Capítulo 5. Trampa u oportunidad (1ª parte).
–No puedo esperar a la fecha de lanzamiento, Sakura Kinomoto. –dijo Tomoyo con una sonrisa prepotente.
Sakura Kinomoto tiene talento.
Un mes antes…
Yo le abrí la puerta a su talento.
Sakura estaba en su apartamento escribiendo el argumento del nuevo capítulo de "Espiral gris" a toda velocidad. Se trataba de una serie que Tomoyo había estado desarrollando para la revista literaria "Sourei Monthly".
Al escribir el típico continuará…, recibió la llamada de Tomoyo.
–Acabo de terminar de escribir la trama del capítulo. –dijo Sakura, sabiendo que Tomoyo le iba a preguntar por él.
–Envíamelo, por favor. –dijo Tomoyo delante del portátil de su despacho.
–Enseguida. –dijo Sakura con diligencia. Entró a su correo electrónico, adjuntó el archivo y se lo envió, tal y como su jefa le había pedido.
Estaba segura de que había abierto la puerta a su talento por su bien. Ciertamente, no por el mío.
Nada más recibir el correo de Sakura, Tomoyo comenzó a imprimir para leerlo como era debido y realizar las correcciones pertinentes.
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Shaoran llegó a la casa de trabajo de Tomoyo cargado con una caja enorme. Al verlo tan cargado, Sakura lo dejó pasar.
–Parece que el estilo de Tomoyo ha cambiado un poco, ¿no? Aunque no es sólo en nuestra publicación. Parece que también lo ha hecho en los seriales de otras editoriales. –dijo Shaoran tras los saludos de rigor. Aquel comentario no pasó desapercibido para Kaho, que estaba trabajando en su mesa. Sakura se sintió un poco incómoda, porque sabía que ese cambio de estilo se debía a su propio trabajo. –El giro en la trama del último capítulo me parece brutal y me ha encantado leerlo.
–¡¿Lo dices de verdad?! –preguntó Sakura emocionada y olvidándose de la incomodidad.
–Lo dices como si te estuviera alabando a ti. –dijo Shaoran sorprendido por la reacción de Sakura.
–Bueno, me alegra de que el trabajo de Tomoyo sea bien recibido. –dijo Sakura disimulando un poco y dándose cuenta de que su reacción había sido un tanto exagerada.
–Debes de admirarla mucho. –dijo Shaoran dejando la caja sobre la mesa de Sakura.
–La verdad es que sí. –dijo ella.
–Bueno, tengo que irme. Adiós. –dijo Shaoran.
–Adiós. –se despidió Kaho.
–Gracias. Adiós. –dijo Sakura.
–Estoy segura de que lo sabes, pero nosotras y el editor jefe Eriol Hiragizawa somos los únicos que sabemos que Tomoyo está basando su escritura en tus tramas. –dijo Kaho.
–Tendré más cuidado. –dijo Sakura asintiendo, consciente de la advertencia de Kaho.
–Sakura. –dijo Tomoyo bajando por la escalera. –Avísame cuando te marches a casa. Quiero que vengas conmigo a un sitio.
–De acuerdo. –dijo Sakura intrigada.
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Eriol estaba concentrado trabajando con su ordenador cuando Shaoran se acercó a su mesa.
–Eriol, ¿recuerdas aquella novela que quería publicar? –preguntó Shaoran.
–Sí, ¿por qué lo preguntas? –preguntó Eriol sin apartar su mirada del ordenador.
–Verás, está escrita por la asistente de Tomoyo Daidouji, Sakura Kinomoto. –dijo Shaoran. Ante tal revelación, Eriol interrumpió el tecleo, aunque no miró a su empleado. Al fin y al cabo, no quería realizar ningún gesto que pudiera delatar a Tomoyo. Aunque disimuló, tenía toda su concentración puesta en lo que Shaoran le estaba diciendo. –Como asistente, Sakura también ha estado trabajando duro. ¿Podrías leerla al menos?
–Déjala ahí. –dijo Eriol señalando un lado de su mesa con la cabeza.
–¿En serio? –preguntó Shaoran, que no se esperaba que su jefe hubiera accedido tan fácilmente. De hecho, se esperaba algún tipo de desplante por insistir en el tema.
–¿Algún problema? –preguntó Eriol, mirándolo por primera vez.
–¡Ninguno, gracias! –exclamó Shaoran.
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–Aquí es. –dijo Tomoyo. La escritora había llevado a Sakura a un edificio residencial. Tras entrar, se dirigieron a uno de los apartamentos. –Este será tu nuevo apartamento.
El apartamento era mucho más grande, luminoso y espacioso que el que ocupaba actualmente. Tanto los acabados y la decoración eran mucho más modernos que el viejo apartamento que tenía alquilado. En el centro del apartamento había una butaca como la que Tomoyo tenía en su despacho y en un lado de la amplia sala había una gran mesa con un sillón de oficina y un ordenador portátil. Por detrás, estanterías blancas con algunos libros y elementos decorativos.
–¿Qué? –preguntó Sakura, que apenas se había atrevido a pasar de la puerta.
–Puedes mudarte cuando quieras. –dijo Tomoyo yendo hacia la zona de escritura para abrir la cortina.
–¿Cuánto cuesta esto? –preguntó Sakura.
–No te preocupes por el alquiler. –dijo Tomoyo.
–Pero no puedo aceptarlo. –dijo Sakura.
–Un buen ambiente es importante para un escritor. Ven, siéntate aquí. –dijo Tomoyo colocándose detrás del sillón y apartando el sillón de la mesa para cederle el asiento.
Todavía no muy segura, Sakura se sentó y abrió la pantalla del ordenador.
–Escribe todo lo que quieras para la nueva serie: el marco, la narrativa, todo. –dijo Tomoyo.
–Está bien. –dijo Sakura todavía sorprendida por lo que estaba ocurriendo.
–Estoy segura de que habrá momentos duros, pero esfuérzate. –dijo Tomoyo.
–De acuerdo.
–Tengo grandes expectativas depositadas en ti. –dijo Tomoyo dejándole las llaves del apartamento sobre la mesa.
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Una vez que Eriol acabó las tareas más inminentes y cuando todo el mundo se hubo marchado, comenzó a leer la novela que Shaoran le había pedido que leyera. Jamás le habría hecho caso a esa historia, pero cuando el castaño le dijo quién la había escrito sintió la necesidad de leerla de inmediato. No por nada, fue gracias a esa joven escritora que el trabajo de Tomoyo estaba saliendo adelante, teniendo además, muy buena acogida entre todos los lectores.
A Eriol le llevó leer la novela toda la noche, pero debía reconocerle a Shaoran que había tenido muy buen ojo. "A mi segundo yo" era una buena novela.
A continuación, consultó su agenda en su tablet, viendo que a las dos de la tarde tenía una reunión con Tomoyo. Sabía que antes ella tendría un acto promocional en la televisión y que no estaría en la casa de la costa. Entonces, su cabeza comenzó a maquinar.
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–Como lectora, he leído todos sus trabajos. –comenzó a decir la entrevistadora a Tomoyo ante la atenta mirada de Kaho Mizuki detrás de las cámaras. –Como conocedora de sus obras, siento que sus recientes trabajos tienen, en medio de las sutiles expresiones emocionales, audaces giros en las tramas.
–Gracias. Sí. Últimamente he estado sintiendo que me gustaría escribir algo diferente. –dijo Tomoyo para justificar el cambio de estilo en su narrativa.
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Sakura estaba vaciando la caja con libros para actos promocionales que Shaoran había llevado el día anterior cuando alguien tocó al timbre.
–Señor Hiragizawa. –dijo Sakura sorprendida de ver a Eriol tan temprano. –¿La reunión no era a las dos? Tomoyo todavía no ha llegado de la entrevista.
–Hola, Sakura. Llámame Eriol, por favor. –dijo el editor. –No importa. Quizás puedas escucharme tú.
Sakura, un poco descolocada, dejó entrar a Eriol, que se sentó en el sofá mientras la castaña preparaba algo de té.
–Gracias. –dijo Eriol cuando Sakura le sirvió la taza. Tras una leve inclinación, Sakura se giró para volver a la cocina. –¿Cómo se siente?
–¿Qué?
–Escribiste una trama y se convirtió en un serial de la mano de Tomoyo. Es muy popular. Creo que ese gesto debe ser recompensado. –dijo Eriol.
–Estoy muy contenta de que funcione bien. –dijo Sakura, todavía de pie con la bandeja.
–Siéntate. –dijo Eriol amablemente.
–Gracias.
–¿Qué opinas de las novelas que escribe Tomoyo? –preguntó Eriol.
–Creo que son increíbles. –opinó Sakura en un tono claramente positivo.
–Sí, lo son. Pero, ¿alguna vez no se te ha pasado por la cabeza en algún momento de sus tramas que las habrías hecho de forma diferente? –preguntó Eriol.
–Quizás alguna vez. –reconoció Sakura tras pensarlo durante unos segundos que se hicieron eternos.
–¿Por ejemplo?
–El último capítulo del serial de la editorial Shoreisha. Es doloroso ver al protagonista actuando con fortaleza hasta el final. –dijo Sakura. –Me hubiera gustado, al menos al final, de que se hubiera delatado y hubiera dicho la verdad. Lo siento, no debería de hablar mal de Tomoyo.
–No te preocupes. No estás hablando mal de ella. Es sólo tu opinión y es tan respetable como la de cualquiera. ¿Eres tú quien está escribiendo la trama para la nueva serie en nuestra editorial, cierto?
–Sí. Me está costando definir a los personajes. Es prácticamente la primera vez que lo hago para un formato así y me está llevando bastante tiempo. –reconoció Sakura.
–Una vez que acabes con la trama, ¿por qué no intentas escribir tu propia historia?
–¿Qué?
–He oído que ya no te casas. –dijo Eriol.
–Sí, es cierto. –dijo Sakura.
–Para haber cancelado tu boda debes de tener grandes deseos de ser novelista. –dijo el de gafas. –¿Por qué te conformas sólo con escribir tramas? En mi opinión, creo que es muy importante desarrollar tu propio trabajo.
–Lo hablaré con Tomoyo. –dijo Sakura.
–Eso no será necesario. Ya se lo diré yo cuando llegue el momento adecuado. –dijo él. –Una vez que lo lea, te diré lo que pienso.
–¿Leerías mi novela? –preguntó Sakura sin poder creer lo que le estaba planteando el mismísimo editor jefe de la gran Tomoyo Daidouji.
–Lo estoy deseando. –dijo él.
–Muchísimas gracias. –dijo Sakura con una amplia sonrisa.
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–Estoy cansada de conceder entrevistas. –dijo Tomoyo con algo de agotamiento mientras caminaban por los pasillos de la televisión.
–Declinaré tantas como sea posible. –dijo Kaho.
Entonces, Tomoyo se giró al cruzarse con alguien que le resultó familiar. Esa persona también se giró, ya que reconoció a Tomoyo.
–Naoko. –dijo Tomoyo.
–¡Cuánto tiempo! –exclamó Naoko. –Parece que lo estás haciendo muy bien, Tomoyo.
Naoko Yanagisawa era una mujer que tenía más o menos la edad de Tomoyo. Vestía con estilo con un toque más desenfadado que Tomoyo pero sin dejar de ser sofisticado. Mientras que Tomoyo solía vestir con colores lisos, Naoko llevaba un vestido blanco con estampados con motivos vegetales, sobre el que llevaba un abrigo rosa. Llevaba un corte de pelo bob y llevaba gafas. En general, al igual que Tomoyo, su apariencia desprendía estilo, pero el estilo y las facciones de Naoko la hacían parecer más amable y desenfadada que Tomoyo.
–¿Qué haces aquí? –preguntó Tomoyo.
–Tengo una entrevista. He sacado un nuevo libro. El primero desde hace una década. –dijo Naoko. –Adiós.
Para Kaho, la cara de Tomoyo lo decía todo.
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–Hola. –saludó Sakura cuando llegó su jefa y su secretaria.
Tomoyo entró sin saludar y fue directa al salón, donde vio que ya la esperaba Eriol.
–¿Lo sabías?¿Sabías que Naoko Yanagisawa ha vuelto al juego? –le preguntó Tomoyo sin saludar.
–Sí. En parte, es por lo que estoy aquí. –dijo Eriol levantándose.
–¿Y?
–Para empezar, la editorial Shoreisha va a publicar cien mil copias de su colección de ensayos. –le informó Eriol.
–¿Cien mil?
–Se va a publicar el mismo día que tu último capítulo del serial. –dijo Eriol.
–Pero eso es…–comenzó a decir Kaho, pero no se atrevió a acabar la frase.
–Es un desafío directo. –acabó Eriol.
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–Eso es una clara maniobra publicitaria. –dijo Meiling cuando Yamazaki explicó la vuelta a la escritura de Naoko Yanagisawa por los pasillos de la editorial Clow.
–Bueno, dará a la industria algo de lo que hablar. –dijo Yamazaki entrando a la oficina seguido de Meiling y Shaoran.
–Yo no sé nada de esa vieja rivalidad. –dijo Shaoran.
–Naoko ganó el premio de escritores noveles de la editorial Shoreisha el mismo año que Tomoyo ganó el nuestro. Quizás fuera porque las dos eran jóvenes y atractivas. A la gente le encantaba compararlas y armar alboroto con el tema. Supongo que es morboso. –explicó Yamazaki mientras se quitaba el abrigo.
–¿Por qué desapareció? –preguntó Shaoran.
–Quizá porque la halagaron tanto cuando era novata que se volvió arrogante. Eso habría estado bien si su obra fuera buena, pero no duró demasiado. –dijo Yamazaki.
–¿Por eso desapareció durante diez años? –preguntó Shaoran.
–La editorial nos va a querer ocupados. –dijo Yamazaki.
–Entiendo. No pueden dejar que Tomoyo pierda su liderato. –dijo Meiling.
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Sakura esperaba de pie pacientemente a que Tomoyo terminara de leer la última trama que le había presentado.
–Lo siento. Quería haberlo presentado antes. –se disculpó Sakura cuando entendió que su jefa lo había terminado de leer.
–Presentarlo pronto no lo es todo. Es importante aguantar hasta el último minuto para mejorar el texto todo lo posible. –dijo Tomoyo.
–Entendido. –dijo Sakura, que pensó que era un consejo propio de una escritora experimentada como ella.
–Es una historia bien desarrollada. –comentó Tomoyo, que seguía ojeando algunas partes.
–Es algo que siempre he querido escribir. –confesó Sakura.
–¿En serio?
–Sí. Cuando era pequeña, uno de mis vecinos era un señor mayor que vivía solo. A pesar de que había vivido allí durante muchísimo tiempo, nadie lo conocía bien. Pero la gente sentía curiosidad por él. Es difícil de describir, pero quería escribir sobre algo así. –dijo Sakura.
–Vamos a usar esta trama, entonces. –dijo Tomoyo.
–De acuerdo. –dijo Sakura sonriendo.
Cuando Sakura se marchó a casa, Tomoyo se sentó en su tumbona. Estuvo tanto tiempo que incluso había oscurecido. No dejaba de pensar en el encuentro que había tenido con Naoko Yanagisawa y en el desafío que representaba su vuelta a la industria para ella. Un desafío que no deseaba perder. Por lo que se levantó y se sentó frente a su ordenador. Entonces miró la trama del capítulo uno de la nueva historia que le había presentado Sakura, cuyo título rezaba "Residente en la fantasía". Se puso las gafas y comenzó a teclear.
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Sakura, que ya se había mudado al apartamento que le había proporcionado Tomoyo, recordó las palabras de Eriol. Básicamente le dijo que con su talento no debía conformarse con escribir resúmenes de argumentos y la animó a escribir su propia obra una vez que le entregara a Tomoyo lo que tenía pendiente, y eso ya lo había hecho. Animada por la confianza que depositó en ella el reputado editor, se sentó frente al ordenador portátil y comenzó a escribir "Residente en la fantasía".
Las palabras fluían de sus dedos como si fueran varitas mágicas por las que la energía era canalizada. Mientras escribía se le formó una sonrisa inconsciente de lo que estaba disfrutando escribir aquella historia.
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–He oído que la colección de ensayos de Naoko Yanagisawa se está vendiendo muy bien. –comentó Clow Reed mientras bajaba con Eriol las elegantes escaleras de la editorial Clow.
–Es cierto. –dijo Eriol.
–Supongo que lo siguiente será una novela. Tomoyo debe de estar sintiendo la presión. –aventuró Clow.
–Lo cierto es que sí. –reconoció Eriol.
–¿Estás seguro de que Tomoyo tendrá tirón durante tres años más? –preguntó Clow.
–Sí. –afirmó Eriol con rotundidad.
–Pareces muy seguro de ello.
–Aunque pierda su inspiración para escribir, tengo un plan alternativo. –dijo Eriol.
–¿Qué clase de plan? –quiso saber Clow deteniéndose al final de la escalera. Pero Eriol no respondió. –Entendido. Te dejaré todo lo concerniente a Tomoyo Daidouji a ti.
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Debiéndose enfrentar al desafío de Naoko Yanagisawa, Tomoyo se puso a mirar en internet lo que se comentaba sobre su regreso a la industria literaria. El primer artículo que encontró al respecto ya dejaba caer lo deseada que era esa vuelta, con lo cual se resumía en un artículo positivo. Además, el artículo incluía un vídeo con una entrevista con la afamada autora. Tomoyo no dudó y clicó en el vídeo donde ella ya aparecía con una sonrisa de oreja a oreja y en el que fue preguntada por el motivo de su desaparición de la industria.
–Lo recuerdo como si fuera ayer. Simplemente, no podía escribir. Todas las personas que decían adorarme me abandonaron en masa. Fue muy doloroso. No podía escribir y lo único que me quedaba era mi orgullo. Pero la gente sólo veía la caída de alguien que lo tenía todo.
Tomoyo no pudo evitar pensar si a ella le ocurriría lo mismo que le pasó a Naoko. Pero no dejaría que eso pasara. Ella no quería llegar al extremo de desaparecer. Además, aunque también estuviera pasando por el mismo bloqueo por el que pasó su rival, ella contaba con algo con lo que Naoko no contó. Más bien, contaba con alguien: con Sakura Kinomoto.
De todas formas, tras ver el vídeo, se puso a escribir.
Un rato después, Eriol entró en su despacho.
–Ya he acabado el capítulo de la nueva serie. ¿Qué se supone que tengo que hacer con él? –preguntó Tomoyo entregándole las hojas impresas que había estado redactando.
Eriol vio el título: "Residente en la fantasía".
–Apenas entiendo las personalidades de los personajes. –añadió la escritora. –Creo que es porque está basado en las ideas de Sakura. ¿Cómo crees que puedo mejorarlo?
–¿Por qué no te tomas un descanso durante un tiempo? –sugirió Eriol.
–¿Un descanso?
–Sé que estás preocupada, pero si no puedes, no puedes. –dijo él.
–¿Me estás proponiendo que cancele todos los encargos pendientes?¿Te das cuenta de lo que dices? Son tres seriales, algunos ensayos y la novela para la película. Las editoriales jamás me lo perdonarían. –dijo Tomoyo.
–Lee esto. –dijo Eriol pasándole un sobre grande.
–¿Qué es?
–Es la novela que ha escrito Sakura basándose en la misma trama. –respondió Eriol. Ante aquella revelación, Tomoyo abrió el sobre y vio los folios sujetos con pinzas. No parecía una novela demasiado larga. Más bien al contrario, pero Tomoyo no comprendía nada.
–¿Qué está pasando, Eriol? –preguntó Tomoyo. –¿Ella te ha entregado esto?
–No. Yo le pedí que lo escribiera hace un par de semanas. –respondió Eriol.
–¿Para qué?
–Sólo léelo. –le pidió el editor.
–¿Qué lo lea?¡¿Y después qué?! –dijo Tomoyo comenzando a alterarse.
–Léelo y lo comprenderás. –insistió él.
–¡No voy a leer esta mierda! –gritó Tomoyo tirando la novela al suelo y yendo hacia la ventana. En aquel momento no le apetecía mirarlo.
–Deja a Sakura que escriba tus seriales hasta que superes el bloqueo. Por supuesto, publicaremos con tu nombre. –dijo Eriol.
–¿Vas a sustituirme por ella?
–Claro que no. Pero estás cansada. No pienso en nadie más que no seas tú. –dijo Eriol. –De hecho, siento pena por ella.
–¿Ella está de acuerdo con esto? –preguntó Tomoyo volviendo a mirarlo.
–Todavía no se lo he dicho. Pero estoy seguro de que aceptará. –respondió él.
–¿Puedo confiar en ti? –preguntó Tomoyo. Eriol se acercó a ella y la abrazó.
–Confía en tu talento. Sólo debes de tener paciencia. Volverás a escribir. –dijo él.
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A la mañana siguiente, cuando Kaho entró en la casa, se encontró a Eriol dirigiéndose hacia la puerta con un par de botones de la camisa desabrochados.
–Buenos días. –saludó Eriol.
–Buenos días. –saludó Kaho.
–Te levantas muy temprano. –dijo el moreno.
–No siempre. –dijo Kaho.
–Si me disculpas. –dijo Eriol a modo de despedida.
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Tras haber pasado por casa y haberse dado una ducha, Eriol se reunió con Sakura en una cafetería.
–He leído tu historia. Corrigiendo algunas cosas estará mejor. He anotado los comentarios en los márgenes. –dijo Eriol.
–De acuerdo.
–Una vez que lo corrijas, ¿podríamos usar esta historia?
–¿Usarla?
–Quiero que nos dejes publicar tu trabajo en la editorial Clow. Aunque no podemos hacerlo con tu firma. –dijo Eriol.
–¿Eso quiere decir que se publicaría con el nombre de Tomoyo? –preguntó Sakura, cuya proposición la dejó desubicada.
–Exacto. Quiero darle a Tomoyo un descanso. Está exhausta. Ha estado escribiendo sin parar durante algo más de una década. A este paso se romperá.
–¿Qué piensa Tomoyo de esto? –quiso saber Sakura.
–Evidentemente, le encantaría poder seguir escribiendo ella misma. Y te aseguro de que si la dejara escribiría hasta colapsar. Como comprenderás, no puedo empujarla a eso. –dijo Eriol. Sakura asintió comprendiendo la situación. –Sé que es injusto para ti. Pero míralo de esta manera. Aunque no publiquemos con tu nombre, tu novela se publicará y la leerá mucha gente. Eres la única que puede hacer esto porque Tomoyo confía en ti. También estoy teniendo en cuenta tus intereses.
–Está bien. –aceptó Sakura tras una larga pausa reflexionando la decisión.
–Muchísimas gracias, Sakura. –agradeció Eriol.
Aunque aceptó, Sakura no estaba demasiado segura de si había hecho lo correcto.
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Sakura se dirigía a su apartamento cuando escuchó su móvil.
–¿Diga?
–Soy Shaoran. –dijo él mientras salía de la oficina hacia el pasillo.
–Ah, hola, Shaoran.
–Oye, ¿has cenado ya? –preguntó el castaño.
–No.
–¿Quieres cenar conmigo? –propuso él.
–Lo siento, pero tengo que ponerme a escribir. Tengo un plazo que cumplir. –dijo Sakura.
–¿Un plazo?
–Quería decir que Tomoyo quiere que la ayude con algo. –dijo Sakura intentando rectificar para que no descubriera lo que realmente estaba haciendo.
–Entiendo.
–Lo siento, adiós. –dijo Sakura mientras abría la puerta del apartamento.
–Espera. –pero Sakura ya había colgado.
–¿Rechazado? –preguntó Meiling viendo a Shaoran con los brazos cruzados en el pasillo. Shaoran dio un respingo como si lo hubieran pillado haciendo algo malo. Al girarse, vio a Meiling sonriendo.
Viendo que cenaría solo, Meiling lo invitó a unirse a ella y a Spinnel Sun, con el que había quedado en el izakaya al que solían ir de vez en cuando.
–Yo era una especie de fantasma en mi club del instituto. –dijo Spinnel mientras Shaoran daba la vuelta a los trozos de carne de la parrilla. –Incluso en el trabajo lo soy. Aunque trabaje bien, la gente me llama "el empleado fantasma". Pensé que estaría fatal si me convirtiera en escritor y la gente pasara a llamarme "el escritor fantasma".
–¿Quieres ser escritor fantasma? –preguntó Meiling.
–¿Qué? –preguntaron Spinnel y Shaoran a la vez. Meiling comenzó a reír.
–Sólo bromeaba. ¿Quién hace eso hoy en día? –preguntó Meiling, dando por hecho que esa práctica era cosa de épocas del pasado.
–Tienes razón. Me habías asustado. –dijo Shaoran.
–No es raro que los famosos que quieren publicar un libro tengan un escritor profesional vinculado, pero nunca para una novela. No importa lo aclamado que puedas llegar a ser como escritor, una vez que ya no puedas escribir, simplemente desapareces. –dijo Meiling.
Continuará…
