Saludos nuevamente, He aquí el cuarto capítulo de esta historia que viene un poco tirada de los pelos, pero se hace con cariño xD. En, fin, espero que lo estén pasando bonito, y ahora sí vamos rodando.
Primer punto de inflexión I
Habían pasado diez minutos desde que Marco la había humillado a modo de bienvenida como entrenadora pokemon, y en todo ese tiempo se había quedado mirando al suelo, aturdida ante la perspectiva de ver a un pokemon morir como había parecido que pasaría con Ralts. Había sido una experiencia realmente traumática, incluso cuando despreciaba a su pokemon.
Ralts por su parte tampoco había variado su postura desde que Marco se fue. Tenía bastante miedo. Rogaba mentalmente que su hermano apreciese de pronto y lo sacara de allí. Había tenido el pico de aquel Dodrio rodeando su cuello, atenazándolo lo suficiente para no darle oportunidad alguna a escapar, pero tuvo el tacto necesario para no asesinarlo. Pero igual había sido una experiencia bastante traumática, y deseaba con todas sus fuerzas no volver a pasar por algo así. Eso le hacía temerle más que nunca a las batallas pokemon. Creía que así se exponía a pasar por ello una y otra vez, arriesgando su vida por una niña inmadura y de actitud despectiva con él. No entendía porqué la anciana de la guardería le había sugerido semejante patraña.
Era una suerte que nadie pasase por allí para ver lo patéticos que se veían ambos en las posturas en que estaban: Sori de rodillas y mirando hacia el suelo, y Ralts hecho un ovillo, exactamente donde el Dodrio de Marco lo dejó. No se podía decir que estaban pensando de manera reflexiva, porque realmente no lo hacían. Sólo divagaban en los horrores que habían estado a punto de vivir desde sus respectivas perspectivas.
Para cuando consiguió ordenar sus ideas (o creyó que las ordenaba), Sori se levanta y mira fijamente a Ralts, quien seguía sin moverse de su sitio. Poco a poco iba recuperando su tren normal de pensamiento hasta que se levanta y camina hasta Ralts. El pokemon podía oír perfectamente sus pasos, pero no mostraba ninguna reacción a su acercamiento.
─ Hemos perdido ─ dice Sori con tono apagado, casi como si el viento hablara por ella.
Ralts sigue en su posición. Verle tirado en el suelo era algo patético desde cualquier punto de vista. Sori se lo queda mirando un rato, y poco a poco sentía cómo se le iba calentando la sangre. Ver semejante pose de derrota y resignación la enfurecía. Ella siempre había esperado tener a un equipo ganador, a los mejores pokemon de tipo siniestro que se pudieran concebir, por lo que tener ante sí a Ralts en ese plan tan lamentable le provocaba una enorme ira. Hubo un punto en que incluso dejó de lado su momento de pánico y pateó a Ralts, haciéndolo rodar varios metros. Al pequeño pokemon no le dolió tanto como cabría esperar, aunque sí le escocían los bracitos por rodar del modo en que lo hizo.
─ ¡Levántate, Ralts estúpido! ─ Sori estaba claramente alterada, incluso la voz le temblaba ─ ¡TE HE DICHO QUE TE LEVANTES! ¡AHORA!
Ralts, presa del pánico, se levanta lo más rápido, aunque trastabilla a mitad del proceso, y Sori le patea nuevamente, haciéndolo caer.
─ Eres el peor pokemon que haya podido existir. No eres capaz de ganarle a nadie. Eres un perdedor por todos lados ¡Te he dicho que te levantes! ¿Qué demonios estás esperando?
Ralts hace lo posible para levantarse rápidamente, y pese a que esta vez es más eficaz su intento, Sori le vuelve a patear y le hace rodar otra vez. Ralts hace un esfuerzo por levantarse nuevamente antes de que Sori le volviese a gritar, pero esta vez la chica le pone un pie sobre su pequeña espalda, dejándolo en el suelo y sin oportunidad alguna de levantarse. De hecho, Sori llega a presionar al pokemon contra el suelo, en un acto de ira fuera de control.
─ ¿Cómo te atrevista a ponerme en ridículo de semejante manera, Ralts estúpido? ¿¡TIENES IDEA DE LA HUMILLACIÓN QUE ACABO DE SENTIR POR TU CULPA!? ¡AHORA DIME CÓMO DEMONIOS PRETENDES BORRAR ESA PRESENTACIÓN QUE HE DADO COMO ENTRENADORA!
Ralts lloraba de miedo, rogando que viniera su hermano, que viniese quien sea, y lo salvara de aquella situación tan horrible en que se encontraba. Lloraba tanto que su vista estaba totalmente borrosa, y además empezaba a hiperventilar. Si a Sori se le iba la mano y apretaba el pisotón, claramente pondría fin al trabajo que aquel Dodrio dejó a medias. Pero la chica jamás da ese empujón extra, sino que al rato ella quita su pie. Respiraba agitadamente, como si se hubiese dedicado toda aquella corta parte de la mañana trascurrida a estar corriendo.
Lo que transcurría dentro de la cabeza de Sori era que quería deshacerse de Ralts. Le sentía un desprecio mayor, mucho mayor, que antes. Quería pisotearlo y humillarlo para desquitarse por la derrota, pero el sólo tratar se le había hecho imposible. Quería dañar ella misma a Ralts, demostrarle lo inferior que era a su propio ver, pero no se atrevía a hacerlo, por mucho que intentara dar ese empuje que necesitaba. Ralts era demasiado débil y estaba demasiado encogido en su propio miedo como para intentar defenderse, por lo que sería demasiado sencillo para Sori dañarlo como quisiera, pero no lo hace. En lugar de eso termina por presionarse demasiado a sí misma. No tenía realmente el atrevimiento necesario para hacer algo así. Todo lo que podía hacer era mirarlo con odio.
─ Mejor vete de aquí... ─ la voz baja de Sori hizo que Ralts alzara la mirada para tratar de interpretar lo que dijo ─ ¿Es que no entiendes? ¡Vete y no quiero volver a ver tu cara de derrotismo! ¡VETEEEEEEEE!
Ralts se levanta asustado y se va todo lo rápido que puede. No quería volver a pelear, no quería volver a ver a esa chica, no quería volver a saber de los humanos, ni de las batallas pokemon, ni de aventuras a ninguna parte. Sólo le interesaba perderse y procurar que nadie lo pudiese encontrar, al menos hasta que fuese capaz de asimilar lo que acababa de ocurrir.
Por su parte, Sori se queda mirando al suelo, con la pokeball de Ralts todavía en su mano. La apretaba ligeramente, pero extrañamente no intentaba destruirla, ni tirarla, ni desactivarla, sino que la tenía allí, nada más. Sentía mucha ira dentro de sí, y en eso se ponía a llorar y también empieza a gritar, claramente haciendo berrinche. A los pocos segundos consigue calmarse un poco. Aquello estaba muy lejos de ser el final, eso estaba claro, así que Sori decide guardar la pokeball y seguir su camino, aunque por un instante su mirada se dirige a los arbustos a los que había corrido Ralts. Ese pokemon no tendría que importarle en lo más mínimo, por ella se podría perder y que se lo coman los Weedles. Ya llegaría el momento en que se conseguiría algo mejor.
Con Ralts
El pequeño pokemon, luego de que se cansó de correr, había decidido descansar a la sombra de un árbol. El sitio estaba especialmente solitario, por lo que Ralts podía relajarse un poco y pensar en lo que había estado pasando y en cómo le haría ahora para encontrar a su hermano. Pero no se le ocurre nada, principalmente porque estaba solo, sin recursos, perdido, sin entrenamiento alguno, y de paso con mucho miedo para atreverse a salir de allí. El panorama que enfrentaba era desesperanzador, no importaba por dónde lo mirase. Sólo podía hundir su rostro entre sus piernas y volver a llorar.
Los lejanos sonidos de los Kriketune (horribles como sólo ellos podrían serlo) no eran precisamente de mucha ayuda para relajar el ambiente en que se encontraba el pequeño pokemon. Mentalmente estaba tan presionado por sus propios miedos que cualquier cosa adicional sólo servía para empeorar su situación personal. Encogido donde estaba, Ralts tenía el oído y sus cuernos atentos a cualquier cosa que pudiese pasar cerca. En la espesura del bosque era de esperar que se acercara lo que sea, y era precisamente eso lo que originaba el miedo al entorno directamente. Se temía que se le fuera a acercar algún pokemon grande y malvado que fuera a devorarlo.
Y al poco tiempo se encuentra que en su campo de detección pasan dos presencias. No tenía idea de qué eran, eran capaces de confundir su habilidad, pero era un hecho que dichas presencias estaban allí, y lo peor de todo es que se estaban dirigiendo directamente a él. Esas criaturas no bloqueaban la habilidad de Ralts por casualidad, sino que ya habían detectado su paso y ahora lo estaban buscando. Ralts entonces entiende que estaba metido en algo que no sabía ni cómo zafarse.
─ Tiene que estar por aquí. Casi que puedo oler a ese pequeño... ─ dice una voz femenina, sin duda perteneciente a una de las presencias.
─ Tienes razón, hermana. Ese pequeñín está bastante cerca. No me extrañaría voltear y encontrármelo ─ la segunda voz también era femenina y bastante parecida a la primera ─. Yuju, pequeño Ralts. Sal de ahí. Uno, dos y tres por ti.
─ Aparece y aprovecha que estamos teniendo un buen día, pequeñín. No hagas que queramos castigarte.
Ralts sentía que el corazón se le saldría por la boca en cualquier instante. No tenía idea de quiénes eran esas dos féminas que lo buscaban. Lo único cierto es que sí sabían que estaba allí, por lo que en cualquier momeno lo verían, y de allí a saber qué podrían hacerle. Tal vez lo mejor sería esconderse en un buen lugar para que no pudiesen alcanzarlo, pero no tiene tiempo para siquiera levantarse de su lugar, pues de pronto se ve atrapado por algo parecido a un tentáculo rosa que lo levanta tres metros. Ralts da un grito de miedo y trata de zafarse, pero el agarre era firme, y los débiles intentos de Ralts sencillamente no servían de nada.
─ Te hemos capturado, pequeñín ─ canturrea la segunda voz ─. Ajá. Sí. Es justo como lo estábamos esperando, hermana ¿Qué tal te parece a ti?
─ Es realmente lo que buscábamos. Con este Ralts en nuestro poder, seremos capaces de lograr lo que nos hemos propuesto hacer.
─ Así es. Pero este Ralts está todavía muy pequeño y escualiducho. Vamos a tener que alimentarlo y engordarlo para que nos sea de utilidad.
─ No me coman ─ ruega Ralts sin poder ver todavía a sus captoras, las cuales se echan a reír.
─ ¿Comerte? Te ves dulce y jugoso, pero debes estar tranquilo, pequeñín, que mi hermana y yo no mordemos ─ dice la primera voz.
─ A menos que te gusten las mordidas, quiso decir ─ completa la segunda antes de reírse otra vez.
─ Ay, hermanita, siempre tan graciosa.
─ Nada mejor que unas risas para coronar una buena mañana. Y tú pequeño, espero que disfrutes tu estancia con nosotras, pues a partir de ahora nos perteneces y tendrás una vida laaaaarga sirviéndonos dándonos lo que deseemos.
Las dos presencias se llevan entonces a Ralts, el cual se dedica a chillar y rogar que alguien le salvara, pero todo ello era llevado por el viento a ninguna parte. Nadie vendría por Ralts, y las dos presencias harían con él lo que sea que tengan planeado.
Con Sori
La chica avanzaba enfurruñada por la vereda. Estaba bastante molesta, pero esta vez su sentimiento no estaba dirigido a Ralts. Desde que decidió dejarlo atrás se había visto tentada a regresar sobre sus pasos, preguntándose si aquel pequeño estaría pasándolo horrible, tal vez a merced de algún pokemon que le esté molestando, o incluso dañando de alguna manera. Mira hacia atrás por un momento, pero luego gruñe y sigue su camino.
─ No hay razón para preocuparse por ese estúpido Ralts. Igual jamás me llevará a ser la gran entrenadora que estoy destinada a ser...
Vuelve a detenerse y mira hacia atrás, sólo para volver a gruñir y seguir de largo. Odiaba admitirlo, pero le preocupaba que Ralts pudiese estar sufriendo. Pero su propia malcriadez y orgullo conseguían imponerse, por lo que su avance continuaba.
Al poco tiempo se encuentra con que en la vía habían entrenadores paseando de un lado a otro con sus pokemon, ya sea para entrenar o para disfrutar del rato con sus compañeros. Sori se detiene al ver esa escena. Eran personas de todo tipo, y junto a ellos se encontraban pokemon felices y que congeniaban bastante bien con sus entrenadores. Incluso se veía a un par de hombres y una mujer que entrenaban junto a sus pokemon, realizando cualquier clase de ejercicios, lo cual a Sori le parecía una revelación, pues ella pensaba que el entrenamiento de un pokemon se basaba únicamente en hacer que se enfrenten a otros para así obtener la experiencia necesaria para fortalecerse, idea que fue precisamente la que le hizo creer que era una buena idea deshacerse de Ralts, tomando en cuenta que no estaba en capacidad para hacer frente a otros pokemon por su cuenta.
─ ¿Eres una entrenadora?
Sori se voltea, un tanto sorprendida. El responsable era un niño, cuanto mucho de doce años de edad. Se notaba bastante animado y, a juzgar por el sudor en su rostro, posiblemente fuera de esos entrenadores que entrena junto a sus pokemon.
─ Sí, soy entrenadora ─ responde ella secamente.
─ ¡Genial! Eso significa que tendré mi primera batalla del día ─ dice el niño emocionado.
─ Bájale dos a esa alegría, niño. No creo que tú estés a la altura de alguien como yo. Es evidente que eres apenas un novato.
─ ¿Novato, yo? Tengo casi dos años entrenando a mis pokemon ─ refunfuña el niño ─. Dime tú si estos son los pokemon de un novato.
El niño silba y llama a sus pokemon, los cuales consistían en un Rhyperior, un Blaziken y un Haxorus, y el aspecto de estos pokemon resultaba bastante intimidante, pese a que se notaba que estaban de buen humor y que tenían una actitud amigable. Sori tenía un tic en el ojo, pues así no se le podía ocurrir nada para lanzarse faroles ella misma para desanimar al niño, ni tenía tampoco idea de cómo zafarse sin revelar que no tenía un pokemon consigo, lo cual la podría llevar a hacer el ridículo, con el detalle de que esta vez no tendría tampoco a quién echarle la culpa.
─ ¿Y bien? ¿Te apuntas a un combate o no? ─ apremia el chico, claramente ilusionado con el combate.
En ese punto Sori no tenía ni cómo darle la vuelta a ese chico, con esa pregunta a la que simplemente no podría responder de forma ambigua. En momentos como ese es que Sori sólo podía maldecir la existencia de preguntas de respuesta simple. Siempre traen problemas en los momentos clave.
─ No quiero un combate. No me entusiasma pelear contra alguien como tú ─ fue lo mejor que se le ocurrió responder.
─ ¿Y por qué no? ─ el chico frunce el ceño.
─ Porque yo soy la mejor entrenadora de pokemon de tipo siniestro que existe en el mundo ─ suelta la chica, craso error ─. No hay manera de que un niño como tú esté a la altura de alguien como yo.
─ Eso sólo me anima más ─ esa reacción del chico sólo irritaba más a Sori ─. Enfrentar a rivales con más experiencia es algo que siempre viene bien, pues así los entrenadores más jóvenes pueden aprender a ser mejores y superarse a sí mismos. Vamos a batallar, que ahora sí estoy inspirado.
Ahí Sori ve que, incluso si no estuviera arrinconada por preguntas simples, ese chico no querría dejarla en paz fácilmente. Era obvio de no conseguiría que se fuera por las buenas sin un duelo, mismo que ella no podía darle sin un pokemon en su equipo. Ofuscada por ello, termina explotando.
─ ¡Ya déjame en paz! ¡No quiero un duelo contigo, y de todos modos no tengo pokemon por ahora!
─ ¿Estás paseando por aquí sin un pokemon, y con todos los pokemon salvajes que rondan por esta zona? ─ el chico se muestra desilusionado por aquella respuesta ─ No sé si decir que eres audaz o tonta, pero está claro que si avanzas más te encontrarás con muchos problemas sin un pokemon que te respalde.
─ No necesito de tus consejos, niño ─ Sori da la media vuelta y se aleja sin despedirse.
─ Vaya humor tiene ésta. A mí se me hace que sólo fanfarroneaba ─ dice el chico a sus pokemon.
Sori no se esperaba que más adelante fuera tan complicado y peligroso, así que estaba obligada a regresar... ¿Pero a qué? No tenía pokeballs para hacerse con pokemon salvajes en la ruta, y tampoco tenía sentido ir en busca de Ralts, tomando en cuenta lo acobardado que había demostrado ser. Necesitaba otro plan, pero no se le ocurría nada, y ni siquiera se plantearía avisar a sus padres, sabiendo que ellos, lejos de ayudarle a llegar hasta el siguiente pueblo, lo que harían sería regresarla a casa y hacer lo posible para que no vuelva a salir a una aventura. Estaba entre la espada y la pared, eso era notorio a leguas. Sólo había una cosa que le quedaba por hacer, una alternativa que forzosamente debía tomar, por mucho que aquello le desagradara. Sólo esperaba conseguir rápidamente a Ralts para que su plan sea posible de concretar.
Una hora después
─ Esto no me puede estar pasando ¿Dónde está ese Ralts? ─ Sori llevaba rato buscando cerca de la zona en que había abandonado a su pokemon ─ No creo que alguien lo haya capturado, pues todavía tengo su pokeball conmigo, y además todavía funciona. Ralts debería estar fuera de alcance para ser capturado aunque alguien más lo encuentre.
Unos cuantos Ledian se encontraban volando cerca de allí, y Sori pretende preguntarles sobre el paradero de Ralts. La respuesta que recibe no fue nada alentadora, pues resultaba que los Ledian recién habían salido de sus nidos para patrullar el territorio y buscar comida. A falta de información sobre el paradero de Ralts, a Sori no le quedaba de otra que seguir buscando y preguntar a otros pokemon, esperando a tener suerte.
Pero como si los problemas que tenía fueran todavía muy pocos, al rato sse hacen presentes los sonidos de los Kricketune, los cuales, por lo fuerte que suenan en pocos segundos, con toda seguridad haría imposible detectar por oído si algún pokemon salvaje le pasa por el lado a Sori.
─ ¿Le pueden bajar a ese escándalo? ─ dice en voz alta, pero era notorio que los Kicketune no se habían dado cuenta.
─ ¿Qué hace una humana por aquí? ─ aparece un pequeño grupo de Caterpie.
─ Estoy buscando a un Ralts. Es un pokemon como ustedes, enano, con el cabello verde y cara de bobo, llora por todo y es muy débil y cobarde ¿Lo han visto?
─ A ver, permítanos hablar de esto... ─ los Caterpie se juntan y hablan entre sí unos segundos, aunque ese breve tiempo casi fue suficiente para colmar la paciencia de Sori ─ ¡Sí! Uno de nosotros ha visto un Ralts hace rato, y supono que debe ser el mismo que buscas, pues en esta zona no hay Ralts salvajes.
─ ¿Y dónde se encuentra ese pokemon bobo?
─ Mejor déjelo. No va a poder sacarlo de donde está ─ dice el Caterpio que había visto a Ralts ─. Se lo han llevado hace rato, y desde entonces no hay ninguna esperanza de recuperarlo.
─ ¿De qué estás hablando, gusano?
─ Eh, un poco de respeto, que encima te estamos ayudando ─ le responde otro Caterpie con molestia.
─ Grr... Bueno, pero igual que me diga qué quiere decir con eso, que tengo prisa.
─ Ese Ralts ha sido raptado por las hermanas Salem, y ellas no sueltan a su objetivo una vez que lo tienen entre sus temibles garras.
─ ¿Las hermanas Salem? Eso suena a espectáculo de teatro sobre brujas.
─ Ellas mismas se han hecho llamar así ─ dice el primer Caterpie ─. Llevan unas cuantas semanas viviendo en esta zona, y han alejado a toda la potencial competencia para así convertirse en amas y señoras de todo el territorio. El poder que tienen es inmenso y nos da muchísimo miedo enfrentarlas por temor a represalias, y por esa razón preferimos estar al borde de sus dominios todo lo posible.
─ Pues así suenan temibles. Deben ser unas entrenadoras bastante fuertes.
─ Se equivoca, humana. Las hermanas Salem en realiad son pokemon.
─ ¿De verdad? ¿Qué clase de pokemon son?
─ Son dos Hatterene.
Algo entonces hizo clic en la cabeza de Sori. A causa de su insistente estudio sobre qué pokemon despreciar, era obvio que en esa lista figuraba casi toda la lista de pokemon de tipo psíquico y también los de tipo hada. Y en esa lista figuraban precisamente Hatenna, Hattrem y Hatterene. Saber que Ralts había caído en manos de dos ejemplares de esa línea evolutiva, y que ambas estuvieran en su última fase, le hacía pensar que la cosa estaba empezando verdaderamente difícil, especialmente no tener nada con qué darles pelea para recuperar a Ralts... y si de todos modos tuviera algo para pelear, entonces no querría ir por él.
─ ¿Qué es lo que planean esas dos brujas locas con Ralts? ─ termina por decir, queriendo completar el cuadro, por má oscuro que éste se viera.
─ No lo sabemos. A veces se rumorea que capturan otros pokemon para comérselos, o que sencillamente los torturan por mero entretenimiento, pero no estamos seguros.
─ Genial. O sea que esto sí que es serio.
Con Ralts
El pequeño estaba comiendo algunas bayas que las dos Hatterene le estaban ofreciendo como si nada. Las bayas eran bastante deliciosas para el gusto de Ralts, que tan centrado estaba en comer que se había llegado a manchar toda la cara en el proceso. Pero igual las Hatterene se daban a la tarea de limpiarlo en cuanto se les presenta la oportunidad.
─ ¿Te gustan? Hay más de donde salieron éstas ─ dice una de las hermanas.
─ Sí, están bastante jugosas ─ dice Ralts bastante contento ─ ¿Esas bayas son de ustedes?
─ La pregunta ofende. Nosotras nos trajimos esas bayas de aquella caravana en la que solíamos vivir antes de lograr nuestra libertad. Nos la ganamos con nuestra esclavitud y sudor ─ responde la segunda Hatterene ─ ¿Y bien? ¿Crees que comiendo así puedas evolucionar pronto?
─ ¿Evolucionar, yo?
─ Desde luego que si ─ la segunda Hatterene toma el rostro de Ralts y lo mira a los ojos ─. No decimos que no te veas adorable así de infantil y cachetón, pero queremos que evoluciones pronto para que así cumplas el papel que queremos asignarte, que en tu última etapa es que podemos garantizar que lo cumplas a la perfección.
─ ¿Y qué papel es ese?
─ Reproducirte con nosotras, claro está ─ responde la primera Hatterene.
─ Haremos que nos hagas madres una y otra vez, para que así nuestra prole sea fuerte y pueda conquistar esta región en nombre de nuestra especie ─ la segunda Hatterene sonríe con amabilidad ─ ¿No crees que es una tarea hermosa que tú seas el que haga posible esa ambición nuestra?
─ ¿Eeeeehhh? ─ a Ralts se le cae la baya que tenía en sus manos.
CONTINUARÁ...
Y hasta aquí queda el capítulo. Y antes de que a alguien se le ocurra emitir discrepancias relativas a la crianza pokemon, sé que las especies de las líneas evolutivas de Ralts y Hatenna no pertenecen al mismo grupo huevo (la línea de Ralts en los grupos amorfo y humanoide, y la línea de Hatenna en el grupo hada), por lo que en la línea canónica de los juegos y el anime no hay posibilidad de que críen entre sí. Pero en este fic pretendo hacer de la vista gorda con esos detalles. Cero grupos huevo, que así hay menos limitaciones para las posibilidades que ofrezca este fic. Pero eso no significa que realmente las dos Hatterene logren ganar, sólo estoy dando a entender el dato. Y ahora sí, me despido.
Hasta otra
