Hola nuevamente. Vengo como siempre a sembrar discordia y todas esas cosas xD. Espero que estén todos/as muy, pero muy bien, y que la pronta llegada de la Semana Mayor les signifique mejora en algún sentido, que no nos vendría mal. Y ahora sí, empecemos.
De vuelta a los entrenamientos
Nuevamente en el Centro Pokemon, Sori se encontraba leyendo una revista mientras esperaba a que la enfermera Joy. La verdad era que buscaba quedarse despierta como sea, puesto que todo ese ajetreo del día la había dejado bastante agotada. Pero no quería irse a descansar sin antes haber recibido de vuelta las pokeballs en que se encontraban guardados sus compañeros. Al cabo de un rato deja la revista, sabiendo que hacer eso no fue una buena idea, pues estaba que se caía dormida allí mismo.
─ Aquí están las pokeballs, joven ─ aparece la enfermera Joy con la bandeja en sus manos ─. Felicidades por obtener aquella gran victoria ante Sabrina. Realmente es un hito que un entrenador de esta región lograse vencerla en el primer intento.
─ Sí, tampoco yo me lo puedo creer ─ responde Sori con un hilo de voz mientras recibe la bandeja ─. Ha sido una batalla bastante dura, y ahora mismo también necesito un descanso.
─ En ese caso puedes ir a la habitación. En tu ausencia envié a Chansey para que lo arreglase.
─ Muchas gracias, enfermera.
Habitación
Sori no había terminado de entrar cuando la pokeball de Ai se abre y deja salir a su residente. Ai se notaba como nuevo, señal del excelente trabajo que había hecho la enfermera Joy, aunque Sori estaba demasiado agotada para prestarle atención. Lo único que sabía era que se sentía cansada y algo acalorada, así que se quita la camisa sin más antes de acostarse. Le daba igual dejar su torso a la vista usando sólamente sostén, y tampoco le importaba que se notara también la enorme cicatriz, visible incluso estando acostada boca arriba, siendo que la cicatriz estaba mayormente en su espalda.
Ai por su parte había acomodado las pokeballs, e incluso las cubría cuidadosamente para que no fueran a ensuciarse ni a recibir algún daño imprevisto. Una vez arreglados esos detalles, Ai voltea con la intención de decirle a su entrenadora lo que hizo, pero se la encuentra completamente dormida.
─ Maestra... Creo que se olvidó de esar ese método para recargar energías ─ dice para sí mismo mientras se acercaba a la cama y termina subiéndose a ella ─. Tal vez no funciona si lo usa mucho. Entonces mejor descanse, maestra.
La chica no responde nada. Su suave ronquido parecía un silbido arrullador, aunque en ese momento Ai no tenía nada de sueño, por lo que no se sentía realmente afectado. En lugar de eso se queda arrodillado sobre el colchón, contemplando a Sori mientras duerme.
Sus ojos pasan involuntariamente al torso de la humana. La cicatriz se extendía hasta el centro de la barriga de Sori, casi alcanzando su ombligo. Llegaba incluso más allá de lo que Ai recordaba haber visto la primera vez. Más arriba estaba el otro extremo de la cicatriz, asomándose un poco sobre el hombro de la chica. Ai se pregunta qué pudo haberle pasado para haber quedado con tamaña marca abarcándole toda la espalda y hasta tomando buen espacio al frente. Pero la mente de Sori, por alguna extraña razón, seguía cerrada a los poderes de Ai, incluso estando dormida. Ai se acerca un poco más, acerca su mano a la cabeza de Sori y hace un nuevo intento por ver dentro de su cabeza, pero su intento sigue siendo en vano. Por más que se esfuerzo no ve absolutamente nada.
Aquello no tenía sentido. A otras personas y pokemon no tenía ningún problema para ver sus pensamientos y sentimientos, ya sea para bien o para mal, y sólo Sabrina, gracias al dominio de su propia mente, había logrado darle algo de dificultad. Pero con Sori daba la impresión de que su cabeza era una fortaleza inexpugnable. Ai finalmente desiste de ello, aunque las preguntas que le generaba esa cicatriz empezaban a atormentarlo. Era la primera vez que algo que en nada se relacionase con su hermano le llame tanto la atención, y eso causaba una cierta molesta en el pequeño Ralts, el cual miraba fijamente.
La cicatriz no parecía describir una línea concreta. Tal vez Sori la tuvo a raíz de un accidente, aunque seguía sin tener demasiado sentido ¿Qué clase de accidente tan horrible lo generó? ¿Y por qué hasta el momento no había oído hablar ni una vez sobre la historia que tiene detrás? Daba la impresión de que dicha cicatriz no estuviese, o que nadie la viese, lo cual se le hacía bastante raro a Ai.
─ Maestra...
─ Ai...
El pequeño se asusta al escuchar la respuesta de su entrenadora. Aquello no se lo esperaba en absoluto, pero parecía que Sori seguía dormida. Ai pensó que ella simplemente estaba soñando, aunque de ser así estaba soñando con él.
─ Me pregunto... ¿Qué estarás soñando, maestra?
Sori se mueve un poco, ahora dejando expuesta su espalda, dejando así a la vista la mayor parte de la cicatriz. A Ai le generaba temor, e incluso dolor, el solo hecho de verla. Realmente era grande, como si Sori hubiese estado a punto de ser partida en dos en algún punto del pasado, quizá de su infancia, aunque Ai no tenía mucha imaginación para hacer elucubraciones al respecto.
Ai siente algo de frío, y entonces mira que la ventana estaba ligeramente abierta. Debido a que por su estatura no iba a ser capaz de cerrar la ventana, Ai decide tomar la cobija de esa cama y cubrir lo mejor que puede a su entrenadora, llevando la cobija hasta su cuello.
─ Listo. Así la maestra no se va a resfriar...
─ ¿Hmm? ¿Qué haces, Ai?
Otro susto, pero esta vez Ai se encuentra con los ojos abiertos de la chica, y Ai ni siquiera se dio cuenta de en qué momento se volteó. Puede que Sori se notase algo adormilada, pero a Ai no le cabía duda de que se había despertado. Sori se ajusta un poco la cobija y cubre también parte de su rostro, mientras Ai se limitaba a esperar que no hiciese nada contra él por perturbarle el sueño, o por haber visto su torso semidesnudo.
─ Ai... Dime que no lo viste...
─ ¿V-ver qué, maestra?
─ La cicatriz, estúpido Ralts ¿De qué más podría estar hablando?
─ Del pecho, tal vez ─ responde Ai, llevándose un golpe no muy fuerte de parte de su entrenadora.
─ No me cambies el tema ─ pese al tono enojado, Sori no alza su voz ─. Hmmm. Gr-gr-gracias.
─ ¿Qué? ¿Gracias por qué, maestra?
─ Por cubrirme ─ responde Sori con un hilo de voz ─. Esta cicatriz es tan horrible. Nunca dejo que nadie me vea sin camisa. Me desagrada demasiado, y todo por culpa de esto.
─ ¿Me permite preguntar cómo se lo hizo, maestra?
─ Ya acabas de hacer la pregunta ─ Sori suspira pesadamente y acomoda su cabeza sobre la almohada ─. Fue cuando yo era una niña muy pequeña. La verdad es que no recuerdo nada. Se supone que tuve un accidente en que casi muero, y vino mi tío a salvarme.
─ ¿Su tío?
─ El nuevo profesor pokemon de la región.. Tú ya lo conoces, Ai ─ Sori palpa desde debajo de las sábanas su cicatriz ─. Él fue quien me operó cuando tuve ese accidente, y gracias a él sigo viva. Mi tío es una grandiosa persona, es alguien muy bueno y siempre ha sido hábil con su trabajo, pero por alguna razón que no entiendo no cree eso mismo.
─ ¿Será que alguna vez haya fallado en algo, maestra?
─ Lo dudo completamente. Jamás he sabido de alguna vez que haya perdido a un paciente, o que haya realizado una intervención que fuese peor que si no hubiese hecho nada. La verdad es que me alegro de que fuese él quien me diera un pokemon inicial, pero quisiera entender sus razones para abandonar su profesión como médico...
─ Espero que sea por una razón lo suficientemente buena. También a mí me pareció un humano amable, maestra.
─ Es que lo es. Él es el único, aparte de Jaime, en quien alguna vez he podido confiar algo...
En ese momento Sori se pone a pensar en la victoria que logró obtener gracias a Ai. Si no hubiese sido por él y el valor insospechado que había mostrado, Sori seguramente estaría en ese momento lamentándose por su derrota y preguntándose continuamente qué había hecho mal. Ai había hecho un cambio basante importante, y ahora Sori ya no sentía esa aversión que alguna vez le tuvo. Aquello había quedado repentinamente en el total olvido. En lugar de eso, Sori veía a su Ralts de forma familiar, como si él también hubiese estado siempre allí para ella. Saca su mano de debajo de las sábanas y empieza a acariciar su cabeza. Ai pensó por un segundo que le pegaría, así que el sentir la caricia lo sorprende un poco.
─ ¿M-maestra?
─ Jamás pensé que vería a un pokemon como tú como si fuese importante. Ahora veo que tú no eres un pokemon psíquico cualquiera, o un pokemon hada cualquiera.
─ ¿A qué se refiere con eso?
─ Me refiero a que te subestimé ─ dice Sori con un tono triste ─. Creí que estabas destinado a ser simplemente un pokemon pequeño, debilucho y patético. Aquella vez, cuando te conocí, y durante todo ese tiempo que estuvimos en casa, en ningún momento me pasó por la cabeza que fuese a lograr nada contigo, salvo convencer a esa vieja de la guardería. Y ahora resulta que gracias a ti vencí en el primer gimnasio ─ Sori cierra los ojos por un momento, sin dejar de acariciar la cabeza del Ralts ─. Definitivamente me sorprendiste. Creí que mi derrota ya estaba escrita después de ver caer de ese modo a Wendy, pero tú lo cambiaste todo de una manera...
─ Yo sólo me limité a seguir sus órdenes, maestra.
─ No es así ─ Sori se levanta de golpe, y la sábana cae para mostrar su torso, pero a la chica no le importó en ese momento ─. Tú mostraste un valor que nadie podría mostrar simplemente acatando órdenes. Me sacaste de mi desesperanza y venciste a los dos pokemon de la líder del gimnasio. No fue tu obediencia lo que me dio la victoria.
Sori cierra por un momento los ojos, pensando en lo que ella misma había dicho. Antes de la batalla contra Sabrina esas palabras eran impensables salidas de ella, pero ahora salían prácticamente solas. Ai no comprendía lo que su entrenadora le estaba diciendo, pero se le hacía reconfortante escuchar aquellas palabras de parte de ella.
Al cabo de unos segundos de silencio que a ambos, lejos de incomodarlos, les parecía bastante cómodo, ambos se quedaron mirando fijamente. Al final es Sori quien rompe el contacto, levantándose para buscar la camisa de su pijama. Por respeto e iniciativa propia Ai voltea a otra dirección hasta que siente movimiento en la cama, señal de que Sori se había acostado otra vez.
─ Buenas noches, maestra. Voy a regresar a mi pokeball.
─ ¿En las pokeballs hay buenas condiciones para dormir? ─ dice Sori curiosa.
─ Sí. Al menos se puede dormir tranquilamente dentro de ellas.
Sori se queda mirando a Ai, el cual permanece a la espera de lo que ella fuese a decir. Pero Sori decide que fueran sus acciones quienes hablasen por ella: Se acuesta, pero lo hace a un lado de la cama, dejando un amplio espacio donde se encontraba Ai.
─ Ahora mismo no me importa que te quedes. Creo que te has ganado el dormir en una cama por hoy.
─ ¿De verdad, maestra?
─ Jamás he bromeado con estas cosas, tonto Ralts ─ le responde Sori sonrojada.
Ai estaba desconcertado. Recordaba aquella vez que la propia Sori, en un acto de piedad que no llegó a comprender su razón, lo había llevado con ella para que dejara de pasar frío al dormir en el suelo. En cambio ahora Ai se encontraba en un sitio en el que no iba a tener problemas gracias a la calefacción proporcionada por el Centro Pokemon, por lo que ninguna falta hacía para que a Sori se le ablande el corazón y lo lleve a dormir con ella. Era algo que Ai no comprendía, pero tampoco quería darle demasiadas vueltas, no sea que haga molestar a su entrenadora. Lentamente se acuesta y se cubre un poco con las sábanas mientras acomodaba su cabeza sobre la almohada.
─ Se siente bastante blandito, maestra.
Pero Sori no responde. Nuevamente se había quedado dormida, sin duda habiéndose rendido ante el agotamiento emocional que le significó la batalla, y Ai se la queda mirando por un rato que se le había hecho eterno. Sonríe, aunque no sabía la razón para ello, y entonces cierra sus ojos, buscando conciliar un sueño que no tarda en encontrar.
La verdad es que estar así era incluso mejor que estar dentro de su pokeball.
Al día siguiente
─ A ver, que lo de ayer fue terrible ─ ahora el equipo estaba fuera de la ciudad, empezando nuevamente con los calentamientos ─. Esa líder de gimnasio, la ogra aquella...
─ Se llama Sabrina ─ Ai alza su mano.
─ En ningún momento lo pregunté. Como decía, lo ayer fue desastroso. No me puedo creer que con un Destello fueras a caer tan fácil, Wendy.
─ Intenta pelear con los ojos cegados por aquel destello del infierno para ver si le ganas a una roca flotante ─ dice la Dratini enojada.
─ En cuanto a Sheena, pues como no la envié al combate, pues no puedo decir absolutamente nada, pero igual hay que entrenar.
─ Chi ─ responde la pequeña de tipo planta/veneno.
─ Y no creas que te salvas, Ai ─ Sori le lanza una mirada escalofriante a su primer pokemon ─. Aunque lograte vencer a todo el equipo de Sabrina, lo único que causa eso es que la principal responsabilidad del equipo lo lleves tú, por lo que debo ser más estricta contigo que con Wendy y Sheena.
Ai se queda boquiabierto. No esperaba que ser el pokemon principal de Sori le significara semejante responsabilidad, pero igual no rechista a esa instrucción, mientras que Wendy y Sheena se lo quedan mirando con cierta neutralidad. Sori por su parte da nuevamente inicio al entrenamiento. No estaba dispuesta a dar con una nueva sorpresa en el nuevo gimnasio.
─ Parece que has logrado el objetivo. No esperaba que fueras a tener la medalla tan pronto.
Sori conocía esa voz. Ya venía siendo recurrente encontrarse con ese chico, aunque a Sori le siguiese causando cierto desagrado. Era por aquella mala primera impresión en la escuela que seguía manifestando sus secuelas casi literalmente al rojo vivo.
─ No puede ser. No tú...
─ ¿Qué pasa? Cualquiera que te viera diría que te desagrada mi llegada...
─ Yo la primera, idiota ─ responde Sori de mala gana ─ ¿Vas a molestar otra vez? Ahora mismo no tengo tiempo para perderlo contigo.
─ No es mi intención molestar, Sori. Sólo pretendía saludar antes de ir al gimnasio.
─ ¿Qué...? ¿Acaso no habías ido?
─ No. Hice una parada en la casa de unos ancianos para ayudarles con sus cultivos de bayas ─ la mención de los cultivos hace que Sori frunciera el ceño ─. Claro que no es una ayuda porque sí. Nadie hace eso. Se tratan de unos amigos de mi familia, así que quise saludarlos y quedarme en su casa un par de días mientras revisaba a mis pokemon...
─ En vez de contarme tu vida deberías ir a enfrentarte al gimnasio. Pierdes tu tiempo y me haces perder el mío.
Marco se queda frío en su sitio mientras que Sori empieza a darle instrucciones a Ai, Wendy y Sheena para su nuevo programa de entrenamientos. Estaba más que claro que Sori no tenía ningún interés en conversar con él, aunque igual no es como si tuviera muchas esperanzas de ello.
─ Bueno, en ese caso me voy. Más adelante aprovecharé para retarte, y espero que tu equipo realmente esté a la altura del logro que tienes en tus manos.
─ Sí, sí, ya vete.
Marco bufa fingiendo indignación y se va con rumbo al gimnasio en obras, mientras que Sori se queda dirigiendo los entrenamientos de sus pokemon. Ese día iba a ser largo, por lo que hubo la necesidad de estar todos preparados.
Era una fortuna que sí lo estuvieran.
Dos horas después
─ No puedo más... Mi cuerpo... no aguanta... ─ dice Ai antes de desplomarse por el agotamiento.
Wendy y Sheena no estaban precisamente mejor. Sori había aumentado el ritmo de una manera vertiginosa. Todos yacen rendidos en el suelo, respirando con dificultad y con sus rostros agonizantes y sudorosos. Sori por su parte, aunque no acusaba ni de cerca el mismo agotamiento, sí había estado aguantando aquella larga exposición a un astro rey que ese día se mostraba especialmente inclemente. La propia Sori carga entonces a Ai y Sheena para dejarlos bajo la sombra de un árbol, mientras que Wendy, tanto por su enorme tamaño como por el hecho de que no lo permitiría por su orgullo, se arrastra por su cuenta hasta esa misma sombra.
─ Esto ha sido extenuante ─ Sori busca en su bolso desesperadamente un abanico, tardando un poco en conseguirlo ─. Mierda. Sí que hace calor. Es como si estuviéramos en la guarida de un Magmar o algo por el estilo ¿Qué pasa el día de hoy que arde así?
─ Ni idea, maestra ¿Lo averiguo? ─ dice Ai en cuanto se siente un poco más relajado.
─ Eso fue una pregunta retórica, Ai. No hacce falta que salgas a averiguar nada ─ Sori se agarra la camisa y la mueve para airearse ─. Así sí está mucho mejor.
Ai simplemente se vuelve a tumbar en el suelo y espera a que el pasto seco pero suave le ayudara a sentirse más relajado. La verdad es que, pese al infernal calor, el día resultaba bonito. Tumbarse sobre la grama y contemplar las hojas de los árboles mecerse conforme las mueva el viento resultaba sumamente relajante, emocionalmente refrescante. En eso aparece Marco otra vez, y en su rostro figuraba una pequeña sonrisa. Sori se dio cuenta de su semblante, y mentalmente se cuestiona si Sabrina realmente era una líder de gimnasio calificada.
─ ¿Cómo es que...?
─ Te dije que cuento con experiencia como entrenador ─ Marco muestra campante su medalla de gimnasio ─. No digo que haya sido fácil, y es que no lo fue. No quisiera imaginarme los horrores que vivirían en Kanto con una líder de semejante calibre.
─ Pero llegaste a ganar en el primer intento ─ afirma Sori, recibiendo un asentimiento de parte del chico ─. Qué demonios. Supongo que puedes ahora ufanarte todo lo que quieras.
─ Asi es. Pero la verdad es que prefiero seguir adelante con mi camino, a menos que quieras retarme a una batalla ─ Sori abre bastante los ojos, sorprendida por aquella incitación ─. Quiero decir, mis pokemon están algo débiles a causa de la batalla que presentó la líder del gimnasio, que recalco que es bastante fuerte.
─ ¿Acaso quieres una batalla?
─ Es lo divertido de ser un entrenador ─ Marco sostiene una pokeball, y Sori era capaz de adivinar lo que allí había ─. El sueño común de los entrenadores es hacerse fuerte, y la manera más viable para medir ese progreso es enfrentrándote contra otros entrenadores.
─ Con esa explicación me mareas. Mejor habla en cristiano para que se entienda.
Marco por su parte suspira largamente. Se notaba que Sori es una chica bastante dura.
─ En resumen, vamos enfren tarnos para saber qué tanto hemos progresado, Sori.
─ Que sepas que no pienso perder otra vez ante ti, tonto.
─ Eso me parece bastante bien ─ Marco lanza un par de veces la pokeball al aire para luego atraparla ─. Como veo que tienes tres pokemon, entonces lo justo es que sea una batalla de tres contra tres. No creo que haga falta dar más explicaciones sobre cómo va a ser esto.
─ En ese caso yo hago la primera elección. Wendy, ve tú primero.
─ Otra vez en la primera línea. Ahora sí me debo lucir ─ dice la Dratini para sí misma.
─ Oh, ¿un Dratini? Va a ser una batalla entretenida ─ Marco lanza entonces su pokeball ─. Yo te elijo, Teodora.
De la pokeball sale una Feraligatr, lo cual deja con la boca abierta a Sori. Aquello era precisamente lo que no se esperaba.
─ ¿Tienes un pokemon en su última etapa?
─ ¿Uno? Ja, se nota que eres tú quien todo este tiempo me ha estado subestimando, Sori, incluso cuando te he presentado a mi Dodrio Dan un par de veces ─ dice Marco con una amplia y confiada sonrisa ─. Creo haberte dicho en una ocasión que ya había intentado en una ocasión completar si éxito mi aventura en otra región, y eso significa que mi pokemon han tenido mucho más tiempo que los tuyos para fortalecerse y evolucionar ¿Acaso pensabas que iba a lanzar un simple Totodile que sólo se sepa sus movimientos más básicos?
La Feralgatr de Marco gruñía amenazadoramene, logrando un efecto tal que incluso Wendy retrocede un poco, pero luego, impulsada por su orgullo, se fuerza a avanzar otra vez. Sori traga grueso, sabiendo ahora que Marco sólo era sarcástico al hablar sobre que sus pokemon estaban "débiles". Si ya había empezado con sus pokemon con alto nivel y ya evolucionados, lo lógico sería pensar que Marco había logrado también derrotar a Sabrina, y lo que es más, no habría tenido muchos contratiempos. Siendo así, la razón por la que se había tardado tanto fue...
─ En realidad sí curaste a tus pokemon y estabas descansando tranquilamente, tramposo.
─ Si quieres podemos dejar esta batalla para mañana ─ Marco apunta a su pokemon con la pokeball, pero no la regresa todavía ─. En cualquier caso, tendrás la oportunidad de enfrentar a la mitad de mi arsenal.
─ No pospongo batallas ni huyo de ellas. Vamos a batallar ahora ─ Sori estaba decidida, y Wendy también ─. Prepárate, niño. Que tus pokemon estén evolucionados no significa que me vas a vences tan fácil.
─ Sería aburrido si así fuese ─ responde el chico sonriente.
CONTINUARÁ...
Una nueva batalla entre rivales, y de paso con un nuevo pokemon revelado de parte de Marco. Como pueden ver, la batalla será harto complicada. Y por cierto, ya tengo la segunda encuesta para elegir a un/a líder de gimnasio. Las opciones estarán allí, y les recomiendo que elijan sabiamente para que el segundo reto de gimnasio sea lo más divertida posible xD.
Hasta otra
