-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Falling Inside the Black" de Skillet para Itachi, "Physical" de Dua Lipa para Izumi, "Warriors" de Imagine Dragons para Sasuke y "Seven Devils" de Florence & The Machine para el contexto del capitulo.
El día de su regreso y entretenidos en disfrutar lo mejor posible de su tiempo juntos, Itachi e Izumi se enteraron de que habrían de proseguir solos con su viaje ya que en un ataque irrefrenable de júbilo Naruto había emprendido un viaje junto a Hinata, Hina y Konohamaru para presentar su bella prometida a su madre quien aún vivía en el otro extremo del continente, en un viaje que ya llevaba una semana y que tomaría cuando menos otras más en su regreso. Viajando a pie, habiendo dejado atrás sus caballos mientras se internaban en la costa, habiendo pagado a un posadero para que cuidara de ellos en la última villa que habían encontrado en su camino, Itachi subió por las empinadas rocas del camino y volviéndose para tender la mano a Izumi quien podría competir fácilmente con una cabra montés, pasando junto a él y escalando fácilmente las rocas, equilibrada y grácil como una gacela. La wiccan vestía un ligero suéter aguamarina de hombros caídos y mangas holgadas que se ceñían en las muñecas bajo una chaqueta de invierno color verde apagado con capucha y cuello forrado en piel falsa ante el clima frio debido a lo cerca que estaban de la costa, jeans azul oscuro rotos en las rodillas y cortos botines marrón claro de tacón firme a juego con el bolso que colgaba de su hombro derecho, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros y tras su espalda. Aunque toda su historia había comenzado con un viaje juntos, Izumi debía admitir que se sentía extraño que Itachi y ella volvieran a viajar ellos dos solos en lugar de con su grupo de amigos, pero era un buen extraño.
—Aun no puedo creer que Naruto y Hinata estén ausentes, y llevaron a Konohamaru consigo— mencionó la wiccan rompiendo con el silencio en el ambiente. —Casi me siento mal por haber tardado tanto en regresar— quizás y de haber regresado antes podrían alcanzado a despedirse de ellos.
—No tienes porque, no es tu culpa que Naruto tome tan en serio su relación con Hinata— sosegó el semidiós sonriendo ante la culpa que ella sentía y que era compartida. —Aunque lo entiendo, podemos morir en cualquier momento y es mejor vivir el ahora— Naruto solo pensaba en ello y todos deberían intentar hacer lo mismo.
—Sí, Naruto hizo bien decidiendo presentarle a Hinata a su madre— asintió Izumi enternecida por esa decisión de parte del fraile. —¿Qué harías tú de estar en su lugar?— inquirió volviendo la mirada hacia el semidiós.
—Algo no propio de un caballero— contestó Itachi sin siquiera detenerse a considerarlo, dejando que sus sentimientos hablaran por él.
Puede que no fueran las palabras ideales a pronunciar e incluso existía la posibilidad de que su fallecida madre se sintiera escandalizada de oírlo, pero Itachi había comprendido en su último tiempo juntos con Izumi que demostrar su aprecio, devoción y deseo por ella no estaba mal, toda ella era una gran belleza, una mujer erudita, inteligente, digna de admiración y al mismo tiempo deseable como ninguna otra, recorriéndola con la mirada de arriba abajo y sin disimulo, desnudándola con la mirada; podía notar el hombro caído de su suéter y con cuya piel fragante a rosas lo atraía, la curva de sus pechos por el brasier debajo y la firmeza de sus muslos cubiertos por los jeans, con sus cándidas mejillas sonrosándose ante sus palabras pero sin apartar su mirada de la suya, prueba de que correspondía a sus sentimientos. La voz cuerda en su interior le decía a su Izumi que dar tantas alas a una relación de futuro incierto—no pudiendo olvidar la presencia de Toka, entonces ausente pero siempre en medio lo quisiera o no—era tonto e ingenuo de su parte, pero la otra voz en su mente y que siempre sublimaba por considerarla demasiado voluble o impulsiva, solo querría arrojarse a los brazos de Itachi e impulsarlo a convertirla en todo menos una dama respetable, incluso en ese lugar tan poco romántico, pero intentando llegar a un punto neutro es que la wiccan eligió concentrarse en el momento presente, continuando con su camino en silencio pero mordiéndose el labio inferior al tener deseos de sujetarlo por la nuca y besarlo, pero ese no era el mejor momento para hacerlo.
—¿Habías estado en este lugar antes?— preguntó Izumi pues él era quien estaba guiando el camino y ella solo lo seguía.
—No que recuerde— negó Itachi por su parte y siguiendo indicaciones previas, —pero según dijo Yahiko, si queremos cruzar hacia la isla del otro lado debemos atravesar este punto de la costa— no contaba con ningun mapa, solo indicaciones de confianza.
—Es increíble cómo cambia el terreno con el tiempo— suspiró la wiccan observando el ambiente y obteniendo la total atención del semidiós, —conozco este lugar en mi época pero no se ve así, y más allá del mar hay una isla donde yace una antigua base naval de casi un siglo de antigüedad, con un gran naufragio de una guerra muy debatida— explicó por la mirada de Itachi, y teniendo gratos recuerdos de ello.
—Dime más— pidió el semidiós deseando escuchar más de lo que ella tuviera a bien decir.
En una oportunidad y teniendo a lo sumo cuatro años—tenia pocos recuerdos pero si fotografías memorables—, Izumi, su padre y madre habían hecho un viaje a Hawái visitando la conocida base de Pearl Harbor tan bullada por el ataque japonés del 7 de Diciembre de 1941 que había hecho que su país entrara en la Segunda Guerra Mundial, y ya siendo una preadolescente hace cinco años atrás Izumi había vuelto a visitar el lugar junto a su madre, hermano y abuelo, no por morbo como harían otros sino porque el hecho era una parte de la historia de sus bisabuelos—por parte materna—pues uno de ellos había sobrevivido al ataque, luchado en Okinawa y pisado Tokio tras la rendición japonesa en Septiembre del 45. Siempre juiciosa y teniendo mucha información, Izumi procedió a relatar la historia del ataque a la base de Pearl Harbor al embelesado semidiós—con sus causas y consecuencias que ella había estudiado a lo largo de los años para entender que bando tenía la razón en la guerra, llegando a sus propias conclusiones—que siempre se sentía fascinado por cada palabra que salía de su boca y desbordado por el gran conocimiento impreso en su mente. La veracidad del relato de Izumi asombró al semidiós que nunca había abandonado el continente a diferencia de los ancestros de la wiccan y que incluso habían luchado en un conflicto a gran escala cuya crudeza lo asombró, intentando imaginar cuan diferente habría de ser el terreno que pisaba en el siglo XXI de donde ella provenía, preguntándose interiormente si en el futuro sería posible olvidar y tranzar esas diferencias…
Tras un viaje que había parecido eterno e interminable, el camino por que transitaban se convirtió en roca y piedra arenisca, desembocando en un acantilado a varios metros de altura, con las olas de la costa chocando y erosionado la tierra que era golpeada por estas, pero no era en lo absoluto un inconveniente que el camino desapareciera, no mientras contemplaban lo que se hallaba a los suficientes metros de ellos para no ser un peligro. Preso contra el enorme acantilado contiguo, que era conformado por una colosal serie de rocas que emergían de las aguas que chocaban contra la costa, y sumido en un profundo sueño por un gran colmillo de canino clavado a la altura de su corazón, se hallaba un imponente dragón de cuerpo extremadamente largo y grande, serpentino, con dos brazos de cuatro dedos y piel azul ennegrecida, pero lo que más destacaba de él era su enorme cabeza semejante a la de un cocodrilo, con dos cuernos triangulares planos y las fauces abiertas, muy amenazador. De pequeña Izumi solo había visto dragones de ilustraciones infantiles de los cuentos que su padre y su madre le habían leído, se supone que los dragones eran meras fabulas o guardianes espirituales del sintoísmo según había aprendido a lo largo de los años, pero en ese momento y cerrándose mejor la chaqueta ante una brisa ligeramente fuerte, Izumi no pudo evitar sentir que estaba dentro de una especie de fantasía; mucho más realista, Itachi simplemente observó a tan imponente criatura con ojos analíticos, habiendo oído un par de historias de él a lo largo de los años y mientras crecía.
—No puede ser— suspiró la wiccan apenas y creyendo lo que veían sus ojos. —¿Es un dragón?— eso parecía y lo confirmó viendo asentir a Itachi a su lado.
—Solo había oído de él por las historias de Yahiko, se llama o llamaba Danzo y fue el último enemigo de mi padre— explicó el semidiós sonriendo ladinamente ante lo fascinada que ella se veía. —De hecho, se enfrentó a él poco antes de que yo naciera y las heridas que sufrió mi padre fueron las que le causaron la muerte— agregó no teniendo muchos detalles al respecto fuera de ello.
—¿Quieres decir que tu padre no pudo vencerlo?— sorprendida, Izumi volvió la mirada hacia el semidiós.
—Eso me contó Yahiko— confirmó Itachi no habiendo investigado mucho al respecto.
—Y ese debe ser el colmillo de tu padre— comprendió ella regresando su vista hacia el dios dragón. —¿Pero qué será eso?— inquirió frunciendo el ceño con extrañeza.
No teniendo binoculares para enfocar su mirada, Izumi solo pudo bloquear parte de la luz del ambiente con una de sus manos por encima de sus parpados en acto reflejo y forzando la vista, solo pudiendo distinguir especie de figura sobre la superficie del colmillo del padre de Itachi enterrado en el pecho del dios dragón y que lo mantenía sellado, ¿De qué se trataba? O de quien más bien e Itachi pudo llegar a la confirmación de que Izumi no era capaz gracias a su agudo sentido de la vista; con su característico tono de piel pálida, cabello negó recogido en una coleta hasta la mitad de la espalda—con un fino flequillo enmarcando su rostro—ojos ámbar con cortes en las pupilas y marcas purpura alrededor de los ojos, Orochimaru era fácilmente reconocible ataviado como estaba en su larga túnica índigo de cuello en V y mangas acampanadas con bordes de oro como el fajín que cerraba la tela, con un faldón que se abría a los costados rebelando unos pantalones negros y botas marrón claro, junto con una especie de coraza sobre el pecho y con hombreras color ónix y dorado que sostenían una corta capa azul claro, y que replicaban las cabezas de dos serpientes. En cuclillas sobre el firme colmillo del fallecido gran dios perro, Orochimaru sonrió ladinamente centrando su mirada en el semidiós y la bella wiccan—aunque solo este podía verlo, lo que hizo que el ente demoniaco se sintiera aún más superior—mientras presionaba una de sus manos sobre el colmillo haciendo que este comenzara a deshacerse.
—¡Orochimaru!, ¡¿Qué haces aquí?!— gritó el semidiós molesto por su repugnante presencia.
—Hacer las cosas más interesantes— respondió el viperino sencillamente. —Escúchame, poderoso dios dragón, este joven es el hijo menor del dios perro que te derrotó y selló en este lugar— informó al dios dragón mientras el colmillo que lo sellaba desaparecía por completo. —Pelea con él y cobra venganza como tanto mereces— aconsejó aunque sin darle órdenes concretas.
Dicho esto y valiéndose de los mismos poderes que le permitían flotar aunque el colmillo sobre el que se hubiera posado se desvaneciera completo, Orochimaru hizo lo mismo no queriendo librar una batalla en que prefería ser un espectador para frustración de Itachi, quien situó su mano derecha sobre la empuñadura de Celik, sintiendo un peligro que escapaba de su entendimiento. Por su parte y con furia renovada, recordando su anterior enfrentamiento con el dios perro y lord del Oeste Fugaku Uchiha, así como lo suficientemente consciente para escuchar las palabras de quien consideraba un ser demoniaco, Danzo finalmente abrió sus brillantes ojos carmesí con los que observó cada aspecto de lo que se encontraba a su vista y removiéndose para separarse del barranco contra el que se había encontrado durante más de medio siglo, liberando múltiples rocas de gran tamaño en el proceso y que chocaron contra el agua sobre la que este posó sus patas, enfocando su mirada en quien el ahora ausente ser demoniaco había denominado como el hijo menor de su anterior rival. Emitiendo una seca carcajada pues si bien podía notar el parecido del hombre ante él con su fallecido enemigo Fugaku Uchiha—compartían la misma mirada y una parecido físico abrumador, digno de padre e hijo—, pero notando también que este individuo a diferencia de su progenitor no era un dios—recordaba que Fugaku había tenido un hijo mayor, un dios en toda regla—sino que solo la mitad, un mestizo, el primer pensamiento del dios dragón fue de menosprecio hacia este.
—Quédate atrás, Izumi— instó Itachi halando del brazo a wiccan y ocultándola tras de sí.
—Efectivamente eres su hijo, puedo ver el parecido— pronunció Danzo tras un prolongado silencio. —Pero eres solo un mestizo, no vales ni mi tiempo— menosprecio sin titubeos. —Acabare con tu insulsa existencia— anticipó viendo al mestizo y la mujer que lo acompañaba como polvo que cubría el suelo, digno solo de los dioses.
Siendo solo un semidiós, el hijo menor del fallecido lord del Oeste no tenía ni la más remota idea de con que estaba tratando y Danzo se lo demostraría, abriendo sus enormes fauces y proyectando una gran esfera de energía azul cargada de un poderoso impulso eléctrico que envió hacia donde estaba el semidiós y que temporalmente eligió huir de la pelea, volviéndose hacia la mujer que protegía y que cargó en sus brazos. Aunque interiormente todo lo que pensaba era en idear una estrategia lo suficientemente buena y pelear, Itachi solo pudo pensar en Izumi y en protegerla en ese momento, corriendo lo más rápido que le fue posible para alejarse del potente impacto de aquella esfera y que de hecho los arrojó a varios metros de distancia al chocar contra el barranco y que se despedazó como si fuese polvo al viento. Aterrizando de rodillas al suelo y recargando su peso en uno de sus brazos para no aplastar a Izumi ni permitir que ella se golpease la cabeza al caer, Itachi intercambió una mirada con ella viéndola asentir torpemente mientras ambos escuchaban la carcajada de anticipada victoria del dios dragón, acordando que hacer sin necesidad de articular palabra y moviéndose lo más sigilosamente que les fue posible—casi gateando sobre el suelo de roca—hacia una pequeña cueva hecha de roca que habría de servirles temporalmente de refugio mientras ideaban un plan, retrocediendo hasta estar ocultos y volviendo la mirada hacia el otro; Itachi desenvainando y empuñando a Celik mientras Izumi tomaba lentamente su arco de su carcaj.
Intentarían sobrevivir a este dios dragón, no más.
Aunque desease enfrentarse a Danzo con todo lo que tenía, Itachi no era ningun ser imprudente y por lo que lentamente emergió del interior de la cueva intercambiando una mirada con Izumi; en otras circunstancias elegiría que ella se mantuviera a salvo y oculta, pero en ese momento ambos necesitaban apoyarse para salir vivos y por lo que consintió que ella saliese de la cueva tras sus pasos pero en otra dirección, tomando una flecha de su carcaj, y en tanto él intentaba serenarse a la par que concentrarse, pensando en ejecutar la onda de relámpago de Celik solo que no enterrando la hoja de Celik en el suelo sino que transmitiendo la energía de esta a través del aire y que afortunadamente pudo concretarse. Pero para asombro del semidiós y si bien la técnica impactó contra la sólida piel del dios dragón, este ni siquiera pareció sentir cosquillas o inmutarse por el impacto y que se vislumbró brevemente como un halo alrededor de su piel antes de desvanecerse; sonriendo con sus enormes colmillos, Danzo tuvo que confesar que apenas y sentía cosquillas con el ataque proyectado por la espada de aquel semidiós, recordaba esa espada, había visto a Fugaku portarla en su última batalla, era una arma poderosa pero a quien el semidiós no podía hacer explotar todo su potencial. Observando perpleja como el ataque de Celik parecía no ser nada para el dios dragón, Izumi no pudo evitar soltar la flecha en su arco y que consiguió atrapar del extremo de la cola, conteniendo un jadeo nervioso antes de volver a tensarla en su arco, necesitando generar una distracción.
—Que débil eres, no imagine que fueras tan indefenso— menospreció Danzo sonriendo ladinamente con sus filosos colmillos. —Veo que eres muy diferente de tu padre— agregó de forma tanto sincera como despectiva. —Jamás lograras herirme siquiera, mi piel es resistente como el mejor diamante— señaló justificando por qué su ataque no había dado resultado. Un instante después una flecha cruzó el aire y se clavó sobre una de las escamas de la piel del dios dragón. —Una flecha sagrada, interesante— consideró permitiéndose ver a esa wiccan como una amenaza.
—¡Izumi!— gritó Itachi preocupado y anticipando lo que estaba a punto de ocurrir.
Aunque logró tomar lo más velozmente que le fue posible otra de las flechas de su carcaj y que se preparó para tensar en su arco, Izumi no dispuso de tiempo para disparar ya que el imponente dios dragón—viendo sus poderes sagrados y purificadores como una amenaza—no dudo en mover su gran cola contra el barranco cerca de cuyo borde de encontraba ella con el fin de acertar en su disparo, y en consecuencia del golpe de la cola, la roca sólida y tierra se fragmento en decenas de piezas enviando a la wiccan en una caída libre hacia abajo. Logrando torpemente regresar su arco al carcaj en su espalda, Izumi en vano intentó correr de la orilla del barranco al interior de este pero fue en vano, siendo envuelta por el aire en su caída, solo que Itachi se negó a quedarse observando, saltando tras ella y halándola hacia su regazo para ser quien asumiera todo el impacto, no era solo un acto reflejo por parte del semidiós para proteger a la wiccan sino también un método de huida pues lo mejor que ambos podían hacer—y lo sabían—era alejarse del imponente dios dragón que ni siquiera se molestó en intentar atraparlos con sus fauces, considerándolos demasiado insignificantes como para perder su tiempo con ellos. Siguiendo con la mirada al semidiós y la wiccan que desaparecieron entre la niebla que cubría la superficie del mar, Danzo espero varios segundos deseando interiormente que el semidiós e hijo del anterior lord del Oeste pudiera significar un desafío mayor, pero el pasar del tiempo le dio a entender que no merecía la pena ni estaba a su nivel.
—Qué pena, justo cuando comenzaba a tonarse interesante— se lamentó falsamente el dios dragón. —Ya nos volveremos a ver— supuso dudando que el semidiós y la wiccan hubieran muerto solo por eso.
Lamentando que el hijo menor del fallecido Lord del Oeste no pudiera igualar o acercarse al nivel de sus poderes, Danzo se encontró pensando en el hijo mayor de Fugaku y que recordaba a los ejércitos del Oeste con una maestría admirable así como poseyendo un gran poder, sin duda este sería un contrincante o rival mucho más prometedor que un semidiós pues actualmente debía ser el sucesor de su padre como Lord del Oeste y un dios en toda regla. Removiendo sus extremidades para aclimatarse a volver a estar despierto y con renovados deseos de pelear por primera vez en tantos años, Danzo rugió estruendosamente para anunciar su presencia, una vez hecho esto se elevó hacia el cielo sin necesidad de tener alas y se mezcló con las nubes oscuras en el cielo, con plenos deseos de regresar a sus dominios y reinstaurar su autoridad, desestimando como si fuera polvo la existencia del semidiós y la wiccan al momento de marcharse, sin voltear en ningun momento. Ajenos a la partida del dios dragón y bajo la niebla, de huesos mucho más resistentes que Izumi quien era humana, Itachi cayó de espaldas sobre una saliente de roca sólida en medio de las olas entre ambos barrancos—ahora uno de ellos parcialmente destruido—, recibiendo en el proceso un golpe en las sienes que lo hizo quedar inconsciente y también a Izumi quien revotó ligeramente de su regazo y rodó sobre el suelo de roca humedecida por las olas, desplomándose inconsciente y siendo acunada por el oleaje marino…
Minutos después y sintiendo el oleaje marino chocar sonoramente contra las rocas así como salpicando su rostro, Izumi frunció el ceño entre extrañada y confundida, moviendo la cabeza y que torpemente levantó del suelo sintiéndose muy aturdida, probablemente porque se había golpeado ligeramente la cabeza al caer al suelo y sintiendo todo su cuerpo adolorido; a un metro de distancia más o menos se encontraba su chaqueta y que se había soltado de ella al caer, dejando expuesto su ligero suéter que resbalaba ligeramente exponiendo uno de sus hombros. Sintiendo que todo le daba vueltas y alargando una de sus manos a sus sienes que sentía latir, la wiccan torpemente consiguió sentarse y erguirse con aun mayor lentitud, tambaleante y dirigiendo sus pasos hacia donde vio con preocupación se encontraba Itachi, intentando entender cómo es que ambos estaban ahí, en una especie de saliente entre ambos barrancos y rodeados de tenues olas. Tumbado boca arriba sobre el suelo de roca y con la cabeza en una posición muy incómoda—debería de haber caído así y quedado inconsciente como ella, Itachi por primera vez no reacciono a los sonidos que lo rodeaban, aun cuando Izumi tropezó en sus pasos hacia él, cayendo de rodillas al suelo y quejándose mientras gateaba hacia él, sentándose a su lado y sujetándolo ligeramente de los hombros para intentar acomodar su cuerpo sobre el regazo de ella que acunó su rostro entre sus manos y limpió preocupada el hilo de sangre que había brotado como consecuencia de un golpe recibido a la altura de sus sienes.
—¿Itachi?— llamó Izumi zarandeándolo ligeramente y en extremo preocupada por él. —Oye, despierta— insistió acercando su rostro al suyo y esperando que su voz pudiera despertarlo.
Nunca había visto a Itachi inconsciente, si profundamente dormido pero no en ese estado y no tenía idea de que hacer para despertarlo, podía escuchar su corazón latir vertiginosamente dentro de su pecho por temor a que le hubiera sucedido algo grave, pero para su sosiego y tras un instante los parpados del semidiós se movieron y abrieron encontrando su mirada con la de ella que sonrió mucho más tranquila y sin darse cuenta de la mirada en los ojos de este y que carecían de su característico brillo. Sin apartar sus ojos del rostro de la wiccan como si fuese el oxígeno que necesitaba para respirar, Itachi lentamente se sentó e irguió acercando lo más posible su rostro al de ella y que inclino hacia el costado de su cuello que olisqueo profundamente pero no como de costumbre sino como haría un perro olfateando a una hembra según ella había visto; sorprendida, Izumi pretendió alejarse lentamente—no por miedo sino extrañeza—pero Itachi se lo impidió sujetándola bruscamente de los hombros para mantenerla quieta, recorriendo con sus labios y lengua la piel de su cuello entre desconcertándola y a haciéndola estremecer placenteramente. Aunque ningun sentimiento se comparó con el sobresalto que sintió cuando el semidiós haló bruscamente de su suéter rompiendo la tela, exponiendo la piel de su pecho y no tardó en hacer lo mismo con su brasier, devorando cada nuevo poro de piel a su paso y relegando a la anonada wiccan a gemir entre sus brazos y aprisionando sus pezones entre sus labios, mordiéndolos ligeramente, ¿Qué le estaba pasando?
—Itachi— llamó Izumi en un incontenible gemido pero sin conseguir la atención del semidiós. —Itachi...todo esto es maravilloso pero no deja de ser incómodo— mencionó con la voz temblorosa de deseo. —Itachi, tienes que reaccionar, por favor— pidió entendiendo lo suficiente que algo no andaba bien.
Lo que la sorprendía no era solo que Itachi despertase y ni siquiera articulase media palabra o que no pareciera afectado por el golpe recibido, sino que por encima de todo se alanzase sobre ella de ese modo y como si se tratase—era la comparación más acertada después de todo—de un perro en celo, desgarrándole la ropa y abordándola de un modo que no actuaria de estar despierto, por lo que luchando ligeramente contra el agarre del semidiós la wiccan consiguió zafar sus manos y acunar con estas el rostro de Itachi, cerrando los ojos y concentrando sus poderes purificadores en su tacto en espera de que ello pudiera hacerlo reaccionar, recostándose sobre el suelo y arrastrándolo a él consigo. Teniendo una niebla extraña en sus ojos y su mente que le impedía entender del todo lo que lo rodeaba hasta ese momento, Itachi finalmente sintió que este obstáculo se desvanecía y pudo parpadear enfocando su mirada, gratamente lo primero que vio fue Izumi pero lo confundió de inmediato el ligero temblor—respuesta natural que tenía al frio como humana que era—que recorría su cuerpo, y no fue hasta entonces que Itachi se dio cuenta no solo que estaba recostado encima de ella sino que literalmente su rostro se encontraba entre las manos de ella y sobre el valle entre sus pechos que se encontraban expuestos ya que su ropa se encontraba desgarrada. Demasiado sumergido en las ideas dispersas en el aire como para notar que Izumi dejaba de transmitir sus poderes purificadores con sus manos, Itachi intentó entender cómo habían llegado a esa situación, pero no lo consiguió.
—Izumi...— pronunció el confundido semidiós y sentándose lentamente para marcar las distancias. —¿Qué fue lo que paso?— preguntó viendo que ella lo imitaba, abrazando sus pechos expuestos con sus brazos.
—Es un poco complicado de explicar— contestó la wiccan con una nerviosa sonrisa. —Yo quiero preguntarte lo mismo, ¿Qué te paso?— reformuló no teniendo idea de porque había actuado de ese modo.
—Yo...no lo sé— tartamudeó Itachi entre culpable y mortificado por sus propios actos.
No es que Izumi fuera a reprocharle a Itachi algo de lo ocurrido, todo era confuso en su mente tras su caída y enfrentamiento contra el antes sellado dios dragón que parecía haber desaparecido por completo, además y aunque Itachi la hubiera abordado por sorpresa, mentiría si dijera—para su interior vergüenza—que no había disfrutado de una actitud tan diferente de su parte, después de todo él siempre era sumamente respetuoso y devoto, pero en este caso había sido puro fuego y deseo, un animal en el mejor sentido…mas negando mentalmente y reprochándose por pensar así, Izumi eligió concentrarse en Itachi quien se veía superado por la situación y de la que parecía no tener recuerdo alguno, ¿Cómo era posible?, ¿Se debía debido al golpe recibido al caer? Itachi se formuló la misma pregunta pero en seguida la descartó, el golpe lo había hecho quedar inconsciente pero no habría podido nublar su juicio, era un semidiós después de todo y su resistencia estaba por encima de cualquier estándar humano; no, aunque se encontrase profundamente sorprendido y horrorizado con su actuar—sintiendo que había estado a punto de cometer el mayor error de su vida y desgraciar a Izumi de una forma que nunca podría perdonarse, ni siquiera muerto—, de alguna forma había perdido el conocimiento y sus instintos se habían hecho cargo de él, por eso había actuado pero no tenía recuerdo o conocimiento de ello, ¿Pero qué había detonado aquella situación? Jamás le había pasado algo así.
Necesitaba respuestas.
Excusándose brevemente de la presencia de Itachi—ocultándose tras una roca de gran tamaño—para cambiar sus desgarradas vestiduras por una muda limpia, Izumi regresó entre tropiezos—habiéndose vestido apremiadamente aunque Itachi no la presionara—junto al semidiós, procediendo finalmente a relatarle todo lo ocurrido al interior de una cueva de roca que estaba en las cercanías y donde decidieron establecer su refugio para pasar la noche, encendiendo una fogata que los mantendría cálidos y a salvo. Relajada, no sintiendo que lo ocurrido anteriormente fuera motivo para marcar las distancias, Izumi removió la fogata y volviendo de vez en vez la mirada hacia el obnubilado y abrumado semidiós que apenas parecía procesar lo ocurrido en base a su relato; la wiccan vestía una camiseta beige dorada de escote redondo bajo una blusa azul de mezclilla que permanecía abierta y con las mangas arremangadas hasta los codos bajo su chaqueta que la mantendría caliente por el resto de la noche, jeans azul oscuro anchos al final y desgarrados a la altura de las rodillas, manteniendo sus cortos botines marrón claro, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros. Habiendo vivido durante toda su vida adulta en base a un código de honor establecido por su madre desde sus primeros años de infancia y que en el presente atesoraba más que nada, Itachi se sentía avergonzado, no podía creer haber ofendido tanto a Izumi, una mujer a quien admiraba por sobre todas las cosas, ¿Cómo había podido faltarle el respeto de semejante manera? No podía entenderlo.
—De donde vengo, a lo que te ocurrió le llamamos amnesia disociativa— intentó explicar Izumi volviendo la mirada haca el semidiós quien no apartó la vista de la fogata.
—No puedo entender porque paso, jamás me había sucedido algo como esto— suspiró Itachi para sí y sin ver sentido a lo ocurrido. —Ni siquiera sé cómo puedes hablarme— añadió observando a la pelicastaña por encima del hombro, no sintiendo merecer más.
—¿Por qué dices eso?— interrogó la wiccan confundida por la dureza de sus palabras.
—¿Qué por qué?— solo entonces el semidiós volvió la mirada hacia ella. —Pude haber abusado de ti— obvió no queriendo ser explicito pero no teniendo otra opción.
Lo peor para él era no poder recordarlo, de hacerlo podría adjudicar que de alguna forma su deseo por ella le había nublado el juicio intentando llegar a una consumación, entonces se disculparía por eso con ella e intentaría resarcir su conducta de mil y un formas posibles, pero el punto es que no podía recordar lo que había hecho, si había forzado a Izumi, si ella le había gritado que se detuviera o si él la había seducido y empujado a ello hasta recobrar la conciencia, no saber o no manejar todos los detalles era el maldito problema, solo recordaba despertar teniendo su rostro apoyado contra el valle de los pechos de la hermosa wiccan, viéndola con el brasier desgarrado, la blusa rota y el cabello despeinado; lo que debería haber despertado su deseo por ella lo había aterrado por no recordar cómo habían llegado a esa situación, ¿Y ella preguntaba por qué? El término "abuso sexual" era conocido para Izumi y no solo en palabras escritas en panfletos repartidos en charlas sobre educación sexual de su secundaria o pronunciadas por su profesor de biología que nunca había tenido pelos en la lengua si de hablar de sexualidad a ella y sus compañeros de salón se trataba; chicos de grados superiores la habían manoseado al pasar junto a ella en los recesos o pronunciando piropos impropios, eso era abuso porque ella no lo había alentado, ni lo deseaba y que la dejaba sintiéndose mal, como poco menos que un trozo de carne atrayente para el sexo opuesto, pero no sentía nada de eso con Itachi sino que disfrutaba que él la viera como una mujer y la deseara de esa forma.
—Oye, vengo de un siglo extremista, narcisista y paranoico pero créeme que sé muy bien lo que implica que un hombre abuse de una mujer y tú no hiciste nada remotamente parecido— diferenció Izumi sosteniéndole la mirada al semidiós. —Sí, te me echaste encima olfateándome como un perro— aceptó intentando no ofenderlo con la comparativa, —pero no me besaste contra mi voluntad, porque yo también lo quería—él nunca la besaría en contra de su voluntad.
—Te rompí la ropa— recordó Itachi señalando con la mirada el bolso de ella donde estaban sus ropas desgarradas.
—No dije que no lo quisiera, ¿o sí?— rebatió la wiccan en su defensa, dejándolo boquiabierto a causa de la sorpresa. —Entonces cállate— estableció no queriendo proseguir con esa discusión. —Creo que hay algo más importante en que pensar; esa criatura llamado Danzo— obvio eligiendo pensar en ello.
Intentar entender cómo y porque Itachi había perdido la consciencia de sus actos era algo que debían comenzar a investigar tan pronto como retornasen a la villa de lady Tsunade, la situación no había ofendido a Izumi pero si iba tener a Itachi encima y rompiéndole la ropa prefería que lo hiciera estando consciente; si, la había tomado por sorpresa la fuerza del deseo de Itachi por ella y llegando a desnudarla en parte—todo contacto íntimo del uno al otro había sido medio vestidos o través de la mínima cantidad de ropa, no tan expuestos—, pero eso no quería decir que ella no hubiera querido nada de eso, de hecho podían volver a explorarlo paulatinamente en el futuro. Intentando no parecer más sorprendido de lo que ya se encontraba, parpadeando repetidamente y negando en silencio para concentrarse en el tema realmente importante como decía Izumi—no es que su relación no fuese importante—y que era Danzo, el dios dragón. Fuera de las enseñanzas de historia de su madre o lo que él había continuado aprendiendo con los años, Itachi no se había interesado mucho por el pasado divino que le correspondía como hijo menor del anterior Lord del Oeste, solo tenía claro que su fallecido padre había solidificado su posición como líder indiscutible del Oeste derrotando definitivamente al clan de los dioses dragón que siempre habían intentado tomar el poder, y haciendo en el proceso de sus dominios una potencia que Sasuke había convertido en un Imperio en menos de veinte años tras la muerte de su progenitor. Quizás era un buen momento para indagar sobre el pasado…
Recostado en silencio y con su espalda apoyada contra el tronco de un árbol sin menor importancia, Sasuke mantuvo los ojos cerrados escuchando los entusiastas parloteos de Sakura y las respuestas de Suigetsu; hasta le sorprendía lo rápida y paulatinamente que el Hozuki se había encariñado con la joven pelirosa aunque no podía culparlo, por muy estoico que fuera Sasuke se encontraba extrañando por momentos el sonido de su risa o simplemente escucharla decir lo que fuera, pero la espera por oírla afortunadamente nunca era demasiado larga porque la pelirosa no disfrutaba mucho del silencio. Con sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros peinados por una diadema de oro y cristales que replicaban plumas de pavo real, Sakura portaba un delicado vestido de seda rosa pálido, de escote corazón, mangas ceñidas hasta los codos donde se tornaban acampanadas hasta casi cubrirle las manos y falda de una sola capa, encima una chaqueta superior de terciopelo borgoña brillante de escote redondo cerrado bajo el busto, sin mangas y abierta en A bajo el vientre pero de la que se había despojado y anudado además la falda de su vestido para no mojarlo dentro del rio y con el agua hasta las rodillas intentando atrapar peces con la ayuda del señor Suigetsu quien también se había quitado parte de su indumentaria para no mojarla ni ensuciarla. No acostumbrado a una actividad como aquella pues no tenía practica ni la había realizado en su vida, Suigetsu no pudo evitar sorprenderse en el momento en que—tras varios intentos—un pez finalmente cayo en sus manos.
—Bien hecho, señor Suigetsu, es un pez gigante— felicitó Sakura casi brincando de emoción.
—Nada mal para mi primer intentó— reconoció el Hozuki pudiendo permitirse sonreír ladinamente.
Pero por muy concentrado que estuviera Sasuke en vigilar a Sakura y Suigetsu, eso no impidió que percibiera una presencia inconfundible; solo un dios podía reconocer a otro dios sin necesidad de verlo y por lo que aprovechando la distracción de su leal Primer Ministro a quien dejo para velar por su protegida, Sasuke se levantó sigilosamente de su lugar y siguiendo la corriente del rio a varios metros de distancia—probablemente un kilómetro o dos—y viendo a una figura aparecer sobre el agua que ni siquiera formó ondas mientras ella caminaba sobre su superficie. La mujer era alta y menuda, extraordinariamente bella a ojos humanos pero no era ninguna humana sino que una inmortal, perteneciente al clan de los dioses dragón, de brillantes rizos violeta que caían sobre sus hombros y tras su espalda peinados por una diadema de oro de inspiración hindú con pequeñas lágrimas de oro—a juego con unos largos pendientes—enmarcando los lados de su rostro y resaltando sus ojos oliva; portaba un elegante vestido de seda amarilla de escote cuadrado, ceñido a su esbelta figura, decorado por encaje ribeteado en diamantes en vertical en el centro del corpiño que era cerrado por seis botones—formando un falso corpiño de tipo armadura como guerrera que era—, en los hombros continuando en mangas ceñidas hasta los codos y finalizando en lienzos de gasa abiertos desde los codos para exponer sus brazos, falda de seda abierta en A bajo el vientre y falda inferior ligeramente más clara y de velo.
—Tsubaki, ha pasado menos de un siglo desde nuestro último encuentro— reconoció el Uchiha sin demostrar emoción alguna. —Me sorprende que sigas viva— había transcurrido más de medio siglo desde su último encuentro después de todo.
—Lo mismo digo, Uchiha— correspondió la Shimura observándolo de arriba abajo en respuesta. —Tu reputación te precede, no creí que volveríamos a frecuentar los mismos caminos— ahora él era el Lord de las Tierras del Oeste después de todo.
—¿Qué haces aquí?, ¿Quieres pelear y volver a perder?— cuestionó Sasuke teniendo el deber de evitar que el clan dragón volviese a intentar reclamar sus tierras.
—Arrogante como siempre— sonrió Tsubaki sin amedrentarse por sus palabras. —Pero temo que no; vine a extenderte una invitación de nuestro gran señor, quien ha despertado por fin— expuso en su lugar y muy atenta a su reacción.
—¿Su señor?, ¿Danzo?— aunque sorprendido, el Uchiha no se permitió exteriorizarlo, frunciendo el ceño únicamente.
—Lord Danzo para ti— corrigió la inmortal endureciendo su tono. —Buena noticia, ¿No crees? Atacaremos tus tierras y recuperamos lo que tu padre nos quitó hace casi un siglo— auguró en una clara amenaza y ante lo que Sasuke situó su mano derecha sobre la empuñadura de su espada. —Espera, no te apresures— sosegó ella sin ánimo de pelear…aun. —No pelearemos hoy; nuestro juego, nuestras reglas— obvió sin molestarse en responder a su amague de un enfrentamiento. —Trae a todas las tropas que quieras, nos veremos entonces— invitó entusiasmada con la idea de enfrentarlo.
La última vez en que ambos se habían enfrentado y encontrado había sido hace más de medio siglo, la misma edad de Itachi—, en múltiples batallas en que el fallecido lord Fugaku había enfrentado al líder del clan de los dioses dragón Danzo Shimura y a su ejército hasta sellarlo en ese último enfrentamiento cuyas heridas habían cobrado su vida un par de horas después; Sasuke por otro lado había salido ileso del enfrentamiento y habiendo derrotado a Tsubaki que era la general del ejército del gran dios dragón, de ahí la tensión latente por un nuevo enfrentamiento entre ambos. Veinte años después de la muerte de la muerte de su padre, Sasuke había erradicado las ultimas resistencias del clan de los dioses dragón con su propio ejército y ya consolidado como el Lord de las Tierra del Oeste, era evidente que Tsubaki deseaba poder saldar cuentas pero se contuvo y retrocediendo sus pasos sobre el rio en que desapareció convirtiéndose en agua en el proceso y haciendo que su esencia también se desvaneciera. Permitiéndose soltar un suspiro tras corroborar que Tsubaki había desaparecido, Sasuke se cuestionó interiormente como era posible que Danzo hubiera sido despertado de su sueño instaurado por su fallecido padre, ¿Quién podía ser tan estúpido para…? El Uchiha frunció el ceño y cerró los ojos conociendo desgraciadamente la respuesta, teniendo deseos de matar a su hermano menor, pero supo controlarse mientras sentía los veloces pasos de Sakura seguida por Suigetsu acercarse y llegar hasta donde estaba él que volvió la mirada en su dirección.
—Lord Sasuke, mire cuantos hemos pescado— presentó Sakura dejando ante él un cesto de mimbre repleto de peces suficientes para su viaje.
—¿Sucede algo, señor?— inquirió Suigetsu terminando de acomodar su túnica y viendo una mirada muy particular en el semblante de su señor y amigo.
—Danzo está despierto— comunicó el Uchiha pudiendo ser sincero con su Primer Ministro.
—¿Qué?, ¿Cómo?— anonadado era poco para el Hozuki quien boqueo como un pez.
—Imagino que mi tonto hermano tiene algo que ver— consideró Sasuke con una carcajada carente de humor, —y si no él, cierta alimaña— era muy posible.
—Orochimaru, y es lo más posible— respaldó Suigetsu barruntándolo a conciencia. —¿Regresaremos a sus dominios, señor?— preguntó suponiéndose que eso decidiría hacer su amigo para defender sus dominios.
—De momento no, esperaremos y evaluaremos la situación— negó el Uchiha negándose a esconderse como un cobarde. —Vive hoy, pelea mañana— obvió pretendiendo librar esta pelea solo de ser preciso. —Sakura, ¿No vas a preparar esos pescados?— indagó a su protegida no queriendo preocuparla innecesariamente.
—Sí, lord Sasuke— asintió la Haruno sonriendo de nueva cuenta. —Perdone que pregunte pero, ¿A dónde iremos ahora?— se atrevió a consultar temiendo tener que volver a quedarse atrás.
—Come primero, luego hablaremos— condicionó Sasuke y ante lo que ella asintió cargando la cesta de mimbre y regresando sus veloces pasos hacia donde se encontraba Aoda. —Necesitamos investigar lo que paso y el mejor lugar es donde todo ocurrió por última vez— mencionó a su Primer Ministro, siguiendo los pasos de Sakura.
—Así se hará, mi señor— asintió Suigetsu obedeciendo lealmente su voluntad. —Perdone mi atrevimiento pero, ¿No regresara debido a Sakura?— inquirió sin olvidar que su señor deseaba mantener a su protegida humana lejos de sus dominios.
—No, solo no quiero que nadie crea tenerme en su poder— negó el Uchiha sin pensarlo.
Asintiendo en silencio ante las palabras de su señor y a quien no osaría cuestionar, siguiendo sus pasos en silencio tras Sakura, su señor no lo demostraría pero era evidente que la presencia de Sakura lo estaba suavizando paulatinamente, realmente él no quería arriesgar su seguridad regresando a sus dominios y exponiéndola a un mundo que podía no recibirla bien y que ella no conocía, ni debería estar a su alcance después de todo. Aunque intentó convencerse de sus propias palabras, Sasuke se permitió reconocerlo interiormente, mas no se lo dijo a Suigetsu y no era necesario porque eso era algo que él ya sabía; no era ninguna mentira, no era su deseo dar a entender que el regreso o despertar de Danzo lo intimidaba emocionalmente escondiéndose en sus dominios como un cobarde, no cuando él era un guerrero desde su más temprana edad...aunque mentiría si dijera que no sentía algo de incertidumbre, Danzo había sido el último enemigo de su padre y quien de una u otra forma había contribuido a su muerte, ¿Cómo no ser humilde y dudar de si podría enfrentarlo y sobrevivir a ello? Había enfrentado a las tropas de Danzo, pero no al mismo dios dragón y por lo que mentalmente se atrevió a considerar si necesitaría apoyo de sus tropas de tener lugar un posible enfrentamiento o de su propio hermano menor...no, en el pasado, hace cincuenta años, había intentado convocar a Itachi para derrotar juntos a las restantes tropas de Danzo, pero Itachi no se había presentado a la batalla porque había sido sellado por una mujer que le había robado el corazón.
¿Por qué molestarse en convocarlo ahora?
El viaje de lord Sasuke, su leal amigo Suigetsu y su protegida sobre el lomo de Aoda debió durar un día o poco más, y porque el grupo se detuvo brevemente para que Sakura pudiera comer y dormir en el caso de la noche anterior, y eso ya de por si era una gran velocidad a ojos humanos pero no a entender de inmortales como eran Suigetsu y su noble señor quien marchó al frente del grupo y distinguiendo todo con lujo de detalles pese a la presencia de una considerable niebla que enfriaba el ambiente. Montando de lado sobre el lomo de Aoda de cuya crin se sujetó para no caer—contando con la amistad y confianza del equino inmortal—, Sakura recorrió los barrancos con la mirada, portando un vestido de seda oliva de escote corazón, con acampanadas y traslucidas hasta casi cubrirle las manos, con falda de velo de múltiples capas y encima una chaqueta de igual color, de escote redondo y cerrado por doce pequeños botones hasta la altura del vientre, de cortas mangas ceñidas hasta los codos y falda abierta en A bajo el vientre, y su largo cabello rosado caía sobre sus hombros peinado por un cintillo de diamantes y pendientes a juego pero que pasaban desapercibidos bajo una bufanda color cobre que envolvía su cabello y cuello. Temblando ante el frio aire costero a esa hora de la mañana mientras el grupo se detenía ante uno de los acantilados de mayor tamaño, Sakura buscó en la alforja un abrigo de piel con el que protegerse, siendo sorprendida por Suigetsu quien se le adelanto ciñendo este sobe sus hombros y haciéndola sonreír ligeramente.
—Señor Suigetsu, ya habíamos estado aquí— mencionó la Haruno en apenas un susurró en espera de no molestar a lord Sasuke con sus dudas. —¿Por qué regresamos?— preguntó intentando entender el motivo tras su regreso.
—Hay un nuevo peligro, niña, y es deber de lord Sasuke hacerse cargo de contenerlo o eliminarlo— explicó el Hozuki con voz entre seria y suave al mismo tiempo.
—Lord Sasuke es muy fuerte, sé que podrá con lo que sea— asintió Sakura de inmediato y sintiéndose más tranquila al saber lo que pasaba.
—Por supuesto que sí— confirmó Suigetsu pasando junto a ella y aproximando sus pasos hacia donde estaba su señor. —¿Señor?— preguntó viéndolo observar el barranco vacío como prueba de que Danzo efectivamente había sido liberado.
—Me hierve la sangre que mi estúpido hermano haya perturbado el sueño de Danzo, y aun más que Orochimaru esté involucrado— gruñó Sasuke sin apartar la mirada del barranco vacío, habiendo descubierto eso solo por los rastros presentes en el ambiente. —Pero esperaremos como dije— reiteró viendo asentir a su amigo, —mas hay algo que me genera ruido— algo que por un momento le había helado la sangre.
—¿El qué, mi señor?— inquirió el peliceleste sorprendido por el tono de voz de su señor. —Es el aroma de Itachi— reconoció antes de olfatear más profundamente el aire, llevándose una sorpresa. —Pero…mi señor, este tinte en el ambiente…— no pudo evitar tartamudear al entenderlo.
—Es el rastro que deja la presencia de un dios— confirmó el Uchiha mucho más estoico.
Puedo detectar que ocurrió en este lugar con solo oler el aire, confirmó Sasuke mentalmente y volviendo a olfatear el aire antes de ver a Suigetsu hacer lo mismo y llegar a su misma conclusión solo que visiblemente impresionado y pálido aunque no sin justa razón porque a ninguno se le había pasado por la cabeza que algo así pudiera pasar. La sangre de Itachi ha cambiado, esa sangre no olía a humano, de hecho tenía un gran parecido con la de mi padre y la mía, no tenía idea de cómo o porque solo que era una realidad, de alguna forma y por un lapsus de tiempo—no había sido permanente, el rastro dejado en el aire podía decirle todo a su agudo sentido del olfato—su hermano había sido un dios o su sangre por lo menos. Sasuke nunca había creído que lo diría pero al pisar el lugar nuevamente la primera emoción que tuvo fue miedo; si, él que tenía tanta experiencia en batalla y un control casi absoluto de sus sentimientos, sintió un escalofrío al pisar aquel lugar y sentir el aroma de su hermano menor...pero era diferente, como si la humanidad en sus venas hubiera desaparecido y se hubiera convertido en un dios, uno capaz de asustarlo, ¿Pero cómo? Su hermano era un semidiós, eso no podía cambiarse, ¿cómo podía entonces aparentar algo que no era? Mas la presencia dejada en el ambiente era inconfundible, solo un dios podía dejar un rastro así, despertando en Sasuke nuevas preguntas en lugar de resolver las que ya tenía, pero conocía al individuo apropiado que podría resolver todas sus incógnitas, había sido el mayor sabio durante la juventud de su padre.
—Nos dirigiremos al suroeste esta vez, necesito consultar a un sabio— dejo en claro Sasuke dando finalmente la espalda al acantilado y continuando así con su viaje. —Vamos, Sakura, no te quedes atrás— instó a su protegida no queriendo que se expusiera innecesariamente.
—Sí, lord Sasuke— respondió la Haruno dejando que Aoda se moviera por su cuenta.
Sin necesidad de darle una instrucción a Aoda—voluntario guardián de la joven humana—quien simplemente dio la vuelta siguiendo los pasos de lord Sasuke, Sakura volvió la mirada por sobre su hombro hacia el ahora vacío barranco en que faltaba el enorme dios dragón, y entendiendo por fin el peligro del que hablaba el señor Suigetsu aunque quizás no pudiera entenderlo ni dimensionarlo del todo como humana que era, pero nada de eso la preocupó regresando su mirada al frente y observando la espalda de lord Sasuke, pues confiaba que él podría con lo que fuera. Independiente de si sentía que podría enfrentarse a Danzo o no, eso dejo de ser importante para Sasuke en ese momento, intentando entender que es lo que le había sucedido a Itachi y queriendo llegar al fondo de ello cuanto antes, porque le gustase o no era su deber proteger a su hermano, se lo debía a la memoria de su padre. Para fortuna de Sasuke, su fallecido padre lord Fugaku había sido uno de los dioses más longevos de los últimos tiempos, casi cinco mil años superando así a su fallecido progenitor lord Fujitama que había sido el primer Lord del Oeste y jefe del clan Uchiha, que había unificado a las distintas familias en una sola casta que perduraba hasta el día de hoy, y tanto tiempo de vida e influencias involucraba tener múltiples aliados, unos pocos habían pasado su lealtad a su hermano Itachi pero otros habían elegido el exilio tras la muerte de su señor mas, como en el caso de este sabio y pasara lo que pasara siempre servirían a la estirpe de Fugaku, y Sasuke pretendía colgarse de ello…
Puede que regresar a la villa de lady Tsunade no fuese la mejor idea, en su lugar deberían aprovechar para continuar con la búsqueda de los demás fragmentos de la Joya del Paraíso, pero lo quisieran aceptar o no Orochimaru había creado una distracción perfecta despertando al dios dragón Danzo, antiguo enemigo del padre de Itachi y a quien no podían simplemente consentir que rondara por el mundo, era un enemigo con un poder que ni siquiera alcanzaban a dimensionar y que precisamente no podían afrontar solos si es que existía siquiera una posibilidad cuando regresaran Naruto, Hinata, Konohamaru y Hina, no contaban con otro apoyo de cualquier forma. Lo mejor era quedarse en la villa hasta que sus amigos regresaran e intentar entender todo, partiendo por quien era Danzo realmente y aquello de lo que era capaz, a la par que para entender que es lo que le había sucedido para agredir a Izumi y casi abusar de ella—seguía viéndolo de esa forma en su mente—y el semidiós prefería que retomaran su viaje junto al resto de sus amigos para tener la certeza que de perder la noción de sus actos, sus amigos intervendrían y mantendrían a salvo a Izumi. A solas en el hogar de Tsunade, ya habiendo colaborado y apoyado al resto de los hombres en la jornada diaria de la villa, Itachi apartó la mirada del danzante fuego de la chimenea viendo a Izumi ingresar en la casa y cerrando la puerta tras su espalda en que se recargó, visiblemente pálida y emocionada según denotaba su expresión, tragando saliva sonoramente y con el cabello ligeramente despeinado.
—¿Qué te sucedió?, ¿Estás bien?— inquirió Itachi preocupado por el semblante de ella.
—Sí, bien, solo necesito recuperarme— asintió Izumi con voz temblorosa y acercando lentamente sus pasos hacia él. —Lady Tsunade pidió mi ayuda, cinco mujeres entraron en labor al mismo tiempo. Creí que sería fácil ayudar por mi experiencia, pero me equivoque— explicó abrazándose a sí misma y deteniéndose a su lado.
—¿Has asistido un parto?— se sorprendió el semidiós no habiendo oído de una mujer tan joven con experiencia asistiendo partos.
—Sí, un parto de gatitos— se avergonzó de confesar la wiccan viéndolo sonreír por lo bajo. —No te burles— pidió sabiendo que merecía burlas por ello.
—No lo hago— sosegó él manteniendo su sonrisa al observarla pero sin reírse. —Esperaremos a Hinata y Naruto, luego seguiremos con el viaje. Deberían estar de regreso en un par de días— consideró en voz alta pues no habían discutido el tema. —Pero necesito que te quedes aquí, mañana visitare al herrero Jiraiya, espero poder encontrar a Yahiko y entender lo que paso.
—¿Seguro que no quieres que vaya contigo?— inquirió ella deseando acompañarlo de ser posible.
—Es mejor que tú les expliques lo ocurrido a Hinata, Naruto y Konohamaru— intentó justificar Itachi temiendo volver a intentar atacarla.
—Entiendo— asintió Izumi si no quedaba otro remedio y entendiendo sus razones.
La wiccan vestía un suéter azul pastel—casi blanco—de cuello alto y redondo con mangas ceñidas en las muñecas, pantalones de mezclilla color aguamarina ligeramente anchos y zapatillas deportivas blancas, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros pero ligeramente desordenado por su pasada actividad, aunque sus mejillas paulatinamente iban recuperando su habitual tono rosado que lo tentó hasta alzar una de sus manos y acariciar el contorno de esta, viendo a Izumi cerrar los ojos bajo su tacto, pero abriéndolos para enfocar su mirada en el rostro de él, ¿Cómo demonios ella no lo odiaba por desearla de quizás la misma forma en que los hombres de su tiempo deseaban a las cortesanas o prostitutas de los burdeles? Claro que no la veía de esa forma, pero nunca habría pensado que tendría sentimientos tan fuertes y embriagantes por una mujer, menos por una tan hermosa y perfecta a sus ojos. Aunque no era a fin a la idea de quedarse atrás mientras Itachi emprendía un viaje en busca del herrero Jiraiya y de Yahiko, y no queriendo regresar a su época, Izumi entendía que todo lo ocurrido tras la pelea con Danzo estaba superando a Itachi, podía palpar su miedo y profundo respeto mientras acunaba su rostro entre sus manos…que más desearía ella que halarlo hacia si en su beso y sosegar sus miedos por su propia cuenta pero esa no era la forma ni el mejor momento, por lo que eligió observarlo en silencio y disfrutar de estar juntos uno junto al otro, recargando sus manos en su pecho y dando un paso más cerca de él, confiándole su vida todo el tiempo.
—Itachi, ya no te culpes por lo que sucedió— pidió la wiccan únicamente y rozando su nariz contra la suya.
—Eso quisiera pero es difícil no hacerlo— suspiro el semidiós bajando brevemente la mirada pero volviendo a encontrarla con la de ella, —y por otro lado no dejo de pensar en que desperté al enemigo de mi padre, el responsable de su muerte— eso era como abrir la maldita caja de Pandora.
—No puedes controlar el universo, y el responsable fue Orochimaru, no tú— difirió Izumi pensando muy diferente de él. —Ahora debemos averiguar cómo solucionarlo, que es otra historia— alentó prefiriendo mantener un enfoque positivo.
—Y...aunque me hayas disculpado, temo que algo como lo que ocurrió vuelva a pasar— retomó Itachi no olvidando su principal preocupación. —Si por alguna razón me hubiese aprovechado de ti, no me lo perdonaría nunca— y no podría consentir que se repitiese.
—Oye, soy una mujer y puede que tenga un cuerpo débil, pero no dejo de provenir del siglo XXI, por lo que ningun hombre podría obligarme a algo que no quiero hacer— dejo en claro ella sujetándolo del cuello de la camiseta y acercándolo hacia sí, —y soy una wiccan; no dejaría que hicieras algo de que arrepentirte, de estar en mi poder evitarlo, te lo prometo— aseguró retrocediendo sus pasos hacia la escalera y llevándolo consigo.
Por muy semidiós que fuera, Itachi era arcilla y seda en manos de Izumi quien lentamente y de espaldas—fijándose bien por donde pisaba—subió los escalones hacia la planta alta, manteniendo su rostro muy cerca del suyo y a su misma altura por el escalón de adelanto que llevaba al dirigir el camino, y una vez en la planta alta la wiccan se dirigió hacia su habitación cerrando la puerta tras de sí, instando al semidiós a recostarse sobre la cama. Si habría una despedida de por medio en las próximas horas o a más tardar mañana, Izumi elegía disfrutar lo más posible de su tiempo juntos y sin dudar en mostrar toda vulnerabilidad y confiar todo lo que era en sus manos, recostándose lentamente sobre el aturdido semidiós que ni siquiera se atrevió a moverse medio centímetro mientras la bella pelicastaña cernía su rostro sobre el suyo presionando sus labios en un beso al que Itachi no dudo en corresponder, moviendo sus manos lentamente de los hombros al cuello de ella para acunar su rostro y acercarla más hacia sí. Arqueándose contra Itachi, sonriendo en medio del beso y sintiendo como un triunfo el no recibir indiferencia o negativa de su parte, Izumi lentamente se irguió en medio del beso descendiendo sus manos hacia el extremo de su suéter y que lentamente fue elevando para quitárselo por encima de la cabeza, solo que no conto conque el aroma impreso en su piel resultaría tan abrumadoramente seductor para Itachi que la hizo quedar debajo suyo invirtiendo las posiciones para grata sorpresa de la wiccan que rió ligeramente al romperse el beso.
Deslizando el suéter de la wiccan por encima de la cabeza pero sin quitárselo del todo sino que aprisionando con este las manos de Izumi, Itachi se permitió confiar en las palabras y abnegada disposición de ella, inclinándose para reclamar brusca y apasionadamente los labios de ella que jadeo en medio del beso permitiéndole recorrer el interior de su boca con su lengua, ofreciendo más y más de ella a medida que progresaba el beso e Izumi no pudo evitar sentir que estaba derritiendo, gimiendo en medio del beso al sentir la lengua del semidiós explorando su boca. Rompiendo el beso para permitirle a Izumi recuperar el aliento, escuchándola respirar agitadamente, Itachi descendió lentamente sus labios por el cuello de la wiccan inhalando su dulce perfume y aún más por el valle entre sus pechos apresados por el brasier que él osadamente se atrevió a desabrochar pero con lentitud y sin apartar su mirada del semblante de ella quien encontró su mirada con la suya en respuesta, soltando un suspiro entre admirado y fascinado mientras la tela caía al costado de la cama revelando sus pechos a su vista. Sonrojada y temblando de deseo, Izumi intentó no cerrar los ojos por lo extraña y placentera que le resultaba la situación, sintiendo el tacto de Itachi quien trazó con su tacto la piel del valle entre sus pechos y el contorno exterior de estos, sin atreverse a más y contemplándola como si fuese la representación misma de Venus, haciéndola liberar un suave gemido y casi rogándole que hiciera algo más, reprendiéndose por actuar como una cortesana barata.
—Eres un sueño, mi diosa…— suspiró Itachi absolutamente maravillado con ella.
—¿Convencido de que soy real?— preguntó Izumi sonriendo mientras encontraba su mirada con la de él.
—Más o menos— respondió el semidiós en un empujón de valentía, —necesitare otras pruebas para estar seguro— justificó más que embelesado por ella.
Fundiéndose en un nuevo beso igualmente intenso y apasionado, Itachi recargó su peso en sus brazos para no aplastar a la bella wiccan debajo de él y deslizó sus labios por el contorno de su mandíbula, descendiendo hacia sus pechos mientras Izumi envolvía sus brazos alrededor de su cuello y abría sus piernas para situarlas a cada lado de su cuerpo. Volviendo a alzar la mirada hacia Izumi, Itachi lentamente aprisionó su pezón izquierdo entre sus labios, escuchándola jadear y sintiéndola arquearse contra él; habiendo oído de aquel tipo de intimidad solo por historias o relatos de sus amigas y que le habían parecido obscenamente falsos, Izumi gimió y se arqueó contra Itachi, sintiendo sus labios apresar uno de sus pechos y su tacto amasar el otro, moviendo ambos sus caderas uno contra el otro, sintiendo una tensión desconocida acumularse y hacer a la wiccan gemir el nombre del semidiós, casi gritarlo, agradeciendo que se encontraran solos en esa casa y esa habitación. Embriagado de sentimientos como la pasión, el amor y la lujuria que no se permitía sentir—por temor a ofender a su diosa—, Itachi gruñó contra cada poro de piel de la wiccan, descendiendo sus labios por la curva de sus pechos, sintiendo más hambre de ella a cada momento, reteniendo sus caderas contra las suyas y sintiendo los melodiosos gemidos de Izumi entrelazados con su nombre subir de tono, ella torpemente forcejeando con sus brazos dentro del suéter hasta soltarse finalmente, quitándole a él la chaqueta por los hombros y luego la camiseta que él se quitó por encima de la cabeza.
Para su sorpresa y no importándole en absoluto que imagen estuviera dando, Izumi descendió sus manos desabrochando sus propios pantalones que el semidiós—abrumado visiblemente—no dudo en deslizar por sus piernas, siguiendo en el proceso y con sus labios la curva de su firme vientre hasta el valle entre sus piernas cuyo aroma lo enloqueció, le resultaba simplemente fascinante a la par que él mismo se encontraba siendo alentado en su deseo por Izumi, todo aquello debería estar mal y se lo decía la voz cuerda en su mente pero nada de ello parecía importarle, todo en lo que pensaba es que iba a separarse de ella a final del día o mañana y que hasta entonces deseaba grabarse a fuego en su mente y viceversa, dejando que sus instintos hablaran por él. Extrañada por el ritmo que estaba tomando las cosas y no sabiendo bien que esperar, Izumi se arqueó contra el colchón y gimió de sorpresa sintiendo los labios de Itachi trazar su sexo a través de la ropa pero ni por un momento se le paso por la cabeza detenerlo, suspirando su nombre en su lugar y removiendo inquieta la cabeza contra la almohada, pidiendo algo que ni ella misma entendía, alzando torpemente la cabeza y temblando de nueva cuenta, viendo al semidiós con la cabeza enterrada entre sus piernas y amasando sus pechos a manos llenas. Era probablemente la mayor locura sobre la faz de la tierra y sin embargo a ninguno de los dos le importo, ni a Itachi disfrutando estar entre sus piernas ni a Izumi que gritó el nombre del semidiós al conocer en carne propia lo que era un orgasmo.
Vaya despedida.
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, habiendo albergado mis dudas pues conseguí trabajo esta semana y estuve corta de tiempo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo como siempre su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las próximas actualizaciones serán "Avatar Guerra de Bandos", luego sin falta "Más Que Nada En El Mundo" y finalmente "El Sentir de Un Uchiha" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Inspiración & Nuevo Arco: Muchos de los eventos que tienen lugar a lo largo del capitulo están tomados de la trama original de Inuyasha como vienen siendo el rol del espíritu dragón Ryuokotsusei mencionado por mi en capítulos previos, también la forma en que Itachi pierde el control o noción de sus actos aunque esto lo represente de una manera totalmente diferente, al igual que a los secuaces de Danzo y su encuentro con Sasuke que por su parte viene a representar el arco de los Gatos Leopardo, y más adelante pretendo consolidar o inspirarme en otros eventos de la trama de Inuyasha para narrar mi propia historia como ya habrán entendido que hace este fic. Todos estos aspectos mencionados vienen a anunciar un nuevo arco de la trama a partir de ahora y en que Orochimaru no será tan importante ni será vencedor por razones que comenzare a plasmar más adelante en la trama, y en cuyo nuevo arco también pretendo profundizar en los personajes ya existentes, en sus vínculos entre si y al mismo tiempo pretendo presentar a personajes nuevos de origen divino fuera de Danzo en este capitulo, a una joven semidiosa cuya historia traerá recuerdos a Itachi, a un sabio—como menciona Sasuke en el capítulo—que nos brindara información, y a una wiccan conocida de Toka y que ahora se dedica completamente a la magia negra y que se concentrara en agredir a Izumi. Como siempre, algunas de las modificaciones de este capitulo están inspiradas en "The Through Time: The Adventures of Inuyasha and Kagome" de XFangHeartX, agradeciendo su permiso para inspirarme en su maravilloso trabajo, del cual disfruto siempre y que recomiendo ampliamente.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
