Quinto capítulo de esta historia, metiendo OCs en la primera línea, pero igual dejando entrever que sea Pokemon, con todo y los cambios que le ponga. Y ahora sí, comencemos.

Primer punto de inflexión II

Sori no sabía cuánto de bosque había recorrido por estar buscando a Ralts. Hubo un punto en que creyó que la habían timado, pero se convenció de seguir adelante a oír el alegato de otros pequeños pokemon que le confirmaban la historia relatada por aquel Caterpie. Pero se estaba cansando de buscar, y la rabia volvía a manifestarse en ella a medida que su búsqueda seguía sin dar frutos. La espesura creciente del bosque sugería que Sori ya se había adentrado bastante. Posiblemente se terminaría encontrando con pokemon savajes que le terminen dando serios problemas si no tenía cuidado.

─ ¿Dónde estás, estúpido Ralts? Esto de verdad no es gracioso...

Se adentra un poco más a bosque, y de pronto oye unas risas lejanas. Eran posiblemente dos, y dichas risas eran femeninas, por lo que Sori sospechaba que se trataban de esas Hatterene que se hacían llamar as hermanas Salem. Tenía que esconderse y comprobar la situación por sí misma, además que de ese modo podría estar segura de si tienen a Ralts y sabría qué hacer para recuperarlo.

Lo que ve la deja anonadada: Las dos Hatterene alimentaban cariñosamente a Ralts. Parecía que tenían a un pequeño rey entre ellas, e incluso una de llas Hatterene se da a la tarea de levantar a Ralts y acunarlo después que éste manifestara sentirse muy lleno. Sori esperaba cualquier cosa, que estuvieran maltratando a Ralts, que intentaran cocinarlo o devorarlo ahí mismo, o que lo forzaran a hacer algo sumamente horrible. Ciertamente no esperaba encontrarlo siendo tan bien tratado por dos perfectas desconocidas. Era algo sorprendente, y más después de todo lo que los otros pokemon le habían venido contando a Sori.

Pensó que sería una buena idea esperar para ver qué tenían planeado aquellas dos pokemon con Ralts. Se sienta tras un árbol y se dedica a esperar... pero como la paciencia, evidentemente, no es la mayor virtud de Sori, pronto se desespera y sale de su escondite para ir directamente al grano.

─ ¡Devuelvan de una vez a ese Ralts! ─ como es de esperar, su aparición llama la atención de las Hatterene.

─ ¿Y esa de dónde salió? ─ dice una Hatterene extrañada.

─ Esto es raro. En ningún momento sentimos que se acercara ─ la segunda Hatterene se muestra desconfiada y envuelve a Ralts para retenerlo ─. No sé quién seas ni cómo es que te nos acercaste sin que nos diéramos cuenta, pero más te vale que te vayas de aquí, o nos veremos en la obligación de hacerte mucho, mucho daño.

─ Y yo les digo que no me pienso ir hasta que me devuelvan a Ralts. Él me pertenece.

─ ¡Claro que no! ─ la primera Hatterene se pone a la defensiva, al igual que su hermana ─ Nosotras nos lo encontramos, y quien lo encuentra se lo queda.

─ Así es, por lo que no te vamos a dar nada. Este pequeñín es nuestra clave para que conquistemos a toda la región y nos convirtamos en las reinas absolutas. Con él engendraremos a los pokemon más poderosos que liderarán la rebelión que hará que ustedes, humanos, deban postrarse ante nosotras.

─ ¿Tienen pensado aparearse con Ralts para conquistar toda la región? ─ Sori no se lo podía creer, y menos podía cuando ve que las dos Hatterene asienten ─ Ustedes dos definitivamente están locas. No hay manera de que hagan un ejército fuerte con un Ralts tan débil y cobarde, pero igual no me importa, que sus planes tontos me valen un comino. Devuélvanme a Ralts, y es el último aviso.

─ ¿Ah sí? ¿Y qué harás si nos rehusamos? ─ se burla la segunda Hatterene.

─ Entonces aquí está mi represalia ─ Sori saca su pokeball, apuntando a Ralts y haciéndolo entrar sin problemas.

─ ¡No! Esa humana ha atrapado al Ralts ─ salta la segunda Hatterene ─. Vamos a atraparla, hermana.

─ Ni falta hace que lo digas, hermana.

Sori estaba lista para salir corriendo a toda velocidad, pero encuentra que las dos Hatterene se movían más lento que un Magcargo. Daba la impresión de estar flotando mientras su parte inferior rozaba ligeramene el suelo, pero apenas conseguían avanzar. Sori se ríe ante semejante lentitud.

─ ¿Brujas de Salem? Con la velocidad tan abrumadora con que se mueven, creo que quedaría bien que las llamen las viejas brujas de Salem, jajajaja.

─ ¡Ahora sí te has ganado a dos mortales enemigas, niña! ─ la primera Hatterene envía su coleta para que atacase a Sori, pudiendo ésta extenderse y moverse a una velocidad considerablemente mayor a ella misma.

Sori consigue esquivar por poco el ataque, pero no estaba dispuesta a esperar a que la otra Hatterene fuera a hacer lo mismo, por lo que emprende la fuga inmediatamente. Las dos Hatterene gritaban cosas, posiblemente lanzaban amenazas y maldiciones contra Sori por llevarse a Ralts, pero la chica no estaba con ganas de averiguar aquello. Lo principal para ella era huir de ese sitio para no tener que lidiar más con esas pokemon ni con ningún otro que pudiera significar un obstáculo. El problema a todo ello era que se había perdido. No tenía idea de dónde era que se encontraba.

─ ¿Dónde estará la salida? No veo que estos árboles dejen entrar más luz...

Su carrera desmedida realmente podría estar mandándola a donde sea, ya sea a la salida o más adentro del bosque, camino a donde estaban los pokemon salvajes más peligrosos de la zona, pero Sori sigue en su avance irreflexivo, y en eso termina resbalando y rueda por una bajada con raíces. La pokeball de Ralts se mantiene en su mano por un rato, pero en cuanto Sori llega al fondo de la rodada se le escapa, y la pokeball deja que Ralts saliese.

Un trueno suena. Tal parecía que iba a llover, y las sospechas se confirman, pese a que desde allí no se podía ver el cielo, aunque igual las gotas de lluvía podían rodar por entre el denso dosel de hojas de los árboles más altos, permitiendo así que allí también cayeran las gotas de lluvia casi de la misma manera que si estuvieran en un sitio a cielo abierto.

Sori tiene dificultades para levantarse. Se había dado unos buenos tanganazos por la caída, y en eso se da cuenta que un pokemon se iba acercando. Se trataba de un Drapion, un pokemon de tipo siniestro. Era justo lo que Sori quería de entrada para empezar su aventura. Si conseguía capturarlo, entonces no necesitaría usar otra vez a Ralts. El detalle era que no tenía ninguna pokeball consigo. Pero no importaba. Sori era una amante de los pokemon siniestros. Seguramente lograría hacer que se convenza de acompañarla en su aventura, y sería luego que formalice.

─ ¿Quieres venir conmigo? Podemos pasarlo bastante bien, y te aseguro que seremos verdaderos ganadores.

Pero Drapion no estaba escuchando a Sori en lo absoluto. No le importaba en lo más mínimo la simpatía que sentía ella con pokemon de tipo siniestro o de cualquier otro tipo. En su cabeza sólo cabía una única y fija idea.

─ Comida...

─ ¿Quieres comida? De acuerdo ─ Sori busca en su mochila unas cuantas bayas y se las ofrece Drapion ─. Están bastante buenas. Te dará ganas de querer más y más.

─ ¡Comida! ─ Drapion usa una de sus pinzas y aplasta las bayas ofrecidas ─ Quiero comida... Comida quiero...

─ ¿Eh? ¡Eso fue grosero! ─ Sori pisa fuerte, pero a Drapion no parecía importarle ─ Te estoy ofreciendo bayas porque tienes hambre. Esa no es manera de agradecer...

─ Tú comida... ¡Yo comer a ti! ─ Drapion se lanza al ataque, y con sus tenazas golpea el rostro de Sori, haciéndola rodar varios metros.

La chica estaba aturdida por ese gesto. No podía entenderlo. Creía que Drapion sería amable con ella al saber del tipo de pokemon que le gustaba, pero la realidad es que a ese pokemon ni siquiera le importaba. Drapion veía a Sori como una apetitosa presa, y como tal era que pensaba tratarla.

Sori se lleva una mano en la mejilla golpeada. Le dolía mucho. No recordaba la última vez que haya sentido un dolor semejante, y al voltear se encuentra con que Drapion se le acercaba de manera amenazadora y con una perturbadora sonrisa. Eso a la chica cada vez le estaba gustando menos.

─ ¿Q-qué estás haciendo? Yo soy buena. Soy amigable, y también me gustan los pokemon de tipo siniestro. Es mi sueño tener...

─ Comida no soñar. Comida ser comida y ya ─ Drapion se ríe y levanta su tenaza para golpear otra vez a Sori.

Esperando una nueva agresión, Sori se retrae y cierra los ojos, y en efecto se escucha un golpe, pero ella no siente nada, y así que se atreve a abrir los ojos y se encuentra que Ralts lo había recibido en su lugar, rodando un buen tramo. Sori no entendía lo que había pasado.

─ M-maestra ─ Ralts se levanta con dificultad y se sostiene la cabeza ─. D-debo proteger a la maestra.

─ ¿De qué estás hablando, bobo? ¿De qué me puedes defender, con lo débil y cobarde que eres? ─ cuestiona ella, más sorprendida que otra cosa.

Ralts no responde, sólo avanza lo que puede para atravesarse entre Drapion y Sori. A Drapion le parecía una molestia por estarse atravesando, así que decide atacarlo con su aguijón venenoso. Ralts ni siquiera tuvo oportunidad de defenderse, termina recibiendo el golpe de lleno.

─ ¡RALTS!

El pequeño sale despedido hasta chocar contra un árbol cercano y cae como si fuese una muñeca de trapo. Sori estaba horrorizada ante semejante vista, mientras que Drapion se reía, como si lo que acababa de ocurrir fuera algo gracioso. Pero al poco tiempo vuelve a su gesto amenazante.

─ Ahora deshacer de pequeña molestia. Pequeña molestia atravesarse entre yo y comida.

Sori no sabía lo que ocurría, pero en un repentino impulso se levanta para detener a Drapion, pero éste la golpea dos veces con sus pinzas y la derriba nuevamente. Nuevamente el pokemon salvaje se ríe, y Sori, aturdida sólo alza la cabeza para ver cómo Drapion preparaba su aguijón para darle a Ralts el golpe de gracia. Sus sentidos estaban alterados. Sori cada vez entendía menos de lo que estaba pasando.

Todo había sucedido demasiado rápido, y Sori termina inconsciente. No alcazó a recordar nada más.


Tiempo después

Hacía frio, pero algo había que ayudaba a Sori a sentirse protegida de aquello. No era lo más cómodo del mundo, pero perfectamente se podía permitir descansar allí un rato más. Su mente dispersa flotaba entre pensamientos faltos de coherencia y recuerdos que contemplaba demasiado lejanos para que realmente merezcan la pena: Todos sus cumpleaños que había celebrado con unos pocos niños, más escasos a medida que avanzaba a través de los años, y también estaba Jaime, la única persona cuya presencia en dichas celebraciones era constante. Incluso sus padres estaban ausentes en varias de esas fiestas. Luego vienen imágenes de Sori haciendo cualquier clase de tonterías. Era ya en esa etapa en que ella, a causa de dar inicio a una loca búsqueda por sus tempranos sueños, se puso desdeñosa con los chicos y andaba con propuestas bastante ridículas con las chicas, algunas veces hasta hilarantes, pero todos aquellos niños que alguna vez la acompañaron se fueron alejando, hasta que queda completamente sola en un vacío oscuro que no parecía tener fin.

Y finalmente aparece Ralts. El pokemon se encontraba tirado en el suelo, con varias partes de su cuerpo moradas. Estaba envenenado. Sori se preocupa de pronto y pretende buscar en su mochila algo que fuera a ser de utilidad, pero no había nada. Vuelve a mirar a Ralts, y nota que el envenenamiento se estaba extendiendo rápidamente. Sori trata de decir algo, pero su voz no salía. No alcanza a oír nada. Todo se va oscureciendo rápidamente, y el negro total se vuelve tan envolvente como el silencio que se había vuelto absoluto en ese lugar.

De pronto era incapaz de moverse. Sólo podía ver con horror cómo su cuerpo se disolvía en la oscuridad lentamente, y su mente sólo pensaba en que había hecho todo absolutamente mal. Sus primeras decisiones como entrenadora habían resultado desacertadas, y ahora le tocaba pagar las consecuencias por ello.


De vuelta a la realidad

Abre finalmente los ojos y se sienta de golpe, sintiendo un repentino alivio al comprobar que todo había sido una pesadilla. Su respiración agitada e irregular era lo primero de lo que hace consciencia al despertar, y luego mira a su alrededor. Estaba sobre una cama de hojas, cubierta por varias otras, si bien estas estaban entretejidas para que no se desparramaran con facilidad. Sori se pregunta quién pudo haber sido, y entonces nota que cerca de ella se encontraba Ralts. Estaba bastante herido, pero parecía dormir tranquilamente, lo que hace que Sori sintiese un alivio completamente nuevo para ella.

─ Supongo que estarás satisfecha con lo que hiciste, humana.

Sori se sobresalta y encuentra que quien dijo eso era una de las Hatterene. Ambas estaban allí, y parecía que habían estado cuidando tanto de ella como de Ralts todo ese tiempo. Pero se notaban furiosas, en sus miradas se destilaba odio hacia la chica.

─ Por tu culpa ese pequeño estaba a punto de morir de una manera bastante estúpida. Tú eras quien debió ser envenenada por ese Drapion, no él ─ recrimina la otra Hatterene.

─ L-lo siento... Y-yo no quería...

─ ¡No querías! ¡Sí, claro! La típica excusa para evadir las responsabilidades ─ se mofa la segunda Hatterene.

─ No querías, pero eso no impidió que lo hicieras, niña estúpida ─ la primera Hatterene atrapa a Sori con su coleta en forma de mano y empieza a estrangularla ─. Todos los humanos son iguales. Todos juran ser diferentes, todos quieren que los veamos especiales, nos quieren hacer creer que pueden hacer la diferencia, pero al final sólo vienen repitiendo los mismos errores y se deslindan de todo para no hacer nada para remediar el desastre que dejan ─ la primera Hatterene acerca a Sori para que viese la ira que tanto ella como su hermana destilaban ─. Son un calco, uno del otro. Ya cansadas estamos de ver humanos que juran ser mejores, que se sienten con el divino derecho de decir que nosotros somos su propiedad, sólo para que luego nos lastimen y nos dejen a un lado en cuanto vean que ya no les servimos, ya sea como sus pokemon para batallas, o como esclavos para cualquier otra cosa.

Sori, todavía esforzándose por respirar, mira extrañada a ambas Hatterene. No entendía lo que ellas querían decir, pero algo se estaba temiendo.

─ ¿U-ustedes...?

─ Supongo que ya empiezas a unir piezas, niña ignorante. Nosotras éramos esclavas sexuales ─ dice la primera Hatterene con voz de odio y asco ─. Sólo estábamos allí para que humanos y otros pokemon descargaran todos sus fetiches y sus fantasías a costa de nuestros cuerpos, pero nunca nos dieron las gracias por ello, nunca se preocuparon si de casualidad nos lastimaban, ni se disculpaban, y si nosotras fallábamos en algo, o no se sentían satisfechos usando nuestros cuerpos, nos maltrataban con saña, insultándonos de todas las maneras habidas y por haber. Y al final, cuando nos podían al menos haber ayudado después de todo lo que nos hicieron, simplemente se iban con una excusa ridícula.

─ Nosotras crecimos con el sueño de tener una familia, establecernos en un sitio y ser felices, pero es obvio que eso a ustedes les molesta, y por eso nos hacen tanto daño ─ la segunda Hatterene sostiene con dureza el rostro de Sori ─. Y tú no fuiste diferente. Te lanzaste irreflexivamente por querer llevarte a Ralts, y a causa de eso el pequeño casi se muere ¿Y tú no querías? Claro que no querías, pero tuvimos nosotras que atender sus heridas. Ralts estaría mucho mejor con nosotras, que por lo menos lo trataríamos bien y lo protegeríamos de todo daño.

─ Ma... maestra... ─ la voz de Ralts llama la atención de las presentes.

─ ¿Cómo te encuentras chiquitín? ─ la segunda Hatterene va con Ralts y lo levanta con cariño ─ Nuestro tierno Ralts está lastimado, pero no te preocupes, que nosotras te vamos a cuidar.

─ Pero primero cierra los ojos, pequeño. Ahora mismo vamos a deshacernos de esta humana que casi te deja morir ─ la primera Hatterene aprieta su agarre, haciendo que Sori chillara de dolor ─. No te matamos antes porque no íbamos a caer en la bajeza de matar a alguien mientras duerme, pero ahora que estás despierta, nada nos va a detener.

─ Deténganse por favor ─ interviene Ralts, tratando del alcanzar a la primera Hatterene ─. No maten a la maestra. No lo hagan.

─ ¿Por qué defiendes a esa niña? ─ dice la segunda Hatterene extrañada ─ ¿No ves que por culpa de ella casi mueres? Te hizo atravesarte en el camino de ese Drapion para que ella pudiera mantenerse a salvo...

─ Eso no es cierto. E-en realidad, yo... Yo me atravesé sin ninguna orden ─ dice Ralts, dejando boquiabiertas a las Hatterene.

─ ¿Qué...?

─ No sé qué pasó. La maestra estaba lastimada, y ella no se dio cuenta de mí, pero algo me hizo defenderla. Traté de detener a ese pokemon malo, y la maestra nunca me dio una orden.

Las Hatterene estaban desconcertadas, y Sori por fin consigue respirar al sentir que el agarre es aflojado al punto en que puede zafarse. Tose un par de veces y se sostiene el cuello. Esa Hatterene que la estrangulaba sí que tenía un agarre bastante fuerte, y luego mira a Ralts, como si esa fuera la primera vez que nota su presencia.

─ Y además, la maestra me salvó de ese Drapion. Yo no pude hacer nada.

─ ¿Salvarte? ¿Yo? ─ Sori mira extrañada a su pokemon ─ Yo me desmayé y ni siquiera te alcancé. No te salvé, eso lo hicieron las Hatterene...

─ Tampoco nosotras fuimos. Lo único que hicimos fue tratar su envenenamiento. Creíamos que Ralts había usado algún movimiento o algo para derrotar a ese Drapion ─ dice la primera Hatterene, dejando a Ralts y Sori desconcertadas ─. Pero pensándolo bien, Ralts no podría haber sido. Es todavía muy pequeño y falto de entrenamiento para haberlo hecho solo.

Sori no entendía lo que estaba pasando. Era demasiado surrealista aquello. Si las Hatterene no llegaron al rescate de ambos cuando ese Drapion estaba por asesinarlos, ¿qué fue lo que entonces pasó? Posiblemente alguien más les salvó, pero jamás notó que llegara alguien. Al inicio de la lluvia, en ese lugar cubierto por las tinieblas, estaba segura que estaban sólamente Drapion, Ralts y ella. Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en ello, pues siente que es atrapada nuevamente, pero esta vez es sostenida por la cintura.

─ Igual no pensamos ser suaves contigo, mocosa ─ dice la primera Hatterene, todavía molesta, y de pronto agarra más fuerte a Sori por la cintura y le sostiene también los brazos ─. Pero sí podemos reducir un poco el castigo. Deberías darle las gracias a Ralts por escudarte de esa manera.

─ ¿Qu-qué piensan hacer?

─ Fácil. Hermana.

─ Con mucho gusto ─ la segunda Hatterene le sube la falda a Sori.

─ ¿¡QUÉ ESTÁN HACIENDO, PAR DE PERVERTIDAS!?

─ Te vamos a castigar, niña, así que cállate y empieza a apretar ─ le responde la segunda Hatterene antes de darle una fuerte nalgada.

─ ¡Haaaa! ¡Eso duele!

─ Esto apenas comienza, así que acostúmbrate ─ la segunda Hatterene le da otra nalgada.

─ ¡No! ¡No más, que duele! ¡Ralts, ayúdame! ─ el pequeño, que estaba viendo aquello, se da la media vuelta, dándole la espalda a Sori ─ ¡Traidor!

─ Ya el pequeño ha hablado, así que cállate y prepara tus suaves nalgas, que esto será largo.

Las Hatterene se echan a reír y siguen castigando a Sori por un buen rato, y Ralts en ningún momento interviene.


Una hora después

Sori sentía un dolor bastante fuerte en la retaguardia. Las Hatterene se habían entretenido de lo lindo turnándose para darle aquella tunda, y Ralts ni siquiera hizo nada en todo ese tiempo. Pero no iba a hacerle nada, pues de intentarlo se las vería con aquellas dos brujas.

Pero ahora que todo había pasado, las Hatterene terminan accediendo (previa petición de Ralts) a llevarlos de vuelta al camino que estaba al borde del bosque. Una vez que llegan, las Hatterene depositan suavemente tanto a entrenadora como a pokemon en la vereda.

─ Bueno, aquí los dejamos entonces.

─ Lo sentimos mucho por tener que dejarte ir, pequeño Ralts ─ ambas Hatterene acarician la cabeza del pequeñito, y luego miran a Sori ─. Espero que después del susto que pasaste aprendas a ser una mejor entrenadora, y nos da igual tus tonterías con los pokemon siniestros.

─ ¡No son tonterías! ─ protesta Sori.

─ Sí lo son. Madura de una vez, que ahora Ralts es el único capaz de respaldarte, y el que seguramente ha sido el primer pokemon siniestro que te has topado estuvo a punto de matarlos a ambos ─ las palabras de la primera Hatterene calan hondo en la mente de Sori, haciéndola retraerse ─. Es verdad que odiamos a los humanos, pero incluso nosotras sabemos que un verdadero entrenador, aún si pretende especializarse en un único tipo, debe aprender a entrenar a toda clase de pokemon y tiene que madurar para tratarlos adecuadamente. Da igual cuántas estupideces digas en favor de los pokemon siniestros; si no aprendes a tratar bien a los demás pokemon, tampoco sabrás tratar bien a esos pokemon que tanto alegas admirar.

─ Suenas como entrenadora experimentada, hermana ─ dice la otra Hatterene.

─ Hemos conocido entrenadores pasando por el antro ambulante en que solíamos estar, hermana, y muchos de ellos eran experimentados. Sobradas son las veces que he escuchado sus historias, y por eso me sé de memoria esa consigna.

─ ¿De verdad? Yo nunca procuré recordar esas cosas. Me parecían una sarta de tonterías.

Sori estaba impactada. Según las palabras de esas Hatterene, ella estaba tomando las peores decisiones de entrada para ser una buena entrenadora pokemon, ya sea de tipo siniestro o cualquier otro. Sin darse cuenta aprieta los puños. Era obvio que tenía mucho que aprender. Ya se lo había dicho Marco horas antes, y ahora ellas se lo repetían.

─ El pueblo más cercano está en esa dirección ─ dice la segunda Hatterene ─. Humana, espero que trates bien al pequeñito, que si un día volvemos a verlo y se encuentra herido, quemado, raspado, o tan siquiera llorando por cualquier cosa, hazte a la idea de que la tunda que te dimos será una amorosa caricia en las nachas comparado con lo que haremos.

La pelirroja traga grueso, sabiendo que esas dos brujas hablaban muy enserio. A fin de no provocarlas antes de irse, toma a Ralts y lo sube a su hombro para luego irse tan rápido como sus dolidas posaderas se lo permitían. Las Hatterene se los quedan mirando un rato hasta que se pierden de vista.

─ Ese Ralts... me recuerda un poco cuando estábamos con nuestra hermanastra ─ dice la segunda Hatterene.

─ Nuestra hermana mayor... Es una lástima que no pudimos llevarla con nosotras cuando escapamos de esa gente tan horrible ─ la primera Hatterene se muestra furiosa ─. Algún día, cuando seamos capaces de apoderarnos de esta región, iremos tras los dueños de ese antro ambulante, les daremos su merecido y recuperaremos a nuestra hermanastra.

─ Lo sé, hermana.


Con Ralts y Sori

Ambos se encontraban descansando bajo la sombra de un árbol. El tramo que la chica había recorrido era corto, pero ya había estado acumulando un importante agotamiento a lo largo del día, además que todavía debía pasar el dolor de la paliza que le habían propinado esas Hatterene. Mentalmente rogaba por nunca más encontrarlas, pero también pensaba que eso sería demasiado pedir.

Y en cuanto a Ralts, el pequeño se quedaba mirando a Sori, a la espera de que fuera a decirle algo.

─ Ya está decidido. Antes de que afrontemos algún reto o vayamos a buscar pokemon, voy a tener que entrenarte, Ralts ─ dice la chica al cabo de un rato.

─ ¿Y qué clase de entrenamiento será, maestra?

─ Eres un pokemon psíquico. Se supone que dependes bastante de las habilidades mentales que posees. En ese caso tengo que ponerte ejercicios que te oxigenen el cerebro, a ver si así despiertas esos poderes.

─ ¿De verdad cree que vaya a funcionar, maestra?

─ Ni idea, especialmente por el caso tuyo ─ Sori se apoya con cuidado sobre el pasto ─. Y hay una cosa que quiero saber, y quiero que me digas la verdad ¿Por qué me defendiste? ─ mira de forma inquisitiva a su pokemon ─ Sabes que no nos queremos, y tal vez te hubiese ido mejor con esas brujas que te tenían tan mimado, y que encima te iban a asegurar muchos hijos a futuro, aparte que con toda seguridad habrían accedido a buscar a tu hermano.

─ No lo sé, maetra. Me sentía bien al lado de ellas. Fueron amables conmigo y me decían cosas bonitas, pero por alguna razón simplemente la defendí. Salió solo, sin ninguna razón.

Sori baja la vista. Su conclusión con respecto a ello es que Ralts, pese a ser muy débil, sumiso y cobarde, tenía muy buen corazón, incluso ante ella, con todo el maltrato que le dio. Esa respuesta de verdad le había dado en qué pensar.

─ Vaya que eres tonto. Pero un tonto bastante bondadoso ─ dice con voz queda, pero Ralts le oye ─. Tal vez seas demasiado bondadoso para tu propio bien... Bueno, ahora mismo no debería pensar en eso, sino en algo más importante.

─ ¿Y qué cosa es, maestra?

─ En un nombre... para ti.

CONTINUARÁ...


Bueeeeno, ya han podido ver que ambos han salido librados del peligro (no del todo bien librados, pero algo se ha logrado), y de paso han podido ver un poco de luz en el camino que han de recorrer de ahora en adelante. Un saludo a toda la comunidad, y no olviden que Metapod muy pronto será presidente xD.

Hasta otra