ANBU HOT NIGHTS
11
Dame un motivo…
para no poseerte.
Para no sentirte.
Para no tenerte.
Para no saborear cada centímetro de tu piel.
—Se vuelve más fácil –dijo Itachi desde atrás, mientras miraba la lluvia seguir cayendo desde la ventana.
—Ha dicho eso antes –respondió Hinata ocultando su rostro lleno de lágrimas, intentando mostrarse más ruda frente a su capitán.
No esperaba que Itachi Uchiha le hablara en esa ocasión. De hecho, él ni si quiera estaba de turno ese día. Le correspondía a ella quedarse en las instalaciones de ANBU esa noche en caso de emergencia.
—¿Qué hace aquí? –le preguntó sin mirarlo.
Itachi no respondió por unos instantes, ¿de verdad había necesidad de decírselo?
La abrazó desde atrás confortándola de alguna forma. La primera vez no era fácil para nadie, ni si quiera para él. No podía haber imaginado lo duro que debió golpearla tener que asesinar a esa joven que huía de Kirigakure.
Esa era la orden y en ANBU no se cuestionaban las órdenes, sólo se cumplían.
—Quería asegurarme de que estuviese bien –murmuró a su oído—. Ayer no tuvimos la oportunidad de hablar después de nuestra misión.
—No soy tan débil como luzco ahora —dijo ella secándose las lágrimas—. Pensé que estaría sola.
—Nos encubrimos atrás de una máscara para esconder nuestros sentimientos, nuestra identidad, nuestros lazos –repitió Itachi mientras ella se aferraba a sus brazos con desesperación, necesitaba aferrarse a algo o moriría, su boca podía estar diciendo que estaba bien pero su cuerpo le pedía que se dejara ser consolada—. Matamos y espiamos. Ese es nuestro trabajo para mantener la paz en este país.
—E-era sólo una niña… debió ser menor que yo –gimoteó Hinata bajando el rostro, llorando amargamente.
—No cuestionamos los objetivos, sólo los cumplimos –dijo susurrando en su oído, intentando calmarla mientras ella se quebraba entre sus brazos.
Se quedó así, sosteniéndola, lo que pareció una eternidad. Hinata no se movió, pero se permitió a si misma llorar por su humanidad, por su identidad y por la parte de ella que sabía que matar a una niña de 13 años era un crimen en contra de todo lo que creía. Estaba dejando que un pedazo de su corazón se rompiera para poder seguir dentro de esa organización, confiando que había un motivo de peso para tener que matar a una joven sin saber el por qué, sin cuestionarlo, sólo cumpliendo su cometido.
Tener a Itachi recordándole una vez más que era una kunoichi la reconfortó tanto como las palabras de Naruto sobre su propio camino del ninja. Ella había prometido ser una buena miembro de ANBU y ahora lo era; Había llevado a cabo su primera misión de asesinato exitosamente.
—Gracias… —susurró tomando una de las manos de Itachi que la abrazaban.
—Un capitán debe apoyar a sus subordinados, es parte de…
—Gracias.
Un capitán no necesitaba haberla abrazado como él lo había hecho. Eso había nacido de él.
Se dio la vuelta aún entre sus brazos y llevó sus labios sobre los de Itachi y lo besó con ternura, rozando con lentitud la piel que los unía por instantes. Hinata tembló con el mero contacto entre sus bocas, sintiendo la necesidad de tocarlo.
Sin pensarlo, sus manos rodearon la cintura de su capitán y lo atraparon para tirarlo hacia su cuerpo.
Itachi respondió aquello atrapándola contra el ventanal por el cual había estado observando la lluvia. Con cada segundo que pasaba, el sonido de ésta golpeando la ventana se perdía más en la mente de los dos jóvenes y se remplazaba con el sonido húmedo de sus labios besándose. El tiempo, el lugar, el momento, todo parecía carecer de importancia. Sus manos aún temblaban, pero estar así con él la hacía olvidar el rostro de aquella mujer a quien le había quitado la vida el día anterior.
La ansiedad de los besos que se proporcionaban la estaba consumiendo lentamente. El peso del cuerpo de Itachi contra el suyo se le hizo algo excitante, algo que borraba cualquier pensamiento que no fuese deseo por tenerlo más cerca. Ambos ansiaban el cuerpo del otro, y lo notó cuando Itachi sostuvo su cadera y la tiró hacia su vientre, empujándola contra el ventanal.
No hizo nada para detenerlo. No le importaba que Itachi se dejara llevar por lo que ambos venían sintiendo por días ya. Lo necesitaba tanto como él a ella.
—No sé cuánto tiempo más yo podré… –le susurró entre un beso.
—Creo que es mejor parar ahora –gimió Hinata con dificultad.
Sin embargo, ninguno de los dos detuvo lo que estaban haciendo, sino que Itachi subió sus manos hasta la cintura de la joven y la alzó del suelo. Instintivamente, Hinata rodeó sus piernas alrededor del cuerpo del hombre del cual no conocía nada, pero que al mismo tiempo, sentía como la persona más cercana a ella.
