Mis más cariñosos saludos desde este pequeño rincón de las redes sociales. Ahora les presento el segundo capítulo de esta historia, la cual obviamente está aprendiendo a gatear antes de que algún día, y ojalá así pase, llegue a galopar. Ahora no sigo con las analogías y les digo que Pokemon no me pertenece, aunque en este sitio igual no puedo monetizar nada, por lo que no tendría caso pretender que tengo derecho alguno sobre alguna parte de todo esto.

Plan de retorno

La hora de cenar se iba acercando, y Sori no hacía otra cosa que mirar el techo desde su cama, furiosa y frustrada por no tener el pokemon que le había indicado a su padre. Ralts por su parte estaban sentado en el suelo, abrazando suavemente sus rodillas mientras se quedaba mirando a su nueva ama, como si estuviera esperando una orden de su parte, cosa que hasta el momento no había pasado. En lugar de ello, Sori se dedicaba a refunfuñar una y otra vez cosas como que sus padres no la entendían, que si nadie la escucha, o que tenía muy mala suerte de no tener el pokemon que quería. Ralts escuchaba todo al más mínimo detalle, pero para no hacer enfadar a su ama, mejor se abstenía de opinar nada.

─ Esto no puede ser… Tengo que encontrar la manera de tener el pokemon que yo quiero ─ Sori se sienta, percatándose en ese momento de la presencia de su nuevo pokemon ─ ¿Qué me miras, enana?

─ Y-yo soy niño, maestra ─ responde Ralts con voz lánguida.

─ ¡Maravilloso! Y encima un macho. Ni eso mi padre lo supo hacer bien. Sólo sabe hacerme sentir infeliz ─ Sori se levanta y se acerca pisando fuerte, y Ralts aprieta el abrazo a sus piernas, temeroso de que le fueran a golpear ─. Eres todo, absolutamente todo, lo que no quiero en un pokemon. Espero que no te hagas ilusiones conmigo, porque yo no quiero llevarte a mi primera aventura, ni mucho menos te llevaré hasta ningún gimnasio ¿Está claro?

─ S-sí, maestra. Entendido, maestra.

─ ¿Y por qué estás siempre en esa posición? ¿Acaso no te das pena tú mismo estando así, dando la impresión de ser un lamentable pordiosero o algo así?

─ Yo le doy pena a todos ─ confiesa, haciendo que Sori se detuviera en seco ─. Nadie me quiere, y lo único que quiero es volver a ver a mi hermano. No quiero estar aquí, no quiero irme a ningún lado sin él.

─ Vaya que das pena, enano ─ dice Sori, sintiendo una espinita dentro de ella ─. Pero supongo que por esa razón estás así, ¿no? ─ el Ralts asiente quedamente ─ Oye, tengo una idea, y quiero que me prestes atención, ¿entendido? ─ Ralts alza la mirada, a la espera de las instrucciones que le iba a dar la chica ─ Yo no te quiero, y está claro que tú a mí tampoco. Quiero un pokemon siniestro para así empezar mi viaje en cuanto comience la nueva semana, y tú quieres regresar a la guardería para volver a ver a tu hermano ─ Ralts vuelve a asentir ─. En ese caso podríamos ayudarnos para así deshacernos el uno del otro ¿Qué me dices, somos socios?

─ Pero esta mañana me bañé…

─ Dije socios, no sucios, pequeño bruto ─ dice Sori con una vena en su frente, y Ralts se rasca la cabeza ─. Bueno, da igual. Bajemos ahora mismo, aprovechando que todavía falta para la cena. Vamos a demostrarles a mis padres que no eres para nada apto para ser mi pokemon.

Sori se dirige entonces a la puerta, y Ralts va tras su ama para ayudarle con su plan.


Salón

─ Muy bien, Ralts, este es el plan: Yo voy a tirar este florero al suelo ─ Sori señala el florero en cuestión ─, y pretenderemos que tú fuiste el que lo hizo, y así mi padre dirá que no debes estar aquí y te devolverá a la guardería ¿Qué dices, Ralts?

─ ¿De verdad tengo que mentir? ─ Sori asiente ─ Pero mentir es malo.

─ Ralts, jamás había visto a un pokemon tan puro como tú.

─ ¿De veras?

─ No te sientas bien por eso. Lo que te acabo de decir no es ningún elogio ─ dice Sori en regaño, y Ralts baja la mirada ─. Se supone que debes hacer esto si quieres regresar a la guardería. Trata de mentir un poco para que así ambos salgamos ganando.

─ ¿Y si yo mismo trato de tirar el florero, maestra?

─ Eso no lo pensé ─ Sori se rasca el mentón mientras procesaba la sugerencia de Ralts ─. En ese caso ve, tira el florero, y trata que se escuche para que papá y mamá te descubran.

Ralts asiente, y en seguida se lanza a la delicada mesita que sostenía el florero. La embiste con todas sus fuerzas, pero ni siquiera logra hacer estremecer el florero. Sori se queda en blanco al ver esa escena tan lamentable. Ralts empuja una y otra vez, pero sus intentos resultan completamente inútiles.

─ En mi vida había visto a un pokemon tan inútil como tú, Ralts ─ dice Sori entrecerrando los ojos ─. Hazte a un lado, que me encargo yo...

Sori le da un manotazo al florero, y éste se hace añicos apenas choca contra el suelo. La madre de la chica se hace entonces presente, tratando de saber qué había pasado para que se diera semejante escándalo, y Sori aprovecha el momento para señalar a Ralts como culpable. Ralts se asusta, creyendo que algo malo estaba por pasarle. El gesto neutral de la madre de Sori no permitía saber qué era lo que estaba pensando, y Ralts, pese a su habilidad, había olvidado intentar conectarse con los sentimientos de la mujer.

─ ¡Jaime, ven y limpia esto! ─ dice finalmente la madre de Sori ─ Hija, te recomiendo que eduques a tu pokemon.

─ Yo no creo que pueda educar a un pokemon tan bobo y torpe como este, mami ─ dice Sori fingiendo inocencia.

─ Ese no es mi problema. Edúcalo y punto.

Sori mira con enfado a su madre mientras ésta se va sin decirle nada más. Ralts podía fácilmente ver que su ama se llevaba bastante mal con sus padres, pero por alguna razón no sintió ninguna hostilidad dentro de la mente de la chica. Ralts no entendía aquello, y por un momento pensó que era simplemente que todavía, al ser muy joven, no tenía pleno control de su habilidad. Tal vez fuera eso.


Días después

Sori se encontraba frente a su casa, pensando con rabia y frustración que era muy desafortunada. Faltaba solamente un día para que tuviese que dar inicio a su aventura, y su padre, pese a estar todo el día en casa, ni amago hizo por escucharla. Sus respuestas eran monosílabos automáticos que usaba sólo para ignorar a su hija, pues tenía "asuntos más importantes" que debía atender, después de todo, es el gobernador de aquella región.

Mira la pokeball en su mano. No veía manera de deshacerse de ella, puesto que desconocía completamente si había alguna manera de desactivarla o destruirla. Ahora mira con desdén a Ralts, el cual estaba simplemente de pie, mirando al horizonte.

Llevaba más de media hora así. Realmente debía estar deseoso por regresar a la guardería para esperar a su hermano si podía mantenerse así por tanto tiempo. Pero no se suponía que debía importarle a Sori. Ni siquiera tenía razón para pensar en él por ninguna razón. Pero igual termina levantándose para luego acercarse.

─ ¿Qué haces mirando al cielo como idiota?

─ Creo que la guardería está por allá ─ dice Ralts sin apenas moverse, confirmando las sospechas de la chica.

─ Supongo que estás impaciente por regresar allá ─ Ralts asiente en silencio, y Sori entendió el mensaje sin siquiera verlo ─. Parece que no tengo opción. Tendré que llevarte yo misma hasta ese lugar, y entonces te voy a cambiar por un pokemon que yo quiera.

Ralts permanece silencioso, y en eso aparece el padre de Sori, bien vestido como buen gobernador que presumía ser, aunque eso no era lo que opinaba la anciana vecina que estaba asomada por la ventana de su casa.

─ ¡Váyase, señor gobernador! ¡VA-YA-SE!

─ El deber me llama. Nos vemos más tarde, Sori. Pórtate bien ─ el padre de Sori ni siquiera reaccionó a los gritos de la vecina.

La pelirroja se queda mirando a su padre irse como si nada, y la vecina ya llegaba al punto de insultarlo y maldecirlo. Supuso que él estaba acostumbrado a recibir tanta afrenta verbal de parte de la gente, pues no consideraba natural que alguien se mantenga así de firme, sin mostrar ninguna reacción de enfado, o tristeza, nada. Sólo ahí, con esa sonrisa ensayada que parecía posar para un comercial.

─ Ser político realmente es un asco ─ concluye la chica ─. Los que hacen bien las cosas no reciben mérito alguno y son blanco de la envidia de los demás, y los corruptos e ineptos sí son aplaudidos por algunos mientras que los otros los maldicen hasta el cansancio. No entiendo por qué mi madre quiere que yo siga los pasos de mi padre, o que me case con alguien que sea como él.

Ralts finalmente mira a su entrenadora. Podía notar la rabia en sus ojos, y también había un notable destello de frustración y desesperación. Era como un ave encerrada en una jaula de oro, pero que no se sentía a gusto entre esos barrotes, pese a que no tenía idea de lo que realmente tendría que hacer una vez esté fuera de la jaula. Había estado en esa jaula toda su vida, y por mucho que lo despreciara, era a su vez su zona de confort.

─ ¿Maestra?

─ Vamos ahora mismo a la guardería. No está lejos de aquí, así que podemos ir caminando. Andando, Ralts.

El pequeño pokemon asiente quedamente y sigue a la chica. Le cuesta mucho seguirle el paso con sus piernas débiles, pero hacía su mejor esfuerzo para no quedarse rezagado. Era su esperanza para regresar. Después de todo, él no era como Sori, pues él estaba fuera de la jaula a la que quería regresar.


Guardería

─ ¿Qué quiere decir con eso? ¿Cómo que no lo aceptará de vuelta?

─ Si fuese todavía un huevo, pues perfectamente lo negociaríamos, pero este pequeño Ralts no podemos sencillamente cambiarlo como si nada, ni tampoco podemos aceptar devoluciones como si fuera un jarrón agrietado ─ le responde la anciana encargada ─. Además, a este pokemon lo conozco bastante bien, lo considero casi como un nieto, y por eso sé que quedarse aquí no es lo mejor que le pueda pasar, sino todo lo contrario.

─ ¡Eso a mí me importa una mierda! ─ Sori golpea con rabia la mesa del mostrador, haciendo que Ralts retrocediera asustado ─ Si tanto aprecio le tiene a este feo pokemon, entonces críelo usted y deme un pokemon de tipo siniestro.

─ Eres una chiquilla gritona y maleducada. Así jamás llegarás lejos ─ la anciana saca un abanico de papel de debajo del mostrador y golpea la cabeza de la chica para que se calmara ─. Da igual que quieras especializarte en un tipo específico de pokemon, lo primordial en un entrenador es saber criar cualquier tipo de pokemon y aprender a proporcionarles cariño como bien merecen. Si no eres capaz de cuidar a un pokemon que no te agrade, tampoco serás apta para criar y entrenar uno que sí te agrade ¿Ha quedado claro, jovencita?

─ ¡A mí no me importa su filosofía cavernaria! ¡Yo quiero un pokemon siniestro, y no me iré de aquí sin uno!

─ Pobrecito Ralts. Mira que tener una entrenadora tan desagradable debe ser bastante duro para ti ─ la anciana mira compasiva al pequeño Ralts, ignorando de momento a Sori ─. Pero lo que hay es lo que hay. No voy a aceptar de vuelta a Ralts. Aprende a criarlo y demuéstrame que vales este privilegio que tienes de ser entrenadora, o contactaré con la dirección nacional de guarderías para que nunca te dejen tener ningún pokemon ni huevo.

─ Vieja insolente ─ Sori castañea los dientes con rabia ─ ¿Y cómo se supone que me haré entonces con lo que yo quiero?

─ Entrena a tu pokemon y captura otros, como hace todo entrenador que se precie de serlo, necia ─ le responde la señora de mala gana ─. Aprende a entrenar pokemon, o te aseguro que, aunque tengas todos los pokemon siniestros que quieras, nunca serán capaces de ganar una batalla de verdad ni serán realmente felices, y tu equipo estará compuesto de puros pokemon perdedores, incluso frente a aquellos ante los que sean fuertes. El punto fuerte de un pokemon no es el pokemon en sí, sino el nivel de competencia de su entrenador.

Sori se pone más y más roja por la rabia. Ella no estaba interesada en escuchar razones de parte de aquella anciana decrépita, sino en tener el pokemon que quería. Pero lo único que obtuvo fue que llegó a la conclusión que nadie allí iba a complacer sus caprichos. Molesta, da media vuelta y se retira de allí, y Ralts se la queda mirando, no muy seguro de qué hacer.

─ ¿Y ahora qué...?

─ Ve con ella, Ralts ─ la anciana sale de su puesto y se acerca al pokemon ─. Ella no me gusta nada. Tiene una actitud demasiado mimada y caprichosa, pero sé que tú podrás hacer algo al respecto. Creo en ti.

─ ¿Y-yo? ─ Ralts se señala tímidamente ─ Pero no puedo hacer nada, y tampoco quiero estar con ella. Quiero regresar aquí, no allá...

─ Lo siento, pequeño, pero este sitio ya no es tu hogar, por mucho que duela ─ la anciana acaricia la cabeza de Ralts ─. Puedes venir a visitarme algún día si quieres. Además, sólo por medio de un viaje es que podrás encontrar algún día a tu hermano. No debes pensar más en que él vendrá por ti, sino que tú debes ir a buscarlo. Ahora ve, pequeño, y ojalá esa chica malvada aprenda algo positivo mientras tú estés a su lado, y estoy segura que en el proceso también tú vas a aprender y a hacerte muy fuerte, y cuando llegue el momento adecuado y estés en capacidad de dejarla y sigues deseando volver, perfectamente lo harás y te recibiré con todo mi cariño.

Ralts no sabía qué responder, pero las palabras de la anciana resultaban dulces pero contundentes. Ya nada se podía hacer, y posiblemente tenía razón: sólo emprendiendo su viaje es que tal vez encuentre a su hermano. Sori, por mucho miedo que le infundiese, era su oportunidad para lograrlo. Mira una vez más a la anciana, la cual le sonríe con cariño, y luego el pokemon se va, esperanzado en alcanzar a su entrenadora.


De noche

Hacía un frío horrible, y encima Sori ni se molestó en meterlo en la pokeball para que estuviera protegido. A la chica sólo le importaba su rabieta y estar lista para mañana, que tendría que empezar su viaje. Ralts pasaba completamente desapercibido para ella.

─ Y al final ni siquiera tengo opción ─ Sori golpea su almohada un par de veces ─ ¡Ralts!

─ ¿D-diga?

─ Espero que no me decepciones. No tengo de otra que llevarte conmigo en mi viaje, así que eres mi primer pokemon y serás quien haga posible la construcción de mi equipo. Demuéstrame que vales la pena, y que no se te ocurra perder un solo encuentro, aunque tomando en cuenta aquella vez del florero, no creo que me deba hacer demasiadas ilusiones de entrada contigo. Debería comprarme todas las pokeballs que pueda, por si las moscas.

─ E-entendido, maestra.

─ Ya es tarde. Mejor me acuesto ya para así desayunar rápido y no tener que aguantarle los sermones a mi madre. Quiero irme sin que siquiera me vea.

Y sin darle las buenas noches a Ralts, Sori se cobija y apaga las luces. El Ralts se estaba pelando por el frío que hacía, y estar así de solo en la oscuridad, adornada con las espeluznantes sombras que entraban por la ventana, obligaron a Ralts a hacerse un ovillo, preguntándose dolido cuántas noches tendría que estar así antes de encontrar su hermano y librarse de aquella humana malvada y egoísta. No le extrañaba que fuera así, pues en los padres sólo notaba indiferencia y preferencia por otros asuntos y no en su propia hija. Estaba claro que esa humana ha recibido más calor de parte del dinero y la satisfacción de sus caprichos más superficiales y no de parte del amor de sus padres, y de ahí que tenga esa actitud tan negativa y desagradable.

Pero Ralts no sentía eso como su problema. Simplemente no quería lidiar con esa chica que lo asustaba y que tenía tan mala conducta.

Sori se queda recostada de lado, tratando de conciliar un sueño que no llega a ella. Estaba bastante molesta por no haber sido capaz de obtener lo que quería. Cada vez que eso pasaba se hacía la idea de que era incomprendida y que nadie la quería. Y en cierto modo era cierto, aunque ella misma no se daba cuenta del verdadero contexto de aquello. Se da la vuelta, tratando de estar más cómoda para así conciliar el sueño, y ve a Ralts temblando de frío en el suelo, sin ninguna protección.

No entendía por qué tenían que viajar juntos, si estaba claro que no se querían para nada, ni había el más mínimo voto de confianza mutua. Lo más lógico es que se hayan separado tiempo atrás. Y su vista otra vez se fija en el Ralts tiritando como loco. Debía sentirse horrible allí, era una noche mucho más fría de lo normal, y Sori no pudo evitar seguir mirándolo, pero en ese momento no le divertía ni le hacía creer que se lo merecía, sino todo lo contrario. Empezaba a pensar que debía de estar sufriendo mucho.

Sin darse cuenta, era la primera vez que pensaba que alguien más podría estar pasando un mal momento, y eso genera que sienta un pinchazo en el pecho. Era la primera vez que estaba tanto tiempo seguido con alguien, sea humano o pokemon. Tal vez era simple conveniencia. Ese Ralts era su clave para crear su equipo de pokemon siniestros, y por eso lo mejor sería que le procure que esté fuerte para así usarlo a su conveniencia. Perfectamente podría tirarle una cobija para que deje de temblar, pero su acción llega mucho más allá: Sori se levanta de la cama, se acerca a Ralts y lo carga para llevarlo a la cama, lo abriga y luego ella misma se acuesta. Ralts, asombrado por el gesto, se queda mirando a Sori.

─ Disfruta de este gesto, pues será la primera vez y también la última, inútil ─ responde la chica con tono de enojo.

Ralts no entendía el por qué actuaba así esa humana. Tal vez era que por un momento se compadeció de él, pero Ralts no había detectado rastro alguno de compasión en ella. En realidad, no percibió ningún sentimiento de parte de ella. Era como si esa chica estuviera hueca por dentro, como si una voz ajena que Ralts no lograba detectar fuera lo que impulsara a la chica.

Pero ese no era el momento para extrañarse por ello. Ahora tenía la oportunidad de dormir de manera más confortable. Sin entender la razón, por primera vez en tiempo, desde cuando estaba con su hermano, Ralts pudo dormir tranquilo.

CONTINUARÁ...


No solo está el hecho de que ambos protagonistas tienen un cuadro de personalidad en el que evidencian lo infelices que son, sino que también hay misterios de por medio, a fin de alimentar la aventura y proporcionar cierta dificultad al avance de nuestros protas. Pero por ahora no les digo más, que mejor nos vemos en otro capítulo.

Hasta otra