ANBU HOT NIGHTS
13
Dame un motivo…
para no poseerte.
Para no sentirte.
Para no tenerte.
Para no saborear cada centímetro de tu piel.
Antes de golpear la puerta del departamento de Shisui se volteó al menos dos veces decidido a irse. A pesar de que su primo mayor era su mejor amigo, podía imaginarse las burlas de por vida que le traería como consecuencia la conversación que estaban a punto de tener.
No obstante, algo siempre lo hacía volver. Era ese rostro en su mente que no lo dejaba dormir.
Ella.
Valía la pena la humillación si con ello la podía hacer feliz y para eso, Shisui era su única opción.
Su padre estaba descartado para habérsele acercando con su interrogante. La relación entre ambos no se podría haber descrito como buena y la mera idea de haberle preguntado sobre mujeres lo hacía arrugar el ceño.
Su madre tampoco era la candidata ideal, no sólo porque era su madre y su duda era cosa de hombres, sino porque conociéndola como lo hacía no dejaría de molestarlo hasta que llevara a Hinata Hyūga a casa para que pudiera conocerla. Ya podía imaginar a la joven creando lazos con su madre, siendo manipulada por Mikoto para ir a cenar con ellos, para acompañarla al mercado, para cocinar juntas y volverse mejores amigas, todo claro con el propósito de poder inmiscuirse en los asuntos entre ellos.
La imagen de las dos creando una amistad no era bella. Prefería mantenerla lo más lejos del nido de serpientes que era el clan Uchiha.
Sasuke tampoco era una opción. Era demasiado joven para estar informado de las cosas que quería saber. Además, conociéndolo, seguramente indagaría hasta averiguar quién era la mujer que le quitaba el sueño y encontraría como única candidata a la heredera de los Hyūga. Ya lo podía ver yendo él mismo hasta Hinata a preguntarle qué era lo que estaba sucediendo entre ellos dos y exigiéndole que se alejara de él. A pesar de contar con muchas admiradoras, Sasuke no era amigo de la idea de las novias y de seguro querría que ambos permanecieran solteros por toda la vida.
Por lo tanto, la única persona que quedaba era Shisui.
De sus seres cercanos, era quien más sabía del tema de las mujeres. Además, compartían todo desde que eran niños e Itachi tenía una clara idea de la mayoría de las parejas con que Shisui había estado (no porque él hubiese preguntado, sino porque Shisui no se callaba cuando se trataba de lucirse por sus conquistas). De hecho, lo único en su vida que no había compartido con su primo eran las noches y encuentros que había pasado con Hinata Hyūga desde ese primer beso encerrados en Uchiha Senbei.
Se paró nuevamente frente a la puerta, respiró profundo y golpeó.
Ya estaba hecho.
-Me preguntaba si ibas a tocar o no –dijo Shisui abriendo la puerta casi de inmediato, comiendo un melocotón y vistiendo menos ropa de lo que Itachi hubiese querido.
-¿Tienes alguien adentro, no? –le preguntó suspirando.
-Se podría decir que sí.
-Por supuesto.
-¿Qué sucede? –le preguntó cerrando la puerta, saliendo al pasillo del edificio sólo con su pantalón de buzo puesto, descalzo y sonriente.
-¿Vas a dejar a tu acompañante esperándote? –lo cuestionó extrañado.
-Prefiero pensar que le estoy dando tiempo para recuperarse hasta que vuelva.
-Creo que regresaré cuando no estés acompa…
-Descuida, es lo de menos –lo interrumpió dándole un mordisco a su melocotón- ¿Qué sucede para que desperdicies tu día libre aquí?
-Shisui… uhm… hay algo que me gustaría preguntarte, aunque dudo que este sea el lugar adecuado para hacerlo.
-¿Por qué no? –pregunto subiendo una ceja- No hay nadie aquí afuera. Suéltalo.
-Realmente creo que no es el lugar para…
-Tachi –lo interrumpió nuevamente- ¿Qué pasa?
-Yo… hay una chica que me interesa.
-Ajá.
-Y… me gustaría saber… uhm… ¿Cómo puedo… ya sabes… invitarla a una cita? ¿Qué se supone que hago si dice que sí?
Shisui lo miró fijamente un momento, con la boca abierta y el melocotón extendido hacia sus labios. Fue como si el tiempo se hubiese detenido y cada segundo que su primo se quedó callado, pasmado, completamente sorprendido por su interrogante, Itachi quiso hundir en el fondo del mar.
-Creo que necesito sentarme –Y justo entonces Shisui comenzó a reir- ¿Tú? ¿El rey de los célibes? ¿Te interesa alguien? ¿No será…?
-Shh –Itachi no quería que lo dijera en voz alta.
-Hinata Hyūga –concluyó con una sonrisa astuta.
-No tan alto –susurró Itachi molesto, mirando para ambos lados-. No sabes quién podría estar oyéndonos.
-¿Se supone que es un secreto? –preguntó Shisui volviendo a reír- ¿Cuántos años tienes? ¿Doce?
-No quiero que todo Konoha se entere.
-Claro, claro… ya puedo ver al Itachi fan club alzándose con picas y antorchas hacia el clan Hyūga –continuó burlándose.
-No es por eso.
-Oh… entiendo –dijo con más seriedad-. El reglamento Shinobi prohíbe a compañeros de equipo involucrarse en relaciones más allá de su misión.
-Exacto.
-Y tú… siempre cumples el reglamento –Shisui rodó los ojos.
-Sí.
-Excepto… ahora –nuevamente aparecía esa sonrisa astuta que Shisui mostraba con frecuencia.
Itachi suspiró cansado. No estaba ahí para que la persona más inmoral de Konoha le diera lecciones de cómo comportarse y mucho menos que se burlara de él por las decisiones que había tomado esos últimos días. Tenía claro que estaba yendo contra las reglas impuestas para los miembros de ANBU, pero por algún motivo no le importaba. Sólo quería hacer feliz a esa jovencita que se sonrojaba sólo con tenerlo cerca. Le había dado algo que nunca pensó tener; paz.
-¿Tienes algo más que decir en contra de mi comportamiento? –preguntó molesto.
-Manda el reglamento al infierno, Itachi, ¿a quién le importa? –Shisui puso sus manos sobre los hombros del molesto Itachi, suavizando sus gestos y sonriéndole en un gesto de camaradería-. Nadie respeta esa regla. Nadie puede decirte a quien querer. Si fuera tan fácil entonces…
-Shisui –lo interrumpió, de lo contrario su primo comenzaría con su monólogo del amor libre- ¿Qué hago?
-Lo primero y más importantes si quieres invitarla en una cita, es que la invites –aquello sonaba bastante obvio-. Sácala a comer a un restaurant elegante. Cómprale flores o chocolates, abre la puerta antes de que entre en cualquier lugar, empuja su silla cuando se siente, convídale de tu postre cuando lo mire ansiosa, llévala a mirar la luna sobre el río Naka, toma su mano cuando menos lo espere, bésala cuando te mire a los ojos y espera lo mejor.
-¿Lo mejor? –Itachi no podía creer que Shisui estuviera dándole consejos tan humanos y que sonaban tan cursis y al mismo tiempo, románticos. Pensó que le diría algo mucho más… vulgar- ¿Qué sería mejor que compartir con ella una velada así?
-Tachi, lo mejor que puede darte una mujer despues de que eres un perfecto caballero con ella es… -Itachi esperó sus palabras con atención- que te abrace con las piernas en el baile que llaman, hacer el amor.
-Eres tan…
-Sabio –dijo Shisui riendo cuando Itachi lo empujó-. Algunos, como yo, lo llaman sexo y es lo mejor que te puede dar una mujer.
-Estoy seguro que eso no es…
-Espera un momento.
Shisui entró en su departamento rápidamente antes de que Itachi comenzara a sermonearlo. Salió casi de inmediato con un libro azulado en sus manos, en cuya portada había un hombre que lucía una posición pensante. La tapa decía "Tácticas Icha Icha".
-Toma.
-¿Qué es esto? –preguntó Itachi tomando el libro con desconfianza.
-Aquí tienes todo lo necesario para saber qué hacer cuando llegue el momento del baile.
