Nota del autor: Este capítulo es Rated M: No recomendado para menores de 16 años por contener temas adultos leves y sexo explícito. Cumplo con avisar. Disfruten.


Una vez dentro de la habitación, Kate lo guio hasta el borde de la cama y, con una leve presión sobre su pecho, lo obligó a sentarse con un gesto tan decidido como seductor. Una sonrisa juguetona curvó sus labios, reflejando la confianza que sentía en ese momento, el deseo latente que vibraba entre ellos. Sin apartar la mirada de la suya, se deslizó sobre él con una elegancia natural, acomodándose con sus piernas a ambos lados de su cuerpo. La proximidad entre sus pelvis era apenas un roce, pero suficiente para encender un fuego lento, un hambre contenida que comenzaba a consumirlos.

Tomó el rostro de Jack entre sus manos y lo besó con una intensidad que demostraba todo lo que había anhelado ese momento desde la última vez. Sus labios no solo ardían de deseo, sino que sellaban una entrega absoluta, un abandono de toda barrera entre ellos. Se entrelazaron con urgencia, explorándose con hambre, con la certeza de que cada caricia era una reafirmación de que pertenecían al otro. Sus lenguas se rozaban en un juego lento y provocador, deslizándose entre sus labios como si buscaran sellar con el cuerpo lo que el alma ya sabía.

El mundo exterior se desvaneció, dejándolos suspendidos en un espacio donde solo existían ellos, el latido acelerado de sus cuerpos y la adrenalina que los envolvía en su propio ritmo—una danza de sensaciones que apenas comenzaba.

Jack deslizó sus manos por la espalda de Kate, recorriéndola con la devoción de quien reclama lo que es suyo. Sus dedos exploraron cada curva hasta encontrar la firmeza de sus nalgas, que encajaban perfectamente entre sus palmas. Con movimientos lentos pero decididos, comenzó a guiarla sobre su erección creciente, marcando un compás delicioso que ella no tardó en seguir.

Kate se movió con una cadencia natural, su cuerpo respondiendo instintivamente a la presión de sus manos. Sus caderas dibujaban un ritmo lento, irresistible, que hacía que Jack empezara a perder la noción de todo—todo, excepto la sensación embriagadora de ella sobre él. Cada roce, cada movimiento provocaba en su mente destellos de lo que aún estaba por venir.

Poco a poco, la ropa dejó de ser un obstáculo entre ellos. Jack deslizó el dorso de sus manos por la piel de Kate, rozando con sutileza la curva de sus senos mientras se abría paso hacia los primeros botones de su blusa. Con destreza, los fue desabrochando uno a uno, su boca trazando un camino de besos desde la línea de su mandíbula hasta el hueco de su cuello. El contacto húmedo y cálido de sus besos la hizo estremecer y un escalofrío recorrió su espalda cuando el aire fresco rozó su piel expuesta.

Cuando la última atadura cedió, Kate dejó que la prenda resbalara lentamente por sus hombros, revelando la tersura de sus pechos a los ojos hambrientos de Jack. Sus ojos se oscurecieron con una mezcla de deseo y adoración antes de que ella tomara la iniciativa, deslizando las manos por el torso de él hasta encontrar el borde inferior de su camisa. Con un movimiento rápido, cargado de impaciencia y necesidad, se la quitó, dejando al descubierto la calidez de su piel contra la suya.

Aprovechando la inercia del momento, Kate dejó un rastro de besos descendiendo lentamente por su cuello hasta su pecho. Con cada roce de sus labios, su piel se calentaba bajo su contacto, mientras el perfume de él se impregnaba en su boca, llenándola de su esencia. Jack dejó escapar un suspiro entrecortado, su respiración alterándose con cada beso. Entonces, con una urgencia deliciosa, Kate llevó sus manos hasta su cinturón, desabrochándolo con destreza antes de bajar la cremallera. Sus dedos se deslizaron con seguridad, explorando sin titubeos hasta encontrar el calor firme y expectante de su miembro, pulsante y reactivo a su toque, demandando toda su atención.

Kate comenzó con movimientos suaves y pausados, estudiando con atención y precisión cada reacción de Jack, ajustándose instintivamente al ritmo que su propio cuerpo le marcaba en respuesta. Pronto, la cadencia se volvió más continua, más profunda, desatando una oleada de placer que lo atrapó por completo. Jack no pudo evitar dejar escapar un gemido ronco, sintiendo cómo la sensación lo consumía desde dentro. Repentinamente sintió cómo el control se le escapaba, su espalda arqueándose ligeramente mientras su cabeza caía hacia atrás, los ojos cerrados y dejándose arrastrar por la corriente de placer que lo recorría de pies a cabeza.

"Dios, Kate... eres increí—Oh..." Jack intentó hablar, pero su voz se quebró en un jadeo entrecortado cuando la mano de Kate lo envolvió con un ritmo más firme y calculado, cada movimiento sumergiéndolo más en el placer. Su respiración se volvió errática, y por un momento, se sintió completamente perdido en la exquisita tortura de su toque.

Si seguía así, no duraría lo suficiente para devolverle cada sensación que ella merecía, para hacerla perderse en el mismo deseo en el que ella lo estaba sumiendo, para entregarle el placer que su cuerpo pedía sin palabras con cada provocación hacia él. Con un esfuerzo, respiró hondo y se incorporó ligeramente, buscando su mirada con urgencia. Deslizó una mano hasta su rostro, sosteniéndola con ternura, y con la otra, apoyándose en la cama para no ceder por completo a la sensación que lo estaba consumiendo. Tiró de ella suavemente hasta que sus labios quedaron a un suspiro de distancia, sus bocas recibiendo el cálido aliento del otro. Él dejó caer un beso fugaz, casi desesperado, un intento de anclarla en el momento, de llamar su atención y de hacerla sentir lo que él estaba sintiendo. Pero Kate no se detuvo, su toque seguía torturándolo con una seguridad que lo desarmaba.

"Dime lo que quieres." Murmuró Jack contra su aliento entrecortado, su voz grave y contenida por el placer, mientras su mano se deslizó hasta enredarse en su cabello.

Kate apenas escuchó la pregunta, demasiado centrada en lo que le estaba haciendo sentir, en el poder y control que tenía sobre él en ese instante.

"¿Qué?" Logró preguntar con un susurro, aunque su concentración no flaqueó—sus movimientos siguieron sin pausa, firmes y deliciosamente calculados.

Jack entrecerró los ojos, un estremecimiento recorriéndole la espalda. Sus dedos se deslizaron por su cabello con suavidad, mientras buscaba su mirada una vez más. Cuando la encontró, vio en sus ojos una carga de deseo tan intensa que le robó el aliento. Ella lo quería tanto como él a ella, lo suficiente como para no querer—no poder—detenerse en su tarea.

Kate lo besó de vuelta, hambrienta de él, como si quisiera devorarlo, como si cada segundo sin tocarlo fuera tiempo perdido. Jack dejó escapar una sonrisa entrecortada, mezcla de diversión y rendición. Kate siempre sabía cómo desafiarlo, cómo mantenerlo al borde, y él no podía hacer otra cosa en este momento más que rendirse a ella.

"Lo que sea que quieras, te lo haré." Susurró contra sus labios, su voz cargada de una promesa absoluta, de entrega pura, de hambre contenida. Necesitaba descubrirla por completo—conocer cada rincón de su placer, cada sonido que escapara de sus labios, cada secreto que su cuerpo guardara solo para él.

La sugerencia de Jack resonó en la mente de Kate y la excitó aún más. Su cuerpo respondiendo antes que su voz, estremeciéndose bajo la promesa contenida en su tono. Lo quería, lo quería de todas las formas posibles, y lo quería ya.

Sin perder un segundo, comenzó a deslizar los pantalones de Jack con una urgencia apenas contenida. En el proceso, llevó consigo su ropa interior, despojándolo por completo en un solo movimiento.

"Te necesito. Ahora." Su voz era ronca y su necesidad imposible de ocultar.

"¿Segura que no quieres que primero…?" Jack abrió la boca, dispuesto a sugerir alternativas, a prolongar la sensación hasta hacerla rogar por más. Pero entonces, el aire fresco de la habitación rozó su piel ahora expuesta y la súbita liberación de presión ahí abajo lo hizo gemir, interrumpiendo cualquier intento de hablar.

"Ahora, por favor." Lo interrumpió Kate, su tono apremiante, innegociable.

Jack dejó escapar una risa silenciosa y rendida, su mirada oscurecida por el deseo. Antes de responder, presionó un beso rápido y firme contra sus labios.

"Lo que tú quieras." Murmuró, antes de entrar en acción.

En un movimiento rápido, la sujetó por la espalda y la giró, tumbándola de espaldas sobre la cama, su cuerpo entregado completamente a él. Jack comenzó a descender sobre su piel dejando un rastro de besos húmedos, comenzando en el valle de sus pechos y descendiendo hasta la parte baja de su estómago.

Con manos seguras, desabotonó sus pantalones y deslizó la cremallera, tomándolos de los costados y tirando de ellos hacia abajo lentamente, despojándola de la última barrera que quedaba entre ambos. Mientras lo hacía, sus labios rozaban la piel sensible del interior de sus muslos, tentándola, dándole un vistazo de lo que estaba por venir.

Por un instante, consideró tomarse todo el tiempo necesario, explorarla con su boca, hacerla retorcerse de placer bajo el calor húmedo y embriagante de su lengua. Pero entonces recordó la urgencia con la que le había pedido estar dentro en ella. Su necesidad, su hambre de él.

Y Jack no tenía intención de hacerla esperar. No ahora. No esta vez.

Ya habría tiempo para saborearla.

Una vez que la última prenda cayó al suelo y sus cuerpos quedaron completamente expuestos ante el otro, Jack la atrajo de nuevo hacia sí, sus manos firmes deslizándose por su espalda desnuda.

Kate rodeó su cintura con sus piernas sin dudarlo, acercándose aún más, buscando la fricción de su centro contra el suyo, ansiosa por sentirlo sin barreras. Jack dejó escapar un suspiro entrecortado al sentirla así, tan entregada, tan desesperadamente suya.

Con un movimiento seguro, la acomodó sobre él, volviendo a tomar asiento al borde de la cama, con Kate encajada en su regazo. Sus manos recorrieron la extensión de su espalda antes de descender por sus caderas, asegurándola contra su cuerpo mientras ella encontraba la manera de acomodarse, lista para él.

Ella se alzó apenas sobre sus rodillas, buscando la altura precisa. Sus dedos, firmes pero temblorosos de anticipación, guiaron el miembro de Jack hasta su centro, cálido y listo para él. Con un movimiento lento y delicioso, descendió sobre él, dejando que la presión y el ardor exquisito la envolvieran por completo. Un gemido escapó de sus labios al mismo tiempo que Jack exhalaba un gruñido ronco de placer, sus cuerpos uniéndose en un ritmo que parecía hecho solo para ellos.

Kate deslizó las manos hasta su nuca, enredando los dedos en su suave cabello castaño, mientras sus ojos buscaban los de él. Quería que lo viera, que entendiera sin palabras que nadie más en su vida había logrado hacerla sentir así. Recordarle que el tiempo que habían perdido separados había sido una pérdida terrible para ambos y que esperaba poder vivir esto junto a él por el resto de sus días.

Jack se tomó un instante para grabar esa imagen en su memoria—Kate entregándose a él con una intensidad sagrada. Lamentó en cada beso y caricia no haber estado antes para ella. Su respiración era errática cuando llevó las manos a su espalda, deslizándolas lentamente hasta desabrochar su sujetador. Lo apartó con torpeza ansiosa y, sin dudarlo, bajó la cabeza para capturar uno de sus pechos con la boca y su lengua trazó círculos lentos sobre su pezón antes de succionarlo con exquisita devoción.

Kate arqueó la espalda, un suspiro entrecortado escapando de su garganta al sentir el calor de su boca y la presión de su lengua en la piel sensible. Jack alternó entre besos y pequeñas mordidas juguetonas, deleitándose con cada estremecimiento lograba obtener de ella.

Instintivamente, Kate comenzó a moverse a lo largo de él, sus caderas encontrando un ritmo que pronto se entrelazó con el de Jack. Lento, pero exquisitamente provocador, llenando cada espacio entre ellos de un placer que los quemaba por completo. Se aferraron el uno al otro, como si su única realidad existiera en ese vaivén embriagador, sosteniéndose a ese momento para que nunca termine, recordando todas las veces que habían fantaseado con entregarse de esta manera.

Y en ese instante, sintieron algo mucho más profundo que deseo y pasión—un amor ardiente, inconmensurable y arrasador, tan inmenso que era imposible de explicar.

Los movimientos rítmicos de Kate estaban desmoronando poco a poco la resistencia de Jack, arrastrándolo a un punto en el que apenas podía aferrarse a sí mismo. El roce de sus cuerpos, la calidez húmeda y suave envolvente de ella, el aroma de su piel impregnando cada resquicio de su juicio… Lo estaba llevando al borde.

"Kate…" Jack jadeó, su voz apenas un susurro, intentando encontrar un resquicio de cordura.

"¿Mhmmm?" Ella respondió, con los ojos cerrados, perdida en la sensación de él dentro de ella, de su cuerpo respondiendo al suyo con una precisión perfecta.

Jack dejó caer la cabeza contra su cuello, inhalando su aroma embriagador antes de deslizar una mano entre sus cuerpos, buscando el lugar donde su deseo era más intenso, donde su necesidad latía con más urgencia.

"Déjame…" murmuró contra su piel, su respiración entrecortada contra su oído mientras dibujaba pequeños círculos sobre su punto más sensible, intensificando todo lo que ella ya sentía.

Kate tembló en sus brazos, su cuerpo reaccionando de inmediato, derritiéndose a su cálido tacto. Levantó el rostro para mirarlo y asintió sin palabras, entendiendo lo que él pedía—lo que él había prometido hacer por ella.

Jack no podía seguir hablando. No quería pensar. No quería contenerse. Solo quería hacerla perderse en él del mismo modo en que él se estaba perdiendo en ella. Quería hacerla temblar, hacerla gemir su nombre, desbloquear cada secreto que su cuerpo guardaba.

Habían esperado tanto para llega a este punto. Y ahora, no se guardarían nada.

Jack deslizó una mano por la curva de su espalda antes de girarla con firmeza y cuidado, tumbándola de espaldas sobre la cama. Su alta y fuerte figura se cernió sobre ella, su presencia envolviéndola por completo.

Sin apartar la mirada de la suya, descendió lentamente, dejando un rastro de besos ardientes sobre su piel, explorándola con un anhelo que se sentía casi reverente. Su boca encontró el camino hasta el interior de sus muslos, recorriéndolos con una caricia suave, casi tortuosa, que arrancó de Kate un jadeo tembloroso.

Su respiración llenó la habitación, su cuerpo arqueándose en una súplica muda. No necesitaba decirle cuánto lo deseaba en ese instante, cuánto ansiaba perderse en la sensación de su boca reclamándola suya. Él sabía lo que hacía y no tenía ni una duda de ello, ya se lo había demostrado hace un par de días. Así que simplemente se lo dejó saber con el movimiento sutil de sus caderas, entregándose a él sin reservas.

Jack la tomó por las caderas con firmeza, sujetándola en su sitio antes de deslizar la lengua en un camino lento y preciso por su centro, provocándola, saboreándola, deleitándose en cada estremecimiento que sacudía su cuerpo en respuesta a su técnica. La besó y succionó con la mezcla perfecta de delicadeza y hambre, registrando mentalmente cada gemido que escapaba de sus labios, cada espasmo de sus piernas, cada súplica silenciosa que le indicaba que estaba exactamente donde ella lo necesitaba.

Kate hundió los dedos en su cabello, aferrándose a él como si fuera lo único que la mantenía anclada a la realidad. Su cuerpo se rindió por completo al placer que él le brindaba, sus jadeos entrecortados alimentando aún más el deseo que ardía entre ellos.

Jack adoraba cada respuesta suya, cada sonido que ella no podía contener, cada contracción involuntaria que la dejaba sin aliento y cada leve presión de sus caderas buscándolo más. Sabía exactamente cómo guiarla, cómo leer cada reacción en su cuerpo, cómo llevarla al límite sin permitirle cruzarlo todavía.

Justo cuando sintió que el momento se volvía insoportablemente intenso, Kate dejó escapar un tembloroso:

"Espera."

Jack abrió los ojos al instante, levantando la mirada para encontrarse con la suya.

"Aún no." Susurró Kate con la respiración agitada. No quería rendirse todavía, no así. Lo quería a él, entero, reclamándola de la única manera en que podían completarse.

Jack tomó aire profundamente, obligándose a encontrar la fuerza para detenerse. Su control pendía de un hilo, pero haría lo que ella le pidiera. Siempre.

"Ven aquí." Añadió Kate, extendiendo una mano para atraerlo hacia ella.

Jack trepó sobre su cuerpo, deslizando sus labios por el camino, dejando besos furtivos en sus senos antes de encontrar su boca nuevamente. Kate lo tomó por el rostro, profundizando el beso con ansia mientras lo guiaba, haciéndolo girar con ella hasta quedar de espaldas sobre la cama, a su lado.

Con movimientos lentos pero decididos, Kate se volteó de espaldas hacia él, su cuerpo alineándose con el suyo en una clara y erótica invitación. Jack entendió el mensaje de inmediato.

Acercó su boca a su cuello, dejando un rastro de besos mientras sus brazos la envolvían. Una de sus manos descendió por su abdomen, deslizándose hacia abajo con delicada paciencia por su piel hasta encontrar el punto exacto que la hacía perder la razón. El otro brazo la rodeó por el cuello y el hombro en un abrazo firme, protector.

Kate exhaló un gemido ahogado, su mano guiando la suya de vuelta a donde la necesitaba más, mientras Jack se posicionaba detrás de ella, ajustándose para tomarla con la misma suavidad con la que la reclamaba con intensidad. Lentamente, se abrió paso dentro de ella, deslizándose con precisión hasta estar completamente envuelto por su calor palpitante.

Un jadeo escapó de los labios de ambos cuando se encontraron en un ritmo compartido, moviéndose en perfecta sintonía. Kate inclinó la cabeza hacia atrás, buscándolo, sus labios rozando la piel de su cuello, su respiración descontrolada, su cuerpo entregándose por completo a él.

El ritmo era pausado pero profundo, un balance perfecto entre necesidad y entrega. Se movían con una sincronía instintiva, sus cuerpos encontrándose y cediendo el uno al otro con constancia, cada uno en total conciencia de los senderos que exploraban dentro del otro. Jack inclinó el rostro hacia ella y atrapó sus labios en un beso lento, húmedo, saboreándola con la misma pasión con la que la hacía suya. Sus bocas se buscaban con desesperación y ternura, sus labios deslizándose con caricias lánguidas, entreabriéndose en un vaivén de suspiros y gemidos contenidos.

El calor entre ellos era sofocante, embriagador. Cada roce de su piel sudorosa contra la del otro intensificaba la sensación de unidad, de pertenencia absoluta. Jack sintió cómo unas finas gotas se acumulaban en la frente de Kate y, sin dejar de moverse dentro de ella, deslizó la mano con ternura sobre su rostro, limpiándolas con una caricia. Su pulgar recorrió suavemente su sien y sus dedos delinearon la curva de su mandíbula antes de entrelazarse con su cabello húmedo.

Kate entreabrió los labios en un suspiro ahogado, inclinando la cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello en una silenciosa súplica. Él descendió sobre su piel, saboreando el rastro salado de su calor. Sus labios exploraron su clavícula, su hombro, el contorno de su garganta, bebiéndose cada estremecimiento que provocaba en ella.

El latido frenético de sus corazones marcaba un compás tan acelerado como sus respiraciones entrecortadas. En ese momento, no existía nada más allá de ellos—nada más que el roce ardiente de su piel, la presión cada vez más intensa de sus cuerpos contra el otro y el sonido tembloroso de sus nombres escapando entre susurros de sus labios.

Pero ella quería más.

Por todo el tiempo que habían perdido. Por todas las situaciones que habían sobrepasado juntos y por cada vez que se había imaginado estar en este preciso momento junto a él.

Jack era muchas cosas para ella. Un desafío y una tentación constante. Pero, sobre todo, era la única persona que lograba que todo estuviera bien, incluso en los momentos más oscuros. Solo con su presencia, con la firmeza de sus manos sobre su piel, con la intensidad con la que la miraba, le bastaba para saber que estaba a salvo. Y en ese momento, con su cuerpo envolviéndola, sosteniéndola con fuerza y devoción, supo que eso era exactamente lo que siempre había necesitado.

Seguridad. Protección.

Alguien que estuviera a su lado sin importar qué.

Alguien con quien no hubiera necesidad de mantener sus escudos en alto, con quien pudiera ser vulnerable y aún sentirse segura. Alguien que se sintiera como un hogar, un refugio en medio del caos. Y Jack… Jack era todas esas cosas.

Pero también estaba su inteligencia, su determinación cuando tenía que actuar, su habilidad para tomar el control cuando ella lo necesitaba. Ambos hacían un buen equipo, un complemento imperfectamente perfecto.

"Por favor…" Murmuró, su voz quebrándose por la intensidad del momento, su cuerpo buscándolo con más urgencia.

Jack deslizó su mano sobre su abdomen, sujetándola con más firmeza contra él, sintiendo su necesidad reflejada en cada movimiento.

"Dímelo." Susurró contra su oído.

No era solo un pedido. Jack quería que se abriera por completo a él, que sacara de su cabeza aquello que la retenía, que le confiara no solo su cuerpo, sino también sus pensamientos más profundos, sus deseos más íntimos. Quería que confiara en él lo suficiente para dejarse llevar sin reservas.

Kate cerró los ojos, mordiéndose el labio antes de soltar en una súplica:

"Justo ahí… Más profundo."

Jack exhaló un gruñido bajo, su autocontrol desmoronándose, buscando la manera de complacerla por completo. Con un movimiento fluido, se posicionó sobre su cuerpo, inclinándose sobre ella para darle exactamente lo que pedía.

¿Qué haces?" murmuró Kate, su voz temblorosa entre la anticipación y el placer.

"Confía en mí. No pienses." Jack rozó su nariz con la de ella antes de responder, su tono suave, pero cargado de intención.

No le dio tiempo a cuestionarlo y volvió a hundirse en ella con una embestida firme y dulce, probando su resistencia, encontrando el punto exacto donde la hacía temblar. Kate dejó escapar un jadeo ahogado y, en un reflejo inconsciente, lo rodeó con las piernas, aferrándolo con más fuerza a su cuerpo. Su boca buscó la de él con avidez. Sus labios se encontraron en un beso desesperado, su lengua enredándose con la suya, saboreándose en cada respiro.

Jack deslizó sus brazos bajo sus muslos, elevándola apenas para encontrarse con ella de la forma más íntima posible, llegando hasta donde su cuerpo le permitiera. Su boca descendió por su piel ardiente, atrapando un pezón entre sus labios, succionando con un cuidado deliberado, dejando su lengua jugar en círculos sobre su piel sensible antes de seguir su camino ascendente, dejando besos entrecortados a lo largo de su cuello y mandíbula hasta reclamar su boca una vez más.

Cada caricia, cada embestida, cada roce de sus cuerpos los sumergía más en esa sensación avasalladora de conexión absoluta. Kate enredó sus dedos en su cabello, recorriendo su rostro, su nuca, su espalda, sin saber qué parte de él necesitaba más, sin poder saciar la urgencia de sentirlo más cerca, más dentro de ella. Una sensación excitante que nunca había sentido con nadie.

El ritmo entre ellos se intensificó, la sincronía perfecta entre sus cuerpos haciéndolos perderse el uno en el otro. Kate comenzó a marcar el compás de menos a más, moviéndose con él, guiándolo más y más dentro de ella, hasta que cada ola de placer los arrastró al borde del pleno éxtasis.

En ese instante, ya no eran dos. Eran un solo cuerpo, un solo latido, mientras sentían que se desvanecían en el otro. Conectados en cuerpo y alma, volviéndose uno en cada ola de movimiento.

Jack no iba a durar mucho más. El placer de pertenecerle, de sentirla suya en todos los sentidos, lo arrastraba inexorablemente al borde. Su amor por ella lo envolvía, lo consumía, llevándolo al umbral del éxtasis absoluto.

"No creo que pueda resistir más…" Confesó con la respiración entrecortada.

"Yo tampoco…" Susurró Kate con voz temblorosa, embriagada por la misma necesidad.

Jack rozó sus labios con los suyos, devorando su jadeo con un beso profundo antes de murmurar contra su boca:

"Déjame llevarte ahí."

Kate no pudo hacer más que asentir, entregándose por completo. Sus movimientos se volvieron más frenéticos, más intensos, impulsados por una necesidad desesperada de alcanzar el punto máximo junto a él. Sus cuerpos se movían al unísono, cada embestida acercándolos más al punto de no retorno, cada roce encendiendo la espiral de placer que los envolvía.

El clímax los golpeó al mismo tiempo, como una ola arrolladora que estremeció cada fibra de sus cuerpos. Jack sintió cómo los músculos de Kate se contraían a su alrededor, temblorosos, arrastrándolo aún más hondo en el abismo del placer. Su nombre escapó de los labios de ella en un gemido quebrado, y él sonrió contra su piel, satisfecho, pleno, sabiendo que la había llevado exactamente ahí—al éxtasis que solo él podía darle.

Sus cuerpos se estremecieron entre espasmos, atrapados en esa cumbre vertiginosa donde el mundo se desvanecía, dejando solo el calor abrasador de su unión. Por un instante, no existía nada más. Sus mentes se nublaron con la intensidad del momento, el placer cegador anulando todo pensamiento, todo sentido, salvo la sensación del otro.

Cuando al fin las olas de placer comenzaron a disiparse y sus respiraciones fueron volviendo a la normalidad, Jack dejó escapar un suspiro satisfecho y, sin soltarla, la envolvió en sus brazos. Kate se acomodó contra su pecho, sus piernas aún entrelazadas con las de él, su piel aun ardiendo con los rastros de lo que acababan de compartir.

Cara a cara, sus ojos permanecieron cerrados mientras sus cuerpos aún vibraban con el eco de su entrega. Jack enterró su rostro en su cabello, respirando su esencia, mientras Kate le dejaba besos suaves en la mandíbula, en su cuello, en la comisura de sus labios—como si intentara prolongar el momento, anclarlo en la realidad. Poco a poco, el ritmo de sus corazones y su respiración se acompasaron, regresando a una dulce calma.

"Eso fue…" Murmuró Kate con una sonrisa satisfecha.

"Increíble." Terminó Jack la frase por ella.

Kate dejó escapar una suave risa mientras deslizaba los dedos por su cabello revuelto. Le gustaba verlo así—más relajado, con un aire casi despreocupado. Era una versión de Jack que rara vez tenía la oportunidad de ver, y la imagen le despertó una ternura inesperada, cálida y envolvente.

Jack entrecerró los ojos con diversión y dejó caer una broma juguetona:

"¿Siempre eres tan mandona en la cama?"

Kate levantó una ceja y deslizó sus uñas suavemente por su nuca, provocándolo.

"Tendrás tu oportunidad la próxima vez, lo prometo." Respondió con picardía.

"Dame cinco minutos y estaré listo para darte órdenes." dijo Jack, pasando los dedos por el alborotado cabello de Kate, acomodándolo con una sonrisa perezosa.

"Si es que puedes conmigo." replicó Kate, su tono lleno de desafío.

Jack rió, negando con la cabeza ante su juego. Amaba esto. Amaba lo que eran juntos.

Tomando su rostro entre sus manos, deslizó suavemente el pulgar por su mejilla, su mirada suavizándose mientras la contemplaba. Dejó escapar una risa baja antes de tomar su rostro entre sus manos, su pulgar acariciando con ternura la suavidad de su mejilla. Sus ojos recorrieron cada uno de sus rasgos con adoración, perdiéndose en el verde profundo de los suyos, absorbiendo esa nueva energía que la envolvía. Algo en ella había cambiado. Esta Kate seguía siendo la misma mujer que conoció en la isla, pero al mismo tiempo, algo muy profundo dentro de ella había cambiado, y él podía sentirlo.

Jack la observó en silencio, grabando cada detalle en su memoria. Luchando por encontrar las palabras para expresar lo que le provocaba verla así. Verla tan resuelta, tan en paz consigo misma, tan dueña de su destino y sin el peso que había cargado sobre sus hombros toda su vida. Le llenaba de felicidad. Estaba increíblemente orgulloso de ella. Tan feliz por ella. Ya no necesitaba seguir escapando de los fantasmas de su pasado. Estaba aquí, con él, en sus brazos. Libre.

Pero un pensamiento cruzó su mente como una sombra helada. "Si el juicio hubiese terminado de otra manera o si la hubiesen condenado…" Jack sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la sola idea. Si ella hubiese terminado en prisión, si la hubiese perdido para siempre. No estaba seguro de que podría haberlo soportado. No después de todo lo que ya habían perdido.

La certeza de esa angustia solo hizo que la atrajera más hacia él, sosteniéndola como si con eso pudiera asegurarse de que nunca volvería a alejarse.

"Te amo, Kate" Susurró, con su voz impregnada de emoción. "No quiero perderte nunca más."

Kate negó suavemente con la cabeza, deslizando los dedos por su brazo, siguiendo con curiosidad las líneas de sus tatuajes. Aún hoy, esos trazos en su piel seguían atrapando su atención, como si cada uno guardara una historia que aún no había terminado de descubrir.

"Entonces no lo hagas." Respondió en un murmullo, su tono cargado de significado. "Yo tampoco quiero volver a perderte. Te amo."

Su confesión no era solo una respuesta, sino una declaración firme, un aviso. Una verdad inquebrantable que le entregaba en confianza sin reservas. Él tenía el poder de quedarse, de hacer que esta vez fuera diferente. Porque, aunque amarlo siempre había sido inevitable para ella, estar juntos dependía de una decisión mutua—la decisión de dejar atrás los fantasmas, de soltar el dolor de lo que habían vivido y construir un futuro donde el amor por el otro pesara más que cualquier fantasma que los acechara.

Kate ya lo había hecho. Había elegido seguir adelante. Y ahora, Jack tenía que comprometerse también.

El pasado quedaría atrás. El futuro era de ellos.

Si él se quedaba.