Hola a todos, creo que esto es algo que olvide aclarar al momento de iniciar esta historia, pero llego a mi tan de repente que no tuve ni oportunidad de ajustar algunos detalles; en este mundo alterno los demonios, mitad demonios, mikos, monjes, humanos, etc., conviven en armonía. Por lo que ya no es necesario que ellos utilicen tanto su Reiki y su Yoki… pero si realizaran alguna aparición más adelante.

Estaré integrando algunos pensamientos con * pero únicamente si la situación lo amerita.

Espero les guste este nuevo cap.

Los ojos de la azabache recorrían la entrada del Bar Mare Nostrum, había decido seguir el juego de Bankotsu ahora que sabía que Sesshomaru estaba aquí, no desaprovecharía la oportunidad. El lugar era magnifico, tenía una bellísima vista panorámica al océano, ofreciendo al interior una vista iluminada por la luna, las luces de neón y focos móviles, creando un espectáculo visual para cada beat de la música.

La música retumba en el aire, una mezcla de ritmos que hace vibrar el suelo. Las personas bebían, platicaban con sus amigos y bailaban; disfrutando de la noche. Ella comenzaba a pensar que esto había sido una mala idea, hasta que alguien la tomo por la muñeca y tiro de ella suavemente y la acercaba a su pecho.

––– ¡Kagome! ¡Ven aquí! ––– El la tomo por la cintura y una sonrisa juguetona asomo en sus labios, para acercarse a la chica y decirle al oído––– Vamos Todos te están esperando. Tienes que unirte a la fiesta ––– Causando un escalofrío en la chica por la cercanía del moreno y al mismo tiempo un alivio que los chicos quisieran verla.

––– ¡Está bien, está bien! ¡No me arrastres tan rápido! ––– Empujando un poco al chico de su pecho, para recuperar su espacio personal y escapándosele una pequeña risa nerviosa.

Koga sonrío ante la acción, siente que esta logrando algo con su antiguo amor y decide avanzar poco a poco hasta recuperarla, toma nuevamente a la chica de la muñeca y la conduce a la mesa del resto de sus amigos.

Ellos no lo saben, es que unas mesas mas al fondo, todo era visto por un celoso hombre de profundos ojos azules. Bankotsu. Quien se encontraba apoyado en la barra del bar, con una bebida en la mano y una chica a su lado. El no recuerda ni su nombre, pero no ha dejado moverse en tono sugerente para que se escaparan a la habitación. Lo usual. La música retumba a su alrededor, pero su atención se centra en Koga y Kagome. La multitud se mueve al ritmo de la música, pero para él, el tiempo parece detenerse.

*¿Qué demonios está haciendo Koga con Kagome?

Bankotsu observa cómo Koga toma a Kagome de la muñeca, llevándola hacia la mesa donde él se encontraba, que acaso le habían tenido una trampa. Un nudo se forma en su estómago. Se siente frustrado al ver cómo Kagome ríe y se deja llevar por Koga.

* ¿Por qué me importa tanto? No debería. Yo fue el que decidí que termináramos por estos meses, jamás me imaginé que estuviera ese estúpido lobo aquí.

Bankotsu se da cuenta de que su corazón late más rápido al ver la química entre ellos, aprieta los puños, pero antes de ir a interrumpir la escena, ve por fin al resto del grupo, son los idiotas de sus amigos, puede ver como Sango tiene una tiara blanca con un velo de novia y Miroku una camiseta que simula un traje de novio. Se relajo un poco. Todo tenia que ser casualidad.

Entre risas y anécdotas, Kagome se integró rápidamente a sus amigos, como si el tiempo nunca hubiere pasado. Kikyo e Inuyasha aun no tenían planes de casarse; Ayame y Rin seguían solteras; pero sabia que Ayame estaba enamorada de Koga… una de las tantas razones por las que su relación no había funcionado y Rin estaba apenas iniciando miradas coquetas con el hermano menor de Sango. Estaban todos aquí. Los había extraño a morir.

—¡Esto es el destino amiga! —dijo Sango, emocionada—. ¡Estoy tan emocionada de que estes aquí!

Sango se veía realmente radiante y Miroku se veía fascinado por su futura esposa. Koga se sentó junto a ella, mientras la mirada de una celosa Ayame no dejaba de ver a la pareja; sin embargo, la mirada de Kagome se encontraba inquieta por todo el lugar, tratado de localizar al chico de los ojos dorados que tanto le gustaba. Su mirada llego a él, estaba en la barra con su porte elegante y su mirada intensa, junto con una chica de cabello obscuro. La chica era realmente hermosa, pero Sesshomaru solo veía al frente de la barra con total desinterés en lo que sea que ella le estuviere diciendo. Aun así, una pequeña punzada de celos atravesó por el pecho de Kagome, por los toqueteos de la atrevida chica hacia el demonio.

Mientras el resto de la mesa trataba de conversar aun sobre la música, Koga no dejaba de hacerle preguntas a Kagome, quien disfrutaba de su compañía. Sin embargo, cuando volvió a girar sus ojos a la barra, la mirada penetrante de Sesshomaru ya se encontraba sobre ella. Estaba solo.

Desde la distancia, Bankotsu observaba la escena con un ceño fruncido. Su mirada se centró en Kagome y Koga, sintiendo una punzada de celos. La rubia a su lado, que había estado hablando sin parar, notó su distracción.

—¿Quién es esa chica? — Pregunto la chica que tenía a su lado, rompiendo su concentración y haciendo que apartara la vista.

—No importa —respondió Bankotsu, sintiendo una punzada de celos—. Vamos.

Sin pensarlo dos veces, Bankotsu se levantó rápidamente, dejando a la rubia atrás, quien intentaba alcanzarlo torpemente. Se sentía incómodo al ver a Kagome tan cerca de Koga, de haber sabido que ese idiota también estaría en el barco, jamás le hubiera sugerido a Kagome que iniciaron esta estupidez, todo por dejarse llevar por las recomendaciones del maldito Naraku.

Sus celos lo habían cegado, si hubiera observado con un poco más de detenimiento, habría entendido que la persona que tenía la atención de su chica; era nada más y nada menos que el hermano mayor de Inuyasha. A quien Bankotsu solo conocía de lejos, el siempre siento celos de Inuyasha, sabía que en algún momento cuando Kikyo y el tuvieron problemas. Su ojos se posaron en su Kagome, ya sea por su parecido o por el hecho que Kagome es una chica increíble, capaz de conquistar el corazón de cualquier hombre o demonio, con la dulzura y terquedad de su ser.

Cada vez que Kagome giraba, podía sentir la mirada penetrante de Sesshomaru sobre ella. La hacia sentir como una preparatoriana, seguro así se sentían las chicas que leían sus novelas, cada que relataba algún encuentro romántico o picante entre los protagonistas.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó Koga, levantándose para ir a la barra.

—Un cóctel de frutas estaría bien —sonrió Kagome, pero su mente seguía pensando en Sesshomaru, con una vista rápida se dio cuenta que ya no estaba ahí.

––– Que bueno que viniste ––– Kagome sintió una respiración caliente en su cuello con un leve aliento a Ron, un escalofrío. La inconfundible voz de Sesshomaru.

Justo cuando Koga regresaba con las bebidas, Sesshomaru se sentó junto a Kagome, quien incapaz de articular palabras solo lo veía. La energía en la mesa cambió instantáneamente; Koga sonrió y le entrego la bebida, pero Kagome solo podía mirar a Sesshomaru, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza y se quedaba sin aliento.

— Tenía ganas de verte —dijo Sesshomaru, mirándola a los ojos. En ese momento, el mundo a su alrededor se desvaneció.

La conversación fluyó naturalmente, y Kagome se dio cuenta de que cada palabra de Sesshomaru la cautivaba más. Koga intentaba mantener la conversación ligera, pero la química entre Kagome y Sesshomaru era innegable. Lo que lo hacía sentir frustrado, ya que el no esperaba tener competencia para reconquistar a su exnovia. Pero no se rendiría.

Rin y Kohaku bailaban en la pista, Kikyo e Inuyasha habían desaparecido de un momento a otro. Miroku cargaba a una Sango totalmente ebria. Por lo que se despidieron de los chicos. Ayame por fin convenio muy a regañadientes que la acompañara a su camarote… sobre todo después de fingir un pequeño esguince y a este no le quedara mas remedio. Mientras nuestra pareja favorita se encaminaba a una hermosa caminata.

La luna llena iluminaba el océano, creando un sendero de luz plateada que se extendía hasta el horizonte. La brisa marina acariciaba suavemente la piel de Kagome, revolviendo su cabello azabache, que brillaba a la luz de la luna con pequeños destellos azules, mientras caminaba en silencio por la cubierta del crucero, disfrutando del sonido de las olas rompiendo contra el casco. A su lado, Sesshomaru caminaba con una elegancia innata, su figura esbelta recortada contra el brillante telón de fondo nocturno.

—Es hermoso, ¿no? —comentó Kagome por fin rompiendo el silencio, mientras sus ojos se perdían en el mar. La luz de la luna reflejaba en sus ojos, dándoles un brillo especial.

—Sí, lo es —respondió Sesshomaru, su voz profunda y calmada—. Aunque no se compara con la belleza de la compañía.

Kagome sintió un ligero rubor en sus mejillas y una corriente eléctrica pasar por su espina dorsal ante el cumplido. Le recordó a los mensajes que compartía con el peli plateado hace meses.

—¿Te refieres a la luna o a mí? —preguntó, girándose hacia él con una sonrisa pícara.

Sesshomaru la miró fijamente, sus ojos plateados brillando con un destello de diversión.

—Ambas son cautivadoras, pero debo admitir que tú capturas mi atención de una manera más... intensa.

Un ligero rubor y una pequeña risa nerviosa fue lo que obtuvo el demonio, se sentía la tensión en el aire. La conexión entre los dos era muy fuerte, pero había algo que aún no se atrevían a nombrar.

—¿Sabes? —continuo Kagome—. A veces me pregunto qué pasaría si dejáramos de lado nuestras reservas y simplemente... nos dejáramos llevar.

Sesshomaru se detuvo, mirándola con una intensidad que le robó el aliento.

—¿Y qué pasa con Bankotsu? —preguntó, acercándose un poco más, su tono más serio, deteniendo su marcha y tomando a la chica por la cintura.

Kagome sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, se sintió inexplicablemente húmeda y deseaba que el demonio la besara, no quería un beso tierno. Quería ser tomada por el, que cumpliera todas sus fantasías con ella. Lo deseaba.

––– Termino conmigo cuando inicio el crucero ––– soltó la chica casi en un susurro.

Kagome podía sentir la calidez que emanaba su mano en su cintura. su corazón latiendo con fuerza y la intensidad de su mirada la envolvía, y el aire entre ellos parecía cargado de electricidad. Sesshomaru la observó, su expresión seria, pero con un destello de comprensión en sus ojos.

—Sí, quiero explorar lo que hay entre nosotros. No quiero más dudas ni reservas ––– Continuo la chica mientras se derretía en los brazos del ambarino. ––– A veces creo que hay más entre nosotros de lo que estamos dispuestos a admitir.

Sesshomaru sonrió de manera sutil, un gesto que hizo que su corazón latiera con más fuerza.

—Tal vez deberíamos explorar eso un poco más —dijo, su voz suave y tentadora—. Después de todo, la noche es joven.

Sesshomaru se inclinó un poco más cerca, su aliento cálido acariciando el rostro de Kagome. Ella sintió que su corazón se aceleraba. La tensión entre ellos era palpable, y la anticipación llenaba el aire.

—Entonces, ¿qué estamos esperando? —preguntó ella, su mirada llena de desafío y deseo.

A medida que Kagome se derretía en sus brazos, Sesshomaru sintió una mezcla de emoción y sorpresa. Durante meses, habían intercambiado mensajes coquetos, pero nunca había imaginado que ese momento se materializaría de esta manera. La calidez de su mano en su cintura lo envolvía en una sensación de protección y deseo, y su corazón, normalmente imperturbable, latía con fuerza, como si cada palabra de Kagome resonara en su ser. La intensidad de su mirada lo desarmaba, revelando un mundo de posibilidades que había mantenido a raya. Al escucharla hablar sobre explorar lo que había entre ellos, una chispa de esperanza y anhelo se encendió en su interior, desafiando su naturaleza reservada. La sonrisa que se dibujó en su rostro fue un reflejo de la conexión que había estado creciendo en silencio, y su voz, suave y tentadora, revelaba un deseo de avanzar hacia un futuro desconocido. En ese instante, la noche parecía prometer más que solo un encuentro; era el inicio de una nueva etapa, llena de promesas y la posibilidad de un amor que había estado esperando a florecer.