Shinichi jugó con la botella de agua que le habían dado minutos atrás mientras esperaba a que acabase el interrogatorio de la pelirroja. Ya eran casi la una de la mañana y aunque había calculado que tardaban unos cinco minutos por persona, con ella se estaban demorando un poco más. Su amistad con ese oficial de policía no había empezado con buen pie e imaginaba que tenía sus ojos sobre ellos por el mismo echo de que su presencia les molestaba.

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro al imaginarse la cara que pondría ese agente si realmente conociera el turbio pasado de su compañera, la cual sabía que tenía más puntería y destreza criminal que él, y su sonrisa se ensanchó sabiendo que ella era demasiado inteligente como para cometer un crimen así de desastroso. Era un poco retorcido tener ese pensamiento cuando normalmente se proclamaba un justiciero, pero su trabajo y el día a día que vivía, le hacía normalizar muchas cosas que para a la mayoría de las personas sería algo más traumático o chocante. Ran siempre había sido la de las emociones, era la que le arrastraba al suelo para hacerle ver todas esas emociones que rodeaban sus casos, esas mismas emociones que a ella la hacían llorar y sufrir la mayoría de las veces. Y Kudo no quería parecer frío, pero debía crearse una protección si quería llegar a ser el mejor detective, y controlar las emociones propias y ajenas, era algo decisivo para no fracasar ni volverse loco.

El ruido de sus tacones le hizo alzar la cabeza para contemplarla caminar de vuelta hacia él. Su ceño estaba fruncido, parecía molesta, pero eso no afectaba al aura cautivadora que la rodeaba.

"¿Cómo ha ido?" Preguntó después de escucharla resoplar.

"Creo que está siendo una noche perfecta para empezar la luna de miel." Contestó sentándose a su lado mientras cruzaba los brazos.

"Bueno, no ha empezado muy bien, pero es entretenido." Contestó él ensanchando la sonrisa al ver al inspector sufrir por dar con una resolución rápida.

Miyano rodó los ojos. "Es escalofriante que esto te divierta, puede que debas hacértelo mirar. No sé, ¿una visita con un profesional puede?" Soltó observando como fruncía el ceño. A diferencia de él, ella no disfrutaba con ese ambiente, le recordaba demasiado al mal final que tubo dentro de esa organización.

"No me apasiona encontrarme cadáveres, simplemente me gusta dar con la respuesta del misterio. Por más que quisiera, no está en mi alcance ni capacidades el revivir a todas esas personas, lo que sí que está en mi alcance, es el dar con la verdad. Y creo que es lo mínimo que puedo hacer para que las familias afectadas puedan permitirse poder continuar con sus vidas."

"Pero no siempre se puede dar con la verdad." Comentó ella inclinando la cabeza hacia atrás. "la verdad es algo relativo, ¿no crees? Yo puedo tener mi verdad, pero tú también puedes tener la tuya, y aunque sean ciertas, puede que tengan puntos en los que no encajen."

"Aun así siempre hay una línea que seguir, una sola realidad." Insistió Shinichi quedándose algo pensativo, a ella no le faltaba razón, pero tampoco podía tirar su lema a la basura con esa facilidad.

La lista de sospechosos acabó reducida a ocho, incluyéndolo a él y a la pelirroja. Kudo lo sintió irónico, no estaba acostumbrado a ser juzgado de esa manera y le molestaba la prepotencia con la que se le trataba, aún así intentó relajarse y dedicarse a aprender de cada situación en la que se encontraba. Él ya tenía su línea de investigación en su cabeza, había visto y escuchado más de lo necesario para dar con su conclusión. No necesitaba a nadie que respaldase su verdad.

"Pareces muy tranquilo." Comentó ella tapándose un bostezo. "¿Ya sabes quién es el asesino?"

"Tengo mi teoría en la cabeza, no te voy a mentir. Hay grabaciones y detalles puntuales que nos dan la respuesta si nos fijamos un poco, no es un caso complicado, pero sí que creo que lo han planeado con mucha atención." Explicó observando a los sospechosos.

"¿Han?" Preguntó extrañada. "¿Crees que ha sido más de una persona?" Preguntó observando como él parecía emocionarse más con esa conversación.

"Es una suposición, todavía no puedo demostrar la culpabilidad de la segunda persona, pero estoy casi seguro de que colaboró." Contestó frunciendo más el ceño, solo necesitaba repasarlo todo con más atención para encontrar la pieza que le faltaba. "¿Te molesta algo?"

"¿No crees que es raro?" Preguntó ella mirando disimuladamente a una de las trabajadoras. Llevaba el uniforme impecable y el maquillaje bien aplicado, pero había algo que no le encajaba, su mirada era inquieta y sus manos no podían esconder el nerviosismo que sentía. "Hay algo en ella distinto a sus compañeras."

Shinichi fijó la mirada y poco después ensanchó la sonrisa apoyando la mano en su barbilla.

Miyano rodó los ojos al ver que se había quedado callado, pero el brillo de sus ojos casi hablaba. "Supongo que has encontrado la pieza que te faltaba." Comentó percatándose en como disfrutaba del dolor de cabeza del policía griego.

La tensión se notaba en la sala, pero él se sentía tranquilo, solo quería que el inspector acabase llegando a la misma conclusión a la que él había llegado. Podía haber compartido su teoría cuando los interrogatorios acabaron y Miyano le ayudó a resolver el rompecabezas, pero no se sentía tan bien cooperar con la policía cuando se topaba con agentes tan desagradables como ese inspector. También podía encontrar entretenido quedarse de observador para escuchar sus resoplidos y verlo sufrir con el caso, después de todo, él había sido quien había apartado su ayuda para verlo solo como un sospechoso más.

La primera hora fue bastante entretenida para el detective japonés, pero después de ver que su compañera apoyaba su cabeza en su hombro tras arrastrar demasiados bostezos decidió cambiar de actitud y disponerse a echar un cable, dejando pequeñas pistas como las migas de Hansel y Gretel, de una manera sutil pero eficaz.

El inspector acabó con la obligación de retractarse y estrechar su mano tragándose el orgullo y Shinichi devolvió el apretón sintiendo que no había caso que pudiese con él. Podía sonar creído, pero era su chute de adrenalina difícil de controlar.

A los quince minutos ya se encontraban en el ascensor para subir hasta su planta, caminaron hasta prácticamente la habitación del final del pasillo y ella se dejó caer en la cama suspirando mientras él se desabotonaba la camisa. Este momento siempre lo ponía nervioso. Se giró para dirigirse al armario y agradeció que ella se cambiase en el baño cuando escuchó la puerta del mismo cerrarse. Se metió en la cama antes de que ella volviese y dejó encendida solo la luz de su mesita de noche.

Ella se estiró a su lado de la cama y apagó la luz sin decir nada. El silencio era su nueva área de confort.

Shinichi se giró para darle la espalda y cerró los ojos intentando dejar la mente en blanco hasta que el cansancio le venció. Sin embargo, horas más tarde recibió un codazo en la espalda que lo hizo despertar con un gruñido. "Oye, ten cuidado." Protestó girándose para enfrentarla, pero otro golpe impactó en su mejilla.

Miyano no dejaba de moverse y tuvo que agarrarle las muñecas para no recibir otro golpe. Tenía más fuerza de la que imaginaba y frunció el ceño al percatarse de que se trataba de otra pesadilla.

"Miyano, despierta." Dijo con un tono bajo, fijándose de que empezaban a escaparse lágrimas de sus ojos cerrados.

Ella se resistió y su respiración se entrecortó.

"¡Oye, despierta!" Alzó la voz empezando a preocuparse.

Ella se reincorporó de golpe chocando contra su pecho, y él, la abrazó como acto reflejo, aunque ella quisiera apartarle. Sintió como su mano se apretaba en su pecho y como sus lágrimas mojaban su hombro, pero se quedó sin moverse mientras el temblor de su cuerpo se calmaba. Se apartó cuando la vergüenza chocó contra él al sentir su aliento en su cuello y ella salió de la cama para dirigirse a la terraza sin mirarle ni decir nada.

Necesitaba recuperar el aire, todavía sentía el pulso acelerado y el aire frío no se llevaba el rastro de su pesadilla. Sus manos buscaron con cierto temblor el paquete de cigarrillos y encendió uno de los pitillos sorprendiendo al detective que aparecía.

"No te había visto fumar." Comentó dejando dos copas sobre la barandilla mientras se disponía a abrir una botella de vino. "Creo que esto va a ir mejor que un vaso de agua." Comentó dándole una de las copas. Era consciente de que el alcohol no debía ser una solución a nada, pero él también se había quedado con un mal cuerpo.

Ella asintió expulsando el humo antes de darle un largo sorbo a su copa.

Shinichi bebió su copa más tranquilo, palpando el último golpe que ella le había propinado en la cara.

"Lo siento." Se disculpó al notar su mejilla algo roja e hinchada.

"Eres una mujer fuerte, en todos los sentidos." Contestó con una sonrisa al ver que todavía no se veía tranquila, las lágrimas ya no caían, pero sus capacidades oculares podían ver el rastro que habían dejado en sus mejillas.

Ella seguía callada, aplastó la colilla en el cenicero y y se acabó la copa antes que él.

"¿Sueles tener muchas pesadillas?" Preguntó curioso al ver que se veía demasiado pensativa. "¿Quieres que hablemos sobre ello?"

Ella negó con la cabeza y volvió a entrar a la habitación para mojarse la cara antes de volver a sentarse en la cama y encenderse otro cigarrillo. Él se rascó los ojos cansados y se sentó en su lado de la cama antes de robarle el cigarrillo de la mano para darle una pequeña calada. Siempre le había molestado el tabaco, y el ataque de tos que le dio, no le hizo entender porque a ella parecía gustarle o calmarle.

"Esto es veneno." Dijo apartando el humo de su cara mientras se agarraba la garganta notando el raspón que había dejado en ella.

La pelirroja le volvió a coger el cigarro de sus dedos y se lo acabó como si nada. "Cada uno se envenena con lo que quiere."

Shinichi rodó los ojos. "¿No te desprendes de la coraza de tipa dura ni a las dos de la mañana?" Le molestaba que siempre estuviese a la defensiva. "¿No te cansas?"

La vio dar el último calo antes de apagar el cigarro y se percató de que sus manos todavía temblaban, sus palabras y acciones nunca correspondían a como respondía su cuerpo. "Fuiste tú la que habló de vergüenzas y confianza, ¿no? Sé que eres buena actriz y que eso facilita todo esto, pero también podrías intentar mostrar tu rostro real de vez en cuando."

Miyano rodó los ojos y resopló. "¿Mi yo real? Pensaba que ya habías leído suficiente sobre mí como para conocerme."

Él frunció el ceño y luego suspiró. "Que te gustase dormir con la ventana abierta no estaba escrito en ningún lado, o que sorprendentemente consumas más café que yo, tampoco." Suspiró con una media sonrisa.

"No hay nada interesante, Kudo." Contestó estirándose en la cama para darle la espalda.

Shinichi podía acabar la conversación ahí, ya habían vuelto a la cama y la oscuridad que les rodeaba le recordaba que todavía era entrada la noche. "Yo creo qué sí que hay algo." Comentó haciendo que ella se girase para mirarle.

"¿Qué quieres encontrar en una asesina?" Preguntó haciendo que él cerrase la boca.

La sangre de sus manos era algo que ninguno de los dos podía ignorar por el momento. Pero la convivencia seguía ahí y a él le entraba curiosidad por ciertas cosas. ¿Todos los criminales aparentaban la normalidad que ella transmitía? No, sabía que no. Su mirada era profunda, demasiado profunda e intimidante...era lo que la delataba. Sus ojos decían que había una historia detrás de ellos.

Como detective, quería saber como pensaba y que pasaba por su cabeza. Ya conocía su historial y su manera de trabajar, ahora quería conocer la cara oculta.

"Eso es solo un adjetivo, uno muy desagradable." Contestó sin querer repetir esa palabra. "Pero no todo lo negro es malo ni lo blanco lo mejor."

"Encones, supongo que también puede ser gris, ¿no?" Contestó con una media sonrisa.

Él rió levemente. "Sí, podría ser."

Miyano se quedó un poco sorprendida, pero tampoco sabía que decirle, se quedó mirando su rostro a través de la oscuridad durante un rato. No era el prototipo de hombre en el que ella se fijaría, ni le gustaba lo chulo y prepotente que se ponía a veces, pero cuando hablaban, había momentos en los que podían llevarse bastante bien. Salió de sus pensamientos cuando notó su mano en su mejilla para apartar un mechón que caía sobre su cara.

"Intenta dormir, yo estoy aquí."

Los siguientes días pasaron con la misma normalidad. Se levantaban a una hora razonable, desayunaban, pasaban el día fuera para conocer algún lugar que no habían visitado el día anterior y volvían para cenar en el hotel y acababar el día cada uno en un extremo de la cama. No estaban siendo malos días, Shinichi agradecía haber pasado de la enemistad a la tolerancia, así que el último día se despertó con una agradable sonrisa en la cara.

"¿Quieres que alquilemos un barco?" Preguntó él observando uno de los boletos que le habían dado en recepción.

"¿Un barco?" Preguntó ella de vuelta rodando los ojos.

"Puede ser divertido, ¿no crees?"

"No digo que no, pero con el día que hace no sé sí es una buena idea." Dijo mirando por la ventana mientras se acababa el café. "Está el cielo bastante nublado, sería un problema si rompe a llover y nos pilla en alta mar." Comentó a la vez que un trueno se escuchaba no muy lejos de donde se encontraban.

Shinichi asintió mientras ojeaba los otros papeles. Habían visitado pueblos, probado la gastronomía, contemplado las bellezas de la arquitectura e incluso habían dado algún que otro paseo por las playas. No podía decir que no estaban aprovechando al máximo ese viaje.

"Déjalo, llevamos toda la semana visitando cada uno de los lugares que nos han recomendado, ¿Por qué no nos quedamos aquí hoy?" Preguntó dejándose caer en la cama. "No sé tú, pero yo estoy agotada."

Él ya se había duchado y había tomado el café, pero ella seguía en pijama con el pelo algo despeinado y el cansancio todavía posado en sus ojos.

"¿Quieres que nos quedemos en la habitación?" Preguntó alzando una ceja.

"A no ser que te apetezca salir a bailar bajo la lluvia." Bromeó Miyano mientras se escuchaba otro trueno.

El sonido de la lluvia se metió repentinamente entre su conversación y Shinichi suspiró observando el chaparrón que se veía a través de la ventana. La verdad, es que viendo ese temporal, a cualquiera se le quitaban las ganas de salir muy rápido.

"Está bien, quedémonos." Contestó suspirando mientras desabotonaba la camisa que se acababa de poner para dirigirse al armario y buscar algo más cómodo. La comisura de sus labios se alzó cuando vio su mirada en en el espejo de la puerta del armario. "¿Te gusta lo que ves?" Preguntó escuchándola reír brevemente y se giró para enfrentarla con una sonrisa.

"No eres un dios griego, pero al menos sí que eres agradable de ver." Contestó sentándose en la cama a la vez que ponía un mechón tras su oreja.

A Shinichi le gustaba su descaro, al principio le sorprendía e incluso incomodaba, pero ahora le gustaba. "Se te dan fatal los alagos." Contestó cogiendo un cojín para tirárselo antes de sentarse en la cama para ponerse la camiseta. Se quedó sentando mirando hacia el espejo, pero esta vez concentrado en su reflejo. Ella también era muy agradable de ver, incluso con el pijama puesto y el pelo despeinado.

Creo que quiero otro café." La escuchó decir mientras se sentaba.

"Espera." La frenó mientras cogía los vasos de ambos para rellenarlos él mismo. "Toma." Sonrió sentándose a su lado.

"Hoy pareces más alegre." Dijo ella disfrutando del segundo café. "Ya queda poco para que la semana acabe, supongo que tienes ganas de volver a Tokio."

"Tengo ganas de volver a Tokio, pero estoy bien aquí. La compañía tampoco es tan mala como imaginaba." Dijo con sinceridad, aunque sonase como una broma.

"Gracias, supongo." Sonrió ella dándole un golpe en el brazo.

Shinichi agarró su mano y volvió a mirarla. No sabía bien porqué, imaginaba que era la cercanía a la que se habían visto obligados a vivir, pero esa mañana se sentía ciertamente cautivado por ella "¿Puedo besarte?" Y parecía que tampoco pensaba las cosas antes de escupirlas por la boca.

Ella lo miró con sorpresa antes de fruncir el ceño. "¿A qué viene esto? ¿Quieres besarme?" Preguntó extrañada sin saber si se trataba o no de una broma.

Shinichi se sonrojó y apartó la mirada para mirar su reflejo mientras se maldecía interiormente por hablar sin pensar. Estar tan lejos de casa, conociendo a una extraña mientras se rodeaban de costumbres que no eran las suyas le había hecho relajarse demasiado, y la curiosidad que ella había hecho crecer en sus pensamientos, le había acabado haciendo una mala pasada. Escuchar su risa solo le hizo sentir más vergüenza.

"Para el público lo haces sin preguntar, ¿por qué me lo preguntas cuando estamos solos?" Preguntó alzando una a ceja.

"No sé porque lo he dicho, olvídalo, no me hagas caso." Dijo intentando evitar el tema, sin embargo, ella no parecía ni incómoda ni avergonzada, seguía con la misma sonrisa burlona en sus labios mientras él seguía muriendo de vergüenza. La sorpresa vino cuando se inclinó y lo besó.

Su curiosidad fue saciada cuando sintió sus labios sobre los suyos, no era la primera vez que sentía sus labios, pero sí que era la primera vez que se besaban sin la necesidad de un publico que les observase. Era un beso sin una pizca de amor, pero lleno de atracción y curiosidad.

"¿Te marchas ya al laboratorio?" Preguntó Shinichi poniéndose bien la corbata mientras la veía calzarse en el espejo del recibidor.

"Tus padres han reunido al equipo que trabajará para los proyectos y quieren hacer las presentaciones formales antes de empezar." Explicó cogiendo su bolsa y las llaves antes de abrir la puerta. "¿Vendrás para cenar?" Preguntó antes de salir.

"No lo sé, hoy estoy un poco saturado de trabajo, no tengo claro a que hora llegaré."

Ella asintió antes de marcharse y él cogió sus cosas y se dirigió a su coche para conducir hasta su oficina. Suspiró al ver las calles tan concurridas y pensó en lo agobiantes que habían sido esos primeros días tras la vuelta de Grecia y en todo el trabajo que apenas le dejaba respirar tranquilo. A él no le solía costar volver a su rutina, de echo le gustaba, pero no podía mentir y decir que no se lo había pasado bien desconectando de todo por una semana. No sabía si para su compañera también había sido un buen descanso, pero a él le había servido para relajar su cabeza y abrir un poco su campo de visión.

Después de la convivencia, la ceremonia y el viaje, podía admitir que su compañera, pese a no ser el amor de su infancia no era la persona insoportable que creía que sería. Había aprendido a apartar los rencores por la salud de la convivencia y había empezado a ver que podía haber algo más que la asesina que él solo se había empeñado a ver. Y como detective que era, solo quería saciar la curiosidad que no dejaba de crearle.

Empezó a buscar aparcamiento mientras recordaba aquel beso que le había dado en Grecia y que ya había tenido días para analizarlo. Cuando lo recordaba, revivía el frío en la nuca, la adrenalina y la sensación de peligro como si en vez de besarle estuviese presionando una daga en su cuello. Esa era la sensación que había tenido al besarla.

Bajó del coche y entró al edificio saludando a los compañeros con los que se iba encontrando.

Se sentía mal por haber disfrutado ese beso, besaba muy bien y parecía conocer mejor el gusto de los hombres que el mismo. Le recordaba a todas esas Femme Fatale de las que había leído y visto en las películas, sin embargo, ella estaba hecha de carne y hueso y tenía un anillo en el dedo que la declaraba como su mujer.

Su alrededor no se veía tan afectado por el pasado de su compañera como él, no sabía si era por su falta de comprensión o porque ellos eran muy blandos, pero todos parecían contentos y apoyaban la relación del joven convencidos del amor que podían darse. Miyano lo hacía todo más fácil, y a él le ponía nervioso, pero por otra parte le aliviaba que le permitiese bajar la guardia.

"Por el trabajo que tienes acumulado, puedo intuir que te has divertido bastante en tu luna de miel." Escuchó decir mientras entraban a su despacho sin tocar primero a la puerta.

"Heiji, ¿Qué haces aquí?" Preguntó con una sonrisa, pero también cierta sorpresa.

"Pues, sabía que habías vuelto esta semana y como tenía un trabajo por aquí cerca, he decidido pasarme a hacer una visita." Sonrió ojeando el portafolios que tenía sobre el escritorio. "Aunque no sé si tienes tiempo para visitas."

"Solo si te apetece divertirte resolviendo algún caso." Comentó cogiendo los papeles después de mirar la hora.

"Entonces, recordemos los viejos tiempos." Contestó el moreno con una sonrisa a la vez que se levantaba y lo seguía al exterior. Como detectives, se enfrentaban constantemente y rivalizaban en algún que otro caso, pero a la vez tenían una amistad muy sana y se entendían a la perfección cuando se proponían trabajar juntos.

"Un robo, dos asesinatos y un chantaje." Leyó Heiji suspirando. "¿Esto es solo el trabajo de la mañana?" Preguntó sorprendido mientras leía los detalles que su amigo escribía a mano en las esquinas de las hojas.

"¿Demasiado para nuestro detective de Osaka?" Vaciló Shinichi haciendo la tercera parada del día.

Era obvio que nada era demasiado para dos cerebros como el de esos frikis por los misterios, los casos se cerraron uno por uno, a la velocidad justa y necesaria y sin dejarse ni un solo detalle.

"Supongo que podemos parar a comer." Comentó el amigo notando como le rugían las tripas.

Shinichi miró la hora y sonrió contento al ver lo rápido que había hecho reducir su portafolios, alzó la cabeza para mirar a Heiji y rió al ver lo cansado que parecía. "Creo que te lo mereces."

Con el frío que ya hacía en las calles de Tokio, no dudaron en meterse en un restaurante de fideos. Se habían pasado un poco de la hora, pero la dependienta les sirvió sin importarle.

"Entonces, ahora que el trabajo está solucionado, supongo que tenemos algo de tiempo para poder hablar un poco." Comentó Heiji después de saborear los fideos.

"¿Sobre que quieres hablar?" Preguntó Shincihi comiendo con más calma.

"Venga ya, ¿Te vas de luna de miel y no me quieres contar nada?" Preguntó resoplando. "¿Como fue?"

Shinichi rodó los ojos y dejó los palillos a un lado para beber de su cerveza. "¿Qué quieres que te cuente? Ya sabes como están las cosas entre nosotros, ha sido un viaje tranquilo. Grecia está muy bien."

"Grecia está muy bien." Se burló imitando su tono de voz. "Que aburrido." Protestó.

"¿Aburrido? Venga Heiji, sabes que estoy con Ran." Se defendió.

"Eso lo dices desde que te tuviste que casar con alguien que no estaba entre tus opciones, antes siempre decías que estabas soltero." Contraatacó su amigo frunciendo el ceño.

"Que más da." Dijo Shinichi dándole otro sorbo a su cerveza. "¿Por qué te empeñas en que tenga algo con ella?"

"No lo sé, supongo que me gusta para ti." Respondió. "Es guapa y sabe ponerte en tu lugar."

"Vamos, que lo que te gusta es que no para de dejarme mal con sus bromas pesadas, ¿no?" Preguntó volviendo a coger sus palillos. "Por si no lo sabías, es una mujer realmente muy molesta. Por no hablar de que tiene un mal humor inimaginable."

"A mí me cae bien." Sonrió recordándola.

"Me ha quedado claro, Heiji. Puedes dejar a Kazuha e irte con ella si lo prefieres." Contestó intentando acabar de cenar en paz.

"No te pases, capullo." Respondió Heiji golpeando su brazo. "Kazuha es perfecta, es la única mujer que quiero y necesito."

Shinichi volvió a la oficina después de despedirse de Heiji y se quedó un par de horas adelantando el trabajo y organizando el del día siguiente. Decidió volver a casa cuando se percató de que era el único que quedaba en la planta y se despidió del guardia de seguridad después de cerrar su despacho con llave.

La luz de la entrada de casa ahora siempre estaba encendida, él nunca la tocaba, pero Miyano la encendía siempre al llegar y no la apagaba hasta que él lo hacía más tarde. En su vida no habían cambiado muchas cosas, pero esa era una de ellas, al igual que substituir los fideos instantáneos por comida de verdad, o hacer el doble de lavadoras y apagar las luces que ella encendía por la casa.

Ella siempre seguía trabajando cuando él llegaba, parecía ser tan adicta al trabajo como él, pero aún así sacaba tiempo para ocuparse de todas las cosas del hogar que él no acostumbraba a atender. Shinichi recibía broncas constantemente por ello, no se le daba bien cocinar ni limpiar y era cierto que tampoco ponía mucho empeño en aprender, entendía que ella lo considerase un completo desastre, pero si él decidía mejorar, no lo iba a hacer por ella.

Le daba rabia darse cuenta que esa mujer también podía tener cosas buenas, desequilibraba su cabeza y había veces que prefería olvidarlo, era más sencillo.

"¿Has cenado?" Preguntó ella sin dejar de teclear en su portátil.

Shinichi se quedó callado cuando la escena le recordó aquella noche en la que había tirado sus cosas hasta intimidarla y bajó la mirada avergonzado agradecido de que ella siguiese concentrada en su trabajo y que no pudiese ver la vergüenza que no podía esconder su mirada. "He comido algo con Heiji hace unas horas, pero no tengo hambre." Dijo dirigiéndose a la nevera para coger una lata de cerveza.

Ella levantó la cabeza para mirarle y él desvió la mirada antes de dar un buen sorbo a su cerveza. "Voy a ducharme, no trabajes hasta tarde." Comentó antes de desaparecer del salón para ir a su habitación.

Lo único que parecían hacer bien como marido y mujer, era dormir en la misma cama, pero para Shinichi, era lo menos romántico que hacían. Nunca entraban juntos a la habitación, ni se abrazaban al dormir y mucho menos habían llegado a acostarse. Ella siempre se quedaba un rato más en el salón cuando él subía y los otros días en los que ella se adelantaba, él esperaba a que ella se quede dormida para ocupar el lado vacío.

Salió de la ducha con sus pantalones de pijama de siempre y se dejó caer sobre la cama sin molestarse a secarse el pelo. Estaba agotado y se quedó dormido nada más cerrar los ojos.

Después de convertirse en la mujer de Shinichi, había sido difícil para ella tratar de mantener su apellido familiar para su trabajo. Nunca le había gustado que la gente pensase que no valía más que el nuevo apellido que había adquirido, como amante de la ciencia, quería sentirse reconocida por su trabajo.

"Miyano." Le llamó una de sus compañeras de trabajo. Shiho suspiró aliviada de que no se equivocase al llamarla y se acercó a ella. "He comprobado las pruebas de las células madre que se hicieron la semana pasada y las he comparado con los resultados del informe que me entregaste esta mañana. Como decías, coincide."

Shiho asintió cogiendo el informe de sus manos para leerlo con atención. "Lo imaginaba...volveremos a repetirlo después de que rectifique el informe. Por el momento, podemos continuar con la segunda parte, es un trabajo pesado, pero no podemos permitirnos atrasarnos." Dijo antes de volver a su escritorio para empezar a hacer tachones y nuevos apuntes en el papel.

Solo había estado una semana fuera y eso era un completo desastre. Era consciente que era un trabajo algo difícil para alguno de sus asistentes, pero no podían cometer ese tipo de fallos con sus ausencias. Tampoco los culpaba, no tenían esa curiosidad por la ciencia que ella tenía, aún así sabía que les pagaban lo suficiente como para que al menos tratasen de fingir que se esforzaban un poco más. Suspiró de cansancio al ver que debería quedarse unas horas de más si quería arreglar eso y se pellizcó el puente de la nariz antes de estirar los brazos y levantarse. Salió del laboratorio para dirigirse a la máquina de café y siguió leyendo el informe mientras la máquina lo preparaba.

"Pareces agobiada." Dijeron haciendo que saltase de sorpresa y que su bolígrafo cayese al suelo.

"Furuya." Pronunció su nombre frunciendo el ceño. "¿Qué haces aquí?"

El rubio se agachó para recoger el bolígrafo y se lo entregó con una sonrisa. "Trabajando, tenía que consultar unas cosas. Tienes un equipo muy bueno aquí montado."

"Son buenos, pero no sé si son tan amantes de la ciencia como dijeron en el currículum." Contestó cogiendo el bolígrafo de sus manos antes de girarse hacia la máquina para recoger su café con cuidado de no quemarse.

"Pensaba que te vería con mejor humor después de saber que volvías de Grecia." Comentó notando como ella parecía incomodarse un poco con ese tema.

"Ha estado bien, pero aquí siempre hay trabajo que hacer." Contestó sin dar detalle de nada.

"¿Crees que podríamos hacer un café un día de estos?" Preguntó apoyándose en la máquina para acercarse un poco más a ella.

Ella le sonrió y rodó los ojos. "¿Qué intenciones tienes, Furuya? Me acabo de casar." Respondió como si él no lo supiese.

Él suspiró. "Lo sé, pero supongo que es algo distinto cuando estás casada con alguien que no te quiere."

Ella se tensó con su declaración y dio media vuelta para volver a su laboratorio. "Oh, venga, ¿y tú si que lo haces? ¿No?" Preguntó con cierta molestia.

"No te mentí cuando te lo dije." Dijo siguiendo su paso. "No se lo voy a decir a nadie, pero es que no entiendo porqué has decidido aceptar ese trato."

Shiho se giró para enfrentarle e hizo un gesto para que callase. Ya había sido incómodo verlo aparecer el otro día con aquella declaración como para que pretendiese seguir insistiendo. "Lo que haga con mi vida no es de tu incumbencia, así que no te metas."

Furuya sintió la amenaza de su mirada, pero no quería echarse atrás, sin embargo sabía que no era el lugar para seguir con la conversación. "Está bien, pero al menos deja de evitarme. Pensaba que las cosas serían diferentes entre nosotros cuando todo acabó, joder…recuerdo como nos mirábamos. Y lo siguiente que sé, es que te casas con alguien a quien ni conoces ni te quiere." Comentó acabando con un susurro leve.

"Furuya, tengo que trabajar." Respondió ella volviendo a apretar el puente de su nariz al ver como se le estaba complicando la jornada y como algunos de sus compañeros de laboratorio empezaban a mirarles de reojo. "Será mejor que nos veamos en otro momento…por favor."

Él frunció el ceño reconociendo que no era el lugar adecuado para seguir hablando, sin embargo, no tenía intenciones de desaparecer. Se despidió de ella asintiendo brevemente con la cabeza y la observó dar media vuelta para volver a ocupar su escritorio.