-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Strange Birds" de Birdy para Izumi, "Supermassive Black Hole" de Muse para Itachi, "Fade Away" de Zack Hemsey para Sasuke, "Monsters" de Ruelle para los dioses dragón, "Animals" de Maroon 5 para Shisui, y "Heavy In Your Arms" de Florence & The Machine para el contexto del capitulo.


El viaje había sido largo y difícil, más que ningún otro que hubieran realizado a lo largo del continente que habitaban, pero fácil en el sentido de seguir las huellas dejadas por Danzo, siendo un dios tan poderoso y de apariencia tan vistosa—siendo un dragón su verdadera forma, una criatura que causaba entre pavor y admiración a partes iguales—, mas en esta ocasión debían sumar a sus inconvenientes un soterrado mal clima que les estaba dificultando el avanzar, obra de una pared de nieve por encima de la altura de las rodillas, sumado a una ventisca fuerte que mantenía la nieve suspendida en el aire, dificultando así la visibilidad. Bajo el alero que formaba una cueva de tamaño preciso para todos, Izumi observaba a Itachi y Naruto palear la nieve para despejar su camino; la wiccan vestía un grueso abrigo azul oscuro de cuello alto, abotonado hasta el final y de largas mangas ceñidas hasta las muñecas, largo hasta las rodillas, debajo jeans azul oscuro y botas marrón rojizo, a juego con la bufanda que envolvía su cuello, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros y tras su espalda, mecidos por el viento. Debían estar cerca de Washington o cuando menos en Oregón, tan cerca de la costa que todo lo que se veía eran nubes y lluvia que ahora, debido a las bajas temperaturas propias del invierno, se habían convertido en nieve que no paraba de caer, pintándolo todo de un hermoso color blanco, era hermoso ver la nieve caer…mas, dificultaba enormemente el camino con que debía continuar y ella lo confirmó al intercambiar una mirada con Hinata de pie a su lado.

—¡No entiendo cómo nos metimos en esto!— gritó Konohamaru en medio del rugido que provocaba la tormenta, reuniendo trozos de madera para la fogata que Hinata e Izumi comenzaron a preparar.

—Ya no importa, solo avanzar— acalló Itachi sin inmutarse, pues no sentía el frio que sus amigos sí. —Lo mejor será guarecernos de la nieve hasta que la tormenta pase, de otro modo todos solo se arriesgarían en vano— reafirmó, considerando además que esto sucedería durante la noche o bien al día siguiente.

—Suerte que hay madera en abundancia— comentó Izumi con una distraída sonrisa, observándolo por el rabillo del ojo.

—Nosotros seguiremos despejando el camino— secundó Naruto volviendo la mirada hacia su prometida y que le sonrió junto a la improvisada fogata.

Era una suerte que hubieran encontrado aquella cueva en medio de la nada, Itachi no tenía problema con dormir bajo la nieve de ser preciso, debido a su sangre parcialmente divina, no tenía que preocuparse por nimiedades que afectaban a los humanos, pues no lo afectaban a él...mas no podía ser egoísta, puede que él pudiera seguir caminando bajo la nieve sin inmutarse, pero ese no era el caso de sus amigos, que eran humanos a excepción de Hina—quien se mantenía en su forma de Quimera y muy cerca de Hinata, proveyéndola de calor,—y Konohamaru, a quien sin embargo le decepcionaba e incomodaba la nieve mientras regresaba junto a Hinata e Izumi, entregándoles más madera para la fogata y pasando luego junto a Naruto y él en busca de más. Viendo a Izumi temblar de vez en vez, manteniendo las manos en los bolsillos de su abrigó, así como acomodando su bufanda alrededor de su cuello, Itachi solo tuvo mayores razones para concentrarse en palear más rápidamente la nieve para despejar el camino, solo queriendo que ella no pasara frio o incomodidad siquiera…ocupada en mantenerse junto a su dueña y montar guardia, Hina elevó sus puntiagudas orejas felinas al percibir un sonido a lo lejos, alzando la cabeza y olisqueando el aire como Itachi no estaba haciendo pese a su agudo sentido del olfato, evidentemente había algo que Hina percibía y que nadie más podía, lo que la llevo a gruñir fieramente mientras observaba el aire, sorprendiendo y desconcertando en partes iguales al grupo de viajeros, que detuvieron todo lo que estaban haciendo para observarla.

—¿Qué pasa, Hina?— inquirió Hinata extrañada, acercándose a la Quimera y envolviendo sus brazos alrededor de su lomo a modo de abrazo.

—¿Qué es eso?— preguntó Izumi alzando la mirada al cielo y creyendo distinguir algo.

—Son dragones…— reconoció Itachi, observando en la misma dirección que ella.

Con una veloz aceleración, lo que inicialmente fueron una especie de puntos suspensivos en el cielo, se convirtieron en enormes criaturas aladas que se dividieron, eran cuatro y cada uno eligió un punto cardinal que abarcar, amenazando con aterrizar, posando sus enormes patas en el suelo y amenazando con arrinconar al grupo de viajeros, que luchó por reagruparse para hacerles frente; la verdadera forma de Danzo era un dragón enorme con forma de serpiente, cuerpo largo cubierto de escamas y cara alargada como la de un caimán; pero estos dragones eran diferentes, tenían el mismo cuerpo alargado y cubierto de escamas, pero estas eran blanquecinas color marfil, con una especie de garras que bajaban por la curva posterior del largo cuello hasta el torso, y en mitad de la espalda surgían unas enormes alas, como las de un pterodáctilo, con una especie de aletas en los lados del hocico, no teniendo mayor distinción fuera de esto y el color de sus alas; las de uno era gris oscuro, otras verde esmeralda, doradas y violeta pálido. Lo único que el grupo de viajeros podía hacer para guarecerse de los ataques de los enormes dragones, que cruzaban el cielo y luego amenazaban con arrojarse al suelo sobre ellos, para atraparlos, era precisamente arrojarse al suelo y cubrirse la cabeza con los brazos, buscando dejar de ser un objetivo mientras retrocedían hacia la cueva, ese era el plan, mas Izumi no pudo hacerlo al ver a Konohamaru fuera de la cueva, agazapado en el suelo y sin poder moverse a causa del miedo mientras que todos sus amigos retrocedían hacia la cueva.

—¡Konohamaru!— llamó Izumi, corriendo hasta él cuanto antes y cargándolo en brazos rápidamente.

—¡Izumi!— gritó Itachi, viendo un dragón dirigirse especialmente hacia ella y por lo que trató de correr en su ayuda.

Sintiendo movimiento, Izumi alzó la mirada justo para ver a uno de los dragones ir en su dirección, aun sosteniendo en brazos a Konohamaru, a quien empujó con presteza hacia donde se encontraban sus amigos, no viendo al pequeño rebotar de sentón en el suelo, mas encontrándose a salvo en contraste con ella, que fue presa fácil en garras de uno de los dragones, que la envolvió con su mano repleta de garras, en medio de un forcejeo que ella no se cansó de realizar, luchando por liberarse; no quedándose quieto y observando lo que sucedía, Itachi corrió hacia la wiccan lo más rápido que le fue posible, asiéndose a la garra del dragón y halando fuertemente de esta para liberar a Izumi, coincidiendo con el momento en que la criatura alada se elevó de la nieve -moviendo sus grandes alas. La fuerza ejercida por la criatura al volar, así como sus propios intentos por morder al semidiós y deshacerse de este, lograron que el agarre de Itachi sobre la garra de la criatura se soltase, aferrándose entonces a una de las manos de Izumi, estrechándola fuertemente y viceversa…solo para que finalmente el agarre no consiguiera durar, pues en medio del vuelo del dragón, este envió al semidiós de golpe contra un peñasco cubierto de nieve, pero que sirvió como barrera, interceptando el camino y provocando que soltase la mano de la wiccan. Furioso consigo mismo y con su propia debilidad, todo lo que Itachi pudo hacer fue contemplar imponente como aquel enorme dragón, reuniéndose con sus compañeros en el aire, se llevaba a Izumi quien lo observó a él hasta perderse mutuamente de vista…


El viaje había sido largo para Izumi, quien forcejó contra la pata del dragón durante todo el viaje, aferrándose a la garra de este, sin éxito, y el camino por fin pareció comenzar a llegar a su fin cuando el grupo de dragones se acercó al patio de un enorme castillo para aterrizar, y fue entonces que el dragón que la había capturado la soltó, enviándola de golpe al suelo tan pronto como estuvo lo suficientemente cerca del suelo, mas el rebote no impidió que Izumi rodase por el suelo, tosiendo ante el polvo que se elevó tan pronto como los dragones comenzaron a aterrizar, moviendo y plegando sus alas a sus espaldas. El dragón, aquel que la había atrapado, se vio envuelto en una nube de gas o polvo—era difícil saberlo—y cuando esta se disipó, quedó en su lugar una hermosa mujer que avanzó hasta estar frente a ella, pareciendo ser la líder del grupo de dragones que pronto también se vieron en vueltos en la misma nube mientras adquirían su apariencia humana; la mujer tenía largos rizos violeta que caían sobre sus hombros y tras su espalda, peinados por una diadema de plata recubierta de esmeraldas, a juego con su elegante vestido de lo que parecía ser seda, de escote cuadrado—con un cuello falso y en V debajo—, mangas ceñidas hasta los codos donde se abrían como lienzos, y larga falda abierta a los lados de las caderas para exponer la falda inferior, repleta de bordados plateados que recreaban dragones con alas al igual que el patrón de sus cortas hombreras y el centro del corpiño recto, cruzando ceremonialmente las manos mientras se detenía frente a ella.

—Espero que nuestra guarida no te parezca poco agradable, wiccan— comentó Tsubaki sencillamente, sosteniéndole la mirada.

—¿Quiénes son ustedes?, ¿Qué es lo que quieren?— cuestionó Izumi molesta, no exteriorizando su miedo y viendo a los otros dragones pasar a su forma humana.

—Siempre las mismas preguntas— suspiró Kimi, cruzando sus brazos sobre su pecho y siempre masculina, así como cómoda en su vestir

—Falto una; ¿Por qué hacen esto?— rio Sakiko con un tono entre divertido y burlón, que resaltaba su belleza ante el vestido que portaba.

—Son súbitos de Danzo…— murmuró la wiccan para sí, comprendiéndolo entonces.

—Lord Danzo, y así es— corrigió Shigeru, el único hombre del grupo y que se imponía ante su fornida constitución.

—Estamos al tanto de la fuerza que provee la Joya del Paraíso, y queremos los fragmentos para nuestra causa, para que nuestro señor sea más poderoso que nunca— expuso Tsubaki sosteniendo la mirada a la wiccan y viceversa. —Por ello, decidimos utilizarte, conocida es tu reputación para detectarlos al ser la wiccan que protege la joya— justificó con una sonrisa presuntuosa.

—¿Por qué no se ocupa él de interrogarme?, ¿Es que no puede?— desafió Izumi, observando el patio en que estaban y no viéndolo cerca.

—Mocosa insolente— gruñó Kimi, mas ni por ello la wiccan bajo la cabeza.

—Lord Danzo se encuentra sumido en una profunda hibernación, restaurando las fuerzas que el combate contra el anterior Lord del Oeste le quito en su último enfrentamiento— minimizó Sakiko endureciendo su expresión.

La mujer que acababa de hablarle, Sakiko, era el tipo de fémina con la que cualquiera sonaba, menuda, esbelta, curvilínea y de largo cabello dorado como la miel, peinado por una diadema que emulaba rosas envolviendo la curvatura de su cabeza, repleta de amatistas y sosteniendo un velo violeta, a juego con su vestido de escote cuadrado—con un falso escote en V debajo—con bordados dorados que replicaban dragones en todo el contorno del escote, el centro del corpiño, el dobladillo y otros dragones más pequeños a lo largo de la tela, como en las mangas ceñidas hasta los codos y que se abrían en lienzos, pero no en la falda inferior completamente lisa. La tercera mujer, Kimi, lucia notoriamente masculina en contraste, tenía largo y rizado cabello rojo que caía sobre su hombro izquierdo, peinado por una pañoleta con un broche en forma de dragón, vestía una holgada blusa gris claro de escote redondo, con mangas abullonadas abiertas a lo largo de los brazos y ceñida a su cuerpo por un corsé de cuero azul marino, larga falda sobre unos pantalones negros y botas de cuero. El único hombre del grupo, Shigeru, de corto cabello castaño claro y en puntas, vestía una elegante túnica semejante a un caftán de color dorado apagado, con cuello alto y cerrado desde el cuello a la altura del abdomen por ocho botones y un fajín a la altura del abdomen, con mangas holgadas ceñidas en las muñecas y larga caída hasta los tobillos, encima un abrigo de seda azul grisáceo con reflejos que replicaban bordados y patrones de dragones, largo hasta los tobillos y completamente abierto.

—No los ayudare, no de buen grado y nada de lo que hagan me convencerá— declaró Izumi abiertamente, Danzo era el enemigo después de todo.

—Imaginábamos eso— asintió Sakiko sencillamente, no inmutándose por ello.

—En ese caso, tendremos que cambiar esta cómoda morada por una celda, quizás rodeada de otros humanos asquerosos, tu mente se pliegue a lo que es mejor— sugirió Tsubaki en voz alta, intercambiando una mirada con sus hermanos.

—¿Otros humanos?— repitió la wiccan, abiertamente sorprendida por ello.

—Alimento para nuestro señor, sus almas fortalecerán su poder hasta que despierte— simplificó Shigeru, disfrutando de las expresiones de la humana.

—Trataremos de no ofrecerte a ti en sacrificio primero, pero no prometemos nada— aseguró Kimi con tono burlón.

Dicho esto, la mujer de nombre Kimi se situó tras ella y le sujeto las manos a la espalda, pero no las ató ni nada parecido, sino que sujetándolas a su espalda con su poder pareció crear una especie de amalgama de cuerdas o esposas porque ella ni siquiera pudo mover las manos de la posición en que la mujer las dejo a su espalda ni tuvo tiempo, pues Kimi la sujetó de los hombros y obligó a caminar. Izumi ignoró si los demás dioses dragón también los seguían y no le importó, mentalmente se esforzó por llevar un registro de todo lo que veía mientras cruzaban el enorme patio y se internaban en el castillo que era una verdadera fortaleza, siguiendo el pasillo de la izquierda y un entramado de escaleras. El Palacio de Orochimaru, suntuoso, sombrío y diseñado para impresionar, era solo eso, un palacio, comparado con esta fortaleza que la hizo sentirse atrapada y más hasta que la diosa dragón la hizo ingresar en lo que parecían ser unas mazmorras, abriendo una celda al azar y empujándola dentro, ante lo que la wiccan cayó de rodillas, irguiéndose al mismo tiempo en que Kimi cerraba la reja con llave y se llevaba esta, haciéndole una falsa señal amable con la mano a modo de despedida. Sintiendo sus manos quedar libres, Izumi estampó furiosa sus palmas contra las rejas, suspirando sonoramente, no habiendo mucho que pudiera hacer para escapar, al igual que los demás humanos prisioneros y a los que vio al volver la mirada por sobre su hombro, sonriéndoles suavemente con amabilidad para instarlos a mantener la calma y prometiéndose urdir un plan para conseguir salir de ahí.

Necesitaba darle tiempo a Itachi.


Las piezas habían comenzado a moverse sobre el tablero, un sobre sellado había llegado hasta él, con el sello y caligrafía del mismo Danzo Shimura, líder del clan de dioses dragón, convocándolo a una batalla…Llevando alrededor de un kilómetro desde que había empezado su camino, Sasuke detuvo sus pasos y volvió la mirada por sobre su hombro, la distancia no era un problema para él, viendo a Sakura con lujo de detalles, sus mejillas sonrosadas, largos rizos rosados peinados por un broche de plata con forma de pavo real decorado por esmeraldas a juego con su vestido, de pie junto a Aoda quien habría de permanecer junto a ella en aquel bosque y protegiéndola hasta que él regresara, queriendo creer que como humana que era no se metería en problemas. Diciéndose a sí mismo que esto era lo correcto, Sasuke regresó la mirada al frente y continuó con su camino, elevándose en el aire y adoptando su verdadera forma de dios perro tan pronto como se encontró fuera de la vista de su protegida—siempre mostrándose humano ante ella, no queriendo intimidarla o asustarla—, y un segundo después Suigetsu hizo lo mismo; al informarle de la carta de Danzo, el Hozuki como su leal vasallo había intentado convencerlo de regresar a sus dominios en el Oeste, dejar a Sakura en territorio seguro y luego informar y preparar a sus tropas para la batalla, pero tiempo era lo último de lo que Sasuke disponía y no iba a permitir que Itachi se involucrara en la pelea con Danzo solo por dejar pasar el tiempo.

—Mi señor— llamó Suigetsu haciendo que el Uchiha lo observase por el rabillo del ojo únicamente. —¿Realmente piensa enfrentar por si solo a Danzo?— confiaba en su fuerza así como en sus capacidades...mas, era en extremo temerario.

—No regresare a mis dominios, Suigetsu, hacerlo implicaría claudicar— recordó Sasuke, molesto como aparentaba su ronco tono de voz, marizada con el eco de sus colmillos.

—Lo sé, señor, pero no puedo evitar preocuparme por usted— diferenció el Hozuki, naturalmente aprensivo. —¿Y si convocamos a sus tropas?— estaba en su derecho si decidía hacer eso último.

—Jugo me envió una misiva al enterarse del despertar de Danzo, pidiendo mi permiso para pelear junto a mi ejército— informó el Uchiha para sorpresa de su leal subordinado. —Pero me rehusé— agregó, habiendo mantenido el secreto de ello.

Jugo Miyazaki era el general más talentoso de su ejército, comandante de sus fuerzas militares y viejo amigo de la infancia suyo al igual que Suigetsu, y era el único que garantizaba que sus hombres no se sublevaran por no tener batallas que librar desde hace décadas, y Sasuke quería que eso se mantuviera así. Cuando su padre se había enfrentado al líder del clan de dioses dragón y a sus tropas—Sasuke lo recordaba por haberse enfrentado a Tsubaki entonces—, lo había hecho con el respaldo de su ejército, nunca solo ni en esa ni ninguna de las batallas que Sasuke hubiera crecido presenciando, y de hecho, él mismo en su primera campaña militar al poco tiempo de haber asumido el rol de lord del Oeste tras la muerte de su padre, había mantenido la costumbre de librar sus batallas junto a su ejército, confiándole a sus generales tan importante labor, pero también para no demostrar todo su poder o entonces les quitaría más de una sorpresa a sus enemigos. Cruzando el cielo en su forma de dios perro, teniendo a Suigetsu apenas un paso tras suyo, Sasuke no se arrepentía de su decisión, ahora más que nunca y en esta nueva empresa, no quería tener apoyo, era la primera batalla seria que libraba sin su ejército y la ocasión lo ameritaba, si lograba vencer a Danzo era porque había conseguido superar a su fallecido padre, que era lo que más buscaba probar…pero si por otro lado fallecía en batalla, ello probaría que hasta ese punto estaba destinado a llegar, ni los dioses escapaban de su destino, mas él lucharía por escribir su propio camino en tanto le fuera posible.

—¿Puedo preguntar por qué, señor?— inquirió Suigetsu finalmente, superando su sorpresa inicial.

—Oíste a Pein, ya me encuentro al nivel de mi padre y existe la posibilidad de que lo supere— contestó Sasuke, no pudiendo olvidar las palabras del herrero que había forjado su espada Savas. —De ser así, quiero probarme a mí mismo que puedo con esto— necesitaba saber si ya había superado o si superaría a su padre.

—Y confió en usted, señor, mas creo que es precipitado rechazar la ayuda que se le ofreció— se aventuró a criticar el Hozuki, pensando inevitablemente en su seguridad y victoria. —¿Y si informa a Itachi y pelean juntos?— sugirió, ya pudiendo prever su reacción. —Sé que sigue molesto con él por no haberlo ayudado en el pasado, y con razón, pero…— quizás era momento de dejar atrás aquel resentimiento.

—Suigetsu, con tu ayuda me basta— determinó el Uchiha simple y llanamente, no necesitando pensar en eso siquiera.

Por un lado, eran solo palabras, es decir, claro que confiaba en Suigetsu y en su capacidad para ser todo el apoyo que necesitaría en una batalla, siendo un gran combatiente, estando al nivel de Jugo, pero al mismo tiempo Sasuke no sentía necesitar más apoyo, normalmente se bastaba solo para enfrentar sus propias batallas y esta vez no sería la excepción. Por otro lado, Sasuke tenía su propio orgullo que vengar en esta pelea contra los remanentes del clan de los dioses dragón, les había derrotado en su anterior enfrentamiento hacía ya cincuenta años, ello no se cuestionaba, mas estos se habían rendido entonces y ahora querría cobrar la ofensa que le habían hecho por una victoria definitiva…pero no incluiría a Itachi en su enfrentamiento, no voluntariamente, aún sentía la ofensa que había experimentado cincuenta años atrás cuando en plena batalla se había enterado que su hermano se hallaba sellado por el conjuro de una wiccan de quien se había enamorado, entonces su hermano había sido un completo tonto por dejarse embaucar y había perdido la dignidad de enfrentar a los enemigos de su padre a su lado, como iguales. Regresando su vista al frente, encontrando solo silencio esta vez, pues Suigetsu estaba demasiado sorprendido como para hacer otra cosa que no fuera boquear, aun procesando sus palabras, Sasuke se concentró en pensar en una estrategia para enfrentar a Danzo y sus escasas tropas, y trató de ignorar el oscuro presentimiento que se instaló en su corazón, sintiendo que bajar la guardia con respecto a Sakura tendría un costo…


—Es Shisui— reconoció Konohamaru al ver un enorme lobo acercarse velozmente a ellos.

Itachi ni siquiera tenía claro hacia donde se dirigía, corriendo lo más velozmente que le fue posible sobre la nieve, no inmutándose por los copos que caían del cielo, con Hina siguiéndolo muy de cerca a menos de un metro de distancia y corriendo sobre la nieve, llevando en su lomo a Hinata, Naruto y Konohamaru; solo podían seguir el rastro de habladurías que otros humanos les habían comentado anteriormente sobre el presunto lugar en que estaba radicando los dioses dragón, pues no había un rastro físico u olfativo que seguir, y al estos poder volar, no dejaban ningún rastro que pudieran seguir, y aquel que dejaban en el aire se desvanecía rápidamente. En medio de su veloz carrera, se escuchó a lo lejos el eco de unas enormes zancadas, mas no queriendo voltear ni detenerse, solo queriendo ir hacia adelante y dar con el paradero de Izumi, Itachi observó este movimiento por el rabillo del ojo antes de distinguir aquel enorme lobo de pelaje negro como la tinta y que corrió velozmente para darle alcance, rodeándolo y deteniéndose imponente ante él, bloqueándole el paso y emitiendo un gruñido antes de pasar de lobo a hombre frente a él, rebelando a Shisui que lo observó con el ceño fruncido. Monitoreando la actividad que estaba comenzando a tener lugar en el Oeste y que iba desde ataques abruptos a la desaparición de humanos de poblados enteros, Shisui había esperado encontrarse con el grupo de Itachi, mas llevaba notando desde hace kilómetros que esta vez Izumi no los acompañaba, algo muy extraño, ya que ellos jamás viajaban sin gozar de su maravillosa compañía.

—Oye, perro inútil, ¿Dónde está Izumi?— interrogó Shisui abiertamente, preocupado por la ausencia de Izumi.

—No tengo tiempo que perder contigo— ignoró Itachi, pasando junto a él o eso intentó.

—¡Te estoy hablando!— frenó el Lycano, bloqueándole el paso y sujetándolo de los hombros para mantenerlo en su lugar. —Un penetrante olor a serpiente se dispersa por los alrededores, y ahora se mezcló con el de Izumi, lo que no me deja tranquilo— mencionó, mas el semidiós apartó la mirada como única respuesta. —¿Dejaste que se la llevaran?— preguntó, ante lo que el Uchiha nuevamente respondió con silencio. —¡¿Por qué no lo impediste?!— gruñó furioso, empujándolo del pecho.

—No molestes, ni siquiera estuviste ahí— protestó el semidiós sosteniéndole fieramente la mirada. —No perderé mi tiempo contigo, así que síguenos o hazte a un lado— expuso, no teniendo tiempo que perder.

Anteriormente, había expresado sus celos abiertamente al igual que su inseguridad, no tenía precisamente buenas experiencias en el plano romántico ni sabía lo suficiente de esto para contener sus emociones; Shisui era un inmortal y él solo un semidiós; pero eso había cambiado, desde su enfrentamiento contra los Strigoi y habiendo recuperado el control de los instintos que le brindaba su sangre divina, lo que también había solidificado su relación con Izumi, Itachi ya no tenía miedo ni esas inseguridades tontas, sabía muy bien lo que Izumi sentía por él y no iba a dejar que Shisui lo sacara de quicio al cuestionarle como había dejado que se la llevaran; no lo había permitido, eso jamás, ciertamente no podía cambiar lo que había sucedido, pero si la recuperaría y protegería con su vida, eso estaba más allá de toda duda. Pasando junto a Shisui con pasos agiles a la par que veloces, Itachi no tardó en acelerar para retomar su veloz carrera, no necesitando voltear para saber que sus amigos lo seguían sobre el lomo de Hina, escuchaba las pesadas zancadas de la Quimera. Observando sorprendido el actuar del semidiós, no viendo rastro de titubeos, inseguridades ni emociones luchando en su interior, Shisui no tardó en esbozar una difusa sonrisa ladina—debido al contexto—y tras esto corrió velozmente para alcanzar al semidiós, no teniendo problema en hacer esto, encontrándose codo con codo con él, mas Itachi no reconoció su presencia o de hacerlo no lo demostró, manteniéndose perfectamente indiferente en todo momento, teniendo algo más importante en su mente.

—No te necesitamos en este asunto— comentó Itachi únicamente, no molestándose en voltear a verlo.

—¿Y quién te dijo que iba a ayudarte?— desafió Shisui ignorando su mirada. —Solo estoy haciendo esto por Izumi— ella querría que trabajaran juntos.

—Separémonos, así cubriremos más terreno— sugirió el semidiós únicamente, viéndolo asentir de inmediato.

No había mucho que hacer, sus instintos de alguna forma le decían a donde ir pese a no tener un rastro al cual asirse como la mayoría de las veces, pero sus instintos bien podrían guiarlo hacia una dirección equivocada y por lo que, si iba a tener la ayuda de Shisui, Itachi decidió aprovecharla, ambos intercambiando una mirada antes de tomar direcciones opuestas; Itachi siguió por el mismo cambio que había tomado en un principio, corriendo velozmente con Hina y el resto de sus amigos a solo unos pasos de distancia, en tanto Shisui se dirigía del otro lado de la pradera cubierta de nieve, pasando de hombre a lobo en medio de su veloz carrera, no volteando en ningún momento y siendo alcanzado en el camino por sus hermanos Naka y Kagami, que siempre lo acompañaban allá a donde fuera. No sabiendo si agradecer la presencia de Shisui o no, al menos Itachi intentó asirse a la esperanza, intentó no pensar en la forma en que Danzo y sus esbirros—no siendo difícil llegar a la conclusión de que este se encontraba detrás del rapto de la wiccan—podían estar lastimando o haciendo sufrir a Izumi, negando en silencio para sí y luchando por correr lo más velozmente posible, concentrándose en imaginar el rostro de Izumi cuando volviera a verla, y concentrándose también en pensar en una estrategia para vencer a Danzo, había esperado enfrentarlo, pero tener que dirigirse hacia donde este se encontraba y hacer lo que ni su padre había podido hacer, aquello que lo había llevado a su muerte…

Le hizo ser más consciente que nunca de su mortalidad.


La nieve comenzó a desvanecerse o de seguir cayendo ya no lo hacía de la forma inclemente que había hecho durante el todo el camino, habiendo obligado a Itachi a volver la mirada continuamente hacia su grupo de amigos, sabiendo que se encontraban a salvo sobre el lomo de Hina, mas viendo el vapor que salía de sus bocas y percibiendo los ligeros temblores que los abrumaban por inercia a causa de las bajas temperaturas, no podía olvidar que ellos eran humanos y tenían debilidades que él no, y fue una ardua tarea ralentizar sus pasos o estar al pendiente de ellos cuando todo en lo que pensaba era en Izumi, deseando desesperadamente estar junto a ella. Como si existiera un escudo o pared invisible, la nieve no caía sobre ellos o de hacerlo no provocaba el frio que Hinata y Naruto habían sentido anteriormente, de hecho, el vapor cálido ya no salía de sus bocas, como si la atmosfera no fuera fría, internándose en lo que parecía ser una pequeña villa o asentamiento, humano sin duda, pero que se veía vacío, había hogares grandes, establos, residencias, calles…y sin embargo, no había ni un sonido que no fuera el eco de sus propios pasos al caminar, internándose en el lugar mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, no había sonido de animales, de personas dentro de sus casas o tan siquiera un murmullo. Esta quietud, perceptible incluso por su agudo sentido del oído, hizo que Itachi intercalara su mirada por cada hogar que veía en su camino, atravesando las calles y volviendo de vez en vez la mirada por sobre su hombro hacia sus amigos, preocupado y alerta.

—Parece un pueblo fantasma— comentó Konohamaru, verbalizando lo que todos pensaban en su interior.

—¿Quién construiría un asentamiento en un lugar así? Parece deshabitado—consideró Naruto, inquieto como todos.

—Fueron atacados por sorpresa— concluyó Itachi por su experiencia personal. —No se fueron por su voluntad, eso es seguro— no había indicios de forcejeo en ningún lugar donde miraran, por lo que sus enemigos habían sido en extremo fuertes.

—¿Percibes el rastro de Izumi?— inquirió Hinata, verbalizando por fin la duda que tanto la había carcomido.

—Sí, pero tenue y mezclado con el de esos dragones— asintió el semidiós, buscando asirse a esa esperanza para dar con su wiccan.

—Los estábamos esperando, o solo a ti, Itachi— comentó una voz incorpórea antes de que un remolino se materializara en lo alto de una de las casas, rebelando a una mujer de gran belleza y vestidura masculina; Kimi. —Habíamos oído de ti, pero no habíamos tenido ocasión de verte— mencionó observándolo de arriba abajo y notando el indudable parecido con su hermano Sasuke y su fallecido padre, lord Fugaku. —Eres el digno hijo de tu padre, excepto por la mezcla de tu sangre y que denigra tus orígenes divinos— aunque eso no se notaba por su apariencia, mas si por su olor.

—¿Dónde está Izumi?— interrogó Itachi de inmediato, ignorando aquellas frivolidades.

—Tranquilo, perrito, está a salvo…por ahora— sosegó la diosa dragón, como si hablara con una mascota y ante lo que el semidiós gruñó molesto. —Pero tranquilo, también la acompañaras— aseguró teniendo contemplada la muerte de la wiccan cuando ya no les fuese útil, y por ende también la del semidiós.

Dicho esto, y sonriendo con gran pretensión, sintiéndose ama y señora del lugar, así como de todo lo que la rodeaba. Kimi extrajo una esfera del tamaño de una pelota de los bolsillos o pliegues de su vestuario y la sostuvo delante de su rostro como amenaza antes de dejarla caer al suelo; al contacto con el suelo, la esfera se rompió, pero no en fragmentos, sino que más bien se desintegro, convirtiéndose en un espeso humo que no tardo en rodear a Itachi y su grupo de amigos. Por inercia y ante su agudo sentido del olfato—no por nada por parte paterna pertenecía al clan de dioses perros, conocidos por sus agudos sentidos—, Itachi se cubrió la nariz y mentón con el antebrazo derecho mientras observaba a la diosa dragón, queriendo demostrarle que nada de lo que hiciera lo haría desistir de permanecer en aquel lugar por y para rescatar a Izumi…o esa fue su intención, sintiendo aquel desagradable aroma—que revoloteó a su alrededor en forma de humo—quemarle en la garganta, era verdaderamente de lo más desagradable que hubiera olido y que le revolvió el estómago de inmediato. Tosiendo ante el humo que los envolvió y dificultó su visión ya que la brisa no parecía correr en aquel lugar, Naruto y Hinata se mantuvieron espalda con espalda uno junto al otro, protegiéndose e intercalando la mirada en lo que los rodeaba; paralelamente, Hina se inclinó sobre el suelo y se cubrió el hocico con las patas o eso intento, a imagen de Konohamaru que se cubrió la nariz y boca con ambas manos, respirando, pero al mismo tiempo deseando no hacerlo.

—Es solo un olor desagradable, no entiendo— comentó Naruto, extrañado.

—Es más que eso— gruñó Itachi desde su lugar, sintiendo como su garganta y sus pulmones ardían.

—No lo soporto, es horrible— se lamentó Konohamaru al borde del llanto.

—Itachi…— jadeó Hinata, viendo la postura del semidiós tornarse inestable delante de ellos, a él debía ser a quien más le estaba afectando por su agudo olfato.

—Es terrible, yo no lo soporto, pero debe ser más penetrante para los perros— rio Kimi disfrutando de toda la escena.

Como nunca antes en su vida, Itachi maldijo sus agudos sentidos; su vista era tan perfecta como siempre, registrando todo con lujo de detalles, su tacto le permitía sentir cosas que escapaban a los sentidos humanos, su oído percibía hasta el menor sonido a muchos kilómetros a la redonda, mas en ese momento su gusto y olfato estaban abrumados por el maldito humo que lo rodeaba como un veneno; se cubría la nariz con el antebrazo para no sentir el penetrante aroma, nauseabundo y molesto como ningún otro, y en el proceso se forzaba a sí mismo a respirar por la boca, lo que hizo que sintiera como el molesto humo le quemaba la garganta e irritaba su saliva, haciéndolo caer de rodillas y tosiendo fuertemente, tratando en vano de alejar el humo de si y como no tardó en hacer Konohamaru que tenía el mismo problema debido a sus agudos sentidos de Garuda, y Hina aun luchaba por cubrirse el hocico con sus patas. Puede que Hinata y Naruto no tuvieran el mismo problema, tolerando el aroma impregnado en el humo que los rodeaba e intentando disipar este con el movimiento de sus manos, pero no poder ver con la misma nitidez que el semidiós si que les estaba jugando en contra, verdaderamente parecían estar atrapados, o así fue hasta que una enorme figura de pelaje blanco descendió bruscamente al lugar, generando su propia nube de polvo con esa sola acción, disipando por fin el molesto hedor como consecuencia del impacto y quedando finalmente en evidencia ante la sorprendida mirada de todos, adquiriendo su forma humana…


—Apareció el hermano mayor— comentó Kimi con una sonrisa arrogante, ya estando dispuestas todas las piezas en el tablero…solo faltaba que su señor despertara.

Sorprendido por la llegada de su hermano, Itachi observó a Sasuke sin saber bien que pensar, ¿Por qué estaba ahí? Indudablemente no por las mismas razones que él, para enfrentarse a Danzo, pero con solo observarse brevemente el uno al otro, Itachi ya sabía que colaborar o tan siquiera tolerar la presencia del otro no sería cosa fácil, ¿Seria siquiera remotamente posible? Solo pensar en ello lo hizo estremecer, él no estaba en absoluto al nivel de su hermano pese a lo fuerte que se había vuelto y el control que había aprendido a tener sobre sí mismo a la luz de los últimos acontecimientos, pero haría todo lo posible en hacer cuando menos su parte y en rescatar a Izumi, a ello podía aferrarse. Tan pronto como la enorme nube de humo y polvo hubo comenzado a desvanecerse, Sasuke quedo expuesto ante la vista de la diosa dragón, así como de su hermano el semidiós y sus amigos; ver a Kimi de nuevo, tras cincuenta años de su último encuentro—como había sido el caso de Tsubaki—no le extrañaba en absoluto y de hecho ambos se sostuvieron la mirada de inmediato, el Uchiha luchando contra su inmediato impulso de desenvainar su espada y matarla lo más rápido posible—no teniendo porque distraerse con nimiedades, cuando el verdadero enemigo a enfrentar y que significaba un reto era Danzo, y antes de él, quizás Tsubaki—…pero entonces su mirada se desvió brevemente hacia su hermano menor, dándole a saber de esa forma que reconocía su presencia y, de hecho, le molestaba enormemente saber a Itachi en ese lugar y en ese momento.

—¿Qué clase de broma es esta, Kimi?— cuestionó Sasuke abiertamente. —Se supone que este asunto es conmigo, no con humanos ni mestizos— obvió refiriéndose despectivamente a su hermano con toda intención.

—Digamos que quisimos hacerlo más interesante— simplificó la diosa dragón encogiéndose de hombros despreocupadamente. —Los estaremos esperando en la fortaleza, bye— se despidió desvaneciéndose en una nube de polvo.

—¿Qué estás haciendo aquí, Sasuke?— inquirió Itachi, no sabiendo cómo interpretar la presencia de su hermano en aquel lugar.

—Justamente eso me pregunto— contestó el azabache concentrando finalmente su mirada en él. —Lárgate, imbécil— ordenó con la voz endurecida de furia, sorprendiendo a su hermano menor. —No permitiré que alguien como tú se involucre en esto, no te concierne— nunca había sonado tan furioso.

—No necesito de tu permiso— desestimó el pelinegro, —Izumi fue secuestrada por estos seres y no me iré sin ella— nada ni nadie lo haría cambiar de opinión.

Una gran razón por la que se encontraba ahí no era enfrentar a Danzo, sí que había estado buscando su rastro y sabía que enfrentarlo sería algo que sucedería inevitablemente, era su deber al haber estado ahí al momento de su despertar—mas no habiendo sido responsable, sino el maldito de Orochimaru—; la verdadera razón o motivo tras su presencia era Izumi, su principal preocupación era rescatarla y solo sabiéndola a salvo o junto a sus amigos podría concentrarse en enfrentar a Danzo, pero hasta entonces sus pensamientos morarían incansablemente con ella. Nada más escuchar aquellas palabras de su hermano menor, Sasuke eliminó la distancia que lo separaba de Itachi, a quien golpeó secamente en el estómago, enviándolo al otro lado de la calle para sorpresa de su grupo de amigos y que se debatió entre si correr a su lado o ponerse en guardia, mas esto último no tendría mucho sentido, Sasuke los mataría fácilmente en un parpadeo; chocó de espaldas contra una casa, lo que le provocó un deje de incomodidad al erguirse, pero no más, nada de dolor mientras se sacudía restos de madera de encima, esforzándose por ponerse prontamente de pie a la par que observando a su hermano mayor, deseando entenderlo. ¿Es que había dicho algo que había hecho sentir mal a Sasuke? Eso sería un milagro, su hermano mayor básicamente no parecía tener sentimientos, por lo que no se trataba de ello, ¿Y entonces?, ¿Había hecho algo que ofendiera su precioso orgullo? Conocido era que su hermano no dejaba vivir a quien intentase ofender su dignidad.

—¿Qué rayos te pasa?— exigió saber Itachi mientras se erguía y sacudía los restos de astillas de encima.

—Lárgate ahora, Itachi— ordenó Sasuke, con el tono más serio y duro que su hermano menor le hubiera escuchado proferir. —Más vale que te quede muy claro, al dejar que una mujer te robara el corazón hace cincuenta años, perdiste tu derecho de participar en este enfrentamiento— determinó como si fuera una condena, una sanción. —Vete ahora y te perdonare la vida o de otro modo no me pesara el arrancarte la cabeza— aconsejó, prometiendo no se tan misericordioso si volvía a cruzarse en su camino.

Cincuenta años antes, tontamente había considerado la posibilidad de que su hermano menor lo ayudase en su lucha decisiva por erradicar a los remantes del clan de dioses dragón para solidificar su poder; Sasuke, habitualmente arrogante y orgulloso, se había prometido interiormente que, de recibir la ayuda de Itachi, le daría a su hermano un lugar en su ejército, un rango militar y dominios que regir, le daría la inmortalidad que quizás merecería obtener entonces, habiéndolo visto crecer y forjarse como un guerrero fuerte y capaz, más que cualquier humano y rozando la fuerza que un dios debería tener…pero Itachi no había aparecido, se había dejado embaucar por el amor humano, le había fallado y Sasuke nunca podría superar eso. Observando fijamente a su hermano, Sasuke verdaderamente hizo gala de su rol de hermano mayor, se impuso con una fuerte determinación que habría hecho que Itachi se pusiera a temblar de los nervios, pero su propia sorpresa le impidió hacerlo, esforzándose por no claudicar y sosteniendo únicamente la mirada a su hermano de modo desafiante; habiendo hecho su advertencia y no pudiendo gobernar la voluntad de su hermano menor aunque lo deseara, Sasuke procedió a retirarse, dando la espalda a Itachi y dirigiendo sus pasos por la calle, siguiendo el rastro dejado por Kimi, observado por el grupo de viajeros que finalmente lo perdieron de vista, no sabiendo si estar sorprendidos por su conducta o aterrados por lo amenazante que había sido.

—Que miedo…— suspiró Konohamaru, siendo el primero en superar su sorpresa.

—No se mostraba molesto como de costumbre— reconoció Hinata en voz alta.

—¿Le hiciste algo?— preguntó Naruto, volviendo la mirada hacia el semidiós

—Ni siquiera sé que le sucede, pero no me iré sin Izumi— negó Itachi, manteniendo su mente enfocada en aquello que le era enteramente importante. —Si ustedes quieren irse…— planteó, no obligándolos a participar de aquella pelea.

—Mi señor— pronunció la voz de Yahiko desde su hombro, saltando frente a él y aterrizando para adoptar su forma humana, —no dude que no lo dejaremos pelear solo— prometió apoyando una rodilla en el suelo e inclinándose para reverenciarlo.

—En ese caso, démonos prisa— asintió el Uchiha, honrado por contar con su asistencia.

Yahiko se había enterado del despertar de Danzo por toda la larga lista de contactos que tenía en el mundo de los dioses, así como por los contactos que tenía Jiraiya a quien visitaba de vez en cuando desde que el herrero había jurado lealtad a su joven señor Itachi, y no iba a negar que le aterraba volver a enfrentar al poderoso líder del clan de dioses dragón, el mismo que había sido—de una u otra forma—el causante de la fuerte de su fallecido señor, lord Fugaku, pero no daría la espalda a su hijo menor ni lo dejaría pelear solo, irguiéndose y siguiendo los pasos de su joven señor al igual que hizo su grupo de amigos. Manteniendo sus armas preparadas ahora, sabiendo que no podían volver a bajar la guardia y previendo que cualquier amenaza podía aparecer de las oscuras calles mientras el sol terminaba de ocultarse, el grupo recorrió las calles hacia el enorme castillo que se imponía como una fortaleza; puede que no fuera un dios como su hermano, que siempre se imponía más que nadie, pero en ese momento Itachi se sentía verdaderamente fuerte, tan pronto como encontrase a Izumi podrían pelear espalda con espalda—no era tan tonto como para pensar que si le decía que se alejara de la batalla, ella fuera a obedecerle y él respetaba eso—contra Danzo y a ello debía sumar la presencia de sus amigos y de su leal servidor Yahiko. No estaba solo, Sasuke tenía todo el prestigio y poder de un dios, pero a su propia manera él mismo no estaba solo y ello lo hacía sentirse inmensamente fuerte, continuando con su camino y dejándose guiar por su olfato para dar con el paradero de la wiccan.

Necesitaba encontrar a Izumi y pronto.


Moviéndose como un humano en apariencia, Sasuke alzó distraídamente la mirada al cielo ya oscurecido luego de que el sol desapareciera en el horizonte, con las estrellas iluminando aquello que no parecía abarcar la media luna en el cielo, distinguiendo a Suigetsu en su forma de dios perro y realizando un sutil a la par que seco movimiento con la cabeza, instruyéndole que se mantuviera al margen y vigilase el perímetro con esa sola acción, regresando por fin su mirada al frente y acelerando andar al avistar el castillo donde se percibía más intensamente el aroma de los dioses dragón, cruzando el umbral sin titubeos hacia el patio principal o antecámara, dependiendo como se interpretase, pues las dependencias abiertas eran conocidas en las estructuras de los lugares que habitaban los dioses dragón, por su tendencia a pasar de humanos a dragones cuando les apetecía. Observando todo lo que lo rodeaba por el rabillo del ojo y manteniendo la guardia alta en todo momento, Sasuke aguardó en solitario, monitoreando hasta el menor de los sonidos hasta que por fin un remolino entre blanquecino y esmeralda se materializó a un metro de él y de este emergió Tsubaki, quien lo observó con aparente satisfacción; había esperado que Sasuke fuera puntual, sus modales de lord del Oeste eran conocidos, mas estaba ineludiblemente satisfecha, observándolo de arriba abajo como no había permitido hacer en su anterior encuentro, no con otro interés que ni fuera militar, analizando sus defensas y si había un punto desde el que atacar…pero era inaccesible como siempre.

—Me invitaron a su fortaleza, creo que no sería cortes hacerme esperar— habló Sasuke por fin, haciendo patente su arrogancia característica.

—Calma, primero debemos hacer los preparativos— sosegó Tsubaki con tono burlón y sosteniéndole la mirada. —Espero que, hasta entonces, no te moleste pelear conmigo— comentó, sabiendo que él jamás rechazaba una batalla.

—Solo si quieres morir esta vez— consintió el Uchiha sosteniéndole la mirada con indiferencia.

Esbozando una sonrisa presuntuosa como la de su hermana Kimi, con quien Sasuke se había encontrado hacia solo unos minutos atrás—habiendo dejado también atrás a Itachi y queriendo creer que este obedecería su orden de mantenerse al margen de aquella pelea pese a que su wiccan estuviera involucrada—, Tsubaki alzó su mano derecha al aire y en esta se materializó una lanza de hielo solido o eso parecía, mas Sasuke conocía de antemano sus poderes y como todo lo que ella creara con su poder podía convertirse en un arma de la mayor calidad, pero ello no lo intimó mientras veía a la diosa dragón arrojarse velozmente contra él, que sostuvo la lanza con su mano derecha, sosteniéndole la mirada a esta y viceversa. Tsubaki era la mejor guerrera del clan de dioses dragón, no por nada era la general del ejército de Danzo desde hace siglos, teniendo la misma edad que Sasuke y lo demostró ene se momento, valiéndose de su agilidad y ligereza para zafarse del agarre de este y buscando acertar cuando menos un golpe al poderoso lord de las Tierras del Oeste, que podía ser considerablemente más fuerte y pesado, pero también igual o más veloz que ella, evadiendo hasta el menor de sus ataques para divertimento y frustración de la diosa dragón. Tsubaki y él se habían enfrentado muchas veces desde hace siglos, ella siendo la general del ejército de Danzo Shimura y Sasuke habiendo representado el poder de su padre en el pasado, por lo que el Uchiha conocía todos sus movimientos y podía anticiparse a cada golpe que ella intentase asestarle el vano.

—Esto me recuerda nuestro último combate— mencionó Tsubaki sosteniendo la mirada al lord del Oeste. —Entonces podía distinguir el dolor que causabas, pero eso ha cambiado— lo percibía diferente, más blando quizás.

—Que valiente eres por decirlo, ¿Olvidas que ustedes huyeron?— recordó Sasuke con un gruñido. —Yo gané entonces y lo hice limpiamente— la victoria había sido indiscutiblemente suya entonces.

—Sí, pero entonces no queríamos esforzarnos demasiado, ya que no gozábamos del permiso de nuestro señor para acabarte— justificó la diosa dragón, sin inmutarse. —El merecía ser quien te diera el golpe definitivo, y lo hará esta vez— previno, siendo su enfrentamiento solo un entretenimiento temporal.

No soportando aquella sugerencia en absoluto, Sasuke no dudo en empujar fuertemente la lanza que Tsubaki sostenía, alejándola lo suficiente de si para marcar las distancias y procediendo entonces a desenfundar a Savas—siendo la primera batalla formal en que la empleaba desde que la había recibido de manos del herrero Pein—al mismo tiempo en que la diosa dragón se abalanzaba contra él para volver a atacarlo, chocando el filo de ambas armas con un tintineo y rechinido metálico, sosteniéndose la mirada entre sí, alejándose solo para volver a confrontarse el uno al otro, Tsubaki esbozando una sonrisa de arrogancia en contraste con Sasuke quien le sostuvo fieramente la mirada, alejándola con una seca patada en el estómago, que si bien sorprendió a la diosa dragón, no tardo ni un instante en recuperarse de este golpe y volviendo a abalanzarse contra el dios perro que movió magistralmente su espada para bloquearle el paso. No siendo un problema para él enfrentarse a Tsubaki, habiéndola vencido en batalla anteriormente, Sasuke en realidad estaba jugando con ella, la estaba usando para probar las capacidades de su espada y como calentamiento para enfrentarse a Danzo, la mente de Sasuke se encontraba en otra parte, esperando que su hermano menor ya se hubiera marchado como le había impuesto que hiciera, no pudiendo prometer que fuera a tolerar volver a verlo en terreno que él consideraba suyo para enfrentarse al dios dragón, Itachi no tenía por qué pelear con Danzo, no después de lo que había sucedido cincuenta años antes…


50 Años Antes, Región Oeste

Habían transcurrido cincuenta años desde el fallecimiento de su padre, el anterior Lord de las Tierras del Oeste, Fugaku Uchiha, y su heredero legítimo y sucesor, lord Sasuke, había tenido éxito tras éxito militar así como en la labor de solidificar el poder que su progenitor le había dejado y había convertido los territorios bajo el dominio de su padre en un Imperio, algo con lo que ni siquiera los otros tres dioses que regían los puntos cardinales podían soñar…pero aun había una amenaza que requería su atención, los remanentes del clan de dioses dragón y a los que ahora debía enfrentarse para terminar de solidificar su poder en el Oeste. El clan de dioses dragón era el enemigo más antiguo para el linaje de los dioses perro y zanjar aquella disputa tan antigua era uno de los deberes más importantes de Sasuke y por lo que se encontraba reunido con los generales de su ejército en su tienda, repasando su estrategia de pie ante su escritorio, que tenía grabado sobre si las dimensiones exactas del terreno en que habrían de pelear y que este analizaba con gran atención para considerar hasta la más pequeña de las variables. El Lord de las Tierras del Oeste vestía una túnica carmesí apagado—debajo una camisa negra de cuello alto y en V, con mangas ceñidas en las muñecas—de cuello alto en V y mangas acampanadas, ceñida a su cuerpo por un fajín de cuero con un dije dorado que replicaba el emblema del abanico tan característico del clan Uchiha, pantalones anchos color negro y botas de cuero, con su rebelde cabello azabache azulado ligeramente despeinado como siempre.

Señor, estamos listos— informó el general Jugo, ingresando entonces en la tienda del lord del Oeste y haciéndole patente su lealtad.

Estamos esperando a Suigetsu, cuando llegue, atacaremos— informó Sasuke manteniendo su voz pétrea como siempre.

¡Lord Sasuke!— llamó una voz desde el exterior y que Sasuke reconoció en el acto.

Corriendo presuroso por el campamento del clan Uchiha, sujetándose parcialmente la túnica que vestía para no tropezar, Suigetsu fue observado en su camino por los soldados que aguardaban ansiosamente a que su señor decidiera el momento del ataque que ellos llevaban esperando tanto tiempo, después de todo su propósito era pelear; entendiendo que su señor necesitaba algo de tiempo a solas, los generales—liderados por Jugo, quien reverenció respetuosamente a su señor y fue el primero en retirarse, solo teniendo que intercambiar una mirada con él para intuir lo que pensaba—procedieron a retirarse, permitiendo así que Suigetsu ingresase, teniendo privilegios especiales como Primer Ministro y mano derecha del Lord del Oeste, el representante de su poder y voluntad. Siguiendo con la mirada a sus generales hasta verlos abandonar su tienda, no queriendo discutir nada en presencia de estos, guardándoles sus propios secretos a excepción de Jugo, que siempre sabía todo de él para poder obrar en consecuencia, Sasuke permaneció en silencio y con las manos apoyadas en el escritorio, por un lado manteniendo la imagen que se esperaba de él como lord del Oeste, estoico e imperturbable, pero al mismo tiempo severo ante su súbdito y amigo leal…que se había ausentado en medio de la campaña militar de la nada, sin pedir su permiso, dejándolo solo para lidiar con todos los pormenores previos a su batalla definitiva contra los dioses dragón, ¿Y por qué? Observando a su amigo por el rabillo del ojo, lo mínimo que Sasuke esperaba era una explicación.

Le traigo malas noticias, mi señor— inició Suigetsu inclinando respetuosamente la cabeza y sabiendo que había obrado mal. —Disculpé mi atrevimiento, pero como su fiel servidor, fui en busca de Itachi— reveló por fin y ante lo que su señor cerró los ojos únicamente. —Sé que no es un dios, pero no deja de ser hijo del anterior lord del Oeste y es su deber combatir en su ejército para erradicar las fuerzas de los dioses dragón…— podía ser una fuerza considerable y la encarnación del poder de su señor.

¿Y dónde está?, ¿Le dio tanto pavor que no se atrevió a venir?— interrumpió Sasuke por fin, genuinamente interesado aunque no lo demostrase. —No, te dijo que no era su obligación ayudar a su hermano mayor, ¿Me equivoco?— más bien afirmó, conociendo la mentalidad de su hermano menor.

Nada de eso, mi señor— negó el Hozuki para desconcierto de su señor. —Itachi se dejó sellar por un conjuro de una wiccan— añadió por fin, bajando la cabeza, avergonzado por ello e imaginando la indignación de su señor al escucharlo.

¿Qué?— escuchar aquello crispo cada nervio del Uchiha, que volvió su sorprendida mirada hacia su amigo.

Dejo que una mujer humana conquistara su corazón, y aparentemente bajo la guardia lo suficiente para que ella lo atacara— explicó el peliceleste, no teniendo todos los detalles en ese momento.

Ese tonto…— gruñó el pelinegro, cerrando los ojos y apretando los dientes con furia.

¿Qué decidirá hacer ahora, mi señor?— inquirió Suigetsu, pudiendo palpar las emociones de su señor y que iban desde la ira a la indignación.

Pelear por supuesto— respondió Sasuke, siendo algo más que obvio en ese momento.

Su orgullo de dios, descendiente de un linaje poderoso que databa desde la creación del mundo, estaba por los suelos, ¿Cómo ver a los demás dioses, sin importar su rango, a la cara tan pronto como estos se enterasen de que su hermano menor, mestizo, había sido sellado por una wiccan? Itachi había cometido la mayor afrenta contra la memoria de su fallecido padre, quien al menos había fallecido como consecuencia de las heridas que había sufrido durante su enfrentamiento contra Danzo Shimura, sin importar que hubiera muerto por una humana de la que se había enamorado, mientras que Itachi…Enamorarse de una mujer humana ya era una ofensa a su origen divino, ¿Pero de una wiccan y encima dejar que esta lo sellara? Gruñendo para si por solo pensarlo, sabiéndose a su suerte en esta batalla, habiendo albergado secretamente la esperanza de contar con su hermano, de poder pelear como iguales y quizás de fomentar el vínculo que nunca habían podido tener, Sasuke alzó la mirada hacia su Suigetsu, de esa forma le hizo saber que no podía hablar del tema con nadie, y tras esto el Uchiha procedió a abandonar la tienda, teniendo una batalla de que ocuparse y encontrándose con sus generales en el exterior. Ese día terminó con una victoria para él, reafirmó más que nunca su poder como Lord de las Tierras del Oeste y erradicó una fuerza militar que habría amenazado su gobierno, mas la huida de sus enemigos y el conjuro en que fue sumergido Itachi, lo humillo como nunca antes…


PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las próximas actualizaciones serán "El Clan Uchiha" , luego "El Rey de Konoha", y por último "El Origen del Clan Uchiha" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Adaptación, Cambios & Dragones: En este capitulo comienzo a adaptar parte del contenido que se nos presento en los capítulos 75 y 76 de Inuyasha, concernientes al arco de los Gatos Leopoardo, un viejo enemigo de los Demonios Perros, pero mimetizando este arco con aquel en que cobró importancia el Espíritu Dragón o Ryukotsusei, representando la enemistad entre el clan de los dioses perros y el clan de los dioses dragón, junto con el abrupto secuestro de Izumi. Las primeras escenas son creación mía, pero para mucha de la ambientación y desarrollo de las mismas me inspire en lo retratado por la película "Simbad & La Leyenda de los Siete Mares" de 2003, y seguiré haciéndolo a futuro con otras de las escenas. Para los recuerdos de Sasuke al final del capitulo, me base en una pequeña escena que se nos mostró en el capitulo 76 de Inuyasha, en la escena original Sesshomaru perdía la batalla por decidir pelear solo y terminando esto con la huida del clan de gatos leopardo; siendo en este caso Sasuke un gran estratega militar, representó que él fue quien ganó la batalla, mas la victoria no se declaro oficialmente ya que los dioses dragón no contaba con la presencia de Danzo, por lo que decidieron huir en el último momento. Para mucha de la estructura militar del ejercito de las Tierras del Oeste, me inspire en la estructura de los ejércitos otomanos y bizantinos en la época, aprovechando de representar parte de la estructura social de los dominios del Lord del Oeste y que pretendo representar mucho más adelante.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3