Regulus no estaba tan feliz.

No es que no estuviera contento. Lo estaba. Sólo no tanto como pensó que lo estaría, si eso tenía sentido.

Dentro de su cabeza jamás estuvo la posibilidad de que Severus estuviese tan feliz por la reconciliación que se pusiera a tararear trabajando. Ni la parte donde Lily se metía al laboratorio a ver lo que estaba haciendo y su voz llenaba el cómodo silencioso haciéndolo…bueno, ¿un poco menos cómodo y silencioso?

—¿…y esa para qué sirve? —preguntaba Lily con una sonrisita, inclinándose sobre el caldero hasta que Severus la hizo retroceder.

—Es para la enfermería.

—No sé hacerlas- tú deberías estar en el club de Eminencias de Slughorn- ¿cómo es que no te invitó? No tiene sentido —Lily se cruzó de brazos.

—Tal vez no le agrado —Severus se encogió de hombros—. O tal vez no quiere que el resto de sus "eminencias" se enteren de que tiene a un estudiante haciendo todas las pociones que le corresponden a él como profesor de la materia.

Lily hizo un sonidito de queja.

—Es muy agradable y es divertido ir a las reuniones. Hace poco le regalé un pececito mágico y él estaba tan feliz que lo presumió en una reunión —le contó con emoción—. ¿Tal vez puedo intentar convencerlo de que entres al club? Nos pondremos ropa a juego para las reuniones y-

—No te sientes en la mesa —le siseó Regulus cuando la vio a punto de ponerse muy cómoda en la mesa de trabajo—. Es una de las conductas riesgosas en laboratorios.

Lily se bajó de la mesa de inmediato y titubeó.

—No le va a pasar nada por sentarse con una sola poción en proceso —señaló Severus.

Regulus entrecerró los ojos.

—Está en los manuales de seguridad que me hiciste memorizar. Si fuese yo sentándome en la mesa-

—Es diferente —Severus lo interrumpió en voz baja—. Ella se sienta y se queda quieta. Tú de repente te estiras como un gato y puedes salir quemado o salpicado por algo.

Él sólo respondió con un sonidito de fastidio y volvió a su tarea. Intentaba resolver unas preguntas en un examen de práctica para los TIMOs y tenía el libro de pociones de Severus al lado como apoyo.

Lily se inclinó más cerca para darle un vistazo a lo que estaba haciendo.

—¿Necesitas ayuda? Mi TIMO de Pociones fue un Extraordinario-

—No necesito ayuda —gruñó Regulus sin verla.

Escuchó la voz de Severus en su cabeza preguntándole qué le pasaba y eso lo hizo suspirar.

No debía tener un arranque por algo tan tonto. No tenía sentido.

Estoy irritable, intentó explicarle a través de la legeremancia. Mucha presión. Busco un Extraordinario en cada TIMO.

—Si estás muy estresado, no deberías estar en el laboratorio —comentó Severus, sin quitarle la mirada al caldero que revolvía—. No estudies bajo tanto estrés porque no recordarás nada el día del examen.

Regulus bajó su pluma lentamente.

Él sabía que acababa de escuchar algo muy lógico, y en otra circunstancia, habría aceptado que estudiar tres materias en una tarde sin descansos de por medio, con dos horas de sueño y sin haber ido a comer no era una gran idea.

En esa ocasión no porque le sonó demasiado cercano a un "vete de aquí".

Se quedó mirando a Severus en silencio hasta que este apagó el caldero y lo observó también, arqueando las cejas.

Regulus se levantó, recogió lo que estaba usando para estudiar, murmurando un "como digas", y se dirigió a la puerta dando zancadas.

Escuchó los murmullos detrás de él.

—Sev, deberías-

—Sí, sí…

Regulus estaba por llegar a la escalera para salir de las mazmorras cuando la voz de Severus sonó en su cabeza diciéndole que se detuviese. Él se paró de inmediato y se sintió un poco tonto por la rapidez de la reacción.

Severus lo alcanzó y extendió una mano abierta. Él se quedó observando su palma llena de cortadas y quemaduras por las pociones.

—Mi libro —indicó Severus—. No te lleves mi libro de pociones.

Regulus dejó caer los hombros, suspiró y se lo regresó.

—Es para que no sigas estudiando por tu cuenta —aclaró Severus, rodando los ojos—. Llevas estudiando todo el tiempo que he estado reponiendo las pociones de la enfermería. ¿Almorzaste al menos?

—Tú también estabas en el laboratorio a la hora del almuerzo —recordó Regulus como si el hecho de que ambos hubiesen olvidado comer sirviese para restarle importancia y le quitase a Severus todo derecho a reclamar.

—Yo puedo pasar mucho tiempo sin comer, tú debes ser de esos que se desmaya si no come en cierta cantidad de horas…

Regulus emitió un quejidito y dejó caer la cabeza hacia adelante, apoyándose en el hombro de Severus. Sintió que se tensaba, pero después de unos segundos, sólo hubo un resoplido y lo dejó ahí.

—Quiero notas perfectas.

—Eso es imposible —respondió Severus sin mucho interés—, nadie tiene notas perfectas. Con un Aceptable basta, estás aprobado, lo demás es extra.

—Un Aceptable no te hace destacar. Después no podré entrar a los siguientes niveles y cuando salga de Hogwarts no encontraré trabajo y-

—¿No son algo así como millonarios en tu familia?

—¿Sabes cómo es vivir más de cien años sin tener nada que hacer? —protestó Regulus—. Hay gente en mi familia que ha enloquecido por eso.

—Sé lo suficiente de tu familia para estar seguro de que si enloqueció no es por tener trabajo o no tenerlo, sino más bien una tendencia familiar…

Regulus dio un paso atrás y lo miró con la boca abierta como si acabase de insultarlo a él, a su familia y hasta a su crup.

—Acabas de llamarnos dementes.

Severus movió la cabeza en un gesto de "más o menos" y se le dibujó una sonrisita burlona a medida que la incredulidad llenaba el rostro de Regulus.

—Si mi mamá hubiese sido la prima de mi papá, seguramente yo también tendría ciertas tendencias que-

—¡Basta! —Regulus chilló más agudo de lo que pretendía y se empezó a reír—. No hagas eso, te va a escuchar alguien de otra familia sangrepura, esas cosas no se dicen.

Severus miró alrededor al pasillo vacío y de nuevo a él con las cejas arqueadas como si preguntase "¿quién dices que me va a oír?".

Regulus se cruzó de brazos.

—Sólo quiero buenas notas, no tienes que sacar el tema de mi familia así, Sev.

Lo vio rodar los ojos.

—Vas a tener buenas notas si duermes un rato y comes algo antes de seguir leyendo.

—Podrías ayudarme a estudiar-

—Ya sabes todo lo que yo podría enseñarte de pociones para un TIMO y más. El examen no es tan difícil como crees, tienes práctica suficiente.

—¿Quizás con otras materias…?

—Es una pérdida de tiempo —Severus sacudió la cabeza—, tampoco tengo mucho que enseñarte en otras materias. Estoy seguro de que vas a tener mejores notas que yo en Encantamientos, en Historia…

Regulus soltó otro quejidito y volvió a apoyar la cabeza en el hombro de Severus. Esa vez la reacción de tensión duró menos.

—¿Me puedo quedar así un momento?

—Si te duele la cabeza te recomiendo más-

—Sólo un momento.

Silencio.

—Como quieras —Fue la respuesta de Severus—, aunque no creo que sea lo más cómodo por-

—Es cómodo —le aseguró Regulus en un susurro.

Poco a poco la tensión abandonó sus músculos y se percató de que en realidad no tenía ganas de estudiar más ese día. No quería leer ni una sola palabra más.

Pero algo dentro de su cabeza le preguntaba qué pasaría si no conseguía aprobar ningún TIMO.

¿Qué pasaría si salía mal?

¿Qué pasaría si no sabía algo por detenerse justo a punto de llegar a esa parte del temario?

¿Qué pasaría si no era completa y absolutamente perfecto en sus resultados finales?

—Detente —Severus ladeó la cabeza y le habló en un susurro—. Estoy oyendo tus pensamientos. Muy desordenado y ansioso. Necesitas…

Regulus estaba intentando concentrarse sólo en su voz para ignorar todas esas ideas y lo que consiguió fue escuchar otra voz familiar haciendo un ruidito.

Nunca se había enderezado tan rápido en su vida.

Giró la cabeza y vio a Sirius al pie de las escaleras con una mano en la boca.

—¿Vuelvo después? —Su hermano se rió y gesticuló con las manos hacia el pasillo por el que venía—. Puedo venir después- ni era tan urgente-

Regulus afirmó su barrera de oclumancia porque no tenía ganas de que Severus escuchase sus gritos mentales hacia Sirius.

—No, justo te iba a buscar —le dijo Severus. Apuntó a Regulus—. No ha comido nada desde el desayuno, llévalo a la cocina o algo.

La sonrisa de Sirius se borró y bajó los escalones restantes para acercarse.

—¿Por qué no has comido nada? Vamos a buscarte algo, puedes volver después- ¿te traigo algo a ti, Snivellus?

Severus estaba por negar cuando Regulus contestó en su lugar que él tampoco había comido y deberían traerle algo.

Sirius les frunció el ceño a los dos.

—Está bien que sean muy, muy nerds, pero esto de estar sin comer a las cuatro de la tarde…—Él sacudió la cabeza—. Que no les sorprenda cuando un perro aparezca en ese laboratorio y los muerda por no comer.

Los dos rodaron los ojos casi a la vez. Sirius iba a continuar con sus intentos de reprimendas cuando recordó por qué fue hasta allá y le dio una palmadita a Regulus en el hombro.

—Dumbledore me invitó a la Orden del Fénix. Quiere que yo entre y que le diga a James, Peter y Remus —le informó en tono más solemne—. Fui a avisarle al profesor Grindelwald como me dijiste que hiciera. Quiere que nos reunamos…

—¿Nosotros tres? —Regulus pareció aturdido.

Sirius negó.

—Dijo que quería una reunión de Merodeadores.

Los Slytherin intercambiaron miradas.

—Voy por Lil —avisó Severus.

—Iremos por comida y después por el resto —le dijo Sirius mientras lo veía regresar al laboratorio. En cuanto la puerta se cerró detrás de él, Sirius recuperó su sonrisa y se inclinó hacia su hermano—. Así que…

—Moléstame y le diré a tu novio que te convertiste en perro, perseguiste a un Ravenclaw y lo mordiste porque lo escuchaste hablar del trasero de Remus.

Sirius guardó silencio durante un momento.

—A mí me parece una razón muy válida para morder a alguien, no debería ir por ahí hablando así de otra gente, no eran halagos, sonaba como un pervertido...

Regulus soltó un bufido de risa. Sirius le rodeó los hombros con un brazo, y como dijo, lo llevó a buscar comida antes de ir por el resto.


Se reunieron en Dervish and Banges al anochecer. Pandora era la encargada de cerrar la tienda y su jefe sabía que otra vez invitó a su grupo de Hogwarts. No sabía de la parte en que un mago oscuro convertido en profesor iría también, claro.

Pandora abrazó a Severus y a Regulus nada más verlos y empezó a preguntar por qué no fueron a visitarla antes. Regulus le recordó que, bueno, ¿pelearon con el resto?

—Pero podían visitarme a mí —puntualizó ella con un puchero.

Grindelwald llegó un rato más tarde, envuelto en una capa oscura, cuando ya el resto se había acomodado en los muebles de la trastienda.

El profesor saludó a todo el mundo con un cabeceo, se sentó y lanzó hechizos de todo tipo a las ventanas, paredes y la puerta, demasiado rápido para que pudiesen captarlos.

—Está bien —El profesor tomó una profunda inhalación—. Hablemos del futuro.

Era finales de marzo del 77. La nieve apenas se estaba retirando. La chimenea de la trastienda estuvo encendida durante las horas que duró su reunión.

Remus y Sirius ocuparon un sillón grande, el bastón de Remus estaba apoyado a un lado y sus piernas pasaban sobre el regazo de Sirius. De vez en cuando él frotaba sus rodillas con los dedos, sabiendo que debían dolerle las articulaciones como síntoma de la fase lunar. También susurraban entre ellos conforme oían más y más.

Lily, Pandora y James ocupaban el sofá. Lily estaba aferrada al brazo de Pandora desde que el profesor comenzó a hablar. Cuando escuchó sobre su tiempo de vida y el de James, miró hacia un lado, al rostro horrorizado de James, y sostuvo una de sus manos para darle un leve apretón.

Peter, que estaba en el reposabrazos junto a James, casi se cae por todo lo que estaba oyendo sobre su supuesta futura traición. Estuvo a punto de encogerse y volverse una rata para huir cuando el resto lo miró en silencio.

Regulus y Severus, en unos sillones individuales muy cerca de la chimenea, eran los menos impresionados por las historias que Grindelwald contaba. Aun así, cuando el profesor hizo hincapié en la estadía de Sirius en Azkaban, Regulus extendió el brazo y sujetó uno de los bordes de la capa de Severus con mucha fuerza, intentando disimular su leve temblor.

Sus expresiones pasaron por la sorpresa, la incredulidad, el horror, el miedo, la rabia y hasta la resignación. Teniendo todas las piezas juntas de lo que había sucedido hasta ahora, nadie ponía en duda la capacidad de las visiones de Grindelwald.

Eso lo volvía mucho peor.

Él no tenía razón para mentir o exagerar. Su tono era más bien triste como si fuese un tema del que no le gustaba hablar y no quisiera más visiones de ese tipo.

Cuando al fin terminó de hablar, Pandora decidió que necesitaba levantarse, moverse y preparar algo de té. La habitación entera estuvo sumergida en el silencio durante el tiempo que el agua tardó en hervir y ella en preparar todo para llevarles tazas de té caliente. Su agarre en la bandeja temblaba un poco, pero nadie podía culparla.

Lo último que Grindelwald les dijo fue que incluso con todos esos sacrificios, años más tarde, él regresaría. Voldemort.

Y nada habría valido la pena.

—Así que…—Grindelwald se bebió todo el té en dos tragos y puso la taza a un lado. Luego se inclinó hacia adelante, descansando los codos en sus rodillas—. Esta es mi idea, sugerencia del señor Black más joven: nos aliamos, echamos a Albus de su puesto de director de Hogwarts y nos deshacemos del fastidioso maguito oscuro que quiere comenzar una guerra. Todo en más o menos un año.

—¿Eso se puede? —balbuceó James, acomodándose los lentes—. ¿De verdad hay posibilidad? ¿Sin que nadie aquí acabe…muriendo?

Grindelwald movió la cabeza en un gesto de "más o menos".

—Es riesgoso pero puedo poner a un grupo tan pequeño como mi prioridad —Él hizo una pausa—. Sólo tienen que entender que si ustedes son mi prioridad, mis movimientos serán en base a eso. Y los suyos igual. No salvaré a todo Hogwarts. Ni a sus familias.

—Pero nos diría si alguien que conozcamos se puede salvar, ¿verdad? —preguntó Lily.

Grindelwald asintió.

—Si se puede salvar, sí, se los diré.

El silencio volvió a llenar el cuarto. Cada quien pensaba algo diferente sobre esto.

—Creo que hagamos lo que hagamos puede ser un desastre, sólo…hay que buscar la mejor opción —murmuró Regulus, haciendo que todas las miradas cayesen sobre él—. Al menos Grindelwald no pretende esperar que sea una guerra y tirarnos a un campo de batalla mágico. Eso ya es algo. Dumbledore no les ofrece eso.

—Aunque eso sea cierto —Grindelwald habló despacio—, me temo que todavía puedo llegar a pedirles algunas…cosas desagradables por el bien del plan.

—¿Qué tipo de cosas? —preguntó Sirius. Tenía una expresión muy seria—. Parece que Dumbledore nos pediría nuestras vidas por sus planes, ¿qué nos pedirá usted, profesor?

Grindelwald señaló a Regulus y Severus.

—Es posible que deban tomar la marca de este mago oscuro —Y antes de que Sirius pudiese quejarse, también abarcó a sus estudiantes de Gryffindor—. Podrían tener que traicionar a Dumbledore de frente —Luego vio a Pandora— y mentir mucho a sus seres queridos. Si les parece un precio justo-

—A mí sí —Regulus respondió de inmediato, sacándole un quejido a su hermano, al que vio con el ceño fruncido—. ¿Una marca en mi brazo por un tiempo y no irás a prisión y morirás joven? Haría muchísimo más sólo por eso, Sirius.

—Sí, una marca a cambio de salvar una vida…—Severus vio a Lily y se encogió de hombros—. ¿Qué importa? Después lo cubriremos con un tatuaje muggle o hechizos si hace falta.

Sirius suspiró.

—Tengo que…ayudar a Reggie —Se encogió de hombros y sostuvo la mano de Remus para darle un beso al dorso, murmurando que él no tenía que hacer nada que no quisiera.

Remus tenía una expresión estupefacta y se demoró unos instantes en reaccionar.

—No creo que…importe qué tanto le debo a Dumbledore por dejarme entrar a Hogwarts si va a comenzar a jugar con las vidas de la gente que quiero, es- supongo que es una deuda que no le puedo pagar…

—Si Sev se va a meter en problemas, yo también puedo —agregó Lily—. No iré a casa por el verano si es necesario, sólo…terminemos esto rápido.

—Yo tengo que acompañar a la gente que quiero que pelea por su vida —Pandora habló con mucha suavidad—, otras personas seguro entenderán si hace falta mentir un poco.

—Pues está decidido —James abarcó la habitación con un gesto y miró de reojo a Peter—. No hay dudas, ¿verdad, wormtail?

Peter abrió mucho los ojos y comenzó a asentir después de un momento.

—Puedo hacer un juramento sobre no traicionarles- el que quieran, el que sea- a mí no se me ocurriría…

Grindelwald asintió y cerró los ojos durante unos segundos. Luego los abrió y recorrió al grupo con la mirada.

—Está bien. Entonces ahora hablemos de otro futuro.

Fin del libro 6