-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Transparent World" de Little Glee Monster para Sakura, "Latch" de Kodaline para Sasuke, "In Your Eyes" de Robin Schulz & Alida para Izumi, "Silence" de Marshmello & Khalid para Itachi, y "Tu Jardín con Enanitos" de Melendi para Shisui.
Cuando la noche cayó sobre la villa, todos los sonidos desaparecieron salvo el tenue eco de los perros ladrando o el pulular de los búhos, pero aunque Sakura dio vueltas y vueltas en su cama—una viejo y muy gastado diván que cubría con una colcha, pues era todo cuanto tenía—fue incapaz de conciliar el sueño, sentándose y observando las paredes de su casa, no tenía mucho ya que el refugio que por "lastima" o por cumplir le habían dado las personas de la villa hace mucho tiempo se estaba cayendo a pedazos pero ella lo mantenía limpio e intentaba sobrevivir día a día tanto como le era posible. Cuando el sol aun no salía pero estaba a punto de amanecer, Sakura se dirigió con sigilo hacia el rio junto a la villa y que era motivo de productividad para los habitantes, subiéndose la falda del vestido y que ató para que no le molestara al sumergirse en el rio, atrapando un pez después de un par de torpes intentos; no era para ella que podía conformarse con una manzana o alguna fruta que encontrase en el bosque, era para aquel hombre que estaba herido y al que estaba decidida en ayudar. Castañeando de frio, Sakura mantuvo una ligera sonrisa en su rostro al acercarse a la orilla, pero no pudo salir del rio ya que fue enviada de sentón al suelo por una seca bofetada que la hizo soltar el pez que con tanto esfuerzo había atrapado.
—Lo supuse— juzgó una voz, y que ella reconoció como la de uno de los habitantes de la villa. —Sakura, tu eres la ladrona de peces— condenó, alumbrándola con el fuego de la lámpara que sostenía.
Esta no era la primera vez que sucedía y todos en la villa lo sabían; ya el día anterior un pez de la reserva que había en el rio había desaparecido sin explicación, muchos de los habitantes de la villa habían querido creer que quizás uno de sus animales lo había atrapado o que alguien lo había pescado sin informar, pero ahora habían encontrado a la culpable in fraganti y no importa cuán cruel sonara ellos no pensaban dejarla ir sin un escarmiento. Los días de amabilidad y dulzura por parte de sus fallecidos padres eran cosa del pasado para Sakura quien no alzó la mirada ni emitió protesta ante los golpes de los hombres de la villa, no era la primera vez que la golpeaban por tomar alguna porción de la comida que ellos tenían, era un milagro que se molestasen siquiera en dejarle parte de su ropa vieja para que pudiera vestirse, y las palizas eran habituales. Tras la muerte de sus padres y habiendo perdido el habla, pronto Sakura había aprendido que su incapacidad para comunicarse era visto como un defecto y su sufrimiento como un catalizador para quienes la rodeaban, como si el ser una víctima de la crueldad fuera motivo para que otros se ensañasen con ella aunque la mayor parte del tiempo era como si ella simplemente no existiera o nadie quisiera darse cuenta de ello. Apartando la mirada con resignación, Sakura se mosto indiferente cuando uno de los hombres la obligo a ponerse de pie y la sujeto del mentón.
—Sabes que está prohibido llevarte los peces— regañó duramente el hombre, aparentemente frustrado por su indiferencia.
—Das lástima porque eres una niña incapacitada, por eso los de la villa te dan alimento— respaldo otro hombre a su lado, furioso ante su perfidia.
—Si vuelves a hacerlo, te juro que morirás— advirtió el hombre, zarandeándola del cuello en espera de una reacción que sin embargo nunca llegó.
Que Sakura no gritara ni se quejara era demasiado extraño para los hombres, las mujeres y el resto de los habitantes de la villa, por lo mismo es que todos tendían a hablar a sus espaldas cuando la veían o a hacerse a un lado como si ella tuviera la plaga o no mereciera la pena verla, les provocaba desprecio y hasta repulsión aquella chica de aspecto tan inocente y conducta ejemplar pero que no encajaba con ellos al no poder hablar ni comunicarse de forma alguna, que no era como ellos y que nunca lo seria, y ya que no se molestaban en entenderla preferían tratarla como les diera la gana, al fin y al cabo ella no hacía nada al respecto. Pero que Sakura no lo demostrara no significaba que los golpes no le significaran algo porque vaya que si lo hacían, aunque ni tan siquiera un quejido saliera de su boca, no se trataba de que no quisiera gritar sino que simplemente no podía pero intentar explicar ello a los habitantes de la villa la haría perder el tiempo como había ocurrido a lo largo de los años y no tendría caso, por lo que ella simplemente se marchó en silencio de regreso a su "hogar", a su humilde casucha, volviendo a sentarse sobre su cama y abrazarse a sí misma, limpiando distraídamente el hilo de sangre que sentía contra sus labios pero sin molestarse en pensar en su propio sufrimiento puesto que no tendría caso.
Tendría que conseguir algo mejor para aquel hombre mañana en la mañana.
La noche que había pasado había sido la primera vez en que, fuera de sus dominios, Sasuke había podido dormir realmente y descansar para recuperarse de sus heridas, abriendo lentamente los ojos tan pronto como el sol emergió en el horizonte y el busque se llenó del ruido de los animales en su mundana actividad, pero aun así había una calma en el ambiente que no había sentido en mucho tiempo, se sentía a salvo lo que en su caso era algo muy extraño de percibir. Con su estola bajo su cabeza permitiéndole estar cómodo, Sasuke apretó ambas manos, deseaba poder volver a estar en pie pero al intentar erguirse con ayuda de sus brazos solo eso pudo lograr ya que sus piernas aun no le respondían del todo, obligándolo a volver a recostarse y esperar, confiando en que Suigetsu aparecería en cualquier momento con la medicina que lo ayudaría a recuperarse más pronto. En medio de sus pensamientos y abriendo los ojos, Sasuke suspiró al sentir el aroma de aquella chica humana y sus pasos acercarse, apartando la mirada y mostrándose indiferente cuando ella apareció en el claro, cabizbaja y cargando una hoja de gran tamaño—como el día anterior—en que parecía llevar fruta, lo sentía con su agudo olfato pero sin importar que el Uchiha tuviera hambre, se negaba a comer, ya mucho se había degradado la noche anterior comiendo alimento de humanos por primera vez y no lo volvería a hacer.
—No quiero— desestimó Sasuke con voz seria, pero a pesar de todo la chica se acercó a su lado y dejo la comida para que él la tomara. —Ya te dije que no quiero nada, entiende— insistió más suavemente, no queriendo sonar maleducado.
Decepcionada consigo misma, Sakura bajo aún más la mirada y soltó un suspiro, había esperado que la fruta compensara el pez que había perdido en la madrugada y el hecho de que no sabía que más ofrecerle al no conocer alimento alguno que no consumieran los humanos, ya que hasta los ratones de campo eran comida humana, pero tampoco pudo moverse de donde estaba, sentada junto a aquel hombre cuya cálida presencia la hacía sentir segura y a salvo…ojala y pudiera estar junto a él todo el tiempo y olvidarse de sus problemas. Aunque tenía su mirada vuelta hacia la dirección opuesta a la chica humana, Sasuke se dio cuenta del moretón que tenía en su mejilla izquierda, el corte en su labio inferior y otros golpes más, ¿Por qué?, ¿quién la había lastimado? Desde el primer momento Sasuke había inferido varias cosas sobre esta chica, la más importante es que era huérfana, solo así se explicaba lo descuidado de su aspecto; estaba demasiado delgada para una chica de su edad y su vestido demasiado desgastado por el uso, como si no tuviera más ropa que usar. Como dios que era, el Uchiha siempre había despreciado a los humanos por su crueldad, por el defecto de matarse los unos a los otros pero ¿era así como los humanos trataban a los huérfanos?, ¿nadie le había mostrado la más mínima amabilidad?, ¿nadie se había asegurado de que estuviera sana o pudiera comer? Humana o no, insignificante o no, estaba claro para Sasuke que esta chica necesitaba protección.
—¿Quién te hizo eso en el rostro?— preguntó Sasuke, sin voltear a verla ni dar a entender que le interesara, pero de todas formas sorprendió a la chica que alzó la mirada hacia él. —Está bien, no es necesario que me lo digas— desestimó, intuyendo lo que ya había supuesto; que esa chica no podía hablar.
Hasta ahora Sasuke había supuesto que aquella chica humana no podía hablar, solo así se justificaba tanto silencio de su parte pero ahora estaba absolutamente seguro de ello o ya le habría dicho algo ante su pregunta, mas él no la presionaría con respecto al tema si ella no podía hablar, solo no podía evitar sentir lastima por los golpes que veía en ella y que estaba seguro no merecía haber recibido. Al solo recibir silencio por parte de la chica, Sasuke volvió muy lentamente la mirada hacia ella por el rabillo del ojo, casi como si fuera un perro común y sin terminar de volver la cabeza hacia ella pero curioso por su reacción, ¿Por qué aquella chica era tan diferente del resto del mundo? Sorprendida a mas no poder, Sakura tembló mientras observaba a aquel hombre, sintiendo como su corazón latía más rápido cuando el volvió la mirada por el rabillo del ojo, naturalmente su rostro no demostraba emociones como ya había comprendido que era él, pero sus profundos ojos ónix parecían curiosos mientras la observaba y ella no supo que decirle para agradecerle por siquiera hacer aquella pregunta que nadie le había hecho en los últimos siete años, y ella había perdido la esperanza de que alguien volviera a hacérsela alguna vez. Superada por la sorpresa y la felicidad, Sakura sonrió como no había hecho en mucho tiempo, de haber podido habría reído por lo bajo pero no podía hablar por lo que todo cuanto demostró fue una deslumbrante sonrisa.
—¿Por qué te pones feliz?— cuestionó el Uchiha con extrañeza ante su reacción. —Solo te pregunte como estabas— no debería emocionarse tanto por una pregunta.
Desde su infancia y aunque había tratado de dejar esa parte de su personalidad atrás, Sasuke había aprendido que cuando algo no se entendía se debían hacer preguntas y él en ese momento no alcanzaba a comprender o entender del todo a aquella chica que—y debía aceptarlo—había despertado el mínimo interés en él, ¿por qué estaba tan lastimada?, ¿quién se había atrevido a herirla siendo tan indefensa? Sentía que lo mínimo que podía hacer por ella era entenderla, después de todo ella le había buscado comida pero no había esperado que ella sonriera ante su pregunta y más con ese brillo en la mirada que hizo sentir incomodo a Sasuke, porque nunca había visto una mirada ni una sonrisa así. Por costumbre y aunque no tuviera voz para reír, Sakura se cubrió los labios con una mano para disimular su reacción, advirtiendo la reacción del Uchiha a quien percibió incomodo, además de que en ese momento le recordaba mucho a un perro con la mirada vuelta hacia ella aunque muy sutilmente, como si la escuchara y le prestara atención pero a la vez no quisiera demostrarlo, ¿cómo es que él la hacía sentir tan segura y feliz con su sola presencia?, ¿quién era él realmente? Sentada junto al hombre y tratando de refrenar su sonrisa lo más posible para no incomodarlo todavía más, Sakura solo lo observó en silencio y él a ella, ambos tratando de entenderse y dejar de sentir ese vacío que tenían en sus vidas por igual…
Ajena a todo cuanto la rodeara y completamente sumergida en sus propios pensamientos, Sakura casi brincó de alegría, sujetándose la falda del vestido para no tropezar; estaba feliz, feliz como nunca antes, ese hombre había hecho lo que nadie más por ella, ¡le había preguntado cómo estaba! se había preocupado por su persona y a pesar de su actitud distante ella había podido ver un corazón lleno de afecto y amabilidad...era el mejor ser que hubiera conocido, porque sabía que no era humano—eso lo tenía claro desde el principio—aunque él no le hubiera dicho nada concreto sobre su identidad. Sakura llevaba cinco años sola, desde que sus padres y hermanos habían muerto, y no era ninguna tonta, era muy consciente de lo poco o nada que tenía en la vida; una huérfana, sin hogar y que dependía en su mayoría de la caridad de los habitantes de la villa para sobrevivir, comer y vestirse, pero anhelaba grandes cosas en su mente inocente, anhelaba ser libre, conocer el amor, llegar lejos y encontrar su razón para vivir, su propósito, pero a pesar de todo no dejaba de creer ni tener esperanzas, y sabía que si tenía fe un día todo sería mejor, eso es lo que sus padres le habían enseñado, y ahora más que nunca estaba convencida de que todo iba a mejorar. Ensimismada como estaba, Sakura se sobresaltó al llegar a la villa y encontrarse de lleno con una serie de gritos de terror que la hicieron estremecer.
—¡Cuidado, son lobos!
Los gritos de terror eran estruendosos y desgarrados, como nada que Sakura hubiera escuchado antes y le tomó un par de segundos comprender el peligro, arrodillarse en el suelo casi en cuclillas y moverse de forma cuidadosa para ocultarse tras el abrevadero más próximo, asomando sus ojos para ver lo que pasaba y arrepintiéndose de inmediato. Como el grito que había escuchado proferir, era cierto, una manada de lobos había invadido la villa y los caninos se abalanzaban uno tras otro sobre las personas que allí vivían, atacando a las yugulares de sus víctimas y deleitándose con su sangre, apagando las vidas de tantos y sin cesar de disfrutar de su propio festín. Curiosamente, o así lo fue para Sakura, dos de los lobos sujetaron con sus fauces los hombros y brazos de un hombre a quien arrastraron a varios metros de donde ella estaba, como si se tratase de un prisionero. Entonces un gran lobo, de unos dos metros de altura apreció en escena con un imponente pelaje negro y en cosa de segundos paso de animal a hombre; alto y de corto cabello ébano de aspecto rebelde, vestido con una camisa purpura de cuello redondo y sin mangas, encima una chaqueta de cuero con estampado de hojas e igualmente sin mangas, pantalones purpura, botas de cuero y largos guantes sin dedos desde los codos, con muñequeras de cuero, armado con una infinidad de dagas en los costados de las piernas.
—Por fin te encontré, traidor insolente— habló el hombre-lobo, cruzando los brazos por sobre su pecho y sosteniéndole la mirada. —Te sugiero que me devuelvas ese fragmento, por tu propia voluntad— sugirió con superioridad, no teniendo problema en matarlo de ser necesario.
—Perdóneme, mi señor, le prometo que no volveré a escapar— aseguró el otro hombre que fue soltado por los lobos. Tambaleante, el hombre busco entre sus ropas y extrajo un pequeño fragmento de la Joya del Paraíso que tendió al hombre-lobo quien pareció satisfecho. —Que generoso es al perdonarme la vida— apreció dado que el hombre-lobo aun no lo había matado ni parecía querer hacerlo.
—¿Quién dijo que lo hice?— preguntó el pelinegro moviendo su mano izquierda y con un seco golpe en el aire, cortando la yugular a aquel sujeto. —No soporto a los traidores, ensucian nuestro linaje— declaró con voz clara para que cualquiera de sus sirvientes lo tuviera claro. —Amigos, regresaré al refugio pero ustedes pueden comerse a todos los humanos que quieran— declaró volviendo la mirada hacia el resto de la manada, que alzaron sus cabezas para escucharlo atentamente.
Con la misma facilidad en que antes había pasado de lobo a hombre en segundos, el pelinegro volvió a adoptar su forma de lobo emitiendo un sonoro aullido antes de internarse en el bosque dejando todo el entretenimiento a sus sirvientes que, en su ausencia, no dudaron en disfrutar de su festín con aun mayor deleite al tener el beneplácito de su Alfa. Temblando como una hoja, horrorizada no de las vidas que se estaban tomando sino del derramamiento de sangre involucrado, Sakura se sobresaltó al darse cuenta de que un par de lobos habían descubierto su escondite, a lo que se sujetó la falda del vestido y sin dudarlo corrió hacia el bosque lo más rápido posible…No muy lejos de allí, a unos kilómetros de distancia Itachi, Izumi y sus amigos continuaban con su camino cuando la wiccan frunció el ceño y detuvo su andar al sentir algo muy familiar, llevaba haciéndolo desde hace poco más de un kilómetro pero entonces no había estado segura, mas ahora sí; se trataba de un fragmento de la Joya del Paraíso, no podía equivocarse. Dado el agradable clima veraniego, la wiccan vestía una cómoda blusa blanca de tirantes, short de lino rosa pálido hasta los mudos y anudados en el frente, así como zapatillas converse blanca, con su largo cabello castaño cayendo sobre sus hombros por encima de la correa de su carcaj en su hombro derecho y su bolso en su hombro izquierdo. Advirtiendo que Izumi se había detenido, Itachi volteo a verla de inmediato al darse cuenta de su actitud.
—Izumi, ¿ocurre algo?— preguntó el semidiós, preocupado de que ella se sintiera mal. —Te noto un tanto nerviosa— pararían para descansar si eso la hacía sentir mejor.
—No lo mencione pero ahora estoy segura, siento un fragmento de la Joya del Paraíso— declaró la wiccan negando en silenció, —no es uno solo, son dos…creo— se corrigió al tratar de enfocarse y percibir mejor lo que sentía.
No es que se hubiera callado a propósito pero sentir un fragmento de la Joya del Paraíso no era cosa fácil para ella; si el fragmento no estaba contaminado era relativamente fácil de sentir, como ver la luz del sol, pero si estaba contaminado era como hallar el sol en un día completamente nublado, sus sentidos se entorpecían pero sus instintos ahora le decían que cualquier fragmento que estuviera sintiendo debía encontrarse cerca, diría que en el asentamiento más próximo…excepto que casi parecían moverse con vida propia, ¿cómo era posible? El jadeo de sorpresa y confusión por parte de Hinata, Naruto y Konohamaru fue inmediato pero Itachi no tuvo la misma reacción, si Izumi decía sentir algo él le creía sin dudarlo. Alerta, Itachi trató de sentir a través de su oído cualquier sonido pero no había nada salvo el eco pasajero entre los árboles o alguno que otro animalillo, por lo que inspiró aire profundamente y alzó la nariz al cielo tratando de sentir cualquier aroma que le fuera desconocido mas no había nada salvo el olor de lobos y otros animales comunes…no, el Uchiha abrió los ojos e inspiró mejor, tragando sonoramente para si al advertir que si seguían directo en su camino no se hallarían con nada precisamente alentador y se los hizo saber a sus amigos, porque por lo que había olido cualquier asentamiento humano que estuviera adelante o estaba siendo atacado o había sido destruido.
El aire apestaba a sangre.
En la mente de Sakura no estaba del todo clara la cadena de acontecimientos que la había llevado a tener que dejar la villa—tampoco es que la fuese a echar mucho de menos—e internarse en el bosque lo más rápidamente que le fue posible, sujetándose la falda del vestido para correr y sin considerar detenerse y pensar si era algo cuerdo correr de una manada de lobos hambrientos a quienes sentía aullar y ladrar varios pasos tras suyo. Una parte de ella quería sentir pena y lastima por todos los hombres y mujeres que vivían en la villa y habían muerto como consecuencia del ataque de los lobos, pero si ellos no le habían tenido siquiera un ápice de caridad o compasión ¿cómo sentirlo? En ese momento todo cuanto importaba a Sakura era correr y alejarse de esos animales que eran tan diferentes a aquellos con los que convivía diariamente en el bosque, hasta habiendo aprendido su lenguaje y a comunicarse con ellos…no, estas criaturas eran muy distintas, solo conocían el instinto y el cumplir las órdenes que había dado aquel sujeto que había pasado de lobo a hombre; pero si bien desconocía su nombre, su rostro no lo olvidaría nunca como tampoco había olvidado el de los ladrones que habían asesinado a su familia hacía ya tantos años. Para ella la muerte tenia cara, se había encontrado con ella varias veces a lo largo de su corta vida, pero parece que esta vez no podría escapar como si había hecho anteriormente.
Pero este miedo no fue motivo para que Sakura dudase en correr o disminuyera su velocidad sino todo lo contrario, porque por primera vez en todos los años que llevaba sola desde la muerte de sus padres sentía que merecía la pena vivir la vida, toda la iniquidad, la maledicencia y falta de empatía de aquellos que la rodeaban ya no eran tan sofocantes a su alrededor, podía ver más allá desde que conocía a aquel hombre al que había ayudado sin dudarlo, claro que él no era precisamente comunicativo pero era el primer ser en el mundo que le había mostrado amabilidad en todos estos años y le había devuelto las ganas de vivir, quería seguir su camino y dejar atrás la vida que tenia o al menos creer que al final habría algo mejor esperándole. De alguna forma, el bosque parecía estar cerrándose lentamente sobre Sakura, oscureciendo su entorno e impidiéndole distinguir del todo hacia donde se dirigía, pero su único pensamiento fue aquel hombre, él era su esperanza y aunque no lo tenía claro al único lugar al que quería ir era donde estuviera él, quería comenzar a vivir otra vez. Sin dejar de correr y no distinguiendo bien su entorno ante tanta premura, Sakura tropezó con la raíz de un árbol y cayó de rodillas al suelo, sabía que no tendría tiempo de levantarse al escuchar cada vez más cerca los ladridos de los lobos, y lo último que supo al volver la mirada por sobre el hombro con terror fue que esas bestias ya estaban sobre ella…
¿Cuánto tiempo había pasado? Sasuke no podía decirlo, en caso de que no lo notaran no traía un reloj en la mano ni era bueno midiendo el tiempo solo por el movimiento del sol, pero ya se sentía mucho mejor de sus heridas al haber podido tener una noche de sueño tranquilo y despertar con idéntica calma lo que con seguridad no podría hacer en cualquier otro lugar pues sus enemigos aprovecharían la ocasión para atacarlo. Aunque igualmente estoico y distante como siempre, Sasuke no podía dejar de pensar en aquella chica humana, incapaz de entender ¿cómo una niña tan demacrada le buscaba comida?, ¿cómo es que siendo tan inofensiva estaba golpeada?, ¿y por qué había sonreído cuando él le había preguntado por ello? Siempre había despreciado a la humanidad por su forma de ser para con sus propios congéneres pero ahora estaba mucho más preocupado por esa chica y que era todo lo opuesto a lo que él había conocido hasta ahora, y no dejaba de pensar en ella y desear que estuviera a salvo. Tras tan larga espera, Sasuke sintió el aroma distinto de Suigetsu acercarse segundos antes de que sus pasos le resultaran audibles; apartando las ramas de los arbustos a su paso, Suigetsu respiró mucho más tranquilo al llegar a un claro del bosque y encontrar a su señor aparentemente a salvo, excepto por los rastros de sangre que quedaban en sus ropas, pero sus heridas ya habían sanado.
—Mi señor, finalmente pude encontrarlo— celebró el Hozuki muchísimo más tranquilo. —Perdone mi tardanza, aquí tiene— tendió, haciéndole entrega a su señor de un pequeño frasco con medicina.
—Gracias— asintió el Uchiha, destapando el frasco y bebiendo su contenido de un trago. —Debemos continuar, cuanto antes— determinó, esforzándose un poco y logrando ponerse en pie, ya sin sentir dolor por sus heridas.
—¿Está seguro, amo?— consultó Suigetsu, observando atentamente a su amigo, —aún está muy débil— sabía que necesitaría un día más para sanar por completo.
—Me repondré más pronto si me muevo— sosegó Sasuke, dando un paso para abandonar el claro, pero apenas lo hizo volvió a detenerse de golpe.
—¿Qué pasa, señor?— preguntó el peliblanco, no habiendo oído ni sentido nada a diferencia de él.
—Puedo oler sangre y muchos lobos— contestó el azabache, inhalando aire para comprobar que su olfato no lo engañaba. —El olor de esta sangre es...— no podía equivocarse, no habiendo tenido cerca a esa chica desde el día de ayer.
Esa chica lo había asistido, le había conseguido alimento y esa mañana había acudido a verlo, lo quisiera o no se había familiarizado con su olor, sabía que la sangre que sentía en el aire era de ella, y solo hizo falta que inhalara aire y lo corroborara para abandonar el claro pero no para seguir con su camino sino para internarse en el bosque, porque si podía hacer algo por esa chica lo haría. Caminando rápidamente, Sasuke escuchó los pasos de Suigetsu tras de sí y preguntándole a donde se dirigía pero el Uchiha no contestó, no se le ocurría ninguna respuesta coherente para dejarlo tranquilo y no humillarse a sí mismo. En medio de la espesura del bosque, Sasuke encontró a un grupo de cinco lobos que estaban devorando una presa, o eso parecía ya que acercando sus pasos Sasuke sintió que se le detenía el corazón al ver que se trataba de aquella chica...una furia ciega nació dentro de él y solo hizo falta que se acercara más a los lobos dirigiéndoles una dura mirada para que esas criaturas inferiores temblaran de miedo y salieran huyendo de inmediato. Sintiendo la furia de su señor pero sin saber el motivo tras ello, Suigetsu se acercó a la chica humana que estaba tendida en el suelo, situando dos de sus dedos contra el lado de su cuello, pero sin sentir pulso y la sangre que cubría su vestido denotaba que o había muerto desangrada o mortalmente herida por una de las mordidas de aquellos lobos.
—Está muerta, acabaron con ella— concluyó Suigetsu, regresando a su lugar de pie a la diestra de su señor. —¿Amo, usted conocía a esta chica?— preguntó, extrañado por la atención que su amo le dirigía a esa chica.
Durante todos los siglos que llevaba conociendo a su amigo y señor—casi 900, que era la edad que ambos tenían por igual—, Suigetsu había aprendido de sobra su odio por los humanos y lo compartía al igual que muchos otros—la mayoría—pertenecientes al clan dios perro, y ahora lo sorprendía y descolocaba enormemente que su señor sintiera lastima o pena por una humana ya que eso es lo que parecía, y que hubiera forjado un vínculo o entablado una amistad, tanto que solo pudo observar a lord Sasuke y esperar una reacción de su parte. ¿Por qué? se preguntó Sasuke sin apartar la mirada del cadáver de la chica, ¿por qué no conseguía sacar de su mente la imagen de aquella chica humana sonriéndole?, ¿por qué lo había marcado tanto que cuidara de él y se preocupara porque curara de sus heridas? Solo era una humana, una más de esa raza que él tanto despreciaba por su iniquidad, sin embargo...ella era diferente, lo sabía, lo había sentido en su corazón, ¿no era acaso motivo suficiente para salvarla? Una chica como ella no merecía morir, él no podía dejarla morir. Sintiendo a Desi palpitar enfundada en su fajín, Sasuke bajó la mirada con extrañeza pero pronto se dio cuenta de que la espada le estaba pidiendo que la usara y aunque Sasuke no sentía aprecio por ella, no dudo en desenfundar la reluciente hoja de acero digna de comparar con el mejor diamante y con empuñadura dorada.
—Vamos a poner a prueba el poder de Desi—declaró Sasuke en voz alta e intentando convencerse de ello.
Puedo ver a los sirvientes del otro mundo, el Uchiha enfocó a mirada en unas luces con forma humanoide que rodeaban al cuerpo de aquella chica y que pretendían tomar su alma, pero él no dejaría que muriera teniendo toda la vida por delante, le había enseñado algo muy importante y honraría esa enseñanza; esto no era ninguna prueba sin importar que él intentara convencerse de ello, la verdad era que consideraba que esta inocente chica humana merecía más tiempo, quería que ella tuviera más tiempo para vivir, quería que estuviera en su vida, se había vuelto dependiente a su afecto pese a apenas conocerla. Sasuke había evitado usar a Desi hasta hoy porque no tenía un valor real para él fuera de ser un recuerdo de su padre, o así había sido hasta ahora que con un seco movimiento de su espada cortó aquellas luces, y para incredulidad de Suigetsu quien observaba todo boquiabierto, el Uchiha se arrodilló en el suelo y con cuidado envolvió su brazo alrededor de la chica humana, acunando la cabeza de ella contra su hombro, esperando por segundos que se le hicieron eternos hasta que por fin escuchó el latido de su corazón, débil al principio pero pronto tornándose acompasado y normal, viéndola abrir los ojos y alzar la mirada para encontrar sus ojos con los suyos. Los golpes recibidos ya no estaban ni sus heridas, ante él solo yacía un rostro angelical y cargado de la inocencia más absoluta que había visto, y tenía que reconocer que ella tenía un rostro muy bello pese a ser solo una humana.
—¿Mi señor fue capaz de revivir a esta chica usando el poder de Desi?— preguntó Suigetsu al aire, apenas y creyendo lo que acababa de presenciar. —No puedo creer que mi amo haya salvado una vida humana— era demasiado como para creerlo.
El Uchiha observó atentamente el rostro de la chica que superó su sorpresa inicial al darse cuenta de que no se encontraba muerta, y tras ello se levantó lentamente del suelo y sin dedicarle siquiera media palabra a la chica humana que permaneció de rodillas en el suelo y observándolo con tanta incredulidad—no tanta—como Suigetsu quien boqueaba como un pez fuera del agua. Sakura lo había visto, había sentido que cruzaba el umbral entre el mundo de los vivos y el de los muertos, había escuchado la voz de su padre, su madre y sus hermanos llamándola pero algo la había regresado al mundo de los vivos y ahora sabía que ese algo era aquel hombre, él la había devuelto a la vida y ahora se mostraba imponente ante ella que solo pudo quedarse ahí congelada. Negando en silencio, haciendo a un lado su impresión inicial, Suigetsu siguió los pasos de su señor que procedió a continuar con su camino, receloso sin embargo de aquella desconocida chica humana que los siguió muy lentamente varios pasos tras ellos, pero aunque Sasuke pareció ajeno a ello en realidad había esperado que eso ocurriera. Esbozando una sonrisa ladina y sintiéndose mucho más tranquilo, Sasuke regresó a Desi a su funda, manteniendo su mano sobre la empuñadura y rememorando el palpitar que había sentido; la espada lo había salvado al estar en peligro y ahora le había pedido salvar la vida de una humana, ¿Por qué?
Desi…pensó el Uchiha con sorna, ¿acaso quieres darme el don para salvar a los humanos?, era un poco tarde para cambiarlo tanto.
Con expresión pensativa, Izumi guio el camino hacia la villa más cercana o cualquier asentamiento que estuviera en el camino en que sentía próximos los fragmentos de la Joya del Paraíso, ¿dónde estaban realmente? Sonaba extraño pero realmente casi podía sentir como los fragmentos se movían, sentía que iban en la misma dirección pero de alguna forma se encontraban en movimiento, oscilando muy cerca de hacia donde ella transitaba, con Itachi permanentemente a su lado y caminando a su ritmo en tanto Naruto, Hinata, Konohamaru y Hina—trepada sobre los hombros del pequeño garuda—trataban de seguir el ritmo de la wiccan sin emitir protesta alguna y no sabiendo que pensar sobre donde se podían encontrar los fragmentos que ella decía sentir y lo que ellos no ponían en duda. Tras largos minutos de trayecto y abandonando el bosque rutinario en que se habían encontrado, el grupo finalmente llegó a lo que parecía ser una villa de aspecto moderadamente grande, con casas de dos pisos, abrevaderos, caminos pavimentados y de aspecto muy cuidado que se había convertido en una auténtica masacre, la sangre estaba regada sobre el suelo anteriormente pulcro y los cuerpos lo cubrían todo, con partes faltantes en sus cuerpos por obra de mordidas semejantes a las de un perro con colmillos muy pronunciados y otra prueba eran las huellas caninas entre los charcos de sangre.
—¿Qué fue lo que paso aquí?— jadeó Izumi, apartando la mirada al sentir nauseas ante semejante masacre.
—Parecen haber sido atacados…por bestias— juzgó Hinata con mejor contención al haber visto matanzas anteriormente.
—Hay huellas de lobo— señaló Konohamaru de pie junto al Uzumaki que lo protegió con su cuerpo.
—Y una gran cantidad— asintió Naruto, intercambiando una mirada con la Hyuga que no supo que concluir de solo aquello.
—¿Izumi estas segura de que sentiste un fragmento?— cuestionó Itachi volviendo la mirada hacia ella para que no tuviera que contemplar aquella escena.
—Sí, no puedo equivocarme— asintió al wiccan completamente segura.
Era extraña la forma en que sentía que los fragmentos de la Joya del Paraíso—que deberían estar estáticos en su lugar—se encontraban en movimiento, no se parecía a nada que hubiera sentido antes pero estaba segura de lo que sentía, los fragmentos estaban en la villa o muy cerca pero tener delante tan dantesca escena y el olor de la sangre y la muerte le impedía concentrarse tanto como quisiera. Nadie dijo nada contra las palabras de Izumi, ¿cómo dudar de ella? Pero a su alrededor todo cuando había era sangre y matanza sin victimarios a identificar o al menos inmediatamente ya que mientras el grupo recorría la escena con la mirada en busca de una explicación, comenzaron a escucharse gruñidos caninos y de entre todo aquel desorden emergió un grupo de lobos de pelaje marrón claro, con los colmillos sobresaliéndoles de sus fauces al gruñir ante lo que ellos consideraban un enemigo. Siseando en el hombro de Konohamaru al advertir peligro, Hina saltó al suelo adoptando su forma de Quimera y correspondiendo a los gruñidos de los lobos con su propio gruñido, viéndolos retroceder aunque solo momentáneamente, situándose frente al grupo. Pero no solo ella no dudo en enfrentarse a los lobos sino también Itachi quien se posicionó delante de Izumi y los demás como escudo, sosteniendo con su mano derecha la empuñadura de Celik y listo para desenfundarla de ser necesario.
—Cuidado, Itachi— chilló Konohamaru ocultándose tras Naruto y subiendo a su espalda.
—Solo son lobos y no pueden hacer nada si no están en manada— desestimó el Uchiha, sosteniéndole la mirada a esas bestias salvajes.
A la hora de atacar a una presa grande—más que ellos—los lobos se valían de su superioridad numérica como manada para vencer y en ese momento solo eran seis contra ellos seis, en especial contra Hina que se imponía en su forma de Quimera, aunque tratasen de atacar nada les serviría lo suficiente para vencer y por más que Itachi no disfrutara de matar animales, lo haría para proteger a sus amigos. Viendo como los lobos no dejaban de gruñir y avanzar lentamente hasta ellos con pasos amenazantes, y recordando lo que había aprendido de su anterior combate contra su hermano mayor, Itachi desenfundó a Celik sin otro remedio y ya que la hoja fulgurante no los hubo intimidado, sin duda lo hizo la onda de relámpago que se desprendió cuando enterró la hoja en la tierra, enviando la onda oscilante a través de las superficie y haciendo retroceder a los lobos. En cosa de segundos, los lobos que no habían sido alejados por la onda relámpago comenzaron a aullar para convocar a los demás miembros de su manada o a su Alfa que apareció entre la espesura del bosque como el lobo enorme que era y que resultó mucho más intimidante hasta que lentamente adopto su forma humana, recorriendo con la mirada con pesar e indignación los cuerpos de sus sirvientes muertos y siendo rodeado por aquellos que habían sobrevivido, alzando la mirada hacia el Uchiha que extrajo la hoja de Celik de la tierra.
—Ustedes, ¿cómo se atrevieron a matar a mis lobos?, ¿por qué?— cuestionó Shisui nada más verlos y colgándose de la respuesta para no matarlos de inmediato.
—Ese hombre…— murmuró Izumi al sentir los fragmentos de la Joya del Paraíso muy cerca, ahí mismo de hecho.
—¿Tú eres quien rige a todos estos animales?— asumió Itachi, ignorando las preguntas de aquel sujeto.
—Sí, ¿y qué?— contestó el Licano sosteniéndole la mirada a aquel sujeto y frunciendo la nariz al identificar su aroma.
—Eres despreciable, estas derramando sangre inocente— acusó el Uchiha ante su cinismo e indiferencia, —¿a cuantas personas has matado?— si algo detestaba era a aquellos que mataban por placer y se creían superiores.
—Solo los deje comer— se justificó él encogiéndose de hombros, —¿tienes algún problema con eso, perro?— inquirió refiriéndose a él como lo que era y haciendo que el Uchiha frunciera el ceño ante dicho calificativo. —Si hay algo que detesto es el olor de los de tu especie— eran solo bestias arrogantes y domésticas.
—Lo mismo digo, asqueroso lobo— equiparó Itachi, viéndolo como un salvaje que actuaba sin sentido y por su propio placer.
Era una enemistad muy antigua la que existía entre los llamados Licanos y los miembros del clan dios perro; se decía que el clan dios perro menospreciaba a los Licanos por estar profundamente relacionados con la raza humana mientras que los dioses que habían precedido al clan dios perro o que les habían dado origen a ellos habían sido creados al principio del universo junto a todo lo demás por el dios superior que lo controlaba y regia todo; como la dos razas caninas, lobo y perro, ambos mundos se miraban con recelo y desconfianza de forma continua. Sosteniendo la empuñadura de Celik en su mano derecha y oscilándola alrededor de su eje, Itachi trató de parecer más intimidante de lo que ya de por si era ante aquel sujeto, pero cuando la mayoría de los Licanos que había conocido no dudarían en correr, ese sujeto esbozo una seca sonrisa ladina y le sostuvo la mirada sin temor, el estar aparentemente desarmado no era un problema para él que comenzó a rodearlo como haría un depredador con un rival y el Uchiha no tardó en hacer lo mismo en respuesta. Intercalando su mirada entre ambos individuos, Izumi contuvo el aliento y sintió como si le quemara en la garganta al prever o tratar de anticiparse quien de los dos saltaría a atacarse primero y en medio de su observación se dio cuenta de por qué sentía tan cerca los fragmentos de la Joya del Paraíso, recorriendo con la mirada al hombre-lobo:
—¡Itachi, ese hombre tiene fragmentos de la joya en sus brazos y piernas!— gritó Izumi sin pensarlo dos veces, obteniendo la atención del semidiós y el Licano.
—Esa mujer…— se sorprendió el Licano, intrigado ante lo que acababa de escuchar.
Tan pronto como Shisui escuchó aquellas palabras salir de los labios de esa mujer, sintió como si un interruptor se moviera en su cabeza, ¿era posible?, ¿existía alguien capaz de ver los fragmentos de la Joya del Paraíso que él tanto estaba buscando para hacerse aún más fuerte? La voz cuerda en su cabeza le dijo; ella podría ser muy útil pues todos los seres mortales o inmortales que tenían conocimiento de aquel tesoro intentaban hacerse con él para volverse aún más fuerte y él no era la excepción con la única diferencia de que lo hacía por su manada, pero huir con aquella mujer no sería tan fácil como él pudiera pensar, sabía que necesitaría una estrategia mas por ahora se conformó con moverse a gran velocidad y aparecer en un segundo tras la wiccan, extrayendo una de las dagas que mantenía contra el costado de sus piernas y presionar el filo contra la yugular de la pelicastaña, no quería matarla realmente pero necesitaba un seguro. Como si hubiera advertido el peligro un instante antes de sentir el filo del arma contra su cuello, Izumi tragó saliva y ni siquiera de movió de su lugar, apretando los labios al sentir a ese sujeto tomarla del brazo para que no se moviera, ¿Quién diablos se creía que era? Aunque estaba curtido en la batalla, Itachi se sobresaltó cuando el Licano desapareció ante él y se situó de golpe tras Izumi, tanto como hicieron Naruto, Hinata y Konohamaru apenas un paso tras la wiccan.
—Te lo advierto, suéltala ahora mismo, o no respondo por lo que pueda hacer— advirtió el semidiós observando fieramente a aquel sujeto.
—Escucha muy bien, mi nombre es Shisui, líder del clan de los lobos, así que ten cuidado con cómo me hablas— se presentó el Licano con una seca sonrisa. Para mayor provocación acerco su nariz al costado del cuello de Izumi, inspirando profundamente su perfume. —Yo que tú no hablaría así, puedo matar a tu amiga en cualquier momento, si me fastidias— presionó el filo contra la yugular de la wiccan que se mantuvo lo más tranquila que le fue posible. —¿Realmente crees que podrías ganarme? Eres un mestizo y yo un inmortal, la diferencia entre nosotros es abismal— comparó pudiendo darse cuenta de quién era realmente.
—¿Por qué causan desastres a villas cómo está?— cuestionó Izumi, ignorando el filo de la daga contra su cuello. —Debería darles vergüenza, tienen todas estas tierras a su disposición y no las aprovechan, deberían cazar en el bosque y recolectar frutos, no traer muerte a gente inocente— lobos, hombres, mortales, inmortales o lo que fueran, nada justificaba tanta matanza y destrucción.
—Me sorprendes mujer, tienes agallas— reconoció Shisui observándola atentamente pues no reconocía a cualquiera. —¿Cuál es tu nombre?— jamás había conocido a una mujer con semejante carácter y eso le gustaba, por ahora la dejaría vivir.
—Izumi— contestó la wiccan observándolo por el rabillo del ojo, sin ceder cuando él le sostuvo la mirada.
—Bien, solo eso necesito saber— asintió el Licano sonriendo ladinamente, inspirando el aire para recordar su perfume…hasta que volvieran a verse, porque lo harían.
Como Alfa de los Licanos, Shisui había conocido a toda clase de féminas, al fin y al cabo integraban las distintas manadas o coven que existían a todo lo largo del mundo pero nunca antes había visto a alguien que le sostuviera la mirada de esa forma y que cuestionara o reprendiera sus acciones, era un inmortal ¿por qué habría de rendirle cuentas a alguien más? Pero entre tanta sumisión de parte de sus vasallos lobos y hermanos Licanos, lo extasió ver tanta determinación en aquellos pozos oscuros y sentir tanta ferocidad en el cadencioso aroma a rosas y lavanda que impregnaba sus sedosos cabellos castaños, era una mujer muy peculiar y eso solo lo concluía por su forma de vestir, pero también por su habilidad para sentir los fragmentos haciendo definitivo que está no sería la última vez que se verían. Alejando lentamente el filo de su daga de la yugular de la mujer, Shisui la empujó hacia el semidiós que la envolvió con sus brazos y nuevamente en un parpadeo adoptó su forma de lobo y se internó en el bosque esta vez seguido por sus vasallos lobunos. Mucho más concentrado en Izumi que en seguir con la mirada a ese maldito Licano para corroborar si realmente se había marchado—lo que sí hicieron Naruto y Hinata—, Itachi recorrió a la Uchiwa con la mirada y le preguntó si se encontraba bien, sintiéndose como un maldito tonto por no haber podido ayudarla pero todo había ocurrido demasiado rápido, mas ella lo disculpo sin dudarlo. Extrañamente Shisui no le había hecho daño…
Con andar lento y siempre digno de admirar, Sasuke abandonó por completo aquel bosque, siendo recibido por un relincho por parte de Aoda quien se había encontrado esperando ya que Suigetsu no había querido acercarlo más al no ser necesario, lo que sacó un jadeo de sorpresa a Sakura quien se cubrió los labios de inmediato al darse cuenta de que había recuperado la voz aunque no supo reconocer si ello la sorprendió más o tan hermoso caballo que hizo cabriolas de forma divertida, golpeando sus pezuñas en el suelo con intención de llamar la atención de su amo el lord del Oeste. Con una sonrisa ladina, Sasuke se acercó a Aoda, tomando las riendas y acariciándole la cabeza, revolviendo su crin mientras volvía la mirada por el rabillo del ojo hacia la chica humana que lo seguía y a Suigetsu, había sido consciente de que ella los seguía durante todo el camino, en cierto modo se había acostumbrado a su presencia y no podía decirle que se fuera, pero tampoco pretendía obligarla a seguirlo como deuda por haberla devuelto a la vida. Aprovechando la momentánea distracción de su señor o eso parecía, Suigetsu se volvió hacia aquella chica que observaba fascinada y sorprendida a Aoda, viéndola bajar la mirada al verlo a él que la estudió de arriba abajo; era una chica humana como cualquier otra, debía tener doce o trece años cuando mucho y unos vistosos ojos esmeralda pero nada más destacable.
—Bueno, creo que ya tuvimos suficiente de esto— habló el Hozuki finalmente, sin dejar de observar severamente a la chica. —No sé quién seas, pero mi amo tuvo un gesto lo suficientemente amable contigo al traerte de nuevo a la vida, no necesitas seguirlo, serias una carga para nosotros, así que sigue con tu propio camino, niña— dispensó a la chica, que bajo aún más la mirada únicamente. —Anda, vete— insistió, indicándole que siguiera su camino pero ella no se movió en absoluto.
—Por lo que hice al revivirte, deberías ser capaz de hablar de ahora en adelante— comentó Sasuke, soltando las riendas de Aoda y volviéndose hacia la chica, —¿verdad?— preguntó, habiéndola escuchado jadear al ver a Aoda.
—Si...mi señor— contestó Sakura con voz respetuosa. Aunque no lo demostró, Sasuke se sorprendió por su voz, no solo por lo dulce que era sino por su acento extranjero. —Déjeme acompañarlo, por favor, usted me salvo, y lo mínimo que puedo hacer es entregarle mi vida y servirle para siempre— rogó con sus brillantes ojos esmeralda.
—¿Tú le servirás a lord Sasuke? Eres una humana, ¿qué puedes hacer?— cuestionó Suigetsu de forma realista. —Escucha, niña; mi señor es un dios, es el gobernante de las Tierras del Oeste, de 1/4 parte del mundo, tiene millones de súbditos que le sirven sin cuestionarlo, dioses y seres inmortales— enumeró punto por punto, —¿qué obtendría de ti?— su señor no tenía súbditos humanos y ella no sería la primera.
Como en tantas ocasiones de su pasado, recordando quien era o había sido, de donde venían sus padres y su alcurnia, Sakura deseó decir que no era una simple campesina, que tenía abolengo y dignidad para acompañar a alguien como lord Sasuke pues ahora por fin sabía su nombre…pero mal que mal él era un dios y ella una humana, habían realidades muy grandes separándolos y de una u otra forma ella era su inferior pero no le molestaba serlo, él le había dado más de lo que ella podría haber pedido en su vida y todo cuanto ahora deseaba hacer era servirle, aunque de su glorioso pasado solo tuviera el vestido que traía puesto y que estaba visiblemente desgastado. En silencio, Sasuke prefirió no contradecir a Suigetsu porque al fin y al cabo tenía razón, ¿qué propósito tendría esa chica humana si aceptaba que ella lo siguiera? Él no tenía súbditos humanos ni ningún dios los tenia, no los de prestigio ya que solo sus inferiores se relacionaban o mezclaban con los humanos, y muy bajo había caído su padre Fugaku al enamorarse y casarse con una humana. Sasuke estaba realmente confundido, no podía explicar la profundidad de lo que estaba sintiendo; él que odiaba a los humanos ahora encontraba placentera y hasta necesaria la presencia de esta chica, la devoción, afecto y admiración en sus ojos esmeralda eran algo que jamás había experimentado de nadie y que no quería dejar de experimentar.
—Suigetsu, ve al palacio junto con Aoda— ordenó Sasuke con el panorama más claro, —nos harán falta provisiones para el viaje, y encárgate de traer vestidos apropiados para una dama— su amigo lo observó con confusión y sorpresa, —si ella va a viajar con nosotros desde ahora, debe vestir dignamente— él no permitiría menos.
—Sí, amo— asintió el Hozuki sin dudar en obedecer, reverenciándolo y aproximándose a Aoda a cuyo lomo subió, y el corcel no dudo en elevarse hacia el cielo para incredulidad de Sakura que jadeo al perderlos de vista en un parpadeo.
—Es algo fanático del protocolo, ignóralo, eso hago yo— aconsejó el Uchiha, acercándose a la chica, que asintió en respuesta. —¿Cómo te llamas?— preguntó ya que ella ya sabía su nombre pero él no el suyo.
—Sakura, mi señor— contestó la pelirosa, bajando la cabeza y reverenciándolo.
—No necesitas tratarme con tanto formalismo— disculpó el azabache, no queriendo obligarla a rendirle pleitesía pues no lo consideraba necesario.
—Claro que sí, usted es un dios y yo una humana— diferenció ella recordando lo que le habían enseñado sus padres, —tutearlo sería una gran ofensa— él era su señor y ella lo obedecería en todo.
Descendiente de los primeros españoles que habían llegado al continente e hija de un noble poderoso dentro de una villa de humanos inferiores que se creían poderosos, lo primero que Sakura había aprendido es que existía un orden natural de las cosas; había dioses y reyes o emperadores, había nobles o burgueses y bajo todo ello estaban los humanos comunes y los esclavos, siendo esto último algo que ella condenaba totalmente pero no podía evitarse al existir maldad o codicia en el mundo. Para Sakura estaba claro que un dios o un noble no se hacían con el tiempo sino que en ello recaía la ascendencia y de donde se venía por lo que siempre seria la súbdita de lord Sasuke y su leal esclava, desde el día de hoy su vida le pertenecía por completo. Incluso en el clan de los dioses perro, las intrigas eran algo normal y Sasuke lo sabía bien, había crecido viendo a su madre usar una máscara invisible delante de todos para ocultar sus emociones y hasta el día de hoy lo hacía, la honestidad y transparencia eran algo que pocas veces se veía y ahora él lo tenía delante de los ojos, notaba cierto temple y dignidad en Sakura que le recordaba su forma de vida pero también mucha inocencia y pura honestidad en esos bellos ojos esmeralda, apenas estaba conociéndola y sin embargo viendo en sus ojos sabía que podría confiar en ella y poner su vida en sus manos, y que ella entregaría su vida por él sin dudarlo, ¿quién era realmente?
—Escucha, Sakura, tienes permitido seguirme, tómalo como un agradecimiento por tus atenciones— aceptó Sasuke finalmente, aunque ello ya lo había decidido antes, —pero tengo condiciones; no nos retrasaras, buscaras alimento por tu cuenta, no te quejaras, te harás cargo de Aoda, y te mantendrás al margen de las batallas cuando yo lo diga— explicó observándola atentamente, —¿está claro?— inquirió para estar más claros.
—Sí, mi señor— asintió Sakura de inmediato, prometiendo cumplir diligentemente con sus expectativas.
La verdad es que Sakura agradecía de todo corazón que lord Sasuke le asignara aquella tarea, por un lado estaba absolutamente fascinada con aquel hermoso caballo blanco de nombre Aoda y por otro lado no quería tener nada que ver con la guerra, la sangre o las batallas, la muerte era algo que despreciaba tanto como la falta de caridad humana, y trataría de cumplir con todo lo que su señor le confiara...Sakura tuvo que esforzarse por mantenerse tranquila y no sonreír delante de lord Sasuke al reparar en lo fácil y relajante que le resultaba articular su nombre en su mente; lord Sasuke, sereno y distante pero a la vez digno y cálido, justo como él. Satisfecho con la respuesta de Sakura, Sasuke asintió únicamente antes de indicarle que lo siguiera y continuar con su camino a pie ya que no podían quedarse ahí esperando a que Suigetsu y Aoda regresaran, en una pradera abierta donde podrían atacarlos, sin molestarse en volver la mirada hacia Sakura a quien sintió caminar dos pasos tras suyo. Una parte de él se llenó de profundo asombro ante el enigma que tenía delante...odiaba a los humanos desde su infancia como todos los dioses perro ya que quien se asociaba con ellos caía en desgraciada, como su fallecido padre, pero había concluido que no todos los humanos eran iguales, Sakura era totalmente diferente y por eso le permitiría acompañarlo, además de que quería protegerla.
Y quería impregnarse de su inocencia.
Palacio del Oeste, hogar del Clan Uchiha
Era un día más en el lujoso y soberbio palacio del Oeste, el hogar de los nobles más importantes del clan dios perro y en especial de los miembros de la familia real que gobernaba el poderoso imperio pero que era reducida; lord Sasuke quien se encontraba ausente y no tenía esposa ni hijos propios, y su madre lady Mikoto que actuaba como regente del Imperio en su ausencia y no había vuelto a casarse tras la muerte de su señor y esposo lord Fugaku hacía más de medio siglo. El día se mostraba pacifico para Mikoto, que permanecía sentada en un hermoso diván de seda marfil con detalles dorados, ataviada en un revelador camisón de gasa celeste que envolvía su figura de forma holgada, de profundo escote en V con mangas ligeramente ceñidas a la altura de los codos y larga falda con un corte al lado izquierdo para exponer una de sus piernas y su largo cabello azabache cayendo tras su espalda. La belleza de la madre del lord del Oeste era celebre, era quizás la belleza más grande del Imperio en su historia, joven e imperecedera como pocas y ella cuidaba con celo de su belleza que era un símbolo del poderío del Imperio, dejándose agasajar por sus doncellas que la acicalaban tras su reciente baño. La doncella que peinaba sus cabellos—mientras otras dos masajeaban sus manos con un aceite—detuvo su labor, prestando suma atención a los ruidos que percibía a lo lejos, lo que su bella señora obviamente noto.
—¿Qué oyes, Uruchi?— preguntó Mikoto, conociendo el agudo oído de su amiga.
—Pasos, en el pasillo— contestó Uruchi un tanto más tranquila, regresando su atención al cabello de su señora y que continuo peinando.
—Tus oídos son sensibles como siempre— celebró la Uchiha, volviendo la mirada hacia su amiga. —Son los pasos de Suigetsu, él y mi hijo siempre caminan con presencia allá a donde van— reconoció prestando atención a los sonidos que se sentían a lo lejos.
—No sabía que lord Sasuke volvería— comentó otra de sus doncellas, más joven y que como la gran mayoría de las féminas sentían admiración por su hijo.
—Tampoco yo, y no siento su aroma lo que significa que solo él regreso— diferenció Mikoto, enfocándose en sentir a su hijo pero sin éxito. —Tráiganlo ante mí— ordenó a dos de sus doncellas y que se encontraban de pie junto a la puerta.
Siempre solicitas e incapaces de negarse a las órdenes de la poderosa lady Madre y Regente del Oeste, las dos doncellas que se encontraban de pie junto a las puertas reverenciaron a la dama y abrieron estas para retirarse y cumplir con su orden, en tanto Mikoto despidió a sus otras doncellas para poder entrevistarse con Suigetsu, masajeándose las manos mientras Uruchi le acomodaba el cabello permitiéndole levantarse de su diván con toda la dignidad que tanto admiraban de ella, sin molestarse en ponerse una bata por sobre el camisón o cambiarse a un vestido más elaborado, ¿para qué? Suigetsu era el hombre de confianza de su hijo, su Primer Ministro y mejor amigo, él la conocía casi tanto como Sasuke y ante él no tenía por qué ocultar nada. Suigetsu había tratado de moverse lo más sigilosamente que le fue posible por los pasillos del palacio, ordenando a sus sirvientes de confianza que cargaran a Aoda con una muda de ropa para lord Sasuke, todo cuanto necesitarían en su viaje y medicina para ayudarlo a sanar totalmente de sus heridas, pero en especial un arcón repleto de vestidos, camisones, joyas, vestidos, zapatos y útiles femeninos además de perfumes...cuando dos soldados bajo las ordenes de lady Mikoto lo llevaron a sus aposentos sin otro remedio, y el Hozuki siempre respetuoso ingresó en la estancia con la mirada baja por respeto a la madre de su señor.
—Lady Madre— saludó Suigetsu, reverenciando a la noble dama, —¿quería verme?— consultó pese a saber la respuesta.
—No sabía que mi hijo volvería, ¿o es que no viene contigo?— preguntó Mikoto haciéndose la desentendida. —Adivine— celebró al no recibir respuesta.
—No hay nada que usted no sepa, mi lady— sosegó el Hozuki o eso intento hacer.
—Sí, hay algo que no sé— diferenció la Uchiha, acercándose lentamente al peliblanco y olisqueándolo profundamente. —Hueles a sangre, y no es tuya sino de mi hijo, ¿acaso está herido?— interrogó con preocupación, mas Suigetsu no dijo nada. —Déjennos— despidió tanto a los guardias junto a la puerta como a sus doncellas, esperando a escuchar que las puertas se cerraban. —Habla— insistió, necesitando saber más.
—Se enfrentó a su hermano, Itachi, y fue herido por la onda de relámpago de Celik—reveló el peliblanco forzado a obedecer a la madre de su señor. —No fue grave, descansó y ya se encuentra bien— tranquilizó al ver palidecer a la noble dama.
—Sin embargo no ha venido a verme— notó la azabache sin poder evitar preocuparse como madre que era, —¿qué no me estás diciendo Suigetsu?— interrogó queriendo despejar toda duda y no dejar que su hijo se expusiera a algún peligro.
—Nada, se lo aseguro, mi señor no quería preocuparla— asintió él de inmediato sin decir ninguna mentira. —Está en busca de un herrero que le forje una espada digna de su poder, Jiraiya se negó por lo que deberá buscar a alguien más— la madre de su señor merecía estar en contexto de la situación que tenía lugar.
—Una sabía decisión, todo gran líder tiene una espada igualmente poderosa— asintió Mikoto para quien la guerra no era algo desconocido. —Puedes partir, Suigetsu— dispensó notando que el peliblanco respiraba más tranquilo, —pero mantenme informada de todo, no quiero que mi hijo vuelva a correr un riesgo como este— condicionó, no queriendo que se le mantuviera al margen. —Entiéndeme bien, si vuelve a salir herido debes hacer que venga aquí, a su Imperio— insistió acercándose más al peliblanco y siendo muy enfática en sus órdenes, pues no aceptaría menos.
—Así se hará, lady Madre— aseguró Suigetsu, conteniendo el aliento en el proceso. —Con su permiso, me retiro— se excusó para cumplir con las ordenes de lord Sasuke.
En el pasado y si bien su esposo y señor Fugaku había confiado en ella, durante los primeros días de su matrimonio Mikoto recordaba como él había pretendido burlarla y hacer que solo rigiera la corte cuando ella había sido preparada para gobernar como su igual, habían sido necesarias varias décadas para que él entendiera que ella no era solo una cara bonita y hoy en día Mikoto se enorgullecía de tener el control del Imperio pero para ello precisaba saber todo lo que ocurría a su alrededor, no concebía otra forma de gobernar y ello incluso se extendía hasta la vida de su hijo que había dejado de ser un niño hace mucho, pero no para ella. Bajando la cabeza con profundo respeto ante lady Mikoto, Suigetsu abandonó la habitación en silencio sabiéndose constantemente observado por la madre de su amigo y señor, y que era tan hermosa como intimidante, con las manos cruzadas a la altura de su vientre y la frente en alto así como una mirada hermosa pero fría...si solo se observaban los rasgos de tan sublime mujer, sería fácil señalar que ella y su hijo eran idénticos, tenían la misma actitud ante quienes los rodeaban con la única diferencia de que lady Mikoto era más espontánea y resuelta donde lord Sasuke era arrogante y estoico, pero no sin razón. Suigetsu respiró profundamente tranquilo cuando las puertas se abrieron y cerraron a su paso, permitiéndole marchar con la cabeza a punto de estallarle…
La noche había caído y con ella las temperaturas habían bajado de forma drástica, prueba de que el verano estaba llegando a su fin mas afortunadamente Izumi había estado preparada para ello, envolviéndose en una sudadera que había empacado por si acaso, beige suave y estampada en rosas del mismo color que sus shorts. Tras su encuentro con aquel hombre—si así podría denominársele pues también se le podía denominar como lobo—llamado Shisui; Naruto, Hinata, Itachi y ella habían tratado de dar digna sepultura al mayor número de habitantes de la villa que les había sido posible como hacían cada vez que se topaban con una masacre y que ya era cosa cotidiana, continuando con su trayecto de forma normal hasta que la noche había caído sobre ellos, forzándolos a dormir a la intemperie otra vez aunque nadie estaba en descuerdo con ello. Acompañada por Hina que amasaba sus patitas recostada en su regazo, Izumi avivó el fuego de la fogata en espera de Naruto e Itachi que habían ido en busca de más leña en tanto Hinata y Konohamaru se habían desviado al rió mas próximo para pescar su cena. Escuchando pasos contra la hierba seca y quebradiza de aquel claro, Izumi levantó la mirada al ver a la sicaria y el pequeño garuda cargando una bolsa plástica—ella se las había entregado—repleta de peces, y sonrió esperando que duraran lo suficiente para todos ya que tenían mucha hambre.
—¿El fuego ya está listo, Izumi?— consultó Hinata, dejando la bolsa a prudente distancia de la fogata.
—Sí— asintió la wiccan, viendo a la sicaria arrodillarse y abrir la bolsa. —Hinata quería preguntarte...¿conoces a los lobos con los que nos encontramos?— curioseó ya que no podía evitar interesarse en el tema. —Te note muy suspicaz ante Shisui— acotó ya que ella sabía de toda clase de criaturas problemáticas.
—No los había conocido personalmente, pero si oído de ellos a través de los relatos de algunos amigos en el pasado— diferenció la sicaria observando a la wiccan, —se llaman Licanos y son criaturas que rigen a los lobos como si fueran sus sirvientes, adoptan la forma humana a voluntad pero sus instintos son animales— sonaba dramático e irreal pero vaya que lo era.
—Construyen sus guaridas en lo alto de las montañas y creen que los demás somos inferiores, así que nos molestan, por eso los Garuda nos acercamos a los asentamientos humanos— respaldó Konohamaru que había tenido trato con ellos.
—Konohamaru, ¿acaso los conocías?— preguntaron la sicaria y la wiccan al mismo tiempo, sorprendidas en demasía.
—Sí, mi papá y mi mamá me contaron de ellos ya que los Licanos siempre pelean por su territorio y buscan como ampliarlo— asintió el pequeño garuda, sentándose cerca de la fogata para calentarse las manos. —Había oído de Shisui, su familia es numerosa y es el líder porque se cuenta que su padre descendía del propio Licaon— por eso todos le temían y respetaban muchísimo.
Entre las criaturas que podían adoptar forma humana sin ser dioses, los descendientes del gran Licaon eran los más temidos por su fuerza y poder, más Shisui que había adquirido el liderazgo de los clanes Licanos tras la muerte de su padre Kagami hacia poco menos de un siglo. Aunque Hinata nunca se había encontrado con los denominados Licanos u hombres lobo hasta el día de hoy, había crecido escuchando de ellos ya que regían la cima de las montañas y controlaban a los lobos como sus sirvientes y aliados, representaban todo aquello que era salvaje y que la raza humana parecía empeñada a aislar de sí mismos y la matanza sucedida en la villa que habían dejado atrás era la prueba. Habiendo leído toda clase de historias a causa de la época en que vivía, el siglo XXI donde los relatos mitológicos se tergiversaban con la verdad, Izumi había crecido escuchando sobre los hombres lobo también llamados Licanos o licántropos tanto como de los vampiros, las momias, los genios y más, se habían vuelto relatos populares de conocimiento universal, ¿pero sería posible que existiera algo de verdad en ello?, ¿realmente esas criaturas habían existido en algún punto? Acomodando bajo su brazo izquierdo los troncos que cargaba mientras llevaban otros dos bajo su brazo derecho, Itachi regresó silenciosamente al claro—seguido por Naruto igualmente cargando el mismo número de maderos—justo para escuchar la explicación de Konohamaru sobre los llamados Licanos.
—¿Licaón?— repitió Izumi para sí aún más curiosa al respecto. —He escuchado el nombre, pero no creo saber de quién se trata— nunca se había interesado en ese mito pero ahora comenzaba a sentir que estaba en un error por ello.
—Era el rey de Arcadia y pretendía acabar con la guerra en sus tierras, por lo que fue muy adorado por su gente, y construyó un templo en honor al rey de los dioses quien lo favoreció— contestó Itachi revelando su presencia y acercándose para dejar la leña cerca de la fogata. —Licaon se sintió satisfecho y se dedicó obsesivamente a los dioses, realizando sacrificios humanos pese a que estos condenaban esa práctica— explicó volviéndose hacia Naruto para ayudarlo a descargar. —Disfrazado, Zeus visitó al rey y fue llevado al palacio donde fue tomado como sacrificio. Licaon sospechó e hizo preparar un banquete para su visitante, pero el plato principal era la carne de un esclavo, por lo que Zeus condenó a Licaon y a todos los suyos, convirtiéndolos en hombres lobos— conocía el mito, Sasuke se lo había contado hace mucho tiempo.
—Entonces ese sujeto...¿es un hombre lobo?— concluyó Izumi, sin alcanzar a creerlo del todo. —Esto es demasiado surrealista como para creerlo— rió nerviosamente para si ya que le habían enseñado a no creer en esas cosas.
—Es el siglo XVI, Izumi, todo lo que en tu época parezca mito aquí es verdad— aclaró Itachi habiendo visto cómo eran las cosas en su tiempo.
—¿Los conoces, Itachi?— se interesó Naruto esta vez ya que tampoco había escuchado de los llamados Licanos.
—No particularmente, pero por parte de mi padre y como ya saben provengo del clan de los dioses perro y tenemos una rivalidad muy fuerte con esos salvajes, los consideramos inferiores ya seamos de linaje mestizo o puro— explicó el Uchiha pues Sasuke le había explicado dicha rivalidad en su infancia.
—Porque según se cuenta el padre de los dioses perro fue un dios que adopto la forma canina como símbolo de lealtad y protección a la humanidad— comprendió Hinata desde su lugar, conociendo los mitos sobre el clan dios perro.
—Según los mitos— diferenció el semidiós sin tener la verdad absoluta al respecto.
—Por eso ese sujeto llamado Shisui te menosprecio— entendió el Uzumaki, rememorando su encuentro con el líder Licano.
—No tengo nada contra él— protestó el Uchiha simplemente, —pero más le vale no volver a cruzarse en mi camino o no responderé con palabras— aceptó, solo porque nadie que tocara a Izumi y sus amigos viviría para contarlo.
Itachi se arrodillo ante Izumi y aprovechó la altura para besarla en la frente, su corazón se había paralizado del miedo cuando aquel sujeto llamado Shisui la había tenido en sus manos por unos efímeros minutos, había temido que pudiera lastimarla sin que él pudiera intervenir para salvarla a tiempo pero afortunadamente nada de ello había sucedido, si algo así volvía a pasar no se lo perdonaría y para empezar le arrancaría la cabeza a ese maldito Licano como se había jurado hacer cuando todo terminara y derrotaran a Orochimaru. Hasta entonces y si Shisui el Licano se atrevía a acercarse a Izumi, él no dudaría en atacarlo con todo lo que tenía para mantenerla a salvo. Sonriendo ante la acción de Itachi, sintiéndose absolutamente segura en tanto él le dijera que nada malo iba a pasar, Izumi no pudo evitar ruborizarse al encontrar su mirada con la del semidiós y a la par agradecida porque le contara claramente el mito para entender mejor la situación cuando obviamente había una latente enemistad entre el clan Licano y el clan de los dioses perro. De forma meditabunda Naruto desvió la mirada justo como Hinata, ambos meditando sobre si el Alfa Licano y los suyos volverían a cruzarse en su camino, ya habían visto de qué eran capaces y no tenían tiempo para perder con ellos ni querían hacerlo ni ver otra masacre.
Todos esperaban no volver a toparse con los Licanos.
PD: Saludos mis amores, en serio me disculpo por la demora pero apenas y he tenido tiempo estos dias, mas prometo que pronto estare a su entera disposicion, no lo duden :3 como siempre agradezco su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 las próximas actualizaciones serán "Más que Nada en el Mundo", luego nuevamente "Kóraka: El Desafío de Eros" y por ultimo "La Reina Olvidada", lo prometo :3 esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Mitología & Un Nuevo Comienzo: Quiero partir con una disculpa por mi ausencia de una semana pero estoy bajo mucho estrés por mis estudios así que no se si podre escribir este mes como hubiera deseado ya que tendré semana de exámenes durante las próximas dos semanas, pero prometo hacer cuanto me sea posible. Todos hemos oído relatos sobre los hombres lobo y se remontan básicamente al principio de los tempos, de hecho el mito de Licaon es el mas antiguo que encontré y que explicaría como se origino todo como un castigo del rey de los dioses hacia un hombre cuya devoción por los dioses traspaso los limites. Confieso que al principio no estaba del todo convencida con presentar a los Licanos en la historia, pero lo pensé mucho y me gusto dar un giro a la trama y respetar lo que representaba la trama de Inuyasha en este punto, esperando contar con su aprobación ya que siempre es muy importante para mi. Debo confesar que este es uno de mis capítulos referidos del arco, hasta ahora Sasuke estaba siendo el villano que se cruzaba en el camino de Itachi en busca de Celik y aunque esto ultimo continuara ocurriendo, tendrá una gran transición gracias a Sakura que se convertirá en todo cuanto buscara proteger, la inocencia de ella le abrirá a los ojos a un mundo completamente nuevo y lo hará aceptar el mundo de los humanos, así como entender las decisiones que tomó su padre Fugaku tanto para Itachi como para él.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
