Advertencias: el capítulo está escrito desde el POV (point of view = punto de vista) de Draco.


9 de enero de 2011

Una vez más vuelvo a encontrarme sobre el lujoso sofá blanco con el que he estado soñando, sin embargo, y a diferencia de mis sueños anteriores, en este me encuentro encima de cierto gatito de ojos verdes que está observándome con una excitación visible.

─Finalmente sé quién eres, gatito.

Las palabras salen de mi boca como una especie de murmullo seductor, aunque esto no consigue provocar escalofríos de placer en el hombre perfecto que tengo recostado debajo de mí, por el contrario, una dulce risita escapa del gatito y me observa con picardía a través de esas largas pestañas que él tiene, antes de decir algo con un tono cargado de diversión.

─Te tomó bastante tiempo, ¿verdad, dragón?

Harry vuelve a reír dulcemente ante su lamentable intento de broma, pero esto sólo consigue que no pueda dejar de fascinarme al oírlo soltar esos sonidos. Honestamente, podría escucharlo reír de esa forma por el resto de mi vida y nunca me cansaría de ello. Sin embargo, eso no significa que vaya a dejarlo ganar tan fácilmente en este intercambio juguetón, por lo cual me apresuro a fingir una ofensa que claramente no estoy sintiendo.

─Estamos siendo bastante presumidos el día de hoy, ¿cierto? No te tenía por alguien impertinente, Harry. ─Le digo con una ceja en alto, mientras acorto la distancia que nos separa hasta colocarme a escasos milímetros de sus labios. Harry nota de inmediato el cambio en mi actitud, porque un ligero temblor lo asalta y sus ojos verdes se oscurecen debido a la clara lujuria que estoy haciéndole sentir. Aprovechando esto a mi favor, me encargo de soltar mis siguientes palabras con un tono de voz profundo y que sé que es capaz de derretir a mujeres y hombres por igual. ─¿Y sabes qué suelo hacerle a los impertinentes, gatito?

Harry suelta una risita final cargada de nerviosismo, pero, de todos modos, consigue reunir la fuerza de voluntad suficiente para devolver mi ataque con un susurro seductor de su parte, uno que me deja imposiblemente duro en cuestión de segundos.

─¿Y qué va a hacerme, señor Malfoy?

Una sonrisa depredadora se apodera de mi rostro, y luego de que elimino la distancia que nos separa, a tal punto de que puedo sentir cómo mis labios rozan los suyos, digo: ─Voy a follarte hasta que no seas capaz de decir nada más que mi nombre.

Harry se muerde el labio al escucharme decirle esto con un tono de voz que promete cumplir cada una de mis palabras, y justo cuando me decido a asaltar su boca y comenzar a hacer realidad mis promesas, el sueño desaparece por completo y me encuentro nuevamente en la sala de estar, sí, pero esta vez soy yo quien está recostado sobre el sofá, completamente vestido y con una erección importante generando una especie de tienda sobre la manta que me cubre.

Un suspiro desganado escapa de mi boca al pensar que tendré que encargarme de ella de inmediato. Sin perder más tiempo, aparto la manta de mi cuerpo y vuelvo a sentarme sobre el sofá, y sólo entonces descubro a Harry completamente dormido sobre un sillón individual a unos pocos centímetros de mí, aunque eso no es lo que más me llama la atención. No, lo que de verdad me deja aturdido en el lugar y observándolo casi sin pestañear es la forma en la que él se acurrucó para dormir, una que es asombrosamente similar a la que lo haría un gatito.

Mi pecho se hincha inexplicablemente ante esa imagen y siento cómo mi corazón late desenfrenado, pero lo que más me sorprende es esa abrumadora sensación de cariño que percibo recorrerme por completo. Y si todavía me quedaban dudas al respecto, con esto termino de confirmar por completo que Harry realmente es mi novio, incluso si yo todavía no soy capaz de recordarlo. Me quedo viéndolo dormir en absoluto silencio para no despertarlo, y mientras observo cómo Harry se encoge aún más en esta especie de bolita en la que está acurrucado, me percato de que todavía no recuerdo absolutamente nada de mi pasado, por lo tanto, eso sólo puede significar una cosa. La poción no funcionó.

Este pensamiento es lo suficientemente depresivo como para ayudarme a perder gran parte de la erección que se produzco a raíz de ese sueño tan excitante con Harry, aunque no tengo tiempo de pensar más profundamente en ello porque, de inmediato, veo que Harry comienza a desperezarse de la misma forma en la que lo haría un gatito, y eso es todo lo que yo necesito para que una risita divertida escape de mi boca. Harry, por su parte, abre los ojos y me observa aturdido durante unos segundos, antes de que una gran sonrisa se instale en su hermoso rostro, aunque esta última queda enmascarada detrás de un bostezo silencioso y muy dulce, uno que, nuevamente, me recuerda a un gatito.

─Realmente elegí el apodo perfecto para ti, ¿sabes? Incluso te desperezas como un gatito.

Harry rueda los ojos ante las palabras que suelto entre risas, aunque no parece realmente ofendido debido a ellas. Por el contrario, termina de desperezarse y me observa con gran atención durante unos segundos que se me hacen eternos, antes de preguntarme algo con el mayor tacto que puede reunir.

─¿Cómo te sientes?

Y aunque no lo dice, sé que lo que él realmente está preguntándome es si yo he recuperado mis recuerdos. No queriendo hacerlo esperar más por una respuesta, especialmente cuando esta última no cambiará nada de nuestra situación actual, me vuelvo hacia él, y digo: ─Me siento descansado, pero si lo que realmente estás preguntándome es si mis recuerdos han vuelto, entonces, no, no lo han hecho.

El rostro de Harry se llena rápidamente de tristeza al escuchar esto, y esa es una imagen que detesto ver en él porque siento apoderarse de mí unos incontrolables deseos por apartar de Harry todo aquello que está haciéndolo infeliz. No queriendo generarle más disgustos a este adorable gatito que tengo a mi lado, me apresuro a colocar una sonrisa optimista y buscar unas palabras adecuadas que consigan levantarle el ánimo.

─Aunque no deberíamos preocuparnos por ello. Estoy seguro de que los recuerdos volverán pronto, sólo debemos darle más tiempo a la pócima para que haga efecto. Por lo pronto, lo único que quiero hacer es ducharme y cambiarme con ropa limpia y que sea de mi talle.

Y esa tonta broma es todo lo que necesito decir para que Harry suelte una risita muy dulce, luego, se levanta del sillón en el que estaba acurrucado y me hace una seña para que lo siga.

─Ven, sígueme. Te mostraré dónde está todo.

Sigo a Harry a través de la sala, y cuando dejamos la cocina detrás, nos detenemos en un pasillo que conduce a dos puertas enfrentadas. Harry me señala la puerta que tengo a mi derecha, y dice: ─Ese es el baño. Y aquí, ─Harry abre la puerta de la izquierda e ingresa dentro de lo que supongo que es nuestro dormitorio, y no me equivoco, porque en el mismo momento en el cual pongo un pie dentro de la habitación, mis sospechas se confirman. ─está el dormitorio. Tu lado de la cama es el que se encuentra más cerca del armario.

Observo todo el dormitorio con gran curiosidad desde mi lugar en la puerta, aunque no hay demasiadas cosas que ver. El dormitorio es bastante minimalista y tiene sólo el mobiliario necesario, pero la calidad de los mismos denota lo adinerado que, por lo visto, soy. Sobre la pared derecha hay un extenso ventanal, mientras que, en la pared opuesta, hay un amplio armario y un gran espejo de cuerpo completo. A un lado de la puerta de entrada hay una silla elegante, pero lo que destaca sobre el resto de las cosas es la cama matrimonial de gran tamaño, la cual tiene un cabezal ornamentado y cuatro postes, y a los lados, se encuentran ubicadas sendas mesas de luz. La que se halla más cerca del armario está completamente ordenada y sólo tiene una lámpara elegante sobre ella, sin embargo, y a diferencia de esta última, la mesa que se encuentra más cerca de la ventana tiene otras cosas sobre ellas. Desde aquí no puedo ver con claridad qué es cada cosa, pero una de ellas parece ser una revista de algún tipo, y otra de estas una especie de recipiente cilíndrico del que desconozco su contenido.

Harry me observa de reojo, y por algún motivo que no termino de comprender, sus mejillas se tornan rosadas al verme acercar a la cama. Ciertamente su reacción no parece estar provocada por pensamientos depravados, después de todo y aunque yo no lo recuerde, estoy seguro de que hicimos cientos de cosas sobre ella, motivo por el cual no debería sentirse avergonzado por ello. Y nuevamente, mis sospechas son acertadas, porque Harry se apresura a colocarse a unos pocos pasos de la cama, y dice: ─Lamento el desorden. Con todas las cosas que han sucedido en estos días, no he tenido tiempo suficiente para ordenar.

Sus manos realizan un movimiento extraño en el aire, y como si hubiera utilizado una varita invisible, la cama se tiende por sí sola. Me quedo maravillado con este asombroso despliegue de magia sin varita que Harry realizó sin esfuerzo alguno, y eso sólo me gana un encogimiento de hombros por parte de este mago tan poderoso. Es casi como si para él no representara gran cosa lo que acaba de hacer. Niego con la cabeza para despejar la admiración que me genera este gatito y lo sigo hacia el armario, donde Harry está señalándome cuál es mi lado del mismo, aunque, si tengo que ser completamente honesto, me habría dado cuenta por mí mismo. Claramente, la ropa elegante y que a simple vista aparenta ser costosa, me pertenece. Hay algo dentro de mi ser que se siente indudablemente atraído hacia este tipo de prendas.

─Nos prepararé el desayuno mientras tú te duchas. ¿Necesitas ayuda con algo más?

─No, creo que estaré bien. ─Le digo distraídamente, mientras aparto perchas con ropa para elegir qué usar el día de hoy. Por el rabillo del ojo veo que Harry asiente y parece querer decir algo, pero finalmente niega con la cabeza y comienza a caminar hacia la puerta. Como una ocurrencia tardía, me aparto del armario, y lo llamo antes de que alcance la puerta. ─¡Oh! Y Harry…

Harry se detiene a mitad de camino de hacer girar el picaporte de la puerta y se da vuelta para verme. Al ver que tengo toda su atención puesta en mí, coloco la sonrisa más encantadora de mi repertorio, y digo algo con una sinceridad tan profunda que deja a Harry sonriéndome con cariño y algo que se asemeja a la ilusión. ─Gracias. Por todo.

─No tienes que agradecerme, es lo mínimo que puedo hacer por ti.

Y con eso dicho, Harry sale del dormitorio y lo escucho ir hacia la cocina para prepararnos el desayuno. Una vez que me encuentro solo, vuelvo a rebuscar entre mis ropas y elijo un conjunto de pendas que usar. Cuando tengo todo lo que necesito, voy al baño para darme una larga ducha. El tiempo que paso dentro de la misma es más del que esperaba, especialmente porque aprovecho este momento a solas para descargar con una larga masturbación toda la tensión sexual que me dejó el sueño de esta mañana. Después de que termino de limpiar todo el desastre de semen de mi cuerpo, cierro la ducha y me seco con una de las toallas que encuentro en el baño. Cuando estoy seco y cambiado con las prendas que elegí, voy hacia el lavabo y me cepillo los dientes con el cepillo que considero que es el mío, después de todo, el color verde del mismo es bastante delator. Termino toda esta rutina peinándome el cabello y luego regreso al dormitorio para poder ponerme algo de colonia y desodorante. Una vez que tengo esto listo, voy hacia la puerta para reunirme con Harry, pero algo me detiene a medio camino de abrirla.

Mis ojos viajan hasta posarse en la mesa de luz de la derecha y observan la revista con curiosidad. No viendo cuál podría ser el problema de dar un vistazo, me acerco hasta allí y tomo la revista en mis manos. La misma tiene un nombre muy extraño y parece tratar temáticas bastante peculiares y algo fantasiosas, incluso para un mundo en el cual la magia es real, pero la portada de la misma está, sorprendentemente, dirigida a una entrevista que me hicieron en el pasado. La portada del Quisquilloso reza en grandes letras negras unas palabras que me dejan con una sensación extraña dentro de mi pecho, una que entremezcla un amor profundo e incondicional, y una tristeza y desilusión tan grandes que me mantienen aturdido en el lugar.

HARRY POTTER Y DRACO MALFOY, UNA HISTORIA DE AMOR QUE NI SIQUIERA LOS NARGLES PODRÍAN ROBAR

Entrevista exclusiva con el escritor Draco Malfoy. ¡Nos confiesa toda la verdad!

Escrito por la vice editora del Quisquilloso, Luna Lovegood.

No tengo idea de quién es Luna Lovegood o, al menos, no la recuerdo, pero de todos modos me digo que eso no es importante en este momento, no cuando acabo de encontrar una fuente escrita de conocimientos sobre mi pasado. Creyendo que esto podría esclarecer un poco más esa sensación contradictoria que todavía baila dentro de mi pecho, abro la revista y busco la página de la entrevista. Una vez que la encuentro, comienzo a leerla, y lo que encuentro en ella me deja con más dudas que certezas. Si bien es cierto que esta entrevista me sirvió para confirmar que es verdadero todo lo que Harry me dijo hasta el momento, aun así, no soy capaz de entender de dónde viene esta sensación de traición y desconsuelo que me asalta cada vez que pienso en Harry y en mí como una pareja. Claramente todavía me falta una pieza fundamental de este rompecabezas mental que tengo, pero no soy capaz de descubrir cuál es. Desafortunadamente, esto no es algo que pueda descubrir por el momento y, honestamente, no tiene sentido seguir pensando en ello cuando la respuesta no acudirá a mi mente de todos modos.

No encontrando nada más que nuevas interrogantes con esta entrevista, la dejo sobre la mesa de luz y tomo el pequeño frasco cilíndrico que hay sobre ella. El contenido del recipiente es una especie de ungüento que tiene un olor mentolado, pero no tengo idea de qué es lo que hace y el contenedor no tiene ninguna etiqueta que indique para qué sirve. Temiendo cuáles podrían ser las consecuencias de tocarlo, vuelvo a dejarlo donde estaba y salgo del dormitorio. El trayecto hasta la cocina se me hace muy corto, y antes de lo esperado, me encuentro junto a la mesa de la isla, mientras observo a Harry tararear con alegría una canción, y a la vez, encargase de cocinar unos panqueques.

Y solo necesito ver el plato colocado sobre la mesa de la isla con esos panqueques dorados, para saber que algo está terriblemente mal en esto. Mi ceño se frunce automáticamente al ver esta comida frente a mis ojos e, inexplicablemente, mi pecho se llena de una sensación desgarradora que me deja luchando conmigo mismo por tomar bocanadas de aire. Harry, completamente ajeno a lo que está perturbándome, se gira para colocar otro plato sobre la mesa, aunque se percata de inmediato de la situación en la que me encuentro, porque rápidamente se acerca a mí con el rostro repleto de preocupación.

─¿Draco? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

Una mano pequeña se coloca sobre uno de mis brazos para llamarme la atención, y eso parece ser suficiente para apartarme de este ataque mental que estaba impidiéndome respirar. Parpadeo varias veces para despertar de este trance en el que caí sin mi consentimiento, y cuando creo que seré capaz de hablar sin quebrarme en el proceso, me giro hacia Harry y le respondo con gran confusión.

─Sí, estoy bien. Es sólo que… ─Hago una pausa para pensar cómo expresar lo que pasa por mis emociones, y cuando consigo encontrar unas palabras que se ajustan a ello, retomo la explicación. ─es sólo que, inexplicablemente, ver esos panqueques sobre la mesa me llenó de unas sensaciones horribles. Siento tristeza, molestia y mucha angustia. Todo a la vez. No tiene sentido, ¿verdad?

Observo a Harry con un signo de pregunta grabado en mi rostro, creyendo que, quizás, él tenga conocimiento del motivo por el cual me perturbaron tanto unos simples panqueques, y Harry no me defrauda, porque después de superar la confusión inicial, sus ojos se llenan de lágrimas y su mirada está cargada de arrepentimiento.

─Creo que sé por qué te sientes así.

Harry cierra los ojos con fuerza, como si estuviera preparándose para confesar un secreto que realmente lo avergüenza, y justo cuando termina de reunir el valor suficiente para contarme la verdad, somos interrumpidos por el fogonazo verde esmeralda de la chimenea. Segundos después, Pansy y Blaise atraviesan la sala de estar completamente inmaculados.

─¿Lo ves? ¡Te dije que era muy temprano para que viniéramos! ¡Ellos ni siquiera han desayunado todavía!

Pansy dice esto con un rodar de ojos, mientras le dirige a su marido una mirada de suficiencia. Blaise, por su parte, sólo la observa con una sonrisa astuta durante unos segundos, antes de decir algo que me dejará riendo por lo bajo, especialmente cuando veo la forma en la que Pansy parece querer asesinar a su esposo con la mirada.

─Y ese es justamente el motivo por el cual vinimos tan temprano, mi querida esposa.

Pansy se da cuenta de inmediato que Blaise sólo quería llegar temprano para poder comer el desayuno de Harry, por lo cual comienza a regañarlo. Habiendo perdido la oportunidad para que Harry me confiese el motivo de mis extraños sentimientos hacia los panqueques, y sin ver una manera amable de echar a mis amigos de aquí, suelto un suspiro e interrumpo su discusión antes de que esto se descontrole.

─Pueden quedarse a desayunar, no es ninguna molestia. Estoy seguro de que a Harry no le importará cocinar para dos personas más, ¿verdad?

Me giro hacia Harry con la mirada suplicante más intensa de mi repertorio y eso me gana un asentimiento de parte de él, sin embargo, Harry parece bastante distraído cuando dice: ─No es ningún problema. Iré a preparar más panqueques.

Ver a Harry tan ensimismado y con algo que claramente lo entristece genera una gran preocupación dentro de mi pecho, pero no puedo ir tras él para obtener una respuesta a su comportamiento porque Blaise y Pansy se acercan hasta donde me encuentro para explicarme por qué están aquí.

─Seguramente estarás preguntándote por qué estamos aquí, cariño. ─Pansy dice esto mientras toma asiento en uno de los taburetes junto a la isla. Al ver que yo asiento para hacerle saber que la escuché, ella continúa explicando. ─Bueno, como claramente no recuerdas nada todavía, se nos ocurrió que…

─Espera un segundo. ─La interrumpo sin comprender cómo pudo saber que no recuperé mis recuerdos, siendo que todavía no le dije eso. ─¿Cómo supiste que no recuperé mis recuerdos? No te lo he dicho aún.

Pansy, por su parte, me observa con una mirada cargada de exasperación, antes de decir algo que nos dejará a Harry y a mí bastante sonrojados.

─¿Cómo lo sé? Eso es bastante obvio, ¿no crees? Si hubieras recuperado tus recuerdos, Blaise y yo los habríamos encontrado follando como conejos sobrexcitados.

─Touché.

Digo esto último con resignación, sabiendo que Pansy puede tener algo de razón en ello, aunque eso no evita que Harry siga sonrojándose con alarmantes niveles de rojo. Pansy, afortunadamente, parece apiadarse de nosotros y no continúa mofándose, por el contrario, prosigue explicando el motivo de su presencia aquí.

─Como estaba diciendo, sabemos que no recuperaste tus recuerdos todavía, así que se nos ocurrió que podríamos intentar despertar recuerdos de tu vida pasada mostrándote objetos que sean significativos para ti.

─¡Esa es una grandiosa idea, Pansy!

Pansy sonríe con suficiencia ante mi cumplido, y después de agradecerle a Harry por el plato de panqueques que coloca frente a ella, continúa explicándome qué tienen intenciones de mostrarme.

─Invitamos a Greg para que se uniera a esto, pero nos dijo que hoy tendría una cita con el oficial Dursley y quería prepararse para esta noche. Nos dijo que tú lo entenderías.

Asiento para hacerles saber que estoy de acuerdo con Greg, mientras me felicito internamente por haber reunido a esos dos que parecen hechos el uno para el otro, y luego vuelvo a prestar atención a lo que Pansy está diciendo.

─De todos modos, Greg nos brindó varias ideas sobre qué mostrarte. ¿Quién hubiera dicho que él se volvería tan sabio con el correr del tiempo?

Blaise asiente para darle la razón, pero puedo ver que toda su concentración está puesta en saborear cada bocado de los panqueques que Harry preparó para él. Riendo internamente, tomo mis cubiertos y doy el primer bocado a este delicioso desayuno, y a pesar de que los panqueques de Harry están perfectamente sabrosos, no puedo evitar que una pequeña punzada se instale dentro de mi pecho. No tengo idea de por qué esta comida me genera tantos sentimientos de tristeza, pero así lo hace. De todos modos, y para mi mayor desgracia, no podré saber con certeza el porqué de ello hasta que no recupere mis recuerdos. Creyendo que la idea de Pansy podría ser capaz de ayudarme a recuperar mis recuerdos, continúo desayunando para que podamos ponernos a ello cuanto antes.

El desayuno pasa rápidamente en una charla amena sobre los chismes más jugosos de la farándula, algo que, al parecer, fascina a Pansy, y cuando terminamos, vamos a sentarnos sobre el sofá.

─Muy bien, mientras Harry se encarga de limpiar el apartamento o de hacer lo que tenga que hacer, nosotros haremos que recuerdes; así que largo, Potter. No tienes nada más que hacer aquí.

Harry rueda los ojos al haber sido despedido de esa manera tan tajante, pero, de todos modos, hace como Pansy le dice y va a limpiar el desastre que quedó en la cocina después del desayuno. Y yo ni siquiera tengo tiempo de sentirme mal por él porque, de inmediato, Pansy saca una caja de su bolsillo y la agranda con su varita para que recupere su tamaño. Una vez que lo consigue, la abre y de ella saca un sinfín de objetos que tienen alguna conexión con mis recuerdos.

El primer objeto que me entrega es una fotografía de nosotros tres, una que debe haber sido tomada unos años atrás porque el corte de cabello de Pansy es diferente. Y así comienza nuestra odisea para recuperar mis recuerdos. Cada objeto que sale de la caja viene acompañado por una explicación minuciosa de Pansy y Blaise sobre lo que representa el objeto y el momento en el cual ocurrió. Infinidad de fotografías, medallas, dibujos, e incluso, insignias, son depositados en mis manos y traen consigo anécdotas y explicaciones que consiguen sacarnos risas y suspiros entristecidos, pero, desafortunadamente, nada de ello logra recuperar ni uno solo de mis recuerdos.

─¡Oh! ¡No puedo creer que Greg haya guardado una de estas! ─Dice Pansy dando una fuerte carcajada, a la cual también se suma Blaise cuando observa el objeto de la discordia, el cual resulta ser una pequeña insignia que dice 'Potter Apesta'. ¿Por qué una insignia bastante insultante para mi novio debería ser algo que me traiga recuerdos? Afortunadamente, Pansy y Blaise dejan de reír y me cuentan la historia detrás de ella. ─Estas insignias las hiciste en cuarto año para molestar a Potter después de que el Cáliz de Fuego lo eligiera como uno más de los campeones del Torneo de los Tres Magos.

Y así continúa la explicación sobre varias de las ideas que tuve para molestar a Harry. Con todo lo que estoy escuchando, me sorprende que Harry todavía quiera salir conmigo. Por lo visto, fui un grandísimo imbécil con él en el pasado. Un pequeño rastro de miedo se apodera de mi ser al pensar que Harry podría revivir todo esto dentro de su mente y arrepentirse de estar conmigo, pero esto, para mi mayor fortuna, no sucede, porque Harry sólo ríe al escuchar estas historias y, por el contrario, aporta algunas más a esta infinidad de recuerdos en la que estamos rodeados.

Pansy y Blaise dejan de reír después de la última historia que Harry nos cuenta, y luego rebuscan entre la infinidad de objetos que tienen por algo que todavía no me hayan mostrado. Pansy parece haber encontrado algo, porque suelta un sonido victorioso, y dice: ─¡Oh! ¡Mira esto, Draco! ¡Sabía que la había guardado en alguna parte!

Pansy me entrega una fotografía en la que me encuentro conversando y riendo con un joven muy apuesto, y reconozco que debe haber sido tomada durante mi cuarto año en Hogwarts, porque el chico tiene una capa gruesa como la que, aparentemente, visten los alumnos de Durmstrang según otras fotografías que me mostraron.

─¿Quién es él?

Le pregunto a Pansy, mientras observo a Harry apretar la mandíbula y su rostro llenarse con algo que claramente son celos. Blaise, por su parte, suelta un suspiro resignado y se recuesta sobre el sofá, como si estuviera armándose de paciencia para lo que vendrá a continuación. Y realmente fue una sabia decisión porque, de inmediato, Pansy se entusiasma y comienza su explicación con un frenesí que la deja dando pequeños rebotes en su lugar.

─Él es Nikola Aleksiev. Tuviste un pequeño romance con él en cuarto año. Nada serio, era todo puramente sexual. Él fue el que te enseñó a chuparla y con quien tuviste tu primera vez. Pero, ¿cómo no hacerlo? ¡Nikola tiene el mejor trasero que he visto en mi vida! ¡Sólo míralo!

Los celos de Harry parecen haber cruzado alguna clase de límite con el último comentario de Pansy porque se cruza de brazos y le lanza una mirada completamente irritada a mi amiga.

─¿Era realmente necesario que trajeras esa fotografía?

Harry suelta esto con los dientes apretados y con una molestia que es, prácticamente, palpable. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Pansy no se ve intimidada por ello, y simplemente le regala una mirada despectiva, antes de soltar algo que dejará a Harry gruñendo con furia en el sillón.

─Sí, Potter, realmente es necesario mostrarle esta fotografía porque esto podría despertar algún recuerdo en Draco y, además, tu mayor preocupación debería estar puesta en hacer recordar a tu novio, y no en tus celos infundados. ─Pansy termina su reprimenda con un rodar de ojos, a la vez que vuelve a mostrarme la fotografía. ─Además, el culo de Nikola realmente es algo digno de recordar. Honestamente, Draco, no he visto a nadie con un culo mejor que él. Fuiste un gran afortunado de poder verlo, tocarlo y follarlo.

Harry observa enfadado a Pansy, y al ver que la esposa de Blaise parece tener un extraño fetiche con el trasero de este hombre, trata de buscar un aliado en mi amigo moreno. No obstante, y para desgracia de Harry, Blaise sólo se encoge de hombros con resignación, y dice: ─Es verdad, hombre. Por mucho que nos pese, el bastardo tiene un buen trasero del cual presumir.

Suelto una carcajada al ver la mirada de traición que Harry le lanza a Blaise, y eso es suficiente para que mis amigos se sumen a mi ataque de risas. Cuando todos conseguimos calmarnos, me aclaro la garganta e intento apaciguar a la bestia de los celos que, por lo visto, vive dentro de Harry.

─Bueno, ciertamente no recuerdo a este tal Nikola Aleksiev, pero algo me dice que él no tiene el mejor trasero que he visto, sentido y follado en mi vida.

Y con eso dicho, me encargo de lanzarle una mirada intensa a Harry que consigue hacerlo sonrojar. Pansy observa este intercambio que estamos teniendo y rueda nuevamente los ojos, antes de decir algo que es mitad broma y mitad verdad. ─¡Puaj! ¡Ustedes dos están tan enamorados el uno del otro que es casi vomitivo!

Blaise suelta una risita ante las palabras de su esposa, y Pansy aprovecha esta distracción que nos produjo su reprimenda para continuar mostrándome fotografías que puedan hacerme recordar. El resto de la mañana pasa, y por mucho que esté intentándolo, no consigo recordar absolutamente nada de lo que ellos me muestran, y para cuando la hora del almuerzo llega, Pansy y Blaise se marchan a su mansión sin haber podido despertar ni uno sólo de mis recuerdos. Decir que no me encuentro desilusionado sería una absoluta mentira, pero me obligo a mantenerme fuerte y no demostrar nada de las dudas y preocupaciones que comienzan a llenar mi mente. Harry también parece encontrarse bastante desilusionado con esta situación, sin embrago, trata de fingir una seguridad que claramente no está sintiendo al acercarse a mí y cambiar el tema de conversación.

─Ya es la hora del almuerzo, pero no tenemos prácticamente nada que comer. Vamos a tener que ir a la tienda a comprar comida.

─De acuerdo.

Asiento para hacerle saber que estoy de acuerdo con él, pero en el mismo momento en el cual comenzamos a dar media vuelta para buscar abrigos que ponernos, la chimenea vuelve a encenderse y por ella atraviesa una mujer alta, delgada y muy elegante a la cual, obviamente, no reconozco; aunque esta mujer sí parece conocerme porque acorta la distancia que nos separa para darme un fuerte abrazo.

─¡Draco! ¡Estás a salvo! ¡Oh, gracias a Merlín!

La mujer parece notar la incomodidad que está brindándome este intercambio de afecto, porque rápidamente se aparta y me observa con gran tristeza.

─¡Oh! Lo siento mucho, querido. Seguramente debes estar muy confundido y preguntándote quién soy. ─Dice la mujer con un tono de voz apenado, mientras me observa de arriba hacia abajo, como si estuviera asegurándose con ello de que me encuentro en perfecto estado físico. Su examen visual parece haber dado los resultados que esperaba porque se acerca y me extiende una mano, antes de decir: ─Mi nombre es Andrómeda Tonks. Soy una de las hermanas de tu madre.

─Encantado de conocerte, Andrómeda.

Le digo esto tomándole la mano y dándole un beso sobre el dorso de esta última. No sé por qué saludo a esta mujer de esa forma, pero hay algo dentro de mi mente que está diciéndome que esa es la forma adecuada de saludar a una dama. Quizás esto sea alguna clase de conducta que adquirí en el pasado pero que, en estos momentos, no puedo recordar. Andrómeda, por su parte, luce bastante abrumada por las emociones que está sintiendo, ya que sus ojos se encuentran cargados de lágrimas que, afortunadamente, no escapan de allí. Después de lo que parecen haber sido siglos, ella aparta la vista de mí, y es entonces, donde se abalanza sobre Harry para susurrarle algo, aunque puedo escuchar esto sin problema alguno desde la distancia en la que me encuentro.

─Gracias, Harry. Lo has hecho muy bien. Sabía que tú podías encontrarlo.

Harry asiente y le devuelve el abrazo, y luego se aparta de ella para poder limpiarse disimuladamente las lágrimas que corren a través de sus mejillas. Andrómeda le sonríe una vez más a Harry, y luego nos insta a sentarnos en la isla para poder comer el almuerzo que, aparentemente, trajo con ella. La comida transcurre en una charla amena, la cual, y al igual que ocurrió esta mañana, está centrada en hacerme recordar esta vida que olvidé. Diferentes historias de Teddy, el ahijado de Harry y quien, a su vez, es mi primo, son contadas por Andrómeda con la esperanza de hacerme recordar. Las historias de Teddy no generan recuerdos en mí, por lo cual Andrómeda pasa a contarme todo lo que recuerda sobre mis padres, aunque esto tampoco parece funcionar y ningún recuerdo acude a mi mente.

Después de que todos terminamos de almorzar y limpiar, Andrómeda se despide de nosotros no sin antes prometernos que buscará fotos de mis padres de cuando ellos eran jóvenes para enviármelas. Quizás, y con un poco de suerte, verlas pueda despertar algún recuerdo perdido. Le agradezco a Andrómeda por ello, y cuando las llamas se llevan a mi tía de regreso a su casa, me digo a mí mismo que debo hacer todo lo que esté a mi alcance para recordar pronto a estas personas. Todos ellos realmente se merecen que los recuerde por completo porque no han sido nada más que amables conmigo.

Y justo cuando este último pensamiento asalta mi mente, la chimenea vuelve a encenderse y por ella atraviesa un hombre alto y bastante apuesto que lleva consigo siete libros apilados entre sus brazos. El hombre se aproxima hasta la mesa frente al sofá sin decir nada y deja los tomos sobre ella, luego, se acerca hasta donde yo me encuentro y me da un fuerte abrazo.

─Es bueno verte, Draco. ─El hombre se aparta después de darme un último apretón sobre el hombro, y posa su atención en Harry, quien está observándonos sin un pequeño rastro de preocupación en su bello rostro, por lo cual asumo que este desconocido no representa un peligro para nosotros. ─Gracias por encontrarlo, Potter. Sabía que podías hacerlo.

Harry estrecha la mano que el hombre le extiende para saludarlo, y luego vuelve a acercarse a mi lado. Y a pesar de que puedo ser capaz de percibir el calor corporal de este gatito rozándome el brazo, mi atención se encuentra puesta únicamente en conocer la identidad del hombre que apareció en nuestro apartamento. Afortunadamente, no debo esperar demasiado por una respuesta, porque el hombre comienza a explicar quién es.

─Seguramente debes estar preguntándote quién soy.

Este hombre que no recuerdo dice estas palabras con un tono amable y vuelve a sonreírme con calidez, y yo no comprendo de dónde viene este sentimiento, pero no puedo evitar pensar en él como alguien con el cual mantuve una relación fraternal en esa vida que no recuerdo. Se siente como si él fuera una especie de hermano mayor para mí.

─Mi nombre es Adrian Pucey. Hemos sido amigos desde que ingresaste al equipo de Quidditch en Hogwarts; pero no sólo soy tu amigo, también soy tu editor. No sé si ya te han puesto al tanto de esto, pero eres un escritor. Y uno muy reconocido, para el caso.

─Sí, Harry ya me contó algo sobre eso.

─¡Excelente! ─Adrian exclama esto con emoción y algo de alivio, a la vez que me señala con un dedo la pila de libros que dejó sobre la mesa de café. ─Te traje una copia de cada uno de los libros que has escrito. Quizás, si vuelves a leerlos, alguno de tus recuerdos regrese. No estoy seguro de que mi idea vaya a funcionar, pero no perdemos nada por intentarlo, ¿verdad?

─Estoy de acuerdo contigo. Gracias, Adrian.

Le digo con amabilidad, pero no estoy seguro que la forma en la que me dirigí a él sea la misma en la que suelo hacerlo, porque los ojos de Adrian se llenan de tristeza y evita adrede mi mirada. Un silencio incómodo se extiende por la sala, y luego de que Adrian nos hace prometerle que le informaremos de cualquier cambio que ocurra en esta situación en la que me encuentro, desaparece a través de la chimenea y en dirección a la editorial para la que trabaja.

Nuevamente, nos quedamos solos en la sala de estar, pero eso no significa que podré encontrar una respuesta a la forma en la que reaccioné esta mañana en el desayuno, porque Harry vuelve a acercarse a mí con otras intenciones en mente.

─Realmente deberíamos ir de compras, Draco. Tenemos las alacenas y el refrigerador completamente vacíos, y dudo que Andrómeda vuelva a salvarnos cocinándonos algo para la cena.

Asiento para hacerle saber que estoy de acuerdo con él, y una vez más, hacemos el intento de buscar nuestros abrigos. Por fortuna, esta vez no somos interrumpidos por visitas inesperadas, y en unos pocos minutos, estamos saliendo hacia las frías calles londinenses con el fin de comprar alimentos. Para mi mayor felicidad, no debemos caminar demasiado, porque a unas pocas cuadras de distancia encontramos un amplio mercado muggle. Harry se apresura a tomar uno de los carros para que podamos colocar nuestras compras, y con gran destreza, lo arrastra frente a él mientras toma productos de los estantes. Al ver que Harry parece saber lo que está haciendo, dejo que él se encargue de las compras y me dedico a observar todo con curiosidad. Diferentes alimentos son colocados dentro de nuestro carro, pero los únicos que llaman mi atención son aquellos que poseen chocolate en ellos. Lo más disimuladamente que puedo, agrego galletas bañadas y barras gigantes de distintos tipos de chocolate, aunque esto no pasa desapercibido para Harry.

─¿Acaso estás planeando comprar todo el chocolate de la tienda? ─Harry rueda los ojos al decir esto, y sólo se detiene para añadir varias latas de salsa de tomate al carro; luego, continúa con su reprimenda. ─Te hará mal comer tantos dulces, Draco.

Y a pesar de haberme reprendido por ello, Harry no devuelve nada de lo que añadí al carro y simplemente camina hasta alcanzar una de las cajas desocupadas para poder pagar nuestras compras. Sonrío internamente al ver la facilidad con la que Harry no parece ser capaz de negarme nada, y siento una abrumadora sensación de orgullo apoderarse de mi ser, pero estos pensamientos desaparecen rápidamente de mi mente cuando veo a Harry luchando con el peso de las bolsas. Inmediatamente, me apresuro a quitarle todas las compras, y sólo cuando estoy saliendo del establecimiento, me doy cuenta de que Harry no es el único capaz de negarse a hacer algo que le pida. Al parecer, y debido a la forma en la que acabo de actuar, Harry tiene un absoluto control sobre mí también, a tal punto de no necesitar decirme nada para que yo haga como él desea. Saber que ambos estamos dispuestos a todo con tal de ver felices al otro me tranquiliza y me deja con una sensación de alivio recorriéndome por completo. Realmente no me hubiera gustado estar en una relación en la cual alguien tenga mayor poder sobre el otro.

La sonrisa agradecida y cargada de cariño que Harry me da una vez que tomo todas las bolsas de sus manos es mucho más satisfactoria de lo que esperaba y me deja con el pecho desbordante de felicidad. Tratando de despejar mi cabeza de estos pensamientos cursis, comienzo a caminar de regreso por la calle que vinimos, pero Harry me detiene al tomarme del brazo y arrastrarme hacia un callejón poco concurrido junto al mercado. Una vez dentro, y después de asegurarse de que nadie está viéndonos, Harry mueve su mano en el aire y las bolsas con las compras desaparecen por arte de magia.

─No te preocupes, sólo las envié a nuestro apartamento.

Harry dice esto entre medio de una adorable risita al ver mi rostro cargado de pánico, luego, y para mi mayor sorpresa, se acerca con timidez y me toma de la mano hasta hacer que nuestros dedos queden entrelazados. Y sólo puedo ser capaz de darle un rápido vistazo a nuestras manos entrelazadas, antes de ser arrastrado en dirección opuesta a la que nos llevará de regreso a nuestro apartamento. Caminamos en silencio por lo que parecen ser horas enteras, aunque sólo transcurren unos pocos minutos, y justo cuando estoy a punto de detenerme y exigirle una explicación a su extraño comportamiento, Harry se detiene junto a una tienda que parece ser alguna especie de bazar muggle.

Harry se muerde el labio con incertidumbre y eso genera dentro de mi ser unos irrefrenables deseos por besarlo hasta quedarnos sin aliento. Desafortunadamente, no puedo hacer realidad mis pensamientos porque Harry se apresura a ingresar dentro de la tienda, y como todavía tenemos nuestras manos entrelazadas, no tengo más opción que seguirlo.

─Sé que debes estar preguntándote por qué estamos aquí.

Harry dice esto con un suave murmullo, mientras me arrastra por estos pasillos interminables que se encuentran repletos de cientos de objetos decorativos para el hogar, y no puedo evitarlo, pero algo me dice que no es la primera vez que pongo un pie sobre este establecimiento. Mis sospechas quedan confirmadas cuando Harry continúa explicándome el motivo por el cual estamos aquí.

─Vinimos unos días atrás para comprar todo lo necesario con lo cual armar nuestro árbol de Navidad. Por ese entonces, el lugar estaba lleno de adornos navideños y de árboles de todo tipo y tamaño. ─Harry se detiene junto a un lugar donde hay cestas para poder colocar las compras, y me observa con un ligero sonrojo tiñendo sus mejillas, antes de decir: ─Se me ocurrió que, si te traía aquí, quizás algún recuerdo de esa tarde pueda volver a ti.

─Esa es una grandiosa idea, Harry.

Le sonrío con cariño al ver toda la desesperación y necesidad que Harry siente por hacerme recordar detrás de ese intento de parecer despreocupado, y sin pensar en lo que hago, aprieto nuestros dedos entrelazados y con la mano que tengo libre aparto un mechón de pelo de la frente de Harry hasta que la cicatriz en forma de rayo queda al descubierto. La misma se me hace conocida y siento mis recuerdos empujando contra mi sien para hacerme recordar, aunque ninguno de ellos consigue escapar de mi prisión mental. Por fortuna, Harry se encuentra lo suficientemente distraído con mi intento de caricia y no se percata de la gran frustración que estoy sintiendo por dentro.

─¿Puedo ayudarlos en algo? ¡Oh! Es bueno verte de nuevo, guapo.

Nos sobresaltamos al escuchar la voz de una de las empleadas del lugar, y cuando me giro, veo que la misma es una hermosa muchacha de largo cabello negro y piel morena quien, al parecer y según lo indica el cartel que lleva prendido del lado derecho de su remera, se llama Emily. Harry parece completamente fuera de sí al escucharla llamarme de esa forma, y esto queda evidenciado en la mirada cargada de molestia e irritación con la cual está observándola. La chica parece notar de inmediato la situación en la que se metió, especialmente cuando su vista viaja a nuestras manos entrelazadas, y eso es más que suficiente para dejarla con la boca abierta en sorpresa y algo que se asemeja a la desilusión.

─No, no necesitamos tu ayuda. ─El tono peligroso con el que Harry le contesta a la pobre chica consigue sobresaltarla y hacerla retroceder unos cuantos pasos, aunque eso no es lo que más me descoloca de toda esta extraña situación. No, lo que termina de dejarme completamente confundido es la forma en extremo empalagosa con la que Harry comienza a dirigirse a mí, una con la que jamás lo escuché hablarme en todas las horas que hemos pasado juntos hasta ahora. Es casi como si estuviera haciendo hasta lo imposible para demostrarle a esta mujer que los dos estamos juntos. ─Vamos, amor. Quiero comprar un nuevo marco para nuestra foto de la sala, y creo haberlos visto en el otro pasillo.

Y con eso dicho, Harry vuelve a arrastrarme por otro corredor de la tienda que, como bien predijo, se encuentra repleto de marcos para fotografías. Harry finge observar detenidamente cada uno de ellos, aunque desde la corta distancia que nos separa, puedo ver con claridad el obvio sonrojo que se ha apoderado de su rostro. Y realmente no lo comprendo. No comprendo el motivo por el cual él está actuando de esta forma. ¿Por qué se siente tan avergonzado por lo que acaba de hacer? Sí, es cierto que su obvio ataque de celos podría ser algo capaz de hacer sonrojar a una persona, pero algo me dice que Harry no se siente avergonzado por esto, sino por otra cosa. Y si esto es así, ¿por qué se siente avergonzado? Él no hizo nada más que llamarme con un apodo cariñoso. ¿Por qué esto sería un motivo para avergonzarse? Y sólo cuando me asalta el recuerdo de Harry llamándome 'amor', me doy cuenta del motivo por el cual él parece tan avergonzado por ello. Claramente, esa no suele ser una palabra que Harry utilice para llamarme, de hecho, esta parece ser la única explicación lógica que encuentro a su actual comportamiento.

Mi mente vuelve a repetirme a Harry llamándome 'amor' y eso es lo único que necesito imaginar para que una boba sonrisa se extienda por todo mi rostro. Realmente me gusta como suena esa palabra en boca de este adorable gatito, especialmente porque está dirigida hacia mi persona. Harry, por su parte, permanece ajeno a los pensamientos que me asaltan y simplemente se gira hacia mí para mostrarme el marco plateado que eligió para nuestra fotografía. Asiento para hacerle saber que puede llevarlo si así lo desea, y eso me gana una sonrisa emocionada de parte de Harry. Honestamente, él podría haberme pedido que le compre la tienda entera con esa hermosa sonrisa que me dio, y yo lo habría hecho sin dudarlo.

Harry aprieta mi mano entre las suyas y vamos hacia una de las cajas para pagar. La misma está siendo atendida por un joven muy atractivo de cabello castaño y que tiene unos ojos azules muy bonitos, aunque las claras ojeras de cansancio que tiene consiguen opacar bastante el atractivo de este hombre. El joven nos sonríe y guarda el marco dentro de una bolsa, y cuando hago el intento de pagar, Harry se apresura a sacar dinero y se lo entrega al chico. Luego, y sin darme tiempo a registrar lo que ocurre, vuelve a arrastrarme hacia la salida. Por algún motivo que no comprendo, Harry no parece demasiado contento con este joven, aunque esto no es algo que me preocupe por el momento. No, lo que acapara toda mi atención es el hecho de no haber sido capaz de despertar ningún recuerdo de mi pasado. Al parecer, la idea de Harry no tuvo éxito y mis recuerdos permanecen igual de olvidados que antes de ingresar en esta tienda. Harry parece estar pensando en lo mismo que yo, porque suelta un suspiro resignado, y después de que encuentra un callejón vacío en el cual ocultarnos, nos vuelve a aparecer dentro de nuestro apartamento.

Mis pies aterrizan sobre el suelo de la sala, y si bien todavía siento una sensación desagradable en mi estómago cada vez que nos aparecemos, la misma comienza a ser cada vez más ligera. Por lo visto, estoy comenzando a acostumbrarme a la aparición. Un rápido vistazo a la mesa de la isla me indica que Harry no estaba mintiéndome cuando dijo que enviaría las bolsas de nuestras compras aquí, ya que todas se encuentran sobre ella y esperando a ser ubicadas en las alacenas. Harry deja el marco junto a los libros que trajo Adrian esta tarde, y comienza a guardar toda la mercadería en sus respectivos lugares. Sin embargo, él es tan bajito que no consigue llegar a las alacenas más altas.

Mis ojos no pueden apartarse de la imagen adorable que representa Harry, el cual se encuentra parado sobre la punta de sus pies para conseguir alcanzar una de las alacenas superiores. Realmente, verlo luchar consigo mismo debido a su baja estatura es algo muy tierno, pero, de todos modos, me niego a que siga en esta situación incómoda, incluso si verlo de esta forma está llenándome el pecho de agradables sensaciones. En dos grandes zancadas, consigo pararme a su lado y tomar de sus manos la caja de galletas que él estaba intentando colocar sobre la alacena. Sin mayor esfuerzo, elevo mi brazo y consigo colocarlas en su lugar. Harry se sonroja ante esto, aunque, por fortuna, no menciona nada al respecto y simplemente se encarga de guardar el resto de cosas que no requieren ser ubicadas en las alacenas superiores. Con mi ayuda, guardamos todo en cuestión de minutos, y una vez que terminamos con esto, Harry se ofrece a hacer té para los dos.

Harry prepara dos tazas de la forma exacta en la que nos gusta tomar nuestro té, y en el mismo momento en el cual estamos a punto de comenzar a beber esa infusión relajante, la chimenea vuelve a encenderse y por ella atraviesa un hombre pelirrojo, bastante musculoso y muy pecoso que se sorprende en demasía al verme sentado en el sofá. Sin embargo, su sorpresa no se compara en lo absoluto con la extrema confusión y nerviosismo que Harry parece estar sintiendo cuando dice: ─¿Charlie? ¿Qué haces tú aquí?

No tengo idea de quién es este tal Charlie, pero por algún motivo que no alcanzo a comprender del todo, no me agrada en lo absoluto. No entiendo el porqué de mis sentimientos, sólo sé que la simple vista de este hombre pelirrojo me ha dejado con una sensación muy desagradable en el pecho, una que se encuentra cargada de un odio profundo y unos deseos incontrolables de lastimarlo, de hacerlo desaparecer de la faz de la tierra antes de que él me arrebate lo más importante que tengo en esta vida.

¿Quién es este tal Charlie? ¿Y por qué la mirada de Harry viaja desde él hacia mí con marcado terror, como si temiera que un sucio secreto estuviera a punto de ser desenmascarado con la sola presencia de este hombre pelirrojo en nuestro apartamento?


Aclaraciones dentro del capítulo: Nikola Aleksiev, Emily y el cajero atractivo, son de mi entera invención. Sí, Emily y el cajero atractivo son los mismos que aparecieron en el capítulo cuatro de 'Constelaciones'.


Notas finales: muchas gracias a todos por leer. Espero que el capítulo les haya gustado. ¡Nos leemos la semana que viene!