Nosocomio capitulo 3

La caída de Kiev

Shizuru despertó, maniatada de brazos y piernas, tenia el cuerpo dolorido y una punzada permanente en la rotula del hombro izquierdo, la sangre seca que corrió por su sien horas atrás le pegaba el cabello contra la mejilla, un olor metálico, así como la pólvora se respiraban en cada inhalación, el dolor de cabeza le sacudía la visión, en la esquina frente a ella Natsuki permaneció sentada, con parte del suéter manchado de un tono obscuro, tenia rasguños y heridas por el cuerpo, parecía aun mas inmóvil que lo usual, estaban en otra habitación, con uno de los muros a punto del colapso.

La puerta se abrió y el hedor a vodka y pólvora entro junto al frio exterior, que calo en los huesos, era un ruso, tomo a la castaña con su mano y de un jalón le arrojo sobre la cama como si no pesara en absoluto, el golpe le hendió las entrañas de forma dolorosa, y la punzada en su hombro se acrecentó al punto en que pensó desvanecerse por la sensación desagradable, el fusil fue arrojado al suelo y con una risa cínica el hombre se abalanzo sobre su presa, en vano fue el intento de Shizuru por oponer resistencia.

Los ojos de Natsuki dejaron su inmovilidad y miraron con frialdad la escena, movió sus dedos, asegurándose de la flexibilidad que las ya 24 horas sin medicación le permitían, las ultimas falanges de sus dedos se resistían a extenderse, aun permanecía el agarrotamiento de sus dedos, en silencio se irguió, asegurándose de que aquel movimiento no fuera detectado por nadie, comprobó con esa acción su movilidad, respiro mas hondo y espero pacientemente hasta que el ruso se arrodillo sobre la castaña.

Fujino miro con horror al hombre invadir su espacio, divirtiéndose con su lucha por mantener cerrada su camisa, se le vino una sensación de asco y resignación cuando miro al hombre subir sobre ella a horcajadas, y en un momento le vio encorvarse de forma imposible, su torso se retrajo hacia atrás, escucho un crujido seco y el golpe de la madera contra la nuca, ni un quejido o sonido emitió por aquel súbito movimiento, Natsuki estaba en cuclillas, con la mano aun sujetando la chaqueta contra el canto de la madera, le miro brevemente y con notoria dificultad soltó la tela.

Kruger permaneció en silencio, sus manos no le respondieron y se rehusaron a dejar el agarre, dejo caer su mano y entonces pudo soltarse, reunió todas sus fuerzas rogando por que sus piernas levantaran su peso, se acerco a Shizuru y entre varios fallos logro deshacer el nudo de sus manos, recogió el fusil y con tranquilidad le propino un cachazo firme en la traquea al hombre, el sonido seco hizo que la castaña mirase con interés, mas que horror o sorpresa a su paciente que ya hurgaba en los bolsos torpemente, saco cada munición, tomo la bandolera, y algunas pertenencias de valor que llevaba ocultas en el uniforme, reviso la nueve milímetros , dejándola lista para disparar tras un par de errores culpa de su poca respuesta motriz, se cambio el calzado por las botas, que dejo sin atar, ya encontraría el tiempo para semejante hazaña en su deplorable estado, se coloco el abrigador saco, con cuidado formo un bulto y regreso el cadáver sobre la cama, como si hubiera quedado dormido sobre su presa, tomo a Shizuru del brazo, camino hacia la puerta, le entrego la pistola y le hizo una señal de silencio, con el fusil revisado, salieron a prisa con la limitada velocidad que contaba, le tomaría tiempo a su cuerpo de ser el de antes, de imprevisto Natsuki empujo con la espalda a su doctora y entraron en una habitación derruida y engullida por la obscuridad.

En ese momento Shizuru proceso que no sabia como usar armas, si, sabia pelear o al menos manejar la naginata y la katana, como bien dictaba la herencia familiar, pero no como usar o no un arma, afino el oído, escucho pasos y risas, luego palabras en ruso y escucho la madera del fusil crujir bajo el agarre de Kruger, que por un momento parecía saltaría para tomarlos por sorpresa. Mas su temor se quedo a la expectativa, le vio relajarse y esperar, ambas permanecieron en la misma posición por un largo rato, la baja de adrenalina comenzaba a acentuar cada vez mas el dolor en su cabeza y hombros, un jalón a la muñeca de su camisa le indico que continuaran, salio tras su guiá y una vez fuera sintió el gélido clima, esta vez, los chasquidos de los rifles y ametralladoras se escuchaban mucho mas cerca, casi detrás de ellas. Natsuki paro y miro por todo el horizonte bastante rato, le miro con atención, analizando para si, se abrigo y emprendieron el camino, aunque no había nieve el aire le entumecía el rostro, y por un momento recordó los inviernos en Kioto, los sakuras adornados con lazos decorativos hacia sus deidades, las reuniones de su familia y aquel calor dentro de las delicadas puertas de su hogar, el sabor del sake, que lejos estaba de su jardín, donde la perfección le daba un poco de paz y soledad, poco a poco las memorias le hicieron sentir una gran pena, un deseo amargo de estar en su pueblo natal con su familia, los copos de nieve que levantaban los vientos le acariciaron el rostro, lo suficiente para hacerle caer en cuenta lo lejos e improbable que seria cumplir esos anhelos, tras un par de horas de divagaciones tuvo el valor de hablar con su paciente, quien caminaba aun con dificultad, parando a momentos bajo sus pisadas erradas y nada ágiles.

-deberíamos descansar, podrían venir mas rusos- las facciones que esperaba no llegaron, Kruger se limito a mirale de reojo siguiendo su andar y dirigió el camino hacia el bosque.

Faltaban un par de horas para que amaneciera, y era el momento en que la mayoría de tropas rusas avanzaran, así les tomaron por sorpresa el día que cayo el regimiento donde estaba, como bien recordaba la pequeña trinchera estaba ahí, dejo a Shizuru en un lugar lejano mientras iba a revisar, la tierra quemada y hundida por el fuego del mortero permanecía en quietud, tomo el fusil y entro siempre con el dedo sobre el gatillo, miraba rápidamente en las esquinas y una vez estuvo segura de que no había nadie llamo a la castaña con un ademan de que mantuviera la cabeza abajo, dentro apenas se distinguían las mesas rotas y las cajas vaciás de munición, olor a hierro,sangre y derrota, el frio al menos era menor que afuera pese a los agujeros en el techo, las tablas y costales caídos, se sentaron en la parte mas obscura.

Shizuru descanso un momento, habían logrado escapar de una muerte segura, y ahora vagaban como fugitivas, apenas comenzaban a tomar un poco de sueño cuando un alemán arribo, se sentó y una vez dejo caer su cuerpo sobre el piso se quedo dormido, la peste de licor se hizo evidente

Natsuki movió su mano despacio hacia su rifle y desacoplo con cuidado la bayoneta, se irguió y a rastras se acerco hasta el soldado, le miro y con una certera puntería hundió el metal frio contra el corazón, dejándola ahí por unos minutos, apenas un quejido se escucho como ultimo aliento, busco en sus ropas y tomo la lugger,preparo con todo y su funda, se la coloco y arrojo sobre el piso la mp40 hasta Shizuru un cascabeleo metálico acompaño la acción por la tierra suelta, apenas un par de recargas llevaba el soldado.

Retiro el uniforme y con un par de ajustes se lo calzo sin importarle la cálida macha carmín en el pecho, y ahí se quedo, sentada junto al cuerpo de uno de sus colegas en silencio con la misma expresión de siempre mirando al arco derruido que fungía como entrada.

-pensé que eran del mismo país- dijo Shizuru en tono bajo sin atreverse a tocar el arma que estaba a milímetros de su mano, el frio le ayudaba a ignorar un poco el dolor de su hombro, una risa grave salio en bajo, apenas audible para su avispado oído, Natsuki inclino la cabeza pero no dio una sola respuesta -son del mismo bando o no?- insistió con mas seriedad y menos comprensión.

En respuesta solo recibió un levantamiento de hombros, bajo una mueca de cansancio y tedio, la media sonrisa suavizo las facciones decaídas de Kruger, permanecieron en silencio por varios minutos, con los chasquidos secos y el repique de las detonaciones a la distancia

-mañana... tenemos que irnos- la dificultad motriz no se limitaba a acciones físicas, para su descontento incluso su voz y facilidad de palabra se veían entorpecidos gracias a la medicación de esos años bajo la custodia forzada de su madre.

-no se usar esto- la mano se mantenía rosando el cañón de la ametralladora, en su hombro aun repicaba con agudeza el dolor de un hueso dañado, froto levemente tocando en busca de la fuente de aquella molestia, apretó el ceño cuando sus dedos pasaron con mas firmeza sobre la tela ennegrecida por la sangre seca y la tierra impregnada, el desquebraje de la tierra suelta bajo el paso de su paciente le hizo voltear, Natsuki salia de la trinchera, esta vez noto mayor dificultad en sus movimientos, un hueco le irradio desde el estomago ¿acaso su paciente le dejaba pese a sus cuidados anteriores,tan poca cosa significaba la ayuda y buena voluntad con que puso en ella? Poso su mano contra su estomago, sin poder descifrar si era decepción o enfado.

Apenas abandono el rango de visión de Shizuru, sus rodillas se doblaron, la nieve posada sobre la tierra húmeda silencio el golpe, respiro hondo enfadada por su propia debilidad, con ambas manos amaso una bola compacta y fría de hielo pues las nevadas tenues no dejaban mucho material para su cometido, hizo tanto como sus músculos atrofiados le permitieron, se puso de pie con dificultad y entro a la trinchera bajo una mirada de reproche, en esos ojos sangre que tan peculiares encontró desde esa primera vez debajo del letargo asfixiante de los medicamentos, se acerco hasta la castaña y se tumbo de rodillas frente a ella, dejo la esfera blanca sobre las manos dudosas de Fujino y con la torpeza de sus manos entumecidas descubrió el hombro de su doctora, noto la facción superficial en el rostro -no es intencional- se disculpo, sus dedos presionaron el hueso del hombro, brazo y clavícula circundante a la hinchazón, no había nada roto, tomo el trozo helado de la mano próxima y lo coloco sobre la herida -sostenlo,mañana estarás mejor- se giro apenas lo necesario para dejar su peso caer contra el piso, quedando sentada junto a Shizuru que miraba hacia la entrada como si el dolor no fuera de importancia.

-alemanes- mascullo en perfecto alemán, robándose la atención de su acompañante, que no pudo evitar abrir por reflejo la boca apenas unos milímetros, -mi padre me instruyo en el idioma, nunca supe por que pero... supongo que sus relaciones militares ya sabían las posibles consecuencias de esta guerra, el ingles no es mi fuerte pero me sirve para...poder escuchar lo que no "quieren que sepa" y comunicarme en mi ramo, claro- hizo un énfasis de comillas con la mano libre y sonrió para si, las facciones de asombro que por primera vez veía en el rostro de su paciente permanecieron por unos momentos mas,esta le dirigió una breve sonrisa.

Era tarde, su cara de estupefacción fue en exceso obvia, recupero su rostro de normalidad y miro al piso con una sonrisa de ironía -mujer lista...- suspiro, bajo el dolor de sus costillas abriéndose de nuevo, el prolongado letargo provoco a sus pulmones una pereza que comenzaba a irritarle -tal vez demasiado quizás...- bromeo en tono serio, dejando el mosin-nagant a su lado izquierdo.

-tu crees?- la voz divertida le respondió con la misma ironía, recogió sus piernas contra su estomago para hacer una base con sus rodillas, donde descanso su mandíbula y mejilla, el hielo casi se había terminado y el dolor era mucho menor, dejo que la compresa improvisada terminase su trabajo y se ciño la camisa, sus manos estaban rosas, ardían levemente por el frio, a su lado Kruger le empujaba de la espalda con su mano, Shizuru despego la espalda de los costales y la gruesa tela azul grisáceo le abrigo -¿y tu?- le cuestiono en reproche disfrazado de pregunta, quien mas necesitaba abrigo definitivamente no era ella.

-estoy bien así...- se cerro el saco y abrazo su rifle en su hombro mirando a la puerta, apenas cubierta por un pedazo de tela raída danzando bajo el inclemente azote del viento que bajaba de las montañas -la gabardina es buen abrigo- le dijo, sintiendo aun la mirada sangría sobre ella.

El frio inclemente les acuno hasta la mañana siguiente, al despertar Shizuru observo a su paciente mirando con atención un mapa enorme desplegado por el piso, balbuceaba inteligiblemente hasta que noto a su acompañante ya en alerta, permaneció en el piso de cuclillas -debemos irnos, hay un campamento alemán muy cerca de aquí- recogió el pliego y lo doblo repetidas ocasiones, guardándolo en el bolso del saco.

Shizuru noto el esfuerzo que empleo para levantarse, aun usando el rifle como apoyo, parecía que su sistema motriz estaba bastante afectado por la infame ración de sedantes a la que le sometieron años, el desgaste físico que tenia Kruger por la nula alimentación, los maltratos y la inexistente atención de Saeko habían dejado su huella, se sintió afortunada por saber suspendidas aquellas inyecciones apenas unas horas atrás, en ese momento cayo en cuenta, pues el resto de sus pacientes probablemente aun estaban en el edificio -debemos regresar por los demás- lo pasos de su paciente se detuvieron en seco.

-están muertos- dijo sin mas retomando el paso al exterior, Fujino sintió sus ojos humedecerse, sentía que fallaba a su profesión sin importar las precarias condiciones y lo poco de lo que disponía para ayudarlos, la voz seca de Kruger le hablo de pie contra el arco de la entrada -no fue tu culpa, a los rusos no les importa tener rehenes, a menos que seas una mujer...- no necesitó mas explicaciones, vivió de primera mano la razón tras las palabras de Natsuki, se irguió llevando consigo el arma, seria capaz de usarla con tal de que ninguna persona le pusiera las manos encima como la noche anterior.

Por varias horas caminaron entre los arboles,ocasionalmente hacían pausas mientras el mapa era revisado, evitando posibles trincheras o asentamientos enemigos, para pesar de Natsuki su visión, una de sus varias virtudes que poseía se había visto afectado por su ultima misión, sus recuerdos no eran para nada borrosos, ni siquiera los medicamentos lograron apagar lo terrible de aquel día, si hacia memoria aun le atizaba la incertidumbre y la desesperación de la multitud de soldados enemigos corriendo sin miedo alguno con las bayonetas empuñadas, la ráfaga de la metralla silbando muy cerca de si, los gritos de su tropa al ser alcanzados por las detonaciones, el rugir de las voces rusas tras ellos, eran tantos que el sonido aun le cimbraba los oídos... sentía el corazón en la sien, le faltaba el aire.

-Natsuki... ¿estas bien?- poso su mano sobre la hombrera del saco, para una persona con su experiencia era fácil leer cuando uno de sus pacientes estaba en medio de una crisis, desde hace un rato Kruger paro sus pasos dejando su mano contra la corteza de un pino tintado de blanco, su respiración y el clic del cerrojo suelto del rifle denotaron el temblor que le aquejaba.

La voz cálida y llena de preocupación le ayudaron a salir de su mal recuerdo,no sabia cuando su mirada se perdió en la tierra húmeda y fría, respiro tan hondo como sus pulmones aletargados le permitieron, el frescor del aire le saco de su ensoñación, se aclaro la garganta -sigamos- odiaba su estado actual, física y mentalmente se sentía como una mera sombra de lo que algún día fue en el campo de batalla, estaba luchando por alguien en quien no creía, mas su país y honor entraron en juego para aceptar a la expansión del territorio, en comienzo exitoso.

La noche comenzaba a descender sobre el firmamento, y las ráfagas de viento recrudecían el frio que comenzaba a calar hasta los huesos, a unos 300 metros pudieron visualizar un camino de tierra, por mero instinto ambas se agacharon y se aproximaron hacia una cabaña circundante al camino que lucia mas bien un paso hecho por el paso de vehículos semi-oruga que Natsuki conocía mas que bien, a medida que se reducía la distancia entre ellas y la cabaña, eran distinguibles voces y palabras en un claro tono alemán, afuera no encontró tras su escrutinio soldados o algún vigiá, avanzaron hasta quedar detrás del muro principal de la construcción -espera aquí- ordeno Kruger en voz baja al tiempo que salia de las sombras con el rifle empuñado.

Shizuru afino el oído y escucho las botas alejarse con pasos lentos y aun bastante torpes, las voces se callaron y el movimiento de muebles y pasos le pusieron los reflejos alerta, sin darse cuenta ya tenia la ametralladora empuñada con el dedo sobre el gatillo, gritos en alemán y la vos de Natsuki respondiendo, se hizo el silencio de nuevo y con el la expectativa creció.

-¡¿quien anda ahí?!- gruño con la mira de acero apuntando al corazón del intruso, detrás del soldado emergieron al menos 5 elementos mas, que sin dudar ya apuntaban de igual forma, dos de ellos buscaron al rededor con la mirada por mas sorpresas

-Kruger Natsuki, teniente coronel de la 10ma división Wehrmacht- las palabras fluyeron con la misma inexpresion que siempre, por esta vez su lengua no le traiciono en el momento mas crucial, levanto las manos dejando ver el Karl 94 que la acompañaba.

El soldado mas rezagado se abrió paso entre los mas jóvenes, manoteo toscamente su palma contra el cañón del primero en salir -baja eso, conozco ese apellido- por un momento todos quedaron en silencio, las miradas recayeron sobre el sargento que yacía mirando con seriedad al casi niño que bajaba el rifle con duda -que agradable sorpresa, eres la única persona hasta ahora que ha vuelto de ese infierno, pasa y cuéntame que paso y como carajos llegaste hasta aquí cuando están los rusos por todos lados-

Natsuki se relajo y en sus facciones se pudo ver una sonrisa de alivio, de no ser por su viejo colega seguramente habría tenido que eliminar a los soldados que salieron a su encuentro, la mayoría demasiado jóvenes para saber siquiera usar adecuadamente un arma -tengo una aliada, es de nuestros colegas japoneses,confió en que tu tropa sabrá no cometer una estupidez, ni yo cobrar un error de esa magnitud- sentencio con seriedad encaminándose al encuentro de Fujino.

Shizuru escucho todo con gran claridad, su oído era mas sensible de lo usual, un don, la castaña supo que los pasos que acortaban distancia eran de su paciente, salio a su encuentro, con la ametralladora aun sujeta, la mira de acero permaneció mirando el piso, se miraron un momento y sin mediar palabra entraron a la cabaña guiadas por Freder Engel, un viejo conocido con quien Kruger lucho antes de unirse a la sección de los tiradores.

El calor les abrigo al cruzar el canto del portón, olía a café y tabaco, los ojos carmín detuvieron su inspección del espacio mirando horrorizados, en una esquina de la pequeña sala, una mancha negra que delataba la terrible verdad, estos hombres no cruzaron palabras siquiera, los cuerpos de 4 personas, dos adultos y dos niños formaban una montaña sin forma,el crujir de la madera consumida en la chimenea daba toques casi macabros al rojo de las llamas, huecos del tamaño de un pulgar asomaban como cuevas por doquier, la mano de Natsuki le dio una palmada suave incitando su andar, la psiquiatra le reprocho el acto con una mirada, Kruger se limito a negar con resignación, pues los muertos,muertos están.

-tenemos algunas provisiones, se nota que les hace falta un buen plato de comida- Engel les daba un tazón de aluminio maltrecho por el uso a la intemperie, ello no impedía su estado limpio y apto para comer sin miedos de el, la cuchara gozaba de una pinta similar pero igual de fiable, el desprecio en los ojos sangría no pasaron desapercibidos por el experimentado hombre.

-no esta acostumbrada a ver escenas así, es una mujer de ciencia- intercedió con tranquilidad Kruger poco antes de llevarse una cucharada a la boca -necesito hablar con alguno de los generales-

Para Shizuru era insoportable ver la pasividad de todos en esa habitación, un acto tan cruel y cobarde parecía no significar nada, revolvía una y otra vez la masa de carne con caldo de su plato, imaginando la vida de esas personas antes de la llegada de los alemanes, antes de la guerra, el hambre, el cansancio y el saberse un poco mas a salvo,fueron empalmándose una vez llegada la resignación, comió del plato en silencio y bebió la taza con café que le ofreció Kruger poco antes de media noche, su cuerpo al fin podía relajarse un poco, Natsuki parecía mas involucrada en su platica con el sargento, pero cuando dio un salto tras el cabeceo, esta se despidió de Engel y le llamo a una habitación pequeña, al parecer donde dormían los niños, una vez cerrada la puerta se acurrucaron tal cual la noche anterior.

-pronto estarás en tu país y no tendrás que aguantar todo esto, mañana iremos a Francia para que algún general autorice tu retorno a japón, no hay mucho que puedas hacer por las personas atrapadas en medio de los bandos- el mosin-nagant no abandono su lugar junto al hombro de Natsuki, que sin quererlo ni evitarlo dejo de a poco su hombro contra el de Fujino.

-eso espero, extraño a mi país y no tolero estas acciones- murmullo sabiendo que era escuchada por su paciente, el suave calor y tranquilidad que sentía con ese hombro contra el suyo fue la mejor pastilla para el insomnio, una parte de si no sabia si echaría de menos la compañía y el sentimiento que compartía con o por Natsuki, mañana partirían a Francia y sus caminos se separarían.

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Muchas gracias por sus reviews, es un gusto que leerme un ratito les amenice el día, tarde o noche, y al Guest que cumplió años el 15 de agosto le deseo lo mejor y le mando una felicitación tardía me hubiera encantado subir el capitulo ese día pero aun faltaban bastantes párrafos, créanme que me empeño en actualizar pero no siempre tengo los golpes de inspiración o el tiempo de sentarme a escribir.

Háganse una cuenta, incluso si es solo para leer, así las y los escritoras podemos darles las gracias con mas exactitud y hasta ir acordándonos de ustedes.

Hay varias y varios usuarios logeados a quienes ya conozco incluso de otros de mis fics y eso es algo invaluable.

Mil gracias por leer, espero actualizar pronto, como siempre saludos cordiales.