Julio

"Julio es el recordatorio de que, como el verano, podemos brillar intensamente y disfrutar cada momento."
Anónimo

El celular vibró con una notificación justo cuando Penélope abrió los ojos.

Eloise:

"Ya sé que estás viva y feliz, pero no abuses. Promete que este mes habrá un fin de semana para tus amigas, no solo para tu novio. Y como cuñada, exijo prioridad."

Rió en voz alta mientras respondía.

Penélope:

"Lo prometo. Pórtate bien y déjame ser una buena novia por ahora, ¿sí? JAJA."

Con este mensaje de texto enviado ya era momento de dejar de nuevo su celular en modo avión y desconectarse del mundo como lo había hecho los últimos fines de semana.

Colin y ella habían hecho la promesa de dedicarse el fin de semana por completo porque pronto el tendría que viajar de nuevo a Thailandia con Julian y estaban tratando de disfrutar de su relación al máximo.

Nunca alcanzó siquiera a imaginar en amar de esta manera. Su mente se sentía segura con Colin y eso se reflejaba en todas las áreas de su vida. Sus amigas se lo decían a cada instante, lo radiante que se veía, la paz que reflejaba y la alegría que transmitia para otros y ella por fin entendía, que siempre fue así pero ahora, además de todo lo que ella era como persona, también era feliz.

La única que reclamaba realmente era Eloise: " Yo fui primero que Colin" le dijo un día, aunque ella sabía que era más una pantalla para molestar a su hermano que un reclamo real, Eloise amaba la idea de que ahora Penélope fuera parte de su familia. Al minuto de que Colin y ella le contaran sobre su relación, había corrido a llamar a Daphne y a toda la familia para contarles de lo super cool que era su nueva cuñada.

Un ruido suave proveniente de la cama la sacó de sus pensamientos.

Amor... —la voz de Colin, profunda y adormilada, la llamó desde la habitación—. Vuelve a la cama.

Penélope sonrió al verlo, con su cabello revuelto y esa expresión soñolienta que solo ella conocía. Se sentía ridícula al pensar en cuánto lo amaba, pero era imposible evitarlo.

Voy en un segundo —respondió, dejando el celular en el escritorio. Desde que estaban juntos Colin prácticamente se había instalado en su apartamento y era perfecto. Se acoplaban super bien, tenían gustos similares y rutinas parecidas y lo mejor de todo era que cada rincón ahora, olia a el.

Al entrar, Colin la miró fijamente, deteniéndose en cada detalle de ella. Su expresión cambió al notar la camisa que llevaba.

¿Esa es mi camisa? —preguntó, con un brillo pícaro en los ojos.

¿Y si digo que sí? —respondió ella, disfrutando del juego.

Él no dijo nada, pero se sentó lentamente, su mirada oscurecida, se pasó la lengua por sus labios y Penélope sintió ese hormigueo familiar recorriéndole el cuerpo.

Tendrás que devolvérmela, amor.

Ella se acercó con pasos deliberados, desabotonando la camisa con una lentitud calculada. Colin apenas podía contenerse, y cuando la camisa cayó al suelo, la atrapó por la cintura, tumbándola suavemente en la cama.

No tienes idea de lo mucho que te amo, Penélope —le susurró al oído, mientras sus labios buscaban los de ella con urgencia. Me consumes Pen – le empezó a decir mientras que una de sus manos subía por la pantorrilla de su pierna, y la acariciaba hacia arriba con lentitud – Me pierdo en ti, en tu olor y en lo profundo de tus ojos.

Penélope ya se estaba estremeciendo solo con sentir su mano subiendo por sus caderas con rumbo de sus senos.

Me pierdo en la suavidad de tu piel, en lo hermoso de tus labios y en como tu cuerpo responde a mi – y su voz se tornó mas profunda cuando sus manos llegaron a sus pezones que ya estaban duros esperando por su tacto – solo a mi.

Y de un movimiento rápido tomó con su boca uno de sus senos sin descuidar el otro con su mano.

En este punto Penélope era un manojo de gemidos y éxtasis. Colin la sorprendió cuando de pronto la penetró en esa posición lo que hizo que ella soltara un gemido de sorpresa. El la acariciaba en toda la extensión de su cuerpo, amándola, adorándola, haciéndola sentir única y sexy mientras iba en un ritmo constante.

No te reprimas Amor, quiero oírte, necesito oírte decir mi nombre – le decía Colin entregado al momento.

Colin – gritó ella entregada tanto como el. Sorprendida de lo mucho que sentía con él, no solo en su cuerpo si no en su alma.

Mirame Pen – dijo el sin parar, aumentando su ritmo, buscando la liberación de ambos. Penélope ladeó su cabeza, buscando sus ojos, haciendo que el la besara como nunca, fucionando su ser en ese beso, luego la miro fijamente – Te amo tanto Pen, te amo para siempre.

¿Cómo puedes ser tan hermosa? —murmuró Colin, mientras recorría su cuerpo con sus labios.

Penélope soltó una risa nerviosa. —Creo que exageras.

Él negó con la cabeza, volviendo a subir para mirarla.

Jamás. Y un día, lo voy a demostrar. Voy a hacerte mi esposa, Penélope. ¿Lo sabes, verdad?

Ella sintió que las lágrimas amenazaban con salir, pero en lugar de responder, lo besó con más intensidad, dejándole claro que no necesitaba palabras.

Penelope gimió sonoramente, moviendo sus caderas mas rápido junto a las de él haciendo que también Colin gimiera.

Grita mi nombre amor, grítalo fuerte – Era tan perfecto cuando estaban juntos, lo hacían tan bien, era tan fácil para los dos entregarse y satisfacerse.

Colín, colín, oh Colín – el aumentó el ritmo con cada sonido – Ahí… Te amo Colín.

Colín gruño a voz sonora un "Te amo" al mismo tiempo y juntos llegaron a su clímax.

Más tarde, mientras Colin jugaba con un mechón de su cabello, decidió compartir algo que llevaba tiempo rondando en su mente.

Pen, ¿alguna vez piensas en el futuro? —preguntó con cautela.

Ella levantó la mirada, sus ojos buscándolo. - ¿A qué te refieres?

A todo. A... formar una familia, a construir algo que dure.

Penélope sintió que su respiración se detenía por un momento. Ese era su mayor sueño, algo que había guardado en secreto por miedo a parecer cursi o anticuada. Además después de la decepción que se había llevado con Gerard había intentado enterrar ese anhelo en el fondo de su alma.

Todo el tiempo- confesó finalmente, su voz temblando un poco, había quedado en no esconderse de Colín nunca más - Pero siempre pensé que era algo que solo yo deseaba.

Colin frunció el ceño, tomando su mano. - ¿Por qué dirías eso?

Ella sonrió, avergonzada. - No sé. No parece algo que un hombre como tú querría.

Un hombre como yo... —Colin dejó escapar una carcajada suave, sacudiendo la cabeza- . Penélope, mi mayor deseo es tener una familia. Ni siquiera lo sabía hasta que tú y yo empezamos esto, pero ahora no puedo imaginar mi vida sin ello. Crecí en medio de una familia enorme y llena de amor, ya sabes, te conté de mis papás y su amor. Amaría tener una familia como la de ellos.

Penélope lo miró fijamente, sus ojos brillando por las lágrimas no derramadas.

Eres todo lo que siempre quise, Colin. Todo. Ahora entiendo porqué desde que te conocí tenia esa sensación de calma y de hogar que me descolocaba. Eres eso para mi.

Colin la besó con suavidad, como si tratara de sellar esa promesa no solo en sus labios, sino en sus almas.

Después de una ducha rápida y un desayuno tardío, Colin revisó la lista de pendientes para su próximo viaje. Había reuniones programadas en Bangkok y visitas clave a proveedores en Phuket. Normalmente, la idea de viajar por trabajo lo emocionaba; era su zona de confort. Pero esta vez, era distinto. Desde que Penélope había llegado a su vida, las despedidas, por breves que fueran, se sentían como un reto. Lo desconcertaba cuánto podía pesarle la idea de estar lejos de ella.

¿Todo listo?- preguntó Penélope mientras hojeaba una revista en el sofá.

Casi todo —respondió, distraído, alzando la mirada para verla. Estaba descalza, con su cabello aún algo desordenado y una expresión de concentración en el rostro. Le pareció tan hermosa que tuvo que apartar la vista, como si quedarse mirándola demasiado tiempo hiciera más difícil irse.

Se levantó y cruzó la sala, inclinándose para besarla suavemente en la frente. Penélope lo miró, confundida.

¿Qué pasa?- preguntó con una sonrisa que parecía iluminar toda la habitación.

Nada- mintió él, aunque sus ojos decían otra cosa - Solo... estoy pensando en cuánto voy a extrañarte.

Penélope dejó la revista a un lado y lo atrajo hacia ella, haciéndolo sentarse a su lado. Siempre había sido ella sola en el mundo y ver que Colin la necesitaa tanto como ella a el era abrumador y hermoso en cierta manera.

Yo también voy a extrañarte- le dijo con una voz suave que Colin sintió como un bálsamo- pero estaremos bien. Es solo un par de semanas- Se había enamorado de el en su versión segura de sí mismo, independiente y entregado a su trabajo, no pretendía que el se quedara junto a ella por siempre sin hacer lo que le apasionaba. Habia aprendido que de eso no se trataba el amor.

Colin quiso decirle que dos semanas le parecían una eternidad, pero no quería parecer exagerado. En cambio, le devolvió la sonrisa y tomó su mano entre las suyas.

Me aseguraré de llamarte todos los días.

Penélope rió, con esa risa ligera que siempre lograba desarmarlo.

Vas a estar ocupado. No te preocupes por eso.

La respuesta, aunque inocente, le provocó una punzada de incomodidad. ¿Y si ella también estaba ocupada? Había mencionado que Phillip y los niños vendrían de visita. Colin no los conocía, pero sabía que Phillip y Penélope habían sido muy cercanos desde lo de Marina.

¿Cuándo llegan Phillip y los niños?- preguntó, intentando sonar casual mientras jugueteaba con un mechón del cabello de Penélope.

En dos semanas- respondió ella con entusiasmo- Estoy ansiosa por verlos. Hace mucho que no lo hago, y extraño pasar tiempo con ellos.

Colin asintió lentamente, sintiendo un nudo en el estómago. No era celos, exactamente. Era algo más... Un miedo irracional de no ser tan imprescindible en su vida como ella lo era en la suya. Quería estar siempre presente, compartir cada risa, cada momento con ella.

Penélope, ajena a sus pensamientos, lo observó con ternura. Le acarició la mejilla con suavidad, su pulgar dibujando pequeños círculos en su piel.

Te amo, Colin. Y aunque estés lejos, siempre estarás aquí - dijo, llevando su mano al corazón.

Ese gesto lo tranquilizó, aunque no por completo. Colin la envolvió en un abrazo, cerrando los ojos mientras inhalaba su aroma. Había algo reconfortante y eterno en ese instante. Era su refugio, su hogar.

Solo prométeme una cosa- murmuró contra su cabello.

Lo que sea - respondió ella, curiosa.

No trabajes demasiado mientras esté fuera. Y no olvides que puedes contarme todo, incluso si estás con Phillip y los niños.

Penélope soltó una pequeña risa.

Lo prometo. Pero tú también prométeme que no te desvelarás demasiado ni te olvidarás de comer bien.

Él asintió, aunque sabía que probablemente fallaría en ambas cosas. Sin embargo, la idea de mantenerla cerca, aunque fuera a través de mensajes o llamadas, le daba cierta tranquilidad.

Mientras se separaban, Colin la miró fijamente, grabando cada detalle de su rostro en su memoria. Había algo que aún no entendía del todo: el amor verdadero no se trataba de posesión, sino de confianza. Y aunque estaba aprendiendo a confiar en ellos como pareja, sabía que los días que venían pondrían esa confianza a prueba. Con ese pensamiento, Colin la besó una última vez, como si pudiera sellar en ese acto todas las promesas no dichas.

Más tarde, mientras Colin dormía profundamente a su lado, Penélope se quedó despierta, mirando el techo. Podía escuchar su respiración rítmica y sentir el calor de su cuerpo junto al suyo. Era increíble cómo el tiempo podía transformar todo.

Julio, pensó, siempre había sido un mes de contrastes para ella. Durante años, había sido una estación de promesas rotas y planes fallidos. Pero este julio era diferente. Este julio se sentía como un renacimiento, como si todas las piezas del rompecabezas finalmente hubieran encajado en su lugar. Recordó lo mucho que le había costado llegar aquí, a este lugar de paz. Antes, habría temido que algo tan perfecto como lo que tenía con Colin fuera demasiado bueno para durar. Se habría aferrado con desesperación, buscando seguridad en cada palabra, en cada gesto. Pero ahora, sabía que el amor verdadero no se trataba de ataduras, sino de libertad.

Había trabajado tanto en sí misma. Había aprendido a confiar, a no depender de nadie más para encontrar su felicidad, y eso la hacía más fuerte. Colin no era su salvador ni su única fuente de alegría. Era su compañero, alguien con quien podía compartir la plenitud que ya existía dentro de ella. Mientras observaba el rostro sereno de Colin bajo la luz tenue, Penélope sonrió. Julio siempre había sido una estación de cambios, pero este año, el cambio no se trataba de algo que venía de fuera. Era algo interno, una certeza que llevaba dentro.

Con ese pensamiento, cerró los ojos y dejó que el sueño la envolviera, llevándose consigo la certeza de que el amor que tenía, tanto por Colin como por ella misma, era suficiente para cualquier cosa que el futuro trajera. Agosto podía llegar.