-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Paper Love" de Allie X para Izumi, "Falling In Love" de Cigarettes After Sex para Itachi, "Womanizer" de Britney Spears para Naruto y Hinata, y "Angel Eyes" de ABBA para el contexto del capitulo.
La mayor parte del tiempo Izumi se consideraba a sí misma una mujer paciente pero su discusión con Itachi había destrozado hasta su último nervio, jamás en su vida se había sentido tan molesta con nadie y a un día de que ambos se separaran y tomaran caminos distintos eso no había cambiado. La Uchiwa terminó su desayunó y se levantó de la mesa de la cocina hacia el lavabo para encargarse de limpiar lo que había ensuciado aunque su madre le dijera que ella podía hacerlo; Izumi vestía una blusa beige suave de escote alto en V, sin mangas bajo una sudadera gris claro de aspecto felpudo que le resbalaba por los hombros, jeans azul oscuro decorados por tachas en las caderas—tres a cada lado—, y cortos botines marrón claro de tacón bajo, con sus largos rizos castaños cayendo tras su espalda. Pero al margen de lo ocurrido, Izumi aparentaba estar de buen humor, quizás algo más seria que de costumbre pero nadie podía saber que se debía a su discusión con Itachi ya que al regresar el día anterior se había puesto al corriente de sus clases a las que de hecho debía asistir a partir de hoy. Estaba deseosa de ver a sus amigas y poder distraerse o eso es lo que intentaría hacer y pensó en ello mientras cerraba el grifo y dejaba los platos sobre la encimera junto con los que su madre ya había lavado, secándose las manos con un mantel al volverse hacia la mesa donde su hermano y abuelo aun desayunaban.
—Izumi, ¿Tienes clases hoy?— preguntó Hazuki, bebiendo de su taza de café.
—Sí, estamos repasando la guerra fría y tendré un examen en dos días— contestó la wiccan distraídamente, para nada preocupada ante algo que sabía de memoria.
—¿Alcanzaras a estudiar?— indagó su madre pero confiando en sus capacidades.
—Si— asintió Izumi, acercándose a su madre para darle un beso en la mejilla. —Yo lavó los platos hoy— anunció para cuando regresara de la escuela.
Acercándose a la mesa de la cocina, Izumi revolvió el cabello de su hermano Inabi a quien dio un beso en la frente, y se acercó a su abuelo Fudo para besarlo en la mejilla, tomando su bolso de la silla y colgándoselo sobre el hombro derecho antes de abandonar la cocina con una sonrisa de despedida para su familia. La matriarca de la familia Uchiwa, de pie ante el lavabo y con su taza de café en las manos, portaba un vestido rojo de escote en V con mangas ceñidas por encima de las muñecas, falda larga hasta las rodillas y ceñido a su cuerpo por un cinturón de cuero marrón con hebilla y cortos botines marrón oscuro con su cabello castaño cayendo sobre sus hombros desordenadamente. Hazuki dejo libre un suspiro de preocupación al poder ver que su hija no estaba de buen humor y no solo ella lo notaba, también Inabi pese a lo pequeño que era y comiendo su cereal; él no comentaba nada al ser muy pequeño y no tener claro el por qué su hermana se callaba sus frustraciones cada vez que tenía algún problema, ¿No era más fácil solo decir aquello que le molestaba o la incomodaba y ya? Por otro lado y bebiendo su taza de té en silencio, Fudo ya había llegado a la conclusión de que él responsable del humor de su nieta era un hombre, no podía ser de otro modo pues Izumi habitualmente podía lidiar con lo que fuera, ¿Pero quién era ese hombre? Era bastante fácil deducir de quien se trataba.
—Hija, ¿Sabes que le sucede a Izumi?— preguntó Fudo finalmente. —Su ánimo no es el de siempre— ellos como familia podían darse cuenta de ello.
—La verdad no lo sé, no me ha dicho nada desde que llego y no quiero presionarla— negó Hazuki pensando profundamente en ello, —nos lo dirá a su propio ritmo— a menos que fuera capaz de resolverlo sola, y ella creía en eso.
Por haber quedado viuda tan joven, Hazuki había descuidado la crianza de Izumi desde los seis a los doce años cuando había superado su dolor y visto que su hija crecía a un ritmo acelerado…pero su vínculo de madre e hija había sufrido un gran cambio, ahora eran amigas entre sí, casi iguales en lugar de madre e hija y aunque había tomado tiempo para que pudieran volver a confiar la una en la otra, Hazuki no podría querer cambiar las cosas porque le permitía ver la mujer fuerte e independiente en que su hija se estaba convirtiendo; no tenía un trabajo mientras estudiaba como otras jóvenes de su edad pero tenía madurez, conciencia de ahorrar, capacidades para sobrevivir sola y un carácter indómito pero oculto bajo su templanza y gran serenidad. Si, como madre Hazuki estaba preocupada y desearía indagar en que molestaba o preocupaba a Izumi—suponiendo que ello tenía que ver con Itachi, no sentía que fuera de otra forma—, pero como madre era su deber confiar en que su hija llegaría sola a una resolución o que de no hacerlo recurriría a ella que estaría ahí para apoyarla. Joven e inexperto, Inabi asintió simplemente mientras que su abuelo Fudo estuvo a punto de protestar como abuelo sobreprotector…pero entonces lo meditó mejor y eligió confiar en la decisión de su hija, y en las capacidades de su propia nieta.
Necesitaban darle espacio a Izumi.
Por otro lado y en el siglo XVI, ahora que por fin había algo de paz Hinata dejó que Konohamaru la guiara hacia el interior del bosque en que se hallaba el pozo por el que Izumi iba y venía del siglo XXI…solo pensarlo resultaba inverosímil para Hinata que negó para sí mientras se acercaba al pozo, sujetándose la falda para no tropezar mientras avanzaba. La Hyuga portaba un sencillo vestido azul claro de escote corazón cerrado por seis botones de plata hasta la altura del abdomen, mangas ceñidas y falda doble, una lisa y una superior con bordados plateados al igual que los costados del corpiño y las mangas ceñidas a las muñecas, con sus largos rizos azules cayendo sobre su hombro derecho y tras su espalda peinados por una diadema de plata con cristales azules a juego con unos pendientes en forma de lagrima y un delicado collar alrededor de su cuello. Teniendo cuidado, Hinata apoyó sus manos en el borde del pozo al inclinarse y observar el interior, no queriendo menospreciar lo que aquello era pero si decepcionándose al ver que el fondo era de roca sólida, se veía y parecía un pozo como cualquier otro…pero si Konohamaru decía la verdad, y ella le creía, era posible cruzar entre épocas con solo saltar en su interior. Aunque sentía gran curiosidad, no tenía morbosidad por probar si funcionaba y saltar al interior.
—Por más que lo veo, me parece un simple pozo, aunque inexplicablemente está conectado con la época de Izumi— comentó Hinata por fin, volviendo la mirada hacia el pequeño Garuda de pie a su lado. —¿Y tú pudiste viajar, Konohamaru?— él era la única prueba que tenia de ello, fuera de Itachi e Izumi.
—Sí, brevemente— asintió Konohamaru subiendo al pozo y sentándose en el borde de este, —pero Itachi siempre dice que la época de Izumi es muy diferente y que puedo perderme si voy, por eso no he vuelto a cruzar— sin embargo y por lo que había visto, la época de Izumi se veía pacífica y fascinante.
De ser solo por él mismo y su voluntad, Konohamaru saltaría al interior del pozo en ese momento para cruzar hacia el siglo XXI y estar con Izumi, pero si Itachi se enteraba posiblemente iría en su busca y lo traería de regreso, por lo que el pequeño Garuda decidió que era mejor no tentar a la suerte solo por querer aventura o por estar al lado de Izumi a quien extrañaba muchísimo. Viajar entre épocas…que maravilla habían hecho los dioses por tan siquiera permitir que aquello que solo podía considerarse un sueño se convirtiera en realidad, ¿Qué no podría hacerse si existiera el poder de viajar entre épocas? Tener el control del bien y del mal, del futuro por venir, ahora comprendía el cuidado de Izumi cada vez que estaba con ellos pues parecía temer cambiar algo del mundo en que estaban, porque ella sabía en lo que se convertiría. Esa era sin duda a mayor ventaja que tenían contra Orochimaru, pues si lo peor llegaba a pasar a futuro solo debían enviar a Izumi de regreso a su época y él no podría hacerle nada, no había que olvidar que el viperino le temía a la Uchiwa y que ella además podía purificar el fragmento que su hermano Neji tenía en el cuello. Hinata tenía esperanza gracias a Izumi, la muerte la había separado de su hermano anteriormente y sabía que volvería a hacerlo en algún momento futuro, pero ambos podrían despedirse apropiadamente Dios mediante, no todo estaba perdido.
—Me da curiosidad el mundo de Izumi— confesó Hinata finalmente dejando libre un suspiro. —Espero que esté bien, y que no nos deje por culpa de cierta persona— era amiga de Itachi pero hasta ella reconocía que él había errado y mucho.
—Ese tonto no quiere reconocer su error— gruño Konohamaru por lo bajo con idéntica opinión. —Las cosas terminaran muy mal— y no se veía una solución buena o pacifica hasta ahora.
Hablando románticamente, Hinata no tenía mucho que aportar para realizar una crítica constructiva, jamás había estado en una relación romántica y había rechazado a todos los posibles pretendientes que había tenido en su villa en su día aunque estos hubieran sido propuestos por su propio padre; no tenía tiempo para el romance y puede que ese fuera el problema entre Itachi e Izumi, que ambos tenían una idea del amor pero el contexto en que se hallaban no era el idóneo para desarrollar esa clase de sentimientos. Por ejemplo, inicialmente Naruto había parecido pretenderla y ahora no, ambos preferían ser amigos y dejar las cosas como estaban en vez de pensar en que podían ser. Pero por supuesto que estaba cavilando en ello únicamente en base a su propia experiencia y no podía hablar por Itachi ni por Izumi al no conocer la profundidad de aquello que los había enemistado aunque sí que abogaba por la wiccan como todos, pues ella solo había realizado una buena acción al perdonar a sus secuestradores en lugar de desearles el mal, y ojala todos pudieran ser tan nobles como ella. Las cosas eran demasiado complicadas, esa era la verdad…
Con las manos cruzadas sobre su vientre, lady Tsunade dirigía una cortes mirada a todos quienes encontraba en su camino, recorriendo la villa como siempre para asegurarse de que todo marchara bien; portaba un elegante vestido de seda azul brillante, de escote cuadrado, mangas ceñidas hasta los codos donde se tornaban acampanadas hasta cubrirle las manos y falda de múltiples capas, encima una chaqueta de encaje igualmente azul que representaba lirios marinos, sin mangas y escasamente cerrada a la altura del vientre, con su largo cabello rubio peinado en una ligera coleta por una cinta azul y resaltando una diadema de plata decorada por cristales azules a juego con unos largos pendientes y una guirnalda alrededor de su cuello. De brazos cruzados y con una expresión seria en su rostro habitualmente estoico y sereno, Itachi acompañaba a lady Tsunade en su recorrido por la villa que de una y otra forma—consciente o inconscientemente para ser más precisos—había tomado la decisión de proteger, tratado en vano de no pensar en Izumi, en lo mucho que la extrañaba o en cuanto deseaba saltar por el pozo para ir a verla y pedirle perdón…pero disculparse implicaría reconocer que había cometido un error y él no quería cometer semejante desatino, tampoco quería que Izumi se disculpara, solo…ni él mismo podía explicar que es lo que esperaba que saliera de todo esto.
—Escúchame bien, mestizo, dejaré que te largues de aquí pero no te atrevas a tocar a mi mujer. Tiene todas las cualidades para quedarse conmigo— Itachi gruño para si por solo recordar las palabras de ese maldito Lycano. —Quiero decirte que Izumi será mucho más feliz si permanece a mi lado, es mejor para ella permanecer conmigo que estar con un mestizo bueno para nada, tengo pensado matarte para que Izumi se olvide completamente de ti. De esa forma, hermosa Izumi, yo seré el único hombre que cautive tu corazón— solo recordarlo hacia que le hirviera la sangre en un instante.
¿Esas palabras habrán afectado a Izumi? Se preguntó Itachi cavilando profundamente en ello y tratando de entender qué pensaría una mujer como Izumi ante semejantes declaraciones pero solo tenía la perspectiva de las mujeres de su propio siglo y ello no lo ayudaba; era sabido que la costumbre dictaba que las mujeres en el siglo XVI buscaran un buen esposo o pareja para ascender socialmente o tener una buena vida, si solo se dejaba llevar por ese razonamiento tenia las de perder pues él era solo un semidiós y Shisui un inmortal. Supongo que cualquier chica, en su lugar, se sentiría halagada, pero...una voz en su cabeza le decía que Izumi no pensaba de esa forma, ella le había explicado que en el siglo XXI las mujeres podían ser tan independientes como un hombre, trabajar y valerse por sí mismas, lo que quería decir que Izumi no esperaba nada material o elitista a la hora de fijarse en un hombre o de recibir una propuesta romántica de alguien como Shisui, eso lo dejaba un tanto más tranquilo pero también lo frustraba porque no lo alcanzaba a entender. No dejaba de verse a sí mismo como solo un semidiós y que no contaba con nada que ofrecerle a Izumi el día de mañana si su real intención era entregarle su corazón y querer pasar una vida a su lado.
—¿Por qué no vas a buscar a Izumi, Itachi?— preguntó Tsunade finalmente y habiendo elegido no tocar el tema hasta ese momento.
—No insistas, no iré— gruñó Itachi para sí al no poder dejar de pensar en Izumi, —ella estaba enojada y lo último que quiero es empeorar la situación— jamás la había visto tan enojada y no quería enfadarla todavía más por solo desear ir a verla.
—Que considerado de tu parte— comentó la Senju con evidente sarcasmo antes de suspirar sonoramente. —Itachi, eres un tonto, el mayor de los tontos— regañó deteniendo su andar y volteando a verlo. —Objetivamente sabes que Izumi es indispensable para reunir los fragmentos de la Joya del Paraíso, pero aun así la hiciste enojar, la ofendiste y por eso se marchó— la necesitaban para reunir los fragmentos pero él la necesitaba por algo mucho más importante; porque la amaba.
—Ella se fue por su propia voluntad— contestó el Uchiha decidiendo respetar la decisión de Izumi ya sea que le pesara o no.
—¿No estás enamorado de ella?— cuestionó Tsunade directamente, ante lo que el Uchiha encontró su mirada con la suya pero eligió callar apartando la mirada. —En ocasiones se deben perdonar ciertas cosas por la persona que se ama, y está claro que Izumi siente algo muy fuerte por ti, estoy segura de que esto es solo un malentendido— no indagaría más en ello pues no era su deber hacerlo. —Pero si no quieres escucharme, allá tú— sus palabras nada cambiarían si él no quería escuchar.
Seria y arrogante como podía parecer, Tsunade sabia del amor ya que las wiccan no tenían que ser célibes, ella había experimentado el amor verdadero hace mucho años, cuando era joven, no había tenido hijos y quizá por ello se entregaba con tanta devoción a cuidar de la villa en que llevaba residiendo toda su vida—tanto por amor propio como por la memoria de su hermana Toka—; su amado Dan y ella habían discutido y debatido sobre muchas cosas, cuando se era joven se creía que tener la razón era algo tan importante…pero al final lo verdaderamente importante era tratar de continuar en el día a día, había que aprender a librar ciertas batallas y rendirse a otras, lo que Itachi debía hacer ahora. Sí, estaba enamorado de Izumi e incluso más, no quería usar la palabra amor porque ya había entregado su corazón en el pasado solo para ser traicionado brutalmente pero no tenía otra palabra con que definir lo que sentía por Izumi y en que tras tan solo dos días separados todo cuanto deseaba era abrazarla y no volver a separarse, pero sabía que no sería tan sencillo pues él la había ofendido y para bien o para mal debía ser él quien pidiera su perdón. Lo quisiera admitir o no, quería ser quien se disculpara porque en su mente no cabía la posibilidad de que Izumi tuviera algo por lo que disculparse, le era inverosímil.
Era únicamente su culpa, esa era la verdad.
—Fórmense, lindas mujeres, fórmense— alentó Naruto con una radiante sonrisa.
Disfrutando de la paz y quietud que reinaba en la villa de lady Tsunade, Naruto encontró la forma perfecta para matar el tiempo al reunir a las jóvenes más bellas que ahí vivían y ofrecer leerles la buena fortuna, un talento que había aprendido en su temprana adolescencia de un fraile francés que había visitado el continente hacía tiempo. Pero claro que Naruto no lo hacía únicamente para matar el tiempo y realizar una buena acción sino también por deleite personal, observando con genuino interés a las bellas jóvenes que se presentaron y le tendieron su mano para escuchar lo que él tuviera que decir. Como meta de vida, antes de poder matar a Orochimaru y morir en el intento—había que ser realistas—, Naruto tenía la labor de dejar un descendiente que pudiera completar dicha tarea si él no podía lograrlo y el poder congelante en sus manos llegaba a superarlo, y para llevar a cabo tal tarea debía engendrar un hijo o hija que lo sucediera; fraile como era, no estaba forzado a tomar los votos y ser un hombre célibe lo cual no iba con él, claro que tampoco podía casarse oficialmente pero no dudaba que existiría una joven hermosa, comprensiva y dulce que aceptaría la importante labor de tener una familia con él. Ya se lo había pedido a Hinata anteriormente pero ella había dicho que no, y tenía sus propias razones para enfrentarse a Orochimaru como para pensar en formar una familia.
—Ah, veo grandes cosas; su vida será feliz y tendrá muchos hijos— vaticinó el Uzumaki admirablemente.
—¿En verdad, señor?— se emocionó la joven ante lo que acababa de oír
—Así es— asintió Naruto sin mentir, —¿Y no aceptarías tener un hijo con un fraile?— preguntó inclinándose para besarle el dolor de la mano.
—Qué cosas dice, señor— se sonrojó la joven ante tan apuesto individuo, bajando la mirada.
—Acaba de decirme lo mismo a mí— rió otra joven entre sorprendida e igualmente ruborizada.
—Exactamente, porque solo le pido ese favor a las mujeres hermosas— contestó el Uzumaki con suma seriedad, —y no pierdo la esperanza de que una realmente esté disponible para ese gran evento— para él era algo muy serio.
Sonaba como una broma pero si todo marchaba bien y llegaba a sobrevivir a la batalla final contra Orochimaru, era el deseo de Naruto abandonar la vida religiosa, asentarse como un hombre normal y formar una familia, ¿Pero con quién? Esa era la gran pregunta. Volviendo la mirada hacia la fila de bellas mujeres que aguardaban porque él les leyera la buena fortuna, Naruto vio a lo lejos a Hinata de pie junto a Konohamaru con los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión indiferente, arqueando una ceja ante lo que él estaba haciendo únicamente antes de darle la espalda y proceder a retirarse con la frente en alto, siempre digna como él tanto admiraba y tan lejana al mismo tiempo, ¿Cómo tener el valor de declararle seriamente sus sentimientos? Por otro lado y por razones como estas es que aunque de Hinata dependiera no podría tomar a Naruto en serio, sí que era guapo, culto, inteligente, atento y un gran amigo para ella pero ¿es que podía existir un hombre menos virtuoso? Mujeriego, libertino, poco serio y difícil de amar a decir verdad, aunque Hinata pusiera todo su empeño dudaba que en algún momento pudieran tener algo, le resultaba imposible. Quizás Itachi e Izumi no fueran los únicos con problemas del corazón después de todo…
Las horas continuaron pasando a lo largo de aquel día pero con una sensación tan lenta y monótona que era palpable y no solo para Itachi quien lo sentía como una tortura sino para sus amigos, Naruto y Hinata se mantenían al margen para no empeorar la situación pero Konohamaru no entendía esa forma tan cautelosa de proceder por lo que en su lugar decidió acercarse a Itachi de todas formas y pinchar esa pequeña herida en busca de información. Al ser un niño tan pequeño y perteneciente a una sociedad más emocional como lo eran los Garuda, Konohamaru no entendía porque Itachi e Izumi se daba tantas vueltas con respecto a sus sentimientos; estaban enamorados, se gustaban y eran adultos, ¿Por qué no ir directo al punto y formar una familia? O cuando menos sellar su unión y dejar los hijos para más tarde. El grupo de amigos se hallaba reunido en el hogar de lady Tsunade quien estaba ausente a esa hora de la noche; había silencio en la estancia mientras todos terminaban de cenar pero era evidente que Itachi trataba de pensar en que hacer mientras trataba de no enfocarse tanto en Izumi, si lo hacía no podría pensar en nada y la verdad es que realmente necesitaba tener la cabeza fría para pensar bien las cosas. ¿Cómo es que ni siquiera estando ella presente las cosas se habían vuelto aún más complicadas de ser posibles? Había creído que si ella volvía a su época por un par de días él llegaría a una respuesta concreta pero claramente eso no era así.
—Itachi, ¿No iras a buscar a Izumi?— preguntó Konohamaru para ser más contundente.
—No, me siento más tranquilo si ella no está aquí— contestó el semidiós con los ojos cerrados.
—Está bien, pero podrías cambiar tu actitud, provocas que haya tensión y no sabes lo molesto que es— regaño Hinata sobresaltando al Uchiha por sus palabras.
—Me sorprende la paciencia de Izumi para soportarlo— suspiró Naruto como si el semidiós no estuviera presente.
—A mí me sorprende que soportara tanto tiempo, en su lugar yo me habría vuelto loca— respaldó la Hyuga, admirando la templanza de su ausente amiga.
—Cualquiera podría ver que ella aprovechara el tiempo en su época para pensar en Shisui— consideró el fraile en voz alta con toda intención.
—Con lo guapo que es y las palabas que le dijo…yo me sentiría muy halagada— sonrió la sicaria siguiéndole el juego. —No deberías ponerte celoso— agregó, tomando en consideración a Itachi por primera vez.
—Ya basta— acalló el Uchiha, levantándose de su lugar en la mesa. —Pensaba escucharlos sin decir nada, pero solo buscan la manera de como culparme— era evidente mientras pasaba su mirada por sus amigos. —Escuchen muy claramente; no voy a disculparme, jamás— determinó hablando en base a su orgullo.
Ya había llegado a la conclusión de que Izumi no tenía por qué disculparse pues ella no había hecho nada malo, pero tampoco alcanzaba a entender que era lo que debía decirle a la wiccan para disculparse apropiadamente y las palabras de sus amigos en nada lo ayudaban; si, cualquier mujer en el lugar de Izumi no habría dudado en sentirse halagada ante las palabras de alguien como Shisui pero él no acababa de convencerse de eso sabiendo que ella no era esa clase de mujer, y creyendo en lo que ambos sentían el uno por el otro. Dicho esto y sosteniéndole la mirada a sus amigos, Itachi hizo abandono del comedor y salió de la casa cerrando bruscamente la puerta tras de sí, necesitando volver a estar a solas con sus pensamientos y aclarar la tormenta de ideas que estaba en su mente. Apenas escucharon la puerta de la casa cerrarse, Naruto, Hinata y Konohamaru suspiraron sonoramente mientras negaban para sí, por supuesto que entendían que Itachi estuviera molesto y confundido pero debería creer ciegamente en los sentimientos de Izumi por él y en luchar por ellos más que en aferrarse a este absurdo malentendido, debería ir a su época lo más rápido posible, pedirle perdón y enmendar las cosas…pero no, su maldito carácter propio de un perro y su tozudez tan admirable en las batallas no hacía más que complicar las cosas, y estaba claro que no iba a escuchar a nadie bajo ningún concepto.
—No tiene caso que nos apresuremos, ya que en este momento no podemos hacer nada para aclarar la mente de Itachi— consideró Hinata en voz alta.
—Sí, pero ese tonto no va a cambiar de idea, lo conozco y será muy difícil— rebatió Konohamaru sin entender al terco semidiós.
—Pienso igual— suspiró Naruto llevándose una mano pensativamente al mentón. —Escuchen, no quiero que ninguno de ustedes se acerque al pozo— determinó observando a la sicaria y al pequeño Garuda.
—¿Y eso por qué?— cuestionó Konohamaru intercambiando una mirada con Hinata.
—Piensen en el carácter de Itachi— señaló el Uzumaki sencillamente, —si alguien lo está viendo, no se atreverá a cruzar a la época de Izumi. Es muy orgulloso, lo saben— solo empeorarían la situación de ser más persistentes.
—Sí, entendemos— asintió la Hyuga, eligiendo creer en sus palabras al igual que Konohamaru.
Como guerrero y estratega, Itachi no tenía muchas cuitas en las que pudieran ahondar, no era perfecto pero era maravillosamente autodidacta, era capaz de ver la importancia de mejorar en sus debilidades y más si de enfrentarse con Orochimaru se trataba…pero en el plano personal podía ser asombrosamente terco y esto era algo que todos podían ver ahora que no necesitaban guerrear y mantener la guardia alta en todo momento. No mentían, era asombroso que Izumi pudiera seguirle el ritmo y permanecer a su lado siendo que conocía al Uchiha desde mucho antes que ellos, prueba irrefutable de lo mucho que ambos se conocían y entendían, y de que la wiccan realmente sentía algo muy fuerte por él. Regresando su atención a la cena servida sobre la mesa, todos continuaron comiendo con tranquilidad pero cavilando profundamente en la situación tan problemática en que se hallaban pues quisieran decirlo tan fríamente o no, no podía continuar con la búsqueda de los fragmentos sin Izumi a su lado, no porque ella pudiera detectarlos sino porque de no purificarlos tras hallarlos, sería muy fácil para Orochimaru hacerse con ellos, lo cual debían evitar a toda costa. Sin embargo, lo que ellos no sabían es que Itachi había regresado a lo profundo del bosque, montando guardia junto al pozo por si Izumi regresaba.
No podía ni quería estar enojado con ella, solo extrañarla.
El tercer día comenzó apenas el sol emergió en el horizonte en el siglo XXI, Izumi asistió a sus clases con normalidad y pronto se halló libre para salir a almorzar con sus amigas quienes se ofrecieron a pagar por no haberla visto desde hacía ya mucho tiempo, ¿Cómo negarse de esa forma? La Uchiwa vestía una holgada blusa blanca sin mangas y de escote redondo bajo una chaqueta marrón claro con mangas ceñidas que permanecía abierta, jeans azul oscuro y cortos botines de cuero marrón claro decorados por tachas, con su largo cabello castaño cayendo sobre sus hombros y casi ocultando unos aretes dorados de tamaño mediano en forma de argolla. Izumi suspiró sonoramente dejando su bolso con sus libros en la silla junto a ella; no tenía mucho apetito, algo que detestaba en el último tiempo al regresar a su época era tener que estar pendiente de la situación de la pandemia mientras que el siglo XVI podía olvidarse de ello y fingir que no había nada por lo que preocuparse, casi. Pero sus amigas no sabían de eso y tan pronto como todas se hallaron sentadas en una mesa, antes de tan siquiera comenzar a comer, ellas la bombardearon con preguntas sobre su relación con el "chico misterioso" que estaba frecuentando, y sabían de él porque otros amigos de la escuela los habían visto juntos hacia semanas atrás.
—Dinos, Izumi— apremió Aiko ante la expresión distraída de su amiga.
—¿Qué paso con tu chico?— interrogó Emiko igual de insistente que su compañera.
—No quiero saber nada de él, estamos peleados— determinó Izumi para sorpresa de sus amigas. —Tuvo un arrebato de celos y no creyó en nada de lo que yo le dije, cree que me gusta otro chico— expuso aunque de forma simplificada, mas sabía que sus amigas no necesitaban saber más. —No lo soporto— seguía furiosa con él.
—Pero para que muestre esos celos quiere decir que le gustas mucho— señaló Chinami dándole una mordida a su hamburguesa.
—Supongo— meditó la Uchiwa en voz baja, no habiendo pensado en ello.
No lo había pensado de esa forma, había visto el actuar de Itachi solo como algo irracional; no era el tipo de chica que se sentía halagada porque dos hombres pelearan por ella o porque uno de ellos hirviera de celos si alguien se le acercaba, lo consideraba demasiado territorial o posesivo, pero la verdad es que analizándolo más a fondo no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa, ¿Itachi realmente había sentido celos por ella? Una parte muy egoísta de ella se sintió importante, pero no por ello olvido que si ambos estaban separados por esa situación era única y enteramente por culpa del terco semidiós, ella aceptaba que había obrado mal por haber defendido a Shisui a pesar de todo lo que él había hecho y lo diría una vez tuviera a Itachi delante, pero él también debía reconocer que había actuado tontamente al culparla de todo y no creer en lo que sentía por él. Si, Shisui era guapo y tenía un carácter muy fuerte que era lo que ella tanto admiraba de la gente que se cruzaba en su camino, pero apenas y lo conocía, le había inspirado la suficiente confianza en la situación en que se habían hallado para trabajar juntos pero no era algo que le quitara el sueño, aunque quizás a la larga pudiera convertirse en amigos o eso esperaba. Concentrándose en su almuerzo que procedió a disfrutar, Izumi apenas y estudio las reacciones de sus amigas.
—Creímos que había pasado algo realmente malo— suspiró Aiko sintiéndose un tanto más tranquila.
—Entonces no está mal, ese chico solo tiene ojos para ti— celebró Chinami deseando conocerlo.
—Sí, pero no me creyó; porque Shisui se me confeso, él inmediatamente creyó que yo le correspondía— protestó Izumi, no pudiendo dejar pasar aquello.
—¿Y él no te gusta?— inquirió Emiko observando atentamente a su amiga
—Es guapo, pero apenas lo conozco— se defendió la Uchiha sin detenerse a pensar en ello, —¿Cómo puede creer que cambiare nuestra amistad por el primer chico guapo que aparece?— más que amistad, pero ese era otro asunto.
—Suerte que no conoce a Keith— comentó Chinami intercambiando una mirada con Aiko.
—No deberías verlo por un tiempo, Izumi— aconsejó Emiko, viendo lo suficientemente afectada por ello a su amiga.
—Sí, quizás eso sea lo mejor— asintió Izumi, no creyendo ser útil de regresar ahora.
Estaba convencida de que no solo ella necesitaba detenerse a pensar las cosas un tiempo, quizá una semana, sino también Itachi quien la había ofendido con su desconfianza solo para empezar. Si, Itachi y ella se habían besado varias veces pero nunca había tenido lugar una confesión romántica en medio de ello y por lo que existía cierta duda sobre lo que ambos sentían el uno por el otro, técnicamente ya habían tenido una cita pero eso no era suficiente. Itachi estaba forjado según la usanza del siglo XVI en que ni siquiera había que conocerse antes de casarse por lo que ella no podía tener claro si él sentía algo romántico por ella o si solo respondía a una atracción palpable que sentían el uno por el otro; por otro lado y en base a su crianza del siglo XXI Izumi se hallaba deseando decirle lo que sentía esperando que fueran algo más, pero nunca había tenido novio por lo que no sabía si sería correcto y temía que ello arruinara su amistad. Eligiendo creer en los consejos de sus amigas que tenían más experiencia romántica que ella, Izumi tomó un sorbo de su bebida y trató de no estar tan inmersa en lo que sentía por Itachi sino en lo que estaba viviendo ahora, en su propio tiempo, en sus clases, en sus estudios y lo que quería hacer con su vida. El amor no iba a darle todo servido en bandeja después de todo…
Aunque de Itachi hubiera dependido, permanecer al margen por más tiempo no era una opción y por lo que saltó al interior del pozo y en cosa de segundos se halló en la época de Izumi, saliendo del sótano y recorriendo la casa lo más rápido que le fue posible, respirando mucho más tranquilo al darse cuenta de que la wiccan parecía no estar presente el día de hoy, permitiéndole moverse con libertad y subir las escaleras hacia su habitación. Mentiría si dijera que no había tenido la esperanza de hallar a Izumi sola para poder disculparse con ella sin que nadie se interpusiera en su camino, pero desgraciadamente estaba claro que ella estaba ausente y por lo que no le quedó otra opción que conformarse con visitar su habitación por al menos unos minutos; el aroma de Izumi está en todo este lugar notó al cruzar el umbral, respirando profundamente y sintiéndose más tranquilo a la par que vulnerable. Sentándose sobre la cama de la Uchiwa y observando la habitación—el orden de los libros, el escritorio con sus apuntes, y su armario repleto de su ropa—, Itachi se sintió tentado de esperar a que ella regresara, abrazarla, disculparse por cómo le había hablado y rogarle que ella volviera junto a él al siglo XVI. Pero no creía tener el derecho ni la oportunidad de hacer eso siquiera, no después de como la había ofendido. Aunque pensativo, nada impidió que escuchar la puerta abrirse, sabiendo que no se trataba de Izumi:
—Hola, Itachi— saludó Inabi entrando en la habitación de su hermana con una bolsa de galletas. —¿Viniste de visita?— preguntó feliz de verlo.
—Más o menos— contestó el semidiós levantándose de la cama. —Inabi, ¿Izumi no está aquí?— inquirió aunque su olfato solo llegaba a una conclusión.
—No, y mamá fue a encontrarse con ella para hacer las compras— respondió el Uchiwa quien acababa de llegar tras acompañar a su abuelo al doctor. —Tuvieron una pelea, ¿verdad?— indagó sobresaltando al Uchiha quien no supo que decirle, —es que mi hermana ha estado triste y de mal humor— todos lo habían notado.
Era solo un niño y elegía no hacer preguntas sobre lo que pasaba pero era evidente para Inabi que su hermana estaba molesta y triste por algo, sobre todo esto último pues Izumi no era el tipo de persona que guardaba resentimiento por nadie, no creía en el odio ni el desprecio; además al pasar por el pasillo al baño durante las noches veía la puerta de la habitación de su hermana entreabierta y la escuchaba suspirar por no poder dormir cuando todos creían que estaba dormida, era evidente que algo le quitaba el sueño o alguien más bien, y solo podía tratarse de una persona. Aún está enojada, ¿y triste?, meditó el Uchiha interiormente nada preparado para ello, ¿Qué puedo hacer? La culpa que Itachi sentía no hizo más que tornarse todavía más pesada sobre sus hombros y su pecho, con mayor ahínco deseó quedarse y esperar a Izumi pero si lo hacía sabía que no tendría ni la más remota idea de que decirle para disculparse, saber que ella estaba sufriendo aún más de lo que creía por lo que él le había dicho solo lo hizo sentir aún más miserable e indigno de tan siquiera verla, sentir que solo creció al escuchar que la puerta principal de la casa de abría y percibir el perfume de Izumi inundar el piso de abajo. Abriendo la puerta para su madre quien ingresó primero, Izumi cargó con las bolsas de las compras en compañía de su progenitora, dirigiéndose a la cocina y cerrando la puerta tras de sí con su espalda.
—¡Ya llegamos!— gritó la Uchiwa en caso de que su hermano y su abuelo ya estuvieran en casa.
—Escucha, Inabi, no le digas absolutamente nada a Izumi de que estuve aquí, ¿sí?— susurró Itachi, inclinándose a la altura del hermano de la wiccan. —Es una promesa entre hombres— le tendió la mano para cerrar el trato.
—Entiendo— asintió Inabi estrechándole la mano y prometiendo guardar el secreto.
El pequeño Uchiwa no acababa de entender que era una promesa entre hombres, pero ser considerado como un adulto por alguien tan fuerte y valiente como Itachi era todo un honor que él no pudo rechazar, viendo al Uchiha sonreír ladinamente antes de abandonar la habitación, moviéndose por la casa a toda velocidad y con sumo sigilo de tal manera que Izumi ni siquiera se dio cuenta de que él había estado ahí mientras salía de la cocina secándose las manos distraídamente en sus pantalones, subiendo las escaleras y saludando a su abuelo en el camino mientras abría la puerta de su habitación. Aunque sentir tan cerca el dulce perfume de Izumi resultó sumamente tentadora y provocó que quisiera quedarse, Itachi tuvo que ignorar ese sentir y cerrar con cuidado la puerta del sótano, saltando cuanto antes al interior del pozo como si nunca hubiera cruzado, regresando al siglo XVI y teniendo mucho en lo que meditar. Pensando en porque Itachi le había pedido que guardar el secreto sobre su visita, Inabi aguardó y esperó a que el Uchiha ya estuviera devuelta en su propio tiempo, tan inmerso en ello que no prestó atención a su hermana Izumi hasta que la escuchó abrir la puerta de la habitación, volteando y viéndola fruncir el ceño al hallarlo a él ahí.
—Hola— saludó Inabi, no sabiendo que decir a su hermana para justificar su presencia.
—Inabi, ¿Qué hacías en mí habitación?— interrogó Izumi recorriendo la habitación con la mirada en caso de que él hubiera movido sus cosas
—No puedo decirte, hice una promesa entre hombres— contestó él apresuradamente.
El pequeño Uchiwa no acababa de entender que era exactamente eso de "una promesa entre hombres" pero iba a honrar la confianza que Itachi había depositado en él aun si ello implicaba guardar un secreto por primera vez en su vida. Arqueando una ceja con extrañeza ante la actitud de su hermano, Izumi deseó hacer otra pregunta pero no tuvo tiempo porque Inabi salió corriendo de su habitación y ella solo pudo seguirlo con la mirada por sobre su hombro; era muy meticulosa con sus cosas desde pequeña, ni siquiera su madre podría entrar a su habitación salvo para asear de vez en cuando y si movía algo ella de inmediato se irritaba. Descolgando su bolso con sus libros de su hombro derecho y dejándolo sobre la cama, Izumi respiró más tranquila al ver que nada estaba fuera de lugar. ¿Entonces por qué había estado en su habitación?, ¿Puede que hubiera venido en busca de algo pero no lo encontrara? No sabiendo que pensar, Izumi se quitó la chaqueta, la dejó sobre la silla ante su escritorio y se sentó sobre su cama para recuperar el aliento pero al instante de hacerlo frunció el ceño con extrañeza pues juraría que sentía cálido el lugar en que tomó asiento, como si alguien acabara de estar sentado ahí antes que ella y su corazón se aceleró de pensar que Itachi…se regañó a si misma por pensar demasiado las cosas, como si Itachi fuera a venir a su casa y tratar de disculparse, no, eso era un sueño nada más.
Era mejor que guardaran las distancias por ahora.
Saliendo de la habitación de su hermano Inabi a quien había dado una mirada para cerciorarse que estuviera durmiendo a las 2:00 am, así como a su abuelo Fudo a quien arropó mientras dormía y dejo sus gafas de lectura sobre la mesa de noche, y a su madre a quien también arropó y apagó la televisión de su dormitorio; Izumi era la última persona despierta en su casa y no era para menos si con suerte dormía cuatro o cinco horas cuando estaba en casa. Ante el engañoso clima de fines del verano que comenzaba a dar paso al otoño, la Uchiwa vestía un ligero suéter gris oscuro de cuello redondo con mangas holgadas que se ceñían en las muñecas con falsas muñequeras negras y holgados pantalones de pijama gris claro de estampado escoses en tonos blanco y negro, con su largo cabello castaño cayendo desordenadamente sobre sus hombros. Ahogando un bostezo pues por fin comenzaba a sentir algo de sueño, Izumi se dirigió directamente a su habitación dejando entreabierta la puerta tras de sí y metiéndose bajo las sabanas más dejando la lámpara de su mesa de noche encendida, pero recostada sobre el colchón se halló sumergida en sus propios pensamientos y sin sentir que el sueño pudiera alcanzarla: Itachi arriesgo su vida para salvarme, y yo encubrí a Shisui, meditó Izumi de manera autocritica y tratando de entender si realmente ella tenía la razón o si es que había actuado correctamente.
Pero él sabe que no puedo ser feliz lastimando a otros, yo no soy así, racional, irracional o lo que fuera, por primera vez en su vida Izumi sentía que tenía la razón para imponer su forma de ser y no sentía tener una razón por la que disculparse; ¿Acaso tengo la culpa? Dios…no sé qué hacer, era demasiado complicado llegar a una conclusión y por lo que la Uchiwa decidió consultarlo con la almohada, acomodándose sobre el colchón y cerrando los ojos para tratar de dormir. Por otra parte y a la misma hora de la noche en el siglo XVI, Itachi se hallaba en lo profundo del bosque fuera de la villa de lady Tsunade, montando guardia al pozo con su espalda apoyada en este y contemplando las estrellas, incapaz de dejar de pensar en Izumi sin importar cuanto lo intentara. Su viaje al siglo XXI no había hecho más que avivar su deseo por pedirle perdón, por dejar atrás cualquier problema que pudiera separarlos y pisotearlo para continuar como si nada hubiera pasado porque en su mente nada valía lo suficiente como para estar en disputa el uno contra el otro, pero él no encontraba las palabras apropiadas con las que disculparse e Izumi no tenia culpa alguna como para tan siquiera intentarlo, ¿Por qué seguir enemistados entonces si continuar donde lo habían dejado era muchísimo más importante para ambos? Pero en el fondo él mismo sabía que no quería disculparse, eso implicaría pisotear su orgullo, cosa que nunca había hecho.
Jamás lo haré, no voy a disculparme, ella debe pedirme perdón a mí, consideró Itachi de tan solo pensar en la opción de disculparse pero lo cierto es que solo se lo decía a si mismo desde la rabia porque imaginar a Izumi disculpándose le era inconcebible, no permitiría que ella intentaría tan siquiera disculparse porque no había hecho nada malo. ¿Por qué hizo que me sienta así? Nunca me había enojado tanto, había sentido rabia por muchas razones en su vida, y hablando románticamente solo tenía a Toka en mente como base por la que hablar y nunca había sentido celos por ella, ella por su cuenta lo había hecho sentir inferior al conocerse pero Izumi no, ella siempre lo veía como su igual y que ahora un sujeto que acababa de cruzarse en su camino lo hiciera hervir de ira por declararle sus sentimientos a ella y lo hiciera sentir inferior era algo que lo tenía completamente superado. A varios metros de distancia y tras unos arbustos de manera prudencial se hallaban ocultos Hinata, Konohamaru y Hina sobre el hombro del pequeño Garuda observando atentamente al semidiós a quien esa mañana habían visto saltar al interior del pozo y por lo que sabían que él había viajado a la época de Izumi, pero por su ceño fruncido o ambos habían hablado y ello había terminado en una discusión o simplemente no se habían visto; la actitud terca y empecinada de Itachi en seguir disgustado con la wiccan era una prueba de ello.
—¿Por qué cruzó si sigue molesto?— se preguntó Konohamaru en apenas un susurró.
—Es verdad— secundó Naruto apareciendo y situándose a la diestra de la sicaria. —¿No les dije qué no se acercaran?— cuestionó observando a la Hyuga, al Garuda y la Quimera.
—Naruto, ¿Qué estás haciendo aquí?— inquirió Hinata arqueando una ceja ante su presencia.
—A veces es muy divertido escuchar conversaciones— se justificó el Uzumaki encogiéndose de hombros distraídamente.
Espiar a Itachi no era la misión más sensata a realizar, especialmente teniendo en cuenta los sentidos intensificados del Uchiha y que eran dignos de comparar con los de un perro, pero por lo visto Itachi realmente debía estar abrumado o preocupado por Izumi ante los días que llevaban separados porque hasta ahora ni siquiera había advertido su presencia en el claro del pozo mientras él saltaba durante esa mañana al siglo XXI, y mucho menos ahora mientras lo observaban montar guardia al pozo. Negando para sí ante las palabras del Uzumaki, Hinata se mordió el labio inferior para no reír mientras regresaba su mirada al pensativo semidiós al igual que Konohamaru y Hina, pero sin saberlo su sonrisa hubo cautivado enormemente al fraile. Observando con suma atención a la bella sicaria a la luz de la luna en aquel claro, Naruto no pudo evitar preguntarse, ¿Su sonrisa siempre había sido tan hermosa? Se sentía como un ciego por no haber podido verlo antes…
A primera hora de la mañana, ya vestida y antes de acudir a la cocina a desayunar con su familia, Izumi decidió dirigirse directamente al sótano, ni siquiera llevaba su bolso y libros consigo pero había pensado tanto en Itachi la noche anterior sin concluir nada que estaba dispuesta a disculparse aunque tuviera o no tuviera porque hacerlo, deteniéndose ante el pozo sosteniendo el dije del medallón alrededor de su cuello y donde reposaban los fragmentos de la Joya del Paraíso que había obtenido de Shisui antes de que ambos separaran sus caminos, y que debía llevar de regreso al siglo XVI. La Uchiwa portaba una larga blusa roja de estampado escoses con escote en V cerrada hasta la altura de los muslos, ceñida a su cuerpo por un cinturón negro de cuero con hebilla y mangas ceñidas hasta las muñecas, calzas negras y largas botas de cuero con tacón bajo, con sus largos rizos castaños cayendo ordenadamente sobre sus hombros. No quiero volver a ver tu rostro, recordar la voz de Itachi diciéndole esas palabras hacía ya cuatro días le hizo hervir la sangre pues para bien o para mal le recordaba que no tenía por qué disculparse, era Itachi quien había desconfiado de ella y de sus sentimientos por él; ella podía continuar esperando, asistiendo a sus clases y continuando con su vida como si nada si él lo quería, pero no se disculparía hasta sentir que era necesaria en el siglo XVI y era decisión tomada.
—No regresaré, si lo hago volveremos a pelear— meditó Izumi en voz alta, negándose a ser quien tuviera que inclinar la cabeza.
Deseaba volver a ver a Itachi pero ello no nublaba su razón, por lo que Izumi dejó libre un suspiro y dio la espalda al pozo para proceder a abandonar el sótano cerrando la puerta tras de sí y dirigiéndose a la cocina para desayunar con su familia; aún no iba a volver. Paralelamente a esa hora de la mañana y sin poder dormir, Itachi continuaba montando guardia al pozo en el siglo XVI, observando el cielo azul y añorando la cálida presencia de Izumi a su lado mientras sentía a Konohamaru acercarse hasta él pero su presencia no podría haberle afectado menos. Mi hermana ha estado triste y de mal humor, pensar en las palabras que Inabi le había dicho provocaron un profundo dolor en el corazón de Itachi quien suspiró sonoramente intentando llegar a una respuesta concisa de que hacer, nunca se había enfrentado a una encrucijada como aquella en la que estaba ahora ni nunca antes le habían importado los sentimientos de una persona fuera de su fallecida madre. Deseaba estar delante de Izumi y pedirle perdón pero comprendía tan bien lo mucho que la había ofendido que se sentía indigno de poder verla tan solo, ¿Cómo pedirle perdón después de cómo le había hablado? Merecía el peor castigo para ser honesto, pero deseaba poder verla al menos una vez con cada fibra de su alma y era evidente para Konohamaru quien se sentó frente al Uchiha.
—Itachi, ¿Por qué no te decides y vas a verla?— preguntó el pequeño Garuda observando al semidiós quien cerró los ojos únicamente. —Sabes que Izumi te quiere, te perdonara— ella era buena y no sentía rencor por nadie.
—Me estás haciendo ver como si yo fuera el culpable de este problema— regañó Itachi aun con los ojos cerrados y apartando la mirada.
—¡Claro que lo eres!, ¿Todavía sigues dudando de la pobre Izumi, verdad?— acusó Konohamaru acercando su rosto al de Itachi quien abrió los ojos pero no dijo nada. —Izumi es muy amable y bondadosa, por eso protegió a Shisui aunque él la hubiera secuestrado y hecho pasar mucho miedo— sería tonto esperar que ella actuara de otra forma y fue ese recordatorio lo que molestó a Itachi quien se levantó del suelo en ese instante. —Itachi, ¡Espera!— llamó el pequeño tratando de alcanzar al semidiós.
—No quiero que me hables— acalló el semidiós sin detener su andar mientras se internaba en el bosque. —Si dije que no quiero verla, eso significa que no cruzaré el pozo, entiende— declaró sin saber que ellos ya lo habían visto cruzar el día de ayer.
—Por favor, solo quiero que me escuches— pidió el Garuda, tomando como un si el silencio de Itachi quien continúo caminando como si nada. —Creo que sería bueno pedirle consejo a lady Tsunade, ella tiene más experiencia en estas cosas— planteó habiendo hablado con ella anteriormente. —No te preocupes, te prometo que no voy a mencionar tu nombre, solo le diré que se trata de un conocido mío— aseguró alcanzando al semidiós o bien este ralentizó su andar a propósito.
—En ese caso, no estaría mal escuchar lo que ella tiene que decir— aceptó Itachi en voz alta atreviéndose a considerar la oferta del Garuda.
Hablar directamente de sus problemas no era una opción, no por un tonto "deber masculino" propio de la época de ser fuerte y no demostrar emociones, lo cual ya de por si hacía por su propia naturaleza y la forma en que había crecido—aunque Sasuke era mucho mejor en eso y era evidente—, sino porque creía tener cosas mucho más importantes que investigar o respecto a las que pensar e indagar que en los problemas de su propio corazón…y le daba algo de vergüenza para ser honesto, pero si hablaban de su situación empleando el nombre de otra persona, podía encontrar la solución que tanto deseaba sin ver desmerecido su orgullo. Entusiasmado de nueva cuenta por la aprobación de Itachi, Konohamaru tomó de la mano al semidiós y lo haló con todas sus fuerzas hacia la villa como el niño pequeño que era dándole poca oportunidad de resistirse al Uchiha que trató de seguirle el ritmo lo mejor posible; el pequeño Garuda tenía la escenografía ya preparada en su mente y los materiales con las que llevarla a cabo sin que Itachi se diera cuenta de que representaría su problema con Izumi sin tapujos, no solo por el bien de sus dos amigos como pareja potencial sino para que la wiccan regresara cuanto antes pues todos la extrañaban y mucho.
Ojala y lady Tsunade tuviera la respuesta a sus problemas.
Cuando el pequeño Garuda y el semidiós se presentaron en su casa, Tsunade fingió que no sabía el motivo tras ello ni la problemática con que estaban lidiando aunque ella misma echara en falta la presencia de Izumi y deseara que regresara pero eligió callar, invitándolos a pasar a la sala ahora que tenía unos momentos libres que pudiera dedicarles, y le plació que el semidiós no objetara al sentarse delante de ella junto a Konohamaru quien rápidamente—tras subir a su habitación en el piso de arriba—desplegó sobre la alfombra una serie de hojas sobre las que coloreo velozmente. La Senju portaba un sobrio vestido azul oscuro de escote cuadrado entallado a su figura—con un falso cuello alto y cerrado en V, decorado por un broche de plata en forma de tulipán—con mangas abullonadas en los hombros y que se tornaban ceñidas hasta los codos donde se abrían como lienzos y falda doble, una capa inferior hecha de gasa y una superior abierta en A, con su largo cabello rubio peinado en una ligera coleta anudada por un cinta azul y decorada por una diadema adornada por cristales zafiro a juego con unos largos pendientes de forma oval. Regresando de la cocina con un poco de té que dejó sobre la mesita entre ellos, Tsunade cruzó las manos sobre su regazo al tomar asiento y espero a que Konohamaru procediera a hablar.
—¿Qué sucede, Konohamaru?— preguntó lady Tsunade con voz paciente y observando intercaladamente al pequeño Garuda y al semidiós.
—Queremos consultarle algo que le pasó a un amigo mío, es un perrito— planteó el pequeño acomodando las hojas que ya había terminado de colorear.
—¿Un perrito?— repitió la Senju conteniendo una apenas perceptible sonrisa, —¿Qué le paso?— inquirió siguiéndole la corriente.
—A ese perrito le gusta mucho una conejita— inició Konohamaru, exponiendo las hojas que acababa de colorear como respaldo. —Pero cuando estaban jugando, apareció un lobo y se enamoró perdidamente de esa conejita— todos excepto Itachi tenían claro que Izumi no correspondía a Shisui.
De haber dependido de lady Tsunade, le habría dado a Konohamaru la máxima distinción por su evidente talento artístico al dibujar una cronología perfectamente clara de lo que había llevado a la discusión entre Itachi e Izumi con todos los trasfondos correspondientes y retratando todo de tal forma que parecían lo que él retrataba; un lobo, una conejita y un perrito, comprendiendo todo de forma admirable pese a ser solo un niño. Uno de los mayores tesoros que Konohamaru tenía eran los lápices de colores que Izumi había traído de su época y que superaban con mucho el carboncillo o pinturas que existían en el siglo XVI, y se los había regalo por montón, un set nuevo por cada regreso que hacía a su propio tiempo y en múltiples variedades; lápices normales, acuarelas, pastel, etc…permitiendo que el pequeño Garuda diera rienda suelta a su creatividad y esta fue una de esas situaciones. Tanta era la habilidad de Konohamaru al dibujar que Itachi se hubo creído que estaba relatando otra historia y no el cómo es que Izumi y él habían acabado por separarse y estar tan inmersos en esta situación que parecía no tener solución posible, tomando la taza de té que Tsunade había servido para él y bebiendo tranquilamente su contenido mientras esperaba a que Tsunade llegase a un veredicto que lo dejara más tranquilo.
—El lobo envió a su manada a distraer al perrito y aprovechó para secuestrar a la conejita; de pronto, apareció una enorme águila que atacó al lobo— Konohamaru continuó pasando las hojas que había coloreado a medida que relataba la historia. —El perrito se armó de valor para defender a la conejita derrotando al águila y luego pensó darle su merecido al lobo por su mala acción, pero a la conejita no le agrado la idea y protegió al lobo dejando que escapara, porque estaba mal herido; el perrito comenzó a dudar de la conejita, pensó que había algo más entre ella y el lobito, por lo que la conejita se molestó mucho y regreso a su casa— el último dibujo retrataba a la conejita metiéndose en su madriguera. —Eso fue todo lo que sucedió, lady Tsunade, ¿Usted conoce algún buen método para que el perrito y la conejita se reconcilien?— preguntó directamente sabiendo que ella tenía una respuesta.
—Primero, el perrito debe admitir su error por dudar de la conejita— concluyó la Senju, esperando escuchar una negativa por parte de Itachi mas no fue así. —Tal vez, la conejita sigue enfadada y está esperando a que el perrito la visite— agregó imaginando como debía sentirse Izumi. —Como hubo un malentendido entre los dos, las cosas no están bien; primero deben verse y luego deben hablar con claridad para solucionar el problema— ambos debían dialogar para que hubiera entendimiento.
Ya sea que Itachi hubiera comprendido que Konohamaru estaba contando lo ocurrido a través de sus dibujos o no, Itachi asintió de forma apenas perceptible ante las palabras de Tsunade pues había sido preciso que le plantearan la situación de aquella forma y con aquella única resolución calmada y firme para que él entendiera que no había otra solución posible. Él era el responsable y como tal era el único que debía pedir disculpas por lo ocurrido, Izumi no y como había creído hasta ahora no permitiría que ella siquiera lo intentara. Más seguro de sí mismo esta vez, Itachi se levantó de su lugar en el diván dejando su taza de té vacía sobre la mesita contigua y procedió a hacer abandono del hogar de la wiccan en completo silencio, necesitaba regresar al bosque y montar guardia al pozo pero ya no para pensar en una solución sino en las palabras apropiadas para disculparse con Izumi, y esperaba poder dar con ellas antes del amanecer de mañana. Observando en completo silencio a Itachi y siguiéndolo con la mirada hasta perderlo de vista, escuchando como este cerraba la puerta tras de sí, Tsunade y Konohamaru intercambiaron una mirada cómplice antes de reír por lo bajo, sintiéndose mucho más tranquilos pues Itachi ya reconocía su error y estaba claro que obraría en consecuencia, solo había que dar tiempo al tiempo…
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo retomando mi ritmo habitual de actualizaciones :3 como siempre agradezco su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado:3 las próximas actualizaciones serán "El Rey de Konoha" que he postergado mucho, nuevamente "A Través de las Estrellas", "Kóraka: El Desafío de Eros" así como "La Reina Olvidada" y "Queen: The Show Must Go On", lo prometo :3 esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
