A/N: Regresamos aquí después de unas tres semanas. Por lo más que hubiera querido. No había forma de que la pasada pudiera terminar el capítulo por muchos contratiempos, pero no perdí el tiempo.
Aun así. Estamos un poco atrasados porque este capítulo debió de haber visto la luz ayer... De no ser por un golpe de calor brutal que me dejó en un pésimo estado. Aun no me recupero del todo. Pero pues no puedo aplazar más esto.
Igual voy a admitir que me distraje los últimos días terminando el LB7. Si bien, hay algunas (muchas) cosas que directamente no son de mi agrado con este, realmente no me puedo quejar como historia. Tuvo un buen cierre, y no es su culpa que el estilo de FGO permanezca como un eterno lastre.
Se siente raro haberle puesto el tiro de gracia a ORT, con lo mitificado que lo he tenido desde hace una década.
Derrotado por aproximadamente 33 Servants (Ninguno siendo un SSR). Mientras que la forma Xibalba fue destrozada por mi Muramasa. *
NP5 120 Max todo lo demas, encima w. Mi más valiosa posesión de la cuenta.
Ya, suficiente de distracciones. Pasemos a responder Reviews:
- Shuelpross777: Me alegra mucho que te haya parecido así, gracias.
- orocontra2012: Hola, hola.
Gracias por apreciar esos pequeños momentos. Es de las cosas que más disfruto escribir aquí.
En cuanto a tus preguntas:
Sip, era Lio. Otoko no se topara con Taiga hasta un poco después, pero si se va a enterar de en que se metió. En cuanto a Azaka... Eh, en el arco final la veremos. Simplemente no queda tiempo para meterla aquí, lastimosamente.
- Guest: Eh, pasa muy desapercibida a menudo. La quise usar porque encajaba perfectamente en lo que necesitaba.
Habiendo terminado ya. Pasamos al capítulo. Como siempre, encontrarán una segunda nota hasta el fondo.
AVISO Obligatorio: La serie de Fate, sus personajes y todo elemento del Nasuverse presente en lo siguiente no me pertenece. Es propiedad de Type-Moon.
Clave:
'Pensamientos.'
"Diálogo."
Especial
"Voz sobrenatural/Resaltado"
"Taumaturgia."
Í͕̟͓̈́͑ǹ͛͒co͎͉̍̐n̨̼͔̤̉ͮ͊c̘̪̟͉e̖͐b̬̝̪͢í̡ͣ̏̄̚bͤl̗͙͕̘͠ͅͅe̟̝͓̘̘͍̮ͤ̿͒ͯ̽̒̀ ̺͕̇ͪ
Konton no Tatakai
Capítulo Cuarenta y Uno.
"El Color de las Paredes."
Garan no Dou - Mifune.
17 de Octubre de 1998, 16: 45 PM...
Kohaku no se atrevió a abrir la ampolla. Aun si no reconocía el líquido que estaba almacenado en su interior, tan solo la coloración que este tenía le hacía entornar los ojos. Hubiera creído que se trataba de sangre, de no ser por la sensación espesa que le despertaba con tan solo observarlo de cerca. Era algo de origen natural, estaba claro. Pero el brillo opaco que alcanzaba una vez que lo veía a contraluz delataba que había sido tratado de formas que no tenía ni la menor manera de reconocer o deducir. Al cabo de unos segundos, terminó por rendirse y soltar un suspiro para poder pasar a las otras dos cosas. Un grupo de píldoras rojizas como granos de café retorcidos, así como una de forma más estilizada y superficie lisa. No necesitaba tener que realizar un análisis a fondo para saber cual de ambos tipos tenía mayor calidad, pero aun si utilizaba reactivos para intentar darse una idea de que eran exactamente, tenía sus dudas.
'Y ambas tienen sangren.' Eso podría afirmar sin problemas. El hedor casi metálico se hubiera evaporado normalmente, pero mediante alguna interferencia taumatúrgica, permanecía ahí. 'Pero en cuanto a lo demás...'
Las que se veían peor eran masas amalgamadas de... Cosas. Si le hubieran dicho que quien las había tratado, simplemente había arrojado un montón de porquerías a una licuadora y entonces batido la mezcla y dejarla en un molde, se lo hubiera creído.
Sacudió un poco su cabeza, volviendo a sentir una punzada más. 'Ahora no', y entonces se volteó hacia su izquierda.
"No, no puedo hacer nada aquí." Le informo, antes de añadir mientras se encogía de hombros. "Sensei podría, pero se fue hace rato a ver algo de su hija."
"Uh, bueno." Shirou suspiro también, teniendo cuidado en no apoyarse además en la mesa del laboratorio. "Voy a tener que usar a Caster, entonces. Gracias por el intento de todas formas."
"No hay de que." Kohaku asintió mientras tocaba la ampolla por última vez. Casi una hora atrás, Shirou había venido cargando las tres cosas a pedirle el favor, aparentemente siendo algo que tenía que ver con la investigación que su padre y Kokutou-san estaban realizando. Pero viendo el callejón sin salida a donde habían ido a parar, tocaba dejarlo en otras manos.
"¿Podría hacerlo en tu laboratorio? No se si en mi 'taller' tenga lo que seguramente Caster vaya a pedir." Si ambos fueran magi normales, la petición sería casi impensable. Pero dado a que Kohaku era más una aprendiz de curandera y Shirou era el mismo, no pasaba de un favor más entre amigos.
"Claro." Le concedió mientras fruncía el ceño. "Pero creo que no podré estar aquí. Ryougi-san me volvió a pedir ayuda para lo que está haciendo en su casa. No te lo había contado, pero fui con ella ayer..."
"¿Ah? ¿En serio?" Shirou ladeo su cabeza hacia un costado, teniendo trabajo en imaginar una escena así. "¿Y qué pasó?"
En el pasillo, los adultos dejaban a los niños lidiar con lo suyo mientras que se ocupaban de sus propios asuntos.
"¿Una llamada?" Kiritsugu alzó una ceja, no sabiendo cómo tomarse algo así.
"La vi demasiado asustada y perdida. Honestamente, no podía dejarla así y le di mi número. No esperaba que me llamara tan pronto... Ni que me dijera eso." Admitio Mikiya con un semblante bastante preocupado que contrastaba enormemente con la naturaleza serena que usualmente solía desprender.
"Entiendo." Asintió Kiritsugu. Actos de caridad así no eran raros, pero permanecian dentro de aquella periferia dado a los peligros de llamar la atención de esa manera. El altruismo era como una luz que atraía a lo peor. Incluso en sus primeros años como un especialista independiente, lo había aprendido de manera rápida. Era mejor tener una imagen despiadada, y no por intimidación, sino que por camuflaje. Asesinos a sueldo e individuos de peor calaña sobraban tanto en el mundo de la taumaturgia como el normal. "¿Y que te dijo exactamente?"
"Que necesita protección de quien le obliga a hacer lo que hace. Que no es normal, para nada normal." Acomodo sus gafas ligeramente antes de continuar. "Quizás no sea nada, pero puede ser un indicio más. Me pidió hablar de nuevo, y acordar un encuentro."
"Es mejor que nada." Kiritsugu dudaba mucho que fuera tan fácil, pero el instinto que guiaba al joven ya le había sorprendido un par de veces.
Por otro lado, sin embargo.
"Entonces, tiene a alguien viviendo en su departamento." Shirou enumero lo que Kohaku le había contado, causando que ella asintiera. "Y... ¿Se parece a mi? ¿Ah?"
"Si." Preguntarle si estaba bromeando, era inutil. Tanto la expresión que ella tenía como el tono que estaba usando, dejaban claro que hablaba completamente en serio. Sin embargo, para Shirou eso era...
"... ¿Y cómo exactamente se parece a mí otra vez?"
"Ah..." Aquello hizo que Kohaku se detuviera a pensar, y solamente lo mirase detenidamente. "... Tendrías que verlo para saberlo. Pero..."
No pasó nada desapercibido para Shirou a que partes de su cabeza ella estaba mirando, y solamente resopló con humor. "¿Sabes que es bastante gracioso que esto te pase después de lo que te había contado de los Fujou, no?"
La respuesta de Kohaku consistio en tirarle un manotazo, que Shirou esquivo con facilidad antes de preguntar.
"Pero está bien. ¿Y quien es?"
"Solo sé que se llama Tomoe, y escapó de su casa. Ryougi-san lo encontró hace días y ahí lo tiene." Kohaku se encogió de hombros tras recitar todo lo que sabía.
"Que raro..." 'Podría ir a preguntarle directamente.' Pensó, pero un vistazo ligero a las cosas en la mesa le hicieron cambiar de parecer. 'Pero esto es más importante. Touko lo diría así... Y por cierto, me pregunto qué estará haciendo ahora.'
xXx
Mifune - Tokyo.
17 de Octubre de 1998, 17: 21 PM...
"Debo de admitir, que estoy bastante sorprendida, Alice." Ni siquiera tuvo que preguntar en donde se estaba hospedando. El café marcado como el punto de encuentro estaba localizado en los pisos superiores de uno de los hoteles más distinguidos de Mifune. "Y por más de una razón."
"¿Y cuales serían?" Sentada en el lado opuesto de la mesa, una mujer pálida sostenía con singular delicadeza su taza de té mientras mantenía su mirada fija en Touko. Sus facciones, de lo más finas y casi etéreas, la hacían parecer como una muñeca que se había escapado de un cuento para niños.
"El hecho de que sepas usar un correo electrónico. Y que me llamarás después de casi diez años, especialmente por lo que pasó la última vez." Normalmente, no estaba dentro del carácter de Touko ser tan directa. Pero la naturaleza de Alice no dejaba muchas opciones. Además, de que no podía evitar sentirse intrigada al respecto.
Alice permaneció impasible. "Hay algo de lo que tenemos que hablar." Había una inyección bastante seria en su tono normalmente desprovisto de emoción, más que suficiente para que el interés de Touko aumentará. Y la barra siguió subiendo una vez que Alice extrajo algo desde el interior de su abrigo, y terminó por mostrarle una fotografía al colocarla sobre la mesa. "¿La reconoces?"
Touko frunció el ceño al tomar la fotografía y examinar la escena reflejada en esta. No era una fotografía muy vieja, quizás de unos dos o tres años atrás. Mostraba un corredor que reconocía como parte de un aeropuerto, y más de un indicio en los carteles y banderas le hicieron deducir que se trataba de alguna parte de los Estados Unidos. Pero fuera de todo ello, una persona destacaba entre la multitud que lo recorría.
Una mujer de estatura tan baja que bien podría ser confundida con una preadolescente, que se paseaba hacia una de las puertas con un paso despreocupado perfectamente transmitido desde la imagen. Sin embargo, eso difícilmente hubiera llamado la atención comparado con el resto de su apariencia. Un desfile monocromo la cubría de pies a cabeza. Entre un vestido blanco, que casi parecía fundirse con su epidermis bastante pálida. Más pálida aún que la de Alice. Y el cabello, esos tirantes mezclados con negro que bien le recordaban a una medusa, de las venenosas.
Una comparación bastante adecuada, viendo de quien se trataba.
"Ah, ella." Touko resopló con desdén. "Tiffauges, me dijo que se llamaba. La conocí en Córcega hace siete años. Me llamo de esa manera, y pues..."
"Lo menciono." Comentó Alice.
"Hmm, veo que pareces familiar entonces con ese truco tan... Peculiar que tiene." Ella recordaba bien todo lo que le había hecho, solo para que esta regresara a atormentarla. Admitir que había sentido envidia al respecto no le parecía irracional, ella había aspirado a un sistema parecido antes de rendirse al encontrar ese condenado límite. "¿Es una de tu tipo, entonces?"
"No, tampoco es una usuaria de un Ploy." Algo cambió en la mirada de Alice al mencionar aquello, mientras buscaba algo más desde su abrigo. "La vi en America, y me hizo varias preguntas. La forma en que hablo me hizo buscar en mi biblioteca, y encontré esto en un grimorio."
Un pequeño reloj de bolsillo, el cual colocó en la mano de Touko, quien supo al instante que tipo de código místico se trataba. "¿Como lo...?"
"Jala la cuerda sobre la cabeza y sostenlo." Instruyó Alice, haciendo que la titiritera asintiera mientras seguía sus instrucciones, y entonces...
"̴̞̝̉́́̎̈́͑́̍̓̓̾̎̄̿͘͝B̴̞̔̂̏̃̚ţ̷̹̘̈́͗̈́͐͆̇̿̽̔̃͘̚h̴̢̡̙̞̟̱͕̱̰̪̓̃̆̐̽́̋͂̇́̑́̌͗̂͘̚n̸̼̗͓̈́͗̈̿͒̓̈́̈́̆̋͑̈́͘ķ̵̫̺̤̱̤̭̒̈́͊̀̾̇̌͌͠ő̸̢̡̙̙̙̫̩͍̰̫̬̲̭̓̿͜r̷̢̤͓̼̲̖̤͍̬͉̞̞̙̞̖̣̊̈͐̅̍͝ͅ ̶̧̧͙͖̪̞͇̞̱̫̳̣̩̦̟̄̑̐͑̑̌̄̆̚ͅh̵̛̞̝̄̀̃̕͜ṋ̴̫̏̂́̿́̅̇̀̀̊̐̀̈͆͠ȧ̷̡̩̭̻̠̹͇̻͔̙̳̿́́̓͘ͅh̴̨̡̛͔̯̪̪̹̤̪̞̗̯̹͈̟̥̊̃̅̀͐̀͊͐͗̚͜͝.̷͓͊̀̊̅̍̈́̇̚"̵̭̰̳̟̼̖͈͓̮͉̲̗̟̲͕͔̣̀̉̃̌̍̃̚͘͘̚͝͝" El suelo estaba pulsando en motes carnosos y palpitantes. La tierra había sido reemplazada por masas de piel aberrante y colocada de tal manera que solo podía evocar una pintura de lo más grotesco. Un par de estacas de hueso y carne brotaron como espolones de esta, queriendo empalar a la persona de quien dependía la memoria. Está simplemente blandió una varita de madera blanca, cuya punta brillo antes de despedir una llamarada en azul que incineró aquel campo justo cuando una mole más buscaba abrirse como los pétalos de una flor profana.
"¿Esto es todo lo que la línea de Yumina puede lograr?" La voz de esa cosa/mujer sonó a la distancia, y su silueta no tardó en aparecer, proyectándose por encima de una colina. Con la excepción de su atuendo, la apariencia era básicamente la misma, con la única diferencia siendo que ahora blandía una especie de orbe el cual acariciaba, transmitiendo energía mágica a juzgar por los circuitos activos en sus manos.
Y no, no era un orbe cualquiera. Era un cráneo amarillento, con diversos glifos crudamente grabados a lo largo de su superficie que despedían a su vez un brillo propio. Otro Código Místico, y uno bastante antiguo si sus ojos no la engañaban.
ᴳᴵᵍᵃⁿᵗᵉ ᵈᵉˡ ᴾᵘᵉⁿᵗᵉ
"Thamesis Troll."
La tierra entonces tembló a la par que un coloso que superaba con creces el tamaño de múltiples Spriggan emergía de esta, y entonces...
"Ughhh." Touko abrió los ojos, sintiendo las punzadas en su cabeza por la memoria que había sido forzada en su mente. "Muy bien. Voy a morder. ¿Y eso cuando fue?"
"Más de ciento cincuenta años atrás, Suiza." Vino la respuesta de Alice. "Una vez que encontré eso, use los contactos de Aoko para intentar averiguar más de ella."
"E intuyo, te topaste con algo más, hmm." 'De no ser por lo que he visto que ella puede hacer. Lo descartaria.' La esperanza de vida promedio de un magus rondaba por los ciento cincuenta años sin contar todos los riesgos. La vitalidad de la energía mágica combinada con la resiliencia eventualmente desarrollada podía hacer milagros. Aquello sumado a diversos tratamientos y mejoras, llegaba a ese número. Pero existían también aquellos que cruzaban hasta los doscientos años. Pero todos los que cruzaran aquella línea, prácticamente eran declarados inmortales.
'Pero la diferencia entre un Apóstol y ellos no es mucha.' Por lo que salvo excepciones bastante notables, la Iglesia tenía la vía libre contra ellos en vista de los tratados existentes.
"Ha estado en todas partes. La han visto principalmente en América, pero hay fotos suyas en Rusia y China. También en el Mediterraneo." Alice añadió entonces. "Con los Scladio también."
'Ah, eso explica muchas cosas.' Touko ni siquiera tenía ánimos de resoplar. Un sindicato criminal que se había expandido directamente al Mundo de la Taumaturgia, con un éxito que dejaba en ridículo a las triadas que hacían negocios con la Mansión Espiral, o los traficantes de América del Sur y sus acuerdos con las organizaciones del continente. Para que esa mujer, cosa o lo que fuera tuviera su asociación con ellos, hablaba de lo bien conectada que se encontraba. "¿Pero porque viniste a mi, específicamente?"
"Te ha mencionado, y no solo a mi." La advertencia de Alice era más que clara.
"Sabré cuidarme, si es lo que te preocupa." Ya tenía a alguien peligroso probablemente tras ella de por sí. ¿Que era una psicótica centenaria en comparación?
Alice permaneció en silencio por un par de minutos, antes de añadir. "Aoko sabe que estás aquí."
"Qué sorpresa." Touko puso los ojos en blanco. "¿Y te pidió el recado de paso, donde quiera que esté?"
"Ambos están en Osaka, y no parece que quieran regresar pronto." La bruja no confirmó ni negó la pregunta. "Recuerda el acuerdo."
"Si, si. Ya lo sé."
xXx
Shinjuku - Tokyo.
17 de Octubre de 1998, 17: 50 PM...
"Líquido espinal de un magus. De uno maduro." Fue la sentencia casi inmediata que Caster emitió cuando observó el líquido de la ampolla. Su silueta frunció el ceño al acercarse un poco más desde la proyección, casi como si quisiera tocar el contenedor. "Pero este color... Hmm, le agregaron unos oxidantes bastante curiosos para tratarlo así. Intuyo para que no fuese una dosis fatal."
"... ¿Líquido espinal?" Shirou ladeo su cabeza hacia un costado tras escuchar aquel término.
"Un fluido almacenado dentro de la columna vertebral. Muy preciado por los magi que emplean Biotaumaturgia, es decir la alteración de la vida misma para una que otra cosa. ¿Pero usado de esta manera? No es un reactivo con el que esté familiarizado, me temo." El remanente del alquimista pareció estar ordenando sus pensamientos, antes de elaborar otra conclusión. "Viendo que es algo pensado para ser inyectado y como lo trataron, deduzco que se trata de un amplificador para circuitos mágicos. En términos modernos, un esteroide. Permite la sobrecarga de un circuito con tal de que pueda canalizar energía mágica de mejor manera. No es algo raro de encontrar, pero si me parece peculiar que hayan buscado algo así por estos medios."
"Osea. Si alguien se toma eso... ¿Tendría circuitos más fuertes pero dolería?" Desde el brebaje de los Myourenji, Shirou de por si tenía una negativa bastante fuerte a cualquier líquido de procedencia desconocida. Ni siquiera la potencial oferta de esas ampollas mostraba indicios de cambiarlo.
"Temporalmente, pero no tengo manera de saberlo a menos de que observe el proceso." Y no tardó en añadir. "Y aun si no fuera venenoso, hay otro riesgo. El líquido espinal puede contener una carga pesada de energía mágica, y si llegara a salirse del sistema como suele suceder con substancias asi, podría quemar a quien lo use por dentro."
Por si la descripción no fuera lo suficiente, Shirou palideció por unos segundos antes de sacudir su cabeza. "¿Y qué hay de las píldoras?"
"La pequeña Kohaku tenía razón aun con lo poco que alcanzo a discernir de las que son muchas. Se trata de inmundicia pura apilada por alguien que no sabía lo que estaba haciendo y quiso fabricarlas en puño." El desprecio en el tono del alquimista era sumamente palpable. "La que encontraste tu, sin embargo... Necesitare de un par de reactivos para poder analizar a fondo. Por fortuna, ninguno debería de ser tan complicado de conseguir incluso aquí y ahora."
Y efectivamente. La lista no era muy larga.
"Flor de natura, resina de árbol ennegrecida, cenizas de huesos... Y polvo de amatista. No más de cuarenta gramos de cada una." Shirou leyó nuevamente la hoja donde lo había anotado, mientras Kiritsugu y él descendían por las escaleras que conducían al mercado subterráneo.
"¿Y estás seguro de que puedes encontrar todo eso por tu cuenta?" Le preguntó Kiritsugu apenas llegaron al fondo, con Shirou asintiendo.
"Las dos primeras, si. Estoy seguro de que Suse-san debe de tener. Sobre lo demás, ella siempre me señala dónde encontrar otras cosas." Con aquello dejando satisfecho a su padre, se separaron a atender sus respectivos asuntos. Kiritsugu, seguramente yendo al lugar de donde obtenía ciertos suministros que no podría conseguir rápidamente en otra parte, y Shirou...
"¿Cuarenta gramos de cada una?" Ritsuka parpadeo un tanto perpleja por las peticiones que había recibido. "Dame unos minutos. Creo que tengo el tarro de la resina por aquí, en algún lado."
De haber tenido tiempo, Shirou se lo hubiera pagado con rebanar algunas cosas. Pero en esa ocasión, prefirió usar solamente el dinero que Kiritsugu le había dado, del cual no debería de ocupar tanto gracias a la preferencia que la mujer le tenía. Hasta había contratado directamente un favor por el contacto del Garan no Dou suyo, que había tomado junto con Kohaku un mes atrás. Ayudarle a deshacerse de una molesta enredadera que había terminado por beberse los restos de un par de pociones, creciendo a una velocidad alarmante que en conjunto con una naturaleza de lo más agresiva, daba todos los indicios de volverse un problema inmenso con el tiempo. Se había comido ya muchísimas ratas, y más de un gato para cuando Shirou se había asomado a donde creció, y todavía se resistió a ser quemada por su Elemental de Fuego. Escuchar como Kohaku le montaba un sermón a la mujer con edad suficiente para ser la madre de ambos sobre cómo debía de desechar sus brebajes con tal de no causar otro incidente así, había sido un poco gracioso.
"Ughh, aquí está." Ritsuka regresó del interior de su tienda con un frasco negruzco cuya tapa desenrosco, dejando escapar un miasma fétido hasta pasar la cantidad necesaria a un pequeño contenedor de plástico que había tenido preparado de antemano. Contenedor, que junto a un ramo de las flores trituradas que había pedido Shirou, fue a parar a una bolsa de tela que había traído.
"Muchas gracias." Asintió levemente tras revisar que tuviera todo. "¿Sabes donde podría encontrar más o menos lo mismo pero de cenizas de huesos? Me piden polvo de amatistas también, pero ya se donde sacar eso."
"Cenizas de huesos..." Ritsuka se llevó la mano al mentón, bastante pensativa. "Pues huesos hay en varios lados. ¿Ceniza? Si vas con Feizi para el polvo, hay un sitio a la vuelta de la derecha donde el dueño suele cremar restos, debería de haber."
"Si, iba justo para ahí." Confirmó Shirou, antes de salir rumbo a aquel puesto. A unos cincuenta metros desde donde estaba, cruzando del área de libros de segunda mano y una carpa donde vendían demasiados amuletos, estaba el establecimiento de Feizi. Uno de los pocos edificios del mercado, gracias al estar ubicado justamente en uno de los pilares. No contaba con un segundo piso a diferencia de otros, pero lo compensaba con un sótano de un tamaño respetable o así corrían los rumores.
El dueño, un chino con un bigote del mismo estilo del del señor Jinan se encontraba detrás de la barra que usaba como mostrador, examinando una pila de cristales pálidos y alzó la vista apenas le escuchó entrar. Usaba un par de anteojos diminutos, con el lente del lado derecho amplificado con otros más en un mecanismo que debía de permitirle observar más a fondo, incluso empleando Análisis Estructural.
'Y debe de ser útil, por lo que hace.' El señor Feizi oficialmente vendía gemas, y ninguna original. Recorría tiendas de empeño y otros mercados tanto normales como no para adquirir joyería tanto vieja como nueva, de la cual desprendía lo que necesitaba y lo ponía a la venta. Pero también tenía otro oficio.
"Ah, tu." El hombre tenía una memoria bastante buena pese a la hilera de su clientela. "¿Alguna otra gema cargada que vengas a entregar?"
"No, vengo a comprar algo. ¿Tendrá amatista en polvo, Feizi-san?" La forma aceitosa en que hablaba no era algo que apreciará de él, de ahí a que prefiriera ser directo. "No mucho, menos de cuarenta gramos."
"Algo menos, quizás." Graznó el hombre antes de levantarse de la silla y buscar entre sus cajones. La verdadera especialidad de Feizi consistia en "limpiar" joyería que estuviese cargada ya con taumaturgia o mera energía. Un proceso delicado y peligroso, donde un paso en falso podría terminar con la cosa explotandole a uno frente a la cara. Por recomendación de Touko, había tomado ese servicio con algunas de las Piedras Rúnicas de su colección que se encontraban en un estado de por sí bastante pobre, lo cual dejaba al menos unas diez más que podría decidir si vender o usar si llegaba la ocasión. Había algo de satisfacción en no tener que depender del dinero de Kiritsugu, aun si a este no pareciera importarle mucho el tener que darle un poco.
"Estas de suerte, tenia ya algo viejo." El hombre regresó con un frasco del cual dejó caer cierta cantidad sobre una balanza de un metal dorado en cuyo platillo opuesto coloco una pesa con la efigie de una tortuga. Apenas la cantidad mostrada se manifestó, gruñó nuevamente con satisfacción antes de vaciarla en una bolsa pequeña y entregarsela. "Aquí lo tienes."
Shirou agradeció antes de salir con las indicaciones que Ritsuka le había dado, y no tardó en encontrar el lugar. El ligero calor que sintió al pasar cerca de una carpa le habló de una hoguera activa, y finalmente entró a una exhibición de muchos huesos de animales apilados con sus respectivas etiquetas, así como...
"¿Emiya?" Pocas veces había visto a Misaya sorprendida. "¿Qué haces aquí?"
"Hola." La respuesta de Shirou consistió en señalar a la hoja que sostenía en la mano opuesta de la que cargaba su bolsa. "De compras. Solo me falta algo que me dijeron que podía encontrar aquí."
"¿Oh? Déjame ver." Sin esperar siquiera que dijera algo, Misaya prácticamente se teletransporto a un costado suyo antes de hundir su cabeza para poder leer mejor. "Mi tutor a veces usa cosas asi. ¿De qué huesos necesitas?"
Un poco sobresaltado por como había venido de la nada, Shirou lo pensó por unos segundos antes de encogerse de hombros. "Eh, no me dijeron. ¿Qué sugieres? Son para que un amigo pueda analizar una píldora."
"Analizar..." Misaya alzó una ceja, antes de que sus ojos color granate se fijaran en una estantería no muy lejana. "Eh, ahí hay un par de frascos con cenizas de perro. Normalmente las usan para atraer espíritus de estos, pero debería de funcionar igual."
"Oh, gracias." Viendo quien era, quizás no sería la mejor idea irse sin más. "Te debo una, supongo."
"¿Supones?" Misaya se rió por lo bajo como si le hubiera contado un chiste. "Hmm.. Ya que lo mencionas. ¿Cuántas runas has dominado hasta el momento?"
"Once." No había avanzado en aprender las cinco que restaban por instrucción de Touko. Primero que supiera cómo trabajar el límite que tenía, y ya después podría emocionarse con el número total, o así habían sido sus palabras. Su tutora había mencionado de igual manera querer comenzar a trabajar un día de esos en lo que habían acordado desde el primer día.
"Ah, perfecto." La sonrisa que se manifestó en el rostro de la pelinegra no le gustó para nada. "Ten un duelo conmigo un dia de estos, y estaremos bien."
"Ah... Claro." Sabía que ella tenía más energía mágica que él, y por lo que recordaba del encuentro en Kyouto, debía de ser mucho más poderosa que Sakagami. Pero fuera de ahí.
'Jamás he tenido un duelo directo usando runas con Touko.' Solamente contra algunas de sus marionetas, por lo que no podía decir que tenía experiencia ni que tanto tendría que contenerse. 'O si debería de hacerlo en primer lugar.'
"Es una promesa." Mantuvo su sonrisa, antes de prácticamente arrastrarlo a conseguir uno de los frascos, y llevarlo directamente al mostrador, donde pagó la tarifa usual. "Nos vemos entonces, Emiya."
Una vez que la vio desaparecer entre la multitud, Shirou solamente observó el frasco que sostenía y lo colocó en la bolsa.
"¿Haciendo nuevos amigos, Shirou?" La voz de Kiritsugu escuchandose de manera repentina casi le hizo estremecerse, y entonces se volteó, topándose con su padre sosteniendo también una bolsa propia.
"Ya la había visto desde el año pasado." Respondió Shirou. "Y no es..." Se quedó callado al nuevamente, no tener ni idea de cómo responder.
"Kohaku seguramente lo celebrará." La burla en el tono de Kiritsugu solamente le hizo poner los ojos en blanco mientras caminaban hacia la salida, justamente yendo después de un grupo de Hornets, que se paseaban silenciosamente entre los pasillos del mercado.
xXx
Mifune - Tokyo.
17 de Octubre de 1998, 18: 30 PM...
Dentro del apartamento, el aire estaba cargado de tensión. Las luces cálidas del pequeño espacio apenas lograban mitigar la pesadez de la conversación. Con lo que acababa de escuchar, Kohaku solamente parpadeo antes de finalmente hablar.
"No tengo manera de saber si algo más le está afectando." Dijo, dirigiéndose a la joven. "Pero no me parece que esté bajo el efecto de drogas o algo asi."
Shiki permaneció recargada contra la pared cercana, los brazos cruzados, su expresión impenetrable. Algo que contrastaba con la atmósfera cargada y la figura encorvada de Tomoe, quien estaba sentado en el futón al centro del lugar.
"Oigan, no hablen de mí como si no estuviera aquí!" Protestó mientras levantaba la mirada. Había una mezcla de angustia y desesperación en sus ojos. Sus manos temblaban ligeramente con los dedos apretados contra sus rodillas como si intentara contener algo que amenazaba con desbordarse.
Kohaku no respondió. Shiki tampoco. Solo intercambiaron otra mirada que no le hizo mucha gracia al pelirrojo.
"¡Lo que les conté es la verdad!" Continuó Tomoe, su voz quebrándose al final. "Sé que suena… Imposible, pero es lo que pasó. Es normal que no me crean, pero yo… No estoy mintiendo. "
Shiki finalmente descruzó los brazos y dio un par de pasos hacia él. Su presencia siempre había sido desconcertante para varios, y Tomoe no era la excepción. Su voz, cuando habló, fue directa y carente de cualquier consuelo.
"¿Cuándo comenzaron esos sueños?" Preguntó, observándolo con esos ojos que parecían ver más allá de las palabras.
Tomoe apartó la mirada, fijándola en el suelo. Tragó con dificultad.
"Hace unos meses." Murmuró, apenas audible al principio. "Justo cuando empecé a vivir en estos apartamentos. "
Shiki se quedó en silencio, esperando. Su paciencia, aunque limitada en otros aspectos, era casi infinita cuando quería respuestas.
Tomoe tomó aire, pero su voz tembló al continuar.
"En el sueño... Veía a mi mama..." Hizo una pausa, como si las palabras fueran físicamente difíciles de formar. "Parada. Al lado de mi cama. Ella me... Me apuñalaba. Me apuñalaba hasta matarme. "
El temblor en sus manos se intensificó, y Kohaku lo observó desde su lugar mientras tragaba saliva. 'Que horrible.'
"Se sentía tan real." Dijo, apretando los puños con fuerza. "... Cada vez que el cuchillo se hundía en mi pecho, en mi garganta… Intentaba moverme, pero…"
Hizo una pausa, luchando contra algo que no podía nombrar. Sus hombros comenzaron a encorvarse aún más.
"Entonces, hace una semana… Desperté en medio de la noche." Continuó, su voz apenas más fuerte que un susurro." Y ella… Mi madre… Estaba a punto de apuñalarme, tal como en el sueño. "
Shiki no se movió, pero su expresión se endureció sutilmente.
"Me defendí…" Dijo Tomoe, apretando los dientes y cerrando los ojos con fuerza, como si quisiera borrar las imágenes que llenaban su mente. "No quería hacerlo, pero no tenía otra opción. "
Respiró profundamente, como si estuviera a punto de romperse.
"Cuando salí... Lo vi tirado en el pasillo, que estaba todo rojo y entonces lo entendí… Ella ya había matado a mi padre. "
Tomoe soltó una risa amarga, seca, que no tenía nada de humor.
"Salí corriendo. Dejé todo atrás. Ya conocen el resto."
El silencio seguía reinando en el apartamento después de que Tomoe terminara de hablar. Su respiración entrecortada era el único sonido, mientras permanecía con la cabeza baja, ocultando su rostro entre las manos.
Kohaku y Shiki se volvieron a mirar. Fue un cruce breve, apenas un instante, pero suficiente para evidenciar que ninguna de las dos sabía qué decir. Las palabras parecían inútiles frente a lo que acababan de escuchar.
"Por ahora, quédate aquí." Dijo Shiki finalmente, su tono más suave que de costumbre, aunque igual de directo.
Kohaku asintió con un leve movimiento de cabeza. "Te atenderemos. No vayas a ningún lado."
Tomoe no respondió. Ni siquiera levantó la cabeza. Ambas se alejaron unos pasos hacia la pequeña cocina, dejando al joven en el futón con su silencio y su temblor visible.
"No revisé si es algo psíquico." Comenzó Kohaku en voz baja, cruzando los brazos y apoyándose contra el borde de la mesa. "Tampoco es que pueda saberlo a menos que sea obvio. "
Hizo una pausa, desviando la mirada hacia la ventana, donde la luz tenue del atardecer delineaba los contornos de los edificios cercanos.
"Después de lo de marzo, no pienso volver a meterme con nada que tenga que ver con los Fujou. "
Shiki la observó en silencio, su expresión inescrutable. Desde que se había enterado exactamente de la identidad de la niña, había tomado algo de cautela. Los Ryougi podrían haberse separado de ese mundo desde hace tiempo, pero viejas conexiones permanecian como remanentes de lo que alguna vez había sido. Aun si el vínculo entre su clan y los ancestros de Kohaku jamás había sido tan estrecho, aun así…
"Hace unos meses." Dijo de repente, con un tono bajo y distante. "Me crucé con alguien que tenía un ojo que podía ver el futuro. "
Kohaku giró la cabeza hacia ella, pero su expresión no cambió.
"¿No sería algo como eso?" Preguntó Shiki, sus ojos fijos en los de ella.
La niña negó con un leve movimiento de cabeza, sin perder su aire sereno. "Hmm, no. Los ojos místicos son… ¿Fáciles de encontrar? Están atados a circuitos pegados cerca de esa parte." Al hablar, señaló directamente al rostro de Shiki. En una desventura, un trozo de tabique había llegado a rozar la sien de la joven, obligando a Kohaku a tener que tratar la herida.
Shiki permaneció en silencio por un momento, reflexionando sobre sus palabras. Luego, ambas regresaron hacia donde Tomoe seguía sentado en el futón. Su postura no había cambiado, aunque su respiración se había calmado un poco. Aun así, la tensión seguía adherida a su cuerpo como una sombra que no podía sacudirse.
"Tomoe." Dijo Shiki, deteniéndose frente a él con los brazos cruzados. "Dijiste que algo más te aterraba. ¿Qué era?"
El joven alzó la mirada lentamente. Sus ojos estaban vidriosos, cargados de un peso que parecía demasiado grande para su edad.
"Hoy por la mañana…" Su voz tembló, apenas un hilo de sonido." Cuando salí a caminar…"
Hizo una pausa, tragando con dificultad. Su rostro palideció aún más, y sus manos comenzaron a temblar de nuevo.
"La vi. "
La forma en que hablo, solamente despertó una punzada de inquietud en Kohaku. Tomoe continuó, su voz quebrándose con cada palabra.
"Era ella. Mi madre. Caminando por la calle. "
Se llevó una mano al rostro, como si intentara contener las lágrimas o las imágenes que lo atormentaban.
"Era idéntica… Pero eso es… Eso es imposible. ¿No?"
El silencio cayó de nuevo sobre la habitación.
xXx
Garan no Dou - Mifune.
17 de Octubre de 1998, 19: 10 PM...
'Voy a tener que hacer algo más por Kohaku.' Pensó Shirou una vez que terminaba de mostrarle lo que había conseguido a Caster. 'Y lavar bien este caldero.'
El cristal fotónico emitió una luz tenue y parpadeante, a la par que el remanente del alquimista examinaba los materiales, hasta finalmente asentir para demostrar su aprobación.
"Hiérvela." Indicó la figura proyectada, con su tono impregnado de paciencia contenida. "La flor de datura con la resina negra. Mantén la llama estable, no permitas que se desborde."
Shirou asintió en silencio, sin desviar la mirada del caldero mientras añadía los ingredientes. El aroma acre y penetrante comenzó a llenar el aire, obligándolo a fruncir ligeramente el ceño. Justo cuando la mezcla empezó a burbujear con un ritmo constante, Caster alzó una mano holográfica, haciendo un gesto que parecía detener el tiempo.
"Ahora, la píldora."
Shirou vaciló un instante antes de dejar caer el objeto pequeño y rojizo en el líquido hirviente. Este se disolvió casi al instante, creando pequeñas ondas que agitaban el contenido del caldero. Caster observaba en completo silencio, como si analizara cada mínimo cambio. Finalmente, habló:
"Tu energía mágica a las cenizas. No te preocupes por el efecto que puede tener si la concentras así."
El niño pelirrojo respiró profundamente, alzando su mano derecha. Con el índice apuntando hacia el caldero, activó sus circuitos mágicos. La energía comenzó a fluir con un brillo pálido desde la punta de su dedo. El líquido respondió con una danza caótica mientras sus colores cambiaban de un oscuro carmesí a un amarillo enfermizo.
"Detente." Caster levantó la mano en señal de pausa, sus ojos holográficos estudiando el líquido antes de añadir con tono metódico. "Ahora, el polvo de amatistas."
Shirou alcanzó un pequeño recipiente en la mesa cercana y tomó una pizca del fino polvo. Lo dejó caer con cuidado en el caldero, observando cómo la sustancia se disolvía lentamente. Las burbujas se calmaron, pero un brillo espectral emergió de la superficie, fragmentándose en destellos que parecían arañar el aire.
"¿Qué estamos haciendo exactamente?" Preguntó Shirou, incapaz de contener la curiosidad que crecía en él.
Caster lo miró directamente, como si la pregunta fuera una comprobación de algo más profundo.
"Lo que colocamos primero fue una base que descompone las propiedades de una sustancia sintética." Explicó, con una cadencia precisa que parecía diseñada para instruir. "Las cenizas son fragmentos de lo que alguna vez fue; permiten que las propiedades ocultas se revelen. El polvo de amatista separa esos componentes, capa por capa, mostrándonos la verdad que yace en lo profundo."
La mirada de Shirou osciló entre el caldero y la proyección de Caster. Asimilaba las palabras lentamente, como quien intenta encajar una pieza en un rompecabezas aún incompleto. Pero no respondió. 'Bueno, si él lo dice.'
Desde un rincón de la habitación, Kiritsugu observaba en silencio, sus ojos oscurecidos como pozos insondables.
El líquido comenzó a dividirse, formando vetas de colores enfermizos que serpenteaban y se repelían entre sí como si tuvieran vida propia. Un brillo amarillo opaco se mezclaba con verdes fangosos y púrpuras apagados, creando una visión antinatural que parecía rechazar cualquier noción de equilibrio o armonía.
Caster inclinó ligeramente la cabeza, el brillo de su proyección titilando mientras analizaba las transformaciones con una intensidad casi clínica.
"Curioso." La palabra escapó con suavidad, pero había un matiz de fascinación en su tono. "Esta secuencia me recuerda algo que vi en Solonea, en la Facultad de Fundamentos Individuales."
Shirou, que hasta entonces había estado completamente absorto en las reacciones del caldero, levantó la mirada con curiosidad infantil, aunque su ceño fruncido revelaba cierta cautela.
"¿Qué es eso?" Preguntó, su voz un tanto insegura, pero firme en su deseo de entender.
La figura holográfica de Caster pareció erguirse un poco más, como si la pregunta le hubiera otorgado un propósito renovado.
"Solonea es una de las divisiones de la Torre del Reloj." Explicó, su tono volviéndose instructivo, como un maestro repasando una lección importante. "Hay varios departamentos, cada uno con un enfoque particular. Zoología, por ejemplo, se dedica al estudio de animales y sus propiedades mágicas. Botánica se especializa en plantas y sus derivados. Mineralogía estudia todo lo que proviene del suelo, como minerales y cristales. Y luego está Fundamentos Individuales. "
Shirou asintió lentamente, procesando las palabras mientras su mirada volvía al líquido inquieto en el caldero.
"¿Qué estudian ahí?"
"Es un departamento dedicado al análisis, clasificación y desarrollo de taumaturgias individuales." Continuó Caster, la proyección gesticulando con precisión, como si intentara dibujar un mapa invisible con sus palabras. "Allí, magi que buscan crear o ajustar sus propias taumaturgias suelen trabajar para estabilizar sus Fundaciones Taumatúrgicas o, en algunos casos, desarrollar nuevas. Es un lugar donde el talento individual se pone a prueba y se refina hasta alcanzar su máximo potencial."
Shirou ladeó la cabeza, interesado pero todavía buscando un significado más tangible.
"¿Y qué tiene que ver eso con este proceso?" Preguntó, señalando el líquido que continuaba mutando ante sus ojos.
"En Solonea, es común que se busque extraer las propiedades esotéricas de objetos y seres vivos." La voz de Caster adquirió un tono más pausado, como si deliberara qué información compartir. "Estas propiedades pueden ser usadas en hechizos, códigos místicos o incluso en la creación de artefactos mágicos. Pero hay algo más… Algo más profundo. Entre esas propiedades, hay quienes buscan rastrear el punto de inicio en la existencia de ellos o alguien más." Hizo una pausa significativa antes de continuar. "En otras palabras, extraer un Origen y aplicarlo como un misterio."
Shirou frunció el ceño, intentando unir los fragmentos de información. Mientras tanto, Kiritsugu, inmóvil a un lado, clavaba la mirada en el líquido del caldero. Aquella mención había encendido un eco en su memoria, un recuerdo incómodo que parecía encajar demasiado bien.
El proceso que Natalia le había explicado vagamente cobraba ahora Natalia siempre había sido reservada, y quienquiera que hubiese trabajado en ese procedimiento, lo hizo bajo un Geis. El pensamiento cruzó su mente y desapareció tan rápido como había llegado. Optó por permanecer callado.
Caster, ajeno a las reflexiones de Kiritsugu, observó los fragmentos de color en el líquido antes de hablar nuevamente.
"Es evidente que la droga que analizamos busca afinar la conexión con el Origen de quien la consume." Su tono era casi académico, como si estuviera explicando un experimento en una clase avanzada. "Por otro lado, esa otra droga que desechaste, la basura... Contiene fragmentos de esta. Una imitación mal hecha, pero si es consumida en cantidades mayores, puede que los efectos se manifiesten de igual manera."
Shirou no respondió de inmediato, observando cómo los colores en el líquido parecían devorarse entre sí, como si intentaran alcanzar un equilibrio que nunca llegaba. Una pregunta se formaba lentamente en su mente, pero aún no encontraba las palabras para expresarla.
El zumbido seco del teléfono de Kiritsugu rompió el tenue silencio del laboratorio, un contraste con el extraño y constante burbujeo del líquido en el caldero. El hombre llevó el aparato al oído con un movimiento preciso, su expresión permaneciendo inescrutable mientras hablaba.
"Sí. "Una pausa breve, mientras escuchaba. Luego su voz, baja y directa, continuó. "¿Qué dijo exactamente? Entendido, gracias por el aviso."
Kiritsugu terminó la llamada y guardó el teléfono en su gabardina. Se giró hacia Shirou y la proyección de Caster, sus ojos serios y enfocados como un filo recién afilado.
"Era Mikiya. Habló con la persona que le vendió la otra droga." Informó, su tono carente de cualquier emoción innecesaria, como si ya estuviera planeando sus próximos movimientos.
Shirou levantó la mirada del caldero, un leve destello de interés brillando en sus ojos.
"¿Vas a ir entonces?" Preguntó, tratando de leer las intenciones de su tutor.
Kiritsugu asintió brevemente, como si la respuesta fuera obvia.
"Sí. Según lo que dijo, parece que esta persona recibe las entregas en un edificio no muy lejos. Vamos a revisarlo. Te voy a necesitar para un análisis estructural. Prepárate. Te espero en el auto."
Con esas palabras, Kiritsugu se dio la vuelta y salió del lugar, dejando tras de sí un aire de urgencia contenida.
Shirou observó la puerta cerrarse tras él y luego se volvió hacia la proyección de Caster.
"Gracias por la ayuda." Dijo, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de respeto.
La figura holográfica lo miró con una mezcla de orgullo distante y advertencia.
"Ten cuidado."
Shirou asintió en silencio, aceptando el consejo, aunque sin dejar que lo disuadiera. Extendió una mano hacia el cristal fotónico y lo tocó suavemente, desactivando la proyección. La tenue luz que había iluminado el laboratorio desapareció, y la atmósfera pareció volver a su estado original.
Con el cristal seguro en sus manos, Shirou lo llevó hasta su propio "taller". Estuvo a punto de salir, cuando reparó en...
"Huh... Debería de aprovechar para llevarte a ti de una vez." Comentó Shirou cuando noto a su marioneta, colocada en su estado sellado en otro de los anaqueles. No había tenido muchas oportunidades de probar a Kinshi más allá de obligarlo a volar a no mucha distancia como si se tratara de un cometa. 'Y Touko y Kiritsugu ya me enseñaron como ver a través de sus ojos. ¿Porque no usarlo para mirar partes del sitio donde no pueda moverme?'
Tomó la decisión apenas se encargó de colocar los guantes especiales en su bolsillo, así como buscar un estuche cilíndrico adosado a un cinturón de costado que colgaba no muy lejos.
"Muy bien." Comentó, antes de tomar con cuidado a Kinshi y asegurarse de que sus alas estuvieran bien plegadas como para poder insertarlo en el estuche sin problemas. A decir verdad, se veía un tanto cómico el hecho de que lo estuviera transportando de aquella forma. Era como si cargara con un pliego inmenso que se había rehusado a sostener con las manos.
"¡Voy!" Dijo antes de salir de la habitación.
xXx
Departamentos Onagawa - Mifune.
17 de Octubre de 1998, 19: 47 PM...
'Tan solo la seda que lo rodea es suficiente para sostener el costo del taller de un magus común por un par de meses.' Aprecio Wagner desde donde estaba parado en la reunión con el último hombre que había solicitado formar parte del proyecto situado entre Agrippa y el maestro Araya. 'Y eso sin mencionar el objeto en sí. Con lo reacios que fueron los Yakou a aceptar prestarlo por unas horas, está claro que se trata de uno original.' Y uno cuyo valor triplicaba con creces toda la parafernalia que se había reunido para la ceremonia.
"¿Tenemos garantía de que no sufrirá ningún daño?" Desde que su proceso de conversión a Cofre Negro habia tomado lugar, Yukinobu Yakou se habia convertido en un hombre con un semblante todavía mas severo. Estaba en buena forma, al menos. La presión sobre su cuerpo del contenedor normalmente habría dejado en un estado agonizante a un magus de constitución prodigiosa, pero los esfuerzos de su fuerza de voluntad combinada con los cuidados que el maestro Araya, el Clan Isemi, los recursos de su patrón y su propia experticia habían aliviado la carga.
'Por supuesto que, jamas podra desplegar todo el poder del Cofre Negro. Hay una razón por la cual este debe de ser implantado durante el nacimiento para una mayor sincronización.' El contacto que tenían del Mar Errante había confirmado que fuera de la influencia cultural, el proceso y los resultados eran similares.
"La tiene." El maestro Araya era casi tan alto como Yukinobu, y todavía más fornido. Término por sujetar el objeto con singular cuidado antes de apenas asentir. "Entiendo que es algo invaluable para su familia. Y no lo pediríamos si tuviéramos una mejor opción."
"Siete exactamente. Tres de cada uno, y otro en el centro para controlarla." Gruño Yukinobu al asentir por su parte. "Esperaré entonces. Esas fueron las instrucciones de mi madre."
"Tomará lugar esta noche." Confirmó Araya, anunciando algo inevitable. "La trampa está soldada, y el anzuelo que solté fue mordido hace unos días. Están viniendo."
'Por supuesto. La marioneta que dejó escapar del ciclo.' Wagner realmente no tenía un manejo en el marionetismo más allá de lo básico. Los favores que había pedido a sus maestros bajo la petición de los Isemi y ese experimento suyo no habían corrido por su cuenta.
"Con que venga solamente la mujer, será suficiente. Ese hombre seguirá después de que envíe el mensaje." Aseguró Yukinobu, antes de cruzarse de brazos. "¿Puede garantizar lo mismo de los otros dos?"
La respuesta de Araya consistió en extraer desde uno de sus bolsillos, otro de esos talismanes. Pliegos de papel con forma de diamante que con la excepción de una lámina roja, su rasgo más destacable eran el ojo que tenían grabados cerca del centro. Eran viejos, comparables al menos con un par de textos que tenían siglos de antigüedad para cuando Wagner los hubiera leído en la Torre del Reloj. Pero quizás, lo que llegaba a hacerle sentirse inquieto era la tenue firma de energía mágica que desprendían aun, la cual era grotescamente ominosa. El único en su posesión, se lo había entregado a Kaburagi, quien rápidamente lo había abrazado. La taumaturgia oriental y el no se mezclaban bien al fin y al cabo.
El "ojo" en el talismán brillo ligeramente, antes de desplegar las imágenes de dos personas.
"Emiya..." El nuevo gruñido proferido por Yukinobu fue casi bestial. El representante del Clan Yakou apretó sus puños por unos instantes, antes de volver a hablar. "Entre él y los dos traidores, consideren nuestras demandas satisfechas hasta el golpe."
"Y naturalmente, nuestra querida Touko." La voz de Agrippa, emitida desde alguna parte del edificio, muy probablemente de una de las marionetas que había instalado se dejó escuchar, se había limitado a permanecer en silencio hasta el momento, pero no supuso ninguna sorpresa para Wagner el que estuviera ahí.
"¿El asunto del que hablabas no era algo que podías aplazar, Agrippa?" El maestro Araya respondió, impasible como siempre.
"Mi ausencia hubiera sido notada, me temo." Wagner hubiera resoplado en otras circunstancias. El director de uno de los vínculos, el más importante entre la Torre y la Central de Praga. Por supuesto que debía de ser visto. "Pero en tanto la conserves para mi, te aseguro que lo disfrutaré."
"Se hará, entonces." Terminó por asentir el hombre que los dirigía.
"Iré a preparar a Fujino, entonces." No necesitaba hacer nada más ahí, y finalmente salió de la estancia.
A miles de kilómetros del sitio, del otro lado del planeta, Cornelius Alba finalmente cortó la conexión desde su recinto más privado, y se permitió la indulgencia de un whisky que había tomado desde su oficina. Araya alguna vez había abogado por traerla a su círculo , hasta cambiar de parecer unos años atrás.
"Y no es de extrañar. Perdió su filo cuando su hermana la humilló." Comentó sardónicamente, disfrutando del líquido que comenzaba a arder ya en su garganta tras beberlo. "Tan orgullosa, tan confiada. Y ya saben lo que Lucifer sintió cuando estaba en la cima antes de caer al abismo."
Él no había sido muy diferente. Producto de su crianza, por supuesto. La Casa de los Alba tenía su historia singular fuera de quien descendían, y esa línea de pensamiento tan común entre las familias de su alcurnia tan solo cultivaba una arrogancia que se volvió un lastre apenas salían de aguas conocidas. Había sido una pieza de sabiduría que agradecería a su madre el hecho de que fuera a estudiar a la Torre a mediados de su adolescencia tras haberse recibido en lo fundamental dentro de la Central.
"¿Ya aprendiste que no debes de escribir cheques con la boca que no puedes pagar?"
La Roja Sucia. Su mayor aprecio convertido en su mayor escarnio. Quien le había abierto los ojos al final, y entonces...
'Al final ella se estancó. Y yo aprendí de mis errores.' Con sus recursos y el avance de su carrera, tenía garantizada una vida cómoda y complaciente. Una que terminó por negar al final, cuando aceptó la misteriosa oferta de Araya y sus asociados, abriendo las puertas a nuevas y llamativas posibilidades.
"¿Hmm?" Entre su correspondencia, no tardó en notar un mensaje a través de la línea telegráfica. A simple vista, no era más que un reporte de la falta de ciertos reactivos solicitados a la Central el mes anterior, pero gracias al código único desarrollado por la persona del otro lado, el contenido era muy distinto.
"Gólgota comenta que el Credo ha comenzado a moverse. Apenas el nuevo milenio llegue, intentaran alzar al rey muerto."
"Típico de Iolo, enviar estas cosas ahora mismo." Resoplo Cornelius.
xXx
Mifune - Tokyo.
17 de Octubre de 1998, 20: 20 PM...
El pasillo del Garan no Dou estaba sumido en penumbras, iluminado solo por la débil luz que se colaba desde las ventanas. Shiki empujó la puerta principal sin mucho esfuerzo, dejando que el leve chirrido de las bisagras llenara el silencio del lugar. A su lado, Tomoe entró con pasos dubitativos, como si temiera el simple acto de entrar ahí, mientras que Kohaku fue la última en cruzar el umbral, cerrando la puerta detrás de ellos.
El aire en el interior sostenía el leve aroma a madera envejecida y té viejo al que las dos mujeres estaban acostumbradas, pero también se encontraba inusualmente callado.
"Que silencio." Murmuró Shiki, casi para sí misma, mientras avanzaba con las manos en los bolsillos, su mirada recorriendo el espacio vacío.
Tomoe se quedó cerca de la entrada, observando el lugar con nerviosismo. Había algo extraño en el ambiente que de por si lo hacía sentirse aún más fuera de lugar de lo que ya estaba. Kohaku, por su parte, comenzó a caminar con pasos deliberados hacia una mesa en el pasillo donde habia visto algo que no recordaba haber visto antes.
"No hay nadie." Dijo mientras recogía una hoja de papel doblada que estaba sobre la mesa. La abrio con cuidado, sus ojos recorriendo rápidamente el texto escrito con una caligrafía familiar.
"¿Qué dice?" Preguntó Shiki sin voltear, acercándose a una de las ventanas para observar la calle vacía afuera.
"Es de Shirou. Dice que salió con su padre y Kokutou-san a hacer unas cosas." Respondió Kohaku mientras volvía a doblar la nota." Regresarán más tarde. "
Shiki soltó un suspiro largo y pesado, llevándose una mano a la frente con exasperación.
"Por supuesto que lo harán." Murmuró, girándose hacia Kohaku y Tomoe. Había algo en su expresión que parecía a medio camino entre el cansancio y la irritación.
"¿Y ahora qué? " Preguntó la pelirroja, levantando la nota ligeramente como si eso resolviera algo.
"Tú te quedas aquí " Fue la respuesta de la joven, señalándola con un movimiento de la cabeza mientras caminaba hacia la puerta principal.
Kohaku ladeó la cabeza ligeramente, una ceja alzada.
"¿Ah? "
Shiki se detuvo, girándose para mirarla con una expresión que parecía decir '¿De verdad tengo que explicarlo?'
"Si no regresamos en cinco horas como máximo, llama a cualquiera de los demás."
"¿Por qué no puedo ir yo?" Preguntó Kohaku, cruzando los brazos. Su tono no era desafiante, pero había algo afilado en este, una sombra de descontento que le hizo mantener la ceja alzada.
Shiki se quedó mirándola fijamente. Su mirada, como siempre, era penetrante, directa, y no requería palabras para transmitir lo que quería. Kohaku, a pesar de su habitual compostura, desvió los ojos después de unos segundos.
"Ahh, cierto." Murmuró por lo bajo.
Tomoe, que había permanecido en silencio todo este tiempo, trago saliva.
"¿Vamos a ir entonces?"
"Si, ahora." Shiki se giró de nuevo hacia la puerta. "Nos vemos en un rato. "
El autobús se detuvo con un chirrido agudo en una esquina desierta, rodeada de edificios bajos que parecían haber visto mejores días. Las puertas se abrieron, y Shiki fue la primera en bajar, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta y su andar despreocupado. Tomoe la siguió en silencio, sus pasos inseguros y su mirada fija en el suelo mientras el autobús se alejaba, dejándolos envueltos en el aire frío de la noche.
La calle estaba casi desierta, salvo por algún que otro vehículo que pasaba esporádicamente. Las farolas emitían una luz tenue, apenas suficiente para iluminar el camino. Shiki comenzó a caminar, obligando a Tomoe a seguirla a su ritmo. No dijo nada al principio, como si disfrutara del silencio, o tal vez como si no supiera qué decir.
"Entonces." Dijo finalmente, rompiendo la quietud con un tono casual. "¿Crees poder aguantar todo esto?"
Tomoe levantó la vista, confundido por la pregunta.
"¿"Esto"?" Repitió, inseguro.
Shiki giró levemente la cabeza para mirarlo de reojo, con esa expresión suya que siempre parecía estar al borde de un comentario sarcástico.
"Ya sabes. Todo lo que te está pasando. Lo anormal."
Tomoe no respondió de inmediato. Sus manos estaban cerradas en puños dentro de los bolsillos de su abrigo, y la mirada perdida en el camino delante de ellos.
"No sé qué pensar." Admitió finalmente, con un susurro quebrado.
Shiki suspiró, como si no esperara otra respuesta.
"A mí me importa muy poco mantener este tipo de cosas en secreto." Dijo, encogiéndose de hombros. "¿En qué me afecta a mí?"
Tomoe le dirigió una mirada breve, perplejo por la aparente indiferencia en su tono.
"Supongo que para alguien como tú… Eso tiene sentido."
Ella no respondió, limitándose a continuar caminando. La conversación parecía haberse desvanecido, pero Tomoe, como si temiera que el silencio volviera a llenarse con los ecos de su propio miedo, comenzó a hablar de nuevo.
"Nunca había visto algo como esto antes." Su voz era baja, apenas audible sobre el sonido de sus pasos contra el pavimento. "Mi vida era… Normal."
Shiki no dijo nada, pero Tomoe pudo sentir que lo escuchaba, o al menos lo intentaba.
"Me gustaba correr. Era lo único en lo que realmente destacaba. En la escuela, fui el mejor del equipo de atletismo. Gané un par de competencias…"
Dejó que sus palabras se apagaran, como si esa parte de su vida le resultara demasiado lejana ahora.
"Pero las cosas empezaron a ir mal cuando mi padre… " Hizo una pausa, respirando hondo antes de continuar. "Causó un accidente de auto. Mató a una persona."
Su voz tembló al final, y Shiki lo notó, aunque no dijo nada.
"Desde entonces, todo cambió." Tomoe cerró los ojos por un momento, como si tratara de contener algo dentro de sí mismo. "Mi madre se volvió distante. Yo… Intenté seguir adelante, pero nada volvió a ser igual."
"Te lo dije la primera vez que nos vimos. Soy una asesina." Shiki dejó escapar un leve suspiró y giró la cabeza para mirarlo. "No se ni porque te ayudo."
Tomoe esbozó una sonrisa amarga, pero no había rastro de resentimiento en ella.
"Igual, gracias".
Continuaron caminando en silencio por unos minutos más, hasta que finalmente llegaron al edificio. Los Apartamentos Onagawa se alzaban frente a ellos como una figura sombría y opresiva en la penumbra, con su fachada desgastada y ventanas que parecían ojos apagados.
Shiki se detuvo, cruzándose de brazos mientras entornaba los ojos, observando el lugar con una mezcla de irritación y algo más que Tomoe no pudo identificar.
"No me gusta para nada este lugar." Dijo finalmente, su tono cortante.
Tomoe tragó saliva, sintiendo cómo un escalofrío le recorría la espalda. Que ella hubiera dicho eso, no ayudaba. Había algo en esos apartamentos que lo inquietaba, algo que no podía explicar, pero que lo había estado atormentando desde el día en que llegó.
A/N: Y esto ha sido todo por hoy. Este fue el último capítulo "tranquilo" del arco. Los tres que vienen van a ser bastante brutales y serán seguidos. Si todo sale bien, el Sabado o Domingo de la siguiente semana estaríamos viendo la publicación del 43 y el 44 bien que podría salir en los primeros días de Febrero, culminando justamente en el cuarto aniversario del Fic, este arco.
Wow, si que me he tomado bastante. Pero quiero creer que desde el año pasado, he estado poniéndome más las pilas en esto. Agradezco infinitamente a todos los que me han seguido, puesto en favoritos o comentado hasta ahora, de verdad.
Y no me he olvidado de los lectores que no hablan español. Tal y como prometí. Cuándo Libro I llegue a su conclusión (Este año, a más tardar entre Agosto o Septiembre), todo contenido de Originless/Konton no Tatakai comenzará a ser liberado en inglés. Aunque aún no se si dejarlo en Ao3 a modo de contraste o subirlo también a esta plataforma.
Pero ya dejaremos aquello para después. Ahora mismo, primero quiero concluir este arco.
¿Después? El primero del segundo libro. Y entonces comenzamos el Arco Final.
Serán aproximadamente dos/tres (Si es posible, cuatro) capítulos por mes. Quizás dos de Libro I y uno de Libro II o viceversa. Durante la Primavera de igual manera verán una pequeña sorpresa que he estado preparando. ¿Y en Verano? Los inicios de Libro 3.
Espero que lo hayan disfrutado, y nos vemos hasta la próxima.
No olviden dejar Reviews. Son el agua de la vida para los escritores de aquí.
- Melqart. 20/01/25
