Historia 2
Las desventajas de estar casada con Naruto Uzumaki
Pareja: Naruhina
Periodo: blank period.
.
Las preparaciones, festejo de la boda y posterior luna de miel habían terminado, la pareja de recién casados tuvo que volver a la realidad, la cual venía acompañada con el comienzo de la vida marital en su nueva casa con la cual realmente terminarían de conocer aspectos que aun desconocían el uno del otro, entre esas cosas, algo que venía cada mes.
—¡Uy!… no… eso… es… la señal… —se quejó la señora Uzumaki, quien, metida entre las sábanas de la cama en posición encorvada, rápidamente detectó lo que se aproximaba. —No… ¿Por qué?... ¿tan pronto? Si sólo han pasado… oh… ya pasaron tres semanas…
Quitándose las sábanas de encima, corrió al baño de adjunto y…
—No, ¿por qué ahora?
Su periodo había llegado.
Se abochornó al no haber previsto que estaba cerca; sin embargo, pronto todo bochorno se volvió furia, cuando al acercarse a la gaveta de su nuevo baño se dio cuenta que no contaba con los suministros para enfrentar aquella mensual tempestad.
—Maldita sea…—gruñó para sus adentros, mirándose con desprecio la parte baja.
Y su vientre le respondió con un tremendo cólico como si la reprendiera de alguna manera. Eso sólo la hizo enfurecer más. Sí, Hinata Hyuga de Uzumaki también se enojaba, en especial cuando estaba en esos días.
—Oye… ¿Hinata? ¿Estás en el baño? —escuchó de pronto la voz de su marido.
—¿Pues dónde más podría estar? —pensó molesta, aunque rápidamente se auto regañó al percibir que se estaba dejando llevar por la molestia y las hormonas que en los próximos días harían estragos en ella.
Improvisando con papel sanitario, la usó como un temporal utensilio sanitario y salió del baño tratando de poner la mejor cara para el amor de su vida.
—Sí… Naru…
Pero un nuevo retorcijón, o más bien golpe mortal en su vientre la hizo encorvarse de dolor ante el confundido Naruto que se asustó.
—Oye… ¿qué tienes?
Hinata, por alguna razón se irritó, pensando que era demasiado obvio lo que le pasaba, sin embargo, rápidamente recapacitó, pensando que su Naruto a veces era algo distraído y no se daba cuenta de lo que estaba sucediendo.
—Sólo un cólico. —respondió con toda la amabilidad posible, sin dejar de sentir como algo dentro de su útero la golpeteaba tal cual como si alguien estuviera taladrando paredes.
—¿Eh? ¿Pues qué comiste?
Las venas se resaltaron en el rostro de la Hyuga.
—No es por algo que comí.
—¿ah? ¿no? ¿entonces?
—"¡Ahhh! ¡que tonto!" —gritó internamente, pero en el exterior siguió conservando su adolorida sonrisa. —Cosas de cada mes, cariño—insinuó.
—Mmm… bueno… ¿y te duele mucho? ¿Ya te tomaste algo?
La ex Hyuga se volvió más iracunda internamente.
—"Si hubiera tomado algo no me dolería" —pensó gruñona. —No, aún no… No hay medicinas… —respondió aun adolorida.
—¡Ah, cierto, dattebayo! Si quieres voy y te compro, iba a ir a comprar leche al super mercado.
—"¡awwww! El mejor marido del mundo"
Los ojos de Hinata brillaron al escuchar aquello.
—Te agradezco Naruto-kun… y ya que vas… ¿me podrías comprar algo más, por favor?
—¿Eh? Sí… ¿qué necesitas?
—ah… bueno…
Hinata comenzó a jugar con sus dedos, le daba pena decirle a su marido que fuera y le comprara toallas sanitarias; sin embargo, su iracundo y menstrual ser salió a flote y le hizo ver que ese hombre ya era su marido, ya estaban compartiendo todo, la cama, sus intimidades, ya lo conocía hasta haciendo del baño y ya hasta se toleraban los gases que más daba si le pedía unas simples toallas sanitarias.
—"¡Ay, al diablo! Es hora de que compartamos esto también." —pensó decidida, y con una sonrisita se dirigió de nuevo a su marido. —Necesito toallas sanitarias.
—¿eh? ¿Toallas sa…nitarias?
—Sí.
—¿Cómo de que tipo?
Hinata se sorprendió, realmente desconocía que Naruto supiera que había diferentes tipos de toallas.
—De todos los tamaños, largas, medianas y pequeñas… nunca se sabe cuando será cada una útil, bueno… sí… te lo encargo, por favor… no te tardes que ya las necesito.
Dicho aquello, se volvió a encerrar en el baño, dejando a su esposo más confundido.
—¿Toallas? —pensó el inocente Uzumaki. —¿será que no son suficientes las que nos regalaron en la boda? Mmm… quien sabe… pero si Hinata quiere toallas de todos los tamaños se las traeré…
.
.
Minutos más tarde…
—Hinata… mi amor… ya llegué…
Desde el baño, la ansiosa Hinata por fin vio el momento de salir después de una larga espera de 40 minutos, demasiado tiempo a su parecer puesto que el super mercado no estaba tan lejos como para que su marido hubiera tardado tanto, pero ya daba igual, por fin terminaría uno de sus problemas.
—Naruto-kun…—pronunció con emoción al ver el sonriente rostro de su marido, tal cual un héroe que había llegado a su rescate, hasta que…
Aquella imagen se quebró mentalmente en ella al ver lo que traía entre sus manos. Unas toallas de baño para secarse.
—¿eh? ¿qué te parece? Te traje las toallas que me pediste…
Hinata no dijo nada, sólo se ensombreció, totalmente iracunda.
Naruto detectando que por alguna razón su esposa había enfurecido, comenzó a sudar en frío.
—¿Qué? ¿qué pasa? ¿No te gustan?
—¡Eso no es lo que te pedí!
—¿No? Pero… mira… ¡son toallas! ¡de todos los tamaños! Y… mira… si las pones en el baño… son… toallas sanitarias…—Explicó este inocentemente, dejando unas en el baño.
—¡Esas no son toallas sanitarias! —explotó la Hyuga enfurecida.
Sin embargo, un nuevo golpeteo en su interior la hizo retorcerse de dolor.
—Dime… que al menos trajiste la medicina.
—¿eh? ¿La qué? ¡ay!... —recordó Naruto, sintiéndose repentinamente acechado por la mirada asesina de su esposa, hasta que…
—¡Naruto-kun! ¡eres un…
Y sin decir más, Hinata se echó a llorar, victima de un nuevo estado emocional.
—¡No, no llores! —brincoteó Naruto tratando de calmarla.
Sin embargo, su esposa, aun con lágrimas en los ojos, sólo alcanzó a levantarse para ir a encerrarse en el baño.
—¡No llores Hinata! ¡Prometo que te traeré lo que quieres! —prometió este, también desesperado y sin más salió corriendo fuera de la casa, no al super mercado, sino a buscar ayuda profesional.
.
.
—¡Sakura-chan! ¡Sakura-chan! —llegó corriendo con su mejor amiga, la cual acompañada de Ino a las afueras de la torre Hokage, sólo alcanzaron a ver lo desesperado que estaba.
—Naruto, ¿qué te pasa? Vienes como alma que lleva el diablo.
—Casi, casi, Sakura-chan… ¡Es Hinata!
—¿Eh? ¿qué le pasa?
—¡No sé! Está rara… le duele el estómago… y me pidió toallas, yo le llevé y se molestó y después se puso a llorar, y bueno también porque olvidé la medicina ¡ah, pero eso ya no importa! ¡Necesito tu ayuda! ¡ayúdame!
Sakura resopló.
—Naruto… dime que no le llevaste toallas para secarse…
—pues… sí, me pidió toallas sanitarias… y yo le dije que si las ponía en el baño entonces era una toalla… sani…
Se silenció al ver como ambas kunoichis negaban con la cabeza.
—Que tonto eres, Naruto. —opinó Ino.
—Demasiado… Naruto, Hinata tiene su periodo… ¿sabes qué es eso? —cuestionó Sakura.
El Uzumaki negó con la cabeza, sintiéndose repentinamente como un ignorante.
Ambas chicas resoplaron exhaustas.
—Ven, Naruto… te llevaremos a una farmacia y te explicamos…
.
.
Minutos más tarde, el sonrojado Uzumaki después de una conversación realmente "femenina" se encontraba junto con sus amigas en el pasillo donde estaban las famosas toallas sanitarias que, para su sorpresa eran vendidas en pequeños paquetes.
—Ten, aquí van unas nocturnas… —le cargó Sakura unas. —Flujo de medio a abundante.
—¿De qué hora a que horas se pueden usar Sakura-chan? Y… ¿flujo abundante?
Sakura se golpeteó la frente al igual que Ino.
—Hinata las puede usar cuando se le den la gana… así que no importa el horario.
—Oh… bueno, oye Sakura-chan… pero Hinata no se va a desangrar… ¿verdad?
—Ya te dije que no, pero en el caso de que se diera algo inusual si tendría que acudir con el médico de especialidad.
—Oh… que difícil es esto, y aun no me cabe en la cabeza que ustedes las chicas pasen por esto cada mes y no se mueran de desangrado.
—Estamos tan sorprendidas como tú. —comentó Ino con sarcasmo, comenzando a exasperarse con el inocente rubio. —Ten, llévale regulares para cuando ya esté a mitad del camino, estas especialmente tienen alas…
—¿Alas? ¿Vuelan estas cosas?
—Que paciencia debe tener Hinata…—masculló Ino entre dientes.
—Naruto… ya irás aprendiendo. —se limitó Sakura a comentar. —Y toma… las diarias, para cuando las requiera, especialmente cuando ya esté terminando para que no desperdicie de las grandes.
—¡Ah! Ya veo… estas son las largas, estás las medianas y estás las pequeñas… ahora ya entendí lo que quería Hinata.
Las chicas aplaudieron con falsa fascinación.
—Mírenlo, descubrió Konoha. —comentó la Yamanaka con sarcasmo.
Naruto le hizo mala cara.
—Sí, Naruto… apréndelo, porque probablemente verás estas cosas cada mes… y te tocará comprarlas también. —advirtió Sakura. —Y aquí hay algo, si quieres contentar a Hinata… aquí un parche…
—¿También va abajo?
—¡No, tarado! —gruñó esta enfadada. —Es para que se lo coloques en el vientre… así no sentirá tanto los cólicos, y anda vamos… pediré la medicina que necesita para calmar el dolor.
—Y de una vez pasemos por unos chocolates, algo dulce también ayuda. —sugirió Ino con una sonrisita.
—¿eh? ¿enserio? Bueno… ¡gracias, chicas!
.
.
Mientras tanto, en la casa Uzumaki, una llorosa Hinata se arrepentía del comportamiento que había tenido con su marido, el cambio en el estilo de vida de cierta manera la había afectado, y eso de alguna manera la había hecho explotar y desquitarse con él, cuando la responsabilidad de que tuviera lo necesario para su higiene recaía principalmente en ella.
—Ay, Naruto-kun… espero me perdones…
—Hinata… mi amor… ya llegué….
Y de nuevo, aquel canturreo, la apenada Hinata se limpió las lágrimas y salió cabizbaja del baño, sin embargo, la pronta aparición de una bolsa por debajo, con todas las cosas que necesitaba la hizo alzar la vista y encontrarse con la radiante sonrisita de su marido.
—Perdón por lo anterior, ahora pedí ayuda y ya entendí lo que te pasaba…
—Naruto-kun…
—Y hay de todo, toallas nocturnas para flujo medio a abundante, regulares con alas y las pequeñitas ¡ah! Y tu medicina, así como unos parches para que te lo pongas en tu pancita y algo de chocolate.
—Gracias. —musitó ella, tomando la bolsa con delicadeza. —Y perdóname…
—Ah… para nada… soy tu marido, y para eso estoy…
La Hyuga rio; sin embargo, al sentir un nuevo golpe en su interior, la hizo correr al baño.
—Ya vuelvo…
—Oye... Hinata… ¿puedo ver como se usan esas cosas?
—¡Por supuesto que no!
Encerrándose de nuevo en el baño, la sonriente Hyuga soltó una risita con tremenda petición de su marido.
—Ay, tenía curiosidad… pero que más da… te espero en la cocina para almorzar. —lo escuchó decir, lo que le provocó otra risita.
—Ay...Naruto-kun… nunca dejas de sorprenderme, pero estamos juntos en esto… espero me tengas paciencia porque esto… apenas comienza.
Fin.
Esto es todo por el momento, probablemente el próximo sea de la época genin.
