Capitulo 4

Candidez

A partir de esa noche, cada vez que todos se iban a descansar, nos reuníamos en el lago para ser quienes realmente éramos. Aunque solo conversáramos hasta que el Sol comenzaba a salir, sabía que estábamos rompiendo la regla principal de la corte, pero no podíamos estar lejos el uno del otro. Fue una de esas noches dónde ocurrió el punto sin retorno…

-A veces me pregunto qué pasaría si la sede se enterará de lo nuestro-

-Sé que ellos comprenderán, lo nuestro va más allá de un simple amor, hemos estado unidos desde siempre, pero no nos encontramos hasta este momento. Así lo quiso la vida, se que ellos lo aceptaran-

Sus palabras, como siempre, calmaron mis nervios; sonreí al mismo tiempo que tomaba su mano –Te amo, Vlad-

-Y yo a ti, Massiel, te amo con toda mi alma-. Como si algo nos atrajera, nuestros rostros se acercaron lentamente, hasta que nos besamos. Este era diferente a los anteriores, no pude evitar estremecerse al sentir algo resbaladizo rozar con mi lengua, supe que era la suya pero no hice nada para detenerlo ni apartarlo. Cuando el aire nos obligó a separarnos, alce mi cabeza en un intento de recuperar el aliento; de pronto, sus labios comenzaron a acariciar mi cuello, llegando a morderlo levemente. A pesar de que nos encontrábamos en un sitio apartado, mordí mis labios para que ningún sonido vergonzoso pudiera salir

Las manos de Vlad se aventuraron dentro de mis ropas, me estremecí ante su caricia en mi espalda. Todo era nuevo, deseaba sentir más. Una leve brisa fría recorrió mi pecho, en ese momento noté que ya no tenía puesta mi camisa. Ahora sus labios se posaron en uno de mis senos, lo lamía de la misma forma que un recién nacido lo haría; en un intento de mitigar el remolino de sensaciones aferrando mis manos a sus cabellos. Pronto le ayudé a quitarse su camisa, todos los enfrentamientos habían rendido frutos en su cuerpo, lentamente acaricié sus hombros, brazos y pecho. Vlad me cargó en sus brazos para recostarme en el suelo, me sentía avergonzada ante el hecho de tenerlo sobre mí; pero podía sentirme protegida a la vez, porque se trataba justamente de él

Me miró a los ojos, quizás esperando una respuesta de mi parte, lo único que pude hacer fue tomar su rostro para acercarlo al mío y besarlo. Mientras nuestros labios se acariciaban, sus manos me despojaron lentamente de mi pantalón; quise cerrar mis piernas, pero él lo impidió al colocar sus caderas en medio de estas. No pude evitar soltar un pequeño gemido al sentir algo duro rozar con mi entrepierna. Miré hacia aquel lugar, jamás había visto a un hombre desnudo, pero una enorme curiosidad me invadió, ¿Qué tan duro se sentiría? ¿Qué se sentiría tenerlo dentro? ¿Dolería? -¿Confías en mí, Massiel?-

Al escucharlo, alce de nuevo mi mirada, había un atisbo de duda en sus ojos. Acaricie su mejilla, el cerro los ojos, disfrutando mi toque –Confío en ti ciegamente, Vlad-

Nuevamente me besó, sus manos se posaron bajo mis rodillas, permití que el controlara la situación; poso mis piernas alrededor de sus caderas, desprendía una sensación cálida, me agradaba. Pronto me invadió un dolor agudo en mi vientre, la única forma que encontré para soportarlo fue clavando mis uñas en su espalda. Por un segundo creí que aquello jamás terminaría, hasta que su pelvis chocó con la mía. De sus labios brotaban jadeos roncos, me parecía atractivo ver su rostro sudoroso, con algunos mechones cayendo cerca de su rostro. Permaneció inmóvil por algunos minutos, cuando el dolor desapareció, yo fui quien se movió un poco

Lentamente, Vlad se retiro antes de volver a meterlo, ahora sentía un cosquilleo en mi estómago. Quería sentirlo más, así que aferré mis piernas en su cadera, incitándolo a moverse más rápido. Vlad comprendió mi acción y aumento sus movimientos. Lo besé tratando de acallar mis gemidos, pero era casi imposible, no quería que este momento se terminara, aunque sabía que aquello era difícil de pedir. Sabía que pronto terminaría, mi cuerpo lo anunciaba; pero repentinamente, Vlad se retiró de mi cuerpo, su semilla se derramó en mi estómago. Mientras intentaba recuperar el aliento, Vlad besó mi oreja –Tendrá que ser así, linda, un bebe podría complicar las cosas-

-Lo sé… Realmente espero que acepten lo nuestro, quiero estar a tu lado… Para siempre-

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Para siempre. Fue lo que dije, lo que Vlad escuchó. A veces me pregunto el porqué lo dije, porque lo resalté. Pero jamás pude imaginar hasta donde podría llegar para cumplirlo

-¿No es uno de los libros que tenía esa hechicera?- pregunté cuando, al entrar a su habitación, noté que Vlad miraba un libro de portada roja

-Sí, me dio curiosidad ver su contenido. Tiene algunas cosas interesantes, mira esto, hechizos vudú, hechizos para enamorar-

-No te obsesiones mucho con eso, Vlad, todo está impregnado por fuerzas oscuras-

-Lo sé, preciosa, iré a dejarlo en la bodega-. Tras cerciorarse que la puerta estaba cerrada, me dio un pequeño beso. Sonreí, pero al girar para salir, miré por el rabillo del ojo un titulo bastante llamativo… Hechizo para la vida eterna