más cercanas son las que más daño pueden hacernos —dijo Haruna, dejando que el veneno en sus palabras se asentara—. Y es importante que reconozcas esto para protegerte en el futuro. No te dejes engañar por apariencias o palabras bonitas. Aprende a reconocer las señales antes de que sea demasiado tarde.

—Lo más triste es que, frente a todos, Toshiko es la mujer perfecta. Domina todo mi al rededor. Siempre me he sentido inferior.

—No debes dejarte pisotear.—Declaró la oji-miel—Debes demostrarles que eres fuerte y no pueden pisotearte.

Haruna apretó a Satomi en un abrazo reconfortante, con la intención de ofrecer apoyo y aliento.

—No debes dejarte pisotear —declaró Haruna, su tono firme y decidido—. Debes demostrarles que eres fuerte y que no pueden pisotearte. No permitas que alguien como Toshiko te haga sentir menos de lo que realmente eres.

Satomi levantó la vista, con una mezcla de dolor y duda en sus ojos. —Pero, ¿cómo puedo enfrentar a alguien como Toshiko? Ella siempre ha sido la figura dominante en mi vida. Me siento tan pequeña y incapaz frente a ella.

Haruna le sonrió con una seguridad que no dejó lugar a dudas. —Satomi, eres mucho mejor que Toshiko. Tienes una fortaleza y una integridad que ella nunca podrá igualar. Y lo más importante, tienes mi apoyo. No estás sola en esto.

Satomi suspiró, sus ojos llenos de desesperanza. —Pero, ¿qué pasa si estoy sola? No tengo amigas, y mi confianza se ha ido por completo. Me siento completamente sola en esto.

Haruna la miró con una expresión llena de compasión y determinación. —No estás sola, Satomi. Estoy aquí para ti, y eso significa algo. No necesitas enfrentar esto por tu cuenta. Confía en mí, y juntos encontraremos una manera de superar esto. Siéntete libre de apoyarte en mí siempre que lo necesites.

—Pero, ¿realmente puedes ayudarme? —preguntó Satomi, con una nota de escepticismo en su voz—. Estoy tan perdida que no sé por dónde empezar.

—Claro que sí —dijo Haruna, con una firmeza que transmitía confianza—. La situación es difícil, pero tienes la fuerza dentro de ti para enfrentarlo. Solo necesitas recordarlo y permitirte ser apoyada. Yo estaré a tu lado en cada paso del camino.

Satomi asintió lentamente, permitiendo que las palabras de Haruna comenzaran a calar en su mente. Aunque aún estaba asustada y confundida, el consuelo y el apoyo de su amiga le daban un pequeño atisbo de esperanza.

—Gracias, Haruna. —dijo, con una leve sonrisa entre lágrimas—. Necesitaba hablar con alguien en quien pudiera confiar.

Haruna sonrió, un destello de triunfo en sus ojos al ver que Satomi comenzaba a confiar en ella. —No tienes que agradecerme. Lo haré con gusto. Sé que nos conocemos hace poco, pero a mi también me alegra tener una amiga, aquí en este lugar donde también estoy sola.

—Ahora ya no.

—Tienes razón. Ahora estamos en esto juntas, y saldremos de esto más fuertes. Tómate el tiempo que necesites para sanar y recuerda que tienes un aliado en mí.

Satomi sonrió.

Con esas palabras, Haruna continuó brindándole apoyo a Satomi, mientras interiormente planeaba cómo aprovechar esta situación para sus propios objetivos. Satomi, al menos por ahora, encontró en su amiga un pilar en el que apoyarse mientras enfrentaba la traición y el dolor que la habían golpeado tan inesperadamente.


+Las escenas de los adultos parecen de relleno (Hiroaki, Toshiko, Satomi) pero son cruciales para la historia. Recuerden que esos son los villanos y Mimi debe hacer que se destruyan entre ellos.

+Algunos dirán ¡Oh! Takuya es perfecto en esta historia. Y no, no lo es, simplemente estoy usando el factor "líder" mejor explicado el poder de "mover las masas" Takuya mueve personas eso significa que puede hacer muchas cosas y todos lo van a seguir. Además es optimistas quizas imprudente a veces pero optimista.

KeruTakaishi: ¡Hola! Me alegra saber que te gustó la escena Takari ¡Sí! Finalmente dieron el paso para formalizar su relación. De alguna forma Takeru desde el minuto uno en que se acercó a Hikari le hizo saber que la quería como algo más jsjsjs (¿y cómo no? ellos en cualquier universo están destinados a estar juntos) Tienes razón al temer por Hiroaki, ya vimos la triste historia de Mimi y Yamato, Takeru de algún modo está siguiendo los pasos de su hermano y dudó que su padre lo acepte. Pero ya veremos. ¡Gracias por tu entusiasmo por leer esta historia! Espero que sigas leyendo y comentando. Te mando un gran abrazo.

BethANDCourt: ¡Hola! 😊 Me alegra mucho que estés tan emocionada con las actualizaciones, ¡tu entusiasmo es contagioso! 😄 Entiendo tu preocupación por Rika; a veces, parece que los personajes favoritos están destinados a enfrentar dificultades. Pero no te preocupes, los giros inesperados pueden ser intensos, pero también traen sorpresas que podrían beneficiar a nuestros héroes. ¡Sí! Finalmente, Hikari y Takeru están juntos, y estoy feliz de que te emocione su unión. Pero en esta historia no todo en 100% feliz lamentablemente. Jajaja sobre los "sobrinos queridos" me hiciste dar cuenta que la escena tenía un error, usé partes de una pelea de otra historia y, quedó así. Bueno en este caso Takuya es primo de Hikari y Kouji es sobrino político de Takeru, pero sí, a la pareja les tocó tener que soportar a ambos y creo que será algo que se repetirá Kouji es mejor amigo de Takeru y Takuya es primo de Hikari. Ojalá pronto todo se resuelva aunque está difícil. Tú análisis es muy asertivo, Izumi llegó a un punto de tener miedo, pero miedo a que se acabe la relación, ya en cierto modo es obsesión, pero esto se debe a muchos factores externos. Con respecto a Kouji, no puedo decir si está enamorado o no, ustedes lo irán descubriendo. Yo también quiero que sea feliz con Takuya ToT pero queda mucho camino por recorrer todavía. Entre tantas cosas quería darle un momento bonito a Mimi y Nene, como dije, Mimi se irá acercando de diferentes maneras a sus hijas en momentos inesperados, llegará un punto que, Nene e Izumi la sentirán muy cercanas a ellas. En cuanto a Kousei, Toshiko y Satomi, ¡sí, la tensión está al máximo! Los conflictos entre ellos prometen ser explosivos, así que quédate atenta para ver cómo se resuelven (Se lee como relleno, pero es parte de plan final, Mimi solo está movimiento las bombas para que exploten juntas y con eso arrastren a Toshiko e Hiroaki) Gracias por tu entusiasmo y tus amables palabras. ¡Prometo que estaré trabajando en la próxima actualización con todo el cariño para ti! 🌟💖 Ojalá sigas leyendo y comentando. Un abrazo.

miyakoinoe25:¡Hola! Te entiendo, a mi también me encantan Hikari y Takeru, finalmente están juntos. ¡Ojalá podamos verlos enfrentar estos desafíos y salir más fuertes juntos! Entiendo cómo te sientes por Rika. Es doloroso ver a alguien que no merece sufrimiento pasar por cosas tan difíciles. Lamentablemente aun le queda sufrimiento jajaja pero en la trilogía estoy segura que lo amas a Kouji ¿no? jaja entiendo como te sientes y aun nos queda odio para Kouji. Ojalá Izumi se de cuenta pronto. Entiendo tu frustración con el padre de Koji y la madre de Zora. A veces, los personajes que actúan de manera tan negativa pueden ser muy difíciles de soportar. Espero que la historia les dé a los personajes la resolución que merecen, y que las cosas mejoren para aquellos que han sido afectados por sus acciones. ¡Gracias por tu comentario! Espero que sigas leyendo y comentando. Te mando un gran abrazo.