-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Storm Song" de Philldel para Izumi, "Light" de Sleeping At Last para Itachi, "Gülbeşeker" de Aytekin Ataş para Shisui y "War of Hearts" de Ruelle para el contexto del capitulo.


En lo profundo de una empinada y alta caverna idéntica a aquella en que residía la manada lycana que lideraba Shisui—una de tantas a decir verdad—se hallaban reunidos o refugiados los Grifos cuales aves en las ramas de un gran árbol; naturalmente aquellas aves no hablaban el idioma humano entre si aunque sí que lo entendían y prueba de ello fue que siguieran con la mirada a la mujer que se paseaba al interior de la cueva bajo su atenta mirada. Para los Grifos, aquella mujer de gran belleza y profundos orbes ónix era como una diosa o señora y la observaban con vasallaje mientras caminaba entre ellos, sosteniendo en su mano derecha un gran y elegante abanico de plumas blancas semejantes a las de una avestruz o pavo real, y que desplegado ante ella exponía lo que parecía ser una imagen proyectada de lo que sucedía fuera de la caverna, en el territorio de los Grifos. La caverna se hallaba sumida en el silencio—salvo por el ocasional gorjeo o canturreo de los Grifos—y la oscuridad—salvo por lo que proyectaba el abanico de la mujer—, hasta que la mujer de cabellos naranja rió para sí ante la visión del clan o manada lycano avanzando en el territorio de los Grifos, justo lo que ella tanto había estado esperando para hacerse con los fragmentos que el Alfa lycano tenía en su poder, provocando caos y muerte en el proceso, por eso se hallaba aliada con los Grifos a quienes veía como sus mascotas.

—Despierten, primores, es hora de jugar— llamó la pelinaranja, haciendo que todos los Grifos la observaran con atención en espera de sus órdenes. —El mundo está en paz, por ahora— mencionó con el tono juguetón de una niña entrelazado a una voz muy seductora. —Cuanto nos divertiremos, ¿verdad?— preguntó volviéndose hacia uno de los Grifos al que acarició en el cuello con aparente afecto. —Que comience el juego— suspiró, habida de ver correr sangre.

Alguien con el poder que ella tenía no tenía necesidad de usar sirvientes como los Grifos para atacar, causar muerte y destrucción, pero a Takara no le agradaba ensuciarse las manos personalmente a menos que fuera estrictamente necesario, por lo que por ahora esos Grifos que parecían reverenciarla como una diosa o princesa eran una extensión de su poder, un poder comparable al de un ser inmortal porque eso es lo que ella era. Escuchando los gorjeos de los Grifos, que asintieron con aprobación y chocaron sus patas contra el suelo en respuesta, Takara rió melodiosa y venenosamente ante la idea del derramamiento de sangre que habría y que era justo lo que ella tanto buscaba; entre sus risas, fascinantes de ver y escuchar por igual, la pelinaranja fue elevada desde el suelo por una fuerza invisible—el viento—, moviendo su abanico y haciendo que este la hiciera girar en el aire hasta desaparecer como si se tratara de una suave pero rebelde brisa, y tras ello los Grifos se pusieron en alerta, esperando a que los lycanos se acercaran más a su guardia y así atacarlos sin piedad...


—¡Itachi!

Haciendo uso de la mayor velocidad posible, Itachi escaló una enorme pared de roca que desembocaba en una cascada de aspecto muy fino y que no tenía el volumen suficiente para formar una catarata pero que en lo alto formaba un amplio lago con cuya agua trató de no resbalar al subir las roca de la cima y que se encontraban húmedas, y casi un paso tras él iban Naruto y Hinata sobre el lomo de Hina que subía la pared de roca en su forma de Quimera. El semidiós no necesitaba escalar por su cuenta, Hina era perfectamente capaz de llevarlo sobre su lomo aunque con algo más de esfuerzo pero si Itachi hubo acabado de escalar aquel muro de roca—sacudiéndose las manos contra la tela de sus pantalones—fue porque siguiendo por su cuenta el rastro de los Grifos le era más fácil moverse ya que no se podía olvidar que su olfato era mejor que el de Hina. De pronto se escuchó un grito muy familiar en el aire y que hizo que Hina descendiera al suelo, alzando la cabeza en todas direcciones con el fin de encontrar al pequeño Garuda como también hizo Itachi hasta que entre las nubes del cielo descendió una figura alada que se desvaneció rebelando a Konohamaru, quien saltó a abrazar a Itachi con todas sus fuerzas, inmensamente feliz de ver al semidiós y a sus amigos otra vez, mismo sentir de Itachi que lo abrazó fuertemente.

—Konohamaru— reconoció Itachi rompiendo el abrazo y sonriendo ligeramente al observar al niño. —¿Estás bien?— preguntó observándolo de arriba abajo.

—Si…— asintió el pequeño garuda, conteniéndose de llorar al sentirse superado por la emoción, —logre escapar porque Izumi me lanzó del peñasco, pero no sé qué pudo haberle pasado— agregó, necesitando informar de ello a sus amigos.

—¿Sabes dónde está la guarida de esos sujetos?— inquirió Naruto desde el lomo de Hina, formulado la pregunta que todos querían hacer.

—Sí, se exactamente a donde ir— aseveró Konohamaru de inmediato, feliz por saberse útil.

—En ese caso ya no necesitamos ir hacia el refugio de esos Grifos— agradeció Hinata para sí, acariciando el pelaje de Hina.

—No, todo lo contrario— protestó el garuda de inmediato para sorpresa y extrañeza de sus amigos. —Shisui y su manada se dirigen hacia allá, planean atacarlos— aclaró, rememorando las conversaciones que Izumi y él habían escuchado.

—Perfecto, así nos ahorramos perder tiempo— suspiró Itachi, llegando primero que cualquiera a una conclusión certera. —Démonos prisa— apremió pasando su mirada por sobre sus amigos que asintieron de inmediato.

Cargando aun en brazos al pequeño garuda que se acomodó sobre sus hombros como un infante aún más pequeño de lo que era, Itachi subió al lomo de Hina tras Hinata y Naruto, ante lo que la Quimera se elevó del suelo y corrió a internarse en el bosque mientras Konohamaru se pasaba de los hombros de Itachi a los de Naruto, y de este al regazo de Hinata desde donde dio indicaciones—habiendo escapado de la manada de lycanos gracias Izumi, y sabiendo a donde ir—a la Quimera para que esta supiera a donde dirigirse, galopando en el aire y entre la espesura del bosque como si su vida dependiera de ello, tan preocupada como quienes iban en su lomo, aunque quizás no al nivel de Itachi. De forma permanente, Itachi situó su mano derecha sobre la funda de Celik que pendía de su fajín, no siendo un ser beligerante por naturaleza pero deseando emplear las habilidades de tan poderosa espada contra el Alfa lycano que había osado no solo tocar a Izumi sino secuestrarla y someterla al cielo sabía que martirio. Por primera en su vida Itachi sentía que los instintos más primarios y animales de su ser—propios de un perro—hacían hervir su sangre en cierto modo, todo lo que quería era volver a ver a Izumi, saberla a salvo y arrancarle la cabeza a ese arrogante lycano, porque no permitiría que nada ni nadie pudiera lastimarla.

Le había prometido a Izumi que la protegería, y lo cumpliría siempre.


El arte de la guerra era extremadamente complejo y aun tras varios meses yendo y viniendo de su propio tiempo al siglo XVI, Izumi no acababa de entenderlo por completo pues había nacido en la atalaya privilegiada del siglo XXI mas trataba de curtirse con la barbarie para aprender y no dejarse corromper en el proceso pues mal que mal era pacifista ante todo. Caminando a la diestra de Shisui, Izumi observó todo a su alrededor y se fijó por donde iba para no tropezar; la manada lycana o los miembros más fuertes por lo menos—y ello incluía a Shisui—había abandonado su territorio, cruzado el rio que separaba su asentamiento o refugio y se habían internado en el territorio de los Grifos que tenía una gran similitud con el territorio de los lycanos, su refugio u hogar también era una enorme montaña o caverna que formaba un muro de roca que se acortaba a medida que se llegaba a su cima pero en la estructura no se formaba una cascada como en la cueva de los lycanos sino que era roca sólida y muy empinada a cuya base se detuvieron los miembros de la manada y su Alfa, observando el territorio en que habrían de pelear. Como si supieran que iban a ser atacados, desde los huecos que se formaban en lo alto de la caverna comenzaron a emerger los Grifos que surcaron el aire y rodearon su refugio...pero ninguno de ellos atacó, solo observó y se quedó en donde estaban, un comportamiento muy extraño.

—Esas cosas parecen ser muy inteligentes, no sé porque no atacan aun— comentó Izumi en voz baja y conociendo bien el comportamiento animal de las aves.

—Quizás el líder de esas criaturas sea más astuto con los fragmentos que tiene en su poder, pero nunca lo hemos visto salir— susurró Shisui a su diestra, estudiando de arriba abajo la montaña de roca. —¿Crees poder hallar los fragmentos?— preguntó dado que no había tenido ocasión de poner a prueba sus habilidades.

—Eso espero— contestó la wiccan únicamente pues aquello no era una ciencia exacta.

—Muchachos— nombró el Alfa lycano, volviéndose hacia los miembros de su manada, —encárguense de esas criaturas, nosotros encontraremos los fragmentos— designó, recibiendo un certero asentimiento en respuesta. —Izumi, sujétate— instruyó necesitando llevarla consigo en su ascenso e incursión.

Dominante y autoritario como era, Shisui pretendió cargar a Izumi en brazos pero ella alzó una mano frente a su rostro como si le dijera en silencio "detente ahí" para evidente extrañeza y confusión del Alfa lycano que la observó con confusión mientras ella lo rodeaba y se situó a su espalda, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello en una señal a la que el lycano le sujetó los muslos y dejó que se trepara a su espalda. Subir a la espalda de Shisui no era precisamente lo que Izumi querría hacer, hasta ahora y para moverse de otra forma que no fuera a pie o a caballo, solo había subido a la espalda de Itachi y no pretendía establecer comparativo alguno ahora pero no iba a ser una carga o damisela en apuros por lo que se sujetó de los hombros y cuello del lycano que volvió la mirada por sobre su hombro hacia ella y comenzó a subir velozmente la caverna o montaña de roca siendo inmediatamente flanqueado por un contingente de guerreros de su manada que se encargaron de protegerlo y cubrir el espacio entre la base de la caverna y su altura, lo que finalmente llamó la atención de los Grifos y que se lanzaron a atacar. Sumamente veloz al escalar y moverse, Shisui no apartó su mirada de lo alto de la caverna de roca en espera de que Izumi—con sus agudos sentidos para detectar los fragmentos de la Joya del Paraíso—le dijera donde sentía que se encontraba los fragmentos que tenía el líder en su poder.

—Shisui, ve tan arriba como puedas, creo que siento algo— instruyó Izumi, sintiendo la presencia de más de un fragmento cada vez más cerca.

Asintiendo en silencio, creyendo en la palabra de Izumi quien sabía lo que le decía, Shisui continuó escalando y no tuvo necesidad de dar instrucciones a la wiccan de que se sujetara firmemente de él para no caer puesto que Izumi ya lo hizo por su cuenta, dividiendo su atención entre estar pendiente de no caer de la espalda del Alfa lycano y enfocar su vista en la parte alta de la caverna de roca para identificar en qué lugar exactamente sentía la presencia del o los fragmentos pues aún no era del todo capaz de distinguir si sentía solo uno o más de uno, pero se decantaba por esta última posibilidad. Sujetando de las rocas al escalar, Shisui sonrió ladinamente para si al ver a un gran número de Grifos abandonar el interior de la caverna para atacar a los miembros de su manada, sonreía pero no porque le fuera indiferente el sufrimiento o muerte de los suyos sino porque el hueco por el que los Grifos salían de la cueva era el nido o refugio en que residían y si Izumi tenía razón era el lugar donde se hallaba el líder de aquella bandada y a donde el Alfa lycano se dirigió lo más rápida y cuidadosamente que le fue posible. Al llegar a la cima del hueco o pozo que daba con el interior de la caverna o nido, Shisui dejó que Izumi bajara de su espalda ingresando ambos en el interior y esperando hallar oscuridad pero lejos de ello una luz iluminaba el interior y ambos tuvieron que seguirla para ver por dónde iban, deteniéndose de golpe al hallar a una bella mujer pelinaranja aguardando por ellos.

—Te estaba esperando, Shisui el lycano— sonrió Takara con gran presunción.

—¿Quién diablos eres?— cuestionó Shisui situándose delante de Izumi como un escudo.

—Ella tiene el fragmento— susurró la wiccan para que el Alfa lycano la escuchase.

—Así es— asintió la pelinaranja escuchando a la Uchiwa perfectamente, —pero si quieren obtenerlo tendrán que matarme— desafió muy entusiasmada con el reto.

No era intención de Takara ser arrogante—hablando humildemente, aunque si pudiera lo haría desde luego—pero estaba ahí única y enteramente porque era su deseo, porque crear caos y destrucción era su deseo como no existía otro en el mundo; y respondió a los deseos de Shisui y la wiccan que lo acompañaba de hacerse con los fragmentos que ella tenía en su poder, abriendo el bello abanico de plumas que sostenía en su mano derecha, una amenaza a la que ni el Alfa lycano ni la wiccan supieron interpretar hasta que sonriendo para si Takara movió su abanico en su dirección liberando no solo una fuerte ventisca que los hizo retroceder y una especie de haz de luz que resquebrajó la roca de la entrada mientras avanzaba hacia ellos. Pero ya viendo aquello como una amenaza, Shisui se volvió hacia Izumi lo más rápido posible y la cargó sobre su hombro antes de saltar y comenzar a descender por la empinada caverna de roca, necesitando dejarla sana y salva con los miembros de mayor confianza de su manada y esta vez la wiccan no supo articular protesta alguna, sujetándose de sus hombros y espalda con todas sus fuerzas. Cargada de arrogancia y riendo con su presunción, Takara volvió la mirada sobre su hombro y asintió en una señal a los demás Grifos que quedaban en la caverna y que salieron a atacar…


Las batallas no eran algo a lo que Shisui rehuyera sino más bien todo lo contrario, pues como Alfa se esperaba que luchara por defender o proteger a su manada; pero ahora y como si su vida dependiera de ello cargó sobre su hombro a Izumi a quien sostuvo envolviendo su cintura con su brazo e intercalando su mirada entre la montaña o caverna de roca por la cual descendió con velocidad y sumo cuidado, y entre los Grifos que se acercaban a gran velocidad hacia él. Colgando sobre el hombro de Shisui, deseando protestar y decirle que no era ninguna damisela en apuros y que podía correr sin necesidad de que él la carga, Izumi se calló y enfocó su atención en los Grifos que se acercaban con toda intención de atacar; desarmada y no sabiendo que hacer, Izumi se sujetó de la espalda de Shisui que si no adoptó su forma de lobo fue solo porque la llevaba a ella sobre su lomo, lo que la wiccan agradeció profundamente. Enfocando su energía en sus piernas para correr lo más rápido posible, Shisui terminó de descender la montaña de roca de un salto sin soltar a Izumi, aterrizando y bajando a la wiccan de su hombro con un movimiento y al verla aterrizar sana y salva frente a él, el Alfa lycano se volvió hacia los Grifos a los que eliminó moviendo su brazo derecho en forma de garras para incredulidad de la wiccan que se cubrió los labios de la impresión al ver caer en pedazos a esos seres a la espalda del lycano.

—Kagami, Naka, protejan a Izumi— instruyó Shisui únicamente, volviéndose hacia la montaña de roca que dispuso subir nuevamente.

—¿Y usted?— consultó Naka, preocupado por su Alfa al igual que Kagami a su lado.

—No podrás solo con ella— protestó Izumi, como si leyera los pensamientos que rondaban su mente.

—Observa entonces— contestó el Alfa lycano, volviendo la mirada hacia ella por sobre su hombro y volviendo a escalar velozmente la empinada montaña.

—Vamos, mi señora, debe ir a un lugar seguro— aconsejó Kagami, instándola a alejarse del territorio de los Grifos.

—¿Señora?— repitió la wiccan, entre sorprendida y extrañada por el trato tan ceremonial.

—Sí, usted es la mujer de nuestro Alfa— contestó el lycano, volviendo la mirada hacia Naka quien solo sintió.

—Por Dios…— jadeó Izumi, más que avergonzada y enterrando el rostro entre sus manos.

Avergonzada o abochornada era un eufemismo para Izumi en ese momento, ¿Es que existía una manera clara y sensata de decirle a Shisui y a su manada que no era su mujer y que probablemente no iba a serlo nunca? Sin ofenderlos, claro, Izumi no era el tipo de persona que pasaba por encima de los sentimientos, creencias o tradiciones de otros y por causa de ese defecto es que ahora no supo que decir, suspirando sonoramente únicamente. Negando en silencio al no entender el todo porque a la wiccan llamada Izumi le disgustaba tanto la idea de convertirse en la mujer del Alfa lycano de la región y puede que del continente entero, Naka y Kagami solo pudieron observarse entre sí antes de señalarle que los siguiera hacia un lugar seguro...enfocados como habían estado ambos lycanos en estar pendientes de la wiccan y protegerla como su Alfa les había confiado hacer, ni Naka ni Kagami pudieron percibir al ágil Grifo que cruzó el aire casi sin emitir sonido alguno y se abalanzó sobre el pequeño grupo, atrapando a Naka entre sus garras y elevándose del suelo bajo la aterrorizada y sorprendida mirada Kagami e Izumi que solo pudieron observar, por ahora. Recordando que estaba desarmada, Izumi no supo que hacer pero pronto su mente comenzó a trabajar en busca de una solución, no había un arco, flechas, una espada o cualquier arma que pudiera serle útil en ese momento:

—¿Tienes un arma?— preguntó Izumi al lycano a su diestra y que no supo que contestarle. —Una daga o lo que sea— apremió, no pudiendo perder tiempo.

—Solo tengo esto— tendió Kagami, extrayendo lo más rápido posible una daga del interior de su bota.

—Perfecto— asintió la wiccan con una sonrisa. —Espero no fallar— agregó para si en voz alta.

Disparar una flecha a través de un arco era distinto a lo que Izumi iba a hacer, con su arco tenía apoyó en la dirección a la cual disparaba pero en ese momento y recordando las palabras de su abuelo que hasta el cansancio le recordaba su sangre griega, Izumi empuño la daga en su mano derecha y midiendo en su mente la distancia y la trayectoria arrojó la daga al aire hacia el Grifo, orando mentalmente porque diera resultado a tal punto que cuando la daga impacto en una de las patas del Grifo y soltó a Naka, Izumi no pudo hacer otra cosa que chillar de la emoción y brincar en su lugar antes de correr a auxiliar a Naka quien cayó al suelo, siendo velozmente seguida por un incrédulo Kagami. Aquel fue un cuadro impresionante de contemplar para los demás miembros de la manada lycana que se enfrentaban a los Grifos y que se esforzaban por mantenerlos a raya, ¿Qué clase de mujer era aquella wiccan? Parecía una diosa guerrera. Infinitamente agradecido con la mujer de su Alfa y que se arrodillo junto a él para ayudarlo a ponerse de pe al igual que Kagami, Naka deseó agradecerle pero un nuevo peligro se lo impidió; viendo la expresión de sorpresa y advertencia en el rostro de Naka, Kagami e Izumi se volvieron hacia el peligro, perdiendo el aliento al ver a Grifo a punto de saltar sobre ellos. Desenfundando a Celik, Itachi corrió lo más rápido posible hacia Izumi y se situó entre ella y el Grifo al cual cortó la cabeza de un solo golpe, volviéndose lentamente hacia la sorprendida pelicastaña.

—Izumi…— suspiró Itachi, apenas y creyendo que ella estuviera delante suyo hasta que ella corrió a abrazarlo con todas sus fuerzas.

—Tenía mucho miedo, creí que no volvería a verte— sollozó la wiccan, habiendo creído que podría no volver a verlo otra vez, pero ahora estaba tranquila.

—Ya estoy aquí— suspiró el semidiós, envolviendo sus brazos alrededor de ella.

Miedo justificado o no, de igual manera Itachi había temido llegar tarde, a cada momento en que buscaba cualquier rastro que hubiera podido dejar su perfume para encontrarla había orado al cielo y los dioses para no sentir el aroma de su sangre, no pudiendo perdonarse si algo le ocurría, si salía lastimada...no podría vivir, no lo soportaría pero ahora que Izumi estaba entre sus brazos e inspirando aire profundamente para disfrutar de su dulce perfume, Itachi sintió que todo estaba bien, eso era perfección para él, estando con ella. Sintiéndose segura y a salvo entre los brazos de Itachi a quien sintió besarla en la frente, la wiccan rompió el abrazó para encontrar sus ojos con los del semidiós, pegando su frente a la suya e inspirando aire profundamente para saber que no estaba soñando y que aquello era realidad, y sí que lo era, ahora nada más importaba, teniéndolo a él a su lado ya sea que salieran de esa situación o no todo estaría bien, ella siempre se sentía a salvo junto a Itachi. Escuchando una voz infantil llamarla, Izumi volteó justo para ser sorprendida con un efusivo abrazo de parte de Konohamaru a quien elevó del suelo, feliz de saberlo a salvo y sin ningún moretón o magulladura, pero su felicidad no hizo sino tornarse aun mayor de ser posible al ver acercarse a Naruto y Hinata quien por cierto llevaba a Hina sobre sus hombros en su forma de gata, ¿Es que el día podía tornarse mejor?

—Izumi, ¿Qué está ocurriendo?— preguntó Itachi finalmente, no necesitando una explicación para pelear pero sintiéndose mejor de tenerla.

—Los lycanos vinieron a atacar a los Grifos para quedarse con los fragmentos que tienen— explicó la wiccan lo más rápida y claramente que le fue posible, —pero las cosas no están saliendo muy bien, hay una mujer muy extraña que los comanda— agregó para curiosidad o extrañeza del semidiós.

—Yo me ocupare de esos Grifos— decidió Naruto, feliz de poder sentirse útil. —¡Todos, apártense!— gritó a los lycanos presentes, no queriendo lastimarlos.

Extrañados por la advertencia del fraile que parecía formar parte del grupo de amigos de la mujer de su Alfa, todos o la gran mayoría de los miembros de la manada lycana no supieron que hacer salvo observarse mientras resistían a los ataques de los Grifos, solo Naka y Kagami obedecieron de inmediato de pie tras la wiccan a quien tenían el deber de proteger; negando ante la tozudez o desconfianza de los lycanos, Naruto se quitó los guantes y dirigió el aire congelante de sus manos primero hacia el cielo, congelando a un gran número de Grifos y luego al suelo, ante lo que de inmediato los lycanos se hicieron a un lado con gran sorpresa, impresionados con los poderes del fraile y que superaban todo cuanto hubieran visto. Pero no todos los Grifos hubieron sido congelados por los poderes de Naruto, lo más astutos se alejaron para estudiar a sus enemigos y atacarlos volando rápidamente y cruzando el cielo, lo que Hinata previó, extrayendo una hoz que colgaba de su espalda y a la cadena que colgaba de la hoja amarró la empuñadura de la espada que pendía de su cinturón, arrojándolas en el aire como si fueran una especie de bumerang, cruzando el espacio entre ellas y los Grifos que fueron decapitados por el filo de sus armas que regresaron a su mano en cosa de segundos. Abrumados, los lycanos se observaron y jadearon con incredulidad, observando el gran número de enemigos que habían sido neutralizados.

Aliados o enemigos, en ese momento no importaba realmente.


Decirse sorprendido era un eufemismo para Shisui, quien hubo observado todo lo que sucedía mientras escalaba la empinada montaña de roca, dejando libre un suspiro pero con el característico aire de arrogancia que tenía como Alfa; debía reconocer que los amigos de Izumi y ese semidiós tenían mucha habilidad a la hora de pelear, no por nada el propio Alfa lycano había buscado entretenerlos o evitar toda confrontación directa a la hora de secuestrar a Izumi, pero en ese momento y si bien ello evito que los demás miembros de su manada salieran heridos, Shisui no tenía claro que pensar de ellos, observando todo por encima del hombro. Deteniendo su ascenso hacia la cima de la caverna, no sabiendo si considerar como aliados o enemigos a quienes acababan de llegar ya que podían querer vengarse de él y su manada por el secuestro de Izumi, Shisui se volvió hacia el semidiós que comenzó a escalar velozmente la caverna tras él; sintiendo movimiento acercarse, el Alfa lycano extrajo del interior de su chaqueta tres pequeñas navajas que arrojó contra el aire sin necesidad de voltear, hiriendo de muerte a un Grifo que se desplomó al suelo sin más y, como si se tratara de un reto, sin apartar su mirada del lycano, Itachi cortó la cabeza a uno de los Grifos que pareció abalanzarse contra él, haciendo destellar la hoja de Celik a modo de amenaza; eran como un perro y un lobo gruñendo antes de atacarse.

—Maldito mestizo, apareces en el momento menos indicado— masculló Shisui sosteniéndole al mirada al semidiós. —No tengo tiempo para ponerme a jugar contigo, por eso voy a fingir como si no te hubiera visto, pero lárgate ahora— aconsejó no queriendo que Izumi tuviera que presenciar cómo lo decapitaba.

—¡Cierra la boca!— gruño Itachi, más que harto de escucharlo. —Te las ingeniaste para secuestrar a Izumi; ahora da la cara y terminemos con esto— giró la hoja de Celik al sostener la empuñadura como única amenaza, dispuesto a todo.

—Escúchame bien, mestizo, dejaré que te largues de aquí— consintió el Alfa lycano, deseando evitar toda posible confrontación, —pero no te atrevas a tocar a mi mujer— solo lo dejaría ir por causa de Izumi, por nada más.

—¿Qué?, ¿tu mujer?— repitió el semidiós, absolutamente incrédulo ante lo que acababa de oír, —¿Cómo te atreves a decir eso?— le hirvió la sangre de solo pensarlo.

—¿Y por qué no?— cuestionó Shisui con superioridad. —Ella tiene todas las cualidades para quedarse conmigo, y sé que será mucho más feliz si permanece a mi lado, es mejor para ella permanecer conmigo que estar con un mestizo como tú— él era un inmortal mientras que Itachi solo un semidiós, —tengo pensado matarte para que Izumi se olvide completamente de ti— agregó como si quisiera echarle más sal a la herida. —De esa forma, hermosa Izumi, yo seré el único hombre que cautive tu corazón— declaró dirigiendo su mirada hacia la bella wiccan que observaba todo.

Apresurado, impetuoso o lo que fuera, Shisui fue incapaz de callar lo que pensaba en ese momento, riendo por lo bajo para sí ante la evidente expresión de disgusto, ira y celos que tenía el semidiós mientras lo observaba y resultó realmente fácil para el Alfa lycano compararlo con un perro furioso en ese momento, pero dudaba que fuera a morderlo, los de su clase no hacían eso. Por primera vez en su vida y todo a causa de Shisui, Itachi cerró los ojos y emitió un gruñido por lo bajo al sentir celos, ira ciega y deseos de arrancarle a la cabeza a alguien, a ese endemoniado lycano, ¿Quién se creía para hablar con tanto desparpajo? Y lo peor es que lo hizo sentir inseguro, hizo que dudara. Si le hubieran dicho a Izumi que iba a escuchar esa clase de declaración romántica…primer no se lo habría creído, segundo habría deseado que quien le dijera semejantes palabras fuera Itachi y se conformaría con que estas fuera sencillas pero honestas, y tercero pero no menos importante; habría deseado que se lo dijeran en privado y no habiendo tanta concurrencia, de hecho fue muy difícil para Izumi no sonrojarse hasta las orejas y desmayarse a causa de la impresión, ¿Es que Shisui no entendía un no como respuesta? Apenas y lo conocía, claro que era muy guapo y encantador pero ni siquiera eran amigos, ¿No podían conocerse primero antes de decidir sobre cualquier sentimiento? Por lo visto los lycanos no entendían eso.

—No puede ser…— suspiró Izumi, encogiéndose en donde estaba, —¿Cómo me metí en esto?— se preguntó enterrando el rostro entre sus manos.

—Hay que reconocer que es muy guapo, pero demasiado engreído— susurró Hinata a Naruto a su diestra, quien solo pudo asentir al estar totalmente de acuerdo.

—Ya basta, lobo miserable, ¡no eres digno de llamarla por su nombre!— gruñó Itachi, cansado de escucharlo y dispuesto a pelear con él como y donde fuera.

Izumi no era ningún objeto e Itachi no iba a permitir que nadie le adjudicara palabras o declaraciones que ella nunca habría dado y eso él bien lo sabía, él no solo peleaba por proteger a Izumi físicamente, también emocionalmente y para defender su honor como ahora, sosteniendo firmemente la empuñadura de Celik y escalando tras los pasos de Shisui quien sonrió ladinamente y continuó subiendo pero solo porque Izumi anteriormente le había indicado que sentía los fragmentos en la parte más alta de la montaña o caverna de roca, ¿Pero qué tan arriba? Shisui frunció el ceño pensativamente al escalar sin mayor esfuerzo, sintiendo que la estructura de la caverna se estrechaba cuanto más ascendía, ¿Dónde estaban con exactitud los fragmentos? Acompañada por Konohamaru, Hinata, Naruto, Hina y la manada de Shisui quienes la custodiaban y se encargaban de su seguridad, Izumi se apretó nerviosamente las manos, deseando gritar a todo pulmón y decirle a Itachi que las declaraciones de Shisui no eran correctas y que no sentía nada por él; la wiccan entreabrió los labios pero ninguna palabra salió de ellos sino que lo hizo un jadeó de sorpresa, una sensación eclipsó cualquier explicación que quisiera dar, la sensación de que había uno…no, más de un fragmento cerca y más concretamente en lo alto de la caverna cuya cima recorrió con sus ojos en busca de su localización.

—¡Shisui, esa mujer está más arriba!— gritó Izumi tan fuertemente como le permitieron sus pulmones.

—¿Más arriba?, ¿Pero dónde?— se preguntó Shisui, creyendo en sus palabras pero no sabiendo bien que hacer.

Creyendo en las palabras de Izumi y no osando ponerlas en duda, Shisui continuó subiendo y absteniéndose de entornar los ojos cuando sintió que los pasos del semidiós se acercaban a él cada vez más, era una verdadera lástima que ambos no pudieran pelear como deseaban pero ni Shisui quería ofender o preocupar a Izumi ni tenía tempo para perderlo con él por lo que siguió subiendo e Itachi uno o dos pasos tras él, casi pisándole los talones. Maldiciendo por lo bajo, los celos, duda e inseguridad de Itachi no hicieron sino aumentar al escuchar la voz de Izumi quien no se disculpó, protesto o rebatió las declaraciones de Shisui sino que ella solo habló para apoyarlo e instarlo a seguir subiendo, ¿En qué momento se había vuelto tan cercana a ese miserable lobo?, ¿Es que correspondía a los sentimientos que él decir tener por ella? Un paso por detrás de Shisui, empeñado en seguir subiendo con tal de enfrentarlo, necesitando descargar su ira por lo impotente que lo había hecho sentir al secuestrar a quien le significaba tanto, el semidiós y el Alfa lycano alcanzaron la cima casi al mismo tiempo, sorprendiéndose de sobremanera al hallar una especie de pared transparente e infranqueable de observar—como un muro—pero que cruzaron tras dar nada más un paso, desapareciendo de la vista de sus amigos en el caso de Itachi, o manada en el caso de Shisui, y que solo pudieron observarse entre sí…


Tras nada más cruzar aquella pared o muro cristalino, Itachi y Shisui por igual se hallaron ante una especie de campo abierto cubierto de nubes y neblina, sin sonidos, olores ni nada que identificara donde estaban, o así fue hasta que al escuchar algo cruzado el aire Itachi no dudo en arrojarse al suelo antes que Shisui, quien retrocedió sujetándose el brazo derecho en que tenía tres profundos cortes que comenzaron a sangrar, y el fragmento que tenía en el brazo cayó al suelo. Sosteniendo la empuñadura de Celik, Itachi movió la hoja contra el aire esparciendo la corriente eléctrica que finalmente dispersó las nubes y rebeló una figura. Se trataba de una mujer sumamente bella, de piel blanca y largo cabello naranja liso que caía sobre su hombro derecho resaltando una diadema de oro con cristales ámbar, destacando sus gatunos ojos negros y su esbelta figura que era ataviada por un elegante vestido durazno pálido de escote en V ceñido bajo el busto hasta las caderas, con mangas que se abrían desde los hombros como lienzos para exponer sus brazos y con falda de múltiples capas bajo una chaqueta de tafetán gris verdoso con bordados ónix en forma de cuervos, sin mangas y de escote en V escasamente cerrado a la altura del vientre, resaltando la cadena de perlas negras que caía sobre su vientre, arrogante y altiva con el abanico que sostenía y que parecía ser el motivo del reciente ataque.

—El día comenzó muy prometedor, y mira como acabó; mis sirvientes están muertos— suspiró la pelinaranja avanzando lentamente hacia el semidiós y el Alfa lycano, —todo por tu culpa, Itachi— reprochó como si hablara con un niño, con superioridad.

—¿Y tú eres?— cuestionó el Uchiha de inmediato, sintiendo un olor muy familiar en el aire.

—Takara, princesa del caos— se presentó ella con la misma arrogancia y superioridad.

—Tu olor…eres sierva de Orochimaru— identificó Itachi finalmente, tiñendo su voz de veneno.

—Su hija más bien— corrigió Takara con disgusto, lamentando existir por causa del viperino. Ante esa confirmación, Itachi dio un paso al frente y sosteniendo su espalda en su mano derecha. —Nada de provocaciones, Itachi, eres lindo pero no tan lindo— advirtió burlonamente, no queriendo pelear con él. —Por suerte para ti, tengo cosas que hacer, personas que ver, cosas que robar…adiós, por ahora— se despidió, decida a dejarlo con vida por voluntad propia pues no tenía nada contra él.

No es que Takara menospreciara a su rival, lo que ya de por si hacía pues él era un semidiós mientras que ella era una inmortal, pero no lo conocía y realmente no le interesaba matar o herir al Uchiha por lo que pretendió marcharse, elevándose por el suelo como si fuera rodeada por la brisa que no parecía soplar, ni ir o venir de ninguna dirección; pero recordando las palabras de Izumi, quien anteriormente había dicho detectar la presencia de fragmentos en la cima de la caverna o montaña, olvidándose de sus inseguridades—aludir o mencionar a Orochimaru hacía que se enfocara en destruirlo, y mejor si podía debilitarlo—, Itachi sostuvo firmemente la empuñadura de Celik y queriendo darle una lección a Shisui osciló la hoja de la espada, concentrándose en proyectar su propia energía a través del filo de la espada lo que desencadenó la onda de relámpago que era el ataque maestro de Celik—en palabras del herrero Jiraiya—y que se dirigió directamente hacia Takara quien en respuesta movió su abanico la desvanecerse cuanto antes, pero en el proceso no pudo evitar que el ataque de Itachi impactara contra la cadena alrededor de su cuello y que al resquebrajarse rebeló dos fragmentos de la joya del paraíso que cayeron al suelo. Rodeándose con el plumaje de su abanico que la hizo desaparecer de golpe, Takara se marchó como si nunca hubiera estado ahí, a lo que Itachi suspiro únicamente.

Al menos la batalla no había sido vano.


El peligro había pasado, y aunque mantenía una expresión de permanente desconfianza en su rostro como si esperara que Orochimaru o alguno de sus esbirros apareciera, Itachi dejó libre un suspiro y regresó Celik a la funda que pendía de su fajín y se volvió hacia Shisui quien comenzaba a erguirse visiblemente adolorido por la herida en su brazo y que aun sangraba, incluso parecía roto. Naturalmente fuerte de una manera en que un humano promedio no podría serlo, gracias a su sangre divina—aunque solo tuviera la mitad—, Itachi envolvió uno de sus brazos bajo el torso del lycano y lo cargó bajo su brazo como si se tratara de un saco o tronco, y de esa forma descendió por la ladera de la caverna de roca, teniendo sumo cuidado de donde pisaba pero moviéndose a gran velocidad, solo queriendo descender y llegar junto a Izumi. En la parte baja de la caverna o montaña se encontraban los miembros de la manada de Shisui, quien en vano trato que Itachi lo soltara para caminar y mantener su dignidad, lo que el Uchiha no le permitió por supuesto y con total intención de humillarlo, lo que le saco una sonrisa ladina; la manada del lycano también protegía a Izumi, a quien trataban de "señora" por haber sido elegida por su Alfa, y a sus amigos que si eran importantes para ella también debían serlo para ellos. Al bajar de la caverna, Itachi soltó a Shisui quien cayó de rodillas al suelo ante su exabrupto.

—Destruiste a esas cosas con la onda de relámpago— celebró Konohamaru, brincando de emoción cuando Itachi se acercó hasta ellos.

—Has dominado el poder de Celik— reconoció Naruto sonriendo ligeramente, feliz por ello como todos.

—Apenas, pienso perfeccionar la técnica— corrigió Itachi con fingida superioridad. —Ya que me deshice esos Grifos, ahora saldaré esas cuentas que tenemos, lobo— comentó en voz alta, volviéndose hacia Shisui pero fue detenido por una voz conocida.

—¿Saldarás unas cuentas?— cuestionó Izumi, incrédula ante lo que escuchaba de él, corriendo para situarse frente a Shisui como escudo. —¿Estás loco?, ¿No ves lo delicada que esta la situación? Shisui está muy herido— no permitiría que no lastimara en forma alguna.

—Estás heridas son insignificantes para mí, Izumi, no te preocupes— protestó Shisui con un gruñido para ocultar el dolor de sus heridas, mas agradeciendo su preocupación. —Prometí que pelearía para ser digno de ti, y lo haré— se puso de pie tras ella, sujetándola ligeramente de los hombros como expresión de agradecimiento.

—¿Así que quieres pelear?— desafió el semidiós dando un paso más cerca del lycano de pie tras Izumi.

—No te atrevas— regaño la wiccan endureciendo su voz y mirada, no queriendo una pelea.

Aquellas eran meras palabras, sonaban como palabras vacías y nadie tenía porque escucharlas o así es como Itachi lo consideró al sostener la mirada a Izumi, pero apenas y dio un paso hacia la wiccan pretendiendo pasar junto a ella y enfrentarse a Shisui como compensación por haberla secuestrado, Itachi tuvo que retroceder al ser repelido por una pared de energía invisible que se alzaba gracias a la voluntad de Izumi que le sostuvo la mirada sin dudarlo; era el viejo truco que le había enseñado lady Tsunade, usar la energía que proyectaba como wiccan y crear un escudo. ¿Qué parte de harta de peleas es lo que Itachi no quería escuchar o entender? Ser secuestrada ya había ido una experiencia lo suficientemente impactante por un día e Izumi urgentemente necesitaba tranquilizarse y respirar profundamente, ¿Podía hacer eso siquiera? Iba a hacerlo, aunque Itachi quisiera oponerse y se lo dejo claro al sostenerle la mirada y no ceder el lugar en que estaba, obrando como escudo para Shisui quien con una mirada les indico a los miembros de su manada que se aproximaran y se situaran tras él; le había dicho a Izumi sinceramente que deseaba que fuera su mujer y aunque ella le había dejado muy claro que no sentía interés bajo sus términos, Shisui no perdía la esperanza de ser digno de tener un lugar en su corazón, y para demostrarlo juraba protegerla con su vida y enfrentarse a ese semidiós.

—Váyanse, por favor, necesitan curar sus heridas— aconsejó Izumi finalmente volviendo la mirada hacia Shisui por encima de su hombro, viéndolo asentir.

—Así lo haremos, señora— aseguró Kagami en nombre de su Alfa y los demás miembros de la manada.

Huir no era una opción para Shisui sino más bien todo lo contrario, de ser por él se quedaría y enfrentaría en un duelo a muerte con aquel semidiós perteneciente al clan dios perro para demostrar que era digno de querer que Izumi se convirtiera en su mujer...pero si lo que ella quería era evitar cualquier conflicto y protegerlo, así como a los miembros de su manada, ¿Quién era Shisui para contradecirla? Estaba herido, ella no y encima de todo ella lo estaba protegiendo, ¿Cómo oponerse? Encontrando su mirada con la de Izumi quien se mantuvo indiferente, Shisui la reverenció con respeto y sin más paso de su forma humana a la de aquel enorme lobo o lycano de pelaje oscuro como no tardaron en hacer los demás miembros de su manada y emprendió veloz carrera hacia el interior del bosque, no sin detenerse antes en el umbral de la espesura y dirigir una última mirada a Izumi, echando la cabeza hacia atrás y aullando al desaparecer entre la espesura de la arboleda. Incrédulo ante lo que presenciaba, Itachi suspiró sonoramente pero no dio ningún paso que pudiera rodear a Izumi y acercarlo a la manada de lycanos y en particular a su Alfa, sabía que Izumi estaba enojada y aunque su propio instinto animal y semejante al de un perro lo impulsaba a actuar, Itachi no quería empeorar la situación, observando únicamente a Izumi cuando ella volteó a verlo, ya más serena tras la partida de Shisui.

—¿Por qué dejaste que se fueran?— preguntó Itachi incrédulo y necesitando una respuesta.

—¿Qué por qué?— repitió Izumi, extrañada por su cuestionamiento. —Estaban heridos, y no son personas malas— no la habían dañado y ella no podía permitir que los dañaran a ellos, ¿Cómo hacerlo?

—¿Qué no son personas malas?— inquirió el Uchiha en voz alta, dando un paso más cerca de ella y sosteniéndole la mirada. —¿No te secuestraron y te hicieron pasar por un mal momento?— aquel era motivo suficiente para actuar con violencia.

—Si…— reconoció la wiccan, bajando la mirada y apretándose las manos con nerviosismo, —pero se preocuparon por mí y me protegieron— añadió con casi un hilo de voz pero sabiendo que Itachi podía escucharla perfectamente.

Claro que Izumi aun recordaba la forma tan abrupta en que Shisui la había raptado, como la había tratado de forma despectiva por ser humana y mujer pero tras una lucha verbal e ideológica de dos mundos opuestos—el del siglo XVI que representaba Shisui y el del siglo XXI que representaba Izumi—y por un bien común que era arrebatar los fragmentos de la Joya del Paraíso a los Grifos, Shisui y ella habían aprendido a trabajar juntos y quizás habían comprendido que podían llevarse bien—decía quizás porque él decía estar enamorado de ella que apenas y lo consideraba un amigo pues casi ni lo conocía—, pero por encima de todo Izumi no era alguien de malos sentimientos y no iba a desear que Shisui o alguno de los miembros de su manada salieran lastimados, no podría anhelar algo semejante bajo ningún concepto. Y era precisamente esto lo que Itachi no podía entender, bufando sonoramente y enterrando el rostro entre sus manos, buscando iluminación de algún medio divino o el que fuera para entender cómo es que ella podía ver bondad y presunta inocencia en cualquier ser que encontrara, ¿Por qué no podía entender que no toda la gente era buena?, ¿Por qué tenía que ser tan inocente que él no podía enojarse del todo con ella aunque lo quisiera? Fue un cuadro por demás divertido y curioso de contemplar para Naruto, Hinata y Konohamaru que los observaban desde una prudente distancia.

—Creo que a Izumi le gusto— murmuró Hinata de brazos cruzados y sonriendo ligeramente para sí, —no es para menos— arrogante, presuntuoso, autoritario y lo que fuera pero no se podía negar que el Alfa lycano tenía su propio encanto.

—Y después que él le gritó que la amaba, dudo mucho que ella llegue a odiarlo— asintió Naruto objetivamente, intercambiando una mirada con la bella Hyuga.

No es que Hinata tuviera tiempo para fijarse en el físico de los hombres que la rodeaban, sabía que Itachi era muy atractivo, el propio Naruto pese a su actitud poco digna de un fraile era sumamente encantador y ella lo veía como un amigo muy querido y en quien siempre podía confiar, pero era mujer, tenía ojos y podía pensar objetivamente como el Uzumaki, ambos pudiendo notar que Shisui no era un enemigo a considerar sino más bien todo lo contrario y esto último se lo debían a Izumi, su inocencia y gran belleza, cualidades que el propio Itachi sabia habían cautivado al Alfa lycano; y ello le hacía hervir la sangre pues lo hacía sentir inferior. Shisui era un inmortal, lycano para su disgusto pero en muchos aspectos era todo lo que Itachi no era y que Izumi lo protegiera, que existiera la remota posibilidad de que lo considerara atractivo hacia que la mayor inseguridad experimentada hasta ese momento oprimiera su pecho, suspirando sonoramente y apartando la mirada con un gruñido, furioso consigo mismo, con Shisui, con la situación en sí pero no con Izumi quien lo observó con angustia, sintiéndose culpable por haber hecho algo malo y no alcanzaba a entender bien el que. Nadie lo dijo con palabras explicitas pues quizás ni siquiera era necesario, pero Naruto, Hinata, Konohamaru, Hina, Izumi e Itachi sentían que todo lo que podían y querían hacer por ahora era regresar a la villa de lady Tsunade, descansar, recuperar energías y continuar su búsqueda cuando fuera oportuno...


Sin razones para perseguir a Shisui y su manada lycana—por intercesión de Izumi, cabe mencionar— que se encontraban heridos y necesitaban recuperarse de la batalla contra los Grifos, tanto como Itachi y sus amigos de la persecución a ellos, el grupo regresó a la villa de lady Tsunade para descansar, reabastecerse y recuperar fuerzas, además y aunque no lo dijera Izumi necesitaba volver a su época y ponerse al corriente de sus clases por al menos uno o dos días. La noche pasó calmadamente permitiéndoles a todos dormir o a casi todos más bien pues Itachi se hallaba fuera de la casa, apenas y había sido visto salvo por una o dos ocasiones; una en la noche y otra a la mañana siguiente cuando se hallaba sentado en una de las ramas más altas de un árbol fuera de la casa de la wiccan mayor, aunque el por qué el Uchiha parecía molesto fue un misterio para Izumi quien se sentó a charlar con Naruto, Hinata y Konohamaru sobre lo que había ocurrido, un tema que nadie había tocado el día anterior al regresar a la villa, demasiado superados por la situación en que se habían visto involucrados y extenuados por la persecución misma. Sentada sobre uno de los divanes de la sala, Izumi guardó los tres fragmentos que habían obtenido en un pequeño medallón de plata con forma oval que pendía de su cuello y que había comprado precisamente para reemplazar la pulsera que Toka le había quitado anteriormente.

—¿Esos fragmentos los llevaba esa mujer?— preguntó Naruto sentado junto a la wiccan.

—Sí, pero el tercero se lo arrebato a Shisui— contestó Izumi, cerrando su medallón y sabiendo a salvo ambos fragmentos.

—Eso significa que regresará a buscarlo— supuso Konohamaru con temor, deseando que pudieran evitar cualquier batalla futura.

—Y quizás habrá una batalla como esta vez…— suspiró la wiccan, rememorando lo ocurrido.

—Izumi, por favor, haz algo para que Itachi recupere su buen humor— pidió Hinata, sorprendiendo a la pelicastaña en demasía, —él estaba muy preocupado por ti, desesperado— aseguró, haciendo que la wiccan entendiera a que se refería.

—Sí, ve con él, no merece seguir así— respaldó el Uzumaki con idéntica opinión.

No era intención de Naruto, Hinata o Konohamaru sembrar la discordia entre Itachi e Izumi, pero era más que evidente que el Uchiha se encontraba molesto porque ella hubiera protegido a Shisui y su manada, y les hubiera permitido escapar…e Izumi lo percibía, asintiendo como única respuesta y levantándose del diván para abandonar la casa, abriendo las puertas y saludando a quienes encontraba en su camino para salir de la villa con una amable sonrisa como siempre. La pelicastaña vestía una cómoda camiseta negra de escote en V cortas mangas por encima de los codos que estaba ligeramente metida en la cintura de sus jeans azul oscuro, y llevaba cómodas zapatillas converse gris claro; el aire veraniego comenzaba a tornarse helado, pero ella afortunadamente había previsto eso, empacando ropa apropiada. Itachi no estaba a la vista, por lo que la wiccan se internó en el bosque que daba con el pozo que le permitiría regresar a su época pero no fue hacía allí donde se dirigió sino hacia el árbol en que el Uchiha una vez había estado sellado y que muchas veces era un refugio para ambos, cuando deseaban estar solos y donde ahora se encontraba Itachi, de brazos cruzados y sentado con la espalda apoyada en el tronco del árbol, cabizbajo y con el ceño fruncido, lo que hizo que la sonrisa que Izumi esbozó al verlo se desvaneciera a medida que se acercaba, cruzando sus manos con nerviosismo.

—Itachi— llamó Izumi a modo de saludo, pero al no recibir otra respuesta que una mirada por el rabillo del ojo eligió sentarse a su lado. —Perdón por haberte preocupado— nunca había sido esa su intención.

—Creo que habría ido mejor dejarte con esos lobos, no pareces haber sufrido mucho que digamos— comentó el Uchiha, pareciendo indiferente a sus palabras, —y te dejaste llevar por las tonterías que dijo ese imbécil— no había sido intención de ella y quería creerlo pero lo había hecho sentir más inseguro que nunca.

—¿Estás molesto por qué Shisui dijo que está enamorado de mí?— inquirió la wiccan, ante lo que él entorno los ojos y soltó un suspiro apartando la mirada. —No siento nada por él, Itachi— agregó, muy segura de lo que sentía por el semidiós.

—No te estoy obligando a que me lo digas, ni siquiera me interesa— protestó el Uchiha apenas y escuchándola, furioso por recordar a ese maldito lycano.

Fue difícil para Izumi no reír ante lo que estaba escuchando de Itachi y que le recordaba las peleas tontas que había visto entre sus amigos y amigas de la infancia durante sus días de romance y en que inseguros sentían celos por cualquier coqueteo inocente, no porque la otra persona fuera de su propiedad sino por miedo a que el amor cambiara el objetivo de su atención; ella lo entendía, quizás había dado una idea equivocada al proteger a Shisui de él, pero solo lo había hecho porque sentía que el lycano no era malvado. Se estaba comportando como un niño e Itachi lo sabía pero tampoco podía evitarlo, Shisui era un inmortal, lycano o no—inferior en cierto modo, aunque él no iba a discriminarlo por ello, sería tonto—mientras que él era solo un semidiós y a quien toda su vida habían pisoteado y ninguneado de principio a fin, haciéndole sentir que no encajaba, que no tenía ni tendría lugar en el mundo y lo seguía sintiendo a día de hoy, de ahí su deseo de usar la Joya del Paraíso para convertirse en un dios, un deseo que renacía en él en momentos como ese…porque se sentía insignificante e indigno de sentir lo que sentía por Izumi, ¿Cómo podía amarla si ni siquiera había podido protegerla de ese sujeto? Y lo peor es que ella al final lo había protegido, como si fuera su amigo, como si no la hubiera dañado, como si ella hubiera ido con él por voluntad propia, ¿Había sido así? La sola idea le quemaba el corazón.

—Izumi, dime— suspiró Itachi un tanto más sereno y obteniendo la completa atención de ella, —¿Qué paso realmente entre ustedes?— necesitaba oír que ella no se estaba enamorando de ese lycano pero no esperaba que ello la ofendiera.

—¿Qué?, ¿Acaso no escuchaste lo que dije?— preguntó Izumi casi sin aliento ante su pregunta, —No me crees, ¿Es eso?, ¿Se puede saber de qué rayos estas dudando?— increpó furiosa, irguiéndose de inmediato y sosteniéndole la mirada fieramente.

—¿Por qué estás molesta conmigo?— cuestionó el semidiós sorprendido por su reacción.

—Porque eres incapaz de creerme— señaló la wiccan, herida por su desconfianza hacia ella y sus sentimientos, —no crees en mí, en lo que sentimos, ni en…nuestra amistad— su voz apenas y fue un hilo pero cargado de dolor, prueba de lo profundo que habían calado los cuestionamientos e inseguridades de él.

Desearía gritarle a la cara a Itachi que lo que ambos tenían era una relación, pero por más que hubieran compartido más de un beso y momentos juntos, abrazos y confidencias, no eran una pareja oficialmente, ni siquiera ella estaba segura de que su relación tuviera un nombre aun y eso la enfurecía, ¿Acaso estaría teniendo una discusión como esta con Toka? No solo él se sentía inseguro, ella también y no tocaba el tema a pesar de que si pensara en ello cada vez que veía a la Senju, ¿Qué derecho sentía tener él para increparla como si fuera una niña? Itachi debería saber mejor que nadie que ella no se enamoraría de alguien como Shisui, claro que era guapo pero muy arrogante y autoritario, además solo lo quería a él, ¿Qué diablos tenía en la cabeza? Inicialmente Itachi comprendió que había hecho algo terrible, herir a Izumi era lo último que desearía hacer en su vida y además sabía que ella estaba enamorada de él aunque no se lo dijera, justo como él que solo estaba esperando el momento apropiado para pedirle que un día compartieran un futuro—de preferencia cuando ella terminara de estudiar, pues entendía que eso era muy importante para ella—; pero la ira que sentía nublaba su mente y más al recordar como Shisui había dicho que Izumi era su mujer y ella de una u otra forma no lo había negado, no había dicho que esa idea no le agradara y eso era suficiente para molestarlo, y mucho.

—¿Sabes qué?— preguntó Itachi al aire, sin esperar una respuesta. —No quiero volver a ver tu rostro, vete lo más lejos que puedas— en nada le servía tenerla delante ahora, quería estar solo y aclarar sus ideas, de preferencia sin ella.

—Muy bien, eso haré— asintió Izumi sosteniéndole la mirada con ira y más que de acuerdo, pasando junto a él para marcharse.

—¿Ah, sí?— suspiró el Uchiha burlonamente, pero Izumi lo ignoró alejando sus pasos del claro en que estaba el árbol, —¿Y a dónde iras?, ¿Regresarás con tu amado Shisui?— inquirió enceguecido por sus celos, la gota que rebalsó el vaso para ella.

—¡Voy a regresar a mi casa, tonto!— gritó a wiccan volteando a verlo fúrica, más enojada de lo que nunca antes se había sentido en su vida.

Serena, diplomática y conciliadora en todas las formas que pudieran expresarse verbalmente, Izumi nunca se molestaba o enfurecía, siempre trataba de calmar sus emociones y callar la frustración que sentía hasta que terminaba llorando en solitario aunque muy raramente, pero ahora y primera vez en años estaba harta, sentía que la ira inundaba todo su ser y de no haber sido por los metros que la separaban de Itachi le habría volteado el rostro con una bofetada pero prefirió no hacerlo sino que dirigiéndole una última mirada continuó con su camino de regreso a la villa, solo deseando tomar sus pertenencias, saltar por el pozo y regresar a su época el tiempo que considerara apropiado y no el que Itachi quisiera; si él necesitaba pensar y aclarar sus ideas, ella necesitaba olvidar que podía ser tan estúpido y necio. Sorprendido ante la actitud de Izumi y que contradecía todo lo que él conocía hasta ese momento, Itachi retrocedió a causa de la impresión cuando ella le dio la espalda y se marchó sin voltear ni una sola vez, el semidiós incluso tembló de miedo como no hacía en presencia de sus enemigos pero se negó a demostrarlo y darle a la wiccan la satisfacción de haber ganado aquella disputa verbal, sino que en solitario carraspeo para aclararse la garganta y se acomodó la chaqueta del traje, aunque todo lo que quisiera fuera pedirle perdón de rodillas y confesarle lo mucho que la amaba.

Aunque sintiera que había cometido un error imperdonable por ofenderla.


PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo mientras lentamente terminan mis vacaciones :3 como siempre agradezco su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 las próximas actualizaciones serán "A Través de las Estrellas", luego "Queen: The Show Must Go On", seguidamente "El Clan Uchiha" y por último nuevamente "Kóraka: El Desafío de Eros" lo prometo :3 esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Nuevo Personaje & Sentimientos Confusos: Quiero decir que el personaje de Takara que—viene a ocupar el rol de Kagura en el mundo de Inuyasha—ha sido recurrente en muchas de las historias que he escrito, es de mi autoría como habrán notado pero a ello agregó que no es ninguna diosa del caos como puede parecer sino que su titulo de "princesa" se debe a que es hija de Orochimaru quien es un demonio y por ende ella podría ser calificada como una de las princesas del infierno, demonios famosos por su poder y que atormentan la vida de los humanos o seres vivientes, causando dolor y pena en la tierra, y a eso se le agrega que ella manipula el viento de ahí su abanico. Paralelamente me resulto divertido y muy difícil representar los celos de Itachi al final del capitulo porque no creo haber sentido celos románticos hasta este punto de mi vida pero quise internarme en la mentalidad de lo difícil que es de explicar pero la fuerza con la que se siente, y es una problemática que abarcara más de un capitulo futuro por lo que abróchense el cinturón. Como siempre, algunas de las modificaciones de este capitulo están inspiradas en "The Through Time: The Adventures of Inuyasha and Kagome" de XFangHeartX, agradeciendo su permiso para inspirarme en su maravilloso trabajo, del cual siempre disfruto y que recomiendo ampliamente.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3