-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "After You" de Meghan Trainor & AJ Mitchell para Itachi e Izumi, "Anti-Hero" de Taylor Swift para Toka, "All Or Nothing At All" de Annie Trousseau para Naruto & Hinata, y "Can't Help Falling in Love" de Kacey Musgraves para Sasuke & Sakura.


La villa estaba en calma, y una sumamente desconcertante de todo cuanto había sucedido en el último tiempo; los ataques perpetrados por los Unk Cekula habían llegado a su fin luego de que estos seres hubieran sido exterminados por un grupo de individuos que ya de por si ganaban fama a ojos de los habitantes de la villa, tratándose de un fraile, una wiccan, una sicaria y un dios perro; pero a todo ello debía añadirse que sus mismos rescatadores se encontraban heridos o por lo menos la sicaria y la wiccan que permanecían en cama. Sabiendo que Izumi querría que él ayudara a quienes lo necesitaban en lugar de quedarse observando de brazos cruzados, Itachi se separó a regañadientes de la Uchiwa esa mañana y se puso a disposición de quien lo necesitara colaborando en la reconstrucción de las casas dañadas durante la batalla, sorprendiéndose interiormente ante la aceptación de los humanos que—bien engañados por eso de que era un "dios perro"—no parecían sentir prejuicio alguno por él lo que lo hizo sentir pleno interiormente, sonriendo con sutileza para sí mientras trabajaba. Pero ensimismado como estaba en su trabajo, nada impidió a Itachi ver como esa chica llamada Sara se retiraba un momento del resto de los habitantes de la villa para hablar con Naruto, tomándose el atrevimiento de despedirse del Uzumaki con un beso a medio camino entre la mejilla y los labios, y por lo que—siendo la hora del almuerzo—el semidiós se acercó sigilosamente al fraile:

—Así que esa chica quiere casarse contigo— adivinó Itachi rompiendo con el silencio y sobresaltando al Uzumaki que volteó a verlo antes de entornar los ojos.

—¿Qué es esto?, ¿Un interrogatorio?— increpó Naruto con incomodidad pero viendo al semidiós arquear una ceja como única respuesta. —¿No tienes nada mejor que hacer?— inquirió aun nervioso por la declaración de Sara.

—Oye, estoy ayudando, eso es un milagro— se defendió el semidiós, mas sin cambiar olvidar su pregunta sin responder. —¿Cómo se lo dirás a Hinata?— cuestionó viendo a los ojos del Uzumaki y no estando seguro de si sentía algo por Sara.

—No sé si deba decírselo, ni siquiera tengo pensado aceptar— contestó el fraile en un suspiro. —Y antes de que digas nada; sí, es por su edad— aclaró viendo al Uchiha a punto de formular una pregunta. —Veo a Sara como una hermana pequeña a la que proteger, no como una mujer— el beso había sido extremadamente incómodo.

—Pero a Hinata sí— obvió el Uchiha en voz alta y ante lo que el Uzumaki solo lo observó en silencio antes de asentir. —Yo que tu empiezo a pensar que decirles a ambas, porque en poblados como este las noticias vuelan— recordó imaginando cuanto podían tergiversarse las cosas en boca de terceros.

Estar enamorado era demasiado complicado para Naruto, por eso prefería las relaciones de una sola noche o encuentros en burdeles con mujeres de dudosa reputación y que sabía efectivamente era una conducta reprochable en un fraile como él, pero que era a lo que recurría cualquier hombre de la época, mas también porque temía estar en una relación con una mujer y no saber respetarla ni honrarla como ella merecería, creía que hombres y mujeres eran iguales por lo que no sabría cómo conducir un matrimonio según los estándares tradicionales, preferiría que la mujer que eligiera tuviera claro lo que quería…pero solo conocía a una mujer así y que le provocaba sentimientos únicos, mas aún no encontraba el valor para declarar sus sentimientos. Teniendo sus propios problemas con Izumi, deseando pedirle matrimonio en ese mismo instante pero teniendo en consideración que—según los estándares del siglo XXI—la Uchiwa podía ser considerada menor de edad en su propio mundo, estaba dispuesto a esperar y ganar su amor. Mientras pensaba en ello, el semidiós no pudo evitar fruncir el ceño con extrañeza antes de abrir los ojos como platos al ver que entre la espesura de los tenues árboles en lo alto de la colina más allá de la villa se veían unas particulares luces flotantes y que él reconocía perfectamente; eran las serpientes cazadoras de Toka, podía reconocerlas incluso desde esa distancia, ¿Cómo es que ella se atrevía a acercarse después de lo ocurrido?, ¿Con que cara?

—¿Qué pasa?— preguntó Naruto siguiendo su mirada y pudiendo ver las mismas luces a la distancia. —Son las serpientes de la señorita Toka— reconoció solo un segundo antes de ver al Uchiha pasar corriendo a su lado. —¡Itachi, espera!, ¡Ella es capaz de matarte!— gritó preocupado por él y su posible curso de acción.

—¡Volveré pronto!— contestó el semidiós en un grito y sin detenerse. —Necesito respuestas— masculló para sí con rabia.

Mientras revivía en su mente el impacto de la flecha contra la espalda de Izumi el día anterior y despidiéndose de ella esa mañana viéndola dormir—aun recuperándose de sus heridas de acuerdo a las instrucciones del galeno—, decirse molesto con Toka era poco para el semidiós; ella lo había besado—y provocado una problemática innecesaria con Izumi—con la promesa de que él no tendría que preocuparse ya que ella al final provocaría la caída de Orochimaru, ¿No había hecho precisamente lo contrario? Al entregarle los fragmentos de la Joya del Paraíso que había robado a Izumi, Toka le había dado al viperino la oportunidad de fortalecerse y vencer incluso, todo en bandeja de plata y lo que hizo al Uchiha correr aún más rápido mientras se alejaba de la villa y subía la colina, necesitando confrontar a Toka por lo que había hecho y saber la verdad tras sus acciones. Si los habitantes de la villa se extrañaron por el repentino comportamiento del semidiós—o mejor dicho "dios perro" dada la mentira de Naruto—, ninguno lo demostró, sumergidos en sus propias rutinas cotidianas al igual que los niños que jugaban despreocupadamente y ante lo que Naruto solo negó para sí, sabiendo que no tendría ningún sentido intentar alcanzar al semidiós y no lo intento, pues tenía claro que no lo haría cambiar de opinión en lo absoluto, por lo que prefirió retomar sus pasos hacia el hogar del gobernador para comprobar cómo se encontraban Hinata e Izumi, e informar a la Uchiwa lo que estaba ocurriendo o a quien vería Itachi para minimizar lo más posible el impacto.

Habría problemas, eso era seguro.


Emitiendo un quejido ante la incomodidad de tener que vestirse por sí sola con la ropa habitual del siglo XVI y que alguien—seguramente Sara, ama de llaves en el hogar del gobernador de la villa—había dejado sobre su cama, Izumi terminó de peinar sus largos rizos castaños recogidos por una diadema de tipo cintillo que los hacía caer sobre su hombro derecho y tras su espalda destacando unos pequeños pendientes de diamante en forma de lagrima. La Uchiwa portaba un femenino vestido de seda blanca con bordados en forma de tulipán de escote corazón, falda doble abierta en A bajo el vientre y mangas ceñidas hasta los codos desde donde continuaban en lienzos de gasa traslucida, con el centro del corpiño y la falda inferior—junto a unas delicadas hombreras—de color beige pálido con una línea vertical en el centro del escote y una en el contorno. Usualmente Izumi no vestía de blanco, era un color que la hacía sentir incomoda, pero no podía menospreciar la ropa y por lo que con algo de incomodidad y dándose una última mirada al espejo abandonó su habitación dejando las puertas abiertas mientras cruzaba la sala de recepción hacia la habitación de Hinata tratando de no hacer mucho ruido y esbozando una inmediata sonrisa al ver a Konohamaru sentado sobre la cama velando el sueño de la sicaria junto a quien también se encontraba la pequeña Hina en su forma de gata siamesa.

—Izumi— saludó el Garuda, conteniéndose para no gritar, —¿Te sientes mejor?— preguntó en voz baja mientras ella cerraba las puertas tras de sí.

—Sí, un poco— asintió la Uchiwa conteniendo un quejido al caminar. —¿cómo esta Hinata?— inquirió tomando lentamente asiento sobre la cama.

—Dice que no le pasó nada, pero recibió directamente el ataque— contestó Konohamaru únicamente. —Itachi y Naruto fueron a ayudar con la reconstrucción— agregó viendo asentir a la Uchiwa que agradeció la aclaración.

—Traeré mi bolso, creo tener algo que puede ayudar— meditó Izumi en voz alta.

Mordiendo el labio inferior para no quejarse del malestar en su espalda por la herida producida por la flecha, Izumi trató de no trastabillar mientras se erguía de la cama y regresaba por sobre sus pasos hacia las puertas que abrió despreocupadamente a su paso pues debería despertar a Hinata luego; no pudiendo correr porque el dolor de su herida y el temblor en sus piernas se lo impedía por ahora, Izumi avanzó lo más rápido que le fue posible hasta llegar a su habitación cuyo umbral cruzó, acercándose al cofre tras la cama donde guardaba su bolso y que abrió junto con su mochila para extraer de esta su botiquín, dejando todo tal y como estaba y apresurándose en retornar a la habitación de la Hyuga—quejándose en el proceso y maldiciendo por lo bajo—a quien encontró quejándose y retorciéndose sobre la cama ante el visible dolor que sentía en su abdomen, siendo observada tanto por Konohamaru como por la pequeña Hina. Dejando el botiquín sobre la cama y que abrió, Izumi buscó apresuradamente un relajante muscular junto a un analgésico, medicamentos de su tiempo y que sabía ayudarían a Hinata—ella misma se había lesionado siendo una preadolescente y recordando muy bien la experiencia—, sosteniéndolos en su mano y aproximándose a la mesa de noche para servir un poco de agua de la jarra en el vaso ya dispuesto, siendo observada en todo momento por la Hyuga quien tenía ligeras ojeras.

—Hinata, trata de beber esto, ¿sí?— pidió Izumi, sujetándola del brazo e instándola a sentarse.

—¿Qué es?— preguntó Hinata con un quejido ahogado mientras observaba lo que la Uchiwa le tendía

—Medicina, de mi época— explicó ella dejando ambas píldoras en la palma abierta de la Hyuga para que los estudiara, —calmara el dolor— explicó y ante lo que la ojiperla se metía los medicamento a la boca.

Justo antes de que a Hinata se le ocurriera tragar las píldoras sin agua—lo que podía ser incomodo—, Izumi le tendió el vaso con agua con un gesto serio o condicional que a nada estuvo de hacer reír a la sicaria que sonrió para si antes de tomar un trago de agua y pasar los medicamentos, sorprendiéndose por lo cotidiano o simple que le resultó tragar aquella medicina y viendo a la Uchiwa sonreír como si hubiera realizado una buena acción mientras Konohamaru presenciaba todo con sorpresa y aún más fascinación por la época de Izumi. Aunque en el pasado Hinata había mencionado que existían medicinas más completas en la época de Izumi en comparación al siglo en que vivían, donde las sangrías y curas en base a los humores que "componían" el cuerpo—centrados en las teorías del médico romano Galeno—, no había estado realmente enterada de cómo era parte de la medicina en la época de Izumi fuera de las vendas o ungüentos que llevaba en ese pequeño recipiente llamado botiquín, mas debía confesar que estaba gratamente sorprendida. Sin dejar de observar a Hinata en espera de alguna posible reacción alérgica a los medicamentos en caso de una situación de peligro, Izumi no pudo evitar preguntarse ¿Dónde estaba Itachi? Había visto por el rabillo del ojo un reloj en la sala y por la hora tanto él como Naruto ya deberían estar por volver dada la hora del almuerzo, y sin embargo ¿Por qué ella tenía una especie de mal presentimiento en su pecho? Ojala no fuera nada malo…


Sin dejar de correr en ningún momento y sin fatigarse tanto por su resistencia casi divina a la par que por lo concentrado que estaba en encontrar respuestas para honrar el acto de valentía y devoción de Izumi para con él el día anterior, Itachi llegó a lo alto de la colina sin pensar en detenerse, y no sabiendo cómo interpretar la presencia de Toka pues si bien contaba con ello…le provocó un sentimiento agridulce en el estómago, no la odiaba pero si estaba muy molesto con ella por causa de Izumi. De pie en lo alto de la colina y acompañada por sus serpientes cazadoras que se arremolinaban a su alrededor en una compañía que el semidiós nunca se esforzaba en entender, Toka portaba un vestido blanco de escote corazón ceñido a su figura, con falda de velo en múltiples capas y mangas ceñidas que se tornaban acampanadas desde los codos hasta casi cubrir las manos con que acariciaba a las serpientes, y sobre el vestido portaba una chaqueta verde musgo con bordados más claros, sin mangas y de escote redondo que se cerraba por seis botones para abrir la falda en A bajo el vientre; su largo cabello castaño caía como una cascada lisa tras su espalda, ocultando unos pendientes de perla en forma de lagrima a juego con el collar alrededor de su cuello y del que pendía un dije de plata en forma de lagrima con un cristal en el centro. Advirtiendo la presencia de Itachi a su espalda por sus serpientes cazadoras de almas, Toka volteó a ver al semidiós con una disimulada sonrisa ladina al saberlo a salvo:

—Sabía que vendrías a verme, Itachi— mencionó la wiccan con su característica arrogancia ya habitual, —me alegra ver que aun sigues vivo— de hecho la tranquilizaba saberlo a salvo pero él no tenía porque enterarse.

—Dime, Toka, ¿Qué diablos estas tramando?— cuestionó el semidiós abiertamente, desestimando su palabras. —¿Realmente le entregaste los fragmentos de la joya a Orochimaru?— interrogó esperando que todo fuera un malentendido.

—¿Y qué si lo hice?— contestó la Senju arqueando una ceja y sin darle una respuesta concreta pero si sorprendiéndolo al no contrariar sus palabras.

—Él se ha vuelto mucho más poderoso, ¿es que eso no te afecta?— replicó Itachi y ante lo que ella le sostuvo la mirada con indiferencia. —Querías verme muerto, por eso lo hiciste, ¿No es así?— le daba asco que ella estuviera dispuesta a tanto aliándose con un ser tan ruin solo por su rencor que sentía hacia él.

—¿Crees que soy capaz de entregarle tu vida a él?— preguntó Toka aunque sin demostrar emoción alguna. —Me decepcionas, tu mentalidad es realmente pequeña— y lo había creído mucho más inteligente. —No lo olvides, Itachi, si sigo aquí es para vengar nuestro injusto y cruel final, y nadie se va interponer en eso ni mucho menos tomar tu vida, nadie— esa era una promesa que no pensaba romper ni muerta.

De inmediato el impulso de Itachi lo llevo a dejar libre un suspiro ahogado mezclado con una carcajada carente de todo humor, enterrando el rostro entre sus manos y revolviéndose el cabello con frustración tanto por las palabras que acababa de escuchar como por el hecho de que no tenía de que pensar, por un lado continuaba inmensamente furioso con Toka y en su mente revivía como Izumi había salido herida intentando salvar su vida, y todo eso podría haberse evitado si Toka no hubiera entregado los fragmentos a Orochimaru, y aunque ahora dijera tener una estrategia o plan en mente, Itachi no tenía idea de que se trataba y estar en semejante incertidumbre sin saber que le sucedería a Izumi mañana—Toka no le tenía afecto, eso era seguro y le preocupaba lo que pudiera hacer—le estaba desquiciando los nervios, ¿Por qué Toka estaba haciendo esto?, ¿Era tanto su rencor que no podía permitir que Izumi y él estuvieran en paz? Sin demostrar que la reacción de Itachi provocara emoción alguna en ella, acostumbrada a ser subestimada o leída superficialmente como si fuera u libro abierto—lo que por cierto no era ni nunca seria—, Toka admitió mentalmente que sentía celos de Izumi, de lo inocente y virtuosa que era sumado al hecho que tenía el amor de Itachi…pero no la odiaba, y al margen de lo que creía el semidiós esto no era un ataque contra él, sí que continuaba resentida por el fin de su relación pero todo esto era solo una calculada estrategia para derrotar a Orochimaru.

—Itachi— inició la Senju logrando obtener su atención, —Orochimaru incrementara sus poderes, pero ya he calculado eso y es parte de mi estrategia— reveló a modo de advertencia para que él y sus amigos se cuidaran las espaldas. —No dejes que te mate, eso es todo lo que tengo que decirte— solicitó aunque sonara como una imposición.

Siguiendo un proceso arcaico que les era inculcados a todas las wiccan—o a casi todas, se dijo mentalmente Toka, pensando en Izumi quien si bien era más poderosa que ella tenía un entrenamiento incompleto—y que consistía en depositar casi una parte de su aura, alma o esencia vital en un objeto y que en este caso había sido el fragmento de la Joya del Paraíso que le había quitado a la Uchiwa. Toka había plantado la base de la victoria final contra Orochimaru y que les permitiría derrotarlo, quizás no a ella pero si a Itachi e Izumi, eso era más de lo que ellos pudieran pedir, pero reservada como era Toka se negó a explicarlo en voz alta. Sintiendo que las explicaciones o palabras extras sobraban en ese momento, la Senju alzó una de sus manos al aire en una señal para sus serpientes cazadoras de almas que no tardaron en envolverla y hacerla desvanecerse en diminutas luces que se difuminaron por el aire antes de que Itachi pudiera pensar en formular otra pregunta, relegándolo a bajar la mirada y gruñir en su lugar. En cierto modo Toka le había dado una respuesta; todo lo ocurrido sobre el aumento de los poderes de Orochimaru—y que continuarían creciendo—era por causa de ella pero eso era parte de un plan calculado…mas para su preocupación no había negado estar aliada con el viperino, no había dicho en ningún momento que no era el enemigo solo que tenía razones para hacer lo que hacía, ¿Pero qué razones eran esas?

No había una verdad sino muchas aparentemente.


Aliviada de que los medicamentos de su época hubieran ayudado a Hinata—sin provocar una reacción alérgica—aligerando enormemente su dolor debido al enfrentamiento del día anterior, Izumi ayudó a la Hyuga a levantarse de la cama y vestirse, sabiendo que se sentiría mucho mejor como ella una vez comenzara a moverse, pero tan pronto como ambas comenzaron a discutir que habría para almorzar sonriéndose entre sí, volvieron la mirada hacia el umbral de la estancia para recibir a Itachi y Naruto, llevándose una decepción al ver solo al Uzumaki quien tenía una expresión preocupada. Sentada sobre uno de los divanes de la sala e intercalando su mirada entre Naruto e Izumi, Hinata portaba un sencillo vestido de seda mantequilla con opacos bordados cobrizos, de escote redondo y cerrado por seis botones dorados hasta la altura del vientre, mangas ceñidas hasta los codos donde se abrían en lienzos de gasa y falda superior abierta en A con falda inferior de gasa; sus largos rizos azules caían sobre su hombro derecho y tras su espalda peinados por un broche de oro en forma de mariposa a juego con unos largos pendientes de cuarzo rosa. La sola mención de del nombre Toka pintó una expresión de preocupación y recelo en el rostro de Izumi quien apretó las manos sobre su vientre, por un lado temía que Toka pudiera hacerle algo a Itachi…pero recordando el último encuentro de ambos y del que había sido testigo, la Uchiwa tuvo otro tipo de dudas y miedos.

—¿Estás seguro, Naruto?— preguntó la wiccan tras escuchar su explicación pero no sabiendo que creer.

—Sí, eran las serpientes de Toka— asintió el fraile no pudiendo equivocarse y mucho menos por la reacción de Itachi.

No hacía falta mencionar nuevamente que Itachi había seguido a las serpientes para encontrarse con Toka, ello estaba implícito en el aire sin que nadie lo dijera y lo último que alguno de los presentes quería hacer era incomodar todavía más a Izumi quien bajo momentáneamente la mirada, pero no porque estuviera triste sino porque estaba pensando, intentó pensar cómo lo haría Toka para prever que podría hacer esa mujer contra Itachi…pero le fue imposible, si existía un ser imprevisible ese sin duda era Toka Senju. En el preciso instante en que a Izumi se le cruzó por la cabeza ir en busca de Itachi, tanto presa de las inseguridades como de las preocupaciones sin importar que sus heridas no hubieran sanado del todo; las puertas de la sala se abrieron y todos volvieron la mirada viendo a Itachi ingresar cerrando estas tras de sí con expresión pensativa, muy meditabunda pero que no le impidió darse cuenta de que Izumi estaba ahí junto a Naruto, Hinata, Konohamaru y Hina. Aunque interiormente feliz de ver a Izumi despierta y de nuevo en pie pese a que el galeno le hubiera estipulado dos días de reposo, Itachi no pudo demostrarlo, sentía que había obrado mal por encontrarse con Toka, lo había hecho para obtener respuestas que era infructuosas o difíciles de entender aun, mientras acercaba sus pasos hacia su grupo de amigos—y más precisamente hacia Izumi—fue incapaz de sostener la mirada a la Uchiwa—por no estar con ella al despertar—quien por otro lado no le quitó los ojos de encima.

—Viste a Toka, ¿No es así?— más bien afirmó Izumi y ante lo que el Uchiha no supo que responder. —No eres capaz de mirarme a los ojos, no has cambiado en nada— suspiró decepcionada por su actitud y que solo la hacía dudar de él.

—No fue un encuentro en secreto, si es lo que estás pensando— contrarió Itachi no queriendo que ella pensara en algo que no era.

—Yo no estoy pensando nada, gracias por considerarlo— refutó la wiccan con sarcasmo y observándolo duramente.

—Izumi, entiendo tu dolor y que esto te moleste, pero no podía darle la espalda a Toka— discutió el semidiós para que ella no se hiciera una idea errada de las cosas, —tenía que hablar con ella e intentar entender lo que hizo, obtener respuestas— explicó desviando la mirada hacia Naruto y Hinata que se observaron con escepticismo.

—¿Y lo hiciste?, ¿La entendiste?— inquirió ella y ante lo que el semidiós solo suspiró en respuesta. —Esto no se trata de mí, Itachi, ¡Se trata de ti!, ¿Es que no lo entiendes?— regañó con énfasis. —No sé lo que Toka te haya dicho pero, ¿Y si es cierto?, ¿Y si ella realmente te traiciono?, ¿Y sí intenta matarte? No quiero creerlo, pero la realidad no ayuda mucho a pensar lo contrario— planteó aterrada con esa posibilidad. —Te lo dije una vez, la vida te dio una nueva oportunidad, por eso estás aquí, ¿Merece la pena arriesgarlo todo por una mujer capaz de traicionarte?— determinó esperando que él entendiera el peligro implícito en todo esto.

—Izumi no hables así— espetó el semidiós no queriendo que ella se expresase de esa forma.

—¿Vas a prohibírmelo?— cuestionó la wiccan dando un paso más cerca él y sin ceder. —No odio a Toka, pero tengo derecho a pensar lo que yo quiera de quien quiera, y tú no me lo vas a impedir— determinó recordándole implícitamente quien era ella y de donde venía. —Sabes que, esta es tu vida, y tu tomas tus propias decisiones; yo me quedare al margen, es lo que mejor se me da— suspiró molesta por haber creído que él cumpliría su palabra…Toka siempre estaba primero después de todo.

Jamás en su vida nadie había podido decirle que hacer, había obedecido a sus maestros de escuela desde pequeña porque sus padres le habían inculcado el respeto a las figuras de autoridad pero siempre había seguido una obediencia reflexiva incluso tratando de sus padres o más específicamente a su madre, seguía lo que le decía su corazón e instintos y no lo que dijeran otros sin importar quien fuera, decidía por su cuenta y la llenó de ira como nada en el mundo que Itachi quisiera hacerla callar o creer que podía decirle como pensar por alguna arraiga costumbre de macho controlador del siglo XVI, por lo que la Uchiwa se sujetó la falda y dirigió sus pasos hacia sus aposentos, no corriendo pero si conduciéndose con andar veloz y cruzando el umbral de su habitación cuyas puertas cerró bruscamente sosteniendo la mirada al semidiós con ira y profundamente ofendida. Pudiendo palpar las dudas de Izumi y como la situación—él yendo tras Toka—se había prestado para ello, Itachi deseo seguirla y dejarle claro que solo le había preguntado por lo ocurrido en el ataque del día anterior, no por un sentimiento romántico ni nada parecido pues solo estaba comprometido emocionalmente con ella…pero la mirada furiosa de la Uchiwa le dejo claro que ya la había ofendido lo suficiente, ¿Por qué no puedo cerrar la boca? Se dijo Itachi molesto consigo mismo. Intercambiando una mirada con Hinata, quien negó para sí junto a Konohamaru, Naruto carraspeó captando la atención del semidiós.

—¿Pudiste comprobarlo, Itachi?, ¿Toka realmente le entregó los fragmentos a Orochimaru, no era una invención?— inquirió el Uzumaki centrándose en lo importante para todos como grupo.

—No— confirmó el semidiós en voz baja y sabiendo que Izumi tenía razón para dudar y ofenderse…todo hacía pensar que Toka realmente se había aliado con el viperino.

—Eso quiere decir que ella está del lado de Orochimaru— resumió el fraile poniéndose del lado de Izumi como también hacían Hinata y Konohamaru.

—No, no es eso— protestó Itachi recordando las palabras de Toka y no pudiendo creer que ella se aliara con el enemigo. —En realidad no tengo idea de que está planeando, pero sé que no es una traidora— si ella decía tener un plan, él debía creer en ello pues sabia el rencor que la Senju sentía por ese ser demoniaco.

—Es muy difícil creer lo contrario— discutió Konohamaru desde su lugar. —Izumi está sufriendo mucho— obvió señalando las puertas de su habitación con la mirada.

—Ella está muy débil, y ahora tiene que pensar en ti, además de en todos nosotros y en ella misma— respaldó Hinata aludiendo el como la wiccan se había preocupado por ella antes que por sí misma. —Eres muy egoísta, ¿lo sabías?— acusó estando siempre del lado de Izumi como todos porque no podían confiar en Toka.

Apoyándose en el diván en que estaba sentada para erguirse y emitiendo un quejido por lo bajo, Hinata fue ayudada por Naruto quien envolvió uno de sus brazos alrededor de su cintura, instándola a apoyarse en él para caminar y abandonando la sala en silencio junto a Konohamaru y Hina para ir en busca del almuerzo ignorando a Itachi quien suspiró sonoramente, volviendo la mirada por sobre su hombro; debería hablar con Izumi y decirle que debía comer algo, debería disculparse...pero ya la había ofendido suficiente y por lo que siguió en silencio a sus amigos, decidiendo esperar y hablar más tarde cuando ambos estuvieran más tranquilos. Apoyándose en las puertas cerrada hasta que escuchó los pasos de Itachi y los demás alejarse, Izumi dejo libre un suspiro entrecortado, herida porque Itachi creyera en la palabra de Toka y porque que se hubiera encontrado con ella, tanto que antes de darse cuenta las lágrimas resbalaron por sus mejillas. Como una oscura reminiscencia de sus primeros años de secundaria y en que había visto el estrés y nervios sacar lo peor de sí misma, Izumi sintió un dolor en el estómago y deseos de vomitar, aproximándose rápidamente al recipiente de porcelana sobre el tocador y en que vacío el contenido de su estómago, jadeando para recuperar el aliento, sintiéndose fatal pero liberando parte de la rabia de ese modo. La gente actúa extraño cuando es infeliz, se resignó Izumi...


Este primer viaje había sido largo siendo el primero del que Sakura formaba parte como miembro del sequito de lord Sasuke, pero muy emocionante esa tarde mientras el sol comenzaba a ocultarse y la niebla se elevaba a medida que se aproximaban cada vez más a la costa con el viento soplando, y tan pronto como vio el mar aparecer en su amplia extensión, la pelirosa no dudo en bajar del lomo de Aoda y sujetarse la falda del vestido para correr hacia el acantilado al costado del camino por el que transitaban para ver mejor el cristalino espejo ante ella. La joven pelirosa portaba un femenino vestido de seda beige muy pálido con ligeras plumas de hilo de oro bordadas a lo largo de la tela, de escote cuadrado—con un ligero escote inferior de gasa en V—y cerrado por seis botones de oro hasta la altura del vientre, mangas ceñidas hasta los codos dando paso a acampanadas mangas de gasa violeta como la falda inferior del vestido y que se abría en A bajo el vientre; sus largos rizos rosados caían sobre su hombro izquierdo y tras su espalda peinados por una diadema de oro y diamantes en forma de tulipanes a juego con la guirnalda alrededor de su cuello. Negando para sí y adelantando sus pasos de su habitual tras lord Sasuke, Suigetsu se acercó para alcanzar los veloces pasos de aquella chica humana a quien su señor le había tomado un profundo afecto desde que había aceptado tomarla bajo su protección.

—¡Sí!— celebró Sakura en voz alta y deteniéndose en el borde del acantilado. —Yo gane— proclamó sonriendo burlonamente al leal servidor de lord Sasuke.

—Niña, esto no es una competencia— recordó Suigetsu pese a estar ya acostumbrado a que todo fuera un juego o diversión para ella.

—Mire, señor Suigetsu, lord Sasuke tenía razón, es el cadáver de un monstruo— señaló la Haruno pudiendo distinguir una figura enorme sobre el acantilado a varios metros de donde estaban. —¿Quién pudo haberlo matado?— no se movía ni daba señales de advertir la presencia de ellos.

—Fue mi padre— contestó Sasuke a la pregunta de la pelirosa. —Aunque no lo mató realmente, solo está dormido— aclaró siendo este individuo un enemigo de su talla.

Tanto Sakura como Suigetsu volvieron la mirada hacia lord Sasuke quien emergió entre la cada vez más espesa niebla, con Aoda siguiendo sus pasos calmadamente, sin apartar la mirada de aquel imponente ser que permanecía preso contra el enorme acantilado opuesto a aquel en que ellos se encontraban, sumido en un profundo sueño por el colmillo canino que estaba clavado a la altura de su corazón y que había pertenecido a su padre, lord Fugaku. El enorme ser apresado era Danzo Shimura, un poderoso guerrero perteneciente al clan de los dioses dragón, con un cuerpo extremadamente largo y grande, serpentino con dos brazos de cuatro dedos y piel azul ennegrecida de piel extremadamente dura—se decía que era la más resistente sobre la Tierra—, destacando su enorme cabeza semejante a la de un cocodrilo con dos cuernos triangulares planos y las fauces abiertas enseñando sus colmillos, los únicos capaces de hacer frente al anterior lord de las Tierras del Oeste. En un movimiento ágil, Sasuke cruzó el espacio entre ambos acantilados aterrizando sobre la piel del dios dragón; puedo olerlo…en los colmillos de esta bestia queda impregnado el aroma de mi padre, percibió el Uchiha, alzando su mano derecha y extrayendo con un veloz tirón uno de los enormes colmillos del dios dragón, regresando junto a Suigetsu y Sakura, quien no pudo evitar chillar de sorpresa y asco al ver aquel enorme colmillo.

—Tenemos lo que necesitamos, vámonos— instruyó Sasuke, dando la espalda al acantilado y regresando sobre sus pasos.

—Amo, ¿Realmente piensa llevarse ese colmillo?— preguntó Suigetsu sin poder evitar sorprenderse aunque si entendía su plan.

—Silencio, Sakura, no grites— regaño el Uchiha con voz queda al escuchar los chillidos de la chica quien no dudo en callarse.

—Sí, señor— asintió la pelirosa mentalizándose en no pensar en a quien pertenecía el colmillo que su señor cargaba en su mano derecha sin esfuerzo.

Era un gesto muy infantil de su parte y Sakura lo sabía, pero ante el veloz actuar de lord Sasuke, por un momento y había creído que su señor le había arrancado la cabeza al enorme dragón, claro que unos segundos después se dio cuenta que solo le había arrancado un colmillo pero la chica templó de sorpresa y asco no habiendo visto nunca un colmillo de dragón ni mucho menos de tan cerca, mas inspiró aire profundamente y se esforzó por comportarse con madurez mientras seguía los pasos de lord Sasuke junto al señor Suigetsu, sosteniendo las riendas de Aoda quien se dejó guiar por ella. Por otro lado y con expresión indiferente mientras caminaba al frente y no dando a entender que le había hecho gracia la actitud de Sakura, —pero sí que lo había hecho—Sasuke sabía que su actuar no era el mejor—internándose en la niebla y alejándose de la rugiente costa junto a Suigetsu y Sakura—, debería haber obtenido este colmillo en batalla y probablemente lo hubiera hecho en otras circunstancias, en el fondo anhelaba medirse contra el mayor enemigo de su padre y cuyas heridas infringidas lo habían llevado a la muerte protegiendo a su recién nacido hermano Itachi y a su madre la princesa Eshima. Pero su padre había decido sellar a Danzo al no poder derrotarlo en su batalla y Sasuke respetaría su legado hasta que un día—quizás siglos en el futuro—el sello se rompiera y el dios dragón volviera a ser una amenaza.

Hasta entonces, esperaría.


Al día siguiente y no pudiendo juzgar la actitud de Itachi pues él mismo tenía asuntos que solucionar, Naruto abandonó el hogar del gobernador en busca de Sara, recorriendo la villa a su encuentro para tener una conversación seria…localizándola a varios metros de distancia y hablando con uno de los campesinos que trabajaban las tierras del gobernador, parecía estar dándole instrucciones. En su calidad de ama de llaves del gobernador, Sara portaba un inocente vestido celeste pastel de escote corazón—con un falso corsé superior de escote ligeramente más bajo hasta la altura del vientre para resaltar su figura y cerrado por cinco botones de diamante en vertical—, mangas ceñidas hasta los codos donde se tornaban acampanadas y traslucidas hasta cubrir las manos y falda de múltiples capas de gasa, con su largo cabello rojo cayendo en definidos rizos sobre sus hombros y tras su espalda peinados por una diadema de hilos dorados. Cualquier hombre se sentiría afortunado de poder ganar su amor y llamarla su esposa, pero Naruto no era ese hombre, en su mente y para siempre ella sería como una hermana menor a quien había conseguido un nuevo hogar pero nunca podría verla como una mujer como las demás y ya era hora de que ella lo entendiera, por lo que inspirando aire el Uzumaki se aproximó a Sara quien en ese preciso momento despidió al campesino y pretendió seguir con su camino.

—Sara— llamó el Uzumaki haciendo que la pelirroja alzara la mirada hacia él con una inmediata sonrisa, —te estaba buscando— mencionó lo que solo hizo crecer la sonrisa de ella que no dejo de observarlo. —¿Puedes acompañarme?— consultó no queriendo importunarla si ella tenía responsabilidades que llevar a cabo.

—Claro— asintió la Roran sin dudarlo, feliz de acompañarlo a donde él quisiera.

El día anterior y en una muestra de suma inocencia, amor o romanticismo, Sara había pedido un momento para hablar con el señor Naruto quien estaba atan presto a ayudar en la reconstrucción de la villa y cuya nobleza la había instado a hablar; le había declarado sus sentimientos y como había estado enamorada de él a lo largo de todos estos años separados, profundamente tocada por su acto de amabilidad para con ella al darle una nueva vida, pero temerosa de que ambos pudieran ser separados otra vez, por lo que lo había besado, no en los labios pero tampoco en la mejilla sino en un punto intermedio. Cegada quizás por la fuerza de sus sentimientos por Naruto, Sara camino a la par que él quien dejo libre un suspiró mientras ordenaba las ideas en su mente y trataba de crear oraciones coherentes que decir a Sara sin lastimarla innecesariamente y esperando por supuesto que ella entendiera sus razones; sosteniendo una de las manos de Sara, Naruto le indicó que tomaran asiento sobre el borde de la fuente en centro de la plaza principal de la villa y agradeciendo que ese día todos estuvieran sumergidos en lo suyo permitiéndoles tener algo de intimidad. Naruto se sentó esbozando una sonrisa para que Sara no estuviera nerviosa o para tranquilizarse a sí mismo, viéndola tomar asiento en frente suyo y acomodarse la falda, apretándose las manos y esperando a que él hablara lo que hizo sudar frio al fraile.

—Mi señor, ¿De qué quería hablar?— preguntó Sara sin poder evitar mostrarse ansiosa.

—Sara, debo ser sincero contigo— inició Naruto ante sus palabras y viéndola asentir, —no sé si podre proteger tu vida si eliges pasarla a mi lado— inició esperando que ella entrara en razón desde el principio y así se evitaran esta conversación.

—Mi señor, sé que soy joven y muy impetuosa— reconoció la Roran sabiendo que no era ajena a tener defectos, —pero...ha sido un milagro volvernos a ver, no deberíamos separarnos— solo el cielo sabía si volverían a verse si lo hicieran.

—Por favor, entiende, el enemigo al que mis amigos y yo perseguimos es muy peligroso— insistió el Uzumaki habiéndole hablado de ello el día anterior. —Existe la posibilidad de que yo muera enfrentándolo, y siendo así no me perdonaría acarrearte el mismo destino— todo lo que quería era que ella fuera feliz y viviera tranquila y largamente. —Créeme, me duele hacer esto— aseguró viéndola bajar la mirada descorazonada pues él ya tenía clara su decisión, —pero lo mejor será que vivas tu vida, tienes ese derecho y nadie puede quitártelo— intentó convencerla situando una de sus manos sobre su espalda. —Espero que un día puedas perdonarme— suspiró únicamente y entendiendo si ella llegaba a odiarlo por esto.

Entendía completamente todo lo que Sara pudiera sentir, solo el cielo sabía que no ser correspondido en sus sentimientos era un dolor como ningún otro que existiera y más si había gran expectación o ilusión de por medio, mas Naruto sabía que esto era lo mejor y más seguro para ella, y de alguna forma Sara también lo entendió para su sorpresa, esbozando una triste sonrisa con lágrimas en los ojos antes de sorprenderlo con un efusivo abrazo…todo había parecido demasiado maravilloso para ser verdad, pero pese a su ingenuidad Sara sabía que su señor tenía razón y por lo que interiormente oró porque él tuviera éxito pudiera sobrevivir; desearía poder ayudarlo como él la había ayudado en su día pero eso escapaba a su control. Aunque espiar estuviera mal, Hinata observó el afectuoso abrazo entre Naruto y Sara desde el umbral del hogar del gobernador, habiendo pretendido salir y dar un paseo mientras se recuperaba del dolor en los músculos de su abdomen gracias a la medicina proveniente de la época de Izumi, pero no había esperado encontrarse con una imagen como esa y que interiormente le rompió el corazón aunque se esforzó por no demostrarlo. Sujetándose la falda del vestido, Hinata descendió los cortos escalones y camino sin detenerse para alejarse de aquella imagen, para pensar tranquila, pero su andar no pasó inadvertido para Naruto quien le dirigió una mirada preocupada pero ella simplemente apartó el rostro y siguió de largo fingiéndose indiferente…


A solo unos metros de distancia se encontraba Izumi junto a un grupo de mujeres que no habían objetado en compartir parte de sus hierbas medicinales con ella, permitiéndole reabastecer sus reservas y conocer otras nuevas, sentada sobre el umbral de la casa familiarizándose con los cotilleos para informarse de que sucedía en la historia en ese momento, siendo observada por Itachi quien comía una manzana sentado a un par de pasos de ella, dándole su espacio pero sin alejarse del todo. La wiccan porta un femenino vestido blanco—casi entornaba los ojos al volver a usar ese color y que no era su predilecto en lo absoluto—de escote cuadrado decorado con encaje como las ligeras hombreras, de corsé estrecho que se ceñía a su esbelta figura con dos líneas beige pálido en vertical hasta la altura del vientre y falda inferior de múltiples capas, con la falda superior repleta de bordados cobrizos en un patrón semejante al escoses al igual que en los lados del corpiño, la espalda y las mangas ceñidas que continuaban en lienzos de gasa para exponer sus brazos; sus largos rizos castaños caían tras su espalda peinados por una diadema de plata y diamantes en forma de cintillo como los diminutos pendientes que brillaban contra la luz. No teniendo responsabilidades con las que lidiar siendo su momento de descanso tras ayudar en la reconstrucción de las casas y que ya estaban casi terminadas, desde su lugar Itachi fue testigo del abrazo de Naruto y Sara, y de la reacción de Hinata.

—Al parecer Hinata vio algo que no le agrado— mencionó el semidiós únicamente pero Izumi no se molestó en alzar la mirada de su labor pues había visto todo.

—Me pregunto que será— comentó la wiccan en respuesta y con evidente sarcasmo. —Todos los hombres son iguales, al final demuestran el valor de las promesas— nunca pensó que lo diría pero ahora entendía expresiones como esa.

—Izumi…— suspiró él, dispuesto a repetir lo ya dicho; que la amaba a ella y no a Toka.

—No me hables— acalló ella no queriendo que gastara saliva con promesas vacías.

No quería escuchar nada de lo que Itachi tuviera que decir al respecto, no quería ilusionarse en vano solo para llorar sobre la leche derramada después y lo que hizo suspirar al semidiós que eligió respetar lo que ella decidiera hasta que las cosas se calmaran; por otro lado y tratando de seguir lo mejor posible los veloces pasos de Hinata quien evidentemente había ignorado el dolor de sus músculos, el Uzumaki la encontró al pie de la colina fuera de la villa, con las manos cruzadas sobre su vientre. Aunque visiblemente molesta y volviendo brevemente la mirada en su dirección, Naruto se sintió cautivado de nueva cuenta, ¿Es que su hermosa sicaria podía ser aún más sublime cada vez que la veía? Portaba un sencillo vestido verde pálido de escote redondo con un falso escote inferior ligeramente más oscuro y cerrado hasta la altura del vientre por seis botones de diamante continuando en una lisa falda verde oscuro como los lienzos de gasa que exponían sus brazos bajo las mangas verde claro ceñidas hasta los codos y encima vestía a una chaqueta rosa pálido sin mangas y de escote redondo estampada en decenas de pequeñas rosas, con falda abierta en A que finalizaba en horizontal por encima de los robillos; y sus largos rizos azules estaban peinados en una coleta sobre su hombro izquierdo por una diadema de oro en forma de capullos de rosa y decorada por cristales verdes como los pendientes en forma de lagrima y la guirnalda alrededor de su cuello que se perdía en su escote.

—Hinata, ¿Podemos hablar?— solicitó el Uzumaki imaginando lo que ella estaba pensando.

—¿Va a decirme cosas dulces como a esa chica?— mas bien afirmó la Hyuga con dureza. —No tengo tiempo para eso— espetó prefiriendo ahorrarse un disgusto.

—Hinata, por favor, es importante— insistió el fraile acercándose más a ella que, si bien apartó su mirada, no dijo no. —Lamento si te hice sentir mal, no era mi intención; le dije a Sara que no puedo corresponder a sus sentimientos, por la batalla que tarde o temprano vamos a atravesar contra Orochimaru— aclaró y ante lo que ella le dirigió una breve pero significativa mirada, —y aunque siempre me comporto como un seductor allá a donde voy, lo cierto es que lo hago por vivir la vida, ya que no sé cuándo moriré debido a mis poderes— confesó sabiendo que su conducta merecía todos los reproches. —No pedí esto, solo debo sobrellevarlo tanto como pueda...como mi abuelo, y mi padre antes que yo— no esperaba morir por sus poderes antes de enfrenarse a Orochimaru, pero era una posibilidad y lo sabía bien.

—No necesitas explicarme nada, lo sé, y créeme que te entiendo— sosegó la sicaria sintiéndose mal por llevarlo a instar a hablar de algo tan delicado para él. —Pero no me rendiré ni los demás tampoco; sobrevivirás, eliminaremos a Orochimaru y podrás tener una vida normal— debían mantener la esperanza y creer que al final todo valdría la pena, que no morirían hasta acabar con su enemigo.

—Agradezco tu preocupación y atención por mí— sonrió Naruto ante la preocupación de ella hacia quien se acercó, sosteniendo sus manos entre las suyas. —Hinata, lo que voy a decirte es lo que siento en este momento, y seré brutalmente honesto— inició y ante lo que ella se sintió desconcertada y no sabiendo que esperar. —En las circunstancias en que me encuentro, no podría dedicarle mucho tiempo a la mujer que se convierta en mi compañera de vida, pero me sentiría dichoso si encontrara a alguien que compartiera mis inquietudes, mis alegrías y mis penas— lo que quería era una compañera, no una esposa ni madre de sus hijos únicamente, —una mujer que tuviera tus ojos, tan serenos como sinceros; tus labios...que fuera como tú, porque eres invaluable para mí— elogió explícitamente porque ella era perfecta a sus ojos.

—Naruto...— jadeó Hinata, queriendo pero no sabiendo si creer lo que estaba escuchando. —Si es una broma, es de pésimo gusto— agregó con la voz temblorosa a causa de la emoción y la incertidumbre.

—No es una broma— sonrió el Uzumaki sin dejar de observarla. —Te admiró desde que nos conocimos, admiró lo fuerte y valiente que eres, lo hermosa y lo decidida, así como bondadosa y dulce, como nadie que haya conocido— nombró absolutamente fascinado por ella. —Siempre me despierto y duermo sintiéndose afortunado porque sé que estás conmigo— ello le era invaluable a cada minuto, —y quizás es egoísta de mi parte pero quiero que me des la oportunidad de ganar tu corazón— solicitó en caso de que ella no correspondiera a sus sentimientos. —Y si sobrevivimos...¿Te casarías conmigo?— preguntó abriéndole completamente su corazón.

Por un lado alejar a Sara se había debido al sentimiento de protección de Naruto quien quería saberla a salvo...pero también porque no podía corresponder a sus sentimientos y no solo porque la viera como una hermana sino porque, pese a su actitud libertina, ya había alguien ocupando su corazón, la veía todos los días viajando junto a sus amigos pero siempre le resultaba la mujer más hermosa sobre la Tierra en todos los sentidos, no solo en su aspecto físico en general y que era como el de un ángel. De todo lo que Hinata se había preparado para escuchar, en definitiva no esperaba una declaración romantiza por parte de Naruto y por lo que permaneció varios segundos en silencio, asimilando el hecho de que si bien el fraile se comportaba como un individuo lascivo que enamoraba mujeres allá donde fuera, lo había hecho todo este tiempo porque ambos no estaban en una relación, porque eran personas separadas pero él deseaban que fueran uno solo, que si un día derrotaban a Orochimaru pudieran formar un futuro y, porque no, una familia. No podía negarlo, tenía sentimientos muy fuertes por Naruto y si bien aún era prejuiciosa respecto a su actitud poco digna en un clérigo, lo consideraba muy guapo, era afable y noble cuando no pensaba en timar a otros y nunca la dejaba desamparada, siempre la protegía, ambos se llevaban muy bien y ella ciertamente no podía imaginar pasar un día sin tenerlo a su lado y le dolía imaginarlo al lado de otra mujer, ¿No era eso amor?

—Si— contestó Hinata por fin y en un susurró que el Uzumaki apenas creyó escuchar.

—¿En verdad aceptas?— preguntó Naruto solo para estar seguro de que no la había oído mal.

—Si— asintió la Hyuga aun obnubilada pero esbozando una radiante sonrisa. —¡Sí!— reafirmó con un chillido cargado de emoción.

Tan pronto como escuchó esas palabras que devolvieron el aire a sus pulmones, Naruto estrechó las manos de Hinata contra las suyas, inclinando su rostro para besar el dorso de ambas con profunda devoción, sintiendo como si hubiera muerto y llegado al cielo al experimentar semejante alegría, era como un sueño hecho realidad. Sintiéndose como poco menos que una diosa o ninfa que era objeto de la devoción de un mortal y enternecida por la ternura de Naruto, Hinata alzó sus manos que él sostenía para acunar su rostro, pegando su frente a la de él para mantener su rostro muy cerca del suyo, conteniendo un sollozo de emoción y bajando la mirada por temor a romper en llanto, ante lo que el Uzumaki la sostuvo del mentón, queriendo verla a los ojos y siendo presa de la misma emoción. Acariciando el rostro de su hermosa sicaria con una de sus manos, Naruto lentamente acercó su rostro al de ella esperando que Hinata se negara en algún momento y le hiciera saber que no estaba lista para ello, pero lejos de retroceder lo que la Hyuga hizo fue corresponder aproximando su rostro en respuesta y posando sus labios sobre los suyos sorprendiéndolo un instante antes de que él correspondiera al beso, situando su otra mano libre sobre la espalda de Hinata y descendiendo por su cintura para acercarla más hacia si, a lo que ella se sujetó de sus hombros, arqueando el cuello y profundizando el beso…

Lo harían, tendrían un futuro juntos.


Tras un día entero de viaje y que los hizo alejarse de la costa, lord Sasuke y su grupo se movieron por el continente a gran velocidad—Sakura durmiendo sobre el lomo de Aoda por la noche mientras este seguía a lord Sasuke y Suigetsu que no se detuvieron mientras la humana dormía serenamente—en busca de otro herrero que habían escuchado podría forjar la espada que el Lord del Oeste esperaba obtener y el mejor elemento para tener como base era un colmillo para la hoja, ¿Cuál sería mejor que el de aquella criatura que había enviado a la muerte al anterior lord de las Tierras del Oeste? Por ello Sasuke había ido en busca de aquel colmillo, como siempre todo era en pro de su propio beneficio y sus ansias de conquista. Con las manos cruzadas sobre su vientre y caminando tras lord Sasuke, Suigetsu notó el "curioso" comportamiento de su señor y decía curioso por las miradas que su señor dirigía a Sakura sobre el lomo de Aoda y que regresaba al camino de vez en vez…hasta que finalmente el lord del Oeste detuvo su andar haciendo que todos lo imitaran. Dirigiendo una mirada a Suigetsu quien asintió y permaneció en su lugar, Sasuke se volvió hacia Sakura quien observó con curiosidad el lugar en que se habían detenido y que era el cruce entre una pradera con hierva alta y un bosque espeso pero que él confiaba le brindaría la seguridad suficiente durante el tiempo que estuviera ausente, acercando sus pasos a su leal corcel a quien le acarició la cabeza en una muda señal de que protegiera a la chica.

—¿Ya llegamos, lord Sasuke?— preguntó Sakura con extrañeza y sin tener claro a donde iban exactamente.

—No, Sakura— negó Sasuke sosteniendo la mirada a su protegida, —tú llegaras hasta aquí— aclaró antes de darle la espalda para continuar con su camino junto a Suigetsu.

—¿Qué?, ¿Por qué?— cuestionó la pelirosa con preocupación ante la idea de que la dejaran atrás.

—Sakura, no discutas la voluntad de lord Sasuke— increpó Suigetsu volteando a verla mientras su señor avanzaba sin detenerse hasta situarse un paso delante suyo.

—Iré con ustedes— protestó la Haruno sin dudarlo y preguntándose interiormente que había hecho mal para tener que separarse de ellos.

—Entiende, niña, no puedes— discutió el Hozuki con dureza haciéndola bajar la mirada. —Lord Sasuke debe ir a un lugar que es demasiado toxico para los humanos, morirás si nos acompañas— determinó esperando que eso la hiciera entrar en razón.

El mundo del que formaban parte estaba repleto de luz y oscuridad, bien y mal, elementos venturosos o beneficiosos tanto para seres humanos, animales o divinos como elementos negativos o perniciosos como el veneno que componía un enorme pantano por el que lord Sasuke y él deberían de cruzar para llegar al hogar en que residía el herrero conocido como Kimimaro Shikotsumyaku; los dioses del clan dios perro eran resistentes a toda clase de venenos y en especial lord Sasuke quien se había especializado en emplear y resistir a todos los venenos existentes a lo largo de sus siglos de inmortalidad, pero como humana que era Sakura no tendría ninguna posibilidad de someterse al mismo viaje que el lord del Oeste y su Primer Ministro, así que lo mejor era dejarla en un lugar seguro junto a Aoda quien podría protegerla de cualquier amenaza. Agradeciendo la explicación del señor Suigetsu y que la dejo mucho más tranquila pues le hizo saber que no iban a abandonarla o dejarla atrás por haber cometido un error—o ser muy habladora, un defecto que había retomado tras recuperar la voz gracias a lord Sasuke—, Sakura centro su atención en el lord del Oeste quien se encontraba de pie junto al señor Suigetsu de espaldas a ella, y que sintiéndose observado volvió la mirada por sobre su hombro, pero no pareciendo molesto como el señor Suigetsu—tan fanático del protocolo como era—, sino que se mostraba tan comprensivo como siempre permitiendo hablar con honestidad:

—Lord Sasuke— llamó Sakura y ante lo que su señor la observó en silencio. —¿Me promete que volverá?— pidió para poder estar más tranquila.

—Sí, lo prometo— asintió Sasuke sin dudarlo pese a no tener la obligación de contestar.

Habían pasado varias semanas desde que Sakura era parte de su sequito de viaje y no le había pedido nada hasta ahora, parecía inmensamente feliz solo con seguirlo y servirle, disfrutando de los vestidos y pertenencias que él había hecho traer de las Tierras del Oeste...Sasuke a veces no sabía cómo actuar con ella y no se debía a que fuera humana—era muy particular en el plano emocional y dudaba que eso se asociara a su mortalidad—sino al hecho de que era demasiado inocente, transparente y no tenía malas intenciones, y sin necesidad de afirmarlo en voz alta sabía que nunca podría negarse a nada de lo que ella le pidiera. Casi tosiendo ante la osada actitud de aquella chica y que se atrevía a pedirle a lord Sasuke que le prometiera algo—lo que ninguno de los súbditos de su poderoso Imperio pensaba siquiera en hacer—, Suigetsu carraspeó para aclararse la garganta cuando su señor le dirigió una mirada por el rabillo del ojo para que no protestara, dando finalmente la espalda Sakura y continuando con su camino internándose en el espeso bosque sin detenerse y siendo lealmente seguido por el Hozuki quien no preguntó ni cuestionó nada de lo que acababa de presenciar. Soltando un sonoro suspiró mientras seguía con la mirada a lord Sasuke y el señor Suigetsu hasta perderlos de vista, Sakura desmontó del lomó de Aoda quien se echó sobre el suelo y la pelirosa se recostó de espaldas a su lado, observando el cielo, tatareando ligeramente y esperando…


PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, agradeciendo como siempre su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado:3 las próximas actualizaciones serán "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin" luego iniciare mi adaptación de "Avatar: Guerra de Bandos" y luego "Más Que Nada En El Mundo" :3 como siempre esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3