REVENGE
~Capítulo 27~
~Al día siguiente~
Haruna y Rika estaban sentadas en la mesa del comedor, desayunando en silencio. La luz suave de la mañana entraba por las ventanas, iluminando la amplia cocina con un tono cálido. Haruna observó a Rika, quien movía su cuchara en el tazón de cereal sin mucho interés. La joven pelirroja parecía absorta en sus pensamientos, sus ojos fijos en el plato como si estuviera viendo algo muy lejano.
—¿Cómo dormiste anoche? —preguntó Haruna suavemente, rompiendo el silencio.
Rika levantó la vista lentamente, como si le costara salir de sus pensamientos. Sus ojos revelaban una profunda preocupación, y la falta de descanso era evidente en sus ojeras.
—No muy bien —admitió Rika, con un tono apagado—. Estuve pensando en muchas cosas… me costó dormir.
Haruna asintió comprensiva. Sabía que Rika llevaba mucho peso sobre sus hombros, y la situación con Ryo solo complicaba más las cosas.
—¿Te gustaría un té de hierbas? —ofreció Haruna, con una sonrisa tranquila—. Podría ayudarte a relajarte un poco.
Rika negó con la cabeza, apenas esbozando una sonrisa.
—Gracias, pero no… estoy bien —respondió, aunque su expresión decía lo contrario.
Haruna se tomó un momento para observar a la joven. Rika tenía una expresión reservada, casi impenetrable, muy similar a la de su padre, Yamato. Ese aire de fortaleza externa, combinado con una vulnerabilidad que intentaba esconder, la hacía parecer más madura de lo que realmente era.
Finalmente, Haruna decidió que era momento de abordar el tema que la tenía preocupada. Sabía que no sería fácil, pero era necesario.
—Rika —comenzó Haruna, inclinándose un poco hacia adelante para captar completamente su atención—. Necesito hablar contigo sobre algo importante.
Rika levantó la mirada, sus ojos mostrando una mezcla de curiosidad y preocupación. Sabía que lo que Haruna estaba a punto de decirle no sería sencillo de escuchar, pero también entendía que su amiga tenía buenas intenciones.
—¿Sobre qué? —preguntó Rika, tratando de mantener la compostura.
Haruna tomó un respiro profundo, preparándose para la conversación que estaba por venir.
—Es sobre ese chico, Ryo, y lo que está pasando ahora mismo.
La pelirroja rápidamente se tensionó al escuchar ese nombre.
—He pensado mucho en lo que sucedió ayer y lo que ha sucedido en estos días.—comenzó Haruna, su voz suave pero cargada de intención— Sé que todo esto es difícil para ti, pero necesitamos enfrentar la realidad.
—No quiero escuchar más sobre lo que es mejor para mí o para Ryo, Haruna —replicó Rika, cruzando los brazos sobre su pecho—. Estoy cansada de que todos me digan qué hacer, cómo sentir. Solo quiero estar con él.
Haruna suspiró y colocó una mano suave pero firme sobre el hombro de Rika. —Lo sé, Rika. Sé que lo quieres, y sé que él te importa profundamente. Pero acercarte a él en este momento solo generará más problemas.
Rika frunció el ceño, claramente irritada. —¿Problemas? ¿Qué tipo de problemas? Ya está herido, ya le hicieron daño. Lo que necesita es apoyo, no que todos lo dejen solo.
—Precisamente por eso —respondió Haruna, su tono más firme—. Rika, si te acercas a él ahora, solo empeorarás las cosas. ¿No ves? Ya está en el ojo del huracán, y cualquier cosa que hagas podría ser usada en su contra.
Rika se quedó en silencio, luchando con sus emociones. Quería negar las palabras de Haruna, quería creer que su presencia podía hacer una diferencia, pero en el fondo sabía que su amiga tenía razón.
—Lo que Ryo necesita ahora es tiempo para sanar, tanto física como emocionalmente —continuó Haruna, viendo cómo Rika comenzaba a procesar sus palabras—. Y tú, más que nadie, puedes entender que a veces la mejor manera de ayudar a alguien es dándole espacio.
—No puedo abandonarlo así —murmuró Rika, bajando la mirada.
—No estás abandonándolo —dijo Haruna, tomando las manos de Rika entre las suyas—. Solo estás siendo madura, tomando decisiones difíciles por su bienestar. Rika, si de verdad quieres a Ryo, debes pensar en lo que es mejor para él, no solo en lo que tú quieres o necesitas en este momento.
Rika apretó los labios, intentando contener las lágrimas que amenazaban con brotar. Sabía que Haruna tenía razón, pero aceptar eso era como arrancarse un pedazo de su propio corazón.
—Entonces, ¿qué quieres que haga? —preguntó Rika finalmente, su voz apenas un susurro—. ¿Que me quede lejos? ¿Que lo ignore como si no me importara?
—No se trata de ignorarlo —aclaró Haruna—. Se trata de darle el tiempo y el espacio que necesita para recuperarse. Ryo es fuerte, pero también es vulnerable en este momento. Cualquier movimiento en falso podría desencadenar consecuencias que ninguno de los dos queremos.
Rika se mordió el labio, su mente luchando por encontrar una solución, algo que no implicara alejarse de Ryo. Pero sabía que Haruna tenía razón. Había visto el dolor en los ojos de Ryo, había sentido su desesperación. Él no necesitaba más problemas, y ella no podía ser la causa de más dolor en su vida.
—¿Y si algo le pasa mientras no estoy a su lado? —preguntó Rika.
—Siempre estarás a su lado, incluso si no estás físicamente presente —aseguró Haruna—. Puedes apoyarlo de muchas formas. Sin embargo, hoy no es el momento...—Declaró— Las cosas están muy tensas. Puedes estar allí para él cuando sea el momento adecuado, cuando las cosas se calmen y él esté listo.
Rika asintió lentamente, sus hombros caídos bajo el peso de la realidad. No quería aceptar que alejarse era lo mejor, pero sabía que tenía que hacerlo.
—Está bien —dijo finalmente, su voz llena de resignación—. Haré lo que dices, Haruna. Me mantendré lejos, por su bien.
Haruna sonrió—Estás haciendo lo correcto, Rika. Sé que es difícil, pero es lo mejor para ambos. Y no estarás sola en esto. Yo estaré aquí para ti, para ayudarte a sobrellevarlo.
Rika simplemente intentó asimilar la idea en su cabeza, pero era difícil, no quería estar lejos de Ryo.
Rika trataba de asimilar la idea de mantenerse lejos de Ryo, pero la realidad era que la idea le resultaba casi insoportable. No quería estar lejos de él, no cuando lo necesitaba más que nunca.
De repente, el sonido del timbre resonó en toda la mansión, interrumpiendo el tenso silencio entre ambas. Haruna y Rika intercambiaron una mirada rápida antes de que Haruna se levantara de la mesa, con una expresión de ligera sorpresa.
—¿Quién podría ser a esta hora? —murmuró Haruna, más para sí misma que para Rika.
Unos minutos después, la ama de llaves entró en la sala, con una ligera inclinación de cabeza en señal de respeto.
—Señorita Haruna, hay alguien aquí para verla. Es Nene… está esperando afuera.
Haruna parpadeó, sorprendida por la inesperada visita. No esperaba ver a Nene tan temprano y menos en un momento como este.
—Nene, ¿dices? —repitió Haruna, como si necesitara confirmación.
La ama de llaves asintió con una sonrisa amable. Haruna, todavía un poco sorprendida, decidió que lo mejor era dejarla entrar.
—Está bien, dile que puede pasar.
La ama de llaves se retiró, y unos minutos después, el sonido de pasos suaves llenó la sala. Nene apareció en la puerta, su presencia llenando el espacio con una mezcla de calma y determinación. Llevaba una expresión seria, pero al mismo tiempo, había algo en su mirada que sugería una urgencia silenciosa.
—Buenos días —saludó Nene, con una ligera inclinación de cabeza hacia Haruna y Rika.
—Buenos días, Nene —respondió Haruna, recuperándose rápidamente de la sorpresa—. No esperaba verte tan temprano.
—Disculpe señora Anderson por molestar a estas horas.
—No molestas querida.—Contestó la oji-miel.
Ver a su hija era uno de los mejores regalos que podía recibir.
—Dime ¿qué te trae por aquí?
...
—¿Nene? —preguntó Rika, sin poder ocultar la incredulidad en su voz— ¿Qué haces aquí?
—Vine a hablar contigo —respondió Nene, su voz tranquila pero cargada de determinación.
Rika se quedó en silencio por un momento, su mirada se desvió hacia el suelo. La culpa la inundó al recordar cómo había perdido el control el día anterior, gritando sin piedad mientras Nene luchaba contra la claustrofobia. Sentía vergüenza por su comportamiento, pero no sabía cómo expresarlo.
—¿Cómo estás?—Preguntó la castaña— ¿Cómo te sientes?
—Querrás decir ¿Cómo te sientes tú?— Corrigió la pelirroja.
Nene, percibiendo el malestar de su hermana, decidió abordar el tema de frente.
—Bastante dolor de cabeza me dejaron tus gritos de ayer, Rika ¿e?—dijo, con un tono de reproche leve pero también con un toque de humor, intentando aligerar el ambiente.
Rika levantó la vista, sorprendida por la falta de rencor en las palabras de Nene. —Lo siento, yo… no debí gritarte así, Nene. Estaba tan… tan furiosa y confundida.
Nene asintió, comprendiendo el torbellino de emociones que su hermana menor había estado sintiendo. —Lo sé, Rika. No tienes que disculparte.—Musitó— Sí, fue un momento agobiante, pero no te guardo rencor.
De algún modo le alegraba escuchar eso.
—¿Te sientes mejor?
—Sí, me siento mejor...—Respondió Nene— Sin embargo, me siento desconcertada y preocupada.
—¿Por qué?
—Por ti.—Contestó la castaña—No has regresado a casa. ¿Por qué te quedaste aquí?
Rika desvió la mirada de nuevo, sus labios temblando ligeramente. —No quiero regresar a casa porque… porque nuestros padres no me permiten estar con el chico que quiero —confesó, su voz llena de frustración y tristeza.
Nene se acercó y tomó las manos de Rika con suavidad. —Te entiendo, Rika. Créeme que lo hago. Yamato también me alejó de Kiriha, y eso duele. Pero, yéndote de casa no lograrás cambiar las cosas.
Rika frunció el ceño, la angustia reflejada en sus ojos. —No quiero volver. No quiero seguir sintiéndome así, atrapada y sin opciones.
Nene apretó las manos de su hermana con más fuerza, transmitiéndole el apoyo que tanto necesitaba. —Entiendo que te sientas así, Rika. Pero quedarte aquí no es la solución. Eres fuerte, pero no tienes que enfrentar esto sola. Yo estoy aquí.
Rika respiró hondo, sus emociones en conflicto mientras luchaba por mantener su postura. —Pero no quiero que me sigan controlando, Nene. No quiero vivir bajo sus reglas.
Nene la miró con ternura, recordando sus propias luchas. —Entiendo lo que me dices, nadie quiere vivir controlado, Rika. Pero eso no quita que quiera que regreses a casa, hermana, por favor ¡regresa!
Rika permaneció en silencio, procesando las palabras de su hermana. Sabía que Nene tenía razón, pero la idea de volver a casa y enfrentar a sus padres todavía la aterraba.
—Lo siento Nene, pero necesito tiempo para pensar.
Nene suspiró, al parecer, su hermana no quería dar su brazo a torcer. Y, aunque no le gustase, la entendía—Puedes tomarte tu tiempo, Rika. Nadie te va a obligar a hacer nada. Pero cuando te sientas mal no dudes en venir hacia mi ¿sí?
Rika asintió lentamente, una pequeña chispa de esperanza comenzando a encenderse en su interior. Sabía que la situación no era fácil, pero con Nene a su lado, tal vez podría encontrar la fuerza para seguir adelante.
Tomoko entró en la habitación de Ryo con una bandeja de comida en las manos, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y ternura. Se acercó a la cama donde Ryo estaba recostado, sus heridas aún visibles, pero menos graves de lo que habían sido el día anterior.
—¿Cómo estás, Ryo? —preguntó con suavidad, mientras le entregaba la bandeja.
Ryo le sonrió débilmente y asintió. —Estoy mejor, gracias, madrina.
Tomoko le devolvió la sonrisa, pero la preocupación seguía en sus ojos. Observó cómo Ryo comenzaba a comer, masticando lentamente, y decidió sentarse a su lado en silencio por un momento. Sabía que el día anterior no había sido el momento adecuado para hacer preguntas, pero ahora sentía que debía saber la verdad.
—Ryo... ayer no quise hacerte muchas preguntas porque necesitabas descansar —comenzó, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Pero no puedo dejar de preocuparme. Quiero saber qué te ocurrió. ¿Por qué estabas tan mal?
Ryo bajó la mirada, concentrándose en la comida frente a él. No quería hablar de lo sucedido, no quería involucrar a Tomoko en algo tan sucio. Pero sabía que no podría evitar sus preguntas para siempre.
—No importa, madrina —murmuró, tratando de restarle importancia.
Tomoko frunció el ceño, su voz ahora un poco más firme. —Sí importa, Ryo. No puedo ayudarte si no sé lo que está pasando. No puedes cargar con esto solo.
Ryo suspiró, dejando los cubiertos a un lado. Sabía que Tomoko no se daría por vencida. Después de unos momentos de silencio, finalmente decidió hablar, su voz apenas un susurro.
—Fue Yamato. Él... él mandó a que me golpearan.
Tomoko sintió un escalofrío recorrer su espalda, y por un momento no supo qué decir. La gravedad de lo que Ryo acababa de confesar la dejó sin aliento. Tomoko se inclinó hacia adelante, tomando la mano de Ryo con firmeza.
—¿Yamato?— Pronunció su nombre— ¿Yamato Ishida?
Ryo asintió.
¡No, esto no era posible!
Pero conociendo su historial, era posible.
De repente todo el miedo que sintió y angustia cuando Mimi sufrió por él se hizo presente en su memoria.
Tomoko respiró hondo, intentando contener la mezcla de emociones que sentía al escuchar lo que Ryo acababa de confesarle. Sabía que tenía que ser fuerte por él, pero también debía protegerlo, incluso si eso significaba tomar decisiones difíciles.
—Ryo, escucha —dijo, su voz firme pero con un tono de cariño—. Sé que lo que te voy a decir no será fácil, pero necesito que me escuches con atención. Quiero que te mantengas alejado de Rika.
Ryo levantó la cabeza, sus ojos llenos de sorpresa y confusión. —¿Qué? ¿Alejarme de Rika? Pero... ¡ella es la razón por la que todo esto pasó! No puedo simplemente dejarla sola.
Tomoko asintió con tristeza, comprendiendo su dilema. —Lo sé, Ryo. Sé que te importa mucho, pero precisamente por eso debes alejarte. Yamato es peligroso, y ya te demostró de lo que es capaz. No puedo permitir que te pongas en más peligro por ella, y tampoco quiero que ella sufra más por tu culpa.
Ryo negó con la cabeza, sin querer aceptar lo que Tomoko le estaba diciendo. —Pero Rika... ella también necesita que alguien la proteja. No puedo dejarla con Yamato sabiendo lo que es capaz de hacer.
Tomoko apretó suavemente la mano de Ryo, tratando de hacerle entender. —Rika tiene a otras personas que la quieren y la cuidarán, Ryo. Pero tú... tú eres mi responsabilidad, y lo que más quiero es verte seguro. Alejarte de Rika es la mejor manera de protegerte a ti y a ella. No quiero que vuelvas a sufrir de esta manera.
Ryo bajó la mirada, su corazón luchando entre lo que sentía por Rika y la razón que sabía que Tomoko tenía. Sabía que su madrina solo quería lo mejor para él, pero la idea de alejarse de Rika le dolía más de lo que podía expresar.
—No quiero perderla —susurró, con la voz quebrada.
Tomoko acarició su mejilla con ternura, comprendiendo su dolor. —No estás perdiendo a Rika, Ryo. Solo estás tomando una decisión difícil para proteger a ambos. Y yo estaré aquí contigo en cada paso del camino. No estás solo.
Toshiko se quedó inmóvil, sus ojos se abrieron en shock. No podía creer lo que estaba escuchando. Su mente empezó a procesar la información, y un sentimiento de desprecio empezó a aflorar.
—¿Qué has dicho Hiroaki?
El castaño observó a la madre de Sora con normalidad, sabía que iba a reaccionar de esta manera cuando le diera esta noticia— Lo que escuchaste, Toshiko.
—N-no…—Declaró— No puede ser.
El Ishida asintió.
—¿Rika está con Ryo? —preguntó Toshiko, su voz temblando de incredulidad—. Eso no puede ser cierto. ¿Cómo es posible?
Hiroaki nuevamente asintió, su expresión grave.
—Lo es. Rika está relacionada con el hijo de tu super amiga, Satoe.
Toshiko frunció el ceño al escuchar ese horrible nombre, no quería saber nada de esa mujer.
—¡No es mi amiga!
—Lo fue. —Declaró el castaño.
—¡Cállate! — Exclamó Toshiko— Y dime ¿es verdad lo que me dices?
—¡Claro que lo es! Por algo te lo digo…—Comentó Hiroaki—¿Por qué crees que Yamato y Sora tienen tantos problemas con Rika? Porque ellos están al tanto de la situación. Pero, en lugar de tomar medidas concretas, solo regañan a Rika, esperando que recapacite.
Toshiko frunció el ceño, su desdén por la situación creciendo a medida que comprendía la magnitud del problema.
—¡Ese bastardo de Ryo! —exclamó Toshiko con furia—. ¿Cómo pueden permitir que ese tipo arruine la vida de mi nieta adoptiva y de la familia? ¡Esto es inaceptable!
Hiroaki trató de calmar a Toshiko, sabiendo lo temperamental que podía ser.
—Toshiko, lo sé. Pero Yamato y Sora están siendo indulgentes. Ellos creen que Rika eventualmente se dará cuenta por sí misma.
Toshiko no pudo ocultar su frustración. Sus manos temblaban mientras intentaba controlar su enojo.
—No puedo permitir que eso continúe —dijo Toshiko con determinación—. Voy a hablar con mi hija para asegurarme de que termine con esa relación. No dejaré que Rika y ese Ryo sigan arruinando nuestras vidas.
La sala estaba iluminada suavemente por la luz del día, creando un ambiente tranquilo. Nene y Rika estaban sentadas en el sofá, la conversación entre ellas había sido intensa, pero ahora parecía haber llegado a su fin. Justo en ese momento, la puerta se abrió y Haruna entró con paso decidido. Su mirada era serena, pero cargada de una energía controlada.
—¿Puedo? —preguntó Haruna, su voz suave pero firme.
Nene y Rika levantaron la vista al mismo tiempo. Nene asintió con una leve sonrisa, mientras que Rika hizo un gesto similar.
—Nuestra conversación ya terminó —dijo Nene, mientras Rika también asentía en señal de acuerdo—. De hecho, creo que es hora de que me vaya.
Rika se levantó del sofá, dirigiéndose hacia Haruna.
—Gracias por venir a verme, Haruna —dijo Rika con sinceridad, su voz suave pero agradecida.
Haruna esbozó una pequeña sonrisa, inclinando la cabeza en señal de reconocimiento.
—No tienes que agradecerme, Rika —respondió Nene— piensa en lo que hablamos, ¿de acuerdo? —dijo Nene, su tono serio pero afectuoso.
Rika asintió lentamente, sabiendo que las palabras de Nene eran importantes y necesarias.
—Lo haré —respondió Rika, sus ojos reflejaban una mezcla de emociones—. Necesito tiempo para procesarlo todo.
Nene asintió con comprensión, y cuando Rika comenzó a caminar hacia la puerta, Nene se volvió hacia Haruna.
—Haruna, necesito hablar con usted. —Las palabras de Nene fueron directas, sorprendiendo a Haruna.
Haruna parpadeó, algo desconcertada por la repentina petición.
—¿Conmigo? —preguntó Haruna, claramente sorprendida, aunque su tono no lo reflejaba por completo.
Rika se detuvo por un momento, mirando a Nene y luego a Haruna. Comprendiendo que la conversación era privada, decidió no insistir más.
—Las dejaré a solas —dijo Rika con una pequeña sonrisa antes de salir de la sala, cerrando la puerta suavemente detrás de ella.
El silencio llenó la habitación por un breve instante, mientras Nene y Haruna se quedaban solas. Nene tomó aire y miró fijamente a Haruna, decidida a abordar el tema que había estado rondando en su mente.
—¿Qué necesitas hablar conmigo?
—En realidad, quiero darle algo.— Declaró la joven y sacó de su chaqueta una pequeña caja con un moño la cual se entrega.
—¿Qué es esto?
—Una muestra de mi agradecimiento.—Respondió Nene—Por lo sucedido ayer.
Haruna observó la pequeña caja con el moño en sus manos, sin saber exactamente cómo reaccionar. La sorpresa en su rostro era evidente mientras miraba a Nene.
—¿Un regalo? —preguntó Haruna, todavía un poco desconcertada—. No era necesario...
Nene esbozó una leve sonrisa, aunque había un rastro de seriedad en sus ojos.
—Lo sé, pero para mí es importante —respondió Nene, su voz tranquila pero firme—. Agradecerte por estar conmigo ayer. No fue un momento fácil, y aunque intenté mantener la calma, no hubiera sido posible sin tu apoyo.
Haruna frunció el ceño ligeramente, sin estar segura de cómo interpretar las palabras de Nene. Abrió la caja con cuidado, revelando un pequeño colgante con un diseño delicado. Parecía un gesto sencillo, pero había algo más profundo en ello.
—No tenías que hacer esto —dijo Haruna, su tono más suave—. Estaba preocupada por ti, y no esperaba ningún tipo de agradecimiento... aunque debo admitir que jamás hubiera imaginado que reaccionaras de esa manera. ¿Acaso estás lidiando con mucho estrés o algo parecido?
Nene dejó escapar un suspiro, bajando la mirada por un momento antes de volver a levantarla.
—No, no es exactamente estrés. —Nene hizo una pausa, sopesando cómo explicar algo tan personal—. Es claustrofobia crónica. Esa situación me afectó más de lo que debería, pero no es algo nuevo para mí. He estado lidiando con esto durante mucho tiempo, aunque intento no hablar mucho al respecto.
—¿Claustrofobia crónica?
La joven asintió.
—¿Por qué? — Preguntó Haruna preocupada—O-osea lo supuse cuando te vi de esa manera y me preocupé.
—Es una larga historia…—Murmuró la hija de Yamato.
Nene tomó un respiro profundo, sabiendo que sería difícil explicar su situación. Haruna la miraba con preocupación, esperando pacientemente.
—Tenía cinco años… —comenzó Nene, con la voz un poco temblorosa— y Rika apenas tenía dos. Estábamos jugando en el jardín trasero de nuestra casa. Era un día soleado, recuerdo que todo parecía normal.
Haruna asintió, animándola a continuar.
—Encontramos una caseta vieja, llena de cajas y cosas viejas. Solo estábamos explorando, jugando… —Nene hizo una pausa, reviviendo el recuerdo— Entramos, y sin querer, cerré la puerta. Pensé que sería fácil abrirla, pero no… no pudimos salir.
Haruna frunció el ceño, sintiendo la tensión en las palabras de Nene.
—¿Y qué pasó después? —preguntó suavemente.
—Al principio, intenté calmar a Rika. Ella estaba llorando, asustada por la oscuridad. Yo era pequeña, pero sabía que tenía que protegerla. —Nene se frotó las manos, como si reviviera la angustia— Pero, con el tiempo, empecé a sentir que el espacio se hacía más pequeño. Las paredes parecían cerrarse, y el aire… el aire se volvía más pesado.
Haruna entrelazó sus manos, mostrando empatía en su mirada.
—Debe haber sido aterrador, especialmente para una niña tan pequeña.
Nene asintió, con los ojos brillando por la emoción contenida.
—Fue una hora… solo una hora, pero se sintió como una eternidad. Rika seguía llorando, y yo… yo no podía hacer nada. Quería ser fuerte por ella, pero el miedo era demasiado. Finalmente, mi madre nos encontró, pero… desde ese día, cada vez que estoy en un lugar cerrado, es como si volviera a estar en esa caseta. —Hizo una pausa, luego agregó con un susurro— Estuve muchos años con psicólogo, odiaba los lugares pequeños, pero luego de mucho tratamiento recién a los diez años logré subir a un ascensor, acompañada, porque recién me atrevía subir a un ascensor sola cuando tenía doce años, aunque siempre ha sido para mi una pesadilla quedarme encerrada.
Haruna hizo una mueca: —Ahora entiendo todo...—Comentó— Lo de ayer te recordó a lo que sucedió en tu niñez.
Nene asintió.
—Lo lamento...—Musitó la mayor— Lo lamento mucho.
El pesar en su corazón era gigante al saber que su hija tenía una fobia de ese tipo, le torturaba mucho saber que, no estuvo ahí con ella cuando tuvo que asistir a sus tratamientos para abrazarla y darle su apoyo.
—Jamás he logrado controlar un ataque de pánico cuando estoy encerrada. —Declaró Nene— Nunca había logrado estar en paz en un momento así…—Habló.
Haruna llevó una mano a su corazón ante las palabras de dolor.
—Pero cuando usted me abrazo…—Agregó Nene y se detuvo.
Mimi observó atenta a su hija esperando con ansias que terminara de hablar.
—Sentí como si…
Nene nuevamente se detuvo provocando que la ansiedad de la oji-miel aumentara.
La joven no sabía exactamente como terminar de describir esa situación, sentía muchas cosas, pero nunca fue buena para expresar esa especie de sentimientos con personas que no eran de su familia.
Mimi, quería escuchar el final, pero el silencio le dio una mejor respuesta, no hacia falta que Nene hablara, ella podía ver en sus ojos lo que quería decir, podía descifrar su mirada y logró entender lo que le quería decir.
Fue así como se acercó a ella, depositó una mano en su hombro y le dio una sonrisa cálida— No hace falta que lo digas con palabras…—Declaró— Simplemente hice lo que debía hacer. —Habló— Y, me alegra saber que te ayudo.
Nene sonrió ante esto.
—Muchas gracias, señora Anderson.
—No me agradezcas. —Musitó la oji-miel—Lo hice porque sentí en hacerlo y me alegra, de todo corazón…—Tomó sus manos— Saber que te ayude.
Takuya llegó al estudio de fotografía con su típica energía y una sonrisa en el rostro. Al entrar, notó a Izumi ocupada organizando algunos equipos en el otro extremo de la sala. Como siempre, su primera reacción fue saludarla.
—¡Buenos días, Izumi! —exclamó con entusiasmo, esperando la respuesta amigable de siempre.
Pero en lugar de la sonrisa habitual y el saludo cálido, Izumi no levantó la mirada. Siguió concentrada en lo que hacía, ignorando aparentemente su presencia. Takuya frunció el ceño, confundido, pensando que tal vez ella no lo había escuchado.
Decidió acercarse, todavía con esa misma energía positiva, y repitió el saludo.
—¡Izumi! ¡Buenos días!
Izumi se detuvo, levantó la mirada lentamente hacia él y, después de un breve silencio, dijo:
—Hola —su voz era fría, carente de emoción.
Takuya se quedó perplejo. Esa no era la Izumi que conocía. La calidez y la familiaridad que siempre sentía en su trato habían desaparecido, dejando en su lugar un muro helado.
—¿Te pasa algo? —preguntó Takuya, preocupado y aún sin entender.
—Nada —respondió Izumi, su tono firme y distante.
La respuesta corta y la mirada fría de Izumi lo descolocaron. Se le hacía difícil creer que todo estaba bien cuando la veía tan distante y seria. Aún así, intentó continuar con normalidad.
—Bueno, entonces... ¿sobre la sesión de fotos de hoy? —empezó Takuya, esperando que hablar de trabajo pudiera aliviar la tensión.
Pero Izumi lo interrumpió antes de que pudiera terminar.
—No trabajarás conmigo hoy —dijo ella, su voz manteniendo ese tono cortante—. A partir de ahora, trabajarás directamente con Miyako. Yo no estaré involucrada.
Las palabras lo golpearon con fuerza. No entendía qué había sucedido, por qué Izumi lo estaba alejando de esa manera tan abrupta. Intentó buscar en su rostro alguna pista, alguna señal de que esto era solo un malentendido.
—¿Qué? Pero... ¿por qué? —preguntó, intentando sonar calmado aunque la confusión y el desconcierto eran evidentes en su voz.
Izumi no respondió de inmediato. Simplemente lo miró por un segundo más antes de volver a lo que estaba haciendo, como si la conversación ya hubiera terminado para ella.
—Es lo mejor —fue todo lo que dijo, dejando a Takuya con más preguntas que respuestas.
Mientras ella se alejaba, Takuya se quedó ahí, sin saber qué pensar. Había algo más que ella no le estaba diciendo, pero por más que lo intentaba, no lograba entender qué era. Y la distancia que de repente había surgido entre ellos lo hacía sentir más solo que nunca en ese lugar que antes siempre había sido tan familiar.
Nene y Haruna caminaban por el pasillo de la empresa, el sonido de sus pasos resonando suavemente en el ambiente tranquilo. Nene se detuvo por un momento, girándose hacia Haruna con una sonrisa agradecida.
—Gracias por subir las escaleras conmigo, Haruna —dijo Nene, con un tono cálido—. Sé que podría haber tomado el ascensor, pero preferí no hacerlo hoy.
Haruna, aunque intentaba disimular el agotamiento que sentía por haber subido tantos escalones, le devolvió una sonrisa tenue.
—No hay problema —respondió Haruna, manteniendo un tono lo más relajado posible, aunque su respiración aún estaba un poco acelerada—. Me gusta caminar de vez en cuando.
Justo en ese momento, Mizuki, la secretaria, apareció en el pasillo con una carpeta en la mano. Se dirigió directamente a Nene con una expresión profesional.
—Señorita Nene, el señor Kouji necesita hablar con usted en su oficina. Requiere algunos informes urgentes —informó Mizuki, su voz firme pero respetuosa.
Nene asintió, comprendiendo la urgencia en la voz de la secretaria. Se giró hacia Haruna una vez más.
—Debo irme, Haruna. Gracias de nuevo por acompañarme —dijo Nene, despidiéndose con un gesto amistoso.
—Cuídate, Nene —respondió Haruna, observando cómo Nene se alejaba hacia la oficina de Kouji.
Haruna se dispuso a continuar su camino hacia su propia oficina, pero justo cuando giraba la esquina, la puerta de la oficina de Yamato se abrió, y él salió al pasillo. Al verlo, Haruna sintió un súbito golpe de ira, que intentó ocultar bajo una expresión neutral.
—Hola —dijo Yamato, con un tono amigable mientras la veía.
Haruna le devolvió el saludo, aunque su "Hola" fue cortante y carente de entusiasmo, reflejando el resentimiento que hervía en su interior.
—Necesito hablar contigo, Haruna —dijo Yamato, notando la frialdad en su respuesta.
Haruna, sorprendida por la repentina solicitud, levantó una ceja.
—¿Sobre qué? —preguntó, manteniendo su voz neutral, aunque su mente ya empezaba a calcular qué podía querer Yamato de ella.
—Haruna —comenzó Yamato, con una voz grave pero agradecida—, quiero agradecerte por todo lo que hiciste ayer. No solo por estar allí para Nene en su momento de crisis, sino también por cuidar de Rika y mantenerla a salvo en tu casa. Sé que no era tu responsabilidad, pero aun así lo hiciste.
Haruna se mantuvo firme, su rostro mostrando una expresión de tranquila cortesía, aunque por dentro sus pensamientos eran muy distintos. El agradecimiento de Yamato, lejos de conmoverla, solo alimentaba la furia que intentaba contener. Sabía que él no tenía idea del resentimiento que ella albergaba, pero eso solo hacía que fingir fuera más fácil.
—No tienes que agradecerme, Yamato —respondió Haruna, esbozando una sonrisa amable—. Realmente no fue nada. Solo hice lo que cualquier amiga haría en esa situación.
Yamato negó con la cabeza, sus ojos buscando los de Haruna con una sinceridad que casi la hizo estremecer.
—Sí, tengo que hacerlo. Desde que llegaste, has estado apoyando a mi familia en todos los problemas que hemos enfrentado. En tan poco tiempo, te has convertido en una amiga para nosotros. Para mí.
Las palabras de Yamato, dichas con tanta honestidad, resonaron en los oídos de Haruna como una cruel ironía. Apretó el puño discretamente, su ira burbujeando bajo la superficie. La imagen del rostro herido de Ryo pasó por su mente, recordándole por qué estaba allí en primer lugar. No era amistad lo que la motivaba; era venganza.
Pero Haruna mantuvo su fachada, respondiendo con una calma calculada.
—Lo he hecho con gusto y desinteresadamente —dijo, forzando otra sonrisa—. Es lo menos que podía hacer por ustedes.
Yamato le devolvió la sonrisa, aliviado y agradecido por sus palabras. Haruna observó cómo su agradecimiento lo hacía bajar la guardia, sin darse cuenta de la tormenta que se gestaba en su interior. Cada palabra amable que intercambiaban solo la motivaba más a hacerle pagar por lo que había hecho a su hermano.
—Gracias, Haruna —repitió Yamato, con un suspiro de alivio—. Realmente no sé cómo podríamos habernos manejado sin ti.
Haruna asintió, manteniendo su expresión serena.
—Estoy aquí para ayudar en lo que necesites, Yamato.
Mientras Yamato se relajaba, creyendo que todo estaba en orden, Haruna reprimió el deseo de enfrentarlo allí mismo. Sabía que el momento adecuado para su venganza llegaría, y cuando lo hiciera, se aseguraría de que Yamato comprendiera el verdadero significado de la traición. Pero por ahora, solo podía fingir ser la amiga que él creía que era.
Hiroaki entró en el despacho de Yamato con la determinación propia de un hombre acostumbrado a tomar decisiones difíciles. Sin embargo, había en su rostro una tensión que solo aquellos que lo conocían bien podrían notar, un leve fruncir de cejas que delataba su preocupación.
Yamato, sentado detrás de su escritorio, apenas levantó la vista al escuchar la puerta abrirse. Estaba concentrado en los documentos frente a él, tratando de distraerse de la tormenta personal que lo envolvía.
—Sé que estás enojado, Yamato —comenzó Hiroaki, su voz más suave de lo habitual, aunque mantenía la firmeza—, pero te vengo a recordar que en dos días es la fiesta de aniversario de la empresa.
Yamato levantó la cabeza, sorprendido. —¿En dos días? —repitió, con incredulidad—. Pensé que era el próximo mes.
Hiroaki suspiró, notando el desconcierto en el rostro de su hijo. —Yamato, hace un mes recibiste la invitación. ¿De verdad lo has olvidado?
La realidad golpeó a Yamato como un cubo de agua fría. Se giró hacia el calendario que colgaba en la pared, y efectivamente, la fecha marcada con un círculo rojo estaba peligrosamente cerca. Había estado tan absorto en sus problemas personales, en la crisis con Rika y en los recientes descubrimientos sobre su padre, que había perdido completamente la noción del tiempo.
—Maldición... —murmuró, más para sí mismo que para su padre. Se llevó una mano al rostro, masajeando sus sienes en un intento de despejar su mente.
Hiroaki, percibiendo la creciente tensión en su hijo, decidió ir al grano. —El discurso debes darlo tú —dijo con tono decisivo—. Recuerda que eres el gerente de la empresa, Yamato. Nadie mejor que tú para representar lo que somos y lo que hemos logrado.
Yamato alzó la mirada, su expresión era una mezcla de frustración y resignación. —¿Qué es lo que quieres, papá? —preguntó con un tono agrio—. ¿Que me pare frente a todos a fingir? ¿A decirles que somos la empresa más limpia y perfecta de Japón?
Hiroaki rodó los ojos ante la ironía en las palabras de su hijo. —No hables con esa ironía, Yamato —replicó con un toque de impaciencia— ¡No eres un adolescente! Ya suenas como Rika cuando intenta desafiarte con su actitud.
Yamato frunció el ceño, sintiendo cómo la rabia empezaba a acumularse en su interior. —No es ironía, es realidad —respondió, su voz firme— ¿Cómo esperas que me pare ahí y hable de lo grandiosa que es esta empresa cuando sabes perfectamente que no lo es? Sabes lo que estamos haciendo, sabes lo que está pasando detrás de escena. No puedo seguir mintiendo, papá.
Hiroaki cruzó los brazos y lo miró con una mezcla de exasperación y compasión. —Yamato, escúchame bien —dijo con gravedad—. Entiendo tu frustración, pero lo que está en juego aquí no es solo tu integridad personal. Esta empresa sostiene a miles de familias, incluyendo la nuestra. No puedes permitirte caer en el idealismo ahora. Tienes un deber, una responsabilidad que va más allá de tus sentimientos personales.
Yamato se levantó de golpe, empujando la silla hacia atrás con fuerza. —¿Deber? ¿Responsabilidad? —repitió, su voz alzándose en un tono que apenas lograba controlar—. ¿Qué hay de la responsabilidad hacia la verdad? ¿Hacia hacer lo correcto? Estoy harto de tener que poner una fachada, de fingir que todo está bien cuando sabemos que no lo está.
Hiroaki se mantuvo firme, su voz se volvió más suave, pero no menos autoritaria. —No eres el único que siente esa carga, Yamato. Pero alguien tiene que hacer este trabajo, y por ahora, ese alguien eres tú. Si quieres cambiar las cosas, primero necesitas mantenerlas estables. No puedes permitir que todo se desmorone, porque entonces no tendrás nada que arreglar.
Yamato apretó los puños, luchando contra la impotencia que sentía al escuchar las palabras de su padre. Sabía que Hiroaki tenía razón en un sentido práctico, pero eso no hacía que fuera más fácil de aceptar. No quería seguir siendo el rostro de algo en lo que ya no creía, pero al mismo tiempo, sabía que no podía simplemente abandonar todo.
Finalmente, Yamato se dejó caer en su silla nuevamente, su expresión cansada, derrotada. —Haré el discurso —dijo con voz apagada, su mirada perdida—, pero no prometo que sea lo que esperas.
Hiroaki lo observó por un momento, sabiendo que había ganado la batalla, pero a un costo que tal vez no podría medir del todo. —Eso es todo lo que pido —dijo suavemente, antes de girarse y salir de la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos.
Cuando la puerta se cerró, Yamato se recostó en su silla, mirando el techo con una mezcla de rabia y tristeza. Todo lo que había intentado evitar, todo lo que había temido, parecía estar colapsando alrededor suyo. Y ahora, una vez más, tendría que fingir, tendría que representar una farsa por el bien de una empresa que, en su corazón, sabía que estaba podrida.
Sora se acercó a la puerta de la casa de Haruna con el corazón latiendo con fuerza. Había pasado toda la noche pensando en cómo acercarse a Rika, cómo convencerla de regresar a casa. No podía soportar la idea de que su hija estuviera tan lejos, tanto física como emocionalmente. Tomó aire antes de tocar el timbre, esperando que Haruna la dejara pasar sin problemas.
No obstante, no se encontró con la castaña, al contrario, fue recibida por Koushiro.
—Sora.
—Koushiro.
—Hola...—Musitó el pelirrojo— Me sorprende verte.
—Siento interrumpir.—Comentó Sora—Pensé que me encontraría con la señorita Haruna.
El pelirrojo negó: —Haruna está en la empresa.
¡Rayos!
—Olvidé ese detalle...—Musitó Sora.
—Pero, dime ¿qué haces aquí?—Preguntó el pelirrojo— ¿Puede ayudarte?
—Vine a ver a mi hija, Rika.—Respondió la Takenouchi— ¿Está aquí?
Koushiro asintió: —Sí ¿Quieres hablar con ella?
Sora asintió: —¿Puedo?
—¡Claro!— Exclamó el pelirrojo— Es tu hija. Está en su habitación.—le dijo suavemente.
—Gracias, Koushiro —respondió Sora, con un nudo en la garganta. Sabía que la conversación no sería fácil, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para traer a su hija de vuelta.
—Yo te llevo donde ella.
Fue así como Koushiro guio a la madre de Rika. Sora subió las escaleras lentamente, cada paso pesándole como una losa.
—Llegamos.—Musitó el asistente de Mimi al detenerse frente a una puerta.
Sora observó nerviosa la puerta, tomó otro respiro profundo y golpeó suavemente la puerta.
Fue así como la puerta se abrió y frente a ella apareció Rika, quien no colocó un buen rostro al verla.
—¿Tú?— Preguntó.
—Hola Rika.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a verte, hija...—Contestó Sora—. ¿Puedo entrar?
Desde adentro, Rika respondió con voz apagada. —No quiero hablar contigo.
Sora cerró los ojos por un momento, intentando mantener la compostura. —Rika, por favor. Necesito hablar contigo… necesito que regreses a casa.
—No quiero regresar —respondió Rika, su tono cargado de resentimiento—. No quiero volver a ese lugar donde mis sentimientos no importan.
Sora sintió cómo se le rompía el corazón al escuchar esas palabras, pero no estaba dispuesta a rendirse. Abrió la puerta lentamente y entró en la habitación. Rika estaba sentada en la cama, con los brazos cruzados, mirando hacia la ventana, evitando la mirada de su madre.
—Rika… —comenzó Sora, acercándose lentamente—. No es justo que nos hagas esto. No es justo que te alejes así.
Rika giró la cabeza bruscamente, sus ojos llenos de desafío. —¿No es justo? ¿Y lo que ustedes me están haciendo a mí sí lo es? —respondió con amargura—. A ti y a papá no les importan mis sentimientos. Lo único que les importa es controlar todo.
Sora sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero luchó por mantenerse fuerte. —Eso no es cierto, Rika. Tus sentimientos nos importan. ¡Eres nuestra hija! —su voz temblaba, pero estaba decidida a hacerle entender lo que sentía.
Rika negó con la cabeza, su rostro lleno de dolor. —Si de verdad te importaran mis sentimientos, no me prohibirían estar con la persona que quiero. No me harían sentir como si no tuviera derecho a decidir sobre mi propia vida.
Sora dio un paso más hacia ella, intentando desesperadamente conectar con su hija. —Rika, todo lo que hacemos es porque te amamos y queremos lo mejor para ti. A veces… a veces cometemos errores, pero eso no significa que no te queramos o que no nos importe cómo te sientes.
Rika se giró completamente hacia su madre, su rostro una mezcla de ira y tristeza. —No puedo creer en eso, mamá. No puedo. Todo lo que veo es que intentan manejar mi vida sin siquiera escucharme.
Sora sintió que el peso de esas palabras la aplastaba, y no pudo contener más las lágrimas. —Rika… por favor… —su voz se quebró—. No puedo soportar tenerte lejos. No puedo soportar que sientas que no te queremos, porque te amo más de lo que puedo expresar.
Rika la miró en silencio, viendo cómo las lágrimas corrían por las mejillas de su madre. Al instante la culpa se hizo presente al ver a su madre llorar.
—He intentado mantener a nuestra familia unida...—Musitó Sora— Pero veo que todo es inútil.—Comentó— Después de todo, tú estás lejos.
Básicamente, sus intentos estaban fallando, ahora Rika no quería regresar a casa y todo era culpa de ellos.
—Lo lamento. En verdad...
Toshiko se quedó inmóvil, sus ojos se abrieron en shock. No podía creer lo que estaba escuchando. Su mente empezó a procesar la información, y un sentimiento de desprecio empezó a aflorar.
—¿Rika está con Ryo? —preguntó Toshiko, su voz temblando de incredulidad—. Eso no puede ser cierto. ¿Cómo es posible?
Hiroaki asintió, su expresión grave.
—Lo es. Yamato y Sora me lo confirmaron. Ellos están al tanto de la situación. Pero, en lugar de tomar medidas concretas, solo regañan a Rika, esperando que recapacite.
Toshiko frunció el ceño, su desdén por la situación creciendo a medida que comprendía la magnitud del problema.
—¡Ese bastardo de Ryo! —exclamó Toshiko con furia—. ¿Cómo pueden permitir que ese tipo arruine la vida de mi nieta adoptiva y de la familia? ¡Esto es inaceptable!
Hiroaki trató de calmar a Toshiko, sabiendo lo temperamental que podía ser.
—Toshiko, lo sé. Pero Yamato y Sora están siendo indulgentes. Ellos creen que Rika eventualmente se dará cuenta por sí misma.
Toshiko no pudo ocultar su frustración. Sus manos temblaban mientras intentaba controlar su enojo.
—No puedo permitir que eso continúe —dijo Toshiko con determinación—. Voy a hablar con mi hija para asegurarme de que termine con esa relación. No dejaré que Rika y ese Ryo sigan arruinando nuestras vidas.
Hiroaki la miró, reconociendo la firmeza en su voz, aunque le preocupaba el potencial conflicto que esto podría causar.
—Entiendo tu preocupación, pero asegúrate de no agravar la situación —advirtió Hiroaki— Rika está en una etapa difícil y puede que no reaccione bien a la presión adicional.
Toshiko se acercó a Hiroaki, su rostro decidido.
—No me importa. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras esa situación se desarrolla. Haré lo que sea necesario para proteger a nuestra familia y asegurarme de que ese Ryo no sea una influencia negativa en la vida de Rika.
Hiroaki suspiró, sabiendo que la determinación de Toshiko era inquebrantable.
—Haz lo que creas necesario, Toshiko. Solo ten cuidado con cómo manejas esto. La situación es delicada, y no queremos que se convierta en un conflicto aún mayor.
Toshiko asintió, su mirada fija en un futuro que ella misma iba a moldear. La rabia y la resolución se reflejaban en sus ojos mientras se preparaba para enfrentar a su hija y asegurar que la relación entre Rika y Ryo llegara a su fin.
En la cafetería de la universidad, el sol de la tarde entraba por los grandes ventanales, bañando todo con una luz cálida. Hikari y su amiga Juri estaban detrás del mostrador, ocupadas sirviendo café y organizando los pedidos. Era un día como cualquier otro, aunque el ambiente estaba cargado con una energía especial debido a la proximidad de los exámenes. Los estudiantes iban y venían, buscando su dosis de cafeína para soportar largas horas de estudio.
—Hoy está más concurrido que de costumbre —comentó Juri mientras limpiaba una bandeja, echando un vistazo a la fila que crecía en la barra.
—Sí, parece que todos necesitan un poco de energía extra —respondió Hikari con una sonrisa, aunque su mente estaba un poco dispersa, pensando en Takeru.
Justo en ese momento, mientras Hikari se inclinaba para acomodar unos vasos, una delicada rosa apareció frente a ella. Sorprendida, levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Takeru, quien la miraba con una mezcla de ternura y picardía. Hikari sintió un vuelco en el corazón al verlo allí, inesperado y encantador como siempre.
—Para la chica más hermosa de toda la universidad —dijo Takeru, con una sonrisa radiante mientras le entregaba la rosa.
Hikari, emocionada, tomó la rosa entre sus manos, sus ojos brillando de felicidad.
—¡Oh! Takeru no era necesario.
—¡Claro que sí!—Exclamó el rubio—Quería darle un detalle romántico a mi hermosa novia.
La castaña se ruborizó ante esto, sentía una calidez que se extendía por todo su cuerpo, una mezcla de sorpresa y alegría que la dejó sin palabras por un momento. Sin pensar, se inclinó hacia Takeru y lo besó, sus labios encontrándose en un gesto lleno de amor y complicidad. Takeru correspondió al beso, rodeándola con sus brazos, disfrutando del contacto y la conexión que compartían.
—No esperaba verte aquí —murmuró Hikari cuando se separaron, aunque sus manos seguían entrelazadas con las de él.
—Quería sorprenderte —respondió Takeru, su voz suave y cariñosa— Y aprovechar de ver como estabas.
—Estoy bien.—Comentó la castaña.
—También.—Contestó el rubio—Mejor que antes porque finalmente pude verte.
Hikari sonrió conmovida.
—¿Quieres algo para tomar?
—No.—Respondió el Ishida— Solo vine a verte.—Comentó—Y a traerte una invitación.
La Kanbara lo miró con curiosidad, su corazón latiendo con expectación. —¿Una invitación?
Takeru asintió, sonriendo con ese brillo en los ojos que siempre lograba tranquilizarla—Verás en dos días será la fiesta de aniversario de la empresa de mi familia, y como todos los años, debo ir...—Comentó—No obstante, no quiero ir solo, así que quiero que seas mi acompañante en la fiesta de aniversario de la empresa de mi familia.
Hikari parpadeó, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Sentía una mezcla de emociones que la abrumaban: por un lado, la emoción de que Takeru quisiera llevarla a un evento tan importante, pero por otro lado, la inseguridad comenzó a invadirla rápidamente. El brillo en sus ojos se desvaneció un poco, reemplazado por una preocupación creciente.
—Takeru, eso suena increíble, pero... —empezó a decir, su voz reflejando la incertidumbre que sentía—. No sé si soy la persona adecuada para estar allí.
—¿Por qué dices eso?
—Porque...—La castaña dudó en decirlo: —No estoy a la altura de ese tipo de eventos.
Takeru frunció el ceño, claramente sorprendido por su respuesta. Tomó sus manos con firmeza pero con suavidad, buscando sus ojos para entender qué pasaba por su mente. —¿Por qué no estarías a la altura, Hikari?
—Porque... soy una persona común, Takeru. En esa fiesta habrá gente importante, de clase alta, y yo... —suspiró, apartando la mirada— No soy así. No quiero avergonzarte delante de ellos.
El círculo de Takeru era un círculo donde se movía gente de clase alta, con dinero, propiedades. De seguro todas las mujeres iban a ir con joyas y vestidos lujosos de marca o diseñadores prestigiosos. Ella tenía vestidos comprados en un almacén que se encontraba en la esquina de la calle donde vivía, y sus joyas no alcanzaban a ser la copia de la copia de las originales.
El silencio que siguió fue pesado, lleno de las inseguridades que Hikari había estado escondiendo. Takeru la observó con atención, sintiendo cómo sus palabras lo golpeaban. No podía creer que ella viera tan poco en sí misma, cuando para él, Hikari lo era todo.
—Hikari... —dijo finalmente, su voz suave pero llena de convicción—. No eres una persona común. Para mí, eres única, y no me importa lo que piensen los demás. Lo único que me importa es que estés conmigo. Quiero presentarte como mi novia porque estoy orgulloso de estar contigo.
Hikari sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, no de tristeza, sino de la profunda emoción que le provocaban las palabras de Takeru. Nunca antes nadie la había hecho sentir tan valorada, tan amada. Levantó la mirada, encontrando en los ojos de Takeru una sinceridad que la conmovió hasta lo más profundo.
—¿De verdad piensas eso? —preguntó con un hilo de voz, esperando confirmar lo que su corazón ya sabía.
—Con todo mi corazón —afirmó Takeru, sin dudarlo ni un segundo—. Quiero que estés a mi lado en esa fiesta, no porque debas estar a la altura de nadie, sino porque quiero compartir ese momento contigo.
Las palabras de Takeru fueron como un bálsamo para las dudas de Hikari.
—Por favor. Acepta ir conmigo...—Declaró— Prometo hacer todo lo posible para que te sientas incluida.
—Pero ¿tú tía?
—Ella no importa.— Sentenció Takeru— A mi tía la adoro, pero tú eres mi novia y quiero que desde ya, todos sepan que eres importante para mi.
Sintió cómo sus temores se desvanecían lentamente, reemplazados por la certeza de que, sin importar el entorno o las personas que la rodearan, lo más importante era estar junto a Takeru.
—Y bien...—Musitó—¿Qué me dices?
Hikari le dio una vuelta más en su mente, verdaderamente tenía miedo de no ser lo suficiente en esa fiesta y dejar a Takeru en ridículo. No obstante, debía confiar en Takeru ¿no? Era su novio y si querían que su relación floreciera debían dar estos pequeños pasos.
—Está bien...—Declaró— Acepto ir contigo.—dijo, su voz firme y llena de decisión.
Takeru sonrió, sintiendo una inmensa alegría al escuchar su respuesta. La abrazó con fuerza, como si no quisiera dejarla ir nunca, y Hikari se aferró a él con la misma intensidad. Juri, quien había estado observando la escena en silencio, no pudo evitar sonreír también, feliz por su amiga.
El timbre de la puerta de la cafetería sonó, recordándoles que la vida seguía a su alrededor, pero para Hikari y Takeru, el mundo había desaparecido por unos momentos. Cuando se separaron, Hikari sintió que había dado un gran paso, superando un miedo que la había perseguido durante mucho tiempo. Y todo gracias a la confianza y el amor de Takeru, que la hacían sentirse segura y amada, sin importar lo que los demás pudieran pensar.
Haruna estaba saliendo de la empresa cuando vio a Yamato acercarse con una sonrisa cortés. Ella ya había tomado su bolso y se preparaba para irse cuando él la llamó, no se dio el tiempo de contestarle, simplemente le cortó. No esperaba encontrarse con él en el estacionamiento.
—Haruna, ¿te importa si te llevo a casa? —preguntó Yamato, con un tono amistoso.
Haruna dudó por un momento, no queriendo aceptar la oferta.
—No es necesario. Mi chofer viene a buscarme.
—No es necesario que venga, yo le ofrezco llevarla.—Respondió el rubio.
—No se moleste.
—No es molestia.
—Si lo es, Yamato.
Yamato sacudió la cabeza, insistiendo.
—En realidad, necesito hablar con Rika y me vendría bien la compañía. Además, ya que estás aquí, sería un placer para mí llevarte.
Haruna hizo una mueca, sabía que mantener las apariencias era crucial, si decía que no, levantaría sospechas. Finalmente, asintió, aunque con visible reticencia.
—Está bien, si insistes.
Haruna forzó una sonrisa, aceptando la invitación a regañadientes.
Ambos se dirigieron al auto de Yamato, y Haruna subió al asiento del copiloto. Mientras Yamato arrancaba el motor, le lanzó una última sonrisa agradecida.
—De verdad, Haruna, no sé cómo agradecerte por todo lo que has hecho. Desde que llegaste, has sido increíblemente solidaria con mi familia.
Haruna volvió a sonreír, aunque era una sonrisa tensa.
—No es necesario, Yamato. Estoy aquí para ayudar.
Yamato, sintiendo que el agradecimiento no estaba del todo bien recibido, decidió cambiar de tema.
—Hablando de ayudar, quería comentarte sobre el proyecto en el que vamos a colaborar. Creo que será una excelente oportunidad para ambos y espero que podamos hacer un gran trabajo juntos.
Haruna asintió sin prestar mucha atención, su mente estaba en otro lugar. Mientras Yamato hablaba, ella no podía dejar de imaginar su furia desatada. Sus pensamientos eran oscuros y violentos, alimentados por el odio que sentía hacia él.
En su mente, una parte de ella deseaba que un auto se estrellara contra ellos y acabara con la vida de Yamato, liberándola de su tormento. Otra parte consideraba la posibilidad de usar la cadena que llevaba puesta para ahorcarlo, deseando que su dolor terminara de una vez por todas. Luego, lamentó no tener una navaja para apuñalarlo en el instante. Sin embargo, una voz interior la hizo detenerse y reflexionar sobre sus pensamientos.
Esto no está bien
Se reprendió a sí misma.
No soy una asesina. Tengo que encontrar otra manera.
Quizás, odiaba a Yamato, pero ella no era como él.
Con una respiración profunda, Haruna trató de calmar su mente y enfocarse en lo que Yamato decía, aunque sus pensamientos seguían siendo tumultuosos. Sabía que necesitaba mantener su compostura, pero cada palabra de Yamato era una chispa que avivaba su furia interior.
Yamato, ajeno a la tormenta que se desataba en la mente de Haruna, continuaba hablando sobre el proyecto, sin sospechar en absoluto el odio que su presencia estaba provocando.
Mientras Yamato seguía hablando sobre el proyecto, el auto se detuvo de forma abrupta. El frenazo inesperado hizo que Haruna se golpeara la frente contra el vidrio delantero, causando un dolor agudo que la hizo soltar un grito de sorpresa. La sacudida la sacó de sus pensamientos oscuros, llevándola de vuelta a la realidad.
Yamato, al notar el brusco frenazo y el grito de Haruna, giró la cabeza con preocupación.
—¡¿Qué ha pasado?! —exclamó, mirando al chofer con una mezcla de alarma y enojo—. ¿Por qué te has detenido de esta manera?
El chofer, visiblemente nervioso, se apresuró a explicar.
—Señor, un vehículo se cruzó repentinamente en nuestro camino, tuve que frenar de inmediato para evitar una colisión.
Yamato frunció el ceño, pero se volvió rápidamente hacia Haruna, que estaba tocándose la frente con una expresión de dolor.
—¿Estás bien, Haruna? —preguntó con preocupación, mientras ella asentía lentamente.
—Sí, no me he herido, solo me duele la cabeza por el golpe —respondió Haruna, intentando mantenerse tranquila a pesar del dolor.
Yamato asintió, claramente aliviado de que no hubiera lesiones graves. Sin perder tiempo, se volvió hacia el chofer.
—Detente en el minimarket que está en la esquina.
—Pero...
—¡Has lo que te digo!— Exigió.
—Sí señor Ishida.—
El chofer accedió rápidamente, dirigiendo el auto hacia el minimarket cercano.
—Espérame aquí.—Yamato le habló a Haruna.
La oji-miel no entendió para nada la detención del auto en el minimarket.
Yamato se bajó del vehículo con rapidez. Haruna se recostó sobre la puerta del auto mientras sostenía su cabeza.
El impacto fue imprevisto y doloroso.
El karma rápidamente la castigó por tener esos pensamientos homicidas
¡Vaya forma! Le dolía mucho la frente.
No habrán transcurrido muchos minutos cuando Yamato regresó con una bolsa de hielo envuelta en una funda. Se inclinó hacia Haruna mientras ella se acomodaba en el asiento, aún con una expresión de incomodidad.
—Aquí tienes, pon esto en tu frente. Debería ayudar con el dolor —dijo Yamato, colocando la bolsa con suavidad sobre la frente de Haruna.
La oji-miel se sorprendió ante esto: —¿Qué es esto?
—Hielo.—Respondió el rubio— Te ayudará para el dolor.
¿Qué?
—N-no es necesario señor Ishida.—La castaña intentó alejar su cabeza.
—No me digas que no, Haruna, lo necesitas.—Yamato insistió y depositó nuevamente la bolsa sobre la castaña.
Haruna no quería, finalmente aceptó la ayuda del Ishida, con una expresión de gratitud forzada, verdaderamente no quería pero el dolor aún palpitando en su cabeza. La presencia de Yamato y su preocupación parecían una ironía cruel, dado el odio que sentía hacia él en ese momento. Aun así, agradeció el gesto.
—Espero que te sientas mejor pronto. No quería que esto te causara más molestias.
Haruna asintió, manteniendo el hielo contra su frente y tratando de enfocar su mente en algo más positivo para calmar su enojo. Sabía que tenía que mantener la compostura, incluso mientras su mente continuaba maquinando su plan de venganza.
—Gracias señor Ishida.
Yamato asintió, con una sonrisa que denotaba su alivio al ver que Haruna estaba recibiendo atención para su dolor. Regresó a su asiento y reanudó la conversación, aunque con un tono más suave y atento.
En la cafetería de la compañía, el ambiente estaba lleno de conversaciones y risas de los empleados que disfrutaban de su descanso para el almuerzo. Izumi, sin embargo, se sentía fuera de lugar, algo que Takuya había notado desde hacía un rato. Con una sonrisa algo nerviosa, se acercó a ella, sosteniendo una pequeña invitación en su mano.
—Izumi —llamó con un tono animado—. Esta noche vamos a tocar con la banda, y quería saber si te gustaría venir. Aquí está la invitación.
Izumi levantó la vista y vio la invitación que Takuya le ofrecía. Sin embargo, en lugar de la habitual chispa de emoción en sus ojos, esta vez había una sombra de indecisión. Tomó la invitación, pero en lugar de aceptarla con entusiasmo, la devolvió con suavidad.
—Lo siento, Takuya, pero no podré ir —respondió, manteniendo un tono neutral.
Takuya frunció el ceño, visiblemente sorprendido. —¿No podrás? ¿Ocurre algo? —preguntó, intentando no sonar demasiado preocupado, aunque la inquietud era evidente en su voz—. Te he notado un poco distante hoy.
Izumi evitó su mirada por un momento, sintiendo el peso de la situación. No quería lastimar a Takuya, pero tampoco podía seguir fingiendo que todo estaba bien.
—No ocurrió nada —contestó finalmente, con un tono más firme—. Solo necesito espacio, eso es todo.
Takuya quedó perplejo ante esa respuesta, sin saber exactamente cómo reaccionar. —¿Espacio? —repitió, intentando comprender lo que Izumi realmente quería decir—. No entiendo, ¿es por algo que hice?
—No es nada de lo que hayas hecho —respondió Izumi, aunque sin dar más detalles—. Solo necesito tiempo para mí misma. Espero que lo entiendas.
Takuya se quedó en silencio, asimilando sus palabras. La falta de explicaciones claras lo inquietaba, pero decidió no presionar más.
—Claro... si eso es lo que necesitas —dijo finalmente, aunque no pudo ocultar la tristeza en su voz.
Izumi asintió, agradecida por no tener que seguir discutiendo el tema. Con un breve "permiso", se levantó y se alejó de la mesa, dejando a Takuya solo, con la invitación todavía en su mano y una sensación de desconcierto en su pecho.
Rika bajó las escaleras de la casa de Haruna, su mente dando vueltas sin nada en qué enfocarse. Había estado encerrada en su habitación durante un buen rato, pero el aburrimiento finalmente la obligó a salir. Al entrar en la sala principal, sus ojos vagaron por la habitación hasta que se detuvieron en una figura sentada en el sofá.
Era Akari, la ahijada de Haruna, quien estaba concentrada en algo sobre la mesa de centro. Sus manos se movían con rapidez y precisión sobre un cuaderno de dibujo. Akari, absorta en su tarea, no se percató de la presencia de Rika hasta que ésta se acercó más.
—Hola, Akari. —saludó Rika, rompiendo el silencio.
Akari levantó la vista, sonriendo al ver a Rika. Sus ojos brillaban con una calidez que contrastaba con la expresión aburrida de Rika.
—¡Hola, Rika! —respondió Akari con entusiasmo—¿Necesitas algo? —preguntó amablemente, sus manos deteniéndose sobre el papel.
Rika negó con la cabeza, pero su curiosidad la llevó a acercarse más para ver lo que Akari estaba haciendo.
—No, nada, simplemente estoy aburrida… —admitió—. No sé qué hacer.
Sus ojos se fijaron en los bocetos que llenaban las páginas del cuaderno, y su aburrimiento se transformó rápidamente en interés.
—Tú ¿qué haces?—, admirando los detalles intrincados de los diseños.
—¿E?— La hija de Koushiro rápidamente cubrió sus dibujos con su cuaderno— Na-nada.
Rika alzó una ceja: —¿Estabas dibujando ropa?...—
En ese momento, un recuerdo cruzó su mente: todas las veces que había dicho algo similar en casa y su hermana Izumi, junto con su madre Sora, se habían ofendido, corrigiéndola con firmeza: no era "dibujar ropa", sino "diseñar".
—Di-digo… diseñando —se corrigió, sintiéndose un poco incómoda.
Akari, quien había estado casi paralizada por la sorpresa, finalmente relajó los hombros y asintió, aunque su nerviosismo aún era evidente.
—¿E? —balbuceó nuevamente, tratando de encontrar las palabras correctas.
Akari quería esconderse, su incomodidad era palpable. Después de un momento de silencio, suspiró, sabiendo que no tenía sentido negarlo.
—Está bien… sí, estaba diseñando —admitió finalmente, bajando la mirada—. Pero por favor, Rika, no se lo digas a nadie.
Rika, sorprendida por la súplica, frunció el ceño.
—¿Por qué no? —preguntó, curiosa.
Akari suspiró nuevamente, su voz temblando un poco.
—A mi papá no le gusta que pierda el tiempo en estas cosas… —respondió con tristeza, evitando la mirada de Rika.
Rika se quedó en silencio por un momento, procesando lo que Akari acababa de decir. Antes de que pudiera responder, la puerta de la sala se abrió y Koushiro, el padre de Akari, entró.
—Akari, ¿has estudiado álgebra? —preguntó Koushiro, su voz llena de expectativa.
Akari, visiblemente nerviosa, asintió lentamente.
—Es-estaba a punto de comenzar… —murmuró, aunque su tono no era muy convincente.
Koushiro frunció el ceño, claramente confundido.
—¿A punto de comenzar? —repitió—. Pensé que ya estabas estudiando. ¿En qué estabas perdiendo el tiempo?
Akari bajó la mirada, tratando de evitar la confrontación.
—En… nada… —respondió, pero la duda en su voz era evidente.
Koushiro, notando su vacilación, cruzó los brazos.
—No me digas que estabas perdiendo el tiempo haciendo tus dibujos… —dijo con un tono de desaprobación.
Akari simplemente se quedó en silencio, su rostro reflejando la tensión que sentía.
Koushiro, claramente molesto, suspiró con frustración.
—Akari, te he dicho que debes concentrarte en las cosas importantes. Tienes que entrar a la universidad el próximo año, y eso significa estudiar, no perder el tiempo con estas cosas.
—Lo sé… —susurró Akari, su voz casi inaudible.
Rika, que había estado observando la escena en silencio, sintió un familiar nudo en el estómago. La situación le recordó demasiado a cómo su propio padre, Yamato, solía presionarla. Sin pensarlo dos veces, decidió intervenir.
—¿E? Perdone a Akari, señor Koushiro. —dijo Rika con firmeza, atrayendo la atención de ambos—. Fue mi culpa, la distraje sin darme cuenta.
Koushiro miró a Rika, sorprendido por su intervención, pero no dijo nada.
—Estaba aburrida y le pedí que me diera un pequeño tour por la mansión.—Comentó Rika— Por eso no tuvo tiempo de estudiar. Lo lamento.
Akari observó sorprendida a la hija de Yamato. Koushiro también.
Después de un momento de tensión, simplemente asintió, aunque su expresión permanecía seria.
—¿Eso es cierto?
—¿E?— Balbuceo Akari— S-sí.—Respondió— Rika me pidió que le diera un pequeño recorrido y por eso no estudie.
Koushiro analizó la expresión de su hija, luego la expresión de Rika, no parecian estar mintiendo.
—De acuerdo… pero recuerda lo que te dije, Akari. —le dijo, antes de salir de la sala sin decir más.
Cuando Koushiro se fue, el ambiente en la sala se relajó un poco. Akari dejó escapar un suspiro de alivio, aunque aún parecía abatida.
—Gracias, Rika… —murmuró Akari, con una pequeña sonrisa—. No tenías que hacer eso.
Rika le devolvió la sonrisa, aunque era una sonrisa amarga.
—No te preocupes por eso. A veces, nuestros padres no entienden lo que realmente nos importa. —respondió, sintiendo un extraño sentido de camaradería con Akari—. Pero eso no significa que debas renunciar a lo que amas.
Akari asintió, agradecida por el apoyo de Rika, aunque sabía que no sería fácil seguir adelante con su pasión mientras viviera bajo la sombra de las expectativas de su padre.
El ambiente en la sala aún estaba cargado con la tensión de la conversación reciente entre Koushiro, Akari y Rika. Pero antes de que cualquiera de las dos pudiera decir algo más, el sonido de la puerta principal resonó en la casa. Ambas giraron sus cabezas hacia la entrada, y unos segundos después, Haruna apareció en la sala, seguida por Yamato.
—Rika, tienes visita —anunció Haruna con su característico tono calmado, sus ojos se posaron brevemente en Yamato antes de volverse hacia Rika.
Rika, que estaba absorta en sus pensamientos sobre lo que acababa de pasar con Akari, se sorprendió al ver a su padre. Su expresión cambió inmediatamente a una mezcla de confusión y desconfianza.
—Papá… —murmuró, aunque su tono no era de alegría, sino más bien de incredulidad—. ¿Qué haces aquí?
Yamato, que había intentado sonreír al entrar, se encontró con la frialdad de su hija. El saludo que esperaba no llegó. Rika simplemente lo miraba, esperando una explicación.
—Vine a verte, Rika —respondió Yamato con un tono tranquilo, aunque se podía percibir un leve rastro de incertidumbre en sus palabras.
Rika no respondió de inmediato. En lugar de eso, su mirada se endureció, y sin siquiera intentar ocultar su molestia, preguntó con frialdad:
—¿Verme? ¿Y para qué?
El ambiente en la sala se tensó aún más, con la distancia emocional entre padre e hija más evidente que nunca.
Haruna, que había estado observando la interacción con atención, decidió intervenir antes de que las cosas se pusieran peor.
—Akari —dijo suavemente, girándose hacia la joven—, dejemos que Yamato y Rika hablen a solas.
Akari, que había estado siguiendo la conversación con preocupación, asintió rápidamente. Cerró su cuaderno y se levantó, recogiendo sus cosas con rapidez. Rika la miró brevemente, como si quisiera pedirle que se quedara, pero no dijo nada.
—Claro, Haruna —respondió Akari con una sonrisa forzada, antes de dirigirse hacia la puerta.
Haruna esperó a que Akari saliera antes de mirar a Rika una última vez, ofreciéndole una mirada tranquilizadora, aunque breve. Luego, se volvió hacia Yamato, su expresión neutral, y salió de la sala, dejando a padre e hija solos.
La puerta se cerró detrás de ellas, y el silencio que siguió fue ensordecedor. Rika y Yamato se quedaron mirándose, con una distancia que iba mucho más allá de los metros que los separaban en la habitación.
—No quiero hablar, papá —respondió, su voz helada.
—Rika, por favor, necesito que me escuches —dijo, acercándose lentamente— No puedo permitir que sigas creyendo que fui yo quien mandó a golpear a Ryo. Eso no es verdad.
Finalmente, Rika giró la cabeza y lo miró, su mirada llena de desconfianza.
—¿De verdad? —replicó con sarcasmo—. Porque todo lo que he visto y oído apunta a lo contrario. No puedo creer que no tengas nada que ver con esto.
Yamato suspiró, sentándose en la silla frente a ella. —Rika, sé que he cometido errores. No soy perfecto, y nunca he pretendido serlo. Pero jamás haría algo para lastimarte a propósito. No podría vivir sabiendo que te he hecho daño de esa manera.
Rika cruzó los brazos sobre el pecho, su mirada firme. —¿Cómo esperas que te crea? Engañaste a mamá, destrozaste a nuestra familia, y ni siquiera te importaron sus sentimientos. ¿Por qué debería creer que ahora te importa lo que yo sienta?
El rostro de Yamato se contrajo de dolor ante esas palabras. Sabía que había fallado en muchos aspectos, especialmente como esposo y padre, pero estaba desesperado por arreglar lo que pudiera.
—Sé que te lastimé, y sé que lo que hice con tu madre fue imperdonable —admitió—. No voy a justificar mis acciones, Rika, porque no tienen justificación. Pero nunca quise hacerte daño a ti. Te amo más de lo que puedes imaginar, y haría cualquier cosa para protegerte.
Rika lo miró con frialdad, las heridas de su corazón demasiado profundas para sanarse con palabras.
—¿Protegerme? —repitió, incrédula—. ¿Así es como lo llamas? Porque todo lo que veo es que estás destruyendo todo a tu alrededor. No quiero tu protección si eso significa seguir sufriendo.
Yamato sintió que su corazón se rompía ante las palabras de su hija. Había imaginado muchas veces que algo así podría pasar, pero enfrentarlo en realidad era infinitamente más doloroso.
—Rika, no puedo cambiar lo que hice en el pasado, pero puedo decirte con todo mi corazón que no quiero perderte. Eres mi hija, y te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Si hay alguna forma de arreglar esto, de recuperar tu confianza, haré lo que sea necesario.
Rika negó con la cabeza, sus ojos llenos de tristeza y decepción.
—Ya me perdiste, papá —dijo con un susurro—. No puedes arreglar lo que has roto. No puedes volver atrás en el tiempo y deshacer todo el daño que has causado. Y tampoco puedes esperar que te crea después de todo lo que ha pasado.
Yamato sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero se las tragó, tratando de mantener la compostura. No podía forzar a Rika a creer en él, pero no quería rendirse.
—Rika, no te pido que me perdones ahora, ni que confíes en mí de inmediato —dijo, su voz quebrándose ligeramente—. Solo te pido que no me cierres la puerta para siempre. Déjame demostrarte que todavía puedo ser un buen padre para ti. Déjame intentar.
Rika lo miró en silencio, su corazón dividido entre el amor que alguna vez le tuvo y el dolor que ahora dominaba sus sentimientos. Quería creer que su padre todavía tenía algo bueno dentro de él, pero estaba demasiado herida para aceptarlo.
Bajó la mirada.
—Necesito tiempo...—Suspiró.
—¿Tiempo?
La pelirroja asintió— Para pensar. Porque en estos minutos no estoy de ánimos. Necesito espacio.
Tan parecida a él
Pensó Yamato.
Quizás, Rika no era su biológica, pero heredó muchas cosas de él.
Haruna irrumpió en la oficina de Koushiro, cerrando la puerta de un golpe seco que resonó en la habitación. Koushiro, que estaba concentrado en unos documentos, se sobresaltó ante la brusquedad del gesto. Levantó la vista rápidamente, frunciendo el ceño con evidente irritación.
—¿Qué te sucede, Haruna? —preguntó, su tono cargado de impaciencia.
Haruna cruzó la habitación con pasos firmes, sus manos apretadas en puños mientras luchaba por mantener la calma. Pero cuando llegó frente al escritorio de Koushiro, no pudo contenerse más.
—¡No puedo más! —exclamó, su voz llena de frustración.
Koushiro arqueó una ceja, más confundido que preocupado. No era la primera vez que Haruna mostraba su temperamento, pero esta vez parecía diferente.
—¿Qué ocurrió ahora? —preguntó, tratando de mantener la compostura mientras se apoyaba en el respaldo de su silla.
Haruna lo miró fijamente, sus ojos ardiendo con una mezcla de rabia y dolor.
—¡Estoy harta de fingir frente a Yamato! —gritó, dejando salir toda la frustración que había estado acumulando—. Cada vez que lo veo, cada vez que me agradece, siento que voy a estallar. No puedo soportar seguir fingiendo que todo está bien, no después de lo que le hizo a Ryo.
Koushiro observó la furia en los ojos de Haruna, comprendiendo la profundidad de su ira. Sabía que Haruna estaba comprometida con su plan de venganza, pero también sabía que mantener esa fachada le estaba costando más de lo que ella quería admitir.
—Entiendo que estés furiosa, Haruna, pero debes mantener la calma. —le dijo con un tono más suave, tratando de calmarla—. No podemos permitirnos que él sospeche nada, no todavía.
Haruna soltó un suspiro tembloroso, tratando de controlar las lágrimas de rabia que amenazaban con brotar.
—Lo sé… pero cada día que pasa se vuelve más difícil. No sé cuánto más podré seguir así.
—¡No puedo más, Koushiro! —exclamó Haruna, su voz elevada y llena de desesperación— ¡No puedo estar calmada después de lo que le hicieron a Ryo! ¿Cómo puedes pedirme que espere? No puedo estar tranquila.—Declaró—Yamato es un insoportable. Poco hombre. Me hierve la sangre pensar que, para alejar a Rika de Ryo, mando a golpearlo.
El pelirrojo al escuchar esto hizo una mueca.
—Odio completamente a Yamato.
Sí, lo sabía y entendía aquello, pero debía aclarar algo.
—Sobre eso...—Musitó el pelirrojo— Creo que hubo una equivocación.
—¿Equivocación?
Koushiro asintió.
—He estado investigando más a fondo lo que le ocurrió a Ryo, y hay algo que necesitas saber.
La intensidad en la voz de Koushiro captó finalmente la atención de Haruna, quien levantó la cabeza, frunciendo el ceño.
—¿Qué es? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.
Koushiro tomó aire, sabiendo que sus palabras tendrían un impacto profundo.
—Luego de escuchar el micrófono que colocaste en la oficina de Hiroaki descubrí que...—Habló—Yamato no fue el responsable de que golpearan a Ryo.
Haruna sintió que su corazón se detenía por un instante. La sorpresa se reflejó en sus ojos, y por un momento no supo qué decir. Finalmente, dejó caer el bolígrafo que sostenía y se inclinó hacia Koushiro.
—¿Qué estás diciendo? ¡Eso no puede ser! —exclamó, su voz llena de incredulidad—. ¡Todo apuntaba a Yamato!
Koushiro asintió lentamente, comprendiendo la confusión y la furia de Haruna.
—Lo sé, todo parecía indicar que Yamato estaba detrás de esto, pero después de revisar algunas pruebas y hablar con mis contactos, descubrí que fue Hiroaki quien ordenó el ataque a Ryo.
Haruna se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. La furia que había sentido hacia Yamato se desvanecía lentamente, reemplazada por una mezcla de desconcierto y una nueva oleada de rabia dirigida hacia Hiroaki.
—¿Hiroaki? —repitió, como si la palabra fuera ajena a ella—. Pero... ¿por qué? ¿Por qué haría algo así?
Koushiro se sentó a su lado, tratando de mantener la calma.
—Hiroaki siempre ha sido un hombre despiadado cuando se trata de proteger sus intereses. Es posible que haya visto a Ryo como una amenaza para sus planes, o tal vez pensó que alejar a Rika de Ryo fortalecería su control sobre Yamato y su familia.
Haruna apretó los puños, sintiendo cómo la ira se acumulaba en su pecho.
—¡Ese miserable! —gritó, levantándose de golpe—. ¿Cómo se atrevió a hacerle eso a mi hermano? No voy a permitir que se salga con la suya. Primero Yamato, y ahora Hiroaki... ¡esto es demasiado!
Koushiro intentó calmarla, colocando una mano en su hombro.
—Haruna, sé que estás enfadada, pero...
—¡Pero nada! —Haruna negó con la cabeza, incapaz de aceptar la tranquilidad que Koushiro intentaba imponer.
—¡No hay tiempo para esperar! —gritó, sus manos cerrándose en puños—. ¡Necesito vengarme ahora mismo! No puedo quedarme de brazos cruzados mientras Hiroaki sigue actuando como si nada hubiera pasado. Necesito hacerle pagar por lo que le hicieron a mi hermano.
Koushiro suspiró, tratando de mantener la calma en medio de la tormenta que era Haruna en ese momento.
—Entiendo tu deseo de venganza, Haruna, pero debemos pensar con la cabeza fría. Si actuamos ahora, podríamos exponer nuestros planes antes de tiempo.
Pero Haruna no estaba dispuesta a escuchar razones. De repente, un pensamiento cruzó por su mente, deteniéndola en seco.
—Espera... —murmuró, sus ojos brillando con una nueva idea— La fiesta de aniversario de la empresa de Yamato es en dos días, ¿verdad?
Koushiro asintió lentamente, dándose cuenta de que Haruna había encontrado un nuevo objetivo.
—Sí, pero...
—¡Perfecto! —interrumpió Haruna, su voz ahora más baja, pero con una intensidad que helaba la sangre—. Esa será la oportunidad perfecta para hacerles pagar. Necesitamos pensar en algo que los deje en ridículo frente a todos. Algo que destruya su imagen pública de una vez por todas.
—Mimi, por favor, piensa bien las cosas. Un paso en falso podría dejar en claro que nosotros...
—Tranquilo Koushiro.—Se apresuró a decir— Me encargaré de hacer algo sin necesidad de dejarnos en evidencia.
En el rincón tranquilo de una cafetería universitaria, Kouji y Izumi estaban sentados en una mesa apartada. La atmósfera estaba cargada de tensión, y el murmullo de otros estudiantes se desvanecía en comparación con la frialdad entre ellos. Kouji había estado enojado con Izumi desde que descubrió la verdad sobre Takuya, y su mirada mostraba claramente su descontento.
Izumi intentó mantener la compostura, pero su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y preocupación. —Kouji, te aseguro que te hice caso. Me he alejado de Takuya —dijo, tratando de que su voz sonara firme, aunque un temblor traicionero se notaba en ella.
Kouji la miró con escepticismo, claramente dudando de su sinceridad. —¿De verdad? —preguntó, sus palabras llenas de desconfianza.
Izumi asintió con determinación, a pesar de que su corazón estaba pesado. —Sí. He decidido no participar en los diseños para la temporada de otoño. No quiero estar cerca de Takuya en ningún aspecto —explicó. Sus ojos se llenaron de una tristeza profunda al mencionar los diseños, ya que había estado emocionada por participar en el proyecto.
Kouji levantó una ceja, sorprendido por la decisión. —¿En serio? ¿Vas a renunciar a algo que te entusiasma solo para evitar a Takuya? —preguntó, su tono un poco menos severo, pero aún cargado de desconfianza.
Izumi asintió nuevamente. —Sí, sé que es un sacrificio, pero prefiero evitar cualquier posibilidad de que nuestras interacciones se vuelvan incómodas o problemáticas. Aún si significa perder una oportunidad que realmente me importaba, estoy dispuesta a hacerlo —dijo, tratando de transmitir su sinceridad a pesar de su tristeza.
Kouji la miró con una mezcla de aceptación y desdén. —Está bien, si eso es lo que necesitas hacer para que nuestra relación siga adelante, lo aceptaré —dijo, con una actitud que no era del todo comprensiva pero que dejaba claro que estaba dispuesto a seguir adelante.
Izumi notó el cambio en el tono de Kouji y bajó la vista, su tristeza evidente. Aunque Kouji no dijo nada, su mirada se dirigió hacia ella y vio el dolor en sus ojos. Sin embargo, optó por no comentar al respecto, ya que estaba convencido de que ella debía asumir la responsabilidad de las decisiones que había tomado.
Kouji se acomodó en su silla, sintiendo que la tensión se aliviaba un poco, pero aún con un sentimiento de descontento. Sabía que la relación que tenía con Izumi era complicada y que la situación actual era una consecuencia de sus propias decisiones y de los errores de ella. El hecho de que Izumi estuviera dispuesta a hacer sacrificios para mejorar las cosas entre ellos no cambiaba el hecho de que la relación había sido forzada por circunstancias que él no había elegido por completo.
La conversación terminó en un silencio incómodo, con Izumi mirando hacia abajo mientras Kouji parecía perdido en sus pensamientos. Ambos sabían que había mucho por resolver, pero por el momento, lo único que podían hacer era seguir adelante, a pesar de las dificultades y el dolor que cada uno llevaba consigo.
Toshiko entró a la casa de Sora sin siquiera tocar la puerta, su rostro desencajado por la furia. Hiroaki le había informado sobre la situación de Rika y Ryo, y ahora, la indignación la había llevado directamente a confrontar a su hija. Sora estaba en la sala, tratando de organizar unos papeles, cuando la presencia furiosa de su madre la hizo detenerse en seco.
—¡Sora! —gritó Toshiko, su voz cortante como una cuchilla—¡Sora!
Sora se giró para enfrentar a su madre, intentando mantener la calma. Estaba acostumbrada a los estallidos de Toshiko, pero sabía que esta vez sería particularmente difícil.
—Mamá ¿qué haces aquí?
—Vengo a hablar contigo.— Declaró la castaña—¿Qué demonios está pasando? ¿Cómo es posible que hayas permitido que Rika se enrede en una relación con ese… ese… Ryo?
¿Qué?
—¿Cómo supiste eso?
—¡Así que es verdad!— Exclamó Toshiko— No quise creerlo. Pero resultó ser cierto. Lo acabas de confirmar.
Sora bajó la mirada.
—¿Por qué no me habías dicho?— Preguntó.
—No creí que fuera necesario.—Declaró la pelirroja— No es asunto tuyo.
—¡Claro que sí!—exclamó, su rostro rojo de furia—. ¡Es una vergüenza! ¿No te das cuenta de lo que esto puede hacerle a nuestra familia? ¿Qué dirá la gente cuando se enteren de que tu hija adoptiva, esa niña que nunca debiste traer a esta familia, está relacionada con un chico problemático como él?
Sora apretó los dientes, tratando de contener su enojo. No era la primera vez que su madre le reprochaba la adopción de Rika, pero cada vez que lo hacía, sentía un dolor punzante en el pecho.
—Mamá, ya basta —respondió Sora, tratando de mantener la compostura—. No tienes derecho a meterte en nuestras vidas de esta manera. Rika es mi hija, y yo soy quien toma las decisiones sobre lo que es mejor para ella.
Toshiko frunció el ceño, sin dar marcha atrás.
—¡Rika no es tu hija, Sora! —soltó con amargura—. Es una carga que tú misma decidiste llevar, y ahora todos estamos pagando el precio. ¡Mira en lo que ha terminado! ¿Cómo pudiste permitir que algo así sucediera? Siempre supe que traer a esa niña a esta familia sería un error.
Las palabras de Toshiko atravesaron el corazón de Sora como una daga. A pesar de todo, había esperado que con el tiempo su madre aceptara a Rika, pero siempre que había un conflicto, Toshiko no dudaba en recordarle que no era su hija biológica, que nunca lo sería.
—Rika es tan parte de esta familia como cualquier otro —replicó Sora, su voz temblando ligeramente, pero llena de determinación—. Y no voy a permitir que la trates como una extraña, mucho menos que me hables de esta manera en mi propia casa.
Toshiko soltó una risa amarga.
—¿Realmente crees que puedes seguir con esto? —preguntó, casi burlándose—. ¡Mírate! Siempre fuiste débil, Sora. No sé cómo puedes llamarte madre cuando ni siquiera puedes controlar a esa niña. La has dejado que se convierta en un problema más grande del que puedes manejar. Y todo porque decidiste jugar a ser la heroína adoptando a esa niña.
Sora sintió una lágrima resbalar por su mejilla, pero no iba a dejar que su madre la viera derrotada.
—Rika es mi hija, y siempre lo será, te guste o no —declaró Sora, levantando la barbilla con firmeza—. No fue un error adoptarla, mamá. El error es que tú no la has aceptado, y no la has querido como parte de esta familia. Pero eso es algo con lo que tú tendrás que vivir, no yo.
Toshiko la miró fijamente, con los ojos llenos de furia, pero también de una profunda desilusión.
—Estás cometiendo un grave error, Sora —sentenció con frialdad—. Y tarde o temprano, lo pagarás caro. Esa niña te arrastrará hacia abajo, y todo lo que has construido se derrumbará. No podré ayudarte cuando eso suceda.
Con esas palabras, Toshiko dio media vuelta y salió de la casa, dejando a Sora de pie en la sala, sintiendo cómo las lágrimas brotaban de sus ojos. Se quedó allí, sola, tratando de contener el dolor que su madre siempre le infligía con sus crueles palabras. Sabía que la situación con Rika era complicada, pero lo último que necesitaba era el desprecio constante de Toshiko.
Sora se limpió las lágrimas con la manga y respiró profundamente. Tenía que ser fuerte, por Rika, por su familia. Y aunque las palabras de su madre la lastimaban profundamente, no iba a dejar que eso la detuviera. Rika era su hija, y haría todo lo posible para protegerla, sin importar lo que pensara Toshiko.
Luego de salir del trabajo, Izumi decidió ir a casa de Haruna, necesitaba hablar con Rika.
Desde su ida, su corazón estaba apesadumbrado, no quería involucrarse en los problemas, pero inevitablemente era preocuparse por Rika, así que decidió ir a hablar con ella. Aunque no era fácil para ella enfrentarse a su hermana menor, especialmente cuando las cosas entre Rika y sus padres estaban tan tensas. Después de llamar a la puerta, fue recibida por una sirvienta, quien la condujo a la habitación donde Rika se estaba quedando temporalmente. La sirvienta se retiró en silencio, dándole a Izumi el espacio para hablar con su hermana.
Rika estaba sentada en la cama, mirando por la ventana, absorta en sus pensamientos. Al escuchar la puerta abrirse, se giró ligeramente, y su expresión se suavizó un poco al ver a Izumi.
—Izumi... —murmuró, aunque su tono era distante, como si ya anticipara lo que su hermana iba a decir.
Izumi se acercó lentamente, tomando asiento en una silla cercana. Observó a Rika por un momento antes de hablar, buscando las palabras adecuadas.
—Rika, he venido porque estoy preocupada por ti —comenzó Izumi, su voz calmada— Mamá está muy triste, y no dejo de pensar en cómo estás manejando todo esto.
Rika desvió la mirada, sus brazos cruzados como si intentara protegerse de lo que venía. —Ya sé que están tristes, pero no puedo volver a casa, Izumi. No quiero.
Izumi se inclinó hacia adelante, intentando conectar con su hermana. —Sé que has tenido problemas con ellos... escuché que es por un chico.
Rika asintió, un destello de desafío en sus ojos. —Sí, es por un chico. Mamá y papá no lo entienden. Solo quieren hacerme daño, impedirme ser feliz.
Izumi suspiró, tratando de encontrar la manera de abordar la situación sin empeorar las cosas. —Rika, nuestros padres siempre tienen razones para hacer lo que hacen. Si no quieren que estés con ese chico, debe ser por algo importante. Ellos te aman, y lo que menos quieren es verte sufrir.
Rika se levantó de la cama, empezando a pasear por la habitación con frustración. —¿Importante? Lo único que quieren es controlarme, como si no pudiera tomar decisiones por mí misma. Solo quieren lastimarme, como siempre lo han hecho. Especialmente papá. No puedo olvidar lo que le hizo a mamá. La engañó y nos destruyó a todos.
Izumi sintió una punzada en el corazón al escuchar esas palabras. Sabía lo difícil que había sido para Rika aceptar la infidelidad de Yamato, y aunque ella misma había luchado con esos sentimientos, intentó ser la voz de la razón.
—Rika, entiendo que todavía estés enojada con papá. Es algo que no se supera fácilmente —dijo Izumi con suavidad—, pero debes pensar en mamá. Ella lo perdonó porque no quería destruir nuestra familia. Sabes cuánto ha sufrido, y que decidió darle otra oportunidad no porque no le doliera, sino porque quería que estuviéramos todos juntos.
Rika se detuvo y miró a Izumi, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y dolor. —¿Y crees que eso fue fácil para mí? Ver a mamá sufrir y luego actuar como si todo estuviera bien... No puedo. Simplemente no puedo, Izumi.
Izumi se levantó de la silla y se acercó a su hermana, colocando una mano suave en su hombro. —No te estoy diciendo que lo olvides, Rika. Sé que es difícil, pero debes pensar en lo que mamá está pasando ahora mismo. Ella está destrozada por tu ausencia. No le hagas esto, no te alejes de nosotros. A veces, ceder un poco no significa que estás siendo débil, sino que estás siendo fuerte por los que amas.
Rika cerró los ojos con fuerza, sintiendo que las lágrimas querían escapar. No quería volver a casa, no quería enfrentarse a la realidad de su familia. Pero las palabras de Izumi resonaban en su mente, recordándole que, a pesar de todo, seguía amando a su madre.
—No quiero volver, Izumi —dijo finalmente, su voz temblorosa. Pero en cierto grado se sentía bastante culpable por lo que le estaba haciendo a su mamá.
Izumi la abrazó, rodeándola con sus brazos en un gesto de consuelo. —Deberías considerarlo. Mamá te necesita, y nosotros también. Todos estamos sufriendo, pero no podemos sanar si no estamos juntos.
Rika permaneció en silencio, apoyada en el hombro de su hermana mayor. Sabía que Izumi tenía razón, pero el dolor y la rabia seguían ahí, impidiéndole dar ese paso hacia el perdón y la reconciliación.
—Lo pensaré —murmuró finalmente, aunque en su corazón la decisión todavía no estaba tomada.
Izumi la abrazó más fuerte, agradecida por al menos haber plantado una semilla de duda en la determinación de Rika. Sabía que el camino sería difícil, pero al menos ahora había esperanza de que su hermana pudiera regresar a casa.
~Dos días después~
Dos días pasaron con la rapidez habitual, pero para cada miembro de la familia, ese tiempo trajo consigo una carga distinta. Sora se sumía cada vez más en una tristeza palpable por la ausencia de Rika, y aunque Yamato compartía el mismo dolor, su forma de lidiar con la situación era más silenciosa. Mientras tanto, Nene e Izumi, aunque desconcertadas por lo que estaba sucediendo con su hermana, hacían todo lo posible por apoyar a sus padres, aunque el vacío que sentían era difícil de llenar.
Por otro lado, Hiroaki parecía ajeno a la tensión que invadía a su familia. Sin ningún remordimiento, se sumergía en sus negocios, feliz de que otro año glorioso para su empresa estaba a punto de cumplirse. Para él, los problemas familiares no eran más que una distracción de lo que realmente importaba: el éxito y la reputación de su empresa.
Haruna, sin embargo, estaba enojada, y ese enojo crecía con cada día que pasaba. Ver a su hermano en un estado de dolor y confusión solo alimentaba el fuego de su ira. No estaba dispuesta a quedarse de brazos cruzados. La venganza que planeaba contra los Ishida, en defensa de su hermano, no sería compasiva. Haruna estaba decidida a hacerles pagar, sin importar las consecuencias.
En cuanto a Ryo y Rika, ambos estaban atrapados en una agonía silenciosa. Siguiendo los consejos de Haruna y Tomoko, habían decidido mantenerse separados, pero la distancia solo intensificaba el dolor que sentían. Cada día sin verse era una tortura, y aunque intentaban ser fuertes, el sufrimiento era evidente en cada gesto y cada mirada perdida.
Izumi, por su parte, había tomado una decisión difícil. Hizo todo lo posible por mantenerse lejos de Takuya, su compañero de trabajo y primo de Hikari. La repentina distancia entre ellos lo dejó completamente desconcertado. Izumi pasó de saludarlo con calidez y trabajar a su lado a evitarlo por completo, y Takuya no podía entender por qué. La situación era extraña y dolorosa para ambos.
En el matrimonio Minamoto, las cosas no estaban mejor. Satomi estaba llena de resentimiento hacia su esposo y no quería ni verlo. La tensión entre ellos era palpable, y aunque Kousei intentaba seguir con su vida como si nada, la frialdad de su esposa lo afectaba más de lo que estaba dispuesto a admitir debido a la preocupación de perder todo lo que consiguió esos años al estar a cargo de su dinero. La relación entre ellos se había convertido en un campo minado, y ninguno de los dos sabía cómo desactivar la bomba que había crecido entre ellos.
La fiesta de aniversario de la empresa Ishida estaba en pleno apogeo, llena de luces, música suave, y una atmósfera de lujo que solo el poderío económico de la familia podía ofrecer. Los invitados se mezclaban en la gran sala, vestidos con sus mejores galas, mientras los fotógrafos y periodistas esperaban ansiosos algún momento digno de ser capturado.
De repente, la atención de todos se desvió hacia la entrada principal. Takeru, el hijo menor de Hiroaki, acababa de llegar acompañado por una joven de cabello castaño, de rostro dulce y una sonrisa radiante. Los flashes de las cámaras se dispararon al instante, los murmullos se extendieron como una ola entre los asistentes. Era la primera vez que Takeru se mostraba en público con una nueva pareja después de su dolorosa ruptura con Catherine.
Hikari se sintió nerviosa al ver todas esas cámaras.
—¡Rayos!— Musitó para sí misma y dio unos pasos hacia atrás.
Takeru al ver esto se preocupó.
—¿Ocurre algo?
—¿E?— Balbuceo Hikari— Dis-disculpa...—Bajó la mirada— Pero no estoy acostumbrada a estar en público y ser fotografiada, ya sabes, con tantas personas mirando y...
El rubio, sin perder la sonrisa, tomó la mano de su novia intentando trasmitirle confianza.
—Tranquila, yo estoy aquí contigo, todo estará bien.—Musitó Takeru.
Hikari pasó su mirada por los ojos del rubio, de ellos emanaba una fuerza y dulzura que la hizo sentir segura, tranquila. Era como si no existiese nadie más que Takeru y ella.
Fue así como tomó su mano con fuerza y comenzaron a caminar. El joven Ishida la guio hacia su familia. Hiroaki, Yamato, y Sora se encontraban cerca del centro del salón, conversando con algunos de los invitados más importantes. Izumi y Nene, sus sobrinas, estaban a su lado, observando con curiosidad la escena que se desarrollaba.
—Buenas noches familia.—Saludó.
—Buenas noches.—Respondieron Yamato, Sora, y sus hijas a coro.
—¡Vaya! Tío...—Musitó la oji-verde—Veo que vienes bien acompañado.
Todos, ante el comentario de Izumi, dirigieron su mirada hacia Hikari, quien instantáneamente se ruborizó nerviosa ante la mirada de la familia de Takeru.
—Familia, me gustaría presentarles a alguien muy especial —dijo el rubio con orgullo, mirando a cada uno de ellos mientras hacía su camino entre la multitud— Esta es Hikari.
Todos la observaron.
Hikari saludó con una ligera inclinación de cabeza, nerviosa pero emocionada de conocer a la famosa familia de su novio. Yamato fue el primero en dar un paso adelante, extendiendo la mano con una sonrisa cálida.
—¿E? Tío, no creo que sea necesario que la presentes. —Comentó Nene.
—Es la chica que te acompañó en la clínica ¿no? — Musitó Yamato.
—¿E? —Balbuceo el joven— S-sí…—Se ruborizó— Pero no la presenté como correspondía. —Declaró— Sin embargo, hoy quiero que la conozcan, no solo como la chica que me acompañó a clínica sino como mi novia.
—¿Novia? —Preguntaron todos a la vez.
Takeru asintió.
—¡Wow! ¡Que noticia! — Exclamó Sora emocionada.
—Sí, me alegra que finalmente dieras ese paso. —Musitó Izumi.
—Es un placer conocerte, Hikari —dijo Yamato— Nos alegra mucho verte al lado de Takeru.
Y lo decía con sinceridad, Takeru pasó por mucho por culpa de Catherine, y era bueno verlo tan feliz.
—¡Sí! —añadió Sora, abrazando a Hikari con afecto—. Bienvenida a la familia, Hikari. Espero que te sientas cómoda entre nosotros.
Izumi, quien siempre había sido cercana a su tío, dio un paso al frente con una sonrisa sincera.
—¡Por fin tío! Me alegra verte con alguien tan linda.—dijo Izumi, haciendo que Hikari sonriera aún más—Bienvenida a la familia querida.
Nene, en cambio, permaneció en silencio, observando a Hikari de pies a cabeza con una mirada evaluadora. Aunque no dijo nada, en su mente la comparaba con otras chicas que conocía. "Es… común", pensó, pero decidió no expresar su opinión en voz alta.
Mientras tanto, Hiroaki, quien había estado observando la escena desde el fondo, no pudo evitar que una sombra de desagrado cruzara su rostro. Aunque intentó disimular su malestar, la noticia de que Takeru había comenzado una nueva relación sin consultarlo primero le molestaba profundamente. Especialmente en una noche tan importante para la familia. Sin embargo, no podía mostrar abiertamente su descontento frente a los demás.
—Es… un gusto conocerte, Hikari —dijo Hiroaki con una sonrisa tensa, estrechando la mano de la joven de manera formal. Luego se dirigió a Takeru, su tono algo más frío—. Espero que te hayas tomado el tiempo necesario para asegurarte de que esto es lo que realmente quieres.
Takeru, consciente de la sutil crítica en las palabras de su padre, mantuvo su sonrisa y asintió con firmeza.
—Estoy seguro, padre. Hikari es muy importante para mí, y estoy feliz de que todos la conozcan hoy.
La tensión entre padre e hijo era palpable, pero los demás prefirieron no intervenir, al menos no en ese momento. Yamato y Sora intercambiaron una mirada cómplice, felices de ver a Takeru avanzar con su vida después del difícil periodo que había atravesado.
—Lo importante es que estás feliz, Takeru —dijo Sora, colocando una mano en su hombro y mirando a Hikari con una sonrisa maternal—. Y eso es todo lo que importa para nosotros.
La conversación siguió un curso más ligero, con Yamato e Izumi haciendo preguntas a Hikari sobre cómo se conocieron, mientras Sora le ofrecía una copa de champaña. Aunque Hiroaki intentaba participar en la charla, era evidente que su mente estaba en otra parte, luchando por mantener la compostura en medio de la celebración. Nene, por su parte, seguía observando a Hikari, sintiéndose cada vez más incómoda con la situación, pero sin saber exactamente por qué.
A pesar del ambiente tenso creado por Hiroaki, la llegada de Takeru y Hikari había traído un aire de frescura a la celebración. Pero en el fondo, la inquietud permanecía en la familia, y todos sabían que aquella noche no terminaría sin alguna confrontación.
La fiesta de la empresa Ishida continuaba con su lujoso despliegue, pero la atención de muchos había comenzado a centrarse en Takeru y su nueva novia, Hikari. Los murmullos sobre la inesperada aparición de la joven habían empezado a circular por la sala cuando, de repente, Satomi hizo su entrada, captando rápidamente el ambiente inusual que flotaba en el aire. Sus ojos recorrieron el lugar hasta detenerse en la joven castaña que acompañaba a Takeru. Frunciendo el ceño, se acercó con pasos decididos a donde estaba Hiroaki, quien observaba la escena desde cierta distancia.
—¿Qué está ocurriendo aquí, Hiroaki? —preguntó Satomi con un tono que mezclaba sorpresa y enfado, sin molestarse en disimular su malestar.
Hiroaki, consciente de lo que venía, soltó un leve suspiro antes de responder, tratando de mantener la calma.
—Takeru acaba de presentar a esa joven como su nueva novia —dijo, sin quitar la vista de su hijo, que conversaba animadamente con sus hermanos y Hikari.
Satomi apretó los labios en una fina línea, su enojo era palpable.
—¡Te lo dije! —espetó, lanzándole una mirada de reproche a su marido—. Te advertí hace tiempo sobre esto, pero no quisiste escucharme. Ahora mira lo que has permitido que suceda.
Hiroaki se volvió hacia ella, sintiendo cómo la presión aumentaba con cada palabra que Satomi pronunciaba.
—Satomi, no es el momento ni el lugar para esto —le dijo en un tono bajo, intentando mantener las apariencias.
Pero Satomi no estaba dispuesta a dejar pasar el momento. Se acercó más a Hiroaki, hablando en un susurro furioso que solo él podía escuchar.
—Sabía que esa chica pobretona solo traería problemas. No me escuchaste cuando te dije que Takeru estaba demasiado interesado en ella. Deberías haber hecho algo al respecto antes de que llegara a esto —le reprochó, sus ojos llenos de desdén dirigidos hacia Hikari.
Hiroaki, aunque molesto por la situación, intentaba mantener la compostura.
—Takeru es un adulto, y si él decidió que quiere estar con Hikari, no hay mucho que podamos hacer al respecto ahora —dijo, aunque el enfado en su voz era evidente.
Satomi, sin embargo, no estaba dispuesta a aceptar esa respuesta.
—No, Hiroaki, deberías haber sido más firme. Es tu responsabilidad guiarlo, y ahora está exponiendo a nuestra familia al ridículo al aparecer con esa chica sin clase —replicó, cruzando los brazos en un gesto de desafío.
Hiroaki la miró con el ceño fruncido, sintiendo la tensión que crecía entre ellos. Aunque compartía algunas de las preocupaciones de su cuñada, no podía permitir que su frustración los cegara en un momento tan delicado.
—Lo que está hecho, está hecho —respondió finalmente—. No podemos permitir que esto arruine la fiesta de aniversario. Habrá tiempo para hablar con Takeru después, pero ahora debemos mantener las apariencias y mostrar apoyo, aunque no estemos de acuerdo.
Satomi soltó un bufido, claramente insatisfecha con la respuesta, pero consciente de que un escándalo en medio de la fiesta no haría más que empeorar las cosas. A regañadientes, asintió.
—Esto no ha terminado, Hiroaki. Tenemos que hacer algo antes de que él cometa un error irreversible —advirtió, alejándose unos pasos para observar a Takeru y Hikari con frialdad.
Hiroaki asintió levemente, aunque en su interior se sentía atrapado entre su deber como padre y las expectativas de su cuñada. Mientras tanto, la fiesta continuaba, con la tensión apenas contenida que amenazaba con estallar en cualquier momento.
Mientras tanto a las afueras de la empresa, donde se realizaba la fiesta, Mimi se encontraba en su auto observando atentamente el edificio mientras hablaba por celular.
—Y bien...—Musitó— ¿Hiciste lo que te pedí?
—Sí señorita.—Respondió el sujeto del otro lado— El micrófono está listo.
—¿Nadie te vio?—Preguntó Mimi.
—Nadie.— Contestó— Me encargué de todos los detalles como usted me solicitó.
—Muy bien...—Comentó la castaña.
—Apenas Hiroaki Ishida tome el micrófono será electrocutado...—Declaró— Será como un corto circuito accidental.
La castaña asintió: —Excelente.—Declaró— Espero que, con el dinero que te pague, te mantengas en silencio.
—¡Pues claro señorita!—Exclamó el hombre— Hiroaki y la familia Ishida merecen esto. Y más.
Sí, merecía más y mucho más. Luego de mandar a golpear a su hermano, Hiroaki merecía las penas del infierno.
—¡Vaya! Que rostro tienes...—Yamato le comentó a su padre cuando se acercó a él.
—¿Qué otra expresión quieres que tenga en el rostro?—Preguntó Hiroaki.
Yamato pasó su mirada por su antecesor y luego por su hermano.
—Supongo que estás enojado por la nueva conquista de Takeru.
—Sí, lo estoy.—Respondió el castaño serio— Tu hermano está siguiendo tus pasos ¿e? Enamorándose de la primera que se le cruza.
Yamato movió la cabeza: —Deberías estar feliz. Takeru finalmente superó su situación con Catherine.
—¿Superar?— Hiroaki lanzó una carcajada irónica— Hubiese preferido que no lo hiciera.—Musitó— Esa chica que presentó como su novia me recuerda a la cualquiera que dio a luz a Nene e Izumi.
El rubio frunció el ceño ante esto: —No hables así de Mimi.
—¿Por qué no debería?— Preguntó el castaño— Después de todo, no miento al decir que fue una cualquiera.
—Es la madre de mis hijas.—Comentó el oji-azul—No permitiré que hables así de ella.
El castaño observó decepcionado a su hijo: —Pasan los años y sigues defendiendo a esa mujer...—Declaró— No puedo creer que aun con el paso de los años su recuerdo te continue hechizando.
Yamato se sintió débil al escuchar esto, porque aunque su padre lo hacia enojar, tenía cierta razón. El recuerdo de Mimi todavía lo hechizaba.
—Eres débil...—Musitó Hiroaki—Muy débil...—Repitió— Eso es exactamente lo que quiero impedir que suceda con Takeru.—Comentó— Pero creo que estoy fallando.
Debía hacer algo
Pero no ahora.
—Siempre has fallado como padre, así que, no me sorprende ahora.— Declaró el rubio.
—¡Cállate!— Hiroaki exclamó— Insolente.—Lo llamó— Puedes ser mayor de edad, pero que nunca se te olvide que me debes respeto.
¿Respeto?
Nunca volvería a sentir respeto por él, luego de saber todas atrocidades que hacia.
Yamato quiso responder. Sin embargo, justo en ese momento llegó al lugar un empleado.
—Señores Ishida, disculpen la molestia...—Musitó— Pero venía a informarles que la amplificación y todos los detalles de audio están listos para el momento en que dé su discurso de bienvenida.
Ambos voltearon hacia el empleado e Hiroaki al escuchar estas palabras automáticamente volteo hacia su hijo mayor, Yamato.
—Espero que estés listo para dar la bienvenida.
Yamato, que había estado esperando esta conversación, se cruzó de brazos y respondió con calma, pero con una resolución que sorprendió a su padre.
—No lo haré, papá.
Hiroaki se detuvo en seco, su ceño fruncido se profundizó.
—¿Qué quieres decir con que no lo harás? —preguntó, claramente irritado—. Es tu deber, Yamato. No puedes simplemente negarte.
Yamato mantuvo la calma, pero sus palabras fueron firmes.
—Ya tomé mi decisión. Nene dará el discurso y será quien dé la bienvenida a los invitados.
La sorpresa se reflejó en el rostro de Hiroaki, que no esperaba esa respuesta.
—¿Nene? —repitió, tratando de comprender—. ¿Por qué haría eso? ¿Qué te hace pensar que ella es la persona adecuada para hacerlo?
Yamato lo miró directamente a los ojos, sin titubear.
—Nene insistió en hacerlo cuando supo que yo no quería. Quiere demostrar que es capaz y está lista para asumir más responsabilidades en la empresa. Y la verdad, creo que es una buena oportunidad para ella.
Hiroaki soltó un bufido de desaprobación.
—No es una cuestión de oportunidad, Yamato. Esta es una tradición familiar. Tú eres el gerente de la empresa, y es tu responsabilidad hablar en eventos como este.
Antes de que Yamato pudiera responder, la puerta se abrió lentamente y Nene entró en la habitación. Llevaba puesto un elegante vestido, y su expresión era decidida, aunque había una leve sonrisa en sus labios.
—Abuelo —dijo Nene con una mezcla de dulzura y firmeza en su voz—, sé que este discurso es importante, y por eso quiero hacerlo yo. Quiero demostrar que puedo representar a la familia, que puedo hacerte sentir orgulloso.
Hiroaki miró a su nieta con una mezcla de asombro y orgullo, pero no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente.
—Nene, no es tan sencillo. Hay muchas expectativas puestas en este evento. No quiero que te sientas presionada.
Nene dio un paso adelante, sin perder la compostura.
—No me siento presionada, abuelo. De hecho, me siento honrada de tener la oportunidad de hacer esto por nuestra familia y por la empresa. Además —añadió con una leve sonrisa—, pensé que yo era tu nieta favorita.
Las palabras de Nene dejaron a Hiroaki sin habla por un momento. Sabía lo que ella estaba haciendo, y aunque parte de él quería mantenerse firme, no pudo evitar sentir una punzada de orgullo al ver la determinación en los ojos de su nieta. Después de todo, Nene era lo que siempre había querido que Yamato fuera: ambiciosa, segura de sí misma y dispuesta a tomar el control. Aunque era una mujer, resaltaba más que su hijo en muchos aspectos. No mentía al decir que era su nieta favorita.
Hiroaki suspiró, rindiéndose finalmente.
—Está bien —dijo, asintiendo lentamente—. Si realmente quieres hacerlo, Nene, te daré mi bendición. Pero recuerda, este es un gran honor, y espero que lo hagas con la seriedad que merece.
Nene sonrió ampliamente y asintió, agradecida por la oportunidad.
—No te decepcionaré, abuelo. Haré que te sientas orgulloso.
Yamato observó la escena con una mezcla de alivio y admiración por su hija. Mientras Nene salía del despacho para prepararse, Hiroaki se volvió hacia él, todavía con una expresión seria, pero con un leve rastro de aceptación en su rostro.
—Nene, como siempre, sobresaliendo más que Takeru o tú.—dijo Hiroaki, finalmente cediendo— No obstante, espero esté a la altura.
—No te preocupes. Sé que lo hará.— Yamato firmó, sabiendo que su hija lo haría. En el fondo, también se sentía orgulloso de la joven mujer que Nene estaba llegando a ser. La decisión estaba tomada, y ahora todo dependía de ella.
+Algunos dirán ¿qué fin tienen Akari y Koushiro en la historia? Koushiro es el informante de Mimi y asistente, no tiene ninguna historia (extra) más que ser ayudante de Mimi para vengarse, porque él quiere vengarse por lo que le hicieron. Pero así como historia "extra" de romance o algo así: No tiene. Sin embargo, Akari es diferente, Akari va a tener su historia cuando un personaje llegue, y con esto, Koushiro también tendrá énfasis.
+Traje un capítulo largo, porque verdaderamente no sé cuando podré volver a actualizar, me gusta escribir, pero también tengo responsabilidades y cosas que me gustan hacer en mi vida que requieren tiempo. Pero apenas pueda avanzaré. Lo bueno de esta historia es que tengo un bosquejo de lo que quiero. Lo que me hace más fácil todo.
KeruTakaishi: ¡Hola! Me alegra saber que te está gustando el rumbo de la historia, por unos minutos pensé que no sería de su agrado, pero tu comentario me sube el ánimo en ese sentido. ¡Uh! Buenas teorías, Takuya puede ser su hijo, así como solo puede recordarle a Taichi por su parentesco, solo el tiempo lo dirá (me encantaría dar spoiler jsjsjs pero me encanta que teoricen y haya intriga) Sí, cada vez vemos lo peor de Hiroaki y esto es poco, Hiroaki puede ser un hombre despiadado, no obstante, tiene debilidades y eso lo puede hacer caer. Esos miedos que tienes con respecto a Hiroaki y el Takari son muy acertados, Hikari tendrá que tener cuidado, mucho cuidado, después de todo, como tú has dicho, Hiroaki tendrá mucho ojo con Takeru, su heredero. Y también aciertas con lo que dices de Haruna/Mimi por unos minutos se le estaba olvidando la razón de su regreso y ahora no tendrá piedad, lo cual cegará, y no será capaz de ver que Rika no tiene culpa alguna. Ya veremos lo que ocurrirá.
BethANDCourt: ¡Hola! Jajajaja Me encantó tu comentario, especialmente esa parte de "mechoneadas de pelo entre Satomi y Toshiko" ¡sería una escena brutal! jaja se viene esa escena pronto ¡Sería sangre, sudor y lágrimas! Kousei, como bien dices, intentó manipular a Satomi, pero ella no está dispuesta a dejarse mangonear. ¡Y tienes toda la razón, de tal palo tal astilla! ¡Kouji aprendió bien de su padre! Pero pareciera tener más autoridad porque le funciona. Sí, tienes razón al pensar que no es la primera vez que Hiroaki hace algo así. Esto es solo el inicio, lamentablemente, si Ryo quiere estar con Rika deberá pasar por mucho. En cuanto a Mimi, tienes toda la razón. Sus planes están empezando a desmoronarse y las cosas se le están complicando cada vez más. Sí, podría terminar dañando a quienes más quiere, y eso sería un verdadero golpe para ella. Pero todo esto es parte de su desarrollo de personaje. Terminarán amando a Mimi. ¡Oh! Y no te preocupes, Hikari no se olvidará de limpiar aquella habitación. Es solo que ahora tiene muchas cosas, Takuya también, Hikari estudia y trabaja, Takuya trabaja y se enfoca en la banda, apenas tienen tiempo para ordenar sus habitaciones y cocinarse. Además, hay que entenderlos, muchas veces el luto impide hacer algunas cosas (Mis abuelos murieron y si no fuera por un tío, nadie hubiese ordenado su casa, porque es difícil pensar que aquellos que amamos no están) Pero ¡ya llegará el día! ¡Me alegra muchísimo que estés disfrutando de la historia! ¡Gracias por el cariño y el apoyo! Un abrazo enorme para ti también, y no te preocupes, que seguiré actualizando para que puedas seguir viviendo cada momento de esta historia. ¡Nos vemos en la próxima actualización! 💖📚✨
mimato bombon kou: Me alegra que te hayan gustado los capítulos. Koushiro está a cargo de eso y sí, se acordó, por eso ahora Mimi está ardida con Hiroaki. Pronto sabrán más cosas. Pero por el momento tenemos esto. Mimi está en una situación difícil, a Nene e Izumi no las dañará, eso jamás sucedería. Pero con Rika...ya veremos.
miyakoinoe25: ¡Hola! ¿Enserio crees eso? Satomi lo mejor...Sin comentarios...Bueno de algún modo está intentando sobrevivir. Aunque yo no la quiero. Sí da mucha rabia que todo lo que hace Hiroaki es respaldado por Yamato, pero él se lo buscó, porque no se dio cuenta antes de lo que hacia su padre.
