-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Believe In Love" de Marina para Izumi, "My Escape" de Ravenscode para Itachi, "Zombie" de The Cranberries para Hinata, "Rasputin" de Boney M para Naruto, "Reason To Live" de Citizen Soldier para Neji y "I Can See You" de Taylor Swift para el contexto del capitulo.
Acababan de llegar a la villa de lady Tsunade, habían viajado durante días y días, días en que Izumi apenas y había podido dormir, monitoreando la condición de Neji y temiendo que él perdiera el control y volviera a estar bajo el control de Orochimaru, claro que Izumi no tenía la culpa si su hermano volvía a alejarse de ella, pero Hinata no había podido decir nada para tranquilizar a su amiga, estaba demasiado angustiada. De pie fuera del hogar de lady Tsunade, Hinata portaba un sencillo vestido índigo muy claro, de escote redondo anudado completamente en el corpiño desde el borde del escote hasta la altura del vientre donde se formaba un corto faldón abierto en A, de mangas holgadas desde los hombros y que se ceñían por encima de los codos hasta las muñecas, donde finalizaban en holanes blancos, y falda de una sola capa con bordados ligeramente brillantes a la luz, y su largo cabello azul oscuro estaba recogido en una trenza que caía tras su espalda, despejando su rostro. Apretándose nerviosamente las manos, inquieta, Hinata suspiró y se sujetó la falda para alejarse, diciéndose que no lograría nada al observar la puerta, mas ajena a los pasos que la seguía; hacía frío, no había caído nieve en aquella zona en días, por lo que la temperatura no era tan baja, pero de todas formas la Hyuga pudo ver su aliento al respirar, abrazándose a sí misma mientras se detenía en la entrada del bosque junto a la villa, congelándose al sentir algo sobre si, era la chaqueta de Naruto, la reconoció de inmediato y no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa mientras la acomodaba sobre sus hombros y volteaba a verlo de pie a su lado.
—Naruto…— suspiró la Hyuga al voltear a verlo, profundamente conmovida.
—No puedo apartarme de ti ahora, no cuando más lo necesitas— justificó el Uzumaki, sonriendo y entrelazando una de sus manos con la suya. —¿Quieres hablar?— consultó, imaginando lo preocupada que debía estar.
—Ni yo misma lo sé, quisiera saber que pasa ahí adentro, pero también una parte de mí no quiere, porque teme escuchar algo malo— admitió Hinata, negando para sí. —No quiero pensar en que mi hermano se aleje ahora, ha sufrido tanto que…No lo sé, todo es demasiado confuso— estaba feliz, angustiada, enojada y muchas cosas más.
—Es tu hermano, lo amas— sosegó Naruto, haciéndole saber que la entendía. —Me encantaría conseguir todas las respuestas que mereces, pero creo que solo nos resta esperar— volvió brevemente la mirada por sobre su hombro, como para comprobar que la problemática presente no se había resuelto. —Izumi tiene un gran poder, quiero creer que podrá encontrar una forma de que Neji permanezca con nosotros— él se encontraba constantemente sorprendido por su potencial y habilidades.
—Ya ha hecho mucho, no me perdonaría que eso la dañara sin darme cuenta— negó ella, preocupada igualmente por su amiga. —Quisiera creer que Neji tiene la fuerza para resistir el poder de Orochimaru, pero luego de ver lo que vi…— Izumi se lo había confirmado, Neji había estado a punto de matar a una chica inocente y le desgarraba pensar que su hermano fuera obligado a hacer algo así otra vez. —Gracias, por estar conmigo y no abandonarme— apreció, girándose para estar cara a cara con Naruto.
—Vamos a casarnos, cuando todo esto pase— recordó él, no con obviedad sino certeza. —Mal hombre sería si no me preocupo por mi esposa— añadió, pudiendo jactarse de ello.
Ser un buen esposo era más que meramente elegir a una mujer bella, casarse con ella, hacerla ama y señora de su casa y descuidarla mientras ella paría hijos, que, por alguna razón que Naruto no entendía, era la visión que la mayoría de los hombres tenían de la vida, mas él pensaba diferente; él se había sentido encantado por Hinata desde la primera vez que la había visto, no solo porque fuera hermosa, de alguna forma su alma parecía haberlo llamado y ese sentir no lo abandonaba pese a pasar casi todos los días junto a ella, contemplando su rostro dulce y que acunó , sus cejas suaves o el brillo en sus llamativos ojos perla que no dejo de ver mientras inclinaba su rostro sobre el suyo y besaba sus labios…debían sobrevivir a su enfrentamiento con Orochimaru, pero si no lo hacían, él podría afirmar que la había amado con todo su corazón. Solo había sido una vez, pero Hinata había visto un destello de la intimidad que Itachi e Izumi compartían, eran pasión donde Naruto solo ternura—era natural, era un fraile pese a su estilo disipado—, pero Hinata quería hacerle entender al Uzumaki que era más que solo una dama digna, por lo que correspondió a su beso y profundizó este, mordiendo los labios del rubio, que los entreabrió y permitió quedeslizarasu lengua entre sus labios, envolviéndola con la suya, la sorpresa de Naruto fue palpable, y ella temió que se alejara, mas en su lugar envolvió sus brazos firmemente a su alrededor y correspondió a su beso con evidente ímpetu, suslenguas entrelazándose apasionadamente una y otra vez en la boca del otro, hasta que ambos tuvieron que separarse para poder recuperar el aliento.
—Hinata…— jadeó el Uzumaki, observándola con suma intensidad.
—La visión del siglo de Izumi es contagiosa— justificó la Hyuga con una inevitable sonrisa. —Perdón— agregó, imaginando que no había actuado como una dama.
—No, creo que empieza a gustarme— sosegó Naruto, acariciando su rostro dulcemente.
Como fraile, Naruto jamás podría pedirle o insinuarle siquiera a Hinata que intentaran…consumar su relación, la respetaba muchísimo y pese a su actitud laxa con la mayoría de las personas—sabiendo cometer fraude de ser preciso—; claro la deseaba, todo el tiempo y constantemente, era una mujer muy hermosa y que resultaba seductora para cualquiera que tuviera ojos en la cara, era una guerrera, una mujer que inspiraría a cualquiera, incluyendo al mejor poeta o artista, además, él no era como Itachi ni Izumi cuyas realidades y estilos de vida eran tan diferentes al suyo, nunca podría intentar ser tan íntimo con ella, pero si Hinata era quien daba el primer paso, ¿Cómo podía él rechazarla?, ¿No la ofendería si le daba a entender que no sentía lo mismo? Hinata sonrió tan pronto como Naruto volvió a inclinar su rostro sobre el suyo y besó gustosa sus labios, no pudiendo evitar sorprenderse y arquearse cuando lo sintió morder sus labios para profundizar el beso, tomando la iniciativa esta vez y logrando hacerla estremecer desde el primer instante en que su lengua rozó la suya y lentamente—bien queriendo torturarla o disfrutando de la experiencia, igual que ella—se envolvió contra la suya, envolviendo sus brazos a su alrededor y haciéndola sentir infinitamente protegida, haciéndole sentir que aquel momento y aquel lugar era solo suyo, que nada ni nadie podría molestarlos. Aun cuando ambos tuvieron que romper el beso para recuperar el aliento, pegando su frente a la del otro, ambos se sintieron a salvo y protegidos, rodeados del afecto del otro, abrazándose y esperando, no teniendo problema con ello.
Un amor como el suyo podía aligerar cualquier problema.
Nada más llegar a la villa, Izumi había corrido hacía el hogar de lady Tsunade, con Itachi y Neji siguiéndola muy de cerca; la wiccan se había adelantado para interrogar a la sabía mujer sobre qué hacer, explicándole la condición de Neji y procediendo a cambiarse de ropa, habiendo usado la misma por lo que ella sentía como demasiado tiempo, respirando aliviada al cambiarse y regresando a la sala mientras Neji comenzaba a sentarse. La joven wiccan ahora portaba un largo suéter gris oscuro con cuello de tortuga y que parecía ser más bien un vestido, con falda hasta los muslos con cortes en los lados—revelando un corto short negro—, con las mangas subidas hasta los codos, medias traslucidas color negro y largas botas negras, con su largo cabello castaño cayendo en ordenadas hondas sobre sus hombros y tras su espalda, mas no ocultando unos pendientes de plata en forma de argolla. Puede que Izumi tuviera mucho poder como wiccan, uno como Tsunade nunca antes había visto...pero ella carecía de cualquier tipo de experiencia fuera de la práctica, todo era improvisado o guiado por sus emociones, mas en este caso la Senju se sentó a su lado sobre el diván, observando mientras la joven wiccan situaba sus manos sobre la unión de los hombros y espalda de Neji, alrededor del fragmento, esperando en tanto ella la guiaba y le decía que hacer, con Itachi observando todo sentado en el diván contiguo, temiendo evocar sonido alguno y romper con la concentración de la wiccan:
—Concentra todas sus energías— indicó Tsunade, gesticulando el aparente paso de energía que debía suscitarse, —es difícil incluso para las wiccan de gran experiencia, pero por ahora debería bastar— agregó, no pudiendo pedirle mucho al ser tan joven.
Siendo gran parte de su actuar mero instinto o ideas que daban vueltas por su cabeza, Izumi inspiró y soltó aire detenidamente antes de obedecer, cerrando los ojos y tratando de transmitir todas las energías que poseía o tanto como le era posible hacia el fragmento en la nuca de Neji, quien se quedó muy quieto; inicialmente, la wiccan no sintió nada, estuvo preparada para aceptar que era un fracaso, que ello no resultaría...Pero, justo cuando ella se iba a rendir, sintió una especie de tirón en su interior, algo que se desplazaba desde el centro de su pecho o esa fue su sensación, y que viajaba a través de sus manos, hacia lo que sea en que ella estuviera enfocándose, y dio tanto de sí como le fue posible, hasta sentir que algo en su interior comenzaba a agotarse y la hizo estremecer desde dentro. Sentado y siendo un mero espectador, Itachi se congeló tan pronto como vio un luz brillar en el centro del pecho, le recordó la primera vez que había visto la luz emanar de sus manos hacía ya tanto tiempo, un poder como ningún otro., y el semidios tuvo que contener el aliento, así como no dejarse dominar por la sorpresa cuando vio esa misma luz deslizarse por el pecho de Izumi hasta llegar a sus manos, donde pareció crecer y crecer hasta iluminar toda la habitación—cuyas cortinas Tsunade había cerrado—, hasta que la luz se apagó de golpe, e Izumi palideció tanto que el semidios no dudo en correr a su lado, envolviéndola con sus brazos, acunando su rostro y buscando una mirada de sus profundos orbes ónix, y que se aterró de ver cerrarse siquiera brevemente.
—Izumi, ¿Estás bien?— inquirió el semidios, sin quitarle los ojos de encima.
—Sí, creo que sí— asintió la wiccan, tratando de orientarse. —¿Dio resultado?— cuestionó, observando a la Senju y al joven sicario.
—Al parecer si, solo siento la pureza emanar del fragmento, desde el interior— contestó Tsunade, que se había acercado a examinar al joven sicario. —¿Cómo te sientes, Neji?— preguntó al joven, que parecía congelado.
—Ya no escucho esas voces, solo calma— respondió el pelicastaño, congelado a causa de la sorpresa. —¡Resulto!— jadeó emocionado a más no poder.
Demasiado eufórico como para poder contenerse, aliviado por fin de no tener que escuchar las molestas voces o susurros de Orochimaru dentro de su cabeza, atormentándolo—impidiéndole tener sosiego, haciéndole sentir como una nulidad, un prisionero—, Neji corrió hacia la puerta y que abrió, corriendo fuera sin siquiera dudarlo, sonriendo como un niño y buscando con la mirada a su hermana, demasiado emocionado como para cerrar la puerta al salir, corriendo en su busca. Si de Izumi hubiera dependido, ella se habría levantado de su asiento y habría corrido a abrazar a Neji, estaba feliz de poder darle esa alegría...sin embargo, se sentía como un gatito dormilón, sentía que no tenía fuerzas en brazos de Itachi, cobijándose en estos y de los que se abrazó; normalmente, Izumi era muy fuerte, por lo que fue enternecedor para él poder darle consuelo o hacerla sentir segura, y disfrutó de poder tenerla en sus brazos sin que terceros los juzgarán por ello, lo notó por como Tsunade apartó la mirada con una ligera sonrisa. Sintiendo que sobraba en aquella escena, Tsunade se levantó de su asiento y se retiró velozmente, cerrando la puerta tras de sí, dejando a solas a Itachi que envolvió sus brazos alrededor de Izumi, susurrándole que todo estaría bien mientras ella asentía agotada, cerrando los ojos y disfrutando de la sensación de alivio en el aire, ya fuera breve o duradera, ¿Cómo saberlo? En ocasiones era mejor no saber lo que vendría y simplemente disfrutar el presente, no se sabía cuánto duraría…
—¡Vamos!, ¿Es que son débiles?— cuestionó Itachi, empezando a aburrirse.
Ahora casi parecía un sueño que hubieran tenido tantos problemas en los días previos, enfrentando primero una fuerte nevada que les había impedido continuar avanzando, luego se habían enfrentado a Danzo y sus subordinados los dioses dragón, luego a Orochimaru y habían liberado a Neji de su poder o eso querían creer Itachi, Izumi, Hinata y Naruto como grupo, sin embargo, todas aquellas preocupaciones ahora parecían nada esa misma noche. Era la semana de navidad, en solo un par de días sería veinticinco de Diciembre, por lo que el ánimo de todos los habitantes de la villa era festivo y en nada extraño que comenzase una celebración espontánea esa noche, todos se sentían protegidos con el regreso de Itachi y alegres por la presencia de la señorita Izumi, comenzando una competencia de tirar la cuerda, en que participaron todos los hombres—incluyendo a Neji, que tiro lado a lado junto a Naruto—y los niños cargados de entusiasmo, divididos en dos grupos bajo la atenta mirada de las mujeres y las niñas y que no podían evitar reír ante lo que presenciaban. Ambos grupos parecían muy parejos, Itachi era el único hombre que estaba exento o bien no quería participar, siendo un semidios no sería del todo justo competir con él, así lo vio Izumi y más cuando el bando de Naruto y Neji perdió, cayendo de rodillas al suelo mientras el equipo vencedor celebraba con júbilo, para decepción de las mujeres que apoyaban el equipo contrario, mas que no dudaron en aplaudir por cortesía para los vencedores y consuelo para los perdedores.
—Creo que la parte de mejillas de manzana en el discurso los ablando— meditó Izumi mientras aplaudía, intercambiando una mirada con la sicaria a su lado.
—Son humanos— desdeñó Itachi, encogiéndose de hombros despreocupadamente.
—Como si una parte de ti no lo fuera— protestó Hinata, creyendo que presumía.
—Eso no quiere decir que sea débil— aclaró el semidios, no queriendo que se hicieran una idea equivocada de su persona.
—¿Y si tu compites ahora?— sugirió la wiccan, sonriendo con entusiasmo ante la idea.
—Claro, los haré sudar un poco— asintió Itachi, no teniendo problema y acercándose al centro de la plaza para sujetar el extremo de la cuerda mientras el otro equipo sostenía el resto. —No, yo solo— protestó al ver que más hombres pretendían unírsele, pero él no necesitaba ayuda.
—¿Solo?— inquirió Neji, viendo asentir al semidios y regresando junto a su hermana.
—¿Podrá?— cuestionó Naruto, observando a la wiccan y que asintió de inmediato.
La pregunta no ofendió a Izumi, que observó atentamente a Itachi, no pudiendo quitarle los ojos de encima y quien intercambió una mirada con ella, esbozando una sonrisa ladina como si de esa forma tuviera la victoria, pero no actuaba con arrogancia sino certeza en su propia fuerza y seguridad, quedándose quieto cuando el juego comenzó y el grupo contrarió haló fuertemente de la cuerda, el semidos solo tuvo que quedarse donde estaba con pies de plomo y sin mover tan siquiera un músculo, algo que le hizo mucha gracia. El semidios permaneció en esa postura por varios segundos, disfrutando del momento y de ver a los humanos esforzarse, hasta finalmente halar de la cuerda con todas sus fuerzas, tomando por sorpresa a los humanos y que se desplomaron con sorpresa en el suelo…el semidios fácilmente debía tener la fuerza de diez hombres, y lo probó al sacudirse las manos mientras todas las damas presentes aplaudían, y los niños que las acompañaban. Itachi era un semidios, eso ya de por si lo ponía por encima del hombre promedio y ella lo comprendía desde que lo conocía, mas no iba a pedir que fuera como el legendario Hércules, el semidios cuya historia ella había crecido escuchando, y eso solo contribuyó a que se quedara sin aliento y lo comparase con tan glorioso personaje, incrédula mientras veía a Itachi derrotar a unos diez hombres que tiraban con fuerza del otro lado de la cuerda, no soltando siquiera una gota de sudor para fascinación suya e incredulidad de sus amigos, que parecían peces boqueando fuera del agua, anonadados.
—Tiene que ser una broma…— jadeó Naruto con incredulidad, volteando a ver a Hinata y Neji igualmente incrédulos que él.
—¡Sí!, ¡Bravo!— chilló de emoción Izumi, siendo imitada por Konohamaru a su lado.
Como si se tratara de una animadora en un juego de fútbol—aunque solo ella entendía la analogía, al provenir del siglo XXI—, Izumi brincó de la emoción en su lugar, parecía un caniche atiborrado de azúcar, mientras sus amigos se hallaban congelados a causa de la incredulidad; quien más sorprendidos se hallaban sin duda alguna eran Hinata y Neji, después de todo ambos eran sicarios y tenían experiencia con todo tipo de individuos, pero jamás con un semidios con tanto poder. Mas, Hinata se dijo que no debería sorprenderle tanto, ella había conocido a Sasuke, el hermano mayor de Itachi y si era el lord de las Tierras del Oeste, esto se debía a su inmenso poder, era el hijo del anterior lord de las Tierras del Oeste y de igual modo era natural que Itachi heredera mucho poder, pero este no podía revelarse por completo debido a su parte humana, mas debía ser por lejos el semidios más poderoso que viviera y el momento presente se lo confirmó. Solo habiendo participado de un juego, no creyendo haber hecho nada excepcional, Itachi no pudo evitar sentirse abrumado por toda la atención que recibía, viendo a las damas y niños—sin importar su género—aplaudirle, y también los hombres que había vencido, él no estaba acostumbrado a eso en absoluto, estaba más habituado a ser rechazado, por lo que fue tomado por sorpresa por Izumi quien corrió a abrazarlo, casi haciéndolo tambalear mientras envolvía sus brazos alrededor de ella en respuesta, encontrando su mirada con la suya, embelesándose con el brillo de sus hermosos ojos oscuros.
Así debía sentirse la gloria.
Habían pasado demasiadas cosas en los días recientes, no era de extrañar que Itachi y ella no tuvieran un poco de tiempo para sí desde la última vez que habían estado a solas en la villa, antes de su partida, y ya que ella deseaba quedarse al menos un día más para monitorear la condición de Neji y si es que el uso de sus poderes había dado resultado, Itachi y ella no podían irse muy lejos para estar a solas pese a desearlo, por lo que esa noche y mientras todos celebraban la pareja no dudó en retirarse a la privacidad de la habitación que Izumi usaba en casa de lady Tsunade. La palabra correcta para describir a la wiccan seria desnuda, según el canon de la época, pero eso no le incomodó en absoluto, su ropa yacía tirada por el suelo de la habitación mientras yacía recostada sobre la cama, vistiendo un sencillo conjunto de lencería blanca, decorada por encaje y con la que se arqueó debajo de Itachi cuando vio al semidios quitarse la camiseta por encima de la cabeza, tan solo vistiendo los pantalones y botas, recostándose encima de ella y alargando sus manos hacia su espalda, desabrochando el brasier y que hizo resbalar por sus hombros, apresurándose en envolver sus labios alrededor de uno de sus pezones, haciéndola estremecer. Temblando debajo de Itachi, Izumi sonrió cuando el semidios ascendió su rostro hacia el suyo, besando sus labios con hambre, envolviendo su lengua alrededor de la suya hasta sentir que le faltaba el aliento, trazando su anatomía a través de la escasa ropa que ella aún estaba usando.
—No sabes cómo extrañaba esto— admitió la wiccan con un gemido, envolviendo sus piernas alrededor de las caderas de él.
—¿Lo hacías?— inquirió el semidios rompiendo el beso, con la voz ronca de deseo por ella.
—Me encanta sentir tus manos sobre mí— confirmó Izumi, gimiendo cuando sintió sus manos amasando sus pechos y haciéndola arquearse contra él.
—Pero no puedo tenerte aquí, no con tantos rondando— negó Itachi, pegando su frente a la suya y viéndola a los ojos, temiendo ofenderla con su pasión.
—Eso lo hace más emocionante— protestó ella, demasiado extasiada como para no querer continuar. —Entiendo si, quizás, mi vocabulario y actuar te hacen pensar que soy…— las prostitutas de los burdeles debían actuar como damas comparadas con ella.
—No, no pienso nada— discutió él, acunando su rostro entre sus manos y viéndola a los ojos. —Eres tú, solo tú— aseguró, viendo como una sonrisa volvía adornar el semblante de ella. —Solo me abruma lo mucho que te deseo, y te amo— admitió, rozando su nariz contra la suya y anhelando sus labios, que besó superficialmente.
—Acordamos no usar esa palabra— Izumi volvió el rostro y evadió los labios del semidios.
—Izumi…— llamó Itachi, mas ella lo ignoró sin dirigirle una mirada siquiera.
Podía haber transcurrido mucho tiempo, pero Izumi no había olvidado cuan pisoteada se había sentido cuando Itachi había acudido a hablar con Toka sin pensar en ella, como había asegurado amarla, pero como a la vez admitía tener sentimientos muy confusos por la fallecida wiccan, ¿Qué esperaba?, ¿Qué ella se quedará callada e impávida en tanto él jugaba con las dos? Izumi no iba a ser plato de segunda mesa y lo dejó en claro, quitándose al semidios de encima y usando sus brazos para sentarse sobre el colchón, lo que hizo que sus largos rizos castaños cayeran sobre sus hombros y cubrieran sus pechos. Habían acordado no usar esa palabra; te amo, era demasiado comprometedora para su relación en ese punto, Izumi si amaba a Itachi, pero no quería que él se la dijera todo el tiempo si aún tenía a Toka en su corazón—a quien había llamado una vez "mi único y verdadero amor"—, ella prefería que ambos reexaminaran sus sentimientos cuando todo pasara e Itachi lo sabía, suspirando frustrado consigo mismo, sentándose sobre el colchón y buscando el rostro de la wiccan y que no mostró interés alguno en verlo a los ojos. No es que Itachi no tuviera claro sus sentimientos, al contrario, amaba a Izumi con todo su corazón y no necesitaba detenerse a pensar nada para verbalizarlo, pero no podía prometerle no acudir a ayudar a Toka de ser preciso y sabía que al hacerlo ofendería a Izumi, a quien sin embargo desearía pedir su mano en matrimonio en ese mismo momento…¿Por qué el amor tenía que ser tan complicado?, ¿Por qué no podían ser solo ellos dos?, ¿Desde cuándo amar debía involucrar a más personas?
—Sabes que te amo— reafirmó Itachi, mas ella continuó evitando su mirada, —pero no puedo estar libre de mi pasado hasta que haya ayudado a Toka a encontrar la paz, le debo eso— estaba siendo honesto, siempre era honesto con ella.
—Lo sé, y he llegado a entenderla a ella— admitió Izumi con un suspiro cansado, —pero no es fácil competir con otra mujer— obvio, sintiéndose como una segunda opción.
—No hay otra mujer, tu eres única para mí— protestó el semidios, acercando su rostro al suyo y besando sus labios, apenas y dejando una brecha entre ambos.
—Y quizás lo crea, pero han pasado tantas cosas…— murmuró la wiccan, olvidando poco a poco sus inquietudes al sentir los labios del semidios contra los suyos. —Pero, por ahora solo déjame usarte para mis deseos— se rindió, dejando que el la tumbara debajo suyo como hace unos instantes. —Quiero hacer algo profano— añadió, sonriendo envalentonada al saber el efecto que tenía sobre el semidios.
—Haré lo que quieras— confirmó Itachi, rozando su nariz contra la suya, reclamando ansiosamente sus labios y sintiendo los de la wiccan envolverse contra los suyos.
Los labios del semidios se despegaron de los suyos tan pronto como Izumi sintió que volvía a faltarle el aire, y se encontró gimiendo cuando sintió una de sus manos deslizarse dentro de sus bragas, penetrando en su interior como tanto deseaba hacer…mas no por completo, no lo haría hasta pedir su mano en matrimonio, hasta no tener la certeza de que morirían el día de mañana, porque necesitaba que ella estuviera a salvo, solo entonces tomaría su doncellez, su seductora virginidad que guiaba sus caderas al encuentro de sus dedos, seduciéndolo con sus melodiosos gemidos y que intentaba ahogar en vano. Se sentía bien, demasiado bien, la teoría era una cosa, pero nada superaba el placer que la práctica podía proporcionar, mas una en que aprendía tanto como el mismo Itachi, igual si es que no más inocente que ella, dejándose hacer mientras sentía sus labios recorrer su cuello y pechos, arqueándose cuando sintió que el semidios sujetaba los extremos de sus bragas y las deslizaba por sus piernas, desnudándola por completo, y pese a lo obnubilada que ella se hallaba, no tardó en hacer igual, desabrochando los pantalones del semidios, que se quitó las botas y las arrojó al suelo, quitándose luego los pantalones y volviendo a recostarse encima suyo. Ambos gimieron ante el inmediato roce de sus intimidades, Izumi abriendo sus piernas alrededor de las caderas de Itachi y el semidios meciendo sus caderas contra las suyas, ambos sintiendo el placer aumentar ante el roe de su miembro erecto contra su húmedo sexo.
No era sexo, pero era lo más cercano a ello, ambos no tenían con que comparar lo que sentían estando juntos, aprendiendo de las reacciones y el sentir del cuerpo del otro, Itachi lo confirmó y sintió su orgullo elevarse al ver la fuerza con que Izumi halaba de las sabanas, arqueándose contra él, meciendo sus caderas contra las suyas, jadeando su nombre y él no tardó en retener sus caderas para que el contacto entre ambos fuera mayor; el vaivén de las caderas de Izumi contra las suyas pareció cobrar vida, estaba persiguiendo su propio placer, Itachi lo notó, y no protestó por ello, sino que sintió su propio clímax cada vez más cerca con solo verla…¿Cómo se sentiría estar en su interior?, ¿Cómo se sentiría hacerla suya? Era egoísta, pero Izumi persiguió el orgasmo que sentía, sintiendo el miembro de Itachi entre sus piernas, imaginándose cuán placentero se sentiría cuando rompiera aquella barrera en su interior, imaginándose lo que sería sentirlo perder el control, ya enardeciéndose al sentir su tacto sobre sus caderas, sus pechos y su espalda, la sola idea de ello la hizo halar fuertemente de las sabanas, echar la cabeza hacía atrás y gritar al alcanzar el orgasmo, diciéndose que un día ya no tendría que imaginarlo más; sintió a Itachi gruñir su nombre contra el costado su cuello, derramándose sobre su vientre, no necesitando preguntar para saber que él estaba pensando en lo mismo, desplomándose exhausta sobre la cama, meciendo inconscientemente sus caderas al encuentro de las del semidios, orgullosa a niveles incalculables por despertar el lívido de este hombre tan excepcional, diferente de cualquier otro.
Cuando la pasión del clímax pasó, Itachi no pudo evitar sentirse avergonzado, ¿Qué clase de hombre era para dejar que sus pasiones nublaran su juicio? Una cosa era desear a Izumi, sentirse embelesado por su belleza, pero ¿Pensar en hacerle explícitamente el amor?, ¿Pensar en cómo se sentiría?, ¿Qué clase de hombre era? El semidios se apoyó en sus brazos para no aplastar a la wiccan debajo suyo, buscando su mirada con inevitable vergüenza, esperando ver alguna señal de molestia en los pozos ónix de Izumi, pero ella nuevamente lo sorprendió al esbozar una radiante sonrisa, acunando su rostro entre sus manos y halándolo hacia sí para compartir un nuevo beso, no apasionadamente desenfrenado como los anteriores, sino tierno, Itachi lo sintió ante el roce de sus labios y como estos se deslizaron para besar sus mejillas, la punta de su nariz y sus párpados. Itachi podía creer ser todo lo soez y maleducado que quisiera, pero en su época lo que ambos acababan de hacer era perfectamente normal y ella sonrió emocionada ante cada nuevo avance, atesorando cada exterior, entrelazando sus manos con las del semidios y guiándola hacia sus pechos y que este amasó, meditabundo al principio, pero luego con mayor confianza, profundizando el beso que los unía, mas no con lujuria, ambos no podían pasársela encerrados en esa habitación sin importar cuanto lo desearan, mas permanecer abrazados no los obligaba a nada y ambos no dudaron en sonreírse con complicidad. Los minutos juntos podían convertirse en una eternidad…
Había transcurrido un largo tiempo desde la última vez que Izumi había asistido a misa, no se consideraba a sí misma atea, pero se había distanciado de los estereotipos de la religión hacía mucho tiempo, la última vez que había asistido a la iglesia había sido a los doce años, por un lado porque casi nunca tenía tiempo para acudir a una iglesia—mas ahora en el siglo XVI, aunque técnicamente debería estar más cerca de la religión con el contexto en que se hallaba—y en segundo lugar porque creía que había mejores formas de tener a Dios presente en el corazón que asistiendo a un templo religioso. Sentada casi en primera fila, Izumi vestía un sencillo suéter color hueso de mangas ceñidas a las muñecas, con cuello de tortuga, jeans azul oscuro, cortos botines color miel a juego con su cinturón, y su largo cabello castaño caía en ordenadas ondas sobre sus hombros y tras su espalda, teniendo las manos ceremonialmente cruzadas sobre su regazo, aunque más de una vez había sentido la tentación de alargar una de estas hacia Itachi, quien estaba asombrosamente sentado a su lado. Asombrosamente, porque no había que olvidar que Itachi era un semidios, él estaba más cerca que la mayoría del cielo y lo que sea que existiera, al menos a ojos de la wiccan, y sin embargo este asistió a misa con profundo respeto, sentado a su lado y concentrado en la ceremonia como cualquiera de los presentes, haciendo que Izumi estuviera pensativa, tratando de analizar lo que sea que rondara por su mente y finalmente regresando su atención al sermón de Naruto:
—Guarda en tu mano derecha las almas de los reyes, bendice a nuestros hijos, no dejen que sucumban ante la tentación, protege a los hermanos, guíalos bien y escucha nuestras suplicas— finalizó el Uzumaki, realizando la señal de la cruz y como no dudaron en hacer todos los presentes.
Puede que no fuera religioso ni creyente en lo mismo que todos los demás humanos presentes—una parte de él no era humano después de todo—, pero Itachi no pudo evitar esbozar una discreta sonrisa ladina ante el sermón de Naruto, realizando la señal de la cruz; casi había sentido que el sermón estaba dirigido a él, en especial con esa frase de "no sucumbir ante la tentación" y que lo hizo recordar inevitablemente lo que Izumi y él habían estado haciendo la noche anterior, algo "profano" como ella había dicho y fue todo un reto no reír de solo pensarlo. La verdad es que, si su fallecida madre lo viera, se escandalizaría, él estaba violando todas las normas de conducta de su época por tan hermosa mujer que lo seducía con su sola presencia, pero cada vez que el azabache se decía que lo que estaba haciendo estaba mal, se recordaba la serie de sus sentimientos por Izumi, la amaba y solo estaba sobrevivir al enfrentamiento con Orochimaru para pedirle formalmente que se convirtiera en su esposa, porque era un hecho para él…solo esperaba que ella aceptara. Naruto fue el primero en abandonar la iglesia, con gran parte de los presentes detrás de él, algunos para pedir confesarse, otros para hablar simplemente, pero permitieron que Izumi y él se encontraban a solas al interior de la iglesia, ella aún sentada en la banca y observando el imponente crucifijo por sobre el altar, atrayendo hacia su regazo su abrigo color miel—como su cinturón y zapatos—y que debería colocarse antes de salir, pues el clima estaba siendo cada vez más fresco y la nieve continuaba cayendo, prueba de que el invierno se había asentado.
—Asististe a misa, eso es una novedad para ti— celebró Izumi, rompiendo con el silencio.
—No es que no crea en Dios, simplemente creo que él querría que hiciéramos cosas más productivas que adorarlo cada domingo— aclaró Itachi, al fin y al cabo sabía que Dios existía, era el creador de todo incluyendo los dioses menores que regían el mundo.
—Buen punto— asintió la wiccan, completamente de acuerdo. —Hacía mucho que no acudía a misa. —Siempre me resulta relajante, pero no lo hago porque también pienso que hay cosas mejores— admitió con un suspiro de alivio. —Suena herético en esta época, pero una vez leí un evangelio apócrifo que define muy bien mi sentir— aludió, imaginando como la juzgaría la mayoría de creyentes de saberlo.
—¿Apócrifo?— repitió el semidios, para nada familiarizado con aquella palabra.
—Algo que la Iglesia no considera legítimo— resumió ella, viendo al semidios asentir. —"El reino de Dios está dentro de ti y todo alrededor tuyo, no en edificios de madera o piedra. Corta un trozo de madera y ahí estoy, alza una piedra y me encontraras"— recitó, pues recordaba muy bien aquel evangelio.
Estaban en el siglo XVI, la Inquisición continuaría vigente por las próximas décadas en el continente en que se hallaban, persiguiendo a quienes no creyeran en Dios como dictaban los dogmas de la fe, el Concilio de Nicea había decretado que era dogma y que era herejía; Izumi no creía en nada de ello, ella estaba convencida de que se podía creer en Dios o en lo que quisiera a su propio modo y sin perjudicar a otros, ella misma era una contradicción por ser cristiana y al mismo tiempo practicar la magia blanca como wiccan que era, lo que la hacía ver como pagana a ojos de terceros menos entendidos, ¿Y qué importaba? Sus raíces eran griegas, debería de ser ortodoxa, mas disfrutaba de ser tan extraña como era. No por primera vez, Itachi se encontró cavilando profundamente por las palabras que salían de los labios de Izumi, ella solo necesitaba hablar y él se encontraba constantemente fascinado, aprendiendo cosas que jamás había imaginado como ahora, ¿Qué era enamorarse de una belleza vacía? Itachi no lo sabía, si se había sentido atraído por Toka en el pasado, pero porque ambos se sentían como parías en el mundo en que vivían, no tanto por su aspecto general; con Izumi, se había sentido maravillado por su fuerza interior, su corazón noble, su inteligencia y en última instancia por su belleza de largos cabellos castaños ondulado y sus brillantes ojos negros, con aquel lugar atrayéndolo en su mejilla. Mas, no podía quedarse observándola por el resto de la vida, ella merecía escuchar una respuesta luego de presentarle tan maravillosa visión.
—Es profundo, da que pensar— consideró Itachi en voz alta, —y como dices, muchos lo considerarían herético— añadió, mas no culpándola, sino que esbozando una sonrisa.
—Mi culpa, soy revolucionaria— asintió Izumi, riendo al recordar que tenía el Manifiesto Comunista en su librero. —Lo detonaron a golpes unas monjas— añadió en voz baja a modo de broma.
Que tuviera "El Manifiesto Comunista" en su librero no era meramente por fetiches históricos—tenía todos sus libros organizados por época y contexto histórico, en el caso de ser novelas—, creía en ideas socialistas y que beneficiarán a quienes más necesitaban ayuda, y quizás se había distanciado de la religión porque su escuela de la infancia había sido un colegio católico y donde había monjas que habían intentado disciplinarla en vano, pues ella no tenía un espíritu que pudiera moldearse o someterse, ese era su sello personal. La Uchiwa se levantó de su asiento por fin, extendiendo su abrigo y que no tardó en colocarse o eso intento, congelándose y esbozando una sonrisa cuando sintió a Itachi ayudándola, acomodándole las mangas y acomodándole el cuello, los hombros y finalmente el cabello, siendo muy cuidadoso en cada una de sus acciones hasta que ella volvió la mirada por sobre su hombro, entrelazándola con la suya. Estaban en el siglo XVI, no en el laxo siglo XXI de que Izumi provenía, ser vistos juntos y teniendo un comportamiento íntimo como tomarse de la mano era demasiado, en especial teniendo una relación no oficial, por lo que Itachi únicamente ofreció su brazo a Izumi, que no dudo en sujetarse de este con una ligera sonrisa, amoldándose a lo que podían mostrar de su relación, mas ambos diciéndose que ya tendrían toda la libertad que anhelaban para amarse sin que nadie los reprendiera cuando partieran al siglo XX, porque necesitaban prepararse para continuar con su viaje cuando pasaran las fiestas.
Mas, también necesitaban cambiar drásticamente de aire.
—¡Si flota!— gritó emocionado uno de los niños, sonriente ante lo que veía.
—Les dije que lo haría— asintió Neji con una ligera sonrisa para los infantes.
—Gracias, señor Neji— agradeció una niña a su lado, abrazándolo afectuosamente.
No tener las voces atormentándolo liberaba profundamente a Neji, que en ese momento se hallaba rodeado de un grupo de niños de la villa, ayudándolos a armar un pequeño bote hecho de trozos de corteza de árbol y hojas unidas a lianas, dando instrucciones muy claras y disfrutando de ayudar a los niños, sosteniendo el pequeño bote entre sus manos y acercándose a la orilla con los niños siguiéndolo, dejando este sobre la suave corriente del río al mismo tiempo en que los niños y niñas soplaban ligeramente para impulsar el pequeño bote, todos riendo de júbilo. Era solo un juego, uno de tantos que ya había jugado en la villa de sicarios en que había crecido, siempre preocupándose de los niños más pequeños, así había cuidado de su propia hermana ligeramente menor que él desde que tenía memoria, mas se sentía infinitamente bien volver a ser libre, sonriendo al encontrar su mirada con la de los niños. Hinata observó todo desde los árboles, y su hermano no tardó en verla y acercarse; la Hyuga portaba un vestido color durazno, con el centro del corpiño de un tono ligeramente más claro, y las mangas así como la falda inferior, repleto de detalles de encaje en forma de copos de nieve en las muñecas de un tono más oscuro, en los lados del corpiño y la falda superior abierta bajo el vientre, y llevaba encima una capa corta de la misma tela, de cuello alto y cerrado, con su largo cabello azul oscuro recogido tras su nuca para despejar su rostro y haciendo destacar la diadema en forma de hilos dorados y pendientes en forma de lagrima a juego.
—Lo disfrutas— obvió Hinata con su mayor sonrisa, orgullosa de su hermano mayor.
—Son niños muy dulces— desestimó Neji, no creyendo merecer elogió alguno. —Es extraño, estar rodeado de tantas personas por tanto tiempo y no ser usado para eliminar o traer muerte, socializar era un placer que había olvidado que existía— se lo había dicho a Sakura, pero no dejaba de pensar en ello. —Lo siento— añadió al sentir la atención de su hermana sobre sí y no queriendo incomodarla.
—No, estamos juntos— protestó la peliazul, entrelazando una de sus manos con la suya, —quiero que estés feliz y eso implica hablar, mucho— obvió con una sonrisa y que también hizo sonreír a su hermano.
—A veces creo que ser un guerrero es mi destino, pero otras veces no tengo idea— admitió el pelicastaño, aun procesando todo lo que estaba pasando.
—Pensaba lo mismo cuando me uní a Itachi, Izumi y Naruto— respaldó ella, comprendiendo su sentir. —Buscaba señales antes de conocerlos, pero aprendí que escribimos nuestro destino, de otro modo no estaríamos condenados al infierno o bendecidos por poder ir al cielo— y no le importaba a donde fuera, solo vivir el ahora.
—Te has vuelto una filosofa— apreció él, sorprendido por su labia. —Supongo que es consecuencia de estar prometida a un fraile— comentó para sorpresa de Hinata.
El inmediato impulso de Hinata fue asentir, con las manos cruzadas sobre su vientre, no era ninguna mentira que en ocasiones Naruto le contagiaba su labia y bagaje intelectual, no eran pocas las veces en que ambos se sentaban bajo los árboles a hablar de lo que fuera y ella sentía que podría escucharlo por horas, sabiendo de temas con los que ella solamente podría soñar...sin embargo, reflexiva y relajada como estaba pensando en ello, Hinata no tardó en darse cuenta de las palabras de Neji y el hecho de que su hermano no sabía de su relación con Naruto, ¿Entonces cómo...? La peliazul no tuvo como protestar, pues Neji la observó con una sonrisa de ligera superioridad y cruzando los brazos por sobre su pecho. Su inocente hermanita podía ser tan discreta como quisiera, pero Neji debía enterarse de todo, no como antiguo subordinado de Orochimaru, sino porque conocía a Hinata lo suficiente para ver cuándo es que a ella le interesaba algo o alguien, y las miradas que ella le dirigía a Naruto solo tenían una explicación, mas el Hyuga no podía mentir, había tratado de convencerse de que solo eran amigos, pero el tiempo transcurrido y las interacciones que había visto le habían dado la respuesta. La sonrisa en el rostro de Neji solo creció cuando su hermana bajo la mirada y, con las manos aún cruzadas, se mostró insegura a la par que nerviosa, como si temiera que él pensara mal de ella, , pero en ninguna situación él podría pensar mal de su hermanita, mas cuando Naruto solo había probado ser un perfecto caballero desde que lo conocía.
—¿Cómo lo sabes?— preguntó Hinata tras un prolongadísimo silencio.
—Acabas de confirmármelo, y porque pese a no tener una sortija, siempre estás muy cerca de él— contestó Neji, tomándola por sorpresa y lo sabía. —Además, soy tu hermano, sería tonto si no me diera cuenta que estás enamorada de él— obvió, acercándose más a su hermana y entrelazando sus manos entre las suyas. —Tienes la misma mirada que Izumi cuando ve a Itachi y él a ella— no sabía del amor, pero no necesitaba ser un genio para saber que su hermanita estaba enamorada.
—Iba a decírtelo…— intentó defender la peliazul, inevitablemente avergonzada.
—No tienes que explicarme nada— acalló el pelicastaño, respetando su elección. —Eres mi hermana, todo lo que quiero es que seas feliz— aseguró, sosegando sus inquietudes y viéndola sonreír. —Pero, si no es digno, no me arrepentiré de degollarlo— añadió, siendo su deber de hermano mayor.
—No cambias— río ella, no sabiendo si sentirse conmovida o divertida.
Era una mentira a medias, lo último que Neji deseaba era tener alguna razón para discutir o enfrentarse a los amigos de su hermana, ya le tenía un profundo afecto a Izumi por todo cuanto había hecho por él, también respetaba a Itachi que le había impedido dañar a Sakura, a Konohamaru que era tan divertido pese a conocerlo en fechas recientes, y por último estaba Naruto de quien no tenía tan siquiera una sola queja, pues este había sido muy amable con él...pero, su hermanita siempre sería su hermanita, y si por alguna razón él se enteraba que su hermana sufría o lloraba por su causa, nada lo detendría de perseguir al fraile alrededor del mundo hasta estrangularlo. Era una broma, Hinata lo sabía y no dudo en reír ante la sola idea de Naruto corriendo de su hermano mayor, su hermano con corazón de oro y que podía ser muy sobreprotector cuando se lo proponía, , lo que la hizo acercarse a él y envolver sus brazos alrededor de su torso en un abrazo, sintiendo los brazos de su hermano envolverla, inclinándose para besarla en la frente, haciéndola sentir a salvo y protegida como ella tanto necesitaba…ambos lo necesitaban profundamente, ya habían soportado demasiado. Hinata esbozó una sonrisa al recordar lo que Izumi le había dicho una vez; aunque todo pareciera perdido, se debía continuar caminando y tener esperanza—aun cuando todo pudiera parecer perdido, debían vivir el ahora, el mañana era incierto y lleno de temor, de oscuridad, pero el presente solo era lo que ellos quisieran que fuera, e Hinata se aferró a ello con todas sus fuerzas…
El ambiente había cambiado ligeramente y fue un alivió que Izumi hubiera decidido colocarse el abrigo antes de abandonar la iglesia, sonriendo como una niña y alzando sus manos al cielo para atrapar los copos de nieve que estaban cayendo, dejando que Itachi la guiará hacia el hogar de lady Tsunade para tomar sus pertenencias, queriendo regresar a su época, pasar tiempo con su familia, recuperar algo de su vida normal con las clases, posiblemente tras pasar navidad y luego año nuevo. No era la primera vez que veía la nieve caer, en esa época del año era perfectamente normal y los niños que corrían por las calles lo demostraban, más abrigados, pero jugando y maravillándose como ella recordaba haber hecho de niña; recordó cuando su padre la hacía salir la noche de navidad antes de abrir los regalos, cuando ella intentaba atrapar copos de nieve con la lengua, y ahora tuvo el impulso de hacerlo, para divertimento de Itachi que río a su lado. Sin embargo, no solo niños llenaban las calles, también hombres y jóvenes de a pie cuyo hedor a alcohol era evidente desde lejos, y ya había varios junto al bar….mas a la wiccan no pudo evitar hacerle ruido—si, en su época había personas que bebían a esa hora del día, pero por problemas con el alcohol—, no tanto así a Itachi, quien caminaba a su lado y solo parecía tener ojos para su semblante, que a él le resultaba angelical ante el claro color de su suéter o sus largos rizos castaños que caían sobre sus hombros y eran decorados por pequeños copos de nieve como los que parecían bailar a su alrededor, ¿Cómo es que parecía hacerse más hermosa cada vez que la veía?
—Es algo temprano para que estén tan alegres los parroquianos— comentó Izumi en voz baja, volviendo el rostro hacia el semidios.
—Es época de fiesta, todos están felices— sosegó Itachi con una inevitable sonrisa ladina.
Si, normalmente era extraño que las personas bebieran en ese momento del día, mas tras haber abandonado la misa hacía menos de una hora, pero no en ese momento del mes, sería navidad dentro de un par de días y las personas siempre alegaban tener una razón para celebrar, la hubiera realmente o no, eso no importaba, y aunque tuviera muchas críticas que efectuar a la raza humana, en ese momento Itachi prefirió no decir nada. Se veía tentado a preguntarle a Izumi donde pasaría la vida, sería su primera navidad juntos, él no recordaba haber celebrado esa festividad desde que había perdido a su madre en la infancia…pero, el semidios desechó su pregunta nada más formularla en su mente, Izumi estaba con él, Naruto, Hinata, Konohamaru, Hina y todos los demás todo el tiempo, merecía poder estar con su familia, y él sabía que lo arrastraría a la celebración, ante lo que no tardó en sentirse a gusto, manteniendo la sonrisa ladina que se había adueñado de su rostro. Como si leyeran su mente, cuanto más se acercaban Izumi y él a la aldea, Itachi más distinguió a Naruto, Hinata, Konohamaru, Hina y Neji aguardando por ellos en el umbral que separaba la villa del bosque, claramente Tsunade continuaba ocupada con sus deberes de wiccan y no estaba ahí para despedir a Izumi, mas no hacía falta, conociendo a la wiccan como la conocía, el semidios estaba convencido de que ella encontraría como regresar para formar parte de las festividades, teniendo siempre—aparentemente—un pie en ambos mundo, no pudiendo elegir todo de uno ni de otro.
—Izumi— sonrió Hinata, corriendo a abrazar a su amiga tan pronto estuvo a su alcance.
—Solo me iré por un par de días, dos cuando mucho— aseguró Izumi, correspondiendo al abrazo, —volveré apenas pueda, y si sucede algo solo tienen que…— prometió, al fin y al cabo, el pozo dejaba pasar a cualquiera.
—Izumi— interrumpió Neji al mismo tiempo en que su hermana rompía el abrazo. —Has hecho demasiado, por todos nosotros, te mereces un respiro— aclaró, intercambiando una mirada con el semidios, como si le impusiera distraerla.
—Yo me asegurare de eso— aseguró Itachi, hasta entonces en completo silencio.
—Sí, pero siento que no basta— suspiró la wiccan, intercambiando una mirada con sus amigos. —Ojalá pudiera hacer más— quizás un día podría, pero en el presente no.
—Quizás un día— sosegó Naruto, situando una de sus manos sobre su hombro. —Eres joven, pero el poder en tu interior es inmenso, solo necesitas aprender cómo controlarlo— lady Tsunade así lo había afirmado.
—Trataré de estudiar en casa, no me quedaré rezagada— se comprometió Izumi con una sonrisa, mas siendo completamente honesta.
—Lo sabemos, te conocemos— obvió el fraile, al mismo tiempo que el semidios le dirigió una mirada seria a la pelicastaña, como sí la disuadiera de esforzarse…o eso intentó. —Descansa— impuso con una mirada muy seria.
—Hasta pronto— se despidió la wiccan, recibiendo un efusivo abrazo de Konohamaru.
Cargando con el bolso de la wiccan, cargado con sus pertenencias más pesadas—Izumi siempre le consultaba si no le molestaba el peso, mas el semidios esperaba que luego de su prueba de fuerza la noche anterior, ella tuviera en claro que no debía juzgarlo igual que al resto de los humanos que conocía—, Itachi siguió los pasos de Izumi, intercambiando miradas con sus amigos a modo de despedida, golpeándole amistosamente el hombro a Neji y deseando que estuviera bien, ante lo que el chico le sonrió y asintió en silencio como si le prometiera que lo estaría, lo que el semidios esperaba, continuando con su camino tranquilamente y siguiendo los pasos de Izumi, prometiendo distraerla de cualquier preocupación tan pronto estuvieran en su época, pues ella más que nadie merecía un descanso. El grupo de amigos observó la partida de la wiccan y el semidios, observándose entre sí, la sicaria abrazándose a sí misma para mantener el calor gracias al abrigo de piel que la cubría, siendo acercada ligeramente hacia si—pues la tomó de la mano, no atreviéndose a más con Neji presentes—al entrelazar su mano con la suya; Neji notó todo el intercambio, pero fue bueno pretendiendo que no había visto nada, alargando una de sus manos y revolviendo juguetonamente el cabello a Konohamaru, indicándole que lo siguiera y como el pequeño Garuda no dudo en hacer, al igual que Hina y que se trepó a sus hombros. Todos necesitaban regresar a su vida de antes, normal—lo normal estaba sobrevalorado—o lo que fuera, pero necesitaban recuperar fuerzas antes de decidirse a partir en busca de más fragmentos.
Todos debían sentarse y respirar un poco.
Siempre era un tanto triste marcharse, Izumi pasaba tantos días en el siglo XVI—últimamente se sentía más como su vida que su verdadera vida en el siglo XX—que en ocasiones era difícil separar su vida actual de la de antes, se había encariñado profundamente con todas las personas de la villa, de los niños tan dulces, de las mujeres que siempre eran tan amables con ella, de los hombres con aquellos modales olvidados en su propio tiempo, de lady Tsunade que era una figura tan amable a la par que protectora con ella, de Naruto, Hinata, Hina y Konohamaru, ahora también de Neji…Siempre se había considerado aburrida, no era el tipo de chica que iba a fiestas, sino que estudiaba, pero amaba a sus amigas en su propio tiempo, mas extrañaba aún más a los nuevos amigos que había hecho en el camino. ¿Eso siempre había estado destinado a ocurrir? Caminando junto a Izumi, cargando voluntariamente con su bolso mientras ella llevaba su mochila, Itachi prestó atención a su semblante, pudiendo distinguir perfectamente como su ceño se fruncía ligeramente, prueba que estaba pensando, mas también como sus ojos estaban desenfocados, su cuerpo estaba ahí con él, pero su mente se hallaba muy lejos, lo que lo hizo preocuparse e interesarse a partes iguales, alargando una de sus manos para situarla sobre el hombro de ella y que sonrió al regresar al frente; Itachi siempre se preocupaba por ella, porque esperaba que su mente no la llevara a derroteros donde él no podía llegar, porque esperaba que no se torturase mentalmente por aquello que escapaba de su autocontrol como siempre parecía hacer, y que la hacía tan especial.
—¿En qué piensas?— consultó Itachi finalmente, deseando poder leer su mente.
—El destino es cruel, lo único que nos provoca es dolor y tristeza por lo que no podemos cambiar, así lo veo— meditó Izumi en voz alta, acomodándose el cabello y que meció el viento. —Pero si es el camino que nos espera, no podemos cambiarlo— el destino estaba escrito, al menos la mayor parte.
—A veces me pregunto si el destino se olvidó de mí— difirió el semidios, igualmente pensativo. —He estado libre de dolor últimamente, pero no me quejo por ello— estar libre de dolor no era lo mismo que ser feliz. —Tal vez el dolor es nuestra elección, no nuestro destino— así había pensado en el pasado.
Así había pensado hasta antes de conocerla por lo menos, a veces sentía como si los dioses superiores del mundo—mas, debajo de Dios—estuvieran ensañados con él, lo habían hecho sufrir mucho, le habían impedido encontrar su propio lugar en el mundo y que era lo mínimo que otros seres tenían, mas él no…Pero, como había dicho, así había pensado anteriormente, porque desde que Izumi había llegado a su vida, él había entendido que había un propósito para él en el mundo, aunque a veces continuará resultándole inverosímil que ello involucrara a una chica de casi diecisiete años, con rostro angelical, corazón puro y que provenía de quinientos años en el futuro, ¿Quién escribía el destino? Al semidios no le importaba, solo estar con Izumi, junto a quien se detuvo al llegar al pozo, ambos observándolo un instante antes de voltear a verse el uno al otro. No por primera vez, Itachi pensó en dejar el bolso que cargaba en el suelo y arrodillarse para pedir la mano de Izumi, ahí mismo, la conocía lo suficiente y deseaba seguir conociéndola, la amaba y era completamente suyo, tenía el anillo consigo en ese preciso momento, siempre lo llevaba…pero, no era el momento, Izumi provenía del siglo XX, aún no era mayor de edad para las normas de su propio tiempo, ni siquiera había terminado de estudiar qué era lo que tanto le apasionaba, ¿Con qué derecho él iba a forzarla a la vida de una mera esposa? Aunque jamás sería eso para ella, sería su compañera y amiga, ambos serían iguales, ambos se tendrían el uno al otro y jamás estarían solos…Le tentación era inmensa y él la amaba demasiado, luchando consigo mismo.
—¿Qué piensas ahora?— inquirió Izumi ante el semblante pensativo del semidios.
—Que quiero liberarme de ese dolor, que tú eres mi destino— contestó Itachi, acallando su impulso de pedirle matrimonio. —Y que necesitamos un cambio de ambiente— añadió leyéndole el pensamiento, lo supo al verla sonreír. —Las damas primero— señaló, invitándola a cruzar primero por el pozo.
—Primero los mayores— difirió la wiccan, siguiéndole la corriente.
—Niña insolente— bufó el semidios, entornando los ojos ante su broma.
Pasar tanto tiempo juntos, buscando los fragmentos, coqueteando, estando juntos muchas veces al día y amándose a veces los llevaba a olvidar o más bien ignorar la diferencia de edad entre ambos; Izumi tenía dieciséis—cumpliría diecisiete en varios meses—e Itachi tenía veinte años, pero los había tenido por cincuenta años debido al tiempo que había pasado sellado, y además él provenía del siglo XVI y ella del siglo XXI, por lo que los separaban quinientos años de existencia, no tenían en lo absoluto una relación típica ni normal, pero ¿A quién le importaba eso? Existían relaciones mucho más dispares, y la suya se basaba en el amor, el semidos se lo recordó al ver el angelical semblante de la wiccan. Cargando el bolso de la wiccan, Itachi subió al pozo y saltó al interior ágilmente, desapareciendo en un destello de luz y que hizo a Izumi entonar los ojos, pues este podía ser muy pedante y molesto cuando se lo proponía, pero a ella le agradaba poder ver ese lado de él y que—hasta donde sabia—él nunca había mostrado a nadie más, acomodando su mochila sobre su hombro y dando una última mirada al claro en que se hallaba, rememorando cada detalle y que sabría no podría ver cuando regresara a su época, inspirando aire profundamente y acercándose para sentarse en el borde del pozo, pasando lentamente sus piernas mientras se sujetaba del borde, dando una mirada a las oscuras profundidades en que Itachi había desaparecido y finalmente soltándose para caer, sabiendo que encontraría a Itachi del otro lado…
PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones serán "El Clan Uchiha", luego "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin", y por último "El Sentir de un Uchiha" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Inspiración & Especial de Navidad: Inicialmente y pese a tener claro el final para esta historia—y que subiré en Diciembre, probablemente último capitulo y epilogo juntos, pero no puedo afirmarlo aún—, no sabía bien que escribir, por lo que busque inspiración en mucho de lo que estaba viendo y ello coincidió con la serie "The Last Kingdom", por lo que muchas de las escenas están inspiradas en ella ya que retrata la edad media e imagino que ello tenía más relación con la América del siglo XVI que con Europa en si pese a estar relacionadas obviamente. La relación entre Itachi e Izumi seria u noviazgo según nuestros canones modernos, porque Itachi intenta adaptarse a su mundo, pero al mismo tiempo tiene fuertes elementos del siglo XVI, de ahí que Itachi tenga pensado casarse con ella, aunque no quiere proponérselo aún y ello coincide con las libertades sexuales que tienen, sin llegar a consumar nada aún. Podríamos decir, desde este momento, que comienza el cierre de Kóraka y con ello su especial de navidad, pues pretendo cerrar este arco con las celebraciones de navidad, de hecho, me apresuré bastante en actualizar por lo mismo. El siguiente arco se titulara "Kóraka: Luna Creciente" y se centrara más en Izumi y sus poderes, y nos presentará nuevos personajes y enemigos.
Estado de Actualizaciones: En este pequeño apartado procedo a explicar la situación de algunas historias que sé esperan actualice. El año que viene retomare "Más Que Nada En El Mundo", pues comenzaré a adaptar los meses previos al arco de Shippuden, es decir que los personajes serán mayores. Paralelamente Star Wars sigue sumando contenido, por lo que no sé si vuelva a actualizar "A Través de las Estrellas" durante Diciembre o hasta Enero del año que viene, pues quiero ponerme al día con el contenido y establecer el final definitivo de la historia, lo que también se aplica al universo de "Cazadores de Sombras" y el fic relacionado. Con respecto a "Lady Haruno: Flor de Cerezo", el 31 de Enero se estrenara una nueva película de lady Oscar, la obra original y quisiera verla para tener mayor contenido en que basarme, y espero que ustedes puedan comprenderlo; también, en Diciembre de estrena "Mufasa", el Live Action relacionado a "El Rey León" y ello involucrara a la descendencia de Simba & Nala, por lo que si no he actualizado "El Rey de Konoha" es por este contenido que quiero ver para aportar más a la trama. En cuanto a "Cenicienta de Tordesillas", volveré a actualizar el fic en Enero a más tardar, pues ya tengo el guion para los próximos capítulos y el desarrollo histórico del personaje.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
