Hermione estaba terriblemente molesta. La poción alisadora en su cabello estaba empezando a fallar, su maquillaje se estaba corriendo y su noche estaba arruinada.
Ella solo quería sentirse hermosa. Ir al baile de Navidad con Viktor había sido un error. Después de unos bailes divertidos, él la había llevado a un lado y la había besado, bruscamente, y eso se había sentido tan mal. Hermione pensó que eran amigos. Empujó a Krum y se limpió los labios, horrorizada. Él estaba enojado, muy enojado porque ella lo había "engañado", porque había sido una provocadora. Hermione no había querido... realmente no era su intención hacer nada de eso. Ni siquiera estaba lista para ese tipo de relación todavía. Hermione regresó al salón de baile avergonzada, con la esperanza de recuperar su bolso y huir de regreso a la Torre de Gryffindor. Fue entonces cuando apareció Ron. Tenía que ser un completo idiota en los peores momentos, siempre metiendo las narices en cosas que no entendía.
Así fue como terminó sollozando en un aula abandonada mientras todos los demás bailaban y disfrutaban. Quería bailar, pero no con Krum. Hermione sabía a quién quería.
"Amor verdadero... amor verdadero..." recitó el poema lentamente, temblorosamente, trayéndolo desde donde sea que estuviera. Frente a ella estaba torpemente, incluso más alto que el año pasado, vestido con una camisa raída y solo su ropa interior. Hermione se sonrojó profundamente, nunca imaginó que lo encontraría en su cama, casi... casi desvestido. Estaba divagando sobre su cabello y su vestido cuando él la silenció, sujetándola rápidamente y enterrando su rostro en su cuello. Se sintió tan diferente esta vez, esta vez Hermione no solo quería besarlo. Quería más.
Él presionó sus labios contra los de ella con fuerza y facilidad, como si hubiera estado esperando por esto. Por ella. Una de sus manos se enredó en su cabello y lo soltó del hechizo que lo sujetaba, y los labios de Hermione se separaron con una exhalación de placer. Él profundizó el beso, explorando su boca apropiadamente por primera vez. Hermione estaba mareada y se aferraba temblorosamente a su alta figura, las manos de él estaban sobre sus omóplatos desnudos y ¡era demasiado! Ella lo amaba, lo necesitaba. Hermione sintió que sus cuerpos se encontraban en el precipicio del portal y sus ojos se abrieron de golpe. Esto era tan real comparado con sus encuentros anteriores. Se separaron solo para tomar aire, pero el portal tenía otras ideas. Comenzó a encogerse y a separarlos, ya se habían besado después de todo. Los ojos de él estaban llenos de pánico y enojo mientras trataba de mantenerlos conectados, pero sus manos tuvieron que separarse para que no fueran cortadas por el portal azul que se encogía en la realidad. El portal se arremolinó en la nada, y Hermione cayó al suelo con un sollozo desdichado.
Esto comenzaba a sentirse como una locura.
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El libro estaba desgastado, mucho más que cuando era niño. Sus dedos callosos acariciaban el lomo de cuero agrietado y familiar, y esa página final que lo liberaba y lo perseguía al mismo tiempo. Allí, en el margen, estaba la sorprendentemente potente pieza de magia contenida en la rima infantil. Había manchas sobre las palabras, rastros de sus dedos adolescentes. Trajo el más mínimo atisbo de una sonrisa a sus labios, el recuerdo de esos besos, compartidos entre quién sabe qué tipo de tiempo o espacio. Entre él y esa misteriosa chica Gryffindor.
Los recuerdos, particularmente de sus primeros encuentros, eran gratos en la memoria de Severus. Sin embargo, después, cuando la chica que apenas conocía se empezó a convertir en una mujer, se comenzó a ver agobiada y frágil. Sus ojos estaban atormentados por el miedo y un extraño odio, por él o por su situación, nunca lo supo. Sus besos se habían vuelto más enloquecedores y físicos entonces. Después de su último encuentro se había preguntado, obsesivamente en realidad, qué le había pasado. En momentos profundamente perturbadores y deprimentes, generalmente después de estar muy borracho o de haber sido torturado recientemente, recitaba ese maldito poema hechizo.
Pero nada sucedía. Ella nunca volvió a aparecer y, finalmente, él dejó de intentarlo.
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Era la noche del Baile de Navidad, una maldita celebración de un juego innecesario y de mal gusto en el que los niños se veían obligados a participar. Parecía tan... tan malicioso hacer pasar a los estudiantes por lo que era esencialmente el equivalente moderno al Coliseo. Ni siquiera le dio placer a Severus ver a Potter miserable y paranoico, solo el principio por sí solo era suficiente para hacer que todo el asunto fuera aborrecible.
Especialmente porque había hecho necesario que asistiera a este maldito baile.
Las Brujas de Macbeth estaban tocando a todo volumen, y aunque apenas podía describirse como música, los estudiantes bailaban felices al son de ella. No les reprochaba que bailaran, porque pronto su mundo se hundiría en el caos. Su antebrazo le dolía con la prueba de ello. El Señor Oscuro regresaría. Este podría ser el último recuerdo feliz que muchos de estos niños tendrían durante algún tiempo.
Severus vio a Hermione Granger a la orilla de la pista de baile, luciendo molesta y al borde de las lágrimas. Había sido una sorpresa verla del brazo del campeón búlgaro esa misma noche, pero parecía que lo había perdido. En cambio, estaba peleando con el chico Weasley más joven, como se estaba volviendo típico para los dos ese año. En medio de una mirada de desaprobación por sus payasadas, Severus captó un destello del vestido de la chica que se sintió vagamente nostálgico. El vestido era una especie de cosa color bígaro, sin forma pero femenino y de buen gusto. Cuando Granger se giraba a la luz de las linternas del Gran Comedor, las capas del material atrapaban la luz y simplemente... brillaban. Le hizo pensar en, bueno, alguien en quien no le gustaba pensar cuando no estaba encerrado en sus habitaciones con una botella de whisky. La chica Granger se alejó de su grupo de amigos y salió del Comedor, sin duda yendo a algún lugar a llorar. Severus la siguió a una distancia segura, su primer instinto fue acorralarla y restar puntos. Los estudiantes no tenían permitido vagar por los pasillos durante reuniones como esta.
Caminó por el pasillo, doblando una vez, luego otra. Encontró a la chica en un aula abandonada sollozando para sí misma. Desde su posición privilegiada, Severus podía ver el maquillaje muggle corrido y el cabello despeinado de la chica. El recuerdo llegó en una ola más fuerte esta vez, el dolor sordo en su marchito corazón se convirtió en una punzada. Su chica Gryffindor se veía así cuando... no, mejor no pensar en eso.
Severus decidió no pensar más en eso y estaba a punto de entrar al aula para deducir puntos cuando escuchó su suave voz.
"Amor verdadero..."
Severus se quedó quieto, con la respiración contenida e inseguro.
"Amor verdadero..."
"¡No...!" Severus siseó en voz baja. Esto no era... esto no podía ser posible.
"¿No puedes dejar de extrañarme?" La delicada voz de Granger vaciló, tomando aire para sollozar.
¡Todo estaba muy mal!
"Amor verdadero, amor verdadero, ¿no podrías venir a besarme?" Segundos después, la silenciosa luz azul de ese portal familiar llenó su visión borrosa, y allí estaba él. De catorce años y flacucho, asustado hasta perder el juicio mientras estaba en la cama. Severus casi se encogió ante sus propios rasgos de halcón mientras su yo más joven se acercaba al borde del portal.
"Sé que me veo bastante mal..." Granger se autodespreció en voz baja, "Pero te he extrañado terriblemente y quería... quería..." Sus palabras se amortiguaron cuando su yo más joven atravesó el portal y envolvió a la bruja en sus brazos. Con una mano torpe, el joven Severus apartó su cabello rebelde y la besó. Severus recordaba bien el sabor de sus labios; los besos castos de sus encuentros anteriores habían sido reemplazados por la curiosidad y las hormonas adolescentes. Se cubrió los ojos con una mano para protegerse, pero no pudo evitarlo. Este recuerdo había sido grabado tan profundamente que casi sintió que lo estaba viendo en la oscuridad de su mente en tecnicolor.
El portal se cerró, casi cortando los dedos del joven, que se resistía a separarse de ella. Con un gemido de angustia, Hermione Granger se arrojó al suelo.
"¡Lo amo, por favor, lo quiero de vuelta!"
Severus se alejó rápidamente de la escena en silencio, temblando por las emociones agitadas que crecían en su interior.
En sus habitaciones, liberó su Oclumancia, sintiendo todo el peso de lo que había presenciado. La chica, su amor, quien siempre había asumido que estaba en otra dimensión o tiempo, estaba aquí, y era Hermione Granger. La realidad de eso era una espada profundamente incrustada en su corazón ennegrecido, cortando el último vestigio de amor que había mantenido allí. Era una traición a su memoria, a los momentos que habían compartido.
Después de una bebida, agradeció a Merlín y Nimue por no haberse atrevido a pronunciar ese maldito hechizo en años. La conmoción de encontrarse parado frente a... frente a una niña... era demasiado para siquiera pensarlo. Bebió para olvidar lo que había presenciado. Hasta que se durmió.
Las clases con ella eran una tortura. Verla, darse cuenta de que había estado allí durante años. Y quién era ella. Verla reírse con Potter, levantar la mano a cada momento de la clase, mirarlo con odio cuando él le quitaba puntos a sus amigos. Cada vez que Severus miraba a Hermione Granger, escuchaba su torturada súplica, diciendo que lo amaba y él la odiaba por eso.
Ella no se sentiría tan amorosa si supiera que el chico al que había estado besando era él, un viejo grasiento y poco amable. No, lo más probable es que quisiera arrojarse desde la Torre de Astronomía.
Y ahora le quedaba un poco menos por lo que vivir. Sus recuerdos de su encuentro habían sido embotellados y guardados, para nunca volver a ser recordados.
Simplemente no podía soportarlo.
Nota de la traductora: bueno, este capítulo fue muy angustioso. Primero porque el conocimiento de quien es su verdadero amor a tan temprana edad ha impactado las relaciones de Hermione, como era de esperarse, y ha hecho que el incidente en el Baile de Navidad sea aún peor que en canon ya que no solo tuvo que lidiar con un idiota sino con dos.
Y luego sigue la angustia porque tenemos la primera aparición del Severus adulto y el descubrimiento de quien es su misteriosa chica Gryffindor, lo que al parecer no ha sido para nada lo que él esperaba, y si a eso sumamos que está en un momento bastante difícil de su vida, pues... =/
Aún así espero que les haya gustado este capítulo. Que estén muy bien!
