Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y toda su banda.
29. ... Cuando Agarran de tu Plato.
Thanatos rio en voz alta ante el chiste malo de Hades sobre el novio de Pandora, y continuó riendo cuando vio que la mujer le daba un golpe a su hermano menor en la cabeza digno de un premio por su fuerza y velocidad.
Esa tarde, y aprovechando que Ker todavía estaba en la ciudad, toda la familia Heinstein residente de Atenas estaba pasando un almuerzo agradable. Hypnos había llevado un excelente vino, Pandora había accedido a prestar su casa, Ker, Hades y él habían preparado toda la comida, lo que era una organización sin precedentes.
—¡Por todos los cielos, Pandora! ¡No dije nada que no fuera cierto! —exclamó el pelinegro, con una expresión molesta que hizo reír aún más a los otros tres hermanos.
Thanatos se encontraba bastante relajado, hasta que vio, casi en cámara lenta, una mano sosteniendo un tenedor estirarse justo para tomar, de su plato, la papa cocida más grande que se encontraba en él.
—¡Oye! ¡¿Qué estás haciendo?! —le dijo a su hermana, deteniendo su mano antes de que pudiera poner la papa en el plato de ella.
—Te he estado observando, no la has tocado, no la quieres, me la como yo.
—¿Y quién dijo que no la quiero?
—Ya te comiste todas menos esta —con una expresión molesta, Ker trató de librarse del agarre de su hermano, que con cada intercambio de palabras parecía estar siendo más fuerte.
—La estaba guardando para el final —argumentó él, sintiendo que su ira aumentaba.
Claro, Ker era su hermana menor y le tenía algo de aprecio, pero incluso teniendo en cuenta sus lazos fraternales, Thanatos no iba a dejar que ella tomara comida de su plato; ni siquiera Hypnos, que era su hermano gemelo, podía comer su comida.
—¡Es mía! ¡Dámela!
—¡Está en mi tenedor, ahora es mía!
—¡Estás loca, mujer! ¡Dame mi tubérculo perfectamente cocido y sazonado!
Dicho eso, Thanatos trató de agarrar el tenedor, lo que provocó un gran forcejeo entre los hermanos que terminó cuando el hombre logró meter la papa en su boca, y alzar el puño victorioso.
Nadie agarraba comida de su plato y se salía con la suya.
