Capítulo 1: El Encantamiento

En la casa de los Heeler, Bandit y Chilli se estaban preparando para una noche especial. Era la primera vez en mucho tiempo que tenían una cita a solas, por lo que pidieron a Frisky y Radley que cuidaran a las niñas. Los dos aceptaron encantados, recordando cómo habían comenzado a salir mientras cuidaban de Bluey y Bingo.

Las niñas, al enterarse de que su tío Rad y el hada madrina de Bluey estarían con ellas, no cabían de la emoción. Se escuchaban risas y pasos apresurados por toda la casa mientras se preparaban para una tarde de juegos.

Cuando Frisky y Radley llegaron, Bandit advirtió: "Por favor, no les den más dulces. Ya comieron helado y otros caramelos. No quiero que se desvelen esperándonos."

"Entendido," respondió Frisky con una sonrisa.

Bandit y Chilli se despidieron, listos para disfrutar de su tiempo juntos.

En el camino a lo que prometía ser una noche de desconexión, Bandit sorprendió a Chilli al anunciar que harían una parada antes de cenar.

"¿Por qué? Pensé que habíamos reservado," dijo Chilli, confundida.

"Un colega me recomendó una tienda curiosa. Tienen artefactos antiguos y teorías sobre magia de otras épocas," explicó Bandit, emocionado.

Intrigada, Chilli aceptó. Cuando llegaron, se encontraron con una tienda sorprendentemente acogedora: bien organizada, limpia y con un aire intrigante que evocaba otros tiempos.

Un dependiente, con aire tranquilo, los saludó cortésmente: "Bienvenidos. ¿Puedo ayudarles en algo?"

Aunque declinaron su ayuda, continuaron explorando la tienda. Y observaron objetos extraños llenaban las estanterías, cada uno con detalles que parecían contar una historia. Fue entonces cuando algo captó su atención: una esfera naranja translúcida, con seis estrellas en su interior. El brillo de estas estrellas era hipnotizante, como si tuviera vida propia.

"Esa esfera es muy especial," comentó el dependiente. "Tiene una historia antigua. Se conoce como las Esferas de Fuego o las Esferas del Dragón."

"¿Una de ellas?" interrumpió Bandit, con curiosidad. "¿Eso significa que hay más?"

"En realidad, son siete," respondió el dependiente, "y se pueden reconocer por el número de estrellas que tienen. Esta, como pueden ver, es la de seis estrellas. Algunos dicen que pueden conceder deseos cuando están todas reunidas, pero he notado que la luz que emiten ha cambiado un poco."

Aunque algo escépticos, Bandit y Chilli sintieron una atracción inexplicable hacia la esfera. Intrigados, preguntaron al dependiente sobre el cambio en la luz. Él explicó: "Las esferas emiten un sonido extraño cuando están juntas, pero he notado que la luz de esta se ha ido oscureciendo con el tiempo."

A pesar de sus dudas, Bandit y Chilli decidieron comprar la esfera. La guardaron en la bolsa de Bandit, sin notar que un tenue y siniestro aura comenzaba a envolverlos.

El dependiente, mientras los veía partir, se despidió en silencio, preguntándose si había imaginado el breve destello de luz que pareció brillar en la pareja justo antes de que se alejaran.

Camino al restaurante, Bandit y Chilli comenzaron a notar algo extraño en el aire. Una leve brisa helada soplaba, aunque la noche era cálida, y los sonidos habituales de la ciudad parecían más distantes, casi apagados. Al llegar al restaurante, las miradas de los camareros y otros clientes no solo eran incómodas, sino también perturbadoras, como si ellos supieran algo que la pareja ignoraba.

Decidieron continuar con su noche, disfrutando de una cena acogedora y, más tarde, un paseo por el parque bajo las estrellas. Sin embargo, a medida que avanzaban, Bandit sintió que su incomodidad crecía. Las miradas que había recibido en el restaurante seguían persiguiéndolo en su mente, especialmente aquellas de los hombres.

Finalmente, en un arrebato, Bandit alzó la voz hacia un pequeño grupo de personas que lo observaba desde la distancia. "¡Basta de mirarme así!" exclamó, sin poder contenerse.

El eco de su voz pareció resonar más de lo normal, y por un instante, el mundo pareció quedarse en silencio. Entonces, un niño que pasaba junto a su padre señaló con curiosidad y preguntó:
"Papá, ¿por qué esa señorita está gritando?"

Chilli intentó tranquilizar a Bandit, pero algo en el ambiente había cambiado. El tenue brillo de la esfera en la bolsa de Bandit parecía más intenso ahora, como si reaccionara a la tensión del momento.

Atónitos y con la mente aún ocupada por los extraños sucesos de la noche, Bandit y Chilli regresaron a casa. Allí encontraron a Bingo y Bluey luchando por mantenerse despiertas mientras Frisky y Radley reían con ternura. Las niñas, tercas, se negaban a ir a dormir sin que sus padres estuvieran en casa.

"¡Por fin llegaron!" exclamó Frisky, mientras se acercaba a Chilli. "¿Cómo les fue en su cita?" preguntó con una sonrisa cómplice. Sin embargo, justo al terminar de hablar, su expresión cambió, llevándose una mano a la frente. "Uf, qué raro... de repente me dio un dolor de cabeza."

Mientras tanto, Bandit y Radley se encargaron de llevar a las niñas a la cama. Con cuidado, Bandit arropó a Bingo, mientras Radley hacía lo mismo con Bluey. Al regresar a la sala, Bandit le dio una palmada amistosa en el hombro a su hermano. "Gracias por hacer esto por nosotros, de verdad."

Radley sonrió y respondió sin pensarlo mucho: "No hay de qué, hermana."

Bandit se quedó paralizado un segundo. Frunció el ceño y miró a Radley, esperando alguna risa que confirmara que solo era una broma. Sin embargo, Radley actuaba con total normalidad, como si no hubiera dicho nada fuera de lugar. Bandit decidió no darle importancia, atribuyéndolo al cansancio de la noche, pero una incómoda sensación permaneció en su mente mientras se dirigía a la sala.

De vuelta en la sala, Chilli fue a la cocina y preparó un té caliente para aliviar el dolor de cabeza de Frisky. Al regresar, se lo ofreció con cuidado. "Gracias," dijo Frisky con una sonrisa cansada. "Siempre tan amable conmigo... eres como un hermano para mí."

El comentario dejó a Chilli helada por un momento. ¿Había escuchado bien? Observó a Frisky, intentando leer en su expresión si aquello era una especie de broma. Sin embargo, la mirada de Frisky parecía totalmente seria, como si no hubiera notado nada extraño en lo que acababa de decir.

Chilli trató de ignorar la sensación de desconcierto que empezaba a crecer en su interior. Forzó una sonrisa y respondió con calma: "Bueno, lo importante es que te sientas mejor." Pero la frase de Frisky seguía resonando en su mente, inquietándola de un modo que no podía explicar.

Momentos después, Bandit y Chilli se despidieron de Frisky y Radley, agradeciéndoles una vez más por cuidar a las niñas. Mientras cerraban la puerta, Radley miró a Frisky con el ceño fruncido. "¿Notaste algo raro en ellos esta noche?" preguntó en voz baja.

Frisky asintió, aun masajeándose las sienes. "Sí, pero no sé cómo explicarlo. Es como si... algo fuera diferente en ellos, pero no sé qué." Ambos intercambiaron una mirada confusa, pero decidieron no darle más vueltas por el momento.

En su habitación, Bandit y Chilli se preparaban para dormir, tratando de atribuir los extraños comentarios y sensaciones de la noche al cansancio acumulado. "Tal vez simplemente estamos agotados," murmuró Chilli, mientras se deslizaba bajo las sábanas.

"Sí, seguro es eso," respondió Bandit, apagando la luz. Sin embargo, mientras sus cuerpos se relajaban en la oscuridad, algo comenzó a suceder. Sin que ellos lo notaran, sus formas empezaron a cambiar lentamente, como si una energía desconocida estuviera transformándolos desde el interior.

La habitación permanecía en silencio, pero un sutil brillo proveniente de la bolsa donde guardaron la esfera iluminó la penumbra, marcando el inicio de algo que aún no comprendían.

A la mañana siguiente, Bandit se levantó temprano, como de costumbre, para seguir su rutina diaria. Aún adormilado, se dirigió al baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes. Al inclinarse hacia el lavabo, levantó la vista y quedó paralizado al observar su reflejo. Algo estaba... diferente.

Se acercó al espejo, frunciendo el ceño, mientras sus ojos recorrían los detalles de su rostro. Su piel parecía más suave, sus facciones más delicadas, casi femeninas. Una sensación de inquietud lo invadió mientras inspeccionaba su rostro, buscando alguna explicación lógica.

Confundido y algo nervioso, bajó la mirada hacia su cuerpo. Lo que vio lo dejó sin aliento: su figura había cambiado drásticamente. Donde antes había hombros anchos y una complexión robusta, ahora había una silueta más esbelta, con caderas definidas y proporciones marcadamente femeninas.

Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a arremolinarse en su mente: las miradas incómodas en el restaurante, el comentario del niño que lo confundió con una mujer, y, por último, la extraña broma de su hermano al llamarlo "hermana". Cada detalle cobraba un nuevo significado.

Inhaló profundamente, cerrando los ojos por un instante, como si al volver a abrirlos todo regresara a la normalidad. Pero el reflejo seguía ahí, innegable y desconcertante. Una sensación de temor mezclada con curiosidad comenzó a tomar forma en su interior. Algo fuera de lo común estaba sucediendo.

Lleno de incertidumbre, Bandit decidió despertar a Chilli para compartir lo que estaba sucediendo. Aun procesando lo que había visto en el espejo, se acercó a la cama con cuidado. Al mover las sábanas ligeramente, Chilli, todavía medio dormida, se sobresaltó por el movimiento.

Abrió los ojos y, al ver a alguien que no reconocía en su habitación, se incorporó de inmediato con una mezcla de sorpresa y desconfianza. "¿Quién eres y qué haces aquí?" preguntó con voz firme, aunque su tono reflejaba desconcierto.

"Chilli... soy yo, Bandit," respondió, su voz algo tímida y cargada de confusión.

Chilli, al verlo, se queda sorprendida, pero al concentrarse y escuchar bien su voz, también se asusta. Necesitaba confirmarlo. Se levantó rápidamente y caminó hacia el espejo, con una creciente sensación de inquietud.

Lo que vio la dejó paralizada. Su reflejo mostraba un cuerpo mucho más robusto del que recordaba, con hombros anchos, una musculatura pronunciada y, para su sorpresa, una barba áspera. Tocó su rostro y su pecho, como si al hacerlo pudiera disipar la ilusión, pero lo único que logró fue aumentar su desconcierto.

Se giró hacia Bandit, buscando respuestas, pero lo que vio solo intensificó su confusión. Bandit, o quien afirmaba serlo, tenía ahora una figura claramente femenina: caderas definidas, un rostro suave y un busto generoso que era difícil de ignorar bajo la ropa que llevaba.

Bandit, al notar la mirada de Chilli, bajó la vista hacia sí mismo y luego la levantó con nerviosismo. "Chilli, deja de mirarme así," murmuró, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban.

Chilli, aún procesando la situación, bajó la mirada sin querer hacia el punto que Bandit estaba tratando de evitar, y de inmediato comprendió a qué se refería. Su rostro enrojeció al instante, y se giró rápidamente, intentando cubrirse con las manos. "¡Lo siento!" exclamó, claramente avergonzada por la situación.

Entre risas nerviosas, Chilli trató de suavizar el momento. "Supongo que ahora entiendo lo que sentías cada vez que me veías salir del baño," bromeó, aunque su voz temblaba un poco.

Bandit, intentando recuperar la compostura, soltó una risa incómoda. "No es fácil controlar esas reacciones," respondió con un tono juguetón, intentando aligerar el ambiente.

Ambos intercambiaron una mirada rápida, aún confundidos, pero en el fondo sabían que había algo más detrás de lo que estaban experimentando. Lo que parecía una extraña coincidencia estaba lejos de ser normal, y necesitaban respuestas.

Bandit, un poco avergonzado, le propone a Chilli que se bañen juntos, pensando que sería complicado para ella manejar su nuevo cuerpo sola. Para su sorpresa, Chilli acepta, pero no sin antes bromear diciendo que necesita vigilar a Bandit para que no se pase de la raya. Bandit, ruborizado, le responde que la situación es nueva para ambos, lo que provoca una risa compartida. Finalmente, ambos deciden que lo mejor es enfrentar juntos este extraño cambio.

Después de un baño algo incómodo para Bandit pero muy reconfortante para Chilli, comienzan a vestirse con la ropa del otro. Se dan cuenta de que la ropa no les queda bien y que tienen que adaptarse a las nuevas proporciones.

Chilli termina de vestirse primero y nota que Bandit está batallando con el sostén y la blusa. Amablemente, Chilli se ofrece a ayudar, pero cuando pone una mano en el pecho de Bandit, este se sonroja, sintiéndose un poco incómodo. Chilli, por su parte, intenta mantenerse neutral, aunque también se siente extraña.

Justo en ese momento, Bluey entra al cuarto y, al ver a sus padres, detiene a Bingo antes de que entre completamente. Bluey, en voz baja, le susurra a su hermana que sus padres están ocupados y que es mejor esperar en la sala. Antes de irse, Bluey le dice a su padre que ahora es Chilli, está más cariñosa de lo usual con ese abrazo.

Chilli, al escuchar el comentario y darse cuenta de que aún tiene la mano en el pecho de Bandit, se sonroja, sintiéndose un poco avergonzada por la situación.

Una vez que Bluey sale de la habitación, Chilli, toda roja y apenada por lo que su hija pudo pensar, ayuda a Bandit a terminar de vestirse. Bandit lucha por contener la risa, pero al final, en tono burlón, llama a Chilli "pervertido" por haberla tocado frente a su hija. Bandit no puede evitar reírse a carcajadas, lo que molesta mucho a Chilli, quien se siente humillado y preocupado por lo que ahora su hija pueda pensar de él. Después de la broma, ambos se ponen a pensar si las niñas realmente los vieron claramente, ya que parecían tomar la situación como algo casi normal, salvo por el malentendido de Chilli. Deciden bajar a la sala de estar para ver la reacción de sus hijas ante este cambio.

Las niñas, por su parte, actuaron con normalidad, sin notar nada raro, y continuaron jugando alegremente. Chilli y Bandit llaman a sus hijas para pedir su opinión sobre un tema, pero cuando la mirada de Chilli y Bluey se cruza, esta rápidamente desvía la vista, intentando no recordar lo que vio. Chilli, incómodo, le explica a Bluey que todo fue un malentendido, que solo estaba ayudando a su madre a vestirse. Lo dice con incomodidad al referirse a Bandit como su esposa, pero Bandit no deja pasar la oportunidad de bromear.

Bandit, dio medio girada y con las orejas hacia atrás, cruza los brazos a la altura de su pecho y mira a su marido con ojos de tristeza. Lo observa de reojo y, en tono de broma, lo llama "pervertido". Bluey, con una expresión de desaprobación, mira a su padre y niega con la cabeza, mientras Chilli se pone roja de nuevo por la situación provocada por Bandit. Entonces, Bingo pregunta qué significa "pervertido", a lo que Chilli responde que es algo que no necesita saber ahora.

Entonces, Chilli regañó a Bandit diciéndole que se pusiera serio. Bandit, sin poder aguantar más la risa, comenzó a carcajearse por la expresión de su marido. Esto les pareció muy raro a las niñas, quienes le dijeron a su madre que eso no era lo que ella les había enseñado. Al escuchar eso, Bandit recuperó la compostura y, un poco sonrojado, tosió para aclararse la garganta y le preguntó a Bingo dónde había dejado el álbum de fotos que no habían encontrado en su habitación.

Bingo respondió: "¡Ah, es verdad! Eso era lo que se me olvidaba devolver". Ella había tomado el álbum porque necesitaba una foto para una tarea. Entonces, salió corriendo a su cuarto para organizar todo y entregárselo.

Mientras tanto, Bluey se quedó sola con sus padres. Estos se acercaron a ella y le pidieron que no hablara con nadie sobre el "accidente" que había visto, ya que se podía malinterpretar. Ambos padres pensaron que ese tipo de juego estaba bien entre parejas, pero no era apropiado que los niños lo presenciaran, pues podría causar problemas.

Bluey respondió: "Okey, no diré nada de lo que vi. No es como si fuera la cosa más vergonzosa que ha hecho papá delante de la gente". Chilli, sorprendida, le preguntó a Bluey qué más había hecho. Bluey respondió: "¿Recuerdas cuando usaron magia e hicieron que papá corriera como loco por todo el jardín? ¿O cuando estaba jugando con Tina, la amiga imaginaria, y asustó a Wendy cuando cerró el maletero de su coche? O la vez que Bingo estaba jugando a que había hadas y terminaste haciendo un baile alrededor del buzón con unos patines en las manos".

Bandit, alarmado, preguntó: "¡Espera un momento! Entonces, ¿cuándo usaron magia, yo también bailé? ¡No recuerdo nada de eso!". Bluey, riendo, respondió con entusiasmo: "¡Sí! Bailaste un tango... creo que fue con el papá de Lucky."

El rostro de Bandit pasó del desconcierto al horror. La idea de haber bailado un tango, una danza tan apasionada, con su mejor amigo lo dejó completamente avergonzado.

"¿Un tango?" murmuró, llevándose una mano a la frente mientras su mente comenzaba a imaginar lo sucedido. Mientras intentaba procesarlo, un pensamiento lo hizo ponerse rojo como un tomate: ¿y si durante el baile Pat había hecho algo que él no recordaba? Bluey, al notar su expresión, comenzó a reír aún más fuerte.

"¡Mamá, estabas increíble! ¡Hasta giraste como si fueras una bailarina profesional!" exclamó, imitando un giro dramático, lo que solo hizo que Bandit se sintiera más apenado.

"¡Eso no es gracioso, Bluey!" dijo, intentando mantener la compostura, aunque el leve temblor en su voz delataba su vergüenza.

Chilli, que había estado escuchando todo desde el fondo, soltó una carcajada. "Bueno, cariño, al menos sabemos que tienes talento oculto. Quizás deberías considerar unas clases de tango de verdad."

Bandit soltó un suspiro y murmuró, más para sí mismo: "Esto no puede ponerse peor..."

Chilli no le dio tanta importancia, pensando que Pat y Wendy recordarían esos momentos tal como son. En ese momento, llegó Bingo con el álbum de fotos, que recibió Chilli, pero no lo sujetó bien, y se cayó, abriéndose en una de las páginas de la boda de Frisky y Rad.

Al revisar las fotos, notaron que sus apariencias habían cambiado por completo. En la foto donde aparecían todas las mujeres, Chilli quedó sorprendida al ver que, en su lugar, ahora estaba Bandit en su versión femenina. Más adelante, encontraron fotos de la boda de Frisky, pero en lugar de ser madrina, Chilli había sido el padrino.

Esto lo alteró profundamente, ya que comenzaba a cuestionarse cuánto de su vida había cambiado con esta transformación. No sabía si su círculo de amistades era diferente, o si sus relaciones con sus amigas se habían vuelto más formales.

Bandit, un poco asustado por esto, quiso ver sus fotos más antiguas. Las niñas terminaron de recoger el desorden de fotos en el suelo y preguntaron a sus padres si estaban bien. Ellos, para no asustarlas, les dijeron que sí, que solo estaban buscando unas fotos. Bandit encontró su foto de su boda y se sorprendió mucho al ver que en esa foto seguía siendo él mismo. Se la mostró a Chilli, y ambos vieron que, de repente, la foto tenía un brillo sutil que estaba modificándola, cambiando a Chilli con su vestido de novia por Bandit con un vestido similar, solo que, con un escote más visible, y a Bandit por Chilli con un traje de gala negro.

Rápidamente, buscaron las fotos más antiguas que tenían. Chilli encontró una foto de ella cuando era niña con sus padres y hermana, que también se modificó, haciendo que ahora Chilli fuera el hermano menor de Brandy. En la foto, se veía a una niña un poco más alta que el niño y a sus padres. Bandit, por su parte, encontró una foto de él con sus hermanos en fila, sonriendo a la cámara, pero antes de que pudiera agarrarla, esta se modificó, mostrando ahora a sus hermanos al lado de una niña, sonriendo no tan forzadamente, y a además ella llevando un vestido.

La pareja decidió mantener la calma para no asustar a las niñas y tomó la decisión de continuar con su rutina normal para no llamar la atención. Bandit trató de seguir con su rutina diaria, saliendo a correr, y se encontró con Pat, quien lo saludó de una forma no tan amigable como antes cuando era hombre, pero respetuosa para no molestarla. Se despidió y siguió corriendo, encontrándose luego con Wendy, quien le habló de una forma más amigable que antes. Bandit se detiene ya que Wendy le saca tema de conversación y comienzan a charlar un rato sin que sus hijas la molestaran. Wendy comentó que cómo seguía su esposo, recordándole que hace algunos días le había dicho que se lastimo la espalda en su trabajo.

Bandit, en ese momento, recordó que chilli le conto que hiso un mal movimiento en el trabajo, ajustó la historia de lo que sabía que le había pasado a Chilli con lo que pudo haberle pasado a su cuerpo. Más tarde, se encontró con el resto de las mamás que habían formado el grupo de mamás hace 8 años. Bandit se dio cuenta de que todas las amistades femeninas que Chilli tenía, salvo Frisky, ahora eran de él, como si él hubiera hecho todo lo que su esposa había hecho.

Mientras tanto, Chilli, después de ordenar un poco la casa, salió al patio para tomar aire fresco y pensar en todo lo que había pasado hasta ahora. Parecía que seguía en su mismo trabajo, pero se había lastimado la espalda de manera más grave de lo que le había pasado a ella con su cuerpo anterior.

De repente, alguien le gritó: "¡Oye, viejo, te ves deprimido!". Al levantar la vista, Chilli se dio cuenta de que era Pat. Para no levantar sospechas, intentó imitar la actitud relajada de Bandit y le devolvió el saludo. Pat se rió y comentó: "Hoy los Heeler están actuando raro. Tu esposa intentó hablar conmigo de una manera más amigable, como si fuéramos amigos de toda la vida. Me sorprendió, sabiendo lo sería que es con sus modales. Traté de salir rápido de esa situación para no meter la pata y decir algo inapropiado". Pat soltó una risa nerviosa mientras trataba de restarle importancia al asunto.

Chilli, intentando no pensar demasiado en lo que había dicho, decidió cambiar de tema y le preguntó a Pat por qué estaba tan nervioso cuando se refiere a ella. Pat, algo avergonzado, respondió: "¿Tu esposa no te ha contado? Bueno, cuando las niñas jugaban que tenían magia, me hicieron bailar un tango con ella". Pat se sonrojó un poco y continuó: "Fue un accidente, pero al alzarla, le toqué un pecho y el trasero. Desde entonces, me he sentido un poco incómodo".

Chilli, con una expresión de sorpresa, le dijo: "Con razón estás tan nervioso con ella, pero tranquilo, no creo que lo recuerde en serio". Pat, aún algo nervioso, rió levemente y decidió marcharse antes de que la situación se volviera más incómoda. "Nos vemos luego, Heeler", dijo mientras se despedía.

Chilli se quedó pensando por un momento, dándole vueltas a lo que Pat acababa de decir. "Si ahora soy el hombre, ¿por qué llevo el apellido de mi esposa?" Pensó. No había caído en cuenta de eso hasta ahora.

Antes de que Pat se alejara, Chilli lo llamó nuevamente y, tratando de disimular su creciente ansiedad, le preguntó: "Pat, ¿por qué me llamaste así?". Pat, visiblemente extrañado, respondió: "¿Te golpeaste la cabeza? O que ¿No recuerdas que tu padre no quería que te casaras con tu esposa? Te dijo unos días antes de la boda que, si te casabas con ella, tendrías que abandonar tu apellido".

Chilli, ahora más asustado que nunca, forzó una sonrisa y fingió recordar: "Ah, sí... ya me acuerdo". Pero en su interior, la realidad era otra. Esto era lo peor que le podían haber dicho. Mantuvo la compostura mientras Pat se alejaba, pero por dentro, sentía que todo lo que había logrado con su familia se desmoronaba. Tanto esfuerzo que había hecho para volver a hablar con su hermana, no sirvió para nada...

Pat, aún confundido por el comportamiento de los Heeler, se fue sin decir más. Chilli intentó regresar a su rutina diaria, pero el peso de la conversación con Pat no lo dejaba tranquilo. Mientras caminaba por el jardín, Bluey pasó a su lado y, notando algo extraño, le preguntó: "¿Estás bien, papá?". Chilli, fingiendo serenidad, respondió: "Sí, estoy bien". Sin embargo, Bluey no se convenció del todo y añadió: "Entonces, ¿por qué estás llorando?".

Chilli, sorprendido, se llevó la mano al rostro y se dio cuenta de que lágrimas silenciosas habían comenzado a rodar por sus mejillas. Pensando rápido, improvisó: "Oh, Pat me mostró algo con un olor muy fuerte, y eso me hizo llorar, nada más". Sonrió levemente, tratando de calmar a Bluey, aunque en su interior sabía que la verdadera razón de sus lágrimas era mucho más profunda.

El malestar seguía creciendo dentro de Chilli con cada hora que pasaba. No sabía hasta qué punto su relación con su padre y su hermana se había deteriorado en esta nueva realidad. La sensación de pérdida y desarraigo lo abrumaba, pero decidió que debía enfrentarse a esta situación y buscar la manera de reconciliarse con su familia.

Por la noche, Bandit y Chilli se sentaron a discutir lo que habían notado durante el día. Cuando Chilli le contó a Bandit sobre su encuentro con Pat, Bandit sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Le preguntó con preocupación qué hizo después, a lo que Chilli respondió que intentó comunicarse con su padre y su hermana, pero hasta ahora no había recibido ninguna respuesta. Chilli habló con tristeza, sintiendo el peso de una relación familiar más destruida de lo que pensaba.

Bandit, después de lo que le conto Chilli llena de curiosidad, decidió revisar sus documentos para ver cómo se llamaban ahora. Descubrió que su nuevo nombre era "Beiley Heeler" y el de Chilli, "Charlie Heeler". Bandit intentó reírse de lo absurdos que sonaban esos nombres, pero al ver la expresión de su hora esposo, comprendió que la situación era más seria de lo que parecía. Chilli estaba a punto de derrumbarse por completo.

Sin dudarlo, Bandit se acercó y abrazó a Chilli con fuerza, sosteniéndolo firmemente entre sus brazos. Con delicadeza, tomó su rostro entre sus manos y lo apoyó contra su pecho. Chilli, visiblemente avergonzado, murmuró: "Bandit... suéltame, por favor."

Pero Bandit, con una determinación inquebrantable, respondió: "Ni lo sueñes. Lo que sea que esté pasando contigo, también me afecta a mí. Estamos juntos en esto, Chilli. No solo como tú ahora esposa, sino como tu compañera en todo lo que venga. No importa qué tan extraña o difícil sea esta situación, no voy a soltarte. Pase lo que pase, lo enfrentaremos juntos."

Chilli, abrumado por las palabras de Bandit, sintió una mezcla de alivio y vergüenza. Durante unos instantes, no pudo responder, pero en el fondo sabía que esas palabras eran justo lo que necesitaba escuchar.

Finalmente, la barrera de emociones se rompió. Chilli comenzó a llorar como un niño, escondiendo su rostro en el pecho de su esposa. Su cuerpo temblaba con cada sollozo mientras Bandit lo envolvía con ternura, acariciándole el cabello y la espalda con movimientos suaves, murmurando palabras tranquilizadoras.

Con el paso de los minutos, los sollozos de Chilli comenzaron a calmarse, hasta que, agotado por la intensidad de sus emociones, se quedó dormido en los brazos de Bandit. Con cuidado, Bandit lo acomodó en su lado de la cama, secando las lágrimas restantes de su rostro con delicadeza. Observándolo por un momento, murmuró con una leve sonrisa: "No importa lo que venga, lo enfrentaremos juntos."

"Bueno, parece que las esferas no solo están cambiando nuestros cuerpos, sino también nuestras vidas," pensó Bandit con un suspiro. Decidió que lo mejor era descansar después de un día tan agitado. Aunque la situación era complicada, una sonrisa se asomó en su rostro. "Mañana será otro día," se dijo, mientras cerraba los ojos con Chilli a su lado.

A la mañana siguiente, Bandit se levantó de una manera bastante brusca, haciendo que Chilli también se despertara. Al verla, Chilli comentó: "Vaya, incluso siendo mujer sigues siendo bastante brusca," mientras observaba cómo su esposa se estiraba en el balcón, medio desnuda.

En ese momento, a Chilli se le fue el sueño. Rápidamente tomó a Bandit y la metió de vuelta en la habitación, diciéndole algo agitado: "¿Estás loca? No puedes mostrarte así. Tienes un cuerpo que muchas mujeres matarían por tener y muchos hombres matarían por ver." Bandit no entendió al principio lo que Chilli quería decir hasta que bajó la mirada y vio su pecho desnudo. Recordó que tenía la costumbre de dormir solo con pantalones y nada más. Se cubrió rápidamente el pecho y le pidió disculpas a su esposo por asustarlo.

Sin embargo, al observarlo mejor, Bandit bromeó diciendo: "Parece que eres afortunada," dijo con una sonrisa traviesa. "Por lo que veo, tú también estás contento con todo esto."Chilli, confundido, miró hacia abajo y, al notar la situación, se sonrojó. Avergonzado, le pidió a Bandit que se vistiera rápido, "Así no se debe comporta una dama," le dijo con una sonrisa nerviosa. Bandit se río y obedeció, consciente de que no quería que sus hijas pensaran cosas inapropiadas.

Una vez arregladas, las niñas entraron en su cuarto y comenzaron sus juegos típicos. Antes de irse, le recordaron a su madre que hoy irían a casa de su abuela. Al recordar esto, Bandit se puso pálida. "¿Qué le voy a decir a mi madre?", pensó, preocupada.

Las niñas salieron del cuarto y Bandit explotó de preocupación: "¡¿Cómo voy a actuar frente a mi madre si cree que soy mujer desde que nací?! ¡Sospechará que algo pasa, no crees!" Chilli, aunque también preocupado, intentó tranquilizarla. "Sí, pero tenemos que adaptarnos," dijo con una mirada triste. Bandit le preguntó si su padre o su hermana habían respondido a los mensajes. Chilli, aún más triste, respondió que no, que incluso los mensajes antiguos ya no existían. Lo único que quedaba era el último mensaje era de la boda de Frisky, la última vez que había hablado con su familia.

Bandit consoló a Chilli, intentando darle fuerzas para superar este difícil momento. Luego, con una sonrisa pícara, decidió molestar un poco a Chilli, notando que desde que cambiaron de cuerpo, él no dejaba de mirarle las caderas y el pecho. Estando frente a él, Bandit tomó la mano de Chilli y la apoyó en su pecho, haciendo que Chilli se pusiera rojo como un tomate y se molestara un poco.

Bandit se río y le dijo: "Recuerda que siempre puedes contar conmigo, sin importar qué."

Después de sus juegos típicos con las niñas y de desayunar, se dirigieron hacia la casa de la madre de Bandit. Las niñas estaban felices de ir a visitar a su Nana, mientras que Bandit, por precaución, decidió sacar la esfera de la bolsa, pensando que podría afectar a las niñas. Decidió esconderla en su cuarto en un lugar donde ellas no pudieran encontrarla por el momento. Las niñas y Chilli la esperaban en el carro para ir a casa de Nana.

El viaje fue bastante rápido, y en el camino tuvieron la misma discusión sobre cómo se desharían de las niñas para poder quedarse a solas un rato. Hubo muchas risas cuando Bingo recordó que aún no habían terminado la "Casa del Sueño", lo que hizo que Bluey y Bingo quisieran llegar rápidamente para continuar con su proyecto.

Al llegar, la madre de Bandit los recibió con una sonrisa y preguntó: "¿Cómo les fue en su viaje, Beiley?" Por un momento, Bandit olvidó que ese era su nombre, y rápidamente Chilli respondió: "Fue bastante rápido." En ese momento, Bandit reaccionó y dijo: "Sí, fue bastante rápido." Chisnana, le dijo a su hija: "Deja de ser tan despistada, que así en cualquier momento tu marido te va a dejar," lo dice en forma de bromeando. Bandit se río, pero de manera forzada, porque aún no se acostumbraba a ese nombre.

Una vez dentro de la casa, las niñas saludaron al abuelo Bob. Al hacerlo, Bob saluda a su hija de forma muy cariñosa diciendo: "Princesa, ¿cómo has estado?" Bandit recordó cómo su padre lo trataba con dureza cuando era niño y cómo ahora lo trataba con delicadeza solo porque era mujer, lo que no le hizo sentir extraño. Chilli, al notar la expresión de incomodidad de su esposa por el cambio en la forma en que la trataban, se río un poco, lo que molestó a Bandit, quien sabía que ahora no tenía idea de cómo actuar.

Bandit respondió a su padre, forzando una sonrisa: "Bien", Bob le pregunta a su hija como le va en el trabajo, Bandit responde," que está investigando unas leyendas para un nuevo estudio sobre culturas antiguas." Bob notó algo raro, ya que su hija siempre había sido bastante seria, y pensó que tal vez intentaba relajarse un poco después de estar estresada en el trabajo.

Bob decidió cambiar de tema y se dirigió a Chilli: "Charlie, ¿puedes ayudarme a organizar unas cosas que traje de mi viaje?" Chilli reaccionó rápidamente y respondió: "Sí, " Bob, con una sonrisa, le dijo: "Hijo, ¿cuántas veces te he dicho que no seas tan formal y que me llames 'padre'?" Nana, divirtiéndose por el comentario de Bob, añadió: "¡Deja de molestar tanto a tu hijo y pónganse a trabajar!"

Esto hizo que Chilli se sintiera muy feliz, pensando para sí misma que, aunque había tenido problemas con su familia, los Heeler la apoyaban. Con una sonrisa, respondió: "Sí, vamos, padre." Su risa, que demostraba comodidad, sorprendió un poco a Bob, pero lo hizo feliz. Bob, aun sonriendo, dijo: "¡Ok, manos a la obra!"

Bandit estaba feliz al ver a su ahora esposo sonreír, algo que no había sucedido desde que se encontraron atrapados en esta extraña situación. Hasta ese momento, Chilli siempre tenía una mirada seria o triste. Nana comentó a su hija: "No sé por qué están actuando así los dos, pero me alegra ver a 'Charlie' está sonriendo". Bandit, para mantener ocupadas a las niñas, ayudó a su madre a traerles papel y colores para que pudieran continuar dibujando su casa rodante de ensueño. Después de entregarles los materiales, Nana les dijo a las niñas que, si necesitaban algo más, podían tocar a su puerta. Luego, se llevó a Bandit a su cuarto. Bandit, un poco nervioso, la siguió sin saber qué le esperaba, desconocía las costumbres en su nueva vida.

Mientras tanto, Bob y Chilli estaban organizando las cosas que Bob había traído de su viaje. Había muchos recuerdos y objetos curiosos. Intrigado, Charlie le preguntó: "Oye, Bob, ¿y para qué son todos estos recuerdos?"

Bob, un poco avergonzado, respondió: "Me dijeron que estos objetos podrían ayudarme a encontrarme a mí mismo y liberarme de las malas energías."

Charlie no pudo contener una carcajada. "¿En serio? ¿Y te lo creíste?"

Bob, aún más apenado, suspiró. "Sí, ya sé que fue un poco ingenuo, pero sonaba convincente en el momento."

Mientras continuaban organizando los objetos, Bob recordó una leyenda que había escuchado durante su viaje, una que parecía estar relacionada con algunos de los objetos que había comprado.

"Escucha esto, Charlie," comenzó Bob. "Durante mi viaje, me contaron una historia llamada 'Las esferas del dragón'. Según la leyenda, si reúnes todas las esferas, puedes invocar a un dragón que concede uno o varios deseos. Durante la invocación, el cielo se oscurece y se llena de nubes. Las esferas, dicen, son de un color naranja cristalino y están marcadas con estrellas rojas, que varían de una a siete."

Charlie, intrigado, dejó de organizar para prestarle más atención.

Bob continuó, ahora con un tono más serio: "Pero eso no es todo. También decían que, si alguien intenta alterar las esferas y no es su creador, las estrellas en su interior se vuelven negras y su color se apaga. En ese estado, si las reúnes, empiezan a palpitar y emiten destellos brillantes al unísono. Nadie sabe qué sucede exactamente cuándo se usan en ese estado, pero según la historia, las consecuencias podrían ser impredecibles, incluso peligrosas."

"Tenemos que hablar con Ban... eh, digo Beiley. Esto es muy importante, porque creo que esta leyenda es real y nos está afectando."

Bob levantó una ceja, algo incrédulo ante la reacción de Charlie. "¿Real? Vamos, Charlie, solo es una historia."

"Bob," insistió Charlie, con un tono más firme, "esto no es una coincidencia. Todo lo que ha estado pasando... encaja demasiado bien con esta leyenda."

Después de unos segundos de reflexión, Bob asintió, aunque todavía parecía escéptico. "De acuerdo, vamos a buscarla. Pero espero que tengas una buena explicación para esto."

Mientras tanto, Bandit estaba siendo interrogado por su madre, ya que notaba que actuaba muy diferente a lo habitual. Bandit pensó para sí mismo: "Claro, cómo no... hasta hace tres días era un hombre". Sabía que no podía contarle eso a su madre porque pensaría que estaba loca. Intentó contestar de la mejor manera posible, pero su madre ya sospechaba que algo andaba mal. Para confirmar sus sospechas, le dijo que le había comprado un vestido y que quería que se lo probara para ver si le quedaba bien. Bandit, nervioso, aceptó. Nana mostró el vestido, y como Bandit no tenía ni idea de moda, solo dijo: "Es bonito, gracias por comprarlo".

Momentos después, Bob y Chilli regresaron. Vieron a las niñas y les preguntaron dónde estaban su abuela y madre. Bluey respondió que estaban en el cuarto y llevaban ahí un rato. Bob tocó la puerta y preguntó si podía pasar. Bandit, nerviosa, respondió rápidamente que no, pero su madre lo calló y dijo: "Sí, que entraran con Charlie, para que vea esto". Chilli, intrigado, pensó que probablemente estaban haciendo algo que requería buen gusto, y se imaginaba a Bandit arruinándolo con sus elecciones. Ya se estaba riendo en su mente, pero cuando vio la escena, se quedó con la boca abierta.

Las niñas se asomaron con curiosidad y vieron a su madre con el vestido. "¡Te ves linda!", dijeron las niñas antes de regresar a lo suyo. Chilli, sorprendido, elogió a Bandit, diciéndole que se veía hermosa así, en la mente de chilli este vestido le está resaltando más su pecho y cadera. Bandit explicó que su madre le había comprado el vestido y él había ayudado a ponérselo.

Al escuchar esto, Bob cerró la puerta y le pidió a Charlie que entrara al cuarto. Sabía que su hija normalmente no confiaba en el gusto de su madre para la moda. Cuando Chilli entró, Nana reveló que el vestido había sido un encargo de su yerno como una broma, sabiendo que su hija nunca se lo pondría por su estilo tan peculiar. Sin embargo, al ver que ahora Bandit no solo aceptó ponerse el vestido, sino que también lo estaba usando sin quejarse, Nana comenzó a sospechar que algo extraño estaba sucediendo.

Este comportamiento inusual confirmó las sospechas de Nana: algo raro estaba ocurriendo con su hija y su yerno, y no era solo una simple cuestión de gustos.

Bandit intentó inventar una excusa para salir del apuro, pero Charlie lo interrumpió con seriedad. "Hay algo importante que debemos discutir, especialmente ahora que tus padres empiezan a sospechar que algo no está bien con nosotros."

Al escuchar esto, Bandit dejó de actuar de manera tan femenina e, incómodo, intentó quitarse el vestido en medio de la habitación. Pero todos, en un grito colectivo, exclamaron: "¡No lo hagas!"

En ese preciso momento, tanto Bob como Nana llevaron las manos a sus cabezas, sintiendo un dolor agudo, como si sus mentes intentaran recordar algo perdido. Ambos se miraron con extrañeza mientras un pensamiento confuso les golpeaba al mismo tiempo: habían tenido tres hijos.

El intento de Bandit de quitarse el vestido solo parecía confirmar las sospechas de Nana y Bob. Preocupado por el repentino malestar de sus padres, Bandit se acercó a ellos. "¿Están bien?" preguntó con genuina preocupación.

"Sí," respondió Bob, todavía masajeándose las sienes. "Solo es un pequeño dolor de cabeza... creo que estamos recordando algo importante."

Charlie, con el ceño fruncido, intervino: "¿Qué cosa recuerdan?"

Bob miró a Nana antes de responder: "Que tenemos tres hijos."

Nana, con una expresión de desaprobación, añadió mientras señalaba a Bandit con su dedo: "Esto no tiene sentido. Pero sabes qué, Charlie... si alguien debería estar feliz de que mi hija se quite el vestido, ese eres tú. Te quiero mucho, casi como a un hijo, pero mis recuerdos me dicen que... bueno, tienes un lado algo... pervertido."

Bob asintió en silencio, como si estuviera completamente de acuerdo con Nana. Charlie, paralizado de la vergüenza, no pudo articular palabra mientras su rostro se ponía rojo como un tomate.

Bandit, sin poder contenerse, comenzó a reír. "Desde que estamos así, solo a ti te pasan cosas pervertidas, Chilli. Parece que nada puede cambiar eso."

Chilli, todavía sin saber cómo defenderse, lanzó un suspiro resignado mientras Nana lo observaba con una mezcla de desaprobación y una ligera sonrisa divertida.

Chilli, tratando de cambiar el tema con la cara roja de vergüenza, decidió contarles la verdad a sus suegros. Explicó que ellos habían intercambiado géneros debido a algún tipo de magia, y que su pasado fue cambiado también. "Nuestros nombres originales son Bandit y Chilli", dijo Charlie. Al pronunciar esos nombres, el dolor de cabeza regresó, confirmando que decían la verdad y que no se habían vuelto locos.

Bob, aún incrédulo, preguntó: "¿Y cómo estás tan seguro de eso?"

Chilli explicó que en su posesión tenían la esfera de seis estrellas, pero que las estrellas no eran rojas como en la leyenda, sino un poco más oscuras, y su brillo era mucho más tenue y oscuro.

Bob, aun tratando de procesar la información, comentó: "Bueno, si la leyenda es cierta, eso significa que debe haber seis esferas más, dispersas por todo el mundo.

Justo en ese momento, la familia discutía la posibilidad de tener que viajar por todo el mundo buscando las esferas del dragón, siguiendo la leyenda. "¿Pero de dónde sacaríamos el dinero para hacer esos viajes?" preguntó Chilli, en tono de broma, consciente de que no tenían los recursos para algo así. Bandit, intentando aliviar la tensión, sonrió y dijo: "Ojalá pudiéramos volar como en esas viejas series de televisión." Ambos rieron, tratando de quitarle seriedad a la situación.

La familia Heeler salió del cuarto y se dirigió a donde estaban las niñas para ver qué estaban haciendo. De repente, un destello blanco iluminó toda la habitación. "Bueno, parece que va a llover", comentó Bandit sorprendido por el estruendo, aunque claramente intentando bromear para aliviar la tensión que sentía. Todos asintieron, creyendo que el trueno era parte de una tormenta inminente.

Sin embargo, en una zona alejada, una especie de portal se abrió de repente, y de este emergió una figura que inmediatamente se elevó hacia el cielo. Antes de partir, una voz femenina le habló, describiéndole la situación de este mundo: "Por tu culpa, las esferas del dragón corruptas están esparcidas por el planeta, pero los hechiceros ya han comenzado a reunirlas."

El hombre, flotando en el aire, respondió: "Entendido. Este lugar se parece mucho a la Tierra del Universo 7."

La voz en su mente respondió: "Sí, este planeta también se llama Tierra, solo que la especie dominante aquí son los caninos."

El hombre asintió, preparándose para buscar las esferas, pero algo lo detuvo: sintió nueve auras malignas. Sorprendido, sacó el radar del dragón, y este comenzó a parpadear, mostrando las ubicaciones de siete esferas dispersas por todo el país. Sin embargo, lo que más le sorprendió fueron esas dos auras extrañas que sintió.

"Chronoa, ¿por qué detecto nueve auras malignas?", preguntó el hombre con cierta alarma.

Chronoa guardó silencio por un momento antes de responder: "Ya encontraron una de las esferas del dragón."

El hombre, ahora aún más sorprendido, exclamó: "¡¿Cómo que ya encontraron una esfera?!"

Chronoa lo calmó: "Tranquilízate, Shin. No fueron los hechiceros." A pesar de eso, Shin no pudo evitar sentirse preocupado. Sabía que, debido a la corrupción de las esferas, no estaba claro qué daño podrían causar a personas comunes.

"¿qué estará pasando?", pensó Shin.

Chronoa lo sacó de sus pensamientos. "Lo que estás detectando es el efecto segundario de la magia de las esferas del dragón la pareja que ha encontrado una de las esferas y ha sido afectada por ella. Es por eso que percibes esas nueve presencias corruptas. Debes dirigirte hacia donde están esas personas y explicarles la situación. Si logras ganar su confianza, tendrás una esfera en tu poder."

Shin asintió, pensativo. "Al menos les debo una explicación de por qué han sido afectados."

"Por cierto," añadió Shin, "¿sabes los nombres de la pareja?"

"Sí", respondió Chronoa. "Se llaman Bandit y Chilli Heeler."

"Bien, entonces dirígete inmediata mente donde están ello", concluyó Chronoa.

Shin llegó delante de la puerta del departamento de Nana Heeler y, con una voz calmada pero seria, preguntó: "Disculpen, ¿por casualidad aquí conocen a un tal Bandit o alguien con el nombre de Chilli Heeler?"

Al escuchar esto, las niñas corrieron hacia sus abuelos y padres. "¡Papá, mamá! ¡Hay alguien en la puerta que pregunta si conocemos a un tal 'Pandit' y 'Wili' Heeler!", exclamó Bluey con confusión.

Bob y Chilli intercambiaron miradas sorprendidas antes de dirigirse hacia la puerta, dejando a Nana y Bandit con las niñas. Al abrir la puerta, Chilli fue el primero en hablar: "¿Podemos ayudarte en algo?" preguntó, con una ceja levantada.

Delante de ellos había un perro de pelaje blanco, con un traje peculiar que parecía salido de otro mundo. Su expresión era calmada pero firme. El extraño sujeto, tras un momento de observación, dijo: "Ya veo... esto es obra de la esfera del dragón que encontraron."

Chilli se tensó al escuchar esas palabras. "¿Cómo sabes eso?", preguntó, sintiendo que algo no cuadraba.

"¿Tú eres Chilli Heeler, verdad?", preguntó el desconocido, sin inmutarse. Chilli se quedó en shock por un momento, preguntándose cómo este tipo sabía su nombre. "Espera, ¿cómo sabes quién soy? ¿No debería haber algo que te impida saberlo?".

Shin asintió, respondiendo: "Me presento. Mi nombre es Shin, y fui informado de que dos personas encontraron una esfera del dragón corrupta." Chilli lo miró con incredulidad y preguntó: "¿Cómo sabías que era yo y no alguien llamado Bandit?"

"Porque puedo ver tu verdadero ser", respondió Shin. "Lo que las personas ven a tu alrededor es solo el aura oscura que te rodea debido al cambio. Pero tu esencia sigue siendo la misma."

Bob, que hasta entonces había estado observando con escepticismo, intervino: "¿Aura? Yo no veo nada."

Shin, sin pensarlo mucho, tocó ligeramente la cabeza de Bob, lo cual lo sorprendió por la rapidez de los movimientos de este extraño visitante. "No te asustes", dijo Shin, "mira de nuevo."

Bob volvió a mirar a Charlie y, de repente, vio una especie de aura oscura emanando de él. Shin explicó: "Voy a soltarte y luego te volveré a tocar para que veas la diferencia." Así lo hizo, y cuando soltó a Bob, el aura desapareció. Pero al volver a tocarlo, el aura oscura regresó. Bob, asustado, preguntó: "¿Qué me hiciste para poder ver eso?"

Shin respondió con tranquilidad: "Solo te ayudé a despertar tu ki latente, lo que te permite percibir la energía que fluye de las personas que no pueden ocultarla."

Chilli, ahora más inquieto, preguntó: "¿Qué es lo que estás viendo exactamente?"

Bob, mirando a su yerno, respondió con seriedad: "Siempre he tenido mis dudas sobre toda esta historia, pero después de ver esa aura oscura, creo que voy a empezar a creer en esa leyenda que mencionaste y lo que este sujeto está diciendo."

Chilli, al ver la expresión seria de su suegro, supo que lo que vio Bob no era una broma. Apretó los dientes y preguntó: "¿Así que viniste solo para decirnos que eres el culpable de lo que me pasó a mí y a mi esposo?"

Cuando Chilli mencionó a su "esposo", Bob agregó con una leve incomodidad: "Es un poco raro... porque siempre he tenido recuerdos de Beiley como mi preciosa y dulce hija. Pero ahora me dices que en realidad es Bandit, un hombre."

Shin miró a Chilli y Bob antes de decir: "He venido por dos razones. La primera es que esa aura que ustedes tienen ahora es muy similar al aura de las esferas. Si los hechiceros no poseyeran un artefacto como el mío para localizar las esferas y solo se guiarán por el ki, ustedes estarían en grave peligro. Eso me lleva a la segunda razón por la que vine".

Para sorpresa de todos, Shin se arrodilló frente a ellos y se postró en el suelo. Chilli y Bob quedaron completamente mudos ante la escena.

"Discúlpenme por no haber cumplido con mi deber. Soy tan patético que, una vez más, he involucrado a personas que no deberían estar en medio de los asuntos de los Kaioshin. Les pido perdón y espero que me permitan ayudarlos", dijo Shin, sin levantar la mirada.

Chilli, visiblemente incómodo, le pidió que se levantara rápidamente antes de que alguien los viera. "Será mejor que sigamos la conversación adentro", sugirió Chilli.

Shin se levantó y aceptó la invitación para entrar. Bob y Chilli se apartaron, permitiéndole el paso. Mientras caminaban hacia la sala, Shin explicó: "El cambio de género que han sufrido tú y tu esposo es solo una pequeña manifestación del poder de las esferas del dragón. Normalmente, las esferas cumplen cualquier deseo, pero cuando las estrellas se tornan negras, su poder se vuelve inestable."

Al llegar a la sala, las niñas, nerviosas ante la presencia de un desconocido, se escondieron detrás de Bandit. "Hola, ¿quién eres?", preguntó Bandit, con su habitual tono amable, intentando calmar la situación.

Shin se inclinó respetuosamente y se presentó formalmente. Después de la presentación y explicarle todo lo que sucede, Bandit preguntó: "¿Y qué tiene que ver todo esto con nosotros?"

Shin respondió: "Directamente, nada. Pero los hechiceros demoníacos buscan recolectar las esferas para revivir a Dabura, el rey demonio, quien murió devorado por una criatura monstruosa hace muchos años."

Esto dejó a todos sorprendidos. Bluey, con su habitual inocencia, preguntó: "¿Para qué quieren revivir a alguien con un nombre tan feo?"

Bingo asintió: "Sí, suena espantoso."

Bandit y Chilli se sorprendieron por las preguntas de las niñas, pero Shin, sin inmutarse, respondió: "Quieren revivirlo para esclavizar a todo el mundo y hacer que todos sigan su voluntad. Y quienes no lo hagan... bueno, ya no serían parte de este mundo."

El comentario asustó tanto a las niñas que Bluey se arrepintió de haber preguntado. Shin, notando el miedo que había provocado, se disculpó rápidamente: "Lo siento, no quise ser tan directo."

Bandit suspiró. "Sí, tal vez deberías haber suavizado un poco las cosas para ellas... pero bueno, lo hecho está hecho. Ahora, lo importante es: ¿estamos en peligro?"

Shin asintió. "Lamentablemente, sí. Pero no es por culpa de ustedes, sino por la esfera que encontraron. Sin embargo, hay un método que pueden usar para protegerse de ser detectados por los hechiceros."

Shin sacó un par de pequeños arcillos y se los entregó a la pareja. "Estos arcillos pueden purificar su ki, haciéndolo indetectable. Como no tienen conocimiento sobre cómo controlar su ki, estos arcillos mantendrán su energía estable y oculta."

Chilli, al escuchar esto, se emocionó, pensando que al colocarse los arcillos volvería a la normalidad. Pero al ver que nada cambiaba, se desilusionó. Enfurecido, le gritó a Shin: "¡Dijiste que esto nos devolvería a la normalidad! ¿Nos mentiste? ¿Cómo sé que no eres uno de esos hechiceros y que esto no es una trampa?"

Bob y Nana se quedaron atónitos al ver a Charlie tan furioso. Las niñas, asustadas, se escondieron más detrás de Bandit. Al ver el miedo en los ojos de sus hijas, Bandit gritó: "¡Chilli, contrólate! ¿Cómo pudiste perder la paciencia así? Shin nunca dijo que esto los devolvería a la normalidad, solo que los ayudaría a ocultar el aura."

Chilli, al escuchar a Bandit, se calmó y rápidamente pidió disculpas a todos. Bandit, aún molesta, se acercó a Chilli y le susurró al oído: " asustaste a las niñas. Casi las haces llorar."

Chilli, avergonzado, intentó acercarse a sus hijas, pero ellas retrocedieron, aún temerosas por lo que acababan de presenciar. Al ver la reacción de sus hijas, Chilli, lleno de remordimiento, les pidió disculpas por haberlas intimidado.

Cuando todo se calmó, Shin añadió: "Lo que dijo la señora Beiley es correcto. Los arcillos solo esconden su aura. No alteran su condición actual."

Bandit, aún molesta, intervino: "Y hablando de eso, ¿por qué me llamaste 'Beiley' y no por mi verdadero nombre?"

Shin, con serenidad, respondió: "Por ahora, lo mejor será que se acostumbren a sus nuevos nombres. De lo contrario, podrían empezar a ignorar o confundir a sus amigos, y eso solo complicaría más las cosas."

Intentando aliviar la tensión, Bandit llamó a sus hijas. "Sé que papá se portó mal, pero, ¿por qué no lo animan un poco?"

Las niñas se miraron entre ellas, y con una sonrisa tímida, dijeron: "Está bien, mamá."

En ese momento, Bandit suspiró: "Será un fastidio tener que usar estos nombres todo el tiempo, ¿no lo crees, Charlie?"

Chilli, aún distraído por lo ocurrido con sus hijas, respondió automáticamente: "Sí, claro."

Bluey, siempre lista para aprovechar cualquier oportunidad, intervino rápidamente: "¿Ves, mamá? ¡Papá nos acaba de dar permiso para comernos todo el helado que hay en la casa!"

Chilli, volviendo en sí, reaccionó sorprendido: "¡¿Qué?! ¿Yo qué?"

Bingo, siempre con esa inocencia, replicó: "Sí, nos diste permiso para comer todo el helado."

Bandit, sonriendo maliciosamente, dijo: "Bien, Charlie, ¡te acabas de ganar el premio al 'Padre del Año'! Felicidades."

Chilli, con los ojos bien abiertos, se defendió: "¡Espera un momento, yo no dije eso!" Todos se rieron ante el pequeño momento divertido que generaron las niñas.

Las niñas se acercaron a su padre, abrazándolo y diciéndole que no querían que se volviera a enojar así. Chilli, un poco más relajado, respondió: "Tranquilas, se los prometo."

Chilli, todavía un poco apenado, volvió a disculparse por lo sucedido. Bandit, con una sonrisa pícara, le dijo: "Bueno, querido, parece que tendremos que acostumbrarnos a nuestros nuevos nombres... como sea."

Chilli, ahora más calmado, preguntó en serio: "¿Y qué podemos hacer?"

Shin levantó un pequeño dispositivo que comenzó a parpadear: "Esto es el radar del dragón. Permite detectar las esferas, pero lo único que tienen que hacer ustedes es ocultarla su esfera con esto."

Shin mostró una caja a Bandit y Chilli. "Si la esfera está guardada aquí, no afectará a nadie y tampoco podrá ser detectada ni por el radar ni por el ki que emite. Así que estarán seguros."

Bandit y Chilli asintieron, comprendiendo el plan. "Aunque, obviamente, no pueden esconderla en su casa. Si lo hacen, los hechiceros rastrearán el último punto donde fue detectada y los atacarán."

Las niñas, llenas de curiosidad, preguntaron si todo ese tema del ki y magia era real.

Shin, sonriendo, asintió y les mostró un truco de magia real, transformando la mesa de la sala en algo completamente diferente. Esto no le gustó nada a Nana, que lo miró con desagrado.

"Tranquila, la devolveré a su forma original", dijo Shin rápidamente.

Las niñas aplaudieron emocionadas, y Bingo rogó que le enseñara a hacer eso. Shin se río, respondiendo: "Eso tomaría años de duro entrenamiento."

Chilli, finalmente relajado, soltó una carcajada. "Bueno, parece que la magia es una locura, jajaja."

Mientras tanto, Bandit, ya cansada de estar de pie, se ajustaba incómodamente en su asiento, aun intentando acostumbrarse a su vestido. "Este cambio de género está resultando todo un reto", murmuró, con cierta incomodidad.

Chilli, divertido pero un poco molesto, le lanzó una mirada de reprobación a Beiley.

Bandit se encogió de hombros con una sonrisa incómoda. "Estoy intentando acostumbrarme, pero esto de llevar... ya sabes, esto, es un poco distra... bueno, complicado."

Las niñas, aunque no entendían del todo el comentario, soltaron risas espontáneas, lo que alivió un poco la tensión en el ambiente y logró que Charlie también esbozara una sonrisa.

Shin, volviendo al tono serio, continuó: "Aunque esto sea difícil para ustedes, lo peor aún está por venir. Estos hechiceros harán todo lo posible por recuperar las esferas. Mi recomendación es que mantengan un perfil bajo y protejan bien la esfera que tienen."

Chilli asintió, reflexionando. "¿Y qué deberíamos hacer si se acercan?"

Shin respondió: "Si los hechiceros aparecen, yo los enfrentaré. Pero debo advertirles que no tengo todo mi poder debido a los viajes interdimensionales. Aun así, puedo proteger esta línea de tiempo. Lo que no puedo asegurar es qué sucederá si los hechiceros logran recolectar todas las esferas."

Bandit, con su típico optimismo, comentó: "Bueno, tal vez podamos resolver esto sin tener que luchar, ¿verdad?"

Shin negó con la cabeza, serio: "El destino de esta línea temporal está en juego. Si en algún momento me encuentro en peligro, me sacarán de esta línea de tiempo. En ese caso, mandarán a un Hakaishin, quien destruirá todo antes de que esta línea de tiempo afecte a otros universos."

Nana y Bob, que habían estado escuchando en silencio, sintieron el peso de la situación. Nana, queriendo suavizar las cosas, invitó a Shin a quedarse para la cena, mencionando que sus otros hijos llegarían pronto y que sería bueno que estuvieran al tanto de lo que estaba ocurriendo, para que pudieran ayudar.

Shin, después de pensarlo por un momento, aceptó la invitación. "Si ese es el caso, me quedaré para informarles todo lo que necesitan saber."