-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Own Me" de Bülow para Toka, "Part Of Your World" de Danielle para Izumi, "Fire On Fire" de Sam Smith para Itachi y "Autumn Leaves" de Remi Wolf para el contexto del capítulo.
Viajar junto a lord Sasuke y el señor Suigetsu a lugares desconocidos era ya una segunda naturaleza para la joven pelirosa, los peligros no la asustaban además de que de igual forma siempre se mantenía lejos de estos y porque sabía que su señor no permitiría que le sucediera nada, pero Sakura debía admitir que la sosegaría más saber a dónde se dirigían exactamente, aunque su señor no era muy dado a comunicar detalles sobre nada a nadie, ni siquiera ella, mas sí que hacia una que otra excepción y Suigetsu podía notarlo a cada momento. Sentada sobre el lomo de Aoda quien seguía los pasos de lord Sasuke al igual que los de Suigetsu, Sakura portaba un vestido de seda y gasa rosa pálido, de escote redondo cerrado por diez pequeños botones hasta la altura del vientre, delicado cinturón de cadenas de plata, falda superior abierta en A exponiendo una falda de múltiples capas de velo como las mangas holgadas que llegaban a cubrirle las manos, con sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros y tras su espalda, peinados por una diadema de escamas de plata que adornaba su frente con una reluciente esmeralda en el centro a juego con el dije del medallón que caía sobre su vientre por una cadena de plata. Moviéndose por el espeso bosque que se extendía por kilómetros y kilómetros sin fin aparente, Sasuke no apartó su mirada del frente, sabiendo muy bien a donde iba pese a que todos los árboles en su camino parecieran exactamente iguales, pero uno solo de ellos era diferente y era el motivo de su presencia en aquel lugar.
—Me da gusto volver a verte, Sasuke, sabía que vendrías— manifestó una voz serena pero cargada de sabiduría en su tono.
—¿Lo sabías, Sarutobi?— confirmó el Uchiha esbozando una ligera sonrisa ladina y deteniéndose por fin frente a un árbol en su camino.
—Has venido a preguntarme sobre Celik, la espada de tu padre, ¿o me equivoco?— contestó el árbol que se veía como cualquier otro de los que había en el lugar.
—Es un árbol— comentó Sakura desde su lugar y haciendo que Suigetsu volviera la mirada hacia ella con reproche.
—Es mucho más que eso, es un astrologo con dos mil años de antigüedad— explicó Sasuke volviendo la mirada hacia su protegida, —sirvió a mi abuelo Fujitama, y a mi padre después de él— agregó regresando su mirada hacia el árbol.
—Y ahora te sirvo a ti, Sasuke— manifestó este con absoluto vasallaje y respeto para con él.
Lentamente y en presencia de lord Sasuke y los miembros de su sequito, el imponente árbol comenzó a sufrir una metamorfosis en que su forma comenzó a desvanecerse y cambiar dando paso a la de un hombre de aspecto ligeramente mayor, de unos sesenta años, vestía una larga túnica carmesí hasta los tobillos, sin bolsillos, ceñida a su cuerpo por un fajín mucho más oscuro, de mangas ceñidas y cuello alto, con una especie de bufanda plateado opaco—casi gris—como el largo abrigo de seda con mangas acampanadas y que permanecía abierto formando una corta cola tras él, y sobre su cabeza una especie de boina o tocado con un corto velo que enmarcaba su rostro, algo anticuado para el siglo XVI pero no teniendo en cuenta su edad como uno de los mayores sabios del mundo de los inmortales, que se encontraba con vida. Como Yahiko y Jiraiya, Hiruzen Sarutobi había sido un súbdito leal de su fallecido señor y lord de las Tierras del Oeste, lord Fugaku, sirviéndole desde sus días como heredero a la espera, habiendo sido su tutor durante el mandato de su padre lord Fujitama—hijo de la fallecida Gran Matriarca del clan, lady Sarada—, y tras la triste muerte de ambos, Hiruzen se había exiliado de la vida en la corte, considerando que el recogimiento de la vida en meditación era mejor que las intrigas palaciegas, mas era absolutamente leal a lord Sasuke como heredero legítimo—Itachi era un semidiós—de su padre y siempre ofrecía sus conocimientos y todas las respuestas que este pudiera necesitar de él, desde la muerte de su señor padre.
—Se la historia de las espadas de lord Fugaku, ya que sus fundas fueron creación mía— expuso Hiruzen viendo asentir a su joven señor que ya estaba al tanto de ello.
—Sarutobi, por motivos que no entiendo, la sangre de Itachi ha cambiado— inició Sasuke recibiendo un asentimiento del sabio. —No, hizo mucho más que cambiar, dejo de tener la mezcla entre un humano y un dios, su sangre tenía el mismo olor que la de mi padre y la mía, algo imposible— aclaró necesitando información al respecto para intervenir de ser preciso.
—Tienes razón, es imposible— obvió el Sarutobi de inmediato, disipando el eje de sus dudas. —No hay que olvidar que Itachi es un semidiós, nacido de un dios y una humana, por lo que jamás será un dios como tú— comparó recordando a su joven señor su regia herencia divina. —Como dios que eres, Sasuke, puedes hacer muchas cosas que Itachi no puede debido a su naturaleza; por ejemplo, él no puede mantener el control en todo momento— explicó siendo esta la presente situación.
—Su propio juicio...— comprendió el Uchiha palideciendo por un breve instante al pensar en ello.
—Cuando te encuentras en una batalla, Sasuke, no importa cuanta presión exista, tu mente siempre está controlada, nunca olvidas quién eres— señaló el sabio como punto de referencia.
—No existe alguien capaz de intimidarme en una batalla— asintió el azabache pudiendo sentirse orgulloso de ello y no habiendo perdido un solo enfrentamiento en su vida.
—Sin embargo, con Itachi es diferente; cuando es presionado y su vida corre peligro, su sangre y mente entran en conflicto, su mentalidad de dios intenta protegerlo, pero su humanidad lo confunde— aclaró Hiruzen sintiendo compasión de quien enfrentase algo así. —Más aún, la sangre que Itachi heredó de su padre tiene poderes que solo los dioses pueden controlar, pero es muy difícil para él— un semidios nunca podría aspirar a convertirse en un dios verdadero por sus propios medios, era imposible.
—¿Eso tiene consecuencias?— inquirió Sasuke, no demostrándolo pero estando preocupado por su hermano.
—A largo plazo no, solo sucede en momentos de peligro y tensión, de impotencia, pero durante ese periodo puede dejarse llevar por sus impulsos primitivos, como los primeros dioses— explanó el Sarutobi, y haciendo ya mucho tiempo de esos lejanos días. —Pierde la noción de quien es, solo vive para superar a otros y destruir a quien se interponga en su camino, y en el peor de los casos peleara hasta la muerte— un dios debería tener el control de sí mismo en todo momento, justo como hacia Sasuke.
A diferencia del tonto de Jiraiya o el tímido de Yahiko, Hiruzen pensaba que Sasuke e Itachi deberían de resolver sus problemas de hermanos por sí mismos con respeto a las armas heredadas por su fallecido padre, deberían aprender a entender y pelear como iguales porque eso es lo que querría lord Fugaku de continuar con vida, y como siempre no tenía reparos en exponer la verdad de la situación. Sasuke debía confesar que habría preferido enfrentarse a su hermano siendo este un verdadero dios en lugar de conocer esta información, aunque siempre se había mostrado indiferente a su existencia lo cierto es que—sin que Itachi lo supiera—siempre había velado por él; tras la muerte de su padre, el hogar y condiciones de las que su hermano había disfrutado hasta la muerte de su madre la princesa Eshima habían sido costeadas por él, que si bien había detestado a los humanos no había podido dejar en el abandonó a la "viuda" de su padre y su madre había insistido en que debían velar por ellos, y aun tras la muerte de la princesa, Sasuke había velado a la distancia por Itachi, no podía protegerlo todo el tiempo o su hermano menor simplemente no tendría idea de cómo sobrevivir por su cuenta...mas ello también le hizo entender por fin lo errado que era su deseo de hacerse con Celik, Itachi la necesitaba para sobrevivir, por ello su padre la había heredado al menor y no a él, porque él ya tenía la fuerza suficiente para llegar tan lejos como se propusiera, aunque ello no remediaba todos estos años de despreció que había sentido por parte de su fallecido progenitor.
—No tenía idea de esto, es patéticamente triste— comentó Sasuke únicamente y con su habitual tono carente de sentimientos.
—Puedo asegurarte, que tu padre no deseaba que Itachi terminara de esa forma tan miserable— espetó Hiruzen sabiendo el efecto que sus palabras tendrían en el Uchiha, —por eso le legó a Celik, la clave para no estar en peligro es esa arma— no podía haber disputa entre ellos hermanos si uno de ellos necesitaba de un arma para sobrevivir.
Nuevamente, Jiraiya se lo pensaría dos veces antes de decir semejante cosa y Yahiko probablemente hasta seis, pero Hiruzen prefería ser transparente y sincero, no había tenido a Sasuke bajo su tutela siendo un joven heredero de los dominios de su padre o de lo contrario habría inculcado mucho más sosiego y mesura en él pero era evidente para el Sarutobi que Sasuke había heredado el buen corazón de su madre, oculto bajo la máscara de estadista que era el deber, el valor, la política y la carencia de emociones que con ello debía representar, y como tal Sasuke nunca expondría realmente el cariño que sentía por Itachi, pero si velaría por su bien desde la distancia. Con esa idea en mente, aunque no pudiera leer la mente de Hiruzen para asociarse con ello, Sasuke apartó un momento la mirada, se negaba a quedarse impasible viendo como su hermano se hundía en un espiral que tenía solución, él la conocía como dios que era, mas no podía dar con la solución y entregársela a Itachi sin más, primero porque su hermano creería que estaba tendiéndole una trampa y en segundo lugar porque correspondía a Itachi resolver toda esta situación y aprender a lidiar con cada uno de sus problemas por sí mismo, ¿Qué se suponía que hiciera? Por ahora solo observar y esperar que Itachi actuara como se esperaba de él, pero seguiría sus pasos a una prudente distancia para intervenir si su hermano semidios nuevamente se encontraba en una situación que provocaba el despertar de su sangre divina, porque le había jurado a su fallecido padre que protegería a su hermano.
Y lo cumpliría.
Relajada de responsabilidades, al menos por ese día, Izumi se dedicó a pasear en el bosque colindante a la villa intentando pensar, no teniendo a sus amigos—que aún no regresaban de su viaje, pero que deberían de hacerlo pronto—Naruto, Hinata, Konohamaru y Hina, Izumi se dedicó a deambular por el bosque, pero no cerca del pozo que le permitiría regresar a su época sino que deteniéndose al pie del Árbol Sagrado, claro que en el siglo XVI no se le conocía así, pero su familia si se refería a este de ese modo y le resultaba contagioso. La wiccan vestía una blusa color mantequilla ligeramente gruesa para protegerla del frío clima otoñal, de mangas holgadas que se ceñían en las muñecas y cuello redondo, encima un corto chaleco marrón oscuro sin mangas y que permanecía abierto, jeans azul oscuro y botines beige pálido, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros y recogidos en dos largas trenzas que la hacían ver ligeramente más joven de lo que era. Itachi no se lo ha dicho a nadie a excepción de mí, pero es evidente que está sufriendo mucho, quería concentrarse en tantas cosas…mas no podía, no estando lejos de Itachi y queriendo saber de él, de cómo estaba; sé que debo dejarlo solo, así él podrá encontrar respuestas para tan extrañas circunstancias…sin embargo, me cuesta mucho esperarlo sin saber dónde o como esta. Concentrada como estaba en sus propios pensamientos, ello impidió que se diera cuenta de que no estaba sola en aquel claro, o no hasta advertir tardíamente la presencia de las serpientes cazadoras de almas.
—Izumi— llamó la conocida voz de la Senju a su espalda, haciéndola detener sus pasos y volverse lentamente.
—Toka— reconoció la Uchiwa, no sabiendo como interpretar el motivo de su presencia. —¿Viniste a ver a Itachi?— supuso siendo ya una costumbre.
—No y se bien que él no está en los alrededores— negó Toka sin apartar la mirada de ella. —Vine a verte a ti— declaró para visible sorpresa de la wiccan del futuro. —Necesitamos sentarnos y hablar— expuso sujetándose la falda del vestido y tomando asiento a los pies del árbol sagrado, sobre una de sus raíces sobresalidas.
—Si es por Itachi…— intentó protestar Izumi, no siendo su tema predilecto a tratar con ella.
—Si, tiene que ver con él, pero por encima de todo con Orochimaru y con la batalla final que tendrá lugar en un futuro— interrumpió ella por su parte y yendo directo al punto.
Siempre acostumbrada a actuar por su cuenta, Toka se contuvo para no sonreír demasiado ante la expresión de desconcierto en el rostro de Izumi, siempre elegía mantener la valiosa información solo para sí misma, eso permitirá engañar mejor al enemigo, pero podía ser contraproducente si la otra parte no conocía la estrategia. La Senju portaba un sencillo vestido blanco—siempre siendo su color característico—de escote entre corazón y redondo, con opacos bordados dorados en vertical en el corpiño, falda de velo y mangas traslucidas que se tornaban acampanadas hasta cubrirle las manos, y sobre el vestido una chaqueta de seda borgoña con bordados que brillaban a la luz pese a ser de un tono más opaco, con su largo cabello castaño cayendo tras su espalda como una cascada lisa, peinado en una coleta y resaltando unos pendientes de plata en forma de flor adornados por diamantes como el dije del collar alrededor de su cuello. No pudiendo evitar sorprenderse, habiendo creído hasta ahora que Toka era el enemigo y no pudiendo evitar mantener un ligero deje de recelo al menos por las dudas, Izumi tragó saliva sonoramente, no porque no pudiera equivocarse como humana que era sino porque había creído poder aprender a leer a Toka, y se había equivocado, ¿Cómo proceder entonces? Se sintió como una tonta por haberse enfrentado a Itachi por ello en el último tiempo, después de todo Itachi había tenido la razón y ella se había equivocado, pero quería una explicación para estar segura de que no estaba yendo hacia una trampa.
—Creí que estabas aliada con Orochimaru— consideró Izumi en voz alta, no sabiendo que pensar pero queriendo escuchar lo que la Senju tuviera a bien decir.
—Nunca podría ser aliada de esa alimaña venenosa, solo pretendí serlo porque le tendí una trampa— diferenció Toka bajando brevemente la mirada. —¿Recuerdas el fragmento de la Joya del Paraíso que te quite?— interrogó viendo asentir de inmediato a Izumi. —Lo hice porque creí que podría purificarlo; me equivoque. Pero si pude transmitir gran parte de mis fuerzas y energías para mantener el resplandor puro al interior de la joya. Como sabrás…— Itachi no tendría paciencia para escuchar eso, pero Izumi sí.
—La luz y la oscuridad se enfrentan dentro de ella— completó la Uchiwa conociendo la historia sobre el origen de la Joya, lo que hizo sonreír ligeramente a Toka. —No sabía que una wiccan podía hacer algo como eso— lady Tsunade no se lo había enseñado aún.
—Es difícil, en una wiccan normal implicaría entregar la mitad de su vida y fuerza vital, no habría podido pedirte que hicieras lo mismo, aunque tus poderes sean mucho más grandes que los míos— aclaró la Senju reconociendo las prometedoras habilidades de la Uchiwa. —Pero en este cuerpo mi vida tiene poco sentido, y si puedo ser útil me doy por satisfecha— su vida en ese estado seria breve de cualquier forma.
Aunque el cuerpo creado por la hechicera Nigar había sido gestado y concebido con toda intención de ser duradero, útil y perdurar el tiempo que su creadora considerase oportuno, y lo suficientemente resistente para albergar tanta energía como fuese preciso, Toka podía decirse satisfecha, había sido devuelta al mundo de los vivos con incluso mayor plenitud que cuando había estado viva y había sido tanto joven como fuerte, pero no podía decirse feliz y lo admitió al menos interiormente, bajando la mirada y enfocándola en la nada, en el fondo y aunque aún tenía inquietud en su corazón todo cuanto deseaba era volver al mundo de la muerte, pero no podría regresar a este hasta haber derrotado y eliminado a quien había causado su deceso, y de no vivir lo suficiente para lograrlo al menos necesitaba participar en la cadena fundamental de acontecimientos que llevaran a ello. Viendo a Toka como una villana hasta ese punto—incomprendida en muchos aspectos y por lo que de una u otra forma Izumi siempre la tenía en su mente—por todos sus desacuerdos o tensiones como consecuencia de los sentimientos que ambas tenían por Itachi, Izumi tuvo que admitir que se sentía culpable por ser tan condenatoria en sus pensamientos hacia la wiccan cuando a decir verdad ni siquiera la conocía, no es como si la odiara ni nada pero todo había confluido de tal forma en que ambas no se veían como aliadas, y ahora Izumi comprendía que en realidad no había ninguna razón para que intentasen odiarse o tan siquiera llevarse mal.
—Pero Toka, mereces vivir, mereces intentar elegir el camino que prefieras— protestó la Uchiwa, preocupada de que ella pensase de esa forma y siguiera ese camino.
—Tú lo dijiste, y esto es lo que elijo— insistió la Senju y siendo ya una decisión tomada, que Izumi supo respetar bajando la mirada con un asentimiento, —probablemente es la única elección que he tomado desde que estaba viva— confesó con una seca sonrisa carente de humor e intentando mantener la esperanza. —Pero, creo que lo mejor es que primero te diga como comenzó todo, al menos como yo lo recuerdo y si no te molesta— determinó pues era el motivo por el que se encontraba ahí.
—Por favor— alentó Izumi, sabiendo que nadie más le contaría esa versión de la historia.
Quizás otras chicas o personas de estar en su lugar elegirían no saber nada sobre el pasado de sus parejas o aquella persona especial por la que sentían algo, y quizás lo que fuera a escuchar de los labios de Toka pudiera resultarle doloroso pero Izumi elegia conocer la verdad, desde muy pequeña había aprendido que lo importante era escuchar o conocer la verdad sin importar lo triste y desgarradora que esta pudiera ser, en la verdad podía creer y no en el engaño o ilusión que eran las mentiras; con ese pensamiento y queriendo escuchar lo que sabía que no escucharía de los labios de nadie más, ni mucho menos de Itachi quien continuamente elegía concentrarse solo en ella—lo que le resultaba por demás tierno y muy devoto de su parte, aunque Itachi solo conseguía ser de esa forma, en especial con ella—, Izumi lentamente se sentó en una de las ramas del Árbol Sagrado a uno o dos pasos de Toka, con las manos cruzadas en su regazo y esperando a que esta hablase. Hasta hoy Toka e Izumi no habían podido conocerse, no eran enemigas, pero tampoco habían sido aliadas precisamente, sabían tan poco la una de la otra que era fácil sentir animadversión superficial, pero hoy no, el día de hoy era momento de que todas estas capas superfluas se desmoronasen y pudieran tenerse el mínimo grado de respeto por aprender más de la otra, por sus experiencias, por sus historias y por la lucha que ambas tenían en común. Inhalando aire y cerrando los ojos un momento, Toka rememoró todos esos recuerdos y procedió a contárselos a Izumi….
No recordando haber recorrido tan rápido un camino tan agreste, Itachi había dejado el caballo atrás desde hace varios kilómetros para continuar a pie, el hogar del herrero Jiraiya era un lugar por demás escarpado y por cuyo entramado de escalones de roca tuvo que descender, fijándose bien por donde iba y teniendo su atención parcialmente dividida entre la difícil realidad de sus preocupaciones y en lo mucho que extrañaba a Izumi, sintiendo su perfume desvanecerse de él lo que le provoco un escalofrío, pero se mentalizó a continuar con su camino pues solo así obtendría respuestas y regresaría junto a ella sin miedo, sin dudas o con seguridad. Trabajando en una nueva arma, el herrero Jiraiya examinó la hoja de una espada curva y que se dividía en dos al final como la lengua de una serpiente, sonriendo para si ante el innovador diseño que representaba, soplando fuego incandescente sobre la hoja que procedió a sumergir en el agua para continuar con la fabricación de la espada, aunque ello no impidió que advirtiera la llegada de alguien a su morada, alzando la mirada ante el ilustre visitante. El herrero vestía una especie de armadura de bronce con coraza que envolvía su pecho y una escarcela, pero sin protectores en los brazos salvo vendas, guanteletes y muñequeras de cuero, con una hombrera de púas sobre el hombro izquierdo a imagen del yelmo que cubría su cabeza y su largo cabello blanco caía tras su espalda, con rodilleras de bronce y grebas de cuero de igual color que sus botas, y un cinturón de cuero cruzado sobre su torso.
—Itachi, no te había visto en mucho tiempo— reconoció Jiraiya feliz de ver a su nuevo y joven señor. —Sabía que vendrías en algún momento— admitió habiéndole jurado lealtad y entregado sus servicios en su último encuentro. —Dime ¿En qué puedo ayudarte?— alentó, feliz de brindarle su asesoría y apoyo en todo cuanto necesitase.
—Ni siquiera sé por dónde empezar— admitió el semidios teniendo claros sus motivos para estar ahí pero no teniendo idea de cómo formular las preguntas cruciales.
—¿Qué te parece por el principio?— sugirió el herrero invitándolo a sentarse, lo que el semidiós procedió a hacer soltando un bajo suspiro.
Todo seguía muy confuso en la mente de Itachi, no recordaba ni siquiera un instante de la forma tan extraña en que se había comportado, solo recordaba que Izumi y él habían intentado huir de los ataques de Danzo el dios dragón, recordaba haber quedado inconsciente en el proceso pero luego todo era una mancha negra en su mente y lo que recordaba al despertar era estar encima de Izumi quien tenía la ropa desgarrada en una imagen tan salvaje que le provocaba terror, por supuesto que sentía deseo por ella, era una mujer hermosa como ninguna otra y que siempre estaba en sus pensamientos…pero comportarse de esa forma con ella no era una opción, y aunque tuvo muchas reservas de ser tan honesto inicialmente, Itachi—sentado frente a Jiraiya con el pozo de agua de la armería entre ambos—acabó por contarle todo a Jiraiya, sabiendo que la única forma de obtener respuestas era exponiéndole su caso. Escuchando atentamente y cruzando ambos brazos por sobre su pecho, enfocando toda su atención en el semidios y no regresando ni por un momento a su trabajo, Jiraiya suspiró pesadamente y negó para sí, que algo como lo que Itachi le estaba relatando sucediera a un dios seria vergonzoso, era algo que había dejado de suceder desde la era de los titanes, los dioses olímpicos habían sembrado un precedente y establecido la consciencia para sus congéneres, literalmente habían creado un nuevo mundo derrotando a sus predecesores…pero la sangre humana de Itachi y el despertar de su sangre divina lo estaba poniendo en un aprieto.
—Me decepcionas, Itachi— habló Jiraiya finalmente, viendo fruncir por lo bajo al semidios, —no puedo creer que te haya pasado algo como esto y no tengas idea de porqué— era vergonzoso para alguien de su condición pasar por algo así.
—¿Por qué crees que vine a pedir tu ayuda?— cuestionó el semidios con un suspiro cansado y exponiendo lo obvio. —No he tenido noticias de Yahiko y fuera de él eres el único individuo que puede darme respuestas— nadie más lo haría, ni siquiera Sasuke.
—Lo que te sucedió es algo que los dioses denominamos "apagón", algo muy inusual en quienes tenemos plena conciencia de nuestros actos, muy común en los dioses antiguos y por ende en los semidioses que se encuentran divididos debido a su mezcla de sangres— explicó el herrero, logrando que el semidios hiciera silencio y lo escuchase con atención. —Tus instintos tomaron el control, te encontraste en una situación con la que sentías no poder lidiar y el dios en tu sangre actuó por inercia— justificó viendo asentir a Itachi que empezaba a encontrar sentido a lo ocurrido. —Fue una suerte que esa jovencita estuviera contigo, tu mente solo siguió el mejor de los dos caminos; de haber sido un enemigo, la habrías despedazado sin dudarlo— un impulso de lujuria era más controlable que la sed de sangre, y sin darse cuenta Itachi parecía haber encontrado una "compañera".
—Por eso necesito tu ayuda, si vuelve a pasar quiero tener claro que ha de hacer Izumi o mis amigos— insistió Itachi, no consintiendo que algo como eso volviera a ocurrir de poder hacer algo para evitarlo, —no me permitiría convertirme en una amenaza para ellos ni para nadie— agregó en voz baja, verdaderamente asustado con esa posibilidad.
Si como Jiraiya estaba sugiriendo estos "apagones" eran algo propio de los dioses aunque fuera poco común, quería decir que existía una forma de lidiar con ellos y de ser así Itachi haría lo que fuera, necesitaba recobrar el control sobre sí mismo y tener la garantía de que no se convertiría en un peligro para Izumi ni para sus amigos si algo así volvía a pasar; y por otra parte le tranquilizaba enormemente saber que aunque había actuado irrespetuosamente con Izumi al haberle desgarrado la ropa en aquella ocasión y no recordar nada de como se había desarrollado tan intima situación, todo ello se había gestado por sus impulsos, incluso con su conciencia en su lugar oscuro seguía sintiendo deseo y pasión por ella, obviamente sus instintos carecían de su autocontrol pero no la había forzado o ido contra su voluntad, ambos solo se habían dejado llevar. Pero eso no cambiaba el hecho de que podría convertirse en un peligro si lejos de sentir deseo o lujuria acababa por experimentar la sed de sangre propia de los dioses en el fragor de una batalla, entonces existía la posibilidad de que nada pudiera detenerlo y que se dejara cegar por ello lastimando en el proceso a sus amigos…no, eso no era una opción en tanto pudiera controlarlo. Pudiendo ver la lucha interior del joven semidios sin necesidad de que Itachi pronunciara otra palabra al respecto, Jiraiya sonrió con lastima para sí, convencido interiormente y sin necesidad de discutirlo con Yahiko que su fallecido amo, lord Fugaku, no habría deseado que su hijo pasara por algo como eso, menos habiendo solución.
—Tranquilo, esto tiene solución, pero no es nada sencilla— sosegó Jiraiya, mas no del todo para confusión del semidios. —Debes viajar al sur, hacia el territorio de los strigoi— instruyó irguiéndose y volviéndose hacia un estante de donde tomó un mapa del continente y que desenrolló frente al semidios, trazando el camino que asombrosamente quedo marcado bajo su tacto. —Debes beber la sangre de uno de esos seres, mezclada con la de un humano— explicó tendiéndole el mapa a Itachi que lucía entre sorprendido y desconcertado. —Solo una pequeña cantidad, eso permitirá a tus instintos mantener el equilibrio con tu conciencia humana— aclaró tendiéndole un pequeño frasco para que midiera la cantidad y que el semidios recibió junto con el mapa.
—¿Solo eso he de hacer?— preguntó Itachi solo para asegurarse y porque sonaba bastante sencillo.
—No lo veas como algo tan simple, muchacho— frenó el herrero no queriendo que el semidios se hiciera demasiadas ilusiones. —Los strigoi son enemigos formidables, al nivel de los dioses, sin contar que aun debemos encontrar una forma de derrotar al dios dragón, es lo que querría tu señor padre— desgraciadamente ambos problemas se habían mezclado en uno solo. —Creo que deberías recurrir a la ayuda de tu hermano— aconsejó porque era lo correcto, y lo que su fallecido padre querría de ambos.
—Sasuke me arrancaría la cabeza si se lo pidiera— bufó el semidios por lo bajo, no pretendiendo arriesgarse. —Primero intentare cruzar hacia el territorio de los strigoi, luego lidiare con Danzo— lo primero era más apremiante que lidiar con el dios dragón.
—Cuidado, muchacho, el camino hasta los strigoi es largo, peligroso y lleno de adversidades— advirtió el peligris mientras el semidiós se erguía lentamente. —Tu sangre puede volver a despertar en cualquier momento, debes tenerlo presente— y después de la primera ocasión, bastaba repetirse solo una vez para que se volviera recurrente.
—Lo entiendo— asintió el azabache, comprendiendo el riesgo pero no pudiendo desistir, mas cuando pretendía retirarse sintió un pinchazo en el cuello que lo hizo detenerse.
—Yo lo llevare hasta el territorio de esas criaturas, señor— habló Yahiko en su forma de pulga, dando un brinco al suelo y recobrando su apariencia humana, —será un honor brindarle mi ayuda— aseguró con una respetuosa reverencia.
—Gracias, Yahiko— apreció Itachi con una ligera sonrisa ladina, feliz de volver a verlo. —Y gracias, Jiraiya, por todo— agradeció de igual modo volviéndose hacia el herrero.
Inclinando la cabeza en señal de vasallaje pues para Jiraiya era más que suficiente poder servir bien al hijo menor de su fallecido señor y quien lo había protegido de la ira de lord Sasuke—mucho más temperamental, bélico, sanguinario pero habiendo heredado la ecuanimidad y buen juicio de su progenitor, igual que Itachi—, Jiraiya observó en silenció a Itachi abandonar su humilde herrería, y al verlo partir junto a Yahiko, Jiraiya no pudo evitar sentir un escalofrió, le parecía estar viendo a su fallecido señor en su templanza, en su forma de caminar y hasta en como reconocía a quienes lo rodeaban de una forma que Sasuke nunca podría, porque era un dios y a diferencia de su hermano no tenía esa necesidad de ser más humilde. Con Yahiko un paso tras suyo, Itachi subió los empinados escalones de la salida y que había descendido en su camino al lugar, teniendo un ánimo distinto esta vez pues por fin obtenía respuestas, sabía que—como Izumi había afirmado en su último encuentro y tras lo ocurrido—no era una amenaza para Izumi en el sentido de que sus sentimientos por ella pudieran llevarlo a perder el control, mas eso tampoco quería decir que el asunto estuviera zanjado porque no era así, los problemas seguían estando presentes y ahora Itachi sabía que de no dar con la solución o cura a sus síntomas estos continuarían y entonces verdaderamente podría dañar a quienes tanto le importaban, pero teniendo una solución para ello al menos sabia como proceder, por supuesto que seguía en problemas pero ya encontraría como lidiar con ellos.
Volvía a tener esperanza.
Como una joven de solo dieciséis años, Toka no había sido consciente de si era bella o no, si era un buen partido para alguien o no o si querría formar una familia cuando llegase el momento, porque para empezar ese "momento" que estaba permitido a las demás féminas de su edad le estaba vedado a ella, ningún hombre promedio querría por esposa a una wiccan y guerrera sino a una chica más tradicionalista, ella libraba batalla tras batalla en su juventud cuando un día cualquiera los sicarios de una villa a kilómetros de su humilde hogar—en que vivía junto a su hermana menor Tsunade—se presentaron para encomendarle la protección de la Joya del Paraíso. Su vida, aguerrida y difícil hasta entonces, se había vuelto aún más complicada porque la Joya del Paraíso parecía atraer aún más batallas en los días y años venideros, hasta que cumplió veinte años. Mientras que otras mujeres de su edad se embellecían con sedas brillantes, lucían su belleza y se maquillaban pensando en conseguir un esposo y formar una familia, Toka veía pasar el tiempo mientras custodiaba la Joya del Paraíso, mas ya parecía haberse acostumbrado a ello cuando um día sintió los pasos de alguien seguirla a lo largo de varios kilómetros, inicialmente descarto esta presencia creyendo que se marcharía, y cuando no lo hizo la Senju lentamente detuvo sus pasos para prestar mayor atención a su ambiente, sosteniendo firmemente su arco y preparando una flecha que apuntó hacia la espesura del bosque en que transitaba en su camino de regreso a su hogar en la villa.
—Si no quieres morir, aléjate de mí, mestizo— impuso Toka pudiendo percibir lo que era por la energía que transmitía, —no pienso entregarte este tesoro— la Joya del Paraíso permanencia como un valioso collar alrededor de su delicado cuello.
—No sería tan tonto para robarla— contestó Itachi emergiendo de entre la espesura del bosque y analizando despectivamente a la wiccan, —planeo obtenerla cuando ya estés muerta— por ahora solo estaba estudiando a su enemiga.
—Suerte con eso, pero mientras yo proteja la Joya eso no pasara— protestó la Senju permaneciendo firme en su posición.
Como semidiós que era, Itachi había escuchado desde hace meses sobre la Joya del Paraíso, pero había investigado concienzudamente al respecto para no caer en un error o una pérdida del tiempo, y ahora tenía la respuesta a su curiosidad delante de él, no la wiccan sino la valiosa joya que esta llevaba alrededor del cuello, y ella era solo una humana, no sería difícil deshacerse de ella. La wiccan resultaba atrayente por su gran belleza; alta, de piel blanca y largo cabello castaño liso que caía sobre sus hombros y tras su espalda peinado por un broche de oro en forma de mariposa decorado por perlas, ataviada en un inocente vestido blanco de escote corazón, falda de velo de múltiples capas y acampanadas mangas traslucidas abiertas desde los codos para exponer sus brazos, encima una chaqueta de seda verde opaco con bordados cobrizos, sin mangas y de profundo escote redondo que se cerraba bajo el vestido y abría bajo el vientre, con una cadena de oro alrededor de su cuello y de la que pendía la valiosa Joya del Paraíso que siempre llevaba consigo. Había que reconocer que era muy bella solo siendo una humana, pero Itachi no reparó en ello sino en analizar algún quiebre en su defensa, acercando sus veloces pasos hacia ella que disparó una flecha, evadiéndola sin problema mas no así la segunda que ella preparó y disparó en menos de un parpadeo y que él apenas pudo evitar, deteniéndose cuando está pasó muy cerca de su hombro derecho…sí que era veloz y él podía reconocer eso lo suficiente para no dar otro paso más hacia ella.
—¿Cómo te llamas, mestizo?— interrogó Toka observándolo atentamente y sin soltar la flecha.
—No me llames así, wiccan— protestó Itachi detestando esa palabra como ninguna otra.
—Si me dices tu nombre, no volveré a usar ese título— respondió la wiccan concediéndole sobrevivir a ese encuentro.
—Itachi— contestó el semidiós apartando la mirada, sabiendo que era una debilidad permitirle a esa humana saber su nombre.
—Lo recordare— aceptó ella inclinando muy ligeramente la mirada.
Prejuiciosa con respecto a todos los seres que la atacaban y que de una u otra forma eran sus enemigos, Toka sabía que debería haber rematado a ese semidios en ese momento, pero eligió no hacerlo, regresando su flecha tan pronto como Itachi le dio la espalda y volvió a internarse en el bosque sin decirle nada, ya no era una amenaza pero Toka sabía que sus caminos volverían a cruzarse muy pronto… como Toka había creído, Itachi evidentemente la había seguido hasta dar con su paradero, permaneciendo en los alrededor de la villa en las próximas semanas, en el bosque y por cualquier duda ella le indico a su hermana que no se aventurase hacia allá sola, pero la pequeña Tsunade no pudo evitar desobedecer. A solas en un claro del bosque para simplemente poder descansar de sus estudios, la pequeña Tsunade se encontraba recostada sobre la hierba y disfrutando de la luz del sol cuando una figura bloqueó parte de esta haciéndola abrir los ojos; se trataba de un hipogrifo, una criatura que se asemejaba a un caballo alado con la cabeza y los miembros anteriores de un águila que se abalanzó hacia ella con su pico abierto y a quien la niña busco evadir, rodando por el suelo para erguirse y sujetándose la falda del vestido para correr. Descansando en lo alto de uno de los árboles, libre del ruido a esa distancia de la villa, Itachi observo al hipogrifo que se acercaba y sin esfuerzo arrojó una daga al aire en el ángulo preciso para que esta girase y cortase la yugular de la criatura que cayó muerta sobre la hierba mientras él descendía de un salto.
—Gracias por salvarme— apreció la pequeña Senju, observando a distancia al semidios.
—No me malinterpretes, niña— protestó el Uchiha, no queriendo que ella se hiciera una idea equivocada, —solo no quería que nadie más se hiciera con la Joya del Paraíso— agregó a la impresionable pequeña.
Entre desconcertada por la negativa del semidios a aceptar su agradecimiento y feliz de saber que podía contar con él en caso de ser preciso, Tsunade rio emocionada por lo bajo y sin más se sujetó la falda para correr hacia la villa, queriendo contarle lo ocurrido a su hermana y regresar a la seguridad de la cual ella le había indicado no alejarse; pero no tendría necesidad de hacer lo primero. En el otro extremo del mismo claro y habiendo buscado intensamente a su hermana hasta ese momento, sabiendo que con lo rebelde que era Tsunade no le haría caso a sus advertencias sin ponerse en riesgo primero, Toka se quedó petrificada ante lo que sus ojos acababan de contemplar, no habiendo esperado que un enemigo ni mucho menos un semidios tuviera una conducta tan noble para defender a una niña pequeña, a su hermana, observando a este desde su lugar—oculta tras un árbol, no queriendo delatar su presencia y darse a conocer—y tratando de no emitir siquiera un sonido. La wiccan sentía que todo su entrenamiento y enseñanzas habían fallado, este individuo no era malvado, ¿Por qué salvar a su hermana?, ¿Para ganar su favor? Ella ni siquiera estaba presente, no tenía que impresionarla y de cualquier forma ella no le daría la Joya del Paraíso…llevando su mano derecha alrededor de su cuello, Toka esbozo una sonrisa, impresionada pero también conmovida, decidiendo a partir de ese momento que podía confiar en Itachi porque ya no era su enemigo…
Aunque Toka se esforzó por permanecer neutral y no demostrar cuan profundamente la había tocado emocionalmente que Itachi protegiera a su hermana, lentamente comenzó a tener pequeños gestos con el semidiós; dejaba una porción de almuerzo en el claro del bosque todos los días, igual que de cena, queriendo compartir sus alimentos con él, ya no ignoraba el seguimiento del semidios para con ella, sino que incluso le invitaba a compartir momentos a solas y hablar de lo que fuera o bien solo estar en el mismo lugar y en silencio. La continua presencia de Itachi en los alrededores de la villa—siempre distante, reservado, en lo suyo y no participando en la vida cotidiana de los demás—la estaba afectando, Toka ya había perdido la cuenta de cuantos minutos extra tardaba por las mañanas en vestirse o arreglarse, eligiendo sus vestidos y chaquetas, tratando de verse lo mejor posible. A solas con su hermana menor en un claro cercano a la villa, Toka se encontraba practicando arquería; la wiccan portaba un vestido blanco de escote cuadrado cerrado por seis botones hasta la altura del vientre, mangas ceñidas hasta los codos que se abrían en lienzos de gasa, falda de capas de velo y encima una chaqueta de encaje rosa pálido, sin mangas y de profundo escote en V escasamente cerrado a la altura del vientre, con su largo cabello castaño cayendo en una cascada lisa sobre sus hombros, peinado por una diadema de hilos de oro con lágrimas de perlas, fiera al momento de disparar la flecha que mantenía tensa y que impacto en el blanco como siempre por su gran puntería.
—La próxima es la flecha que sella, por lo que debes concentrar tus energías para que estas pasen a la flecha— explicó Toka tomando una flecha nueva y apuntándola al mismo blanco, cerrando los ojos y concentrando sus energías en esta antes de disparar con precisión, —de manera que al dispararla el oponente o enemigo no morirá, sino que se sumirá en un profundo sueño— aclaró a su impresionable hermana menor.
—¡Señorita, Toka!
—¡Venga rápido, están atacando la villa!
Quizás fuera su preocupación para con su hermana o bien los confusos pensamientos que rondaban su mente, Toka no pudo explicarlo, pero de alguna forma sus instintos no le advirtieron del peligro aquella vez, reprendiéndose por no percibir las auras o energías de ningún ser que quisiera hacerse con la Joya del Paraíso y que ella llevaba alrededor del cuello, sujetando la mano de su hermana en su veloz camino hacia la villa tras recibir la alerta y no pudiendo dejarla sola. Sin detenerse a observar ni analizar nada al momento de llegar a la villa, Indicándole a Tsunade que se mantuviera detrás suyo en todo momento, Toka preparó una flecha en su arco y con la que apunto a objetivo tras objetivo, no teniendo problema en seguirles el ritmo y enfocando sus energías en sus flechas para que estas resultaran letales al purificar a sus adversarios, aunque ello no se aplicaba a todos. Los demás habitantes de la villa intentaban detener a aquellos que eran demasiado fuertes, pero en determinado momento la situación fue tan agreste que las flechas se le acabaron a la wiccan quien tuvo que correr hacia un arco caído a metros de ella y del que se valió para continuar disparando…pero ello inevitablemente provoco que tuviera que despegarse de su hermana menor y quien en vano intentó seguir a su valiente hermana mayor. Intentando dar alcance a sus propios pasos humanos que la habían alejado de su hermana, Toka apunto a una harpía que pretendía atacarla, pero siendo demasiado tarde ya que estaba sostuvo de los hombros a Tsunade, elevándose con ella.
—¡Tsunade!— jadeó Toka, presa del pánico de no poder hacer nada por su hermana.
—¡Abajo!— gritó Itachi sorprendiendo a la wiccan que no tuvo tiempo para voltear siquiera.
No teniendo tiempo para voltear, sino que solo para creer en el juicio del semidios que tanto las había protegido a ella y a su hermana hasta ese momento, Toka se desplomó de rodillas en el suelo y bajo la cabeza un instante antes de que Itachi pasara saltando sobre ella y a quien se esforzó por seguir con la mirada; empuñando una horquilla que había tomado prestada de los hombres que usualmente se encargaban de arar la tierra u ordenar la paja, Itachi apunto a la harpía que se elevaba con la asustada pequeña entre sus garras, se detuvo un momento y tras calcularlo bien arrojó la horquilla que impactó en el centro del pecho de la harpía que fue enviada en caída libre al suelo junto con la pequeña y a quien Itachi consiguió atrapar, dejándola sana y salva en el suelo, y quien se aferró por un breve instante a él en un abrazo antes de correr hacia su hermana. Habiendo contenido el aliento en todo momento y temiendo lo peor, Toka solo reaccionó cuando su hermana menor la abrazó efusivamente entre llantos de miedo, observando cómo—para cerciorarse—Itachi decapitaba a la harpía antes de finalmente volver la mirada hacia ella con una pregunta que pocas veces alguien le había hecho y él nunca antes; ¿Estás bien? Envolviendo lentamente sus brazos alrededor de su hermana menor para tranquilizarla, Toka asintió en un silencioso si, tratando de recobrar la calma al cerrar los ojos un momento, y al abrirlos se encontró con Itachi quien le tendió la mano para ayudarla a levantarse, y junto a Tsunade ella no pudo ni quiso rehusarse.
Le debía más que su vida.
La paz había regresado a la villa donde sus habitantes estaban reparando sus casas o limpiando los despojos dejados por las criaturas que había muerto en el enfrentamiento, por obra de la wiccan o del semidiós, pero hizo falta que transcurriera todo el resto del día para que Toka pudiera separarse de su hermana menor quien se encontraba muy asustada e impactada por lo ocurrido, era una niña muy pequeña después de todo. pero encima de todo la experiencia había sido muy cercana a la muerte que habría sido una realidad si Itachi no hubiera estado ahí para ayudarla, y aun cuando ella quisiera acercarse al semidios para darle las gracias, esto no pudo concretarse hasta la tarde del día siguiente pues como siempre sus responsabilidades estuvieron primero. Sujetándose la falda para no tropezar, Toka se sentó sobre la hierba en uno de los claros del bosque, aquel que colindaba con el río que observó mientras intentaba serenarse; portaba un vestido blanco de escote redondo y cerrado por seis botones hasta la altura del vientre, falda de capas de velo, mangas ceñidas que se abrían en lienzos a la altura de los codos y encima una chaqueta de encaje aguamarina sin mangas, escasamente cerrada a la altura del vientre, con su largo y liso cabello castaño cayendo tras su espalda, peinado por una diadema de plata y cristales azules en forma de mariposa que brillaban contra la luz y pequeños pendientes a juego, no demostrando cuanto la reconfortaba la presencia de Itachi quien se sentó a su lado y sin pronunciar palabra mientras la alentaba a hablar.
—Me sentí horrible, fui demasiado lenta— reconoció Toka finalmente, sintiendo que había sido un fracaso. —No sé qué es lo que me pasa— últimamente su desempeño profesional era mucho más bajo en todos los ámbitos.
—Oye, no tienes que disculparte conmigo, eres humana— excusó Itachi de inmediato y creyendo que ella estaba siendo demasiado dura consigo misma. —¿No es de humanos equivocarse?— señaló con toda intención de aligerar el ambiente.
—Sí, creo que tienes razón— asintió la Senju esbozando una ligera sonrisa por como sonaba.
Era divertido escuchar eso de Itachi quien era un semidios y tendía a despreciar a los humanos, era quizás quien menos debería hablar del tema, pero ambos no pudieron evitar reír por lo bajo, distrayéndose brevemente de la situación antes de dejar que el silencio volviera a hacerse con el ambiente y disfrutando de este; Toka no era lo que Itachi había creído, inicialmente él la había visto como otra mujer arrogante y con aires de grandeza que defendía sus creencias y no se atrevía a ver más allá, pero lo cierto es que tenía un buen corazón, era un alma noble y siempre pensaba en los demás, no iba a decir que tenía una sonrisa para todos porque ser lo que se esperaba de ella era lo que siempre hacía, pero podía transmitir esperanza a otros con solo su presencia y él admiraba eso profundamente. Había tantas cosas que Toka quería decirle a Itachi, la primera era que su corazón latía vertiginosamente cada vez que él estaba a su lado, la segunda era lo profundamente agradecida que estaba por proteger a su hermana cuando ella no podía…pero las palabras no salían de su boca, después de todo le habían enseñado que debía contener sus emociones, comportarse y siempre dejar que el sexo masculino se expresase primero, una mujer en un mundo de hombres, ¿Pero Itachi se atrevería a hablar primero?, ¿Compartía siquiera los sentimientos que ella creía tener por él?, ¿Era algo reciproco o solo unilateral? El suspenso de no tener respuesta la ponía nerviosa, mas decidió correr el riesgo de tocar el tema o este no saldría a flote de otro modo.
—Itachi— nombró Toka haciendo que el semidios volviera la mirada en su dirección. —¿No te gustaría dejar de pelear?— inquirió viéndolo fruncir el ceño con extrañeza. —Sé que tu deseo era o es convertirte en un verdadero dios, ¿Pero y si te convirtieras en un humano?— sugirió sorprendiéndolo pues él parecía no haber pensado en ello. —Teóricamente un deseo puro permitiría que la Joya del Paraíso también se purificara, haciendo que dejara de existir— eso es lo que se contaba.
—¿Y qué pasaría contigo, Toka?— cuestionó Itachi sintiendo que hablaban solo de él y no lo suficiente de ella.
—Soy la guardiana de la joya, y si esta desaparece solo seré una mujer normal y corriente— contestó la wiccan encogiéndose de hombros, pero deseando que eso pasara.
—En ese caso, quiero hacerlo— confirmó el semidios sorprendiendo a la Senju. —Quiero convertirme en un humano, Toka, quiero vivir esa vida...— era una oportunidad, una como ninguna otra antes, —pero solo si tú estás en ella— puntualizó alargando una de sus manos para sostenerla contra la suya.
—Itachi...— suspiró la Senju abrumada, no habiendo esperado esa respuesta, pero resultándole simplemente perfecta.
—¿Aceptas?— preguntó el Uchiha sintiendo que se aceleraba el corazón solo por la duda, mas estando dispuesto a esperar.
—Si, absolutamente sí— asintió Toka con la voz cargada de emoción y lágrimas en los ojos.
Era la petición de matrimonio más espontanea que hubiera imaginado en su vida, mas mentiría si dijera que en algún momento había fantaseado con que Itachi le pediría que tuvieran un vida juntos, como la mayoría de las mujeres de la época sí que había soñado con que alguien le propusiera matrimonio, pero el momento presente superaba todo cuanto hubiera podido esperar, envolviendo sus brazos alrededor de los hombros y cuello del semidios en un emocional abrazo—algo muy extraño en ella que siempre era tan estoica—al que el semidios no tardó en corresponder envolviendo cuidadosamente sus brazos alrededor de ella. Quizás fuese apresurado, era la primera vez en su vida que estaba cerca de otro humano después de la muerte de su madre y aunque inicialmente Toka y él habían sido enemigos, ella había aprendido a aceptar y respetar su presencia, ahora se llevaban bien y tenían mucho en común, ambos sintiendo que no encajaban en sus respectivos mundos, y pese a lo joven que era Itachi era consciente de que la felicidad u oportunidades podían llamar a su puerta y desaparecer en un momento si él no aceptaba lo que estaba delante de él, y Toka era una oportunidad más sublime que ninguna otra que hubiera contemplado antes, además las dudas se irían resolviendo después. Porque lo que sentía debía de ser amor, ¿verdad? Era confuso saberlo sin haberlo experimentado antes y solo habiendo oído de ello, pero el sonrojo en las mejillas de la wiccan y el brillo entusiasta en sus ojos al momento de romper el abrazo solo pareció confirmárselo
—Todo será como tú digas, mi único y verdadero amor— declaró Itachi, sonriendo por primera vez en años, ilusionado con la idea del amor tanto como la wiccan.
Era fácil para Itachi estar ilusionado, se había pasado los últimos casi quince años huyendo de quienes detestaban su existencia o lo veían como una abominación, siendo ignorado, despreciado y odiado solo por ser un semidios, por ello había querido convertirse en un dios con la Joya del Paraíso, para ser aceptado...pero si Toka ya lo aceptaba, si podía ser feliz—como su madre le había transmitido en sus relatos sobre su historia con su padre—junto a ella y dejar atrás el pasado, se daba por satisfecho. Sabiendo que estaba comportándose de manera muy poco habitual en comparación de como hacia normalmente pero presa de emociones que la abrumaban por completo y descomunalmente emocionada con la idea del amor, queriendo que la oportunidad que veía ante ella fuese perfecta y resultase en el final feliz que tanto quería para su vida, Toka acunó lentamente el rostro del semidios a quien atrajo en un beso lento, cargado de la promesa del amor en la que ambos tanto querían creer, desesperados por la promesa de aceptación y paz que les había estado vedada hasta ese momento de sus vidas. El resto de lo ocurrido tras el beso era historia; ambos acordarían reunirse al medio del día siguiente en el gran árbol—el Árbol Sagrado, como se le llamaba en la época de Izumi—que estaba en el claro del bosque junto a la villa para que Itachi pudiera pedir el deseo que uniría sus vidas para siempre con la Joya del Paraíso, pero nada de eso se concretaría porque Orochimaru los volvería el uno contra el otro, y uno de ellos acabaría muerto...
Decir que la sorprendió escuchar aquel relato sería un eufemismo para Izumi, sonaba como la historia de amor que toda chica quisiera escuchar o leer…pero no sabía cómo tomarlo, por un lado, ahora entendía mejor a Toka y que no siempre había sido la villana que parecía a día de hoy, había sido joven, inocente y soñadora como ella misma solo que sus responsabilidades y deberes que nunca había pedido, pero que siempre la habían abrumado; mas por otro lado sabia más de Itachi en el proceso. El Itachi que Toka describía en su relato era un hombre distante, estoico, frío, presa de su propio mundo y que ni siquiera se había integrado al de la Senju al momento en que ambos habían decidido tener una relación; no es que ella quisiera enorgullecerse o hacer un paralelo,, pero en contraste su Itachi era más emotivo, cercano, romántico, tierno y amable, el mundo de los humanos ya no le era ajeno, sino que formaba parte de él y era tanto el héroe como protector de la villa. Era admirable para ambas—que tenían puntos de vista opuestos para contemplar, estudiar o juzgar—el cómo habían cambiado las cosas, el cómo había cambiado el hombre por el que compartían sentimientos…aunque ahora ambas comprendían que así como Itachi era diferente, los sentimientos que ellas tenían por él o a su vez él por ellas eran muy diferentes; Toka entendía que ella había sido el pasado de Itachi aunque su corazón se negara a dejarlo, e Izumi entendía que aunque Itachi tuviera dudas, ella era su futuro porque él la había elegido y ella lo había elegido a él.
—A menudo me pregunto si algo de lo que ocurrió fue real, en que grado o si tan siquiera lo fue— consideró Toka tras un prolongado silencio y observando a la nada. —Era muy joven y tonta, estaba enamorada de la idea del amor como la mayoría de las mujeres por lo que no creo que nunca pueda llegar a una respuesta— quizás todo había sido un error e Itachi no la había amado ni ella a él, habían sido jóvenes después de todo.
—Pero sabes lo que sientes, te aferras a ello, por eso has sido una...¿Cómo lo digo sin que suene horrible?— Izumi se encontró en una encrucijada, pensando en una palabra estándar…pero no la encontró, —¿Una perra conmigo?— cuestionó sabiendo lo terrible que sonaba,—Perdón por las palabras, es la jerga de mi época y me es difícil no usarla— se disculpó, no acostumbrando tampoco a expresarse de esa forma pero siendo preciso.
—No me ofende porque es cierto— sosegó la Senju esbozando su primera sonrisa real en mucho tiempo. —Si, esa fue una de las razones— asintió familiarizándose con la palabra.
—¿La otra es que no te agrado?— inquirió la Uchiwa aunque llevaba suponiéndolo desde el principio.
—Por favor, ni siquiera te conozco lo suficiente— negó Toka de inmediato, no entendiendo porque debería desagradarle, —confieso que siento envidia de ti, de tu inocencia— admitió para sorpresa de la Uchiwa. —A veces olvido como era antes de todo esto, antes de ser una wiccan, antes de tener sangre en mis manos y antes de que todo me arrastrara a la muerte— apenas y había sido una adolescente antes eso, apenas había vivido. —Si sabes que esto no implica que seamos amigas ni que nos llevemos bien, ¿Cierto?— preguntó porque dudaba que llegaran a tanto, con el tiempo.
—Nada de eso importa, lo único importante es no hacernos caer la una a la otra, no ponernos trampas— tranquilizó Izumi con una sonrisa, dándose por satisfecha solo con ello. —Si tu no me odias, yo no te odio ni tengo razones para hacerlo— declaró sintiendo que se quitaba un peso de encima. —Lo creas o no solo quiero ayudarte, quiero que puedas recobrar la paz y descansar, ya sea que elijas morir o permanecer en este mundo— ella era una de las razones por las que peleaba. —¿Crees que puedas confiar en mí, Toka?— preguntó sabiendo que pedía mucho pero era preciso.
—Creo que puedo hacerlo— asintió ella, no tenía la costumbre de confiar en otros, pero Izumi era alguien transparente y en quien sentía podía creer.
Confiar implícitamente en alguien que no fuera uno mismo—e incluso ello era difícil en ocasiones o así lo veía Izumi desde su perspectiva, no sintiendo ser nada excepcional—era todo un reto, casi tanto como poder ver en los ojos de alguien más y leer sus intenciones sabiendo que podía obtener una respuesta nada agradable. Como protectora de la Joya del Paraíso, Toka se había distanciado mucho de las personas de su edad o simplemente de los humanos en general para el momento en que había conocido a Itachi que eso los había vinculado tanto, entendiendo el sufrimiento de no poder encajar y ser una especie de paria aunque no se usara esa palabra en específico, pero observando en los transparentes y honestos orbes ónix de Izumi, Toka debía confesar que sentía que podía confiarle su vida e incluso más, joven como era Izumi no dejaba de ser fuerte, valiente y muy capaz por sí misma. Izumi sabía que le estaba pidiendo demasiado a Toka, ya de por si saber que no se odiaban ni eran enemigas era más que suficiente para ella, le dejaba tranquila saber que no habría de cuidarse continuamente las espaldas por un temor infundado, hasta se sentía como una tonta por haber desconfiado de Toka hasta ahora—incluso Itachi y ella habían discutido debido a eso hace no mucho tiempo—pero no podía asumir toda la culpa porque después de todo ambas habían sido unas completas desconocidas hasta hace muy poco, sabían sus nombres y uno que otro detalles pero nada concreto hasta ahora y debido a la conversación que habían compartido.
—Sera mejor que me vaya— decidió Toka para sorpresa de la Uchiwa, —tus amigos regresaron a la villa y lo último que quiero es ser motivo de discordia— informó haciendo que la joven pelicastaña articulara una sonrisa debido a la feliz noticia.
—¿No esperaras a Itachi?— cuestionó Izumi, no esperando que ambos hablaran como si no hubiera pasado nada pero si ella quería claro que podía quedarse y esperarlo.
—No, creo que ya me crucé demasiado en su camino— negó la Senju al erguirse de su lugar, sintiendo que ello solo sería un problema para los tres. —Izumi, dime una cosa— solicito viendo asentir a la pelicastaña. —¿Por qué no me odias?, ¿Por qué quieres ayudarme?— en su lugar cualquier persona la aborrecería por el dolor causado.
—Porque me recuerdas a mí misma hace tiempo, y eso implica que haré todo lo que pueda para ayudarte, lo prometo— contestó con total honestidad, no teniendo nada que ocultar. —Por eso, quiero que tengas esto; dame tus manos por favor— pidió extendiendo sus manos para sostener las manos de Toka quien, si bien se sorprendió, aceptó.
Normalmente las wiccan no recurrían a ese actuar pues implicaba ceder poder, debilitarse por un tiempo, pero Izumi no sintió que ello la afectara en lo más mínimo, concentrándose para pasar parte de energía a Toka. Toka no podía creer que en el pasado hubiera sido una persona bondadosa, atenta y preocupada de los demás, un alma noble debido a las obligaciones que se le habían impuesto siendo muy joven, era casi como si esa persona fuera una faceta separada de ella misma…pero no era la única que cargaba con ese sentimiento; desde la muerte de su padre, y aunque todo pareciera estar bien en su vida, Izumi sentía que era el polo opuesto de esa inocente niña, sentía que en ocasiones no se reconocía al verse al espejo y era un dolor que nunca le había comentado a nadie, ni a su madre, ni a su hermano, ni a sus amigas, o a Itachi, era algo que llevaba guardado muy dentro de su corazón y con lo que intentaba lidiar diariamente. Una persona puede sentirse sola, aunque tenga a mucha gente rodeándola; la frase era de "El Diario de Ana Frank", uno de los primeros libros con los que había podido identificarse emocionalmente siendo una preadolescente y sintiendo que su mente era su propia prisión, y sin darse cuenta le transmitió ese sentir a Toka mientras pasaba parte de su energía a través del contacto entre sus manos, provocando que la Senju alzara la mirada hacia ella intentando entender que era esa gota de tristeza que veía en sus ojos y que le recordaba a la que ella había experimentado en su momento, pero muy oculta.
—Esto te permitirá mantenerte fuerte hasta que llegue ese enfrentamiento final del que hablas— aseguró Izumi sin siquiera sentir fatiga por las energías cedidas. —Aún estoy aprendiendo como ser una wiccan pero espero que sea suficiente— consideró en voz alta, pero de no serlo no tendría problema en volver a hacer aquello.
—Lo es, gracias— sosegó Toka articulando una ligera sonrisa como agradecimiento. —Hasta pronto, Izumi— se despidió mientras sus serpientes cazadoras de almas se envolvían a su alrededor.
—Hasta pronto, Toka— correspondió la Uchiwa, siendo esta la primera despedida cordial entre ambas desde que se conocían.
Como en tantas ocasiones las serpientes cazadoras de almas envolvieron a Toka y en cosa de segundos esta se hubo desvanecido como si nunca hubiera estado ahí, pero sí que lo había estado e Izumi no pudo ignorarlo, observando con una sonrisa curiosa una de las almas que terminaba de disiparse en el aire y que ella intentó atrapar con su mano solo para que al abrirla esta ya no estuviera, ¿Había sido solo una fantasía o algo real? Había sido real si ella creía en que lo había sido, solo eso era importante, si creyera que todo era una fantasía dejaría de creer y no podía permitirse eso, debía creer en todo sin importar que el camino se tornase agreste o el sol se pusiera, debía mantener la fe...eso es lo que su fallecido padre le había enseñado desde pequeña. Inspirando aire profundamente, Izumi apoyó ambas manos sobre sus costillas y alzó la mirada al cielo—siempre hacia eso en busca de paz, creyendo que nada era más pacífico que el cielo despejado—que para su sorpresa había pasado del pacifico azul del medio día al apacible naranja del atardecer e incluso algunas estrellas comenzaban a hacerse visibles…entonces cayó en cuenta de las palabras que Toka había dicho antes de despedirse y marcharse, había mencionado literalmente que sus amigos habían regresado; Naruto, Hinata, Konohamaru y Hina, a quienes llevaba días esperando tras la partida de Itachi para visitar el hogar del herrero Jiraiya, y aunque la presencia de ellos no era de Itachi a quien tanto extrañaba, Izumi no se lo pensó dos veces y corrió hacia el interior del bosque en dirección hacia la villa.
Con sus amigos la espera sería más llevadera.
Esa mañana había comenzado como todas las demás para Izumi, se había levantado temprano y ayudado a lady Tsunade en la mayor cantidad de cosas que le había sido posible, contando esta vez con el apoyo de Hinata tras su regreso la tarde del día anterior junto a Naruto, Konohamaru y la pequeña Hina, todo había parecido perfectamente normal…hasta que Izumi había visto a Yahiko llegar a la villa en solitario lo que le extrañó y por lo que le preguntó dónde se encontraba Itachi, recibiendo como respuesta el Árbol Sagrado, donde la estaba esperando, y por lo que ella no tardó en emprender una veloz carrera hacia el lugar tras despedirse con un apresurado gracias. Itachi no había estado lejos por tanto tiempo, solo era media semana y sin embargo ello se había sentido como una eternidad para Izumi quien corrió lo más rápido que le permitieron sus piernas, riendo entre nerviosa y ansiosa al saltar una que otra raíz prominente en su camino, solo pudiendo respirar tranquila al llegar al claro del Árbol Sagrado, corriendo hacia Itachi quien se volvió hacia ella y hacia quien saltó en un efusivo abrazó, siendo inmediatamente envuelta por los protectores brazos de él que la mantuvieron en el aire y sin tocar el suelo, entre emocionadas rizas y suspiros de ella. Igualmente emocionado aunque demostrándolo de una manera diferente, Itachi inhaló profundamente el perfume de rosas y lavandas de Izumi profundamente, directamente al costado de su cuello para sentirse a salvo, queriendo impregnarse de ella, revitalizando junto a ella.
—Te extrañe muchísimo— suspiró Izumi apoyando su cabeza contra su hombro y queriendo disfrutar de volver a estar juntos.
—Y yo a ti, a cada momento— correspondió Itachi dejándola sana y salva sobre el suelo y jugando con sus sedosos rizos castaños. —¿Todo ha estado bien aquí?— preguntó rompiendo lentamente el abrazo y acunando el rostro de ella entre sus manos.
—Si, todo bien— confirmó la wiccan con su mejor sonrisa. —Naruto, Hinata y Konohamaru ya llegaron, están en casa de lady Tsunade— habían llegado la tarde anterior. —¿Quieres ir con ellos?— preguntó entrelazando su mano contra la suya y retrocediendo hacia la villa si es lo que él quería.
—No, quedémonos así un momento más— detuvo el semidiós permaneciendo en su lugar y halando de su mano hacia sí. —Los dos solos— estos días separado de ella habían sido demasiado largos y solo quería permanecer a su lado por un tiempo.
—Los dos solos— repitió ella con una sonrisa que le resulto contagiosa y pegando su frente a la suya.
Con la mente mucho más serena y habiéndole indicado a Yahiko que se adelantase hacia la villa sin él, Itachi agradeció más que nunca tomar esa decisión, envolviendo con mayor seguridad sus brazos alrededor de la estrecha cintura de Izumi acercándola hacia si y, rememorando el eterno tiempo que habían pasado separados, acercó su rostro al de la bella wiccan quien lo atrajo hacia si al envolver sus brazos alrededor de su cuello. Embriagado por el dulce sabor de los labios de la hermosa pelicastaña, Itachi no tardó en entreabrir los labios de ella con su lengua, devorándolos y recorriendo el interior de su boca con desesperación, acunando su rostro entre sus manos y deseando más con cada beso, con cada roce de su lengua contra la de ella, descendiendo su tacto hacia la cintura de la wiccan y que atrajo más hacia si, sintiéndola envolver sus piernas alrededor de sus caderas mientras él la elevaba brevemente del suelo para recostarla sobre la hierba con él encima, recargando su peso en sus brazos y rompiendo el beso al sentir que a ella le faltaba el aliento, viéndola morderse el labio inferior. Encontrando su mirada con la de Izumi, Itachi descendió su tacto hacia el dobladillo del suéter de ella y que alzó lentamente esperando alguna replica, pero en su lugar Izumi alzó los brazos permitiéndole quitarle este por sobre de la cabeza, invitándolo a deslizar sus labios por la piel expuesta de ella tan pronto como dejo el suéter en el suelo junto a ellos, se sentía más seguro ahora y quería disfrutar de esa seguridad en tanto fuera duradera.
Escuchando suspiros entrelazados con su nombre brotar de los labios de la wiccan, el semidios buscó el broche el brasier de ella y que finalmente cedió permitiéndole quitárselo, sintiéndose embriagado de deseo y siendo atraído en un nuevo beso por Izumi quien se mostró igual de desesperada que él o más. Sin necesidad de preguntar, echando la cabeza hacia atrás y gimiendo descaradamente, Izumi imaginó que los lentos besos que sentía en su cuello eran obra de la duda en la mente de Itachi quien temía no estar comportándose como un caballero pero ella le demostró que ello no era importante, atrayéndolo con sus piernas alrededor de sus caderas y provocando un mayor roce entre las anatomías de ambos mientras acunaba el rostro de él en un nuevo beso, quitándole la chaqueta por sobre los hombros y rompiendo brevemente el beso al quitarle la camiseta por encima de la cabeza. Recordando inevitablemente su pasada conversación con Toka y su relato sobre cómo se había desarrollado su cortejo o relación con Itachi, Izumi no sintió temor, inseguridad ni nada en esta ocasión—aunque antes la pasión había primado por sobre esos sentimientos—, no mientras sentía los músculos de los hombros y la espalda de Itachi bajo sus manos, no sintiendo la firmeza del agarre de él alrededor de su cintura o el calor de sus labios que descendieron para aprisionar uno de sus pechos, recostándola debajo suyo sobre el suelo, buscando entre el beso el botón de los pantalones de ella que levanto ligeramente las caderas para permitirle bajarlos.
Escuchando la voz de la cordura en su cabeza diciéndole que no debería estar actuando así sino que debería ser tierno, mesurado y dulce con Izumi en lugar de salvaje, hambriento y desesperado mientras la observaba casi desnuda debajo suyo, Itachi prestó suma atención a las reacciones de Izumi tan pronto como la despojo de sus pantalones, no pudiendo evitar dejarse seducir al mismo tiempo por los melodiosos gemidos de ella, más y más a cada momento, instándolo a cruzar nuevos límites mientras atraía las caderas de la wiccan hacia las suyas aumentando el contacto, haciendo que él contacto fuese mayor y meciendo sus caderas contra las de Izumi quien gimió más fuerte su nombre. Seducido por tanta belleza y tanta perfección, Itachi fue atraído por Izumi en un nuevo beso al que él correspondió con gusto, envolviendo su lengua contra la de ella, apoyando su peso en su brazo y trazando con su mano libre el contorno de su anatomía. Zafándose del agarre del semidios con un poco de esfuerzo, Izumi invirtió las posiciones montando a horcajadas sobre el entre sorprendido y fascinado semidiós que fue envuelto por la cortina que eran sus largos rizos castaños y que le permitieron sentir más profundamente su perfume, sintiendo sus pechos estamparse contra su torso y ese aroma tan dulce que era su excitación aumentar mientras mecía sus caderas contras las suyas, rompiendo brevemente el beso para gemir su nombre entre jadeos desesperados y que solo subieron de tono a cada momento. Eso era el paraíso…
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 las próximas actualizaciones serán "El Rey de Konoha", luego "El Clan Uchiha" y por último "Avatar: Guerra de Bandos" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Trama, Nuevos Arcos & Profundidad: Nuevamente Sasuke es central en el capítulo pues a través de él se desarrolla y explora el conflicto que vive Itachi así como el vínculo de este con su espada Celik heredada por su padre, paralelamente tenemos a Itachi visitando a Jiraiya en busca de aclarar sus dudas sobre estos "apagones" que comenzó a experimentar y que espera no afecten a quienes le importan, en especial a Izumi, y teniendo claro el camino que debe transitar en los próximos capítulos. Gran parte del capítulo se basa en explorar al personaje de Toka (representado lo ocurrido en el especial de los capítulos 147 y 148 de Inuyasha) quien ha parecido la villa junto a Orochimaru hasta el momento presente, pero más bien diría que ha sido una heroína incomprendida o anti-heroína hasta ahora y lentamente se ira profundizando en quien es realmente y en el rol que tiene dentro de la historia pues en este capítulo se deja en claro que no será la tercera en discordia. Como siempre, algunas de las modificaciones de este capitulo están inspiradas en "The Through Time: The Adventures of Inuyasha and Kagome" de XFangHeartX, agradeciendo su permiso para inspirarme en su maravilloso trabajo, del cual disfruto siempre y que recomiendo ampliamente.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
