Capítulo 6: Congelados en el Calor del Combate
El campo de batalla estaba listo para la conclusión de la feroz pelea entre Bluey y Timmy. Ahora, Timmy estaba rodeado de intensas llamas, su presencia casi intocable para cualquiera que se acercara. Bluey lo observaba atentamente, evaluando cada movimiento mientras pensaba en cómo superar la barrera de fuego. Sabía que sus creaciones de hielo no podían acercarse fácilmente, pero eso no la detendría.
Sus clones de hielo lanzaron una serie de águilas congeladas al aire, haciendo que explotaran cerca de Timmy para abrir un camino hacia él. "Magia de creación de hielo: ¡Cañón de hielo!" gritó Bluey, su voz resonando en el campo de batalla. La declaración dejó a todos atónitos, excepto a Bingo, quien observaba la escena con una ligera sonrisa, confiando plenamente en su hermana.
Bluey comenzó a disparar enormes bolas de nieve, cargadas con material del entorno. Timmy, envuelto en su aura de fuego, intentó derretirlas, pero los fragmentos explotaban al contacto, empujándolo hacia atrás con cada impacto. A cada paso que daba, el ataque helado encontraba su marca, haciéndole tambalear.
"¡Interesante!" murmuró Timmy, mientras un impacto lo hizo caer hacia un lado del campo de batalla. Sin querer, terminó cerca del hechicero que había estado escondido todo este tiempo, observando en las sombras. El hechicero, nervioso y aterrorizado, intentó moverse, pero la imagen de Timmy rodeado de llamas le hizo retroceder aún más.
El hechicero, temblando, vio algo que lo dejó sin palabras: la forma de las llamas alrededor de Timmy parecía tomar la figura de un dragón. "¡No puede ser! ¡Es un verdadero dragón! Este chico… es un dragón de verdad," pensó, casi sin poder respirar.
Timmy, al percatarse de algo moviéndose cerca de él, se giró rápidamente, solo para ver a una lagartija austral. Sin pensarlo, comentó juguetonamente: "Perdona, señor lagartija, no quería molestarte."
El hechicero, completamente paralizado por el pánico, se escondió más profundamente en las sombras, esperando que Timmy no lo notara. Este breve y cómico momento no pasó desapercibido, arrancando una leve risa de algunos espectadores, mientras Timmy regresaba al centro del combate.
Bluey ya estaba preparada para su próximo movimiento, su determinación brillando en sus ojos. El combate aún no había terminado, y ambos sabían que lo mejor estaba por venir.
La batalla continuó, pero ahora Timmy tenía una clara ventaja. Sus llamas le daban la superioridad, y Bluey lo sabía. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Usando una de sus técnicas más poderosas, Bluey gritó: "¡Polvo de diamante!"
Un viento helado comenzó a soplar, cargado de copos de nieve brillantes. Con un potente puñetazo, Bluey envió la ráfaga directa hacia Timmy, congelando todo a su paso. El impacto fue tan poderoso que Timmy retrocedió, y su pelaje cambió de negro a blanco por la nieve. Bluey, confiada, murmuró: "He ganado."
Pero Timmy no se dejó intimidar. "Interesante," dijo mientras comenzaba a calentar nuevamente su cuerpo, las llamas rodeándolo una vez más. "Voy a imitarte, Bluey," agregó con una sonrisa desafiante. Luego, con movimientos que imitaban las técnicas de Bluey, su puño se envolvió en llamas carmesí mientras gritaba: "¡Arte secreta del cazador de dragones: Llamas Carmesí!"
Al ver esto, Bluey supo que se avecinaba algo peligroso. "No te confíes, cazador de dragones," murmuró, mientras preparaba otra ráfaga de su Polvo de diamante, lista para detener el ataque.
Cuando ambos ataques chocaron, se produjo un fenómeno impactante. El aire frío del Polvo de diamante y el aire caliente de las Llamas Carmesí comenzaron a interactuar de manera violenta, creando un espectáculo único en el cielo. Era como si la misma atmósfera estuviera siendo alterada por la intensidad de la batalla.
"¡Esto es malo!" gritó Shin desde las gradas. "¡Si siguen, podrían desatar algo más peligroso!" Bingo adolescente, nerviosa, asintió rápidamente. "Si no se detienen, esto podría descontrolarse por completo."
Los espectadores comenzaron a preocuparse por el caos que se desataba en el campo de batalla. Frisky, siempre bromista, intentó aligerar el ambiente: "¿Esto cuenta como tormenta invernal o como incendio forestal?" Pero nadie rió. El choque entre el frío y el calor estaba creando ráfagas de viento violentas que sacudían todo a su alrededor.
Los abuelos sintieron la intensidad del cambio drástico de temperatura. "¡Esto está fuera de control!" exclamó Bob, mientras Mort intentaba mantenerse firme, aunque claramente nervioso por el desenlace del enfrentamiento.
Las pequeñas Bluey y Bingo miraban con asombro desde sus asientos. Bluey joven, con los ojos brillando de emoción, exclamó: "¡Mamá es genial!" Mientras tanto, Bingo pequeña, más preocupada, susurró: "¿Y si se lastiman?"
Shin, observando con atención, consideró intervenir, pero sabía que si hacía un mal movimiento, podría salir lastimado. Por otro lado, el hechicero escondido estaba más aterrorizado que nunca, sintiendo que en cualquier momento podría quedar atrapado en el caos.
Finalmente, Bluey y Timmy, conscientes del peligro que estaban causando, se miraron por un instante. En ese momento, reconocieron mutuamente que había llegado la hora de decidir el combate. Timmy, aprovechando el breve respiro que Bluey le dio, reunió toda su energía en un solo punto. Sabía que no podía prolongar la pelea mucho más.
"¡Hora de calentar las cosas de verdad!" gritó Timmy. Con una explosión de poder, usó su magia de cazador de dragones para liberar una gigantesca ola de fuego carmesí que parecía consumir todo a su paso.
Bluey, llena de determinación, extendió sus manos y concentró toda su energía. "¡Polvo de Diamante!" gritó con fuerza, desatando una ráfaga masiva de copos helados y cristales brillantes que avanzaron como una tormenta gélida hacia Timmy.
Al mismo tiempo, Timmy no se quedó atrás. "¡Hora de calentar las cosas de verdad!" exclamó, reuniendo todo su poder. Una ola de llamas carmesí brotó de sus manos, avanzando con intensidad hacia Bluey.
Ambos ataques chocaron con un estruendo que sacudió el campo de batalla, generando una explosión de vapor y energía. El aire alrededor de ellos se llenó de niebla y destellos, y por un momento, nadie pudo ver qué había sucedido.
Cuando finalmente el vapor comenzó a disiparse, el resultado quedó claro. Bluey seguía de pie, rodeada por un paisaje que parecía salido de una erupción volcánica, con magma derritiendo las rocas a su alrededor. Timmy, por su parte, estaba cubierto de nieve y rodeado por un paisaje helado que parecía el epicentro de una tormenta de invierno.
Ambos jadeaban, claramente exhaustos, pero sin dar señales de rendirse. Se miraron por un momento, y sin necesidad de palabras, supieron que el combate había terminado en empate.
El público, atónito, permaneció en silencio por unos segundos, hasta que Bingo adolescente rompió la tensión. Con una mezcla de humor y alivio, se levantó y dijo: "Bueno, creo que ambos han demostrado ser igual de tercos."
Las risas nerviosas comenzaron a llenar el ambiente mientras los dos combatientes aceptaban la tregua con una leve inclinación de cabeza, sabiendo que, a pesar del caos, se habían ganado el respeto mutuo.
Los Heeler, aún recuperándose del asombro, se mantuvieron en silencio por unos instantes, mientras Shin suspiraba de alivio. "Al menos lograron contenerse al final," comentó, mirando a los dos guerreros exhaustos.
Poco a poco, los espectadores comenzaron a intercambiar comentarios sobre la intensa batalla que acababan de presenciar. La magnitud del enfrentamiento aún se reflejaba en sus expresiones sorprendidas.
"¡Vaya pelea!" comentó Bailey, sacudiéndose un poco la nieve que había quedado en su pelaje. "Aunque... tal vez fue un poco intensa, ¿no creen?"
Charlie, suspirando, asintió. "Definitivamente. ¡Hubo un momento en el que pensé que Timmy iba a incendiar todo!"
Bingo pequeña, con los ojos llenos de asombro, exclamó emocionada: "¡Mamá es increíble! ¡Quiero ser como ella cuando crezca!" A su lado, Bluey pequeña asintió con fuerza, claramente fascinada por el poder de su versión adulta.
Rad, observando el paisaje alterado por el fuego y el hielo, comentó: "Bueno, esto es un buen recordatorio de por qué no debemos subestimar a estos dos."
Frisky, mirando el campo de batalla con una mezcla de incredulidad y diversión, añadió: "Definitivamente, esto fue más intenso de lo que esperaba. Y yo pensando que lo más complicado sería no quemar las tostadas en el desayuno."
Muffin y Socks, las más pequeñas, observaban con los ojos muy abiertos, aún procesando todo lo que había ocurrido. "¡Fue como fuegos artificiales, pero más grandes!" exclamó Muffin, claramente emocionada.
Bob, observando a Bluey y Timmy con una mirada seria, murmuró: "Creo que esos dos se olvidaron de que tenían una audiencia…" Su tono reflejaba más asombro que reproche, pero no pasó desapercibido para los demás.
Mientras tanto, Mort y Brandy, quienes aún eran nuevos en todo este caos, no podían ocultar su miedo. Mort, con una expresión rígida y una voz cargada de incredulidad, comentó: "¿Esto fue solo una exhibición de fuerza? No tengo palabras para describir lo que acabo de ver…"
Brandy, asintiendo rápidamente, añadió con un temblor en su voz: "No sé si estoy preparada para esto… Nunca imaginé que las cosas fueran tan… extremas."
En otra parte del campo, el hechicero, que había permanecido escondido durante toda la batalla, decidió que había llegado el momento de escapar. Observando los estragos del enfrentamiento, murmuró para sí mismo: "Si esos dos se recuperan completamente, no quiero saber lo que serían capaces de hacerme…" Con pasos cuidadosos, comenzó a escabullirse en silencio, con la esperanza de no ser detectado.
Mientras el grupo procesaba lo que acababan de presenciar, el aire aún parecía cargado de energía, como si el impacto de la batalla continuara resonando en el ambiente.
Bingo, quien había estado comentando durante gran parte de la batalla, finalmente decidió intervenir. Bajó con calma desde las gradas, pero su expresión severa llenó el aire de tensión. A medida que se acercaba a Timmy y Bluey, los dos empezaron a sentirse incómodos. Aunque su rostro no mostraba una emoción clara, todos los presentes podían sentir que Bingo no estaba contenta.
Cuando llegó junto a ellos, Bluey intentó romper el hielo con una sonrisa nerviosa. "Estamos bien, no te preocupes," dijo rápidamente, intentando suavizar la situación. Timmy, con su tono juguetón habitual, añadió: "Sí, solo un poco de fuego, un poco de hielo... nada fuera de lo común."
Pero Bingo no mostró ninguna reacción. Mantuvo su rostro inexpresivo por un momento antes de estallar repentinamente con una voz firme y autoritaria: "¡¿Idiotas?! ¡¿En qué estaban pensando?!"
El grito de Bingo resonó con tanta fuerza que Bluey y Timmy se encogieron al instante, mirando al suelo como niños regañados. "¡Podrían haber puesto a todos en peligro!" continuó Bingo, señalándolos con el dedo. "¿De verdad creyeron que Shin y yo podríamos protegerlos de todo lo que lanzaran?"
Bluey retrocedió lentamente, sus ojos evitando los de su hermana menor. "No debí haberla hecho enojar…" murmuró en voz baja, visiblemente arrepentida.
Timmy, por su parte, estaba completamente sorprendido. "¿Siempre es así de aterradora?" susurró, aunque Bingo claramente lo escuchó, lo que le valió una mirada fulminante.
Bingo entonces señaló directamente a Bluey, su tono aún más intenso: "Si no hubieras estado usando tu piel de mana, ¡estarías cubierta de quemaduras graves en este momento!" Luego, volviéndose hacia Timmy, añadió: "Y tú, si no fueras un horno andante, ¡el hielo de Bluey te habría congelado hasta los huesos!"
Ambos se quedaron en silencio, sin saber cómo responder. Mientras Bingo respiraba profundamente para calmarse, todos los presentes se dieron cuenta de una cosa: no querían volver a estar en el centro de su ira.
Mort, observando a Bingo con una mezcla de asombro y respeto, murmuró para sí mismo: "Tiene el genio de su abuela... Dulce y amable, pero cuando explota, ¡asusta de verdad! Mejor sigo todas sus indicaciones médicas."
Brandy y Charlie, que habían estado escuchando, asintieron de inmediato. Ambos intercambiaron una mirada cómplice mientras recordaban los regaños de su madre, que aún resonaban en sus recuerdos.
"Definitivamente, tiene el carácter fuerte de nuestra madre," comentó Charlie con una pequeña sonrisa, mientras Brandy añadía: "Sí, aunque es sorprendente verlo en alguien tan joven."
Timmy, intentando aligerar el ambiente, hizo un intento de broma. "Bueno, es que no pensé que el frío me haría tanto daño..." Sin embargo, Bluey lo interrumpió rápidamente, dándole un leve golpe en el brazo. "¡Cállate, tonto! No hagas esto peor." Ambos miraron nerviosos a Bingo, sabiendo que la tormenta estaba por llegar.
Bingo, cruzando los brazos y levantando una ceja con autoridad, los miró fijamente. "¿¡Así que creen que pueden tomar esto a la ligera?! Bluey, si Timmy no estuviera emitiendo tanto calor, ¡estarías convertida en una estatua de hielo ahora mismo! Y Timmy, ¿de verdad piensas que puedes salir de cualquier lío con una broma?"
El peso de sus palabras hizo que ambos bajaran la cabeza, murmurando al unísono: "Lo sentimos…"
Pero Bingo, en pleno modo regañón, no terminó ahí. "¡Ahora vayan y pidan disculpas a todos los demás! ¡Pusieron a todos en peligro con su pelea sin pensar en las consecuencias!"
Timmy levantó una mano tímidamente para intentar protestar, pero Bluey lo agarró del brazo y le susurró con urgencia: "Es mejor que te calles antes de que esto se ponga peor."
Con las orejas gachas y la cabeza baja, ambos se dirigieron hacia los demás, murmurando disculpas. Los espectadores, aunque todavía asombrados por el espectáculo, no pudieron evitar soltar unas risas suaves al ver a los dos guerreros comportándose como niños regañados.
Frisky, siempre lista para un comentario oportuno, sonrió y dijo: "Bueno, al menos ahora sabemos quién manda aquí."
Stripe, sin perder el ritmo, añadió entre risas: "¡Sí! Y definitivamente no son los que están cubiertos de hielo o fuego."
Mientras las risas llenaban el ambiente, Timmy y Bluey miraron de reojo a Bingo adolescente, quien les devolvió una mirada firme pero satisfecha. Sin decir una palabra, dejó en claro que, aunque la pelea había sido impresionante, siempre había lugar para el orden y la responsabilidad. Ambos asintieron ligeramente, comprendiendo que todavía tenían mucho que aprender.
En un rincón oscuro y apartado del mundo, el hechicero que había observado la batalla entre Timmy y Bluey se encontraba frente a dos figuras imponentes. Su cuerpo temblaba mientras luchaba por encontrar las palabras. "Señora… lo que vi fue más de lo que esperaba," murmuró con voz temblorosa. "Esa chica de hielo y ese muchacho de fuego... son mucho más poderosos de lo que imaginábamos."
El hechicero, claramente aterrado, se inclinó respetuosamente ante Towa antes de continuar. "Señora Towa... traigo noticias importantes," dijo, esforzándose por mantener la compostura. "He encontrado al responsable de robar la esfera que tenían mis compañeros. Lamentablemente, ellos fueron derrotados."
Towa lo observaba con una sonrisa gélida mientras jugaba con una esfera de energía que parecía pulsar con una amenaza contenida. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y desdén mientras el hechicero seguía hablando.
"Era un Kaioshin," explicó el hombre, tragando saliva. "Estaba acompañado de dos guerreros increíblemente poderosos. Uno de ellos utiliza magia de cazador de dragones, y la otra... tiene control sobre el hielo. Logré infiltrarme entre ellos y presencié parte de su entrenamiento."
Bajando la mirada, añadió: "Sus ataques eran tan intensos que lograron alterar el clima a su alrededor. Fue un espectáculo aterrador. Si no me hubiera escondido a tiempo, estoy seguro de que habrían acabado conmigo."
Towa dejó que sus palabras resonaran en el aire por un momento antes de soltar una risa burlona, fría como el hielo. "Interesante," murmuró, girándose lentamente hacia él. "La información que nos diste es útil, pero..." Su sonrisa se tornó aún más cruel. "Tú ya no lo eres."
Antes de que el hechicero pudiera procesar sus palabras, Towa alzó la mano y lanzó la esfera de energía con precisión letal. La explosión fue rápida y devastadora, consumiendo al hechicero en un destello de luz. No quedó ni un rastro de él, salvo el eco de su último intento de gritar.
Towa se volvió hacia el guerrero que la acompañaba, Mira. Su musculatura sobresaliente y su mirada fría irradiaban un poder intimidante. Con un tono despreocupado, preguntó: "¿Crees que fui demasiado cruel con ese sujeto?"
Mira, impasible, cruzó los brazos y respondió con su voz grave y cortante: "No. Solo eliminaste un eslabón débil."
Towa sonrió, satisfecha con su respuesta. "Exactamente," murmuró, mientras comenzaba a caminar hacia la oscuridad. Su mente ya planeaba su próximo movimiento.
Mira, observando todo con absoluta frialdad, habló tras unos segundos de silencio. "Esos chicos... y los dragones... serán un problema si no los eliminamos pronto."
Towa dejó que sus palabras flotaran en el aire, jugando con otra esfera de energía que había creado en su mano. "Oh, no te preocupes," dijo con una sonrisa calculadora. "Ya tengo un plan para ocuparme de ellos. Todo a su debido tiempo."
Mira asintió, completamente confiado en su creadora. La amenaza que enfrentaban era peligrosa, pero con sus estrategias y poder combinados, estaban listos para enfrentarse a cualquier obstáculo.
Towa sonrió enigmáticamente mientras caminaba hacia una mesa donde reposaba una esfera del dragón, la de siete estrellas. La levantó con cuidado, admirando su brillo apagado bajo la tenue luz. "Ah, los dragones…" murmuró, como si estuviera hablando para sí misma. "Es fascinante cómo han logrado escapar. Pero no serán un problema para siempre. Protegen las esferas, sí, pero esa protección no durará mucho." Hizo una pausa, su sonrisa se ensanchó con una mezcla de placer y anticipación. "Muy pronto... mi hermano Dabura volverá a la vida. Y con él a nuestro lado, aplastaremos cualquier resistencia."
Mira, siempre directo y enfocado en la fuerza, asintió mientras cruzaba los brazos. "Esos chicos," dijo refiriéndose a Timmy y Bluey, "serán un buen desafío. Deseo combatir con ellos y aplastarlos personalmente."
Towa, jugueteando con la esfera del dragón entre sus manos, ni siquiera pareció preocupada. "Lo sé, Mira," respondió con voz suave pero cargada de malicia. "Pero no te preocupes. Déjalos jugar un poco más. Aún no tienen idea de lo que realmente se avecina." Sus ojos brillaban con un destello calculador. "Y cuando mi hermano regrese... esos héroes no sabrán lo que los golpeó."
Mira, aunque prefería la confrontación directa, respetaba la mente estratégica de Towa. Sabía que ella siempre tenía un plan, por más lento o cruel que pudiera parecer. "Como desees, Towa. Pero si llega el momento, iré yo mismo y los destruiré."
Towa, con una sonrisa de suficiencia, asintió mientras colocaba la esfera nuevamente en la mesa. "Oh, estoy segura de que tendrás tu oportunidad, Mira. Pero por ahora, disfrutemos del espectáculo. Las piezas ya están en movimiento, y muy pronto, todo caerá en su lugar."
Mientras hablaba, tomó la esfera de dos estrellas que estaba junto a la de siete. Un brillo oscuro comenzó a emanar de ella, pulsando con una energía inquietante, como si respondiera a la malicia de sus palabras. Era una señal clara de que los grandes planes apenas estaban comenzando.
No muy lejos de donde los Majin se ocultaban, dos figuras jadeaban, respirando con dificultad tras un enfrentamiento reciente.
"¡Malditos demonios! Apenas logramos escapar…" gruñó una de las sombras, visiblemente enfurecida.
"Es una lástima que estemos tan debilitados," comentó el dragón de una estrella, su voz cargada de arrogancia. "Si estuviéramos los siete juntos, o si yo tuviera mi poder completo, esos insectos no tendrían ninguna oportunidad."
El dragón de cuatro estrellas bufó, mezclando frustración y furia. "No estoy tan seguro. Ese demonio llamado Mira... estaba jugando con nosotros. Si no fuera por mis ataques cegadores, habríamos terminado aplastados."
El dragón de una estrella lanzó una carcajada que resonó en el aire, rompiendo la tensión. "¡Bah! No exageres. Si no fuera por ti, yo ya habría destrozado a esos malditos. Pero sí, tengo que admitir que Mira es un enemigo peligroso." Una luz tenue lo iluminó momentáneamente, mostrando las heridas en su cuerpo, aunque su expresión seguía siendo de pura arrogancia. "¿Y ahora qué? No podemos permitir que nos capturen, pero tampoco podemos dejar que conserven la esfera de siete estrellas."
"Dividámonos," sugirió el dragón de una estrella con firmeza. "Tú ve en busca de los que purificaron una de las esferas. Quizás puedan ser útiles."
El dragón de cuatro estrellas lo miró incrédulo, su voz cargada de desaprobación. "¿Estás loco? ¡Si te quedas solo, te atraparán!"
El dragón de una estrella soltó otra carcajada burlona, completamente desestimando el riesgo. "¡No digas tonterías! Ese guerrero, Mira, es el único que realmente me preocupa. La hechicera Towa... bueno, ella es un problema diferente. Pero el resto de sus lacayos no son más que basura. Mientras me mantenga cerca de ellos, podré usar a alguno como cebo y tal vez recuperar la esfera de dos estrellas."
"¡Eres un necio! ¡Eso es demasiado arriesgado!" exclamó el dragón de cuatro estrellas, visiblemente molesto.
El dragón de una estrella lo miró con desdén, su sonrisa cruel brillando a través de las sombras. "Claro que es arriesgado, pero también es nuestra única opción. No seas tan cobarde. Tú ve y encuentra a los que purificaron la esfera. Si pueden ayudarnos a derrotar a esos demonios, mucho mejor."
El dragón de cuatro estrellas suspiró, claramente disgustado, pero terminó aceptando. "Más te vale no morir en el intento."
"¡Ja! No te preocupes. No tengo intención de sacrificarme por este estúpido mundo," concluyó el dragón de una estrella, su sonrisa cargada de determinación mientras se preparaba para ejecutar su arriesgado plan.
Así, ambos dragones decidieron separarse temporalmente. El dragón de una estrella, con su arrogancia característica, planeaba infiltrarse entre las filas enemigas, esperando encontrar una oportunidad para recuperar la esfera o desestabilizar a sus oponentes. Mientras tanto, el dragón de cuatro estrellas, más pragmático, se dirigió hacia las personas que estaban reuniendo y purificando las esferas, con la esperanza de que pudieran ser de utilidad para su causa.
Sin embargo, ninguno de los dos dragones sabía que varios hechiceros ya se dirigían al mismo lugar donde las esferas estaban siendo reunidas. Estos, decididos a frustrar los esfuerzos de los purificadores, buscaban no solo destruir su progreso, sino también reclutar más aliados para fortalecer su causa y asegurar su dominio.
Mientras tanto, de regreso en la casa de Bailey y Charlie, el ambiente estaba lejos de ser tranquilo. Bingo, aun claramente molesta por los eventos de la mañana, decidió tomar medidas drásticas. Sin perder tiempo, agarró tanto a Timmy como a Bluey, quienes todavía estaban agotados y clara mente adoloridos por su intensa pelea, y les colocó un cartel que decía claramente: "NO VOLVER A HACERLO."
Sin piedad, los hizo arrodillarse en el jardín, bajo la atenta mirada de todos los presentes. La escena era tanto cómica como embarazosa para los dos, quienes no se atrevieron a protestar.
"Esto," declaró Bingo con voz autoritaria, mientras señalaba a ambos, "es lo que pasa cuando ponen en riesgo a todos por su imprudencia."
Los demás intentaron contener la risa, aunque algunos no pudieron evitar soltar una carcajada. Incluso Shin, que rara vez mostraba emociones, dejó escapar una ligera sonrisa ante la inusual disciplina de Bingo.
Bluey pequeña, observando desde una esquina con los ojos bien abiertos, murmuró para sí misma: "Vaya… Bingo en serio da miedo cuando se enoja."
Mientras tanto, Timmy murmuró entre dientes, lo suficientemente bajo para que solo Bluey lo escuchara: "Esto es humillante…"
"Shh," respondió Bluey con un susurro, todavía ruborizada por la situación. "Es mejor que te calles antes de que Bingo nos haga algo peor."
"¿Hasta cuándo vamos a estar así?" preguntó Timmy, moviéndose incómodo y lanzando una mirada suplicante a Bingo.
Bingo, cruzando los brazos y sin inmutarse, respondió con tono severo: "Hasta que el almuerzo esté listo y todos estemos sentados para comer. Tal vez así aprendan algo de disciplina."
Bluey, con el ceño fruncido y visiblemente molesta, murmuró: "Dos horas en esta posición y con nuestras heridas… Esto no es disciplina, es tortura."
Mientras los dos castigados seguían lamentándose, Shin observaba la escena con una sonrisa apenas contenida. Sin embargo, su expresión cambió repentinamente cuando pareció escuchar algo en su mente. "Debo ausentarme un momento," dijo con calma, atrayendo la atención de Bingo. "Chronoa me ha contactado. Dice que ha hecho un avance importante en el asunto de las esferas. Iré a asistirla y volveré tan pronto como sea posible."
Bingo asintió, manteniendo su postura firme. "Muy bien, pero no te tardes demasiado. Y no pienses que esto les dará una excusa para moverse," añadió, mirando de reojo a Timmy y Bluey.
Timmy, suspirando con resignación, se giró hacia Bluey y murmuró: "Esto es un abuso de poder…"
"Shh," respondió Bluey, mirando a Bingo de reojo. "¿Quieres que nos deje aquí hasta la cena?"
Ambos bajaron la cabeza en silencio, resignados a su destino, mientras los demás observaban con una mezcla de diversión y alivio por no estar en su lugar.
Mientras tanto, el resto de la familia se encontraba dentro de la casa, ocupándose de los últimos detalles para el almuerzo. Charlie y Bailey estaban en la cocina, trabajando junto a Brandy, Frisky y Trixie para preparar una comida sencilla pero abundante que alcanzara para todos. El sonido de ollas y risas llenaba el ambiente mientras cada uno aportaba su granito de arena.
En el salón, Mort intentaba entablar una conversación con Bob y Nana, pero la tensión entre él y Bob era palpable. Cada comentario parecía ser un desencadenante para que Bob frunciera el ceño o lanzara una indirecta. Mort, por su parte, trataba de mantener la compostura, aunque claramente estaba perdiendo la paciencia.
Nana, molesta por la actitud de ambos, intervino con firmeza. "¡Basta ya!" exclamó, cruzando los brazos y mirando a ambos con severidad. "Si siguen así, ¡voy a pedirle a Bingo que los castigue también a ustedes!"
Bob y Mort se quedaron en silencio por un momento, procesando la amenaza. Desde la ventana, podían ver a Timmy y Bluey arrodillados en el jardín, con los carteles de "NO VOLVER A HACERLO", bajo el sol. Bob bufó y murmuró: "No me voy a arrodillar... pero eso sí da miedo."
Mort, con un leve temblor en la voz, añadió: "Tienes razón. Esa niña tiene más carácter que cualquiera de nosotros…"
Nana, satisfecha con el resultado, volvió a relajarse, mientras Bob y Mort cruzaban miradas, decidiendo que, por esta vez, era mejor guardar silencio.
Mientras tanto, las niñas, Bluey y Bingo pequeñas, jugaban con sus primas, Muffin y Socks, corriendo y riendo en el jardín bajo la mirada atenta de los adultos. Sus risas llenaban el aire, aliviando la tensión que había quedado tras los eventos de la mañana.
Rad y Stripe, siempre con su actitud despreocupada, estaban sentados bajo un árbol, observando a Timmy y Bluey desde la distancia mientras intentaban contener las risas por la situación.
"¿Recuerdas cuando papá nos hacía estos castigos raros cuando éramos pequeños?" comentó Rad, soltando una carcajada.
Stripe asintió, cruzando los brazos con una sonrisa burlona. "Sí, aunque nosotros nunca pusimos en peligro todo el vecindario con una pelea. Esto es un nivel completamente nuevo."
Finalmente, después de lo que parecieron ser dos horas eternas para Timmy y Bluey, Bingo salió de la casa con una expresión triunfante. "¡El almuerzo está listo!" anunció, sonriendo con satisfacción. "Pueden levantarse ahora."
Timmy, claramente agotado, murmuró mientras se ponía de pie: "Por fin… pensé que iba a echar raíces."
Bluey, todavía un poco sonrojada por la humillación, le lanzó una mirada. "Shh, antes de que Bingo cambie de opinión."
Rad, riéndose desde su lugar, añadió: "Bueno, al menos aprendieron una lección… espero."
Timmy y Bluey simplemente intercambiaron miradas, conscientes de que aquel castigo no se les olvidaría pronto.
Timmy, todavía adolorido por estar arrodillado tanto tiempo y por las heridas de la pelea, se levantó con dificultad, estirando los brazos con un gemido. "Al fin… pensé que me iba a convertir en una estatua," bromeó, aunque su tono dejaba claro que la experiencia había sido más que incómoda.
Bluey, con la espalda rígida y sus músculos quejándose por el esfuerzo, se dejó caer en una silla con un suspiro. "No volveré a pelear antes del almuerzo. Lección aprendida," murmuró mientras se masajeaba un hombro, claramente cansada.
Cuando todos se reunieron alrededor de la mesa, Bingo, con su habitual tono firme, comentó mientras servía algo de comida a Timmy y Bluey: "Tan pronto como terminemos de almorzar, los voy a curar. No podemos darnos el lujo de que sigan en este estado.
Timmy, llevándose un trozo de pan a la boca, comentó con calma: "Gracias, Bingo. Supongo que un poco de ayuda no estaría mal."
Bluey, mirando a su hermana mientras bebía un sorbo de agua, asintió lentamente. "Sí… definitivamente lo necesitamos. Creo que esta vez nos excedimos un poco."
Bingo, sin dejar de observarlos, mantuvo su tono firme pero comprensivo. "Eso lo tengo claro. Después de almorzar, me aseguraré de que estén al 100%. No podemos permitirnos estar en desventaja con lo que se venga."
El ambiente se relajó un poco cuando Frisky y Trixie comenzaron a bromear sobre los castigos de Rad y Stripe cuando eran jóvenes. "¿Y ustedes cómo sobrevivieron a los castigosque le ponía su papá cuando hacían travesuras?" preguntó Frisky con una sonrisa burlona, mirando a los hermanos.
"¿Sobrevivimos?" replicó Stripe, fingiendo horror. "Esa es una palabra muy generosa."
Rad asintió dramáticamente. "Comparado con nosotros, lo que le hicieron a Timmy y Bluey fue un paseo por el parque."
Mientras tanto, las niñas, Bluey y Bingo pequeñas, se sentaron junto a Muffin y Socks. Entre risas, compartían historias sobre sus juegos favoritos y las cosas divertidas que habían hecho ese día. Muffin, con una sonrisa traviesa, señaló a Timmy y Bluey. "Parecían dos estatuas bajo el sol, pero moviéndose."
El comentario hizo reír a las niñas y arrancó algunas sonrisas entre los adultos, aliviando el ambiente tenso del día. Mientras tanto, Bingo se aseguró de que todos comieran lo suficiente antes de pasar a curar a los dos guerreros agotados, sabiendo que necesitarían estar al máximo de sus capacidades para lo que estaba por venir.
Después de terminar de comer, la conversación giró hacia los planes para la tarde. Charlie miró a su hermana y dijo: "Creo que es hora de ir a recuperar tu auto, Brandy."
Brandy, asintiendo, respondió: "Sí, ya es hora."
Frisky se ofreció a acompañarlas, diciendo con entusiasmo: "Yo también voy. Será divertido," e inmediatamente invitó a Trixie.
Trixie, dudando un poco, se mostró reticente a dejar a las niñas, pero Stripe, siempre despreocupado, la animó: "Ve tranquila, yo me encargo de las niñas. Un paseo te despejará la mente de todo lo que hemos visto hoy, ¿verdad, Rad?"
Rad asintió con una sonrisa. "Sí, creo que podríamos manejarlo."
Con eso, Trixie aceptó la invitación, uniéndose al grupo. Bingo, con un tono firme pero tranquilo, también decidió unirse. "Por si acaso surge algún problema," dijo, dejando claro que su presencia no era opcional.
Mientras los grupos comenzaban a organizarse, Bingo llamó a Timmy y Bluey a un lado. "Antes de que todos se vayan, vamos a resolver este asunto de sus heridas," bingo conjuro su magia, "Magia de Plata: Cesta Floral de Curación de Sueños".
Timmy, viendo las manos brillantes de Bingo, bromeó: "¿Esto va a doler?"
"Solo si te mueves," respondió Bingo con una sonrisa inocente que no tranquilizó a Timmy en lo más mínimo. Bluey, sentada a su lado, lo miró con una ceja levantada. "¿De verdad crees que ella te dejará escapar si haces un escándalo?"
Bingo colocó sus manos sobre el hombro de Timmy, quien cerró los ojos con fuerza esperando lo peor. En cambio, sintió un cosquilleo cálido que aliviaba el dolor. "¿Eso es todo?" preguntó, abriendo un ojo, sorprendido.
"¿Querías que doliera?" respondió Bingo, sin levantar la vista mientras continuaba. "Puedo arreglar eso si insistes."
Bluey rió suavemente mientras le tocaba su turno. "¿Ves, Timmy? Te quejas de todo."
Después de unos minutos, ambos estaban como nuevos, aunque Bingo les lanzó una mirada significativa. "Esto no significa que puedan volverse locos otra vez. Si me hacen trabajar de nuevo tan pronto, lo lamentarán."
Mientras tanto, Mort se acercó a Timmy y le pidió que lo llevara a su casa para recoger algunos medicamentos. Timmy, siempre dispuesto a ayudar, asintió de inmediato. Bailey, al escuchar esto, sugirió acompañarlos y llevar a las niñas para que pudieran cambiar de ambiente.
"Me parece bien," dijo Mort mientras Bailey comenzaba a preparar a las niñas para el pequeño viaje.
Stripe, observando la energía inagotable de las niñas, sugirió: "¿Por qué no las llevamos al parque? Necesitan quemar toda esa energía," comentó, y Bluey se ofreció a acompañarlos, buscando un poco de relajación y asegurarse de que todo estuviera bajo control.
Con los planes claros y las responsabilidades distribuidas, los tres grupos se prepararon para salir. Timmy, Mort, Bailey, Bluey pequeña y Bingo pequeña se dirigieron a la casa de Mort. Bingo, Charlie, Brandy, Frisky y Trixie partieron en busca del coche, mientras que Bluey lideraba a su grupo hacia el parque, lista para una tarde de diversión y descanso.
La calma antes de la tormenta estaba en marcha, pero pronto, el caos volvería a surgir.
