Como no me gusta atrasarme con mis compromisos en Fanfiction (especialmente con los fanfics largos), pues aquí ya pueden ver el capítulo 6. Espero que estén bien todos/as, al menos dentro de lo que cabe :p.
La gran estafa
Luego de dos días en los que Sori decidió posponer su llegara al siguiente pueblo para entrenar a Ralts y pensar en un buen nombre para él (cosa que hasta el momento todavía no lograba), ambos habían llegado finalmente. A Sori le significaba un enorme alivio, puesto que debió subsistir únicamente a base de bayas, y es que en su equipaje sólo habían alimentos para preparar en microondas (nótese lo bien planeado que tenía todo).
Ralts por su parte había tenido dos días bastante sufridos. Los métodos de entrenamiento de Sori eran mediocres, por lo que no tenían demasiado efecto para que mejorase sus estadísticas especiales. En ese tiempo lo más que habría logrado era al menos tener más aguante para así no dar vergüenza ajena en una batalla, al menos ante pokemon salvajes lo bastante débiles, y también había logrado aprender Confusión, así que tenía también algo con lo cual asumir una pelea.
Pero el caso es que ambos estaban agotados y deseosos de un poco de descanso en una cama cómoda, o cualquier cosa que se le pueda medianamente parecer. El estómago de Sori le gruñía con una insana intensidad, así que la primera parada de ambos fue en un restaurante, y su pedido fue una hamburguesa enorme con carne de Bouffalant, mientras que Ralts tuvo por su parte comida concentrada para pokemon, especial para recuperar forma y sentirse más fuerte. Ralts come todo lo que puede, sabiendo que después Sori intentaría reventarlo nuevamente con entrenamientos que de poco servían para ser más fuerte, pero al menos podría mejorar lentamente su aguante a futuro.
─ Muy bien, ya estamos listos para seguir con la marcha ─ dice Sori en cuanto había terminado de comer y pagado la cuenta ─. Ahora levanta tu enano trasero de esa silla, Ralts. Tenemos cosas por hacer.
─ A-a la orden, maestra ─ Ralts agarra los pocos bocados que no se había comido todavía y los lleva para así acompañar a Sori ─ ¿A dónde iremos?
─ Al centro comercial de este pueblo, que tenemos que hacernos con equipos de curación, pokeballs, materiales de equipamiento y otras cosas que necesitaremos para poder avanzar como se debe ─ Sori se detiene cerca y se pone a revisar su mochila ─. Ese almuerzo que hemos tenido ha sido algo costoso. Seguramente tendremos que parar en casa de mi tío un día o dos para poner en orden mis cosas, pero igual creo que conseguiremos lo que... ¿Y mi dinero?
Sori se pone a revisar todo el contenido de su mochila, y no consigue un solo billete de todo lo que se había llevado al irse de casa. Luego se revisa la ropa, no encontrando absolutamente nada. Ralts no entiende lo que estaba haciendo, y por momentos llegó a creer que se trataba de un extraño baile ritual que algunos humanos hacían de vez en cuando.
─ ¿Pasa algo, maestra?
─ ¡Sí pasa algo! ─ Sori se lleva las manos a la cabeza con desesperación ─ No tengo mi dinero. Esto es demasiado malo. Ralts, ¿tú no viste los billetes que tenía cuando pedí la hamburguesa y tu comida? Tal vez fue el mesero el que nos robó, si se le notaba en la cara que el degenerado ese no le quitaba la mirada de encima a mi dinero...
─ ¿Un billete es aquella cosa de colores con la imagen de humanos o pokemon junto con unos números? ─ dice Ralts, y Sori asiente rápidamente ─ ¿O sea que no son servilletas?
Sori se da cuenta entonces de la suerte de su dinero, y entonces lanza una mirada asesina a su pokemon, el cual retrocede asustado, dándose cuenta de que había hecho algo que no debía. Pero Sori no se atreve a hacer nada. Tenía perfectamente fresco en la memoria el castigo de las Hatterene y su posterior amenaza. Esperaba no volver a verlas en la vida, pero a la vez no quería vérsela con ellas si llegaba a tener tan mala suerte, pues sabía que Ralts podría ir con el chisme. Respira hondo un par de veces para no perder la compostura, y luego vuelve a mirar a su pokemon.
─ La próxima vez tienes que ver qué es lo que estar por utilizar, niño ─ dice Sori con una sonrisa bastante forzada y un tic en la ceja ─. Y ahora, por tu gran culpa, no puedo comprar nada, ni una mísera poción por si acaso resultas herido.
─ ¿Qué? ¿Lo que hice fue malo? ─ Ralts se lleva las manos al rostro ─ Hice algo malo. Soy un pokemon malo. Tengo miedo, podría ser castigado por ser malo...
─ Vaya que eres ingenuo y tarado, enano. Todo el mundo hace cosas malas en algún momento, y nadie se trauma como lo haces tú... ─ Sori se apoya en una pared y se lleva las manos a la cara ─ Y lo grave de todo esto es que no voy a poder comprar absolutamente nada. Quería estar correctamente equipada antes de ir a ver a mi tío, que viese que estoy hecha una verdadera entrenadora...
Sori mira a un costado por mera casualidad, y encuentra a una señora embarazada que estaba sacando unos cuantos artículos, aparentemente sin pasar por el cajero de la tienda. Extrañada por ese hallazgo, Sori se acerca y encuentra una cartelera en la que señalan ofertas de artículos de regalo para ancianos y también mujeres encintas. Ralts no alcanza a leer por ser demasiado bajo, así que espera a oír lo que su ama tuviera que decir.
─ ¡Ahí está!
─ ¿Quién, maestra?
─ Me refiero a la solución a mi pequeño problema financiero. Ahora sé qué puedo hacer.
─ ¿Y de qué se trata, maestra?
─ Esto es lo que vamos a hacer, Ralts: Voy a fingir que soy una chica embarazada, y tú tienes que permanecer quieto mientras te llevo para que así podamos aprovechar la oferta de esta tienda.
─ ¿Acaso piensas robar esta tienda? ─ Ralts retrocede, bastante asustado ─ Pero eso es algo malo. No podemos hacer eso, o podrían molestarse con nosotros e iríamos a la cárcel.
Sori se queda mirando a Ralts, preguntándose seriamente cómo podía existir un ser vivo, humano o pokemon, que pudiera ser tan ingenuo. La inocencia que mostraba parecía no tener límites, así que ella tendría que abordarlo adecuadamente para que acepte colaborar.
─ No, Ralts. Nosotros no vamos a robar a nadie. Lo que vamos a hacer es una especie de obra teatral ─ Ralts estaba boquiabierto, interesado por la propuesta de Sori ─. Verás, aquí dice que si hacemos una interpretación lo bastante buena para los encargados de la tienda, entonces nos permitirán llevar algunos artículos a modo de regalos especiales. Resolvemos nuestros problemas antes de ir a ver a mi tío, y a cambio estaremos haciendo un favor a las demás personas al hacer una interpretación que les va a gustar. Todos salimos ganando.
─ ¿De verdad? Está bien, quiero ayudar ─ dice Ralts bastante emocionado, justo lo que Sori esperaba ─. Sólo hay una cosa, y es que tengo hambre.
─ ¿Otra vez? Pensé que los pokemon de tu especie no necesitaban comer mucho ─ dice Sori, a lo que Ralts se encoge de hombros.
Media hora después
Las puertas automáticas se abren, permitiendo el paso de una adolescente que tenía una barriga bastante grande, llamando la atención de los presentes. Sori había usado un vestido que le quedara lo bastante grande para permitirle montar su obra, y Ralts estaba escondido, precisamente siendo el responsable del abultamiento aparente de la chica, atado con unas cuantas cuerdas y comiendo unas cuantas bayas a cambio de que no monte un escándalo mientras estén en la tienda.
─ ¿Una madre adolescente? Tenía tiempo que no veía algo así ─ dice el cajero sorprendido.
─ Pobrecita. Debe ser duro pasar por esa situación. Y supongo que no sabes dónde está el padre de esa criatura que llevas ─ dice una señora enternecida por la imagen que proyectaba Sori.
─ Pues no. Su padre se fue y me abandonó ─ Sori finge sentirse dolida al rememorar lo ocurrido ─. Yo le amaba, creí en sus palabras y pensé que seríamos felices juntos, pero él huyó en cuanto supo que seríamos padres.
─ Owwww, entonces no te preocupes, que lo que haga falta que lleves yo te ayudo ─ dice la señora con tono maternal.
─ Muchas gracias. Es bueno saber que todavía existe gente honrada y honesta en el mundo.
Sori estaba que se reía por dentro. De verdad se le hacía risible encontrar gente así de crédula, pero consigue mantener la compostura y se deja llevar por las estanterías para así seleccionar los artículos mencionados en la cartelera de ofertas. Pronto consigue tener unas cuantas cosas lo suficientemente buenas para así tener un desempeño decente, especialmente pokeballs para así intentar capturar al menos un pokemon antes de ir a ver a su tío. Todo iba de maravilla, y Ralts se había portado bastante bien, comiendo lenta y tranquilamente sus bayas, hasta que de pronto la chica se resbala.
A causa del imprevisto, Ralts explota accidentalmente sus bayas, quedando tanto él como la cuerda que lo ataban de color rojo, y de paso siente que el nudo se había aflojado, y ver cómo se desencajaba de su sitio era lo que hacía falta para confirmar su temor.
En cuanto a Sori, todo lo que sintió realmente fue un ligero golpe en una pierna, pero nada más. De todos modos, al estar fingiendo un embarazo, tuvo que pretender que le dolía el vientre donde supuestamente llevaba a su hijo.
─ ¿Te encuentras bien, jovencita? ─ dice la señora asustada ─ ¿Le pasó algo al bebé?
─ E-eso dolió bastante. Pero creo que el bebé no ha sufrido.
Y de pronto Sori siente que su mundo se viene abajo: La cuerda se afloja bastante, haciendo que Ralts se cayera de su sitio, aunque había logrado aguantar un poco al intentar agarrarse a su ropa. Pero el hecho es que Ralts termina llegando al suelo. La gente alrededor de Sori se sorprende y escandaliza. Daba la impresión de que Sori había dado a luz a un pokemon, y la chica no sabía cómo explicar aquello.
─ ¿Un pokemon es el padre de tu bebé? ─ dice la señora llevando una mano a su boca.
─ S-sí, eso ─ Sori ahora tenía problemas por el apuro de tener que improvisar, sabiendo que ahora estaba sobre la cuerda floja ─. Y-yo... Yo estaba enamorada de un Gallade. Estuve entrenándolo desde que éramos pequeños los dos, y me enamoré perdidamente de él ─ Sori se apresura a recoger a Ralts y lo carga en sus brazos ─. Pensé seriamente que estaríamos juntos. Llegué a entregarme a él antes que a nadie más...
─ Eso sí es romántico ─ dice una joven que se había acercado.
─ Pero él en realidad no sintió eso mismo por mí. Se supone que los Gallade, por su sentido del honor, son pokemon generalmente leales y de actitud digna, pero lamentablemente no era ese el caso con mi Gallade. Se fue con una Gardevoir que estaba sencillamente de paso, y me dejó, llevándose incluso su pokeball para que así nunca pudiera buscarlo.
─ Eso es horrible ─ dice el cajero ─. Si algún día llego a ver a un Gallade sin entrenador que cumpla con esas características, puedes estar segura de que yo mismo le daré su merecido.
─ Ustedes son muy amables conmigo, pero ya pasó lo que pasó, y no tiene sentido estarse lamentando ─ Sori conseguía mantener una interpretación histriónica que ella misma no creía posible ─. Fue un ingrato, pero mi bebé ya acaba de nacer, y ahora estoy inmensamente feliz.
Todos los presentes suspiraron enternecidos. Un señor le brinda a Sori un paño para limpiar los rastros de "sangre" que tenía Ralts por todo el cuerpo, y de paso Sori consigue guardar la cuerda para que nadie se diera cuenta que aquello no era ningún cordón umbilical, y luego aprovecha unas mantas que le dieron para envolver a su pokemon. Al menos no habían sido descubiertos, pero ahora Sori no tenía idea de qué hacer para quitarse a todo el mundo de encima y llevarse las cosas que se había propuesto, y ya no tenía ideas, que era lo peor de todo.
─ Mira qué pequeñín tan precioso ─ dice la señora que había visto el "alumbramiento" ─ ¿Quién es el pequeño más precioso del mundo? ¿Cómo se llama esta preciosura de bebé pokemon?
Allí había una buena razón para querer deshacerse de todo el mundo. En todo el tiempo que había dedicado a buscarle un nombre a Ralts no había conseguido nada, y ahora tenía que encontrar uno para no hacer el ridículo ante esa gente. Antes de llegar allí había pensado en nombres que hicieran ver tonto a Ralts, pero que no le permitieran sentirse fácilmente ofendido para no acusarlas con las hermanas Hatterene (algunos nombres pensados fueron Morisqueto, Bobo, Faarquad, Monaka y Brayan, pero al rato los desechaba por considerarlos muy obvios). También pensó en algún nombre artístico, como Peter Nat, pero lo desecha al pensar que era mucho nombre para Ralts. Ahora en cambio debía pensar en algo que se oyera bien, que impactara, que tuviera un significado agradable para ver si así conseguía salir de toda esa gente. Y de pronto consigue lo que necesitaba. Ni siquiera quiso considerarlo antes, pero ahora era imperioso probar ese nombre.
─ Su nombre es Ai... amor en japo ─ dice Sori con fingida seriedad.
Ralts mira entonces a su ama. Ese nombramiento lo había tomado por sorpresa, pero el mismo le hacía sentir una calidez acogedora, misma que no tenía nada que ver con el bullicio alrededor. Sonaba un poco cursi, y tenía claro que su entrenadora no había querido en un principio, pero le gustaba ese nombre.
─ Un nombre simple pero bello. Te felicito por tu elección, jovencita...
─ Je... Mi nombre es Soria, pero me gusta que me llamen más bien Sori.
Todos los presentes vuelven a suspirar con ternura. La señora se acerca a Ralts y le hace cosquillas en la cara, teniendo una enorme sonrisa en su rostro.
─ He oído que los Ralts son pokemon bastante inteligentes. Seguramente podría decirnos algo si le preguntamos, aunque sea algo simple ─ la señora le sigue haciendo cosquillas a Ralts ─. A ver, chiquitín, ¿tienes hambre?
Sori esperaba que Ralts siguiera el guion (uno que ya estaba roto, pues no se supone que hiciese acto de presencia), pero el pequeño se deja llevar por la señora y asiente a su pregunta. Eso deja a Sori en un serio aprieto, pues ella ya anticipaba cómo es que tendría ella que alimentarlo, puesto que tanto la señora como varias otras mujeres presentes estaban entusiasmadas.
─ Esto es algo totalmente inédito. Jamás vi a una humana siendo madre de un pokemon ─ dice una chica al fondo de la aglomeración.
─ ¿Nos dejarías ver cómo le das de comer? Yo tampoco he tenido jamás la oportunidad. Es una pena que no se vean más escenas como esta ─ dice la señora con una enorme sonrisa.
El sudor frío de pronto emergía tanto del rostro como de la espalda de Sori. Los varones se distanciaron ante la petición para así brindarle algo de espacio, pero las féminas no paraban de mirarla, presionándola para que amamantase a Ralts. Traga grueso. No podía sencillamente irse corriendo, o nada de lo que había hecho para entrar a esa tienda tendría sentido. No quedándole de otra, lentamente de desabrocha en parte el holgado vestido que se había puesto para la ocasión, exponiendo uno de sus pechos y acercándolo al rostro de Ralts. Estaba segura de que estaba desde ya protagonizando la escena más vergonzosa de su vida.
─ V-ven, pequeño Ai. Aquí tienes para que comas...
Ralts no se lo pensó ni por un segundo, sino que automáticamente corta la mínima brecha que Sori le había dejado, atrapando su pezón y empezando a succionar, aunque obviamente no conseguía sacar nada. Las espectadoras tienen reacciones diversas, que iban desde chillidos de emoción por tan emotivo acto hasta aplausos breves. Incluso Sori alcanzó a oír un chiflido de un chico al otro lado de la tienda.
─ "Quiero morir..."
─ Mi querida Soria, debo decir que eres una chica bastante valiente y fuerte, y por esa razón quiero recompensar tu acto concediéndote el paquete entero de la oferta de esta tienda ─ dice la señora poniendo una mano en el hombro de Sori.
─ Un momento, ¿acaso usted es la dueña?
─ Soy la gerente, que ya es otra cosa ─ la señora se encoge de hombros ─. Pero lo importante es que te llevarás el paquete entero ¡Matías, trae el paquete de oferte, y es para ayer!
El asustado cajero asiente y trae lo que su jefa le había indicado. Como no eran demasiadas cosas, Sori había sido capaz de llevarlas usando solamente una mano, y Ralts seguía intentando comer de su pecho cuando se fueron de allí. La gente dentro de la tienda permanece en silencio por un rato mientras veían por la puerta cómo la chica y su pokemon se alejaban.
─ Se creen que somos tontos ─ la gerente de la tienda suelta unas cuantas carcajadas ─. La verdad es que yo sí he visto a pokemon y humanos procreando entre sí. No son comunes, pero sé muy bien cómo va la cosa, y esa chica es pésima fingiendo. Ese Ralts no salió de ella, pues de otro modo le hubiese bajado desde dentro la ropa interior a la chica, aparte que vi trozos de corteza de baya en el cabello del Ralts. Sólo vino aquí para hacerse con nuestro paquete gratis.
─ Pero esa chica al final sí se llevó los artículos sin pagar absolutamente nada ─ responde el cajero.
─ Claro que sí se los iba a permitir, Matías. Después de todo, ese numerito que les hice hacer me ha hecho el día. Hice un esfuerzo monumental para no troncharme de risa ─ la gerente ríe con fuerza y soberbia ─. Espero que para la próxima monte mejor su teatro, o de lo contrario sí que me pondré seria con ella.
El cajero sólo se queda mirando a su jefa como si le estuviera pasando algo raro. Y es que era algo un tanto acertado, pero por el bien de su empleo no se lo diría.
En otra parte
Había sido sin lugar a dudas el momento más vergonzoso de su vida, y lo peor era que debía seguir fingiendo que le daba pecho a su Ralts mientras siguiera a la vista de la gente. Algunas personas la miraban raro, otras estaban emocionadas, y otras tantas no la tomaban mucho en cuenta. Para cuando logró regresar a las afueras del pueblo, Sori se esconde tras los árboles, deja a un lado las cosas que se llevó y obliga a Ralts a que la soltara.
─ ¡Suéltame ya, enano! ─ Ralts salta al suelo, y Sori busca con apuro su ropa normal para así cambiarse nuevamente ─ ¿Hasta cuándo tenías pensado aferrarte a mi pecho?
─ Es que tengo hambre, y usted dijo que de esa manera podría comer, maestra ─ responde Ralts con gran inocencia.
─ ¡Todo eso era mentira! ─ Sori estaba todavía bastante por la vergüenza sufrida ─ Para que yo pueda alimentar a alguien con el pecho era necesario que estuviera antes embarazada de verdad. Todo aquello era una farsa, pues ya estábamos haciendo el ridículo.
─ ¿Era mentira? ─ Ralts se muestra horrorizado, y Sori ya sabía lo que se venía ─ M-maestra, usted ha mentido. Tiene que huir rápido, o de lo contrario se la puede llevar la policía.
─ A mí no me va a llevar nadie, tonto ─ Sori va tras unos arbustos y se cambia lo más rápido que puede ─. Conseguí lo que buscaba, pero a cambio esta mañana ha resultado ser un total desastre. Espero que por lo menos consigamos un pokemon mínimamente decente antes de que vayamos a ver a mi tío.
Para cuando Sori termina de cambiarse y tenía la misma ropa de antes, Ralts se la queda mirando, como estuviera esperando una oportunidad, aunque a Sori le incomodaba un poco.
─ Maestra.
─ ¿Qué quieres?
─ Gracias.
─ ¿Gracias? ¿Y eso por qué? ¿Es porque no te he estrangulado? Todavía me lo estoy pensando, por si no lo sabías.
─ Gracias por darme ese nombre tan bonito.
Allí Sori se detiene y se queda mirando a su pokemon. No era ninguna broma, Ralts estaba sonriendo de una manera bastante tierna, tanto que la propia Sori llega a sonrojarse un poco. No entendía lo que le pasaba. Tal era que por primera vez en mucho tiempo escuchaba a alguien decirle algo lindo de manera sincera, o sería que esa cara de felicidad de Ralts, tan simple como era él, lo hacía especialmente bonito. Trata de desechar aquella segunda opción, pues se supone que a ella le gustaban las chicas, aunque tampoco era que fuera a enorgullecer a sus padres si fuera a ser de otro modo, pues su atención en ese momento ni siquiera era con un humano.
─ Supongo que no hay más alternativa. He pasado ya demasiado tiempo pensando y pensando, y al final no había encontrado nada. Puedes quedarte con ese nombre, que igual no es como si yo ganara ni perdiera nada ─ Sori empieza a adentrarse en la arboleda, y en eso se detiene y mira a su pokemon ─. No te quedes atrás, Ai.
─ ¡Entendido, maestra!
CONTINUARÁ...
Un nuevo episodio ha culminado, y pronto otro nuevo dará comienzo. Agradezco bastante a quienes hayan querido leer esta obra de mi más absoluta demencia, y bastante agradecería sus sugerencias al respecto. Y por cierto, en unos cuantos capítulos haré un anuncio interesante, y tiene que ver con los gimnasios de la liga a los que nuestra pareja protagonista se enfrentará. Es para que estén al corriente para cuando llegue el momento.
Hasta otra
