"Creo que deberíamos volver dentro." Contestó Miyano dando por acabada su conversación.
"¿Qué pasa Miyano? ¿No me quieres contestar o acaso te da miedo que yo también te pueda llegar a gustar?" Preguntó algo molesto de sus evasivas.
Ella rodó los ojos resoplando y abrió la cristalera para volver a entrar al interior. Claro que lo veía atractivo y claro que era un hombre que podía llegar a gustarle, pero los cinco años podían pasar muy lentos si se sobrepasaban poniendo más piedras sobre el inestable tejado que formaba su matrimonio. Ya había sido difícil llegar a ese punto medio para no tirarse las cosas por la cabeza, los besos y la intimidad solo iban a conseguir complicar las cosas.
Shiho volvió a poner su falsa sonrisa en la cara notando como Shinichi no perdía su paso mientras se paseaba por el salón. Se sentía un poco incómoda y con un sabor de boca algo amargo con esa última conversación que habían tenido, así que decidió ignorar su mirada y alargó la mano para coger una copa de las que ofrecían los camareros antes de alejarse de esa zona para parar al lado de otra de las mesas.
"¿Escabulléndote del paraíso?" Escuchó preguntar a su lado.
Su perfume conocido le hizo reconocerlo antes de que necesitase girarse a mirarle. "¿También vienes a estas fiestas por trabajo, Furuya?" Preguntó girando su mirada para desafiarle antes de darle otro sorbo a su copa.
"Esta vez me han invitado." Sonrió acercando su copa a la suya.
"¿Por qué brindamos?"
"Deberíamos brindar por lo guapa que estás hoy." Contestó. chocando su copa con suavidad antes de beber sin dejar su mirada de ella.
"Idiota." Contestó rodando los ojos. Era un hombre halagador y no dudaba en que supiese hacer sonrojar a las mujeres, pero con ella no funcionaba de esa manera.
Rei le sonrió sin decir nada y ella siguió concentrada en su copa mientras visualizaba a Shinichi al otro lado del salón, observándola todavía de reojo mientras hablaba a la vez con Ran y el joven que la acompañaba. Esa pequeña punzada que sintió la hizo chasquear los dientes y desviar la cabeza para no mirarle.
Furuya, que era muy buen observador, rió levemente a la vez que acodaba el puño de su camisa. "Pareces celosa."
"No lo estoy." Contestó demasiado rápido, dejando la copa vacía sobre la mesa.
"Te estuve llamando la semana pasada." Comentó ignorando sus brazos cruzados.
"Lo sé." Contestó ella desafiándole con la mirada. No entendía que les pasaba a los hombres últimamente, pero solo conseguían empeorar su dolor de cabeza.
"Me partes el corazón." Exageró viendo como conseguía hacerle algo de gracia.
"Pierdes el tiempo, Furuya." Comentó inclinándose a él para robarle su copa de vino y darle un pequeño sorbo. "Tú y yo, no pegamos ni con cola."
"¿Y con él sí?" Contestó inclinándose un poco más a ella. "¿Con él haces la pareja perfecta?" Preguntó con cierta ironía.
"Tenemos que dejar de hablar de esto." Intentó frenarle.
Furuya cogió su copa de sus manos y observó el carmín que había dejado en ella antes de darle el último sorbo.
"Furuya, cuanto tiempo sin vernos." Intervino Shinichi acercándose a ellos, rodeando la cintura de su mujer para acercarla a él al ver como la mirada del rubio no paraba de recorrer ciertas partes de su cuerpo.
Ella le apartó el brazo pero Shinichi no se alejó. Notaba la mirada desafiante entre ellos y eso le molestaba, no era un trofeo por el que tenían que pelearse.
"Sí, ya ha pasado un tiempo." Contestó volviendo su mirada a la pelirroja. "Estaba felicitando a Shiho, parece ser que revoluciona todos los sitios a los que va." Dijo cogiendo su mano para darle un beso en ella. "Nos vemos en otro momento, pasad una buena noche." Se despidió haciendo que Shinichi apretase los dientes.
"¿Qué pretende este tipo?" Protestó mirando de mala manera como el rubio se dirigía al otro lado del salón. Siempre se había llevado bien con Furuya, pero ahora que se empeñaba a estar cerca de Shiho, parecía que su buena relación iba a volverse más tensa.
"Déjalo, ¿Por qué no nos vamos ya?" Propuso ya cansada de esa fiesta.
Kudo asintió y entrelazó su mano con la suya mientras se dirigían a la salida. Si en algo no había problemas entre ellos dos, era en decidir a que hora se marchaban de los sitios.
"Shinichi, ¿Ya te vas?" Escuchó que le preguntaban cuando ya estaban cruzando el umbral hacia el exterior.
Shinichi apretó el agarre de su mano mientras se giraba a mirar a Ran, que los miraba con curiosidad mientras su pareja hablaba cerca de ella con uno de los invitados que no conocía.
Shiho puso una mano sobre su pecho al ver que no decía nada y notó su pulso acelerado. Él volvió a la tierra cuando notó la mano de la pelirroja y alzó la mano libre para ponerla sobre la suya, Miyano siempre tenía las manos frías.
"Nos vamos a casa." Habló finalmente. "Me ha gustado veros, nos vemos otro día."
Ran asintió desviando la mirada hacia la pelirroja y Shinichi reanudó el paso apartando la tentación de girarse para mirarla una vez más.
La vuelta a casa fue más silenciosa de lo que a él le gustaría, podía sentir la incomodidad que seguía entre ellos después de la última conversación que había tenido. Heiji tenía razón cuando le decía que se le daba muy mal hablar con las mujeres, pero Shinichi nunca acababa de entender que hacía mal. Shiho estaba sentada en el asiento copiloto, evitando su mirada de una manera que le molestaba.
Encendió la radio para intentar cambiar un poco el ambiente. No sabía si había sido una decisión acertada compartir abiertamente su esporádica atracción física con ella, pero su lengua había tenido el impulso de soltarlo y ahora tenía que apechugar con ello, no podía hacer ver que no había dicho nada ni echarse para atrás. Tampoco era algo preocupante ni se trataba de un sentimiento desgarrador, simplemente llegó a pensar que podría haberle pedido una cita perfectamente si no se conociesen, si no estuviesen en esa situación.
Aparcó el coche dentro de la mansión y encendió la luz del pasillo cuando abrió la puerta. "Espera." La frenó antes de que se quitase los tacones y desapareciese de su vista escaleras arriba. "No pretendía incomodarte."
Ella asintió y respiró hondo pensando antes de contestar. "Es que no lo entiendo, Kudo. ¿Qué se supone que te gusta de todas esas cosas que hace tan poco odiabas a rabiar?" Preguntó sin poder callarse más. "¿Qué ha cambiado?"
Él sonrió soltando su brazo, analizando unos segundos sus palabras antes de contestar. "Pues una de las cosas, aunque parezca extraña, es tu mal humor. Le estoy empezando a encontrar su gracia."
Ella se quedó callada sin saber bien que decirle, no le gustaba que la dejasen en blanco y él parecía que tenía más que decir esa noche que de costumbre.
"Mira Miyano, sé que te causo rechazo, simplemente quería que supieras que mis ojos te ven de otra manera a cuando nos conocimos. Somos adultos y el anillo de nuestros dedos dice que estamos casados, así que como dijiste hace tiempo, al menos tengamos la decencia de decirnos las cosas a la cara." Dijo intentando explicarse de la mejor manera. Tenía que ganar madurez con las experiencias, si no no servían de nada.
"No es que me causes rechazo, no tendría problema en buscar algo contigo en otra situación, pero no me apetece ser la muñeca con la que te desahogas porque no puedes estar con tu novia." Contestó cruzando los brazos.
"Entonces, ¿tú también has tenido ganas de besarme?" Preguntó con curiosidad y miedo.
"¿Quieres escucharme decirlo?" Preguntó con cierta vergüenza al verlo más atrevido que de costumbre. "Vamos, que lo que sucede es que quieres que todas las chicas de tu alrededor se mueran de amor por ti." Dijo separándose de él para subir a la planta de arriba antes que él. "Eres un egocéntrico y un creído."
"No hablo de todas las chicas." Contestó rodando los ojos mientras la seguía por las escaleras. "Hablo de la persona con la que se supone que estoy casado, la única con la que voy a tener que convivir estos cinco años." Comentó cogiendo su mano para acariciar el dedo donde adornaba su anillo.
Ella estaba confusa y no entendía sus cambios de opinión tan bipolares que tenía últimamente. Se había pasado los últimos meses intentando adaptarse a su vida sin invadirla a la vez que tenía que hacer todo el esfuerzo por aparentar ser la pareja más enamorada frente a todos los demás cuando aparecían las cámaras. Estaba segura de que acabaría perdiendo la cabeza a este ritmo. "Déjalo, esto solo lo haces por Ran." Contestó recordando las reacciones que había tenido la pareja al verse durante la fiesta.
Ran.
Apareció de nuevo en su cabeza como un flash y sus manos se separaron de ella a la vez que una sensación de mierda le aplastaba el pecho. Se sentía un cerdo al querer acercarse a otra mujer cuando su corazón recordaba inconscientemente a su amante, pero Ran y él no estaban juntos, nunca lo habían estado formalmente y la única persona con la que tenía un compromiso en ese momento, era la mujer con la que compartía la habitación principal de la casa.
"Voy a ducharme antes de acostarme." Dijo ella acabando con la conversación, entrando en la habitación y dando un portazo detrás de ella.
Shinichi resopló derrotado, era imposible. Era cierto que le llegaba a gustar, pero al igual que le hacía las cosas muy fácil cara al público, todo era completamente distinto en la intimidad, cuando las cosas se volvían reales. Se desabrochó la corbata suspirando cansado y bajó a la planta baja para servirse una última copa que repentinamente necesitaba.
Se quitó la americana mientras buscaba el vino en el estante y descorchó la botella para llenar la copa mientras escuchaba el agua correr por las cañerías. Se bebió la copa en dos grandes sorbos y esperó el tiempo suficiente para saber que la encontraría dormida cuando volviese a la habitación.
Entró en el baño esperando a cerrar la puerta para encender la luz y se dio una ducha rápida intentando no hacer ruido para despertarla. El agua fría no le ayudó mucho a desprenderse del alcohol que había tragado toda la noche, pero sí que apartó la tensión de los músculos de su cuerpo.
A la vuelta, caminó hacia la cama a oscuras, estirándose en su lado con el cuidado de no acercarse demasiado, con cuidado de no invadir ese espacio que no solían compartir. Ella le daba la espalda, así que se quedó mirando el techo intentando pensar mientras la escuchaba respirar lentamente.
No sabía cuanto tiempo había pasado, sentía cansancio en cada músculo de su cuerpo, pero su cabeza seguía dándole vueltas y negándole el sueño, no hacía más que dar vueltas de un lado a otro mientras sus preocupaciones lo torturaban. Ran, Shiho, Eisuke, sus padres...
Sus pensamientos frenaron cuando ella se giró para mirarle. "¿No puedes dormir?"
Shinichi se puso un poco tenso y se mordió el labio al notarla cerca. "¿Fingías que dormías o te acabas de despertar?" Preguntó de vuelta sin contestar a su pregunta.
"No hay quien duerma si no dejas de moverte de un lado a otro." Respondió con un tono algo somnoliento y los ojos cansados.
"Al menos no doy puñetazos mientras duermo como alguien que yo sé." Contestó cerrando la boca al notar que sonaba más molesto de lo que pretendía. "Lo siento, solo estaba pensando." Rectificó con un tono más suave al sentir que se había pasado.
Sus pesadillas no era algo de lo que sentía que pudiese bromear. Él también había tenido que aprender a convivir con ellas, y aunque la pelirroja parecía tener una técnica para que él no se despertarse la mayoría de veces, había ocasiones en las que no podía evitar gritar o alterarse. No era motivo de burla.
Ella se quedó mirándole sin decir nada y él se giró para quedar cara a cara. Podía ver su silueta a través de la oscuridad y el ligero brillo de sus ojos mirarle, el olor de su champú se mezcló con el olor a menta que él desprendía desde que había salido del baño. Shinichi se sonrojó cuando notó su cabeza inclinarse en su pecho y le acarició el pelo como acto reflejo. Estaban abrazados en la misma cama, pero esta vez, en vez de sentir nervios sintió tranquilidad.
"¿Pensabas en ella?" Preguntó Miyano con un tono tan bajo que no sabía con seguridad si lo había llegado a decir en voz alta.
Él quería decirle que no, pero sabía que no era cierto. "Solo me extraña verla con Eisuke." Explicó frunciendo el ceño. "No es un mal tipo, pero son tan diferentes...no veo en qué son compatibles…y sí, me molesta." Comentó casi resoplando. "¿Crees que lo hace para incomodarme?"
"¿Seguro que no lo confundes con celos?" Preguntó ella. "Ran es especial para ti, es una reacción normal después de verla con otro hombre."
"Simplemente estoy sorprendido." Contestó sin querer admitirlo. "Ella es libre de conocer a quien quiera. Nosotros también estamos juntos, conociéndonos." Admitió, reconociendo para si mismo que había sonado bastante celoso.
"¿Conociéndonos?" Preguntó rodando los ojos, aunque él no pudiese verle la cara, tragándose la risa irónica para no molestarle.
"Claro." Comentó más convencido que ella. "Puede que vayamos al revés del mundo, no te digo que no, pero tampoco creo que sea algo malo."
Ella se quedó escuchándole mientras escuchaba el latido de su corazón a través de su pecho, su respiración tranquila le hacía que volviese la pesadez a sus párpados y que de repente le costase mantenerse despierta.
Shinichi siguió acariciándole el pelo hasta que se quedó dormido sin darse cuenta, con la brisa nocturna atravesando la ventana mientras su pelo le hacía cosquillas sobre su pecho.
Sus pasos recorrieron el supermercado a la vez que se tapaba un bostezo con la mano y su cuerpo buscaba las cosas que necesitaba mientras su mente debatía en su interior. Había una extraña sensación agridulce que inundaba su cabeza, que por momentos le atormentaba y en otras ocasiones le hacía sonreír.
Todo era culpa de ella.
"Serán tres mil yenes." Dijo la cajera obligándole a dejar su mente a un lado para buscar entre su monedero. Entregó un par de billetes y ella ensanchó la sonrisa cuando él le comentó que se quedase el cambio, se dirigió a la puerta cargando una bolsa, abrió su paraguas antes de reanudar el camino a casa.
La lluvia de Mayo era un poco pesada, pero él seguía agradecido de la calidez de primavera que embadurnaba las calles, el verano tenía ganas de aparecer y los días lluviosos no se sentían tan grises. Se paró en un paso de cebra para mirar antes de cruzar y sus sentidos volvieron a desconectar para que su mente proseguiese en las profundidades de sus pensamientos. ¿Cómo podía un pacto de negocios poner tan patas arriba toda su vida? Estaba claro de que una boda no podía ser solo negocios. Ella tenía toda la culpa, se lo repetía una y otra vez.
Sí, él debía asumir que a veces se equivocaba y que sus instintos y pensamientos no siempre son los acertados, pero nadie le había dicho lo buena que era esa sensación que te llena el pecho cuando chocas con una inesperada sorpresa entre todos esos malos pensamientos. Miyano había sido una de ellas, y todavía le molestaba. Había aprendido mucho estos últimos seis meses, había incluso puesto su primera lavadora, se había acostumbrado a avisar todas las noches cuando iba a cenar en casa e incluso se le había enganchado esa tonta manía de dormir con la ventana medio abierta. Pero lo más chocante para él, era como había cambiado la manera en que sus ojos paraban en ella.
Su parte más clasista, antigua y arcaica le seguía recordando cada una de las cosas por las que no debía ni sonreírle, le hacía dudar y acallaba la mayoría de sus reacciones y palabras. Pero la otra parte, aunque fuese mucho más pequeña, era la que le dominaba últimamente, la que le decía que los pensamientos evolucionan, que está bien sentirse confuso y que era demasiado joven para anclarse a esas ideas. Había demasiadas cosas que no sabía a tanta profundidad como creía conocer y que todavía no era el sabio que ansiaba ser.
No la juzgaba si le llegaba a recriminar que vivía con un detective bipolar.
Sacó las llaves de su bolsillo para abrir la puerta cuando llegó y cerró el paraguas antes de entrar. Ella estaba limpiando, podía escuchar el ruido de la aspiradora y la musica al final del pasillo. Él se dirigió primero a la cocina para guardar las cosas y salió de nuevo al pasillo para ir tras ella. El sonido salía de la biblioteca, recordaba la melodía, no sabía bien si había escuchado esa canción por su padre o por su madre, pero todavía recordaba parte de la letra.
No era un gran fan de ese estilo de música, pero la voz de Louis Armstrong era demasiado peculiar como para olvidarla con facilidad.
Abrió la puerta buscando su silueta por la habitación, la aspiradora ahora estaba apoyada entre la silla y el escritorio y el plumero del polvo había caído al suelo. Dio un paso para entrar a la habitación y giró la cabeza hacia el otro sentido, encontrándola finalmente parada frente al viejo gramófono de su padre, sentada frente a todos esos vinilos que su padre solía reproducir una y otra vez cuando era pequeño.
Tenía la mirada baja y el ceño fruncido como si esa canción le recordase algo o incluso puede que a alguien. Shinichi se acercó un par de pasos sin querer molestarla, pero ella se sobresaltó al abrir los ojos y encontrárselo ahí. Se levantó del suelo con un pequeño sonrojo en la cara y aparó la aguja del vinilo para parar la música.
"Perdona, los he visto mientras limpiaba y me ha dado curiosidad." Se disculpó mordiéndose el labio algo nerviosa.
"Solo son un puñado de vinilos." Sonrió él negando con la cabeza. "Los puedes escuchar cuando quieras." Dijo poniéndose de cuclillas frente al montón de discos para ojearlos. "The Beatles, Louis Armstrong, Frank Sinatra, Queen... No creo que encuentres musica muy actual por aquí." Comentó observando que había más de los que recordaba.
"Eso no significa que no sean buenos." Respondió volviendo a agacharse.
"La verdad es que no tienes cara de que te guste mucho esta música." Comentó él observando uno de los vinilos de Jazz antes de mirarla de nuevo algo confuso.
"A mi hermana le gustaba mucho el rock clásico, conozco más canciones de las que pensaba reconocer." Sonrió recordando la banda sonora que siempre las acompañaba en esos cortos trayectos en coche o mientras tomaban un poco de café en su apartamento. "He de admitir que al principio era un género que me costaba entender, pero con todos esos recuerdos, le he cogido mucho cariño a todas sus canciones."
Shinichi miró el brillo de su cara cuando habló de su hermana, no necesitaba conocer mucho a Akemi para saber lo especial que era para ella. Sin embargo, pudo notar como el brillo se apagó ligeramente cuando sus dedos pararon en un vinilo de Blues en concreto.
"Frank Sinatra, Louis Armstrong, Ray Charles..." Comentó Shinichi sin saber como habían guardado tantos discos. "¿También aprecias esta música?"
"Quien apreciaba el Jazz era Gin." Comentó con un tono más bajo, sin embargo, esta vez no quiso compartir mucho más que eso.
Shinichi la miró con curiosidad, pero sabía que no era el momento de indagar. "¿Y a ti? ¿Hay algo por aquí que le interese a la señorita Miyano?"
Ella le miró con los ojos un poco abiertos por su pregunta y volvió su mirada a ese montón de vinilos para observarlos con más atención, apoyando un dedo en su barbilla como si así pudiese decidirse con más facilidad.
"Etta James, sin duda." Dijo sacando el vinilo del pilón. "Aquí solo tienes una recopilación de unas pocas canciones, aun así, esta mujer es espectacular." Comentó observando el disco.
Shinichi frunció ligeramente en ceño y le cogió el vinilo de las manos para ponerlo en el gramófono, intentando colocar la aguja con el mismo cuidado que había visto hacer a su padre.
Ella se sonrojó un poco cuando escuchó que la música empezaba, no le avergonzaba, pero aun así consideraba que la música podía llegar a ser algo íntimo para uno mismo.
"Es como volver a vivir en los años cincuenta." Sonrió él sorprendido de que esa melodía fuese tan agradable para sus oídos. Desde luego que podía reconocer una buena voz.
Ella le devolvió la sonrisa, tenía razón, era como retroceder en el tiempo, como si los problemas de la actualidad no existieran en esos dos minutos y medio, al menos el tiempo que duraba la canción.
"¿Vas a tomarte una copa?" Preguntó al verlo levantarse y ojear demasiado el botellero de su padre. "Todavía no hemos ni comido."
"¿No crees que el momento lo exige?" Preguntó él sacando un par de copas con toda la elegancia que pudo. Miyano rodó los ojos y rió ligeramente con su actuación, pero tampoco se negó cuando le acercó una de las copas que había servido. Cerró los ojos mientras daba el primer sorbo y saboreó el vino tan bien elegido.
"Ves como no ha sido una mala idea." Dijo al verla disfrutar del contenido.
Ella apoyó la cadera en el escritorio y cruzó los brazos sin soltar la copa y él se acercó a ella para quedarse justo a su lado.
Esa sensación agridulce volvía a tomar presencia. Esas ganas de acercarse y a la vez alejarse, ganas de tocarla y a la vez de apartarla. Una especie entre sudor frío y una calidez que abría cada uno de sus poros.
"¿Tienes algo que hacer esta tarde?" Preguntó Shinichi dejando la copa vacía a su lado.
"Bueno, quería adelantar unas cosas del laboratorio, pero me he dejado unos papeles en el despacho y no los puedo recuperar hasta mañana." Explicó acabando su copa más lentamente que él.
"Es domingo, ¿no deberíamos pensar en desconectar un poco?" Comentó rodando los ojos.
"Que sea domingo no significa que no tenga trabajo que hacer, además, ahí fuera no deja de llover y hace un día malísimo."
"Desde luego que estás hecha toda una pesimista." Protestó.
"Se me ha enganchado un poco la pereza después de estos meses a tu lado." Contraatacó ella.
"Pues cambia tu humor para esta tarde, porque tenemos planes." Comentó provocando la sorpresa y la confusión en su rostro.
"¿Planes?" Preguntó lentamente pensando interiormente si se había olvidado de alguno de los eventos que había programado la familia Kudo. "¿Qué tipo de planes?" Preguntó específicamente sin poder evitar fruncir el ceño.
Él volvió a rodar los ojos. "Deja de fruncir el ceño, es algo informal. No tiene nada que ver con mis padres."
Shiho todavía dudaba, pero decidió no poner más pegas y se puso a recoger los utensilios que había traído para limpiar antes de dirigirse a la cocina para pensar en que iba a preparar para comer. "¿Has comprado sushi?" Preguntó al abrir la nevera.
"Sé que comimos sushi hace poco, pero tenía muy buena pinta y no he podido evitarlo." Explicó Shinichi rascándose la nuca con una sonrisa nerviosa. Ella siempre le marcaba detalladamente lo que tenía que comprar, pero él solía salirse un poco de la lista y derrochaba algo de dinero de vez en cuando, pero él siempre le decía que no era derrochar, porque siempre se trataba de comida. Aun así, interiormente reconocía que a veces se pasaba.
Ella asintió y sacó la bandeja de la nevera sin protestar, se había pasado la mañana limpiando y haciendo lavadoras, así que no iba a quejarse por ahorrarse tener que hacer también la comida.
Comieron en silencio mientras escuchaban la fuerte lluvia chocar contra las ventanas y ella preparó algo de café cuando acabaron. Era muy tranquilizador ese ambiente para ella, le gustaba la lluvia y no le entraba la necesidad de salir a ningún lado, pero tampoco iba a hacerle ningún feo a Shinichi después de su activa propuesta.
"Voy a la ducha, Heiji y Kazuha vendrán para la próxima hora." Explicó Shinichi después de darle el último sorbo a su café y mirar el reloj de su muñeca.
"¿Has quedado también con el chico de Osaka?" Preguntó disfrutando del calor de su taza.
"Lo entenderás todo más tarde."
"Lo que tú digas." Contestó ella rodando los ojos antes de acercar de nuevo la taza a sus labios.
Las calles de Tokio no parecían estar menos concurridas ni cuando llovía. Shinichi había aparcado en un parking subterráneo cerca del centro, y nada más subir a la planta principal, se toparon con toda la multitud que había decidido resguardase en el centro comercial.
"Dame la mano." Dijo él buscando su mano para no separarse con la muchedumbre. La guió hasta la calle buscando las escaleras subterráneas de la estación de metro más cercana.
"¿A dónde vamos?" Preguntó ella intentando no resbalarse con los escalones mojados.
"Eres una impaciente." Contestó él sin darle explicaciones, frenando al lado de la maquina de tickets, donde Heiji y Kazuha ya les estaban esperando.
"Al fin estamos todos." Sonrió Heiji acomodándose la gorra.
"Shinichi, cuanto tiempo sin vernos." Saludó Kazuha amablemente antes de girarse a mirar a su compañera.
"Tienes razón." Sonrió Shinichi poniéndose al lado de su compañera para que no se quedase atrás. "Conoces a Shiho, ¿verdad?"
"Creo que hemos coincidido alguna vez, aunque espero que hoy tengamos la oportunidad de poder hablar un poco más." Contestó amablemente. Kazuha era una mujer extremadamente amable y sociable, sabía que al principio no se había sentido muy cómoda al saber de la presencia de su nueva compañera, conocía la amistad que había entablado con Ran, pero a pesar de todo, su sonrisa se veía amigable.
Shiho intentó devolverle la sonrisa a la vez que asentía y los cuatro entraron en el andén para subir al metro hasta su destino. Ella había desistido en preguntar por el destino, pero a medida que iban pasando las paradas, empezaba a completar sus teorías.
Kudo no perdió el tiempo para ponerse a hablar con Heiji de uno de sus casos, sin embargo, de vez en cuando se giraba a mirarla de reojo. Normalmente era ella la que le hacía sentir perdido, así que, por una vez, le divertía ver como era ella la que se veía confusa.
