FRAGMENTOS
¡Hola! Capítulo de impacto... ¡Y sí, son dos!
Según la encuesta realizada y sus opiniones sobre la pregunta, déjenme decirles que las he tenido en cuenta. Fue muy divertido y agradable leer sus puntos de vista sobre Rin y Kagura. Gracias a eso, dejé que la historia tomara su rumbo inicial, pero... las dejo en suspenso que Todo Puede Pasar. Jeje
Por favor, no me odien; solo esperen a ver cómo evolucionará la historia. Mientras tanto, los dejo con este capítulo lleno de emoción. Sin duda, muchas cosas van a cambiar.
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 20.
INUYASHA
–Sal de aquí, Inuyasha, este no es asunto tuyo –advirtió él.
–Está bien, que se quede –dijo Kagura– Que tu hermano sea testigo de la estupidez que acabas de hacer.
–Espera, Kagura… –Traté de detenerla.
–Nunca más volverás a saber de nosotros, Sesshomaru Taisho. Te aseguro que nunca conocerás a mi hijo.
–Espera…
–¡Déjala! –demandó mi hermano al verla irse– Deja que se vaya.
–¡¿Pero te has vuelto loco?! Mamá no nos crio para que actuáramos de esa forma. Esa mujer tendrá a tu hijo, Sesshomaru.
–Pero ¿qué te pasa? ¿No fuiste tú el que dijo que no confiemos en esa familia? Es evidente que solo quieren sacar provecho de nosotros.
–Está bien, sé lo que dije. Pero me equivoqué.
–¿Qué?
Cerré la puerta tras de mí para que nadie, en especial Kikyo, me escuchara.
–Hablé con Kagome y ella me aseguró que el hijo de Kagura es tuyo. Que ella no es como Kikyo.
Sesshomaru soltó una risa.
–¿Qué más te dijo? ¿Que se casarían y se irían a vivir a otra ciudad?
–Pero ¿Qué te pasa? ¿Por qué actúas así? –cuestioné de frente.
–Lo que pasa es que tu querida Kagome quiere que me aleje de Rin.
–Mucho cuidado con lo que vayas a decir –advertí.
–¿Ahora te estoy molestando? Pues dile a Kagome que no dejaré que Rin se vaya del país con su madre.
–¿Y qué piensas hacer, genio? ¿La expondrás al peligro? ¿Dejarás que Naraku la use en tu contra?
–¡No!
–¡Entonces deja de actuar como un adolescente enamorado y asume tus responsabilidades!
Sesshomaru caminó molesto y se dejó caer sobre la cama.
–Amo a Rin. Lo he hecho siempre, no puedo perderla, no así.
–¿Y qué hay de Kagura? Ella también te necesita.
–¿Sabes algo que yo no?
Me senté junto a él.
–Naraku tienes planes para tu hijo si no lo reconoces.
Sesshomaru me miró expectante.
–¿Qué planes?
–Se lo quitará y lo hará pasar como… mío.
–¿Qué dices?
–Es la única forma de que sea creíble: un hijo mío y de Kikyo. Si Naraku está convencido de que es un Taisho, entonces no hay motivo para dudar. Ese niño es tuyo.
–¡Maldición!
Se levantó y tomó el abrigo que estaba sobre la silla.
–No dejaré que eso pase. Tengo que alcanzarla.
–¿Qué pasará con Rin?
Se detuvo antes de abrir la puerta.
–Mi amor por ella no ha cambiado. Y sé que algún día me lo perdonará.
KAGOME
Koga no dijo nada. Me escuchó en completo silencio cuando le conté toda la verdad. Mi verdad y la de Naraku. Era de suponer que sería algo muy difícil de procesar.
–Koga…
–Shh… –pidió guardando la compostura– Deja que me acostumbre a la idea.
Le di su espacio. El necesario para que pueda procesarlo.
–¿Cómo pudo hacer algo así…? –soltó en un susurro mientras se levantaba.
–Está obsesionado con el poder…
–Todo este tiempo… –Me miró con los ojos enrojecidos– Todo este tiempo no he hecho más que culparme.
–No tienes por qué. Tú no eres responsable de nada.
–Lo soy. Por mi culpa, el idiota de Inuyasha se molestó. Sabía muy bien lo que estaba haciendo cuando te besé aquella noche, pero nunca imaginé que algo así sucedería, jamás pensé que te perdería de esta manera…
Fui hacia él.
–No es tu culpa, y mucho menos la de Inuyasha. Tarde o temprano, el auto hubiera fallado, y ese accidente en el que supuestamente morí habría ocurrido.
Tomé sus manos, en sus ojos podía ver mucha tristeza.
–No hace falta que digas nada… –susurró con calidez– Sé lo que dirás.
–Lo siento…
–¿Por qué, bonita? –Peinó un mechón de mi cabello– ¿Por seguir amándolo a pesar de los años? Soy consciente de que no puedo competir con eso. Tú no eres Escargot, no eres mía. Eres Kagome, y siempre serás de él.
–Tenía tanto miedo de cómo reaccionarías –Fui sincera– En un principio creí que eras cómplice de Naraku…
–No hay forma de que lo sea.
–¡Lo sé! –dije firme– Confío en ti, Koga, especialmente sabiendo que Sango es tu...
Sus ojos ardieron.
–¿Qué? Kagome, ¿qué tiene que ver mi hermana en esto?
Respiré hondo. Quizás me había dejado llevar y me precipité. Pero no había manera de enmendar lo que dije, así que no había vuelta atrás
–Kagome… –insistió– ¿Qué…?
–Es Sango. Aquella hermana que perdiste hace años, ella… creo que está viva.
–¡¿Qué?! –exclamó incrédulo– ¿Cómo…? ¿Cómo es que tú…?
–Es otra larga historia.
–Quiero saberlo.
–Y lo sabrás, te lo prometo, pero todo a su debido tiempo. Por ahora, solo quiero que sepas que tal vez tu hermana sea en realidad mi amiga Sango.
–¿Tu amiga…?
–Así es. Cuando estuve cautiva, fue ella quien se encargó de mí; más que una vigilante, se convirtió en mi amiga.
–¿Entonces ella trabaja para Naraku?
–Trabajaba. Desde que me ayudó con Moroha, Naraku la quiere muerta.
–¿Y por qué crees que ella puede llegar a ser mi hermana?
–Es solo un presentimiento. Sango no recuerda nada de su infancia, pero me dijo que Naraku se hizo cargo de ella desde que era muy pequeña. Y creo en la posibilidad de que él fue el responsable de su desaparición.
Koga miró hacia la puerta. Podía imaginar las innumerables preguntas que se formaban en su mente.
–Quiero conocerla. Ahora.
–¿Ahora? –cuestioné sorprendida.
–Sí, vamos. Llévame con ella.
–Koga, espera por favor –pedí tomándolo del brazo– Podemos ir mañana, no creo que sea lo más adecuado si vamos a esta hora.
–¿Dónde está?
–Está segura, y eso es lo que importa. Por favor, confía en mí, ¿de acuerdo? Ella aún no lo sabe, así que será mejor no precipitarnos.
–Tengo que asegurarme… –musitó.
–Lo sé. Y quizás fui demasiado atrevida en este tema, pero mandé a que se hiciera una prueba de ADN.
–¿Qué…?
–Lo hice, solo para estar segura.
–Kagome…
–Lo sé, actué mal. Pero es porque ella me importa, en realidad, ambos me importan demasiado.
–Ok, está bien –dijo soltando toda la tensión– Tienes razón será mejor tomarlo con calma, después de todo… no es que sea del todo seguro.
–Koga…
–Estoy bien, bonita. Ahora, lo principal es enfocarnos en ti. Seguir el plan que mencionaste.
–¿Pensaste en algo?
–Cancelar la boda levantaría muchas sospechas, pero podemos postergarla.
–Bajo qué argumento.
–Trabajo.
–¿Trabajo?
–Así es –afirmó– Pensaba irme a Boston de todas formas, tengo algunos negocios por allá.
–Pero…
–Tranquila, déjamelo a mí. Hablaré con mi padre y sobre todo con Naraku. Te daré el tiempo que necesites, y claro que también te ayudaré para que Naraku sea juzgado como se merece.
–¿Crees que podrás convencerlo?
–Déjamelo a mí. Sin mí, él no tendrá esas acciones que tanto quiere.
–Gracias, Koga.
–Te debo esto, Kagome. Esto y más por todo lo que hice.
Sonreí, ¿en qué momento las personas cambiaban tanto?
Pegué un salto cuando el timbre sonó y los golpes se hacían cada vez más fuertes en la puerta.
–¿Esperas a alguien? –Me lo preguntó y yo negué con la cabeza mientras él se dirigía a ver quién era.
–¡Kagome! ¡Kagome!
Esa era…
–Kagome…
–¡Kagura!
Corrí a ella. Sus ojos rojos e hinchados me alarmaron.
–¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí…?
–No tengo mucho tiempo, vengo a despedirme.
–¡¿Qué…?!
–No puedo seguir así… No es lo que quiero…
–Traeré un vaso con agua –dijo Koga mientras se dirigía a la cocina.
–Kagura…
–Me iré, Kagome. Me iré lejos de aquí.
–Pero, ¿qué hay de Naraku? él no permitirá que lo hagas.
–Encontraré la forma. Me escaparé del idiota que me puso como guardia.
–¿Fue él quien te trajo aquí?
Asintió.
–Aquí tienen –ofreció Koga.
–Gracias.
Lo miré y este pareció entenderlo todo, porque sin decir nada nos dejó a solas.
–¿Qué pasó? –cuestioné al ver su semblante.
–Lo que te dije que pasaría. Él la prefirió a ella, sobre mí y este bebé.
–¿Qué?
–Me dijo que él también tenía derecho a decidir… –dijo entre sollozos– ¡Ay! Fui una tonta… una completa tonta…
–No, cariño. Sin duda tú no lo fuiste.
–Estoy sola… ahora más que nunca, no tengo a nadie.
–Me tienes a mí –Kagura me miró. Sus ojos tristes aún brillaban a pesar de todo el desastre que nos rodeaba–. Y también lo tienes a él –dije señalando su vientre– Recuerda que nunca estarás sola.
–Si algún día nos volvemos a ver, te prometo que serás la madrina de mi hijo –comentó con sonrisa triste– Lo prometo…
La envolví en un abrazo. Necesitaba que Kagura sintiera que no estaba sola, de alguna forma me vi reflejada en ella, en su desesperación y constante miedo.
–Espero que las cosas resulten bien –pedí para ambas– Espero que esta decisión sea lo mejor para ti y tu bebé.
–Lo será… sé que sí…
Me despedí de ella desde la puerta, observando cómo se subía al auto. Deseaba con todas mis fuerzas que todo saliera bien, que su plan de escape se hiciera realidad y que, finalmente, Kagura pudiera encontrar la libertad que tanto deseaba.
–Sé que hay mucho que aún no sé, pero puedo ver que ella estaba sufriendo –comentó Koga a mis espaldas– ¿También tiene algo que ver con Naraku?
Me giré para entrar a la casa y cerrar la puerta.
–En gran parte lo es, pero…
–Pero.
–Creo que nunca seré capaz de dimensionar el dolor de un corazón vacío.
INUYASHA
Abrí la puerta, y lo primero que vi fue a Kikyo, sentada en una de las esquinas de la cama.
–¿Y bien? –soltó al verme– Al fin tienes tiempo para tu esposa.
Cerré la puerta, intentando contener el impulso de reclamarle por lo que hizo con Moroha.
–Eh estado pensando en muchas cosas.
–Y supongo que en ninguna de ellas estoy yo.
–Te equivocas –dije en tono calmado– Para ser honesto, he estado pensando mucho en ti. En nosotros.
Ella me miró de inmediato.
–¿En nosotros? –La vi sonreír con ironía–. No me vayas a salir con que quieres el divorcio.
–Kikyo…
–¡No! –exclamó levantándose– No va a pasar, no dejaré que ocurra. Este matrimonio significa más para tu familia que para ti. ¿Es que no piensas en ellos?
–Kikyo…
–¡Claro que no! Tú solo piensas en ti. ¿Y qué hay de mí? ¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo que yo quiero? –Se acercó lo suficiente para confrontarme–. Yo solo quería un esposo, un buen hombre, alguien a quien realmente le importe, pero ¿qué obtengo a cambio? –Su risa resonó en toda la habitación–. Un hombre que hace todo menos amarme, una familia que no me quiere, la presión de ser perfecta para mi padre... y sobre todo, Moroha. Una hija que apareció de la nada, una hija de mi esposo y su ex amante muerta.
–No te permito…
–¡¿No me permites qué?! ¡Estoy harta! ¡¿Hasta cuándo será así?!
Necesitaba calmarme, necesitaba contener mis impulsos.
–Pudiste decir que no.
–¿Qué…?
–Nadie te obligó a casarte conmigo.
–No sabes lo que dices…
–¡A mí sí!
–Inuyasha.
–Yo no tuve otra opción, lo hice por mi familia, y tú lo sabes muy bien. Me casé contigo, aun amando a Kagome.
Kikyo se alejó, y la verdad es que también necesitaba un poco de espacio. Esto era un desastre; se suponía que debía actuar con normalidad y seguir el plan para no levantar sospechas. Sin embargo, hice todo lo contrario. Me pasé los dedos por el cabello, sintiéndome frustrado y desbordado por la situación.
¡Maldita sea!
–¿Qué haces? –cuestioné al verla sacar su ropa del armario– Kikyo, deja eso…
–¡Suéltame! –reclamó cuando quise tomarla del brazo–. ¿No era esto lo que querías? Pues bien, lo conseguiste, te daré el divorcio…
–¿De dónde sacas eso?
Ella me miró sin entender.
–Basta, Inuyasha. Por favor, basta. Si lo que estás haciendo es solo para asegurarte que mi padre siga apoyando las empresas de tu familia, déjame decirte que es muy bajo, incluso para ti.…
–Creo que me has malinterpretado. No estoy hablando de querer el divorcio, sino de que he estado pensando mucho en nosotros. En la situación en la estamos y en todo lo que ha pasado desde la boda.
La sentí relajarse.
–No sé por qué siento que ya tuvimos esta conversación –comentó mirándome– Siempre estamos mal, siempre hay algo que nos lleva a terminar discutiendo constantemente.
–Lo sé, y por eso quiero buscar una solución.
–¿Solución?
–¿Tú no? –pregunté tomando sus manos–. ¿No quieres que este matrimonio funcione?
–Sí quiero…
–Entonces intentémoslo.
–¿Lo dices enserio? –dijo cautelosa.
–Por supuesto que sí, también deseo una familia para Moroha, un hogar donde no haya gritos ni reclamos. Después de todo, con el tiempo ella te llamará… mamá.
Cómo me dolió decir aquello. De alguna manera, sentí que estaba traicionando a Kagome, pero era parte del plan; sólo tenía que confiar en que todo saldría bien.
–¿Qué dices? ¿Lo intentamos? –pregunté y en sus ojos pude ver un brillo especial, algo nuevo y diferente que nunca antes había notado en ella.
Asintió con la cabeza antes de sonreírme.
–Sí…
Me besó, pero yo recibí aquel beso sin ninguna emoción.
–Seremos una familia… –susurró– Lo prometo, y tal vez con el tiempo podamos darle un hermanito a Moroha.
Me tensé de inmediato.
–¿No sería genial?
–Lo sería…
Intentó besarme de nuevo, sin embargo, preferí abrazarla. Solo anhelaba que esto terminara de una vez y que en su lugar estuviera abrazando a Kagome.
–Iré a ver a Moroha.
–Bien, ve con ella.
–Vendré en seguida.
Kikyo asintió mientras volvía a organizar la ropa.
Al salir de la habitación, el silencio del pasillo fue interrumpido por el sonido de la televisión a lo lejos. Bajé hasta la pequeña estancia que había atravesando el comedor y encontré a mi madre mirando las noticias.
–Hace mucho que no hacías eso –comenté sentándome a su lado y pasando un brazo sobre sus hombros.
–Es que estoy preocupada.
–Eso ya lo sé, mamá. Pero no tienes que preocuparte. Mi hermano y yo ya somos adultos y sabemos cuidarnos bien. No somos esos niños que salían de fiesta y llegaban tarde –dije besando su frente.
Izayoi siempre hacía eso cuando Sesshomaru y yo éramos adolescentes rebeldes. La preocupación no la dejaba dormir, y siempre estaba atenta por si algo nos ocurría, así que miraba las noticias, por si acaso aparecíamos en ellas.
–Ve a dormir, mamá.
–Aunque quisiera no podría. Vi salir a tu hermano y me preocupé.
–Él estará bien, ya sabes cómo es. Además, no es la primera vez que sale de noche...
Mamá me miró fijamente.
–Quise decir… No es la primera vez que sale tan tarde por trabajo.
–Si, cariño, sigue cubriendo a tu hermano –dijo pellizcando mis mejillas para luego besarlas– Tienes razón, tal vez estoy exagerando. Iré a la cama antes de que a tu padre le de un ataque al no verme.
Ambos reímos.
—... En otras noticias, un accidente trágico ha cobrado la vida de una mujer en la vía principal. Tenemos los detalles en vivo desde el lugar con nuestro corresponsal.
Mamá tomó mis manos al instante. Una noticia como esa era comprensible que la alarmara.
–Así es, Hyun. Es lamentable lo que acaba de pasar. Según los testigos, la mujer estaba corriendo entre los autos y, en cuestión de segundos, fue arrollada por una camioneta. A pesar de los esfuerzos de los paramédicos, se acaba de confirmar su deceso…
–¿Se sabe algo de quién es la mujer?
–Sí, según la identificación que se encontró, se trata de Kagura Hirano…
Kagura Hirano…
–¡Mamá! –exclamé cuando se descompensó en mis brazos– ¡Mamá!
–¿Qué ocurre?
Escuché la voz preocupada de mi padre a lo lejos.
–Mamá, por favor reacciona… ¡Mamá…!
–¡Izayoi! –Papá corrió hasta nosotros– ¿Qué le pasó?
Me levanté, sintiendo la desesperación crecer dentro de mí. No podía ser cierto, esto no podía estar pasando.
–Inuyasha dime ¡¿qué pasó?! –exigió saber.
–¿Qué pasa? –Kikyo entró de pronto– Escuché gritos y…
–No es cierto… —musitó mi madre con dolor mientras se sentaba– Dime que no es cierto…
–Cariño, tranquila ¿Qué pasó?
Mi madre me miró con lágrimas en los ojos mientras negaba.
–Hijo, por favor… dime que no…
–Lo siento mamá.
–No… no… –sollozó en los brazos de mi padre.
–Inuyasha… –Kikyo se quedó a medias al ver las imágenes del televisor– ¿Qué es esto…? ¿Es una broma?
Retrocedió poco a poco. La incredulidad en sus ojos era palpable.
–Kikyo…
Salió corriendo y de inmediato fui tras ella.
–Espera… –intenté detenerla, pero fue inútil.
Tomó sus llaves y salió de la casa con lo que llevaba puesto. Justo en ese instante, otro auto se estacionó a la entrada; mientras Kikyo se alejaba, Sesshomaru bajaba del auto.
–¿No podías esperar para saber lo que pasó? –cuestionó en su habitual tono despreocupado–. Pues tendrás que esperar hasta mañana, porque no la encontré. Fui hasta su casa y no había nadie; también fui a casa de Naraku, pero tampoco estaba allí –Soltó un suspiro–. Mañana hablaré con ella ¿Ok? Cambia esa cara.
Lo tomé del brazo antes de que pudiera entrar.
–¿Qué pasa? –cuestionó ya más serio.
–Hubo un accidente… –Lo miré– Mañana… no podrás hablar con ella, Sesshomaru.
No dijo nada, pero sus ojos no dejaron de mirarme.
–Kagura, ella… ella murió.
Su estabilidad tambaleó, pero logró mantener la compostura. Nuestros padres aparecieron y, al ver el semblante de Izayoi, mi hermano tuvo un golpe de realidad.
–Iremos a la estación –informó papá, y de inmediato Sesshomaru salió disparado hacia su auto. Los neumáticos chirriaron en el asfalto a su salida.
–Mamá…
–Moroha –dijo ella– Ve con ella, no la dejes sola.
Asentí al verlos irse. Sin embargo, no podía quedarme aquí; necesitaba ir con ellos. Pero Moroha estaba dormida y ya era muy tarde. Tenía que encontrar a alguien de confianza que pudiera quedarse con ella.
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Al llegar a la estación, vi a mis padres conversando con Naraku. Intenté mantenerme a distancia, pero fue inevitable; pronto notaron mi presencia.
–Hijo, pero qué… ¿Qué haces aquí? ¿Y Moroha? –cuestionó Izayoi.
–Tranquila, madre. Ella está segura –dije mirando a Naraku– Mis más sinceras condolencias.
–Te lo agradezco. Es un momento complicado para todos.
Asentí y volví a mirar a mamá. Ella no dijo nada; no hacía falta. Pero con su mirada, me indicó dónde podía encontrar a Sesshomaru.
Me adentré en las instalaciones y lo encontré sentado, con la mirada perdida en una de las sillas. Su expresión reflejaba la carga de la situación, como si estuviera atrapado en sus pensamientos.
–Hermano.
No se molestó en mirarme; no hacía falta. Saber que estaba a su lado era suficiente. La atmósfera pesada se llenó de un silencio que, aunque abrumador, también traía una extraña sensación de conexión.
–¿Habrá sufrido…? –dijo en un susurro desgarrador.
–No lo hagas –pedí–, por favor no te atormentes con eso.
–¿Cuánto tiempo habrá estado esperando a que llegara la ambulancia…?
La pregunta quedó flotando en el aire, llena de angustia y ansiedad. ¿Cuánto tiempo habrá pasado mientras la vida de alguien se apagaba? La incertidumbre me carcomía por dentro, y no podía evitar imaginarme aquel momento.
–Tengo los exámenes del forense –Myoga intervino justo a tiempo, antes de que los fantasmas siguieran atormentando a mi hermano– Fue la cabeza, falleció al instante.
Sesshomaru apretó los puños, tratando de ocultar el dolor que le causaron esas palabras.
–¿El bebé…?
Myoga me miró al instante. Aquella expresión en su rostro no me gustó para nada.
–Ella no estaba embarazada…
Continuará...
