XV. La maldición del Cantar del Mío Cid. El único.

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"Yo ruego a Dios y al Padre espiritual

a los que lo por mí dejan casas y heredades,

antes de que yo muera los pueda recompensar:

lo que hoy pierden, doblado lo pueden recuperar."

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Y pensar que por breves segundos llegó a valorar la idea de levantar el rostro y dejarse llevar, así… sin pensar, tocar esos labios que decían tantas tonterías con los suyos… lo pensó, pero no lo hizo. Sus propios labios se entreabrieron y sintió que cada milímetro de su cuerpo latía.

Estallaba.

Y en una de esas acabaría hasta implotando y adiós al otro hechicero fuerte en la escuela.

Los labios de Satoru en la punta de su nariz le descolocaron de tal manera que, estaba seguro, ni siquiera podría hablar con coherencia.

"¿Por qué? ¿Por qué pasa esto…?" se preguntó en silencio y la única respuesta que tuvo clara fue "Porque sí quiero".

Se había abierto un hueco entre su corazón y su cordura, y se sentía… tan vivo, tan jodidamente vivo.

—Pues listo, te he dado tu primer beso en la nariz. ¡A que fue genial! —externó en medio de una risilla Satoru, separándose al mismo tiempo que Shoko regresaba al salón.

—¿Ya han terminado?

—Seguro…

Lo único que vio Shoko fue la cara de pasmo de Suguru, estaba tieso como el pollo congelado en rigor mortis cuando lo sacan del frigo.

—¿Tan malo fue? —Cuestionó bajito ella.

—¿El qué? No, vamos, no pasó nada…

—Claro…

Después entró el profesor Masamichi y continuó con el tema que se quedó a medias el día anterior, como si nada. Suguru trató de mantener el aplomo que le caracterizaba y seguir como si nada en el día.

Sin embargo, aquello no había hecho más que confirmar lo que ya sospechaba en su interior: que las cosas con su amigo de la infancia, en algún punto, habían cambiado y se habían vuelto ambiguas. No le preocupaba, al final… él sabía que los hombres y las mujeres le gustaban, lo supo hacia tiempo… pero en el caso de Satoru… pues aquello le causaba la eterna duda de si simplemente estaba jugando, como toda la vida… o era que…

—¿Vamos a jugar hoy? ¡Shoko! ¿Quieres venir? ¿Y si le dices a Utahime que juguemos en pares? Ustedes dos, contra nosotros dos —sugirió Gojo, sin tomarse la molestia de indagar con su compañero si quería a todos metidos en su habitación.

—Ummm, pues le puedo preguntar, ¿quieres, Suguru?

—Sí, claro, podemos jugar un rato, ¿por qué no?

—¡Hecho! Entonces, pediré unas pizzas, ¿de qué prefieren?

Alguien tendría que reconocer a Satoru la capacidad de generar un caos en cualquier situación, cualquier día, cualquier instante, así sin más, era parte de su bulliciosa personalidad, misma que no había cambiado desde que eran unos críos.

Esa tarde, Shoko y Utahime ganaron la partida, todo porque los dos se confiaron.

—¡Te lo dije, Satoru Embrollo! —Gritó malhumorado su compañero de partida.

—¿Cómo me llamaste, idiota?

—Satoru Embrollo, siempre haces un embrollo de todo…

—¡Satoru Gojo, es más, para ti, dime Señor Gojo!

Al final, como siempre acabaron riendo y despidiéndose cerca de las siete de la noche, era hora de hacer los deberes; con la cantidad de cosas que tenían por hacer, seguro que acabarían desvelándose todos.

Antes de que Satoru partiera a la habitación contigua, su compañero lo tomó por la muñeca, las dos chicas ya se habían ido.

—¿Puedo preguntarte algo? —Comenzó.

—Sí, claro, ¿qué necesitas? ¿Que te ayude con el ensayo de la Brujería en el siglo XVI? Puedo…

—No, quiero preguntarte por qué…

—¡Ah! ¡Aquí están los dos! Estaba buscándolos… —los interrumpió el profesor Masamichi Yaga que, o fingió que no los vio, a uno sosteniendo la muñeca del otro, o en efecto tenía cierta ceguera conveniente.

—¿En serio? —Inquirió el de cabello incoloro.

—Mañana vas a una misión muy especial, Suguru…

—¿Y yo? —Indagó el heredero de los Gojo.

—No, tú no, esto es sólo para él, Tengen lo ha pedido en específico para el único que puede manipular maldiciones, o sea, Suguru Geto.

—¡Ah! —Contestó bastante decepcionado.

El profesor le dio un folder con el caso en particular, antes de ponerse a revisarlo, trató de regresar a lo que estaban.

—Satoru, pareces decepcionado —le dijo con una pequeña sonrisa en el rostro.

—No, jamás, no lo estaría por nada que tuviese que ver contigo. Al contrario, supongo que si te han asignado solo debe ser una especie de prueba con una maldición a tu nivel, así que —le dedicó una sonrisa sincera—, estará bien.

—Mañana hablamos, ¿vale?

—Después de tu misión, ¿en dónde es?

—Ummm —echó un vistazo a las hojas—, Asakusa(1).

Satoru silbó y después aplaudió con ambas manos, como un pequeño infante; hasta ese momento Suguru recapacitó en que su amigo traía puesta la pulsera que le regaló cuando eran niños, él mismo la traía siempre consigo, pero, por extraño que parezca, no se había dado cuenta de ese detalle.

Tuvo que sonreír como idiota.

—Si terminas pronto te puedo ver en Rokku Broadway(2), seguro que encontramos muchas cosas para hacer y comer.

—De acuerdo, te mantengo al tanto. ¿Estás seguro de que te podrás salir así como así e irte a perder al gentío de Asakusa?

—Seguro, si algo pasa, estarás cerca para ayudarme, ¿no?

—Por supuesto, Satoru, siempre.

Se quedó buena parte de la noche revisando el expediente que le dieron y buscando algunos datos interesantes. Le habían asignado exorcizar a una maldición que había estado causando líos últimamente y que era bastante antigua y poderosa: Kuchisake-onna(3). Esa sí que era una prueba en toda regla.

Tenía que hacerse con esa maldición para su inventario que, aunque pequeño, estaba creciendo cada vez más, con maldiciones más y más fuertes.

A medianoche Satoru le marcó al móvil. Cuando observó que la llamada entrante era de su compañero de la habitación contigua, no pudo evitar reír.

—¿Por qué me marcas, si estás a un lado?

—No quería molestarte, imaginé que estabas despierto, porque vi la luz, supongo que estás estudiando el caso.

—Así es.

—Vale, mañana todo irá bien, y después tendremos una cita…

—Una… ¿cita?

—Sí, claro, para que hablemos de amor, matrimonio y sexo… sobre todo de lo último.

—No parece una cita muy agradable —mencionó con la carcajada atorada en la garganta.

—Lo será…

—No sabes nada de sexo, Satoru.

—¡Tú tampoco, Suguru!

—Más que tú, es un hecho.

—¿Por qué no me… enseñas de lo que sabes? —Susurró bajito su compañero de los ojos azul imposible.

—¿El qué…?

—Nada…

Por supuesto que lo había escuchado. Por supuesto que el corazón se le desbocó. Por supuesto que le burbujeó la sangre y sintió que las cosas se descontrolaban rápido con Satoru y, supo que sí… que de alguna manera amaba su corazón indomable…

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Tokyo Radio FM 96

You must think that I'm stupid

You must think that I'm a fool

You must think that I'm new to this

But I have seen this all before

I'm never gonna let you close to me.

Even though you mean the most to me

'Cause every time I open up, it hurts

So I'm never gonna get too close to you

Even when I mean the most to you

In case you go and leave me in the dirt.

Too good at goodbyes, Sam Smith.

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N. de la A.

(1)Asakusa – Área de bastante tradición japonesa, entre templos, comercios de artesanías, restaurantes y la muy famosa y tradicional Puerta del Trueno. La zona también posee múltiples teatros y zonas de espectáculos tradicionales, así como parques temáticos.

(2)Rokku Broadway – Distrito famoso por sus restaurantes, muchos de ellos tradicionales y fusión, así como propuestas gastronómicas antiguas que a la fecha se siguen preparando.

(3)Kuchisake-onna – Leyenda famosa japonesa que ha evolucionado hasta la modernidad, acerca de una yōkai que regresa para cobrar venganza. No se tiene con exactitud el dato de cuál es el momento exacto de la aparición de esta mujer con la boca cortada hasta las orejas; sin embargo, es de común aceptación que esta leyenda viene desde el periodo Heian, siendo esta la mujer infiel de un samurai, quien se vengó de ella cortándola. En adelante, la mujer se aparece preguntando a quienes se encuentra si piensan que es hermosa, dependiendo la respuesta, será su fatídico destino. En la modernidad esta mujer aparece cubierta por un cubrebocas, por lo que no se ve el daño en su rostro hasta que pregunta a los infortunados que la encuentran. Esta maldición, en Jujutsu Kaisen, se encuentra en poder de Suguru Geto, se desconoce dónde la obtuvo, pero es invocada para pelear contra Toji Fushiguro.