Parecía como si todo el bullicio que literalmente estalló se enmudeciera bajo mi perspectiva por unos instantes, como si el mismo tiempo se ralentizara.
Lo veía, tenía sentimientos encontrados, su deplorable estado mezclado con las consecuencias que, sabía, terminarían por ocurrir, me dejaban congelado. Yo era más que consciente del sentimiento de la injusticia, para no mencionar el origen de mis heridas en aquel momento; y con ellas la empatía parecía ser la que me impedía alzar la mirada e ignorar la escena.
Aún con esas heridas, aún con el dolor, mi impulsividad sin pensar en las consecuencias incluso tras las cosas que me ocurrieron debido a eso, terminó por presentarse nuevamente en mí. Iba a intervenir… ¿Qué haría? No tenía ni idea y no mentiré al decir el que no me importaba, más mi cuerpo parecía moverse solo.
Debía apresurarme, veía como aquel hombre se disponía a golpearlo… más el breve momento de casi hipnotismo no tardó en desvanecerse.
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Una vez que el tumulto de gente abalanzándose por delante de mí me tapa por completo la vista de aquel hombre y Riolu.
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Todos querían ver la escena, aquellos que seguían dichos comercios disfrutaban la malicia de la violencia, y su ímpetu no tardó en superar por completo mis intenciones. No fui capaz de avanzar, mi brazo que apenas alcancé a alzar fue literalmente aplastado por la turba, a lo que el dolor pertinente en mis músculos me hizo desesperar y apartarme.
Estaba estupefacto, mi respiración se agitaba, mientras que el barullo no me permitía pensar del todo bien.
No podría, sabía mis capacidades y aquello se escapaba por completo de lo que podía hacer. No quería escuchar, si bien el caos generado por el vitoreo de las personas parecía sobreponerse a cualquier otro sonido, mis oídos parecían percibir las patadas y golpes que se escuchaban del otro lado de aquel muro de gente.
Nunca sabré si solo fue mi imaginación, cruel en aquellas circunstancias, la que quiso recrear aquellos golpes, o fue la misma realidad… más nunca los olvidaré, incluso al momento de escribir este libro.
Pero algo si sabía… el cómo me sentía yo era irrelevante; cada segundo que transcurría sabía que la tortura empeoraría; ya ni siquiera podría suponer si el Riolu seguiría vivo para ese entonces, más el resto de pokémon que lo acompañaban no tardarían en ser los siguientes en ser torturados, con el tiempo, y solo pude cerrar mis ojos con fuerza e impotencia ante lo que sabía, no podría nunca evitar.
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—¡Tienen que hacer algo! —Ya habían pasado horas desde aquel acontecimiento en la parte baja de la capital, mientras que, dentro del centro de policías de la zona central, solo podía estar indignado conforme enfrentaba a uno de los oficiales de turno que atendía.
—Anotamos su caso, señor… —El hombre pausaba su frase conforme veía la identificación que me había solicitado —Kurogane… —Me miró con una extraña mirada de duda y ceño fruncido tras saber mi apellido, más lo obvié —Tan pronto podamos revisaremos el lugar que nos indicó —Dijo como mera respuesta el oficial, más mi molestia en aquella situación era clara, para aquel entonces ya habían pasado veinte minutos sin respuesta por parte de ellos, haciendo rodeos con el caso, notándose a kilómetros el que ni siquiera les importaba lo que ocurriese en el sector más bajo de la ciudad; más ni siquiera el dolor fue impedimento para que el sonido de mis palmas chocando contra el mostrador resonaran en toda la sala principal de la central.
—¡¿Quieren que me crea todo eso?! ¡Deberíamos ir ahora, tienen como cuatro autos disponibles afuera! ¡No pueden permitir que todo esto siga ocurriendo! —Era demasiada la frustración.
—¡Hey! —Gritó el guardia, haciendo que detuviera mis palabras en consecuencia —Será mejor que controles tu boca —Su tono seguía siendo prepotente, aunque más controlado que el mío —Un pueblerino no tiene nada que hacer en la capital, así que toma sus cosas, vete a tu granja y nosotros nos encargaremos de hacer nuestro trabajo —Dictaminó el policía, más el crujir de mis dientes era una respuesta más que notoria ante aquellas palabras; solo pude tensar los músculos de mis manos y brazos, antes de separarme con brusquedad del mostrador e irme de ahí.
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Otra hora transcurrió; con mi mochila ahora llena con los medicamentos que Hina necesitaba para Sora, junto con otros varios que también quise traer para que pudiera venderlos y no esperar tanto para tener ganancias, los más caros, junto con algunos básicos de primera necesidad que aún cupieran en el pequeño espacio que restaba; caminaba a paso lento de regreso a mi hogar. Rodee el mercado, no creía ser capaz de soportar volver a ver a aquellos pokémon si me los volvía a encontrar, no creía tener la fuerza de voluntad suficiente para ello, más conforme pasaban los minutos, el lugar que transitaba en los alrededores estaba prácticamente vacío, a lo más una que otra persona en situación de calle dormía o yacía borracha en el suelo.
El sonido de mis pisadas sobre la húmeda gravilla era lo único que se escuchaba, junto con el barullo del mercado a la lejanía, mantenía el cuidado de no perder el equilibrio, más aun así mi vista estaba perdida hacia adelante; teniendo aún vivo el recuerdo de aquellos pokémon; con desanimo y lástima, aquellas patadas que no sabía si habían sido imaginadas o reales, volvían a resonar en mi cabeza, cada vez con mayor intensidad, haciendo que mi ceño se frunciera cada vez que esta parecía aumentar su volumen.
Una patada… luego otra volvía a retumbar con mayor fuerza, un pequeño quejido adolorido, empezaba a frustrarme, pensaba que mi mente buscaba torturarme en aquellos momentos, más conforme el sonido era cada vez más alto, mis ojos solo pudieron abrirse, cada vez más estupefactos…
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Aquellos sonidos habían dejado de ser solo mi imaginación.
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Mi rostro cambió completamente, asustado y abrumado, siquiera el escuchar un golpe cercano era recordatorio, prefería pensar que podría ser cualquier otro tipo de pelea, o cualquier situación que fuera lejana a la que, temía, debería enfrentarme, más conforme me acercaba al origen, en un callejón que conectaba la solitaria calle en la que me encontraba con el resto del mercado, apenas pude atreverme a asomar mi mirada por una de las esquinas.
No había remedio… como si el cruel destino buscase mostrarme las consecuencias de mi ineptitud tiempo atrás, la clara y esperada consecuencia de lo ocurrido fue lo que mis ojos terminaron por ver.
Su risa era repugnante… pateaba, al mismo tiempo que escupía, mientras mantenía en su mano derecha lo que parecía ser un control que activaba la electricidad en el collar que portaba el pequeño ser que yacía a sus pies.
Un Riolu malherido… su rostro magullado y deformado apenas y dejaba ver sus ojos y boca, mientras que este solo yacía en el suelo a la par que únicamente podía babear un poco de sangre mezclada con su propia saliva; su mirada estaba perdida, al borde de la inconsciencia mientras que aquel que en antaño demostraba tanto carisma y alegría ahora parecía un agitado y agotado hombre viejo y dejado por su propia descuidada vida.
A su costado, toda aquella escena parecía esconderse tras cajas y contenedores de basura que parecían haberse colocado de manera adrede para así evitar intromisiones de la gente del mercado, más no se preocuparía de la zona aislada en la que yo me encontraba, mientras que al lado del propio hombre, en una carreta de madera se encontraban el resto de los pokémon, completamente dominados y en silencio, mientras que estos habían sido dejados de tal manera como para que observaran la escena.
Los golpes parecían haberse detenido, mis ojos estaban abiertos al máximo, sin despegarlos del Riolu, viendo incluso a esa distancia como este temblaba.
Aquel hombre seguía en sus risas, dio un par de patadas más, mientras que yo solo podía estar congelado; aún con todo, mi cuerpo no respondía, más tras aquellos últimos golpes el cansancio de aquel esclavista finalmente parecía pesarle, "calmando" de cierta manera mi miedo…
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Más solo pasaron pocos segundos… antes de que viera como el Riolu volvía a ponerse de pie.
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—No… —Ni siquiera yo pude evitar no reaccionar de alguna manera, la mirada del pequeño pokémon ya ni siquiera parecía estar consiente a ese punto, más el mismo parecía levantarse únicamente por mera fuerza de voluntad u orgullo, más aquello parecía solo enervar más al agotado hombre y fue suficiente para que su represalia volviera a surgir.
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—Debo estar loco —Aquello había sido lo que terminaría por sucumbirme, la actitud del Riolu fue demasiado para mí, incluso contra la fuerza que me impedía intervenir.
Mi cuerpo estaba herido, apenas y podía caminar adecuadamente y sabía que incluso en aquel estado temía no ser capaz de detener a aquel hombre.
Conforme el sonido de nuevas patadas volvía a alterarme y apresurarme, solo pude evitar pensar en las consecuencias de haber elegido a "aquello" como opción, para luego buscar en mi mochila los medicamentos de Hina.
—¿Qué había usado cuando Yuta se rompió la pierna? ¡¿Qué había usado cuando Yuta se rompió la pierna?! —Repetía una y otra vez en susurros con impotencia ante el sonido de las patadas, mientras intentaba encontrar aquel frasco.
Debía controlarlo, y tan pronto dicho pensamiento cruzó por mi mente, las memorias volvían a brotar con fuerza en mi cabeza, del momento en el que, por un accidente, Yuta se había roto la pierna y Hina, ante la agonía del mismo, no tuvo más remedio que dormirlo con tal de tratar la fractura, hasta que, tras mucha suerte y pocos segundos, apenas y alcancé a tomar el frasco, saqué un poco de gaza y para luego inspirar con brusquedad y, con el dolor pertinente y sin importarme, correr lo más rápido posible hacia donde aquel hombre continuaba torturando al Riolu.
Pasaron pocos segundos, el pie del hombre se enterraba en el rostro del pequeño pokémon, los otros solo observaban ya sin siquiera ser capaces de emitir algún sonido, la costumbre a la esclavitud los había convertido en ello.
Más tan pronto estos empezaron a soltar gruñidos horrorizados, incluso el hombre que los esclavizaba, aún en su deseo de seguir torturando al Riolu, se extraña con lo mismo.
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Antes de que mi mano con aquel pedazo de gaza tapando su boca y nariz fuera lo último que lo abrumase por completo… antes de finalmente caer de manera irremediable al suelo tras dormirse de inmediato, mientras que en mi otra mano seguía sosteniendo el frasco que había usado.
"Esporas somníferas de Vileplume" era lo escrito en su etiqueta.
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No pudo hacer nada contra eso, más incluso yo me agoté con el mero hecho de esforzarme en sujetarlo hasta que las esporas hicieran efecto, apenas pude apartarme y apoyarme en la pared aledaña del callejón, antes de ver cómo todos los demás pokémon me observaban con miedo y preocupación.
No podía quedarme ahí, no sabría si aquel hombre trabajaba con o para otros, más la vista del propio Riolu era suficiente de por sí como para hacerme actuar.
Los barullos asustados de los pokémon permanecían en el ambiente, mientras que yo solamente podía acercarme preocupado hacia el pequeño e inconsciente pokémon que aún se encontraba delante de mí.
Alzaba mi temblorosa mano, temía que mi atarantado actuar por culpa de mis heridas terminara hiriendo aún más al Riolu, sin embargo, para ese entonces no podía darme el lujo de esperar en aquel callejón, el somnífero no sería eterno, por lo que únicamente pude apretar los labios y fruncir el ceño con impotencia y lástima, una vez que tomé el cuerpo del pokémon, para luego dejarlo lo más cuidadosamente posible sobre la carreta en donde el resto se encontraba.
Apenas lo dejé en el borde… no tardé en sentir las miradas de aquellos que se habían movido hacia el otro extremo; apoyados entre todos, veía como la Buneary, aún inconsciente, era llevada y abrazada entre otros pokémon cuyos nombres desconocía por aquel entonces; aún ahí sentía como estos, incluso en esa situación, solo se tenían a sí mismos para consolarse y protegerse.
Hubo un momento de silencio y lo que parecía ser una extraña tensión entre nosotros, no pasó mucho antes de que empezara a ver sus collares, el brillo rojizo que emanaba de los mismos no tardó en volver a molestarme. Volví a tomar al Riolu para dejarlo más cerca del resto de pokémon, no sin antes sentir su asustada reacción en consecuencia, solo para ignorarla, y apresurarme nuevamente hacia el hombre.
Aún sujetaba el condenado control remoto, con su pulgar en uno de los botones, nuevamente abro su mano con cuidado para no hacer que lo activara por accidente.
Solo le pude echar un vistazo, demasiados botones, como si de un macabro y sádico juego que pudiera dar diferentes torturas con la electricidad se tratase, más no existía ninguna simbología que pudiera deducir a un botón de apagado; no era un lugar seguro para quedarme a investigar cómo desactivar aquellos collares. A pesar de todo, sabía que, por más malo que me pareciera, no podía confiarme de que aquellos pokémon se quedarían tranquilos tras sacarle lo único que los mantenía estáticos, por lo que, al menos mientras estuviera en la capital, debía mantenerlos controlados.
—Hina va a matarme —Ya de por sí ni siquiera quería pensar sobre qué tan caras eran las esporas de Vileplume, irónico por lo menos tras toda la impotencia que sentí luego de que Hina gastara sus medicinas en mí, para después usarlas sin su permiso.
Era un impulsivo sin remedio, pero era algo que no podía controlar, no en aquellas situaciones; para aquel entonces mentiría si dijera que era un habido e incansable buscador de la justicia; nada más alejado de la verdad… vivía para y por los míos, es verdad, pero hasta ahí; nunca pensaría en verme tomando la justicia en mis propias manos al detener a aquel esclavista. Más aquel Riolu tenía demasiadas características e incluso, voluntades que, más allá de sentirme identificado, me superaban y hasta envidiaba poder tener de igual manera. Su orgullo al levantarse por última vez había sido lo que sucumbió mi falta de valor para escoger ayudarlo; aún sin saber las consecuencias que aquello acarrearía.
La manta que compré fue de ayuda, sabía que no podría mover a todos esos pokémon por mi cuenta sin pasar desapercibido, tomar la carreta era la única opción, más aún así preferí usar la manta para cubrirlos y esconderlos antes de abandonar la ciudad.
—Intenten no hacer ruido… los llevaré a un lugar seguro —Ni siquiera sabía si me entenderían, pero al menos hablarles me hacían sentir un poco más cuerdo ante los riesgos que estaba tomando en aquel momento; aquellas fueron las últimas palabras que dije antes de dejar la mochila con las medicinas a un lado, y cubrirlos a todos.
—"Muy bien… hora de la verdad" —Pensé, temeroso. La carreta se veía en buen estado y las ruedas estables, más aquello era lo mínimo que esperaba ante el mar de preocupación tras darme cuenta de todo el peso que estaba dispuesto a cargar, denotando nuevamente el destino que mis impulsivas decisiones provocarían.
Me coloqué en posición, di un último vistazo al inconsciente hombre para confirmar su estado, para después sacar el seguro que tenía la carreta para no moverse.
El peso fue notorio, obviamente el diseño de la carreta hacía mucho más asequible transportar esas cantidades de peso, más mi condición estaba claro que no era la adecuada.
Solo pude cerrar mis ojos con brusquedad tan pronto di el primer tirón. Cada esfuerzo y movimiento de mi columna con tal de ayudarme a poder mover aquella carreta, por poco que fuera, era más que suficiente para causarme el ya tan cotidiano dolor.
Los primeros pasos fueron los más duros, tan pronto comenzaba a agarrar impulso, el dolor se atenuaba, más no dejaba de estar ahí… palpitante.
Aún por más que dudara el que los pokémon me hubieran entendido, el miedo que tuve tras moverme por las últimas zonas del mercado de la capital fueron atenuados con el tiempo conforme me daba cuenta de que los pokémon no hacían ningún tipo de ruido, ni siquiera se movían, de vez en cuando sentía algún leve temblor, más conforme me giraba y echaba un ojo con tal de asegurar que ninguno intentaría escapar, la calma volvía tras notar lo contrario; más aquello estaba claro que no era más que el simple resultado de una vida de esclavitud y sumisión forzada.
No hubo inconvenientes, por suerte no era el único transportando una carreta, los antiguos vendedores que había acompañado circulaban por aquel mercado durante casi todo el día y me los topaba de vez en cuando; servía para camuflarme y pasar más desapercibido. Más tan pronto comenzaba a llegar al final de la capital, el horario mezclado con mi apuro no tardó en dejarme en claro la situación que enfrentaría. Los comerciantes que viajan de Hotaru a la capital solían salir en las mañanas, para aquel momento recuerdo que apenas estaba a punto de ponerse el sol…
Aquel viaje lo realizaría solo.
Solo pude suspirar con preocupación ante lo nuevo que tendría que afrontar. Ya de por sí el recorrido sería largo, sumado al estado de mi cuerpo, la soledad no daría un mayor consuelo.
No había otra salida… quedarme en la capital era aumentar el riesgo de que me descubrieran y atraparan, debía irme; y tan pronto di el primer paso después del último puesto que delimitaba el fin de la capital, no volví a dudar en dar el siguiente.
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Pasaron más o menos dos horas. La luz del sol estaba a poco de desaparecer, mientras que sus últimos rayos hacía varios minutos me dieron la señal de detenerme.
Tan pronto me detuve y destapé a los pokémon, sus miradas decaídas continuaban, mientras que el temor e ira que en antaño se veía solo fue reemplazado por la frialdad y pérdida de esperanza.
No podía decir nada… mientras solo me desanimaba, únicamente dejé la manta a un lado, antes de buscar en la mochila.
Encender un fuego no era complicado, a los costados de la carretera los bosques no eran tan densos, y la madera seca no era complicada de conseguir, sin embargo, mientras buscaba los fósforos y un poco de papel higiénico para usar como ayuda, no pasó mucho antes de que el gruñido de mi estómago se hiciera presente.
Suspiré; no por el hambre ni porque no pudiera satisfacerla, sino porque sabía que apenas y contaba con unos cuatro emparedados y un pote de carne con patatas…
Pero sabía que no alcanzaría para todos.
Tan pronto saqué uno de los panes noté las miradas. No sería tan cruel como para comer delante de ellos, podía racionar, pero sabía que a pesar de todo sería tan útil a como si no comiéramos nada. Únicamente volví a suspirar, para luego guardar la comida y alzar la mirada con desánimo y ceño fruncido a mi alrededor.
—Lo siento Hina… me rindo —Pensé en voz alta al saber lo siguiente que debería hacer, a lo que únicamente vuelvo a meterme en las cajas con los medicamentos de Hina, sabía que "ese" remedio también lo traía una vez que lo vi antes de recibirlo en el centro de correos de la capital, él mismo que me había dado el día anterior para calmar mi dolor, no tardé mucho en encontrarlo, y solo pude mirarlo con tenue desánimo… antes de fruncir el ceño con determinación para luego beber una porción similar a la que me había dado Hina.
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Acto seguido… el sonido de varias frutas y bayas silvestres cayendo al suelo delante de unos sentados, estáticos y muy extrañados pokémon fue lo siguiente en ocurrir, junto con la oscuridad de la noche y el propio brillo de una fogata ya encendida.
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La medicina de Hina solamente quitaba el dolor… elpunto para que funcionara era guardar reposo, más sabía que me sería imposible moverme por el bosque y cargar con comida para los pokémon con las heridas que aún tenía.
Tan pronto me senté desde el otro lado, había sacado la mochila de la carreta, mientras la tenía a mi lado y buscaba el control remoto de aquel hombre junto con uno de los emparedados; alcancé a mirar de reojo aquellas cosas, antes de que volviera a fijar mis ojos en los pokémon.
No comían, estos simplemente se quedaban con la mirada petrificada puesta en las bayas.
—Hey… —Alcé la voz con calma, más con solo eso fue suficiente para hacer que varios de los pokémon se acercaran unos a otros, como si buscaran protección ante un peligro inminente. Volví a fruncir el ceño ahora con leve molestia, más solo alcancé a bufar, antes de sacar aquel control remoto de la mochila.
No fue difícil encontrar el lugar donde estaban las baterías, con la ayuda de unos cuchillos que también traía a mano, no pasaron muchos minutos antes de que finalmente le sacara la tapa que las cubrían.
—¿Ven? —Alzaba el control, asustando con eso a los pokémon por lo obvio, más los rostros de estos solo pudieron volver a congelarse luego de que yo sacara las baterías con brusquedad, para finalmente lanzar el control lo más lejos posible del lugar —Ya dejen de pensar que les haré algo… no hagan que toda la comida que junté sea para nada; si quieren comer, háganlo, son libres—No podía culparlos por temerme, más incluso yo era incapaz de ocultar el desgano y molestia ante la situación, todavía más al pensar que todo el trabajo que había hecho por juntar la comida podía haber sido en vano.
Como si de un efecto en cadena se tratase, tan pronto los collares dejaron de recibir la señal del respectivo control, la luz que se encontraba encendida en estos no tardó en apagarse, para luego escucharse un preocupante pitido, causando la clara respuesta de miedo y nerviosismo, más solamente para volver a exaltarlos una vez que los collares se abrieron por sí solos y cayeron sin más.
Solo existió silencio tras ello… a excepción de las tenues chispas que el fuego soltaba de vez en cuando, más yo solo pude quedarme mirando a los pokémon una vez que estos fueron finalmente liberados; nuevamente había hecho las cosas sin pensar, más la respuesta esperada fue completamente diferente a lo que tenía en mente…
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Una vez que la molesta y enojada mirada comenzaba a dominar el rostro de más de uno de aquellos pokémon, con sus enrojecidas y cansadas pupilas puestas sobre mí.
—H-Hey —Alzaba mis manos con tal de hacer entrar en calma, más conforme las posturas acechantes y dispuestas a entrar en pelea emergían, solo podían hacer que mi miedo aumentara, mientras que los gruñidos enojados que prontamente empezaron a emerger de igual manera advertían lo que ahí ocurriría.
Tendría que huir… ni siquiera sabía si sería capaz de escapar, estaban débiles, eso sin duda, pero yo no me encontraba en una situación mejor, aún con los calmantes de Hina.
Uno empezaba a moverse hacia mí, con claras intenciones de atacar, mi mano lentamente se iba hacia el cuchillo y tenedor que quería usar para comer, pensando en cualquier tipo de defensa.
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—"Ya paren de una vez" —Una infantil, pero a la vez seria voz en mi mente pareció congelar todo a mi alrededor; no sabía lo que era, más su volumen y tono pareció detener de golpe a todos los pokémon cuyas actitudes denotaban el querer atacarme; unos pequeños pasos empezaban a escucharse.
Antes de que un magullado Riolu emergiera de pie, tambaleante y con una aún inconsciente Buneary cargada sobre su espalda.
Todos giramos nuestros rostros hacia el pequeño pokémon, casi al unísono.
—"No quiere hacernos nada… vive en un pueblo humano a un día de aquí, quiere llevarnos a un bosque alejado de esclavistas" —Mientras decía aquellas palabras con frío y serio tono, el asombro era lo de menos tras mi ignorancia de por qué era capaz de saber todo eso —"No es como los demás, no está mintiendo, solo es alguien patético; así que paren su melodrama y coman, no siento humanos cerca de aquí a parte de este" —Mientras aquellas palabras seguían escuchándose en mi mente, me sorprendía en parte de la habilidad del pokémon para comunicarse, más solo aquello fue necesario para que los demás pokémon volvieran a juntarse y algunos, los que menos demostraban ira o intenciones de pelear, a tomar tímidamente alguna de las bayas para después regresarse y compartirlas con sus demás compañeros.
Me quedé viendo en silencio al Riolu, este se llevaba a la Buneary consigo hacia donde estaba la carreta, apartados de los demás, para luego sentarse y apoyarse en la rueda.
—"¿Patético?" —Fruncía el ceño con fastidio y encabronado ante la clara falta de respeto hacia quien lo había prácticamente salvado; sin embargo, mi molestia no duraría mucho, antes de que, del montículo de comida, una de las bayas cayera desde lo más alto, hasta terminar por rodar hasta donde yo me encontraba. Era diferente a las demás, la verdad no me molesté en ver cuales tomaba con tal que supiera que eran comestibles; sin embargo, la cabeza de un pequeño pokémon se asoma sobre el montículo, mirando aquella que ahora estaba a pocos centímetros de mí. Apenas asomé mi mirada, casi de manera inmediata sentí como todos los ojos del resto de los pokémon volvían a posarse sobre mí.
Era pequeño, no sabía que especie era, más el cráneo que tenía puesto en su cabeza y su piel de color café era lo que más llamaba mi atención, junto con el pequeño hueso que cargaba.
Cada vez se asomaba más, cojeaba, pero se mantenía precavido, sin quitar su mirada de mí. Suponía que era muy pequeño, como si no le importaría tanto tener la baya que estaba a mi lado en vez de todas las demás que tenía a su disposición; debía ser su favorita.
Miré la fruta de reojo, no iba a ser un harisco… al menos con la impertinente intervención del Riolu sabía que al menos podían razonar lo suficiente, no dejaría que pensaran cosas erróneas de mí.
—Ten —Tomé la baya solamente para acercársela al pequeño pokémon; mi mano no estaría a más de un metro de distancia de este, solo le bastaría un par de pasos para alcanzar la tan deseada fruta, más su miedo aún era evidente —Vamos… no muerdo, no te haré nada —Lancé una pequeña carcajada, más aún intentaba controlar el nerviosismo al seguir sintiendo todas las peligrosas miradas del resto de los pokémon pesando sobre mis hombros.
Alzó su pequeña mano, camino un poco, titubeando en el trayecto, pero tan pronto dejó su hueso a un lado y posó ambas manos en la fruta, simplemente esbocé una satisfecha y calmada sonrisa antes de dejarle la baya, una vez que el pequeño pokémon no dudara en correr con una mezcla de miedo y emoción a la par, de vuelta con los suyos.
Nuevamente mi vista se inquietó, conforme ahora veía su espalda, aún en su cojeo, veía la presencia de varias heridas y moretones.
Todos estaban iguales, sus heridas, a diferencia de las mías, nunca recibieron un cuidado o siquiera una venda.
Tan pronto todos volvieron a agruparse, las miradas acechantes desaparecieron, casi sin querer prestarme atención, más yo no dejaría las cosas así, al menos no tras lo que aquel Riolu dijo de mí.
Inspiré con brusquedad, volví a abrir la mochila con tal de buscar algunas cosas. Sabía de antemano que los espráis cicatrizantes no eran caros, Hina se pasaba echándome cuando era niño, era algo que incluso yo era capaz de costearme en aquellas épocas; Hina no se molestaría conmigo si le sacaba una lata, contando a todos a excepción del Riolu y la Buneary, eran ocho, no necesitaría más que eso. Más lo que temía era si lo aceptarían o no.
Una vez que tuve todo a mano, vendas, cremas básicas y el espray, no tardé en alzar la mirada. Ni siquiera me veían, incluso, solo me daban la espalda; no me extrañaba que quisieran ignorarme, más aquello solo hacía que temiese su reacción si los tomaba por sorpresa.
Ni siquiera sabía si daría resultado, tampoco era un agrado pensar que estaría endeudado dos años con Hina para pagar todo lo que había gastado solo en ese día, pero no tenía el corazón de un esclavista como para permitir aquellas heridas aún sabiendo que tenía a mano lo posible para quitarles el dolor. El pokémon al que le había dado la baya apenas apostaría a que tenía poco de haber nacido, y ni hablar del Riolu, a lo más le había dado un par de meses por su aguda voz y su forma de cachorro.
Me levanté… el sonido fue suficiente para volver a poner a todos en alerta; nuevamente volvía a sentir las miradas de todos en mí, más dudo que mi nerviosismo en mi rostro fuera poco evidente.
Intentaba mirar a todos; molestia, miedo, algunos se refugiaban con el otro, dudosos aún más una vez que empecé a dar pequeños y temerosos pasos hacia estos, más incluso en donde estaba la carreta, vi de reojo la mirada del Riolu.
Esperaba enojo, ira o un ceño fruncido en son de parecer que estaría atento a cualquier cosa que hiciera.
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Pero lo único que vi… fue una mirada completamente estupefacta e incrédula.
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No se movieron, sus miradas casi parecían irse, al igual que la mía, hacia aquel Riolu, más su estupefacción y completo silencio los inquietaba de igual manera, como si no supieran cómo reaccionar.
Para ser alguien tan pequeño y poca edad, notaba que él los lideraba lo suficiente como para ello, incluso como para hacer que estos no actuaran si este no se los decía. No sabía realmente el tipo de relación que tenían entre todos, pero al menos eso era fácilmente deducible.
Hasta que finalmente terminé por sentarme a un lado de los pokémon, justo delante del pequeño que en antaño se había acercado a mí.
—Puedo tratar tus heridas —Dije intentando mantener seriedad a la par que demostrar amabilidad, más sus miradas dudosas se mantenían; saqué el espray, más esto solamente volvió a asustarlos.
Solo pude exhalar con brusquedad como respuesta, incluso a mí me exasperaba el que no pudiera darles a entender el que no les haría nada, a lo que solamente termino por fruncir el ceño con molestia, me arremango el brazo izquierdo, para luego sacarme uno de los vendajes que Hina me había colocado. Sangraba, las medicinas me quitaban un poco el dolor, pero haber sacado todas aquellas bayas había hecho que varias de mis heridas volvieran a abrirse.
Mordí mis labios, sabía que ardería, pero tan pronto apreté el gatillo y el líquido se esparció en mi herida solo pude cerrar los ojos con brusquedad, antes de que la calma regresara una vez que el calmante que tenía el propio spray hiciera efecto y detuviera el sangrado casi de manera instantánea.
—¿Ven? Es para curarlos —Volví a cubrirme con la misma venda, antes de alzar nuevamente la mirada hacia los pokémon. Pasaron pocos segundos, antes de que finalmente el pequeño pokémon de antes se acercara y oliera aún un poco temeroso mi mano.
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Había pasado una hora… no comentaré las mordidas y gruñidos de molestia que existieron de por medio, más la escena siguiente solo terminó por denotar a todos los pokémon vendados y atendidos, dormidos ante el pertinente cansancio y la sensación de haber encontrado finalmente la seguridad de no recibir un castigo o maltrato al despertar.
El Riolu y la Buneary fueron los últimos, mis arañadas y mordisqueadas manos fueron el resultado de mi eterna paciencia con aquellos pokémon, mientras que la pokémon aún se encontraba dormida a un lado del Riolu mientras la revisaba.
No me miraba, de vez en cuando giraba mis ojos hacia este, pero él prefería no prestarme atención, más algunas veces volvía a mirar a la Buneary de reojo.
—Gracias —Fui el primero en romper el ya de por sí incómodo silencio que se formaba mientras sanaba la última herida de la pokémon, al mismo tiempo que el Riolu solo empezaba a fruncir el ceño con molestia como primera respuesta —En cualquier momento pensaba que me iban a atacar o algo así —Mientras terminaba de sanar a la Buneary, ahora veía las primeras heridas que notaba en el hombro del Riolu —Te debo mu- —Tan pronto acercaba el espray al Riolu, no tardé en callarme de golpe una vez que este golpeara mi mano.
La lata cayendo hacia un lado era lo de menos. Casi sentí que mis ojos salían de sus cuencas una vez que contuve con todas mis fuerzas el grito nacido del dolor ante aquel ataque; no había sido el golpe más fuerte, pero ni siquiera mi mano estaba en condiciones de soportarlo.
—¡¿Cuál es tu maldito problema?! —Grité adolorido y encabronado, mientras que lágrimas brotaban de mis pobres y acongojados ojos, mientras abrazaba mi propia mano intentando consolar mi dolor.
—"No te creas que por evitar que te atacaran tienes derecho a tocarme… no he bajado tanto como para ser cuidado por un asqueroso humano como tú" —Mi acongojado rostro se tornaba en uno más serio pero aún dolido, mientras que la voz del Riolu volvía a escucharse en mi mente, a lo que no pasó mucho antes de que dichas palabras me desanimaran de igual manera.
—"Pensar que estuve en deuda contigo me repugna… pero ya no más, así que para de molestarme o te daré una paliza" —Sus maleducadas palabras solo hacían que frunciera el ceño con incredulidad, pasaron varios minutos en los que solo me quedé en silencio.
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—Tú… has estado viendo mis pensamientos todo este tiempo, ¿Verdad? —Empecé a hablar, mientras intentaba volver a ponerme de pie, mientras que el Riolu seguía sin mirarme, más cuando este frunció levemente el ceño como respuesta fue reacción suficiente para mí —Supongo que por eso no me detuviste antes… sabías que quería curar sus heridas y no te lo creías ni tú; por eso te quedaste con cara de tarado —Reía con inocencia al final, mientras que aquello solamente hacía despertar la propia molestia en el rostro del Riolu, el cual volvía a alzar su mirada hacia mí, más yo ya le estaba dando la espalda, sin embargo, no pasó mucho antes de que volviera a detenerme, mis memorias volvían a dominarme por momentos, más el Riolu solamente se me quedó mirando mientras yo apretaba levemente mi puño, antes de volver a irme hacia donde estaban mis cosas a un lado de la fogata.
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Mi cabeza seguía dando vueltas la situación… conforme los minutos pasaban, solamente podía quedarme viendo las llamas sin ser capaz de dormir, el frío de la noche dominaba cada vez con mayor fuerza, más el fuego a mi lado era suficiente para aplacarlo.
Y sin mencionar a todos los dormidos pokémon que yacían en un profundo sueño del otro lado de la fogata, mientras que sobre estos se encontraba una larga y nueva frazada que no tardé en colocárselas una vez que me apiadé de los mismos.
El tiempo así transcurría… más de algún ronquido se escuchaba por sobre el sonido de la madera quemándose, sacándome de vez en cuando una pequeña carcajada. Más mi rostro no tardaba en volver a tornarse en uno más serio y desanimado conforme me percataba de cierto detalle.
Habría sido por mero respeto, más llegado el punto en el que incluso cerca de la fogata comenzaba a sentir el frío, aquel Riolu que aún se encontraba a un lado de la carreta seguía inquietándome.
Desde su perspectiva, este solamente protegía a la Buneary con su cuerpo, conforme solo su temblar y el constante sonido de sus dientes tiritando de manera incesante incluso se llegaban a ver y escuchar respectivamente desde donde yo estaba.
Ni siquiera habría los ojos, apretaba tanto todas las partes de su cuerpo con tal de generar calor que ni eso se permitía; sin embargo, mientras aún intentaba mantener a la pequeña pokémon con su propia temperatura corporal…
No tardó en pasar mucho antes de que el brusco cambio de temperatura nacido luego de que algo extraño se posara sobre este lo exaltara por completo; el Riolu solo pudo abrir sus ojos con brusquedad, antes de mirar como una chaqueta tibia y otras varias mantas ahora lo recubrían.
Ni siquiera había sentido mi presencia mediante el aura… su frío se lo impedía, más ya era suficientemente tarde como para hacer denotar su orgullo y negarse, para cuando se percato ya me encontraba regresando al fuego, mientras que yo, ahora sin chaqueta puesta, únicamente me abrazaba con tal de mantenerme caliente, sin querer chocar la mirada con la del pequeño pokémon que, sabía, me observaba.
—Un día tanta amabilidad me va a matar… —Decía a regañadientes, mientras era ahora yo el que temblaba, acercando mis manos al fuego e intentando mantenerlo vivo colocándole un par de ramas secas más.
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—Sí… tienes razón —Una voz a mis espaldas fue lo último que causó que mis ojos se abrieran de manera estrepitosa, a lo que solo alcanzo a girarme con brusquedad hacia el origen de este.
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Antes de recibir un puñetazo en mi cara.
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Muy bien chicos… aquí termina el capítulo w, espero les haya gustado, para los que ya vengan siguiendo la historia desde hace bastante espero hayan notado la gran diferencia existente entre esto y el remake :v xD, pero al menos quiero hacer el encuentro de nuestros protagonistas lo más natural y orgánica posible a diferencia del primer libro jaja.
Comet Galaxy No lo digas ni de chiste we XD que está bien seria la cosa
Hina siempre ha sido así, de hecho, esa es una de las pocas escenas que aún así siguen estando tanto en el remake como en el libro original uwu
Espero te haya gustado :D ¡Gracias por comentar!
LordFire123 No podía hacer perder a Hina su esencia tragicómica uwu x
Ay no todos logramos soportar dormir en el suelo si nos dieron una paliza el día anterior :v XD
Me encantaron todos tus guiños poco sutiles XD, me sacaron una sonrisa, lo admito.
Eso es lo que espero tener de este remake, dar un mayor contexto y mejor base a la historia futura, aún hay muchas cosas que mejorar, como la relación inicial entre los protagonistas y sin hablar de mi enorme talón de Aquiles de "relaciones" si sabes a lo que me refiero, para no dar spoilers a lo que se viene :v
¡Muchas gracias por comentar :3!
Zephyr V Exe Mucho mejor si no te acuerdas!, así quizás y te emocionen más los sucesos que ocurran ahora uwu!
La verdad es que a mi también me llaman la atención volver a estos orígenes, y compararlo con como están las cosas ahora, a pasado un buen tiempo :'v
Ya de por sí me da vergüenza a mi leer mis viejos capis :'v, me da bastante cringe XD, pero bueno, tampoco dejaría de agradecer cualquier tipo de lectura que hagas a mis historias :3, es un honor.
Y si… quien diría que Sora tendría la culpa de la casi destrucción del universo, pinchi sora :v jajjaja
¡Muchas gracias por comentar uwu!
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Y eso sería todo chicos, espero les esté gustando este nuevo inicio, y… sin más que decir…
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
