Apenas le había alcanzado a dar la mitad del remedio, sus ojos abriéndose me congelaron por completo, y estos no tardarían en posarse sobre mí, haciendo que su reacción que había comenzado lenta y perezosa rápidamente se tornara en una exaltada y abrupta.
Su pequeña mano golpeando la mía y la jeringa solo fue lo primero, el golpe no había sido fuerte ni mucho menos, pero si lo suficiente como para hacerme apartar, a la par que el Riolu de igual manera intentaba alejarse, quedándose acorralado en la esquina.
—"¡¿Dónde estoy?!" —El Riolu empezaba a respirar con brusquedad a la par que nuevamente aquellas infantiles palabras volvían a escucharse en mi cabeza, al mismo tiempo que observaba de un lugar a otro, no entendiendo en lo absoluto lo que ocurría, antes de que su actitud se quebrara de momentos, luego de que el mismo se encorvara y se llevara la mano a su pecho vendado.
—T-Tranquilo —Alcé mis manos con precaución, estaba más que claro el que aquel Riolu no se había recuperado al nivel que lo había hecho yo, y los movimientos bruscos no serían de ayuda.
—"Te hice una maldita pregunta, humano" — El pequeño pokémon, con una enfadada mirada ahora más agotada ante el propio dolor y cansancio que trajo consigo el brusco acto, solo podía intentar enseñar sus colmillos en forma de amenaza.
—Estás en mi casa, mi familia nos logró rescatar—Dije con la mayor intención de traer calma al pokémon, mientras que el Riolu volvía a mirar sus vendas y las mías, aún con su ceño fruncido, más no sabía si en su rostro era la preocupación, la ira o el miedo lo que intentaba indicar, o solo el resultado de una mezcla de los tres.
—"¿Qué fue lo que pasó?" —Tras volver a escuchar su voz, una parte de mi identificaba las reales intenciones de aquella pregunta, mi rostro preocupado y aún asustado por la reacción del Riolu era suficiente para dar una primera señal, sin embargo, conforme el silencio era mi única nerviosa respuesta, el pequeño pokémon no tardaría en volver a alterarse y enfurecerse.
—"¡¿Qué les pasó a los demás?!" —La voz del Riolu se escuchó a su máximo, un gruñido incluso emergió de su boca, al mismo tiempo que todo indicaba que atacaría.
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Antes de que la vara de madera apuntando hacia su rostro, a pocos centímetros de tocarlo, lo congelara en el acto.
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El tiempo me había dado la oportunidad de llegar a ella, no sabía a qué me enfrentaría, pero con mi arma en mano, no me dificultaría defenderme, mi habilidad con ella era suficiente para medir las distancias con las cosas a mi alrededor a la perfección.
—Quiero que me escuches detenidamente, Riolu —Empezaba a hablar con una mezcla de molestia y nerviosismo, al mismo tiempo que la reacción del pokémon, a pesar de aún mostrar molestia, la duda marcada en su ceño junto con una ahora completamente erguida postura, distinta a la desafiante de antes, se presentaba.
—Nos dispararon… nos creyeron muertos y se fueron; no sé por qué ni como, pero logramos mantenernos con vida hasta que mi familia nos encontró y nos salvó — Dije de la manera más directa posible, antes de que viera como ahora el rostro del pokémon parecía desmoronarse.
—"Entonces… se la llevaron" —La vida parecía haberse retirado de aquellas palabras, haciendo que las piernas del propio pokémon perdieran fuerza y callera hacia atrás, sin dejar de mirarme.
—Lo siento… —Seguía sin confiarme, aún le apuntaba con mi arma, más no podía evitar decir aquellas palabras, la misma extrañada reacción en el rostro del Riolu volvió a emerger muy débil por unos instantes —Nunca creí que terminaría todo así, pero no pude hacer nada —Una tenue culpa se reflejaba en mi seria y levemente asustada voz, antes de que pasaran unos cuantos segundos en los que el miedo y la desconsolación dominaban al pequeño pokémon, antes de que empezara a negar un par de veces con su cabeza, para luego adoptar otra vez las molestas facciones de antaño.
Volvía a levantarse, nunca dejé de apuntarle con mi vara, a lo que este únicamente da un paso con tal de acercar su frente aún más al extremo, mientras que mi pulso se mantenía firme y sin alterar ante su seria mirada.
El Riolu alzó su mano hacia arriba con tal de empujar la vara y apartarla, su movimiento ni siquiera fue rápido o con la intención de ser un ataque, pero ni siquiera fue capaz de tocarla, una vez que esquivé velozmente su mano y volví a apuntarle hacia su cabeza.
Aquello había hecho que lo volviera a notar… la misma reacción que había ocurrido un par de veces antes, emergía de nuevo luego de que le apuntara otra vez, su extrañeza hacia aquello se vio reflejado débilmente en su mirada.
—"Eres un inútil" — Tras un tenue gruñido, el pokémon únicamente comenzó a caminar hacia un lado, con su lento y leve cojeo no daba intención de querer atacar, al mismo tiempo que mantenía mis distancias a la par que veía como el Riolu caminaba hacia la salida.
—¿Qué harás? —Pregunté sin más, mientras no podía evitar preocuparme levemente por lo obvio.
—"Me voy de aquí" —Dijo el pokémon, a la par que seguía caminando, a poco de llegar a la puerta.
—Estás herido, ni siquiera puedes estar bien de pie —Empezaba a adoptar una actitud más molesta.
—"¡¿Qué te importa a ti?!" —El Riolu ni siquiera se giró tras decir aquellas palabras, yo me quedé en silencio luego de ello, más no pararía de verlo, pasaron unos cuantos segundos antes de que su torpe caminar terminara por llegar a la puerta.
Lancé un simple suspiro, el Riolu ni siquiera llegaba a la perilla, este solo pudo bajar un poco la cabeza, al mismo tiempo que incluso alcanzaba a ver cómo empezaba a apretar sus dientes con impotencia, antes de darle una débil patada a la puerta, como si eso fuera a cambiar algo en esta.
Tras otros pocos segundos de incómodo silencio en los que el Riolu ni siquiera se dignó a decir una palabra o moverse, el sonido de la perilla girando fue finalmente lo siguiente en escucharse, a lo que solo con eso el pokémon alzó débilmente su mirada hacia arriba, notando como era yo el que finalmente le abría la puerta.
El frío y la oscuridad de la noche hizo su respectiva presencia; la tenue y helada brisa que entró movió de manera leve el pelaje del pokémon, haciendo que este temblara, más su reacción fue ínfima ante su propio orgullo.
Nuevamente volvieron a transcurrir varios segundos de silencio, ninguno hablaba, más tampoco pasó mucho antes de que el Riolu volviera a mover sus débiles y pequeñas piernas hacia adelante, hasta finalmente salir de la casa.
Mi puerta cerrándose nuevamente fue lo siguiente en escucharse, antes de que finalmente terminara por dejar a un lado la vara y sentarme un poco molesto en la silla a un lado de la mesa.
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A partir de ese instante no recuerdo bien cuantos minutos transcurrieron desde ese momento, la soledad era palpable en mi hogar, mientras que delante de mí, un pan al lado de un tazón con avena y leche se encontraba, el sonido de las manecillas del pequeño reloj a un lado de mi cama volvía a ser el desesperante sonido que escuchaba, mientras que yo solo podía estar sentado delante de la comida, sin interactuar en lo más mínimo, mi mente estaba en otro lugar, a la par que recordaba todas las razones del por qué no me convenía en lo absoluto el hacer lo que hacía varios minutos algo en mí me impulsaba a cometer, siendo mi ceño fruncido la única respuesta que se podía notar en mi rostro.
Hasta finalmente colapsar.
—Debo estar loco… —Mi cuerpo se movió por mero reflejo tan pronto dije aquellas palabras a regañadientes; tomar mi chaqueta y la vara fue lo siguiente, antes de finalmente salir de la casa.
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Sus huellas estaban frescas, no era un experto rastreador ni mucho menos, pero no era difícil notar las marcas de su pata mala arrastrándose en la tierra.
Mi hogar estaba en un punto medio entre el pueblo y el bosque, en un terreno baldío con varios kilómetros de angostura conformado por varias tierras sin dueño, por un instante había supuesto que se había ido al bosque, más mi extrañez volvía a flote conforme veía las huellas yendo hacia adelante tan pronto salí de la casa, hacia el sur, completamente opuesto a la dirección de la capital, sin desviarse hacia Hotaru o el bosque.
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Mientras tanto, alejado de cualquier luz además del de la luna, aquel pequeño pokémon también había perdido la noción del tiempo, su mirada cabizbaja solo se mantenía firme por su voluntad, conforme tenía una mano llevada a su pecho por el propio dolor, a la par que su paso torpe continuaba.
El sonido de un río no tardó en escucharse cada vez con más fuerza, un sendero se veía desde el otro lado, mientras que, a lo lejos de dicho camino, a varios kilómetros, un tenue brillo emanaba; la presencia humana fue lo primero que lo alteró, más conforme seguía caminando en línea recta, el espacio entre aquel río y el camino junto con el propio bosque a su derecha disminuía.
No sabía qué hacer, durante toda su vida siendo esclavizado y transportado de pueblo en pueblo, durante los viajes solo veía aquel muro de árboles que en su oscuro interior solo lo desconocido existía, y aquello, sin nadie que lo juzgara en su reacción, no hacía más que causarle miedo al tenerlo delante de sí.
Era su única alternativa, no habría opción más que entrar a aquel bosque, ni siquiera su miedo era suficiente para convencerlo de ir hacia otro posible humano; conforme se adentraba al bosque, su mirada cada vez se mostraba más asustada, al mismo tiempo que los temblores no tardarían en comenzar a emerger en su débil y pequeño cuerpo al percatarse de las auras negativas que de aquel lado se encontraban.
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El olor a la sangre en sus vendas los atrajo desde hacía varios minutos, no se atreverían a acercarse al territorio humano, más tan pronto su herida presa finalmente comenzaba a acercarse hacia estos, su oportunidad se presentó.
Algo en los arbustos moviéndose fue lo primero que terminó por erizar el pelaje del Riolu; su corazón latía con más fuerza conforme miraba hacia todas direcciones, sin objetivo fijo.
Una rama rompiéndose, gruñidos provenientes de varias direcciones, todo denotaba la aproximación de algo.
—"¡¿Q-Quién está ahí?!" — Dijo en nerviosos y asustados gruñidos el pequeño pokémon, ni siquiera la telepatía emergía por su propio miedo, mientras que, habiendo tantos seres a su alrededor y su propia inexperiencia en la detección mediante el aura, no podía saber cuántos enemigos había, ni donde se encontraban exactamente.
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Antes de que el primer Poochyena apareciera de la nada, dando un placaje de lleno en su pecho, lo que terminaría por sacarlo expulsado del bosque nuevamente, dejándolo a pocos metros del río.
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El impacto en su herida lo dejó completamente abatido, ni siquiera pudo respirar bien tras ello, a la par que sus débiles y preocupantes gemidos solo hacían notar la grave condición que aquel "simple" ataque le había provocado.
Ni siquiera tenía tiempo para recuperarse, todos sus sentidos habían quedado inutilizados; apenas e intentaba enfocar la mirada, viendo como cuatro Poochyena ya lo habían rodeado, a la par que delante del mismo, una única Mightyena se erguía amenazante, al mismo tiempo qué, conforme empezaba a encorvarse de manera lenta junto con el movimiento de sus hombros, el futuro ataque se predecía.
El Riolu no tenía escapatoria, intentaría arrastrarse hacia el río con la esperanza de que su corriente lo alejara y dejara a su suerte, más a dicha distancia sabía que era imposible.
Su esperanza y miedo no lo dejarían esperar a su muerte, aunque fuera inevitable, el pequeño pokémon no dudó en comenzar a arrastrarse… acto que solo aceleró el de la propia Mightyena, la cual finalmente se lanzaba hacia el Riolu.
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Solo para ser la imagen de la deformada mejilla de la siniestra pokémon lo siguiente en verse, una vez que mi vara impactando en su rostro fuera lo siguiente en ocurrir.
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El Riolu apenas pudo girarse tan pronto sintió el impacto de aquel golpe, su miedo fue suficiente como para no percatarse de mi presencia una vez que alcancé evitar que aquella Mightyena lo atacara en el último momento, a la par que solo pudo ver mi espalda luego de que me interpusiera entre este y los demás pokémon.
—Váyanse —Mis palabras eran serias a la par que cortantes, al mismo tiempo que intentaba ver a cada uno de los cinco pokémon que seguían rodeándonos.
La Mightyena no tardaría en volver a ponerse de pie, su ira se enmarcaba con mayor fuerza en su rostro con su mejilla ahora dañada, al mismo tiempo que se contraponía con mi propio calmado enojo.
Sabía lo que ocurriría, no había que ser un genio para no verlo en sus posturas y facciones, tan pronto los demás empezaban a acercarse, yo también comenzaba a hacer girar mi vara con ambas manos, con tal de soltar mis dedos, muñecas y hombros.
—Ha pasado un tiempo —Me dije a mi mismo en un tenue susurro, antes de finalmente adoptar una postura de pelea.
El Riolu solo pudo mantenerse estático luego de todo lo que presenció tras ese mero instante; ni siquiera su idea de irse por el río siguió siendo su prioridad una vez que presenció aquello.
Era un entrenamiento de años, Yuta cumplió su rol en muchos más aspectos que el solo ser una figura paterna, entrenamiento, fuerza, un arma como esa no era algo que se debía tomar a la ligera, y el haberme privado de ella solo mostraba la gran diferencia de lo que hubiera ocurrido con las peleas pasadas en el caso contrario.
Mi cuerpo estaba casi completamente recuperado, y con ello, finalmente podía disfrutar de carecer de las limitantes que tanto me atormentaron en el pasado.
Movimientos fluidos, varios Poochyena se me abalanzaban tanto a mi como al Riolu, más incluso sin girarme hacia este, hacía que ambos extremos de la vara impactaran en los rostros de cada atacante, pasando por apenas un par de centímetros cerca del rostro del Riolu, con una seguridad tal que incluso demostraba lo consiente que estaba de la distancia de todo lo que estaba a mi entorno.
Me controlaba, tampoco daba en puntos vitales o con la fuerza suficiente como para hacerles un daño grave, sin embargo, si bien para los Poochyena eran suficiente un par de golpes bien dados en sus patas y estómagos como para abstenerlos de seguir insistiendo, no era suficiente así en el caso de la líder.
A la Mightyena apenas y si lograba apartarla con tal de contener a los más pequeños, ella esperaba paciente con cada ataque, más tan pronto los Poochyena empezaban a desistir, en el breve instante en que dejaron de actuar, fue cuando dicha líder decidió dar su mejor ataque.
Era veloz, no daría dicho ataque con todos sus hijos en medio, sus colmillos empezaron a emitir un fuerte brillo, a la par que la habilidad Triturar emergía.
El tiempo de respuesta fue demasiado corto y la velocidad que había adquirido el pokémon fue mucha; apenas logre interponer mi vara con sus colmillos, mientras que estos pudieron enterrarse de manera muy leve en la madera, el daño era superficial, más el impulso fue suficiente como para hacerme caer hacia el Riolu.
—"Mierda" —Por un instante la situación se me había salido de las manos, sin embargo, con la boca de aquel Mightyena todavía aferrada a la vara, detuve mi caída apoyándome con el extremo de esta última, justo por debajo de la axila del aún petrificado Riolu.
A lo que únicamente termino por patear a la Mightyena, con la fuerza suficiente como para hacerle abrir la boca por el pertinente impacto y sacarla del lugar.
El sonido del gemido de la Mightyena fue considerable, el resto de los Poochyena corrieron hacia esta, entre cojeo, mientras que dicha pokémon solo se arrastró y rodó un par de veces, antes de terminar echada en el suelo, aún en gemidos.
Intentaba recuperar el aliento, no me contuve en el último golpe, incluso un poco de dolor volvía a mí al sobre exigir mis piernas a ese nivel sin estar del todo recuperado.
El Riolu solo podía seguir con su fuerte respirar, congelado, al mismo tiempo que no despegaba su mirada de mí.
Tras unos cuantos segundos en los que intentaba recuperar el aliento, solo me quedé mirando a la Mightyena; estaba claro que mi golpe había hecho daño. Lancé un suspiro, antes de volver a asustar y extrañar al Riolu, una vez que finalmente comenzaba a caminar hacia aquella pokémon, con vara aún en mano.
Mi presencia imponía, mientras aún continuaba sujetando mi arma, tan pronto empecé a acercarme, los tenues gemidos de lamento de los más pequeños pokémon hacia lo que parecía ser su madre se convirtieron prontamente en gruñidos hacia mí, como una mera forma de intentar intimidarme, sin embargo, tan pronto empecé a alzar mi mano, estos únicamente pudieron echarse al suelo con miedo a la par que tapaban sus caras, ya rendidos de cualquier oportunidad de hacerme algo ante lo que había ocurrido antes.
Sin embargo, mi mano posándose en las patas traseras de la Mightyena fue lo único que ocurrió.
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Sus gemidos de dolor prontamente se tornaron en un enfadado gruñido luego de percatarse finalmente de mi presencia, sin embargo, tan pronto dio intenciones de elevar su cabeza como una manera inútil de detenerme, el extremo de mi vara apoyándose con brusquedad en su mejilla, regresándola otra vez al suelo, la exaltó.
—Quédate tranquila y no hagas nada estúpido —Dije con una oscura aura emanando de mi rostro, sin importarme si me entendiera o no, más tras ello, a pesar de que sus gruñidos se mantenían, estos disminuyeron de intensidad, así como también cualquier intento de oponerse a mi fuerza, sin embargo, no despegaría la vara de su cara.
—"Se dislocaron ambas" —Pensé, a la par que palpaba la zona, sin embargo, no pasó mucho antes de que, tras elevar un poco la pierna de la pokémon y rotarla, el hueco y brusco sonido de su pierna encajando hiciera emerger un nuevo gruñido por parte de la pokémon.
—Aún falta la otra —Dije con una irónica sonrisa, ya que tenía bien sabido que la sensación no era agradable para ella, a lo que, con la misma firmeza y precaución, giro su cuerpo y termino por hacer lo mismo en su otra pata.
Tras ese instante, la pokémon solo intentó mover débilmente sus patas, más mi vara en su mejilla seguía reteniéndola, a la par que no dejaba de mirarme.
Sus ojos ahora parecían tener una mezcla de emociones, ira, miedo y duda, sin embargo, tan pronto me levanté, lentamente empecé a apartar mi arma de su cara.
Los Poochyena no tardaron en volver a acercarse, verla sin exclamar dolor los reconfortaba, mientras que la madre seguía sin dejar de verme, al mismo tiempo que la ira de antaño se mantenía en una extraña molestia, probablemente por el propio trato y orgullo.
—Váyanse —Volví a decir, aún sin despegar mis ojos, solo para ver cómo la líder daba un par de olfateo a los más pequeños, para luego comenzar a retirarse del lugar.
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Tras eso, un incómodo silencio volvió a dominar el lugar, solo el sonido del río hacía presencia, más tampoco pasó mucho antes de que volviera a girarme hacia el Riolu, este seguía mirándome, sin embargo, mi cansada molestia no tardó en reflejarse en mi rostro, antes de que volviera a caminar hacia este.
—Si que llegaste lejos —Dije sarcásticamente, a la par que me agachaba una vez que me acerqué lo suficiente, más tan pronto lo hice el Riolu solo bajó su mirada, ocultándola de la vista.
—"Cállate…" —El apagado sonido de sus palabras en mi mente fue lo único que emergió en consecuencia, mientras que yo simplemente elevaba la mirada y miraba a mi alrededor con tal de implorar paciencia ante la actitud del pokémon.
—Como sé que eres lo bastante estúpido como para intentar ir a buscar a la que cuidabas antes — Alcé mi mano y pulgar, apuntando hacia atrás —La dirección es hacia el otro lado, sigue por detrás de mi casa y en unos minutos verás una carretera a tu derecha, síguela y te llevará a la capital en unos días, claro, si es que llegas vivo para entonces —Mis palabras eran duras, pero ciertas, intentaba sacar a luz la realidad a aquel pokémon, sin embargo, mientras solo silencio fuera su respuesta, no podía hacer mucho. Pasaron varios segundos, antes de que, tras un lastimoso suspiro, sacara de un bolsillo de mi chaqueta una pequeña bolsa plástica con un par de rebanadas de pan y la medicina que se debía seguir tomando.
—Juro qué si lo rompes o lo tiras, te pateo —Dije al mismo tiempo que dejaba la bolsa sobre sus piernas, acto por el cual ni siquiera reaccionó, seguía cabizbajo —Tómate un pequeño trago del frasco en la mañana y en la noche, te ayudará a recuperarte — Fue lo último que dije antes de volver a dejar un espacio de silencio entre él y yo, aún con una leve esperanza de que dijera algo.
Solo pude desanimarme un poco más, sin embargo, ya nada podía hacer a menos que no naciera de su propia voluntad, lo que acarrearía tomar "aquella" responsabilidad sin lugar a duda era algo imprudente y posiblemente riesgoso para mí y mi familia, no podía hacerlo a menos que él estuviese dispuesto a dejar aquel orgullo atrás y colaborar.
Al levantarme y recoger mi vara una nueva tensión e incomodidad se sintió en el ambiente, el Riolu, con sus manos en la tierra, solo podía enterrar sus dedos en esta en señal de la propia presión que recaía sobre sus hombros en aquel momento. Solo me quedé observándolo por unos cuantos segundos más, antes de finalmente comenzar a marcharme.
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—"Por favor…" —Débiles palabras, tan tenues que apenas y logré distinguirlas entre mis pensamientos tan pronto emergieron en mi cabeza, siendo suficiente como para detenerme; aún le daba la espalda, quería dejarlo continuar, sin embargo, no tardé en girarme levemente hacia atrás con tal de verlo.
Podía ver sus lágrimas, aún mantenía su mirada oculta, mientras que sus colmillos mordiendo con fuerza sus labios dejaban ver también el daño que se hacía con ello, nacido de la ruptura de sus valores e ideales tan arraigados con los que había crecido.
—"Ella es… lo más importante que me queda" —Se arrodillaba, lentamente, más su velocidad no parecía ser por sus heridas, sino por su titubeante orgullo, a la par que apretaba con fuerza la tierra bajo de sí.
—"No puedo hacerlo solo… no puedo, ¡No puedo!" —Su nariz moqueaba, su ira se mostraba cada vez más en lo que se podía dejar ver en su rostro, mientras que su ira aumentaba.
—"Por favor…" —Su tono disminuía, a uno mucho más melancólico y deprimido, al mismo tiempo que empezaba dejar caer su frente en el suelo, entre gemidos y llantos cada vez más suaves y desconsolados.
—"Eres fuerte… enséñame" —En mi mente cada palabra se escuchaba con un tono inferior a la anterior, mientras que solo un profundo silencio le continuo tras ello.
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—Hubo una vez en la que ambos compartimos un mismo camino de cierta manera —Mi voz tan próxima a este lo hizo exaltar; no había sentido cuando yo me acerqué a él por el propio choque de emociones en su interior, mientras que finalmente alzaba su mirada, dejando ver sus enrojecidos y lagrimosos ojos finalmente.
—El mío se desvió… pero no quiero ver que el tuyo también lo haga —El Riolu no entendía del todo mis palabras, más este, en su propia extrañeza, solo vuelve a exaltarse luego de que posara mi mano en su pequeño hombro, antes de que volvieran a pasar otros cuantos segundos de silencio.
—Te ayudaré… te doy mi palabra de que los vamos a rescatar a todos —Dije finalmente con un tono que carecía de inseguridad o duda en mis palabras, haciendo que el propio Riolu terminara por abrir sus ojos con un poco más de fuerza…
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Antes de que finalmente sus ojos volvieran a perder el brillo luego de que su consciencia terminara por ceder ante todas las vivencias pasadas, colapsando y desmayándose así tras ello.
Mi mano detuvo su caída, no tardé en levantarlo y cargarlo con cuidado con una mirada más decaída, mientras que el propio pokémon solo terminaba por apoyarse en mi torso y brazo.
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El camino a casa se sintió más largo de lo que ya de por sí era, bajo la luz de la noche, seguía con mi vara preparada en mi mano libre en caso de que cualquier percance con algún pokémon salvaje volviera a ocurrir, más mi atención estaba lejos de estar puesta siquiera en el camino o el bosque.
Las memorias me dominaban nuevamente, los recuerdos del pasado estaban lejos de perseguirme solo en sueños; recordaba mi antiguo hogar en llamas, Hina a mis espaldas intentando alejarme de aquellas vistas, más ya ni siquiera era necesario, en aquel momento mi consciencia de igual manera se había esfumado tan pronto el impacto de aquella escena me golpeó.
Hina me cargó hasta su casa, de una manera casi similar a la que yo hacía con el Riolu; sin embargo, aquello no era lo que provocaba que mi sujetar hacia mi arma fuera cada vez más fuerte conforme la impotencia volvía a emerger.
Nunca supe qué había causado el incendio, ni siquiera los que se encargaron de apagarlo dieron una explicación y nunca se quiso hacer una investigación más a fondo; eso era lo que más sospecha generaba. En lo más profundo de mi corazón el siquiera pensar que aquello había sido intencionado, de que alguien había sido el culpable de la muerte de mis padres, y que aquella persona nunca pagó por las consecuencias y que nunca lo haría, era lo que terminaba por desmoronarme.
Pero, así como hizo Hina conmigo, yo me veía en sus zapatos, me atrevería a decir que de una manera aún más simbólica; tanto el Riolu como yo fuimos víctimas de aquel sistema de cierta manera… la injusticia, la impotencia de no poder hacer nada para cambiar lo que otros dictaminaron sobre nosotros, mas el pequeño pokémon, a diferencia de mí, todavía podía tener esperanza de recuperar a su ser querido, y no permitiría que la historia volviera a repetirse.
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Llegados a pocos metros de mi casa, únicamente lancé un suspiro, un poco malhumorado tras tener que volver a afrontar esas memorias otra vez, sin embargo, un tenue movimiento en mis brazos me exalta levemente, solo para notar como era el pequeño pokémon acurrucándose en mí, como una inconsciente reacción a la propia comodidad, lo que ocurría.
Solo me lo quedé mirando por unos segundos… era extraño, la sensación que sentía en aquel breve momento era nueva; no era ternura o compasión, ni siquiera cariño; era algo diferente, como una predisposición natural a estar a su lado, ni siquiera hoy sería capaz de describir bien en palabras lo que aquella primera conexión generó en mi cuerpo, como si las primeras señales de un lazo que siempre estuvo predestinado a existir comenzaran a entrelazar sus primeras hebras.
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Quizás nuestros caminos no eran tan diferentes a pesar de todo.
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Muy bien chicos, aquí termina el capitulo bimestral :v xD espero les haya gustado y para los que han visto la historia antigua les haya traído recuerdos y curiosidad por los pequeños cambios que tienen los acontecimientos :3
Comet Galaxy Me alegra que te gustara el capi :'3 y naaa no te disculpes por cuando comentas xD, los capis igual tardan en salir así que ni modo :v, y sip, al menos Yuta es más precavido que Ryo jaja
Muchas gracias por comentar! :3
Lord fire 123 Ryo pasa dos tercios de la trilogía vendado uwu xD.
Kazuma no lo supo, los policías investigaron porque 1: Ryo había ido a decirles sobre este y 2: tenían rastros de las medicinas que Ryo había retirado en los cargamentos de Hina en la capital, con esas dos cosas, Ryo era un importante sospechoso.
Anumas lo de la jeringa en la boca fue bastante perturbador :v xD
¡Muchas gracias por comentar! :D
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Eso sería todo chicos, ahora seguirá continuar con el siguiente capítulo de Eterna Voluntad 2 :3
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
