Regulus no le había prestado demasiada atención al periódico estos días. Estaba ocupado con otro asunto.
Evan Rosier fue el primero en marcharse. Les dijo que su padre lo quería en una reunión familiar por Yule, y aunque se encogió de hombros, Caspar le dio una palmadita en la espalda como si le desease suerte lidiando con el evento y su padre.
Cuando no había alguna razón para agitarlos, en general eran bastante tranquilos. A Mulciber le gustaba jugar cartas, Nott se la pasaba leyendo y los dos Crouch hablaban entre sí sobre cualquier tema, lo que dejaba a Severus trabajar en sus apuntes sobre hechizos y pociones en paz y a Regulus molestarlo intentando atravesar su barrera de oclumancia. No era tan diferente de estar en la Sala Común de Slytherin.
A pesar de que el Señor no le había pedido algo para estas vacaciones, probablemente porque quería darle tiempo de asimilar lo que estaban haciendo con su penúltimo pedido, Lucius Malfoy pasó por la casa para echarles un vistazo varias veces. Eso hacía que Severus tomase una pausa y preparase algo de té, y como Regulus lo seguía de aquí para allá durante parte de su día, aprendió a preparar té de forma manual y cómo lo tomaban Severus y Lucius. A los otros les decía que lo preparasen ellos mismos y no fuesen perezosos.
Narcissa también visitó la casa una vez, se estaba quejando de nuevo del barrio y le dejó algunas paredes mágicas al área que Severus usaba como laboratorio. Ella decía que era para cuidar de ese bonito crup para que no le cayese nada encima.
Para mediados de Yule, Regulus seguía sin poder atravesar la barrera de oclumancia de Severus, pero uno de esos días en que se sentó en el borde de la mesa y lo observó trabajar con atención, sí que le dio acceso a algunos recuerdos. Supuso que Severus se dijo que así no lo estaría molestando con charla mientras intentaba mejorar una poción.
Los recuerdos eran de cuando estaba pequeño, mucho antes de Hogwarts, antes incluso de conocer a Lily. En las imágenes borrosas, alguien llevaba a un pequeño Severus de la mano entre una multitud, pero había un momento en que lo soltaba. La persona adulta parecía tener demasiada prisa como para preocuparse por él y el niño se quedó de pie frente a un árbol de navidad con las luces encendidas. Y estuvo allí bajo la nieve, en medio de la plaza, admirando el árbol durante un tiempo indefinido antes de que una mujer se agachase a su lado y se diese cuenta de que fue dejado allí.
El recuerdo se cortaba abruptamente sin que Regulus supiese si la mujer lo regresó a casa o lo llevó ante alguna autoridad muggle para que se ocupasen de hacerlo.
Regulus decidió flexionar los brazos sobre la mesa y enterrar el rostro en estos en un ángulo en que todavía pudiese verlo trabajar, sin interrumpir, y no decir nada sobre el recuerdo. En general era mejor si ninguno de los dos comentaba los recuerdos que llegaba a ver del otro porque a veces se mezclaban algunas cosas desagradables. Severus había tenido la delicadeza de no decir nada sobre sus recuerdos llorando por Sirius cuando su madre los castigaba por separado encerrándolos. Le debía lo mismo al menos.
Nott y Mulciber se fueron el mismo día porque sus familias iban a celebrar un evento de Yule junto a otro grupo de familias igual de elitistas y adineradas. Mulciber hasta se quejaba de tener que irse, aunque sin duda la comida sería mucho mejor en su casa que en esta.
Eso los dejó con los dos Crouch alrededor de la navidad muggle. Regulus lo comprobó en el calendario de Severus, levantó temprano a Caspar y lo mandó a ponerse la ropa más muggle que tuviese mientras Barty intentaba otra receta del libro de cocina.
—Pueden salir ustedes dos solos —mascullaba Caspar, conteniendo un bostezo—, Barty y yo nos portaremos bien y nos quedaremos aquí dentro…
Regulus se limitó a tirarle una camisa a la cabeza e ir al cuarto de Severus para tocar la puerta.
La "ropa más muggle" de los Crouch consistía en ropa de vestir de la que usaban bajo las capas para los eventos. Caspar le quitó la corbata a ambos y decidió que eso era suficiente. Regulus estaba más o menos igual.
Severus les frunció el ceño a los tres. Él llevaba un suéter tejido que ya estaba deshilachado y pantalón deportivo que debió ser de su padre, atado con un cordón a la cadera.
—¿Tienen dinero?
—Nunca salgo sin dinero —respondió Caspar con algo cercano al orgullo.
—Vamos por ropa entonces —decidió Severus después de darles otra mirada de pies a cabeza.
Moverse por un barrio muggle con tres sangrepuras no parecía la idea de Severus de un día perfecto, pero después de presentarle el autobús a los Crouch y ver a Barty casi cayéndose cuando este arrancó y él seguía en la puerta, pareció encontrar cierta diversión en ser el único no tan desorientado.
Era un poco obvio que Severus no recordaba que era navidad porque cuando llegaron a una zona comercial y se encontraron con muchísima gente, puso mala cara de inmediato.
Barty estaba boquiabierto viendo los adornos.
—¿Cómo los ponen si no tienen magia? —le preguntó a Severus.
—Se suben a escaleras —le contestó Severus en tono de obviedad.
Los tres sangrepuras conocieron ese día lo peor de las navidades:
Las madres furiosas haciendo compras navideñas.
Después de la segunda vez que una señora de mediana edad tiró a Caspar al suelo de un empujón en una tienda de ropa, él jaló a su primo para que ambos se quedasen detrás de Severus al moverse por el local. Hablaba sobre cómo no debían correr estos riesgos.
Resultó que a Barty le encantaron las chaquetas de blue jean y a Caspar los pantalones de bota ancha. Los dos salieron casi bailando de los vestidores, celebrando que era mucho más fácil moverse en ropa muggle que con las túnicas, y una señora les gritó que se cambiasen rápido porque su hijo necesitaba probarse su ropa para una fiesta navideña.
Severus intentó fingir que no los conocía cuando Caspar comenzó a discutir con la mujer por hablarle mal a Barty, que estaba medio escondido detrás de su primo.
Severus, la voz de Regulus se coló en su cabeza. Severus. Severus. Severus. ¿Sev?
Él dio un vistazo alrededor hasta localizar a Regulus sosteniendo un pantalón.
Eso es ropa de mujeres, le indicó Severus a través de la legeremancia. Por eso la cintura está tan alta, fíjate.
¿Pasa algo si lo usa una persona que no sea mujer…? Fue la única reacción de Regulus.
¿Recibe una paliza? Severus pensó al respecto. La gente muggle tiene unos conceptos muy…definidos de esas cosas y no les gusta que te salgas de ellos.
Después de un momento de silencio escuchó un "me lo probaré de todas formas, yo no vivo entre muggles". Él sólo se encogió de hombros y se acercó a Caspar cuando notó que si nadie detenía su discusión con la señora se podrían pasar el resto del día allí.
Los dos Crouch se quedaron afuera del área de vestidores con él. Barty todavía nervioso cargando lo que eligieron y Caspar de brazos cruzados hablando sobre el peligro que representaban las señoras muggles de mediana edad. Sólo se detuvo cuando vieron a Regulus salir de uno de los probadores con el pantalón que le mostró antes a Severus y una camisa de seda negra con flores plateadas.
—Me falta un abrigo —avisó Regulus, acomodándose el cabello—. ¿Me escoges uno, Sev?
Él hizo un ruidito fastidiado y miró alrededor. Tomó lo primero que encontró y le arrojó a Regulus un abrigo grande blanco y de pelaje falso. Él se lo puso encima y se miró en el espejo como si estuviese juzgando cada centímetro de la forma más sangrepurezca posible.
—Ah —Caspar parecía haber entendido algo—, por eso las chicas de su año se la pasan hablando de Reg.
Regulus les pidió opinión y los dos Crouch le dieron pulgares arriba, pero él frunció un poco el ceño y mantuvo la mirada fija en Severus hasta que lo vio encogerse de hombros.
—Lindo, supongo —Severus miró alrededor—. Creo que la mayoría de las chicas adolescentes en la tienda te están viendo.
Severus sólo vigiló que no se metiesen en problemas y se iba a encargar de pagar porque nadie más entendía el dinero muggle. No había elegido nada para él y no sabía cómo terminó con Caspar llevando dos bolsas que dijo que eran para él.
—Al menos supongo que así van a parar con lo de las túnicas…
—Claro que no —Caspar lució casi indignado—, te prometimos túnicas. Reg ya está eligiendo los diseños. Comenzó a pelearse con Zabini porque ella también te quiere regalar una-
—Él no necesitaba saber eso —le siseó Regulus, pero eso no detuvo a Caspar de seguir hablando con una sonrisa hasta que recibió un codazo.
—Ella está segura de que te puede poner una túnica blanca y no parecerás un fantasma y Reg se molestó muchísimo y tuvieron una discusión por cartas sobre por qué el verde te queda mejor porque Reg dice que- ¡auch! Regulus, respeta a tus mayo- ¡ay! Está bien, me callo…
Después de tener atuendos más muggles, fueron a comer. Aunque ahora los dos Crouch no llamaban la atención, Regulus sí lo hacía tanto o más que cuando llevaba ropa de vestir, sólo que ya no podían culpar a la ropa. No había mucho que pudiesen hacer.
Las luces se encendieron antes de que oscureciera y Severus empezó a caminar más lento sin darse cuenta al pasar junto al gran árbol del centro de la zona comercial. Los otros tres se detuvieron y esto casi lo hizo chocar con ellos.
Cuando notó a Regulus viéndolo con atención, entendió por qué fue sacado de la cama para esto.
—Deberíamos poner uno de forma manual con el resto de Slytherin —propuso Barty, que seguía encantado con la idea.
—Se van a matar cayéndose de esa escalera —opinó Caspar con una sonrisa—. Me encanta la idea. Hagámoslo.
Dejaron que Severus contemplase el árbol tanto como quería y sólo volvieron a moverse cuando él giró el rostro. Regulus le sujetó una mano y le dijo a Barty que agarrase el brazo de Caspar porque había más gente que cuando llegaron y era mejor no moverse solos.
Severus se quedó mirando la mano de Regulus envolviendo la suya mientras avanzaban. Tenía la piel muy cálida aunque no estaba usando guantes y él tenía algo de frío por el suéter a medio deshacerse. Se dijo que sólo por eso no iba a sacudirse para que lo soltara.
El padre de Caspar les envió una carta esa tarde. Parecía que no tenían tanta suerte como para poder faltar a los últimos días del Yule, y en un despliegue de agradecimiento que ninguno pensaba mencionar, Barty intentó dejarle la mayor cantidad posible de comida hecha y Caspar limpió toda la casa con magia.
Barty se despidió de ellos con un gesto y Caspar les revolvió el cabello a ambos antes de desaparecer por la chimenea.
Quedaban dos adolescentes y dos crups.
Severus vio a Regulus de reojo.
—¿Tú no tienes que irte para no preocupar a tu tío o algo?
—Cissy le dijo que estoy en casa de alguien de la familia Prince —Regulus se encogió de hombros—. Tengo todo el tiempo que quiera, mi padre sigue actuando como si no existiera.
Para año nuevo salieron de nuevo porque Regulus descubrió que la gente muggle tenía sus propias "luces mágicas de cambio de año". Es decir, fuegos artificiales. Y tenía muchas preguntas sobre cómo funcionaban sin magia de por medio.
Severus se encontró de vuelta en una plaza en año nuevo, ahora vestido con parte de la ropa que apareció en su armario sin que nadie se lo preguntase antes de que los Crouch se fuesen y llevando a Bezoar de la correa con un collar que colocaba una ilusión sobre su cola para que pareciese un jack russell terrier "normal". Regulus también había sacado a Wezen y se cambió la correa de mano para sostener uno de los brazos de Severus de una manera que le recordó a como lo había hecho Zabini.
—Siento que me voy a perder con tanta gente muggle —excusó Regulus. Al menos tuvo la decencia de poner una expresión avergonzada. Falsa, claro— y aquí no puedes usar un hechizo de auxilio.
Severus entrecerró los ojos, pero como era año nuevo y de verdad sí había muchísima gente, decidió dejarlo pasar y se concentró en que Bezoar no le gruñese a nadie muggle. Regulus lo distrajo con preguntas sobre los fuegos artificiales y las tradiciones muggles para año nuevo y él intentó responder lo mejor posible, aunque no sabía mucho porque no solía salir en esa fecha.
Regulus se quedó boquiabierto al ver los fuegos artificiales. Eran muy similares a los mágicos pero mas coloridos y los diferentes tonos lo teñían a él y a su ropa con cada explosión durante los segundos que tardaban en desaparecer en el cielo. Severus encontró muy divertida su reacción para alguien tan acostumbrado a la magia y dejó que estuviese embelesado lo que le hiciese falta hasta que él mismo recordó cerrar la boca.
Durante todo el tiempo que estuvieron fuera, Regulus tuvo un brazo entrelazado al de él, lo jalaba del brazo, le sujetaba la mano o la muñeca por un momento antes de regresar al resto del brazo. Severus pensó en decirle algo al respecto, pero el único momento en que no lo tuvo pegado a él, Regulus de hecho sí se le perdió durante unos instantes y luego le contó que alguien acababa de intentar coquetearle antes de que él localizara de nuevo a Severus y volviese a sostener su brazo. Sonaba muy indignado y fue peor cuando Severus se rió de su reacción.
—Era bastante obvio que alguien muggle se te iba a acercar por eso —excusó Severus, encogiéndose de hombros.
—¿Porque me veo bien con ropa muggle? —Regulus ladeó la cabeza y lo observó con mucha atención.
Él respondió con un sonidito afirmativo y eso pareció hacer que Regulus dejase de estar indignado.
Al menos durante unos segundos.
—De todas formas hay mejores maneras de acercarse a alguien si…
Severus asintió a todo lo que le dijo e intentó no volver a reírse de cómo sonaba, aunque fue un poco difícil cuando Regulus usaba frases como "tener algo de decoro" igual que un mago de ochenta años.
A comienzos de enero, Regulus estaba intentando ayudar con sugerencias a un problema que Severus tenía con un hechizo que estaba creando cuando escuchó un ladrido de Wezen. Los dos se callaron y lo miraron.
Bezoar solía ladrarle a gente muggle, no era raro, pero el crup de Regulus era tan tranquilo como su dueño. Las únicas veces que ladraba era para avisar de alguien conocido cerca que él no veía.
Regulus se levantó de la silla y caminó hacia la puerta. Nada más abrirla se encontró con que en la calle había una moto y Sirius estaba parado al lado, envuelto en una chaqueta de cuero, con las manos en los bolsillos y medio apoyado en el vehículo que ahora era del todo negro. Él recordaba unos detalles dorados y plateados que ya no estaban ahí y se le hizo extraño.
Sirius tenía los ojos puestos en sus propias botas y la nieve del borde de la acera.
—Fui a la casa Black, el tío Alphard me dijo que estabas con la familia Prince.
Regulus no estaba seguro de qué responder. Era lo más cercano a hablar que tenían desde el verano y no pudo evitar dar un vistazo hacia atrás a Severus y contarle que era Sirius vía legeremancia.
Severus le hizo un gesto para que hablase con él y Regulus regresó su atención a Sirius, aclarándose la garganta.
—Está ahí, ¿no? —Sirius se le adelantó. Todavía no lo veía—. Supongo que sí, es su casa.
Regulus asintió lentamente y tardó en darse cuenta de que era inútil si Sirius no levantaba la cabeza.
—Es su casa —Fue lo único que se le ocurrió en respuesta.
Y de vuelta al silencio.
—¿Estás metido en lo de las desapariciones? —le preguntó Sirius en tono plano.
—No, Sirius —Regulus intentó no sonar enojado, pero algo de frustración se coló en su voz de todas formas—, no ando por ahí desapareciendo gente sólo porque no son sangrepuras por impresionante que te pueda parecer para alguien de Slytherin.
Sirius sólo movió la cabeza y siguió observando sus botas.
—Moony me dijo al comienzo de las vacaciones que la vieja intentó cruciarte y que quizás yo estaba siendo un poco idiota al no escuchar lo que tú tenías para decir…
—¿Quizás? —Regulus arqueó las cejas.
—Me dijo que estaba siendo idiota —Sirius lo reconoció con un asentimiento y pasó una mano sobre la parte del tanque de la moto— y fui a casa un par de veces pero no había nadie hasta hoy que vi al tío Alphard saliendo. ¿Llevas todos estos días aquí?
Regulus le respondió con un sonidito afirmativo y regresaron al silencio.
—Sé que no es como que…Severus ande por ahí desapareciendo gente —La voz de Sirius tembló un poco—. Lily también lo sabe. Por eso no fuimos a acusarlo en el Ministerio o con Dumbledore, supongo que en el fondo sabíamos que-
—Pues deberían decírselo a él —replicó Regulus, un poco más duro de lo que pretendía.
Sirius asintió. No dejaba de frotar el pulgar en el tanque de la moto.
—Sí, cierto. Deberíamos. Lo vamos a hacer.
Y más silencio.
Regulus suspiró, se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta. Hacía frío afuera pero no pensaba invitar a Sirius a pasar si no tenía pensado disculparse con Severus ese mismo día.
—Le cambiaste el color a la moto —comentó porque ya no se le ocurría qué más decir ni sabía qué quería su hermano estando ahí parado.
—Sí- yo- eh, pinté a Florence de negro —Sirius le dio un toque a otra parte de la moto con los nudillos.
—¿Florence?
—Adam dijo que a las motos se les ponen nombres y pues…—Sirius se aclaró la garganta y al fin lo observó—. Considerando todo…
—Así que tu moto se llama Florence.
Sirius asintió y de vuelta al silencio.
—Pensé en enviarte una carta con Kreacher también —Intentó explicar Sirius—, ese tonto elfo no me quiso decir dónde estabas metido, pero sabía que él sabía, sólo…como no apareciste ni dijiste nada ni enviaste una carta con lo de navidad, pensé…no tenía ganas de discutir contigo si seguías molesto.
—No celebramos navidad —Regulus frunció un poco el ceño, sin entender por qué su hermano esperaría una carta o visita por una fecha muggle.
Sirius parpadeó un par de veces y pareció igual de desorientado.
—¿No sabes…? ¿Leíste el periódico de ese día?
Regulus intentó recordar. El último periódico que leyó debió ser el del día de la visita de Zabini.
—Hace unos días que no estoy muy pendiente del periódico…
—Deberías echarle un vistazo al del veintiséis —La voz de Sirius tembló de una manera que le dio un mal presentimiento.
Regulus le hizo un gesto para que esperase mientras regresaba adentro.
—Sev, ¿los periódicos…? ¿Recuerdas dónde los puse?
—¿No los estabas amontonando en tu cuarto? —Severus le dio una mirada confundida.
Regulus se metió al cuarto que había estado ocupando desde el inicio de las vacaciones, encontró una pila de periódicos y comenzó a buscar el que Sirius le dijo.
La primera página hablaba de unos eventos sangrepuras, luego algo de Quidditch, más adelante…
"Estudiante de Hogwarts hija de muggles desaparecida" era uno de los títulos.
La foto de Florence en su uniforme de Hogwarts, saludando desde alguna parte del castillo, estaba en uno de los lados del artículo.
Regulus estuvo muy quieto durante unos segundos. Luego corrió de regreso a la acera y atravesó la calle deprisa.
Al ver que iba hacia él, Sirius le abrió los brazos y lo recibió en un abrazo fuertísimo. Regulus también lo estrechó y lo sintió temblar un poco.
—Pensé que sabías y que estabas tan molesto que-
—No sabía, no sabía, lo siento, no lo leí, no sabía —Regulus sacudió la cabeza—. Lo siento, Sirius. Te juro que no tengo nada que ver- Severus tampoco tiene-
—Lo sé —A Sirius se le quebró la voz y enterró el rostro en su hombro—, está bien, lo sé. Sólo- perdón. Perdóname por-
—Eso no es importante ahora, Sirius…
—Sí es importante, se lo prometí y no me gusta estar peleado contigo —se quejó Sirius—, de verdad no me gusta, yo- perdón-
Regulus lo abrazó más fuerte.
—Tenía que haber ido corriendo a casa de la familia Potter ese mismo día…
Era la primera vez desde los diez años que se tomaba un descanso de los periódicos.
—No empieces a culparte o yo empezaré a culparme y nunca vamos a terminar y nos vamos a quedar enterrados en la nieve —Sirius soltó una risita demasiado similar a un sollozo para que pasase desapercibida.
Él le frotó la espalda.
—¿Quieres pasar? Estás helado…
—Me voy a poner a llorar frente a Snivellus y haré el ridículo —protestó Sirius, encogiéndose.
—Ya has hecho el ridículo antes —Regulus intentó sonreírle y escuchó otra vez esa risa llorosa.
Consiguió que Sirius dejase la moto estacionada allí y entrase. Severus estaba un poco tenso, Regulus le pasó el periódico abierto y llevó a su hermano hacia uno de los sofás.
A medida que Severus leía el artículo, sus ojos se abrían más y se llenaban de horror. Incluso después de terminar de leer toda la página se quedó allí durante un momento, inmóvil y observando la fotografía.
—Lo siento, Sirius —Fue lo único que le salió en voz muy baja.
Sirius emitió un sonidito de queja.
—Se supone que yo venía a hacer las paces y ahora los dos se disculpan-
—Olvídate de eso —Regulus le dio un golpecito en la frente—. Está hecho.
—¿Quieres una bebida caliente? —Severus intentó usar la estrategia de consuelo que parecía más práctica en este caso.
Sirius asintió, apretando los labios porque insistía en no "hacer el ridículo". Severus prácticamente huyó hacia la cocina para ver qué preparar y Regulus se sentó con su hermano. Wezen notó el estado agitado del mago y se acercó para colocar la cabeza en el regazo de Sirius y lamerle una mano.
Sirius apoyó la cabeza en el hombro de Regulus, que comenzó a acariciarle el cabello y las sienes. Los dos observaron el fuego de la chimenea e intercambiaron susurros en francés.
Severus les colocó unas tazas de té y otras de chocolate caliente como si no hubiese estado seguro de qué darle y se agachó frente a Sirius.
—Creo…—Severus titubeó—. Tenemos que contarte algunas cosas, Sirius.
Severus, Regulus lo reprendió de forma mental, no hace falta.
Tiene derecho a saberlo, le replicó Severus, frunciendo el ceño. ¿Leíste el artículo completo? Usaron la misma poción en ella. En navidad.
—¿Por qué parece que están hablando y no oigo nada? —Sirius pareció confundido.
Después de otro breve intercambio de miradas, Severus empezó a hablar. Sabía que a Regulus no le encantaba la idea, pero intentó ser sincero y explicarle los motivos por los que Regulus tenía que entrar a ese grupo en primer lugar y cómo terminó yendo él también. Desde Lucius Malfoy hasta la amenaza velada en la carta después de usar su receta.
Era la única persona a la que le explicaron todos los detalles hasta ahora y la expresión de Sirius pasó por diferentes grados de confusión, horror, enojo y desagrado antes de parecer muy decaído.
—Ven acá —Sirius le hizo un gesto a Severus para que se acercara más en cuanto este terminó de hablar.
Severus se inclinó más cerca y apretó los párpados, seguramente convencido de que recibiría la paliza de su vida porque dentro de su cabeza era responsable de lo de Florence.
—Sirius, no- —Regulus entró en pánico.
Sirius cerró la mano en un puño y tocó la frente de Severus con este. Nada más. Luego otro toque y otro.
Severus abrió los ojos y parpadeó varias veces, confundido.
—Tú también —Sirius repitió el gesto con la frente de un aturdido Regulus—. Por ocultar cosas y mentir. Por meterte en problemas. Y por no pedirme ayuda.
Luego los abarcó a ambos con un gesto.
—Que esto no se vuelva costumbre con ustedes dos.
Severus pasó de estar agachado a sentarse en el suelo, sin saber qué decir. Regulus sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y Sirius lo abrazó de nuevo, murmurando "soy tu hermano, tonto" y "pídeme ayuda, habla conmigo" en todas sus variantes en inglés y francés.
—Lo siento…
—Dejemos las disculpas por hoy —murmuró Sirius, frotándole la espalda igual que como había hecho Regulus un rato atrás con él—. Gracias, Reggie.
Puede que Regulus llorase más que Sirius ese día.
Tampoco pensaban hablar de eso.
