ANBU HOT NIGHTS

14


Dame un motivo…
para no poseerte.
Para no sentirte.
Para no tenerte.
Para no saborear cada centímetro de tu piel.


Cuando Itachi Uchiha apareció en su puerta durante su día libre casi murió de un infarto. Lo que ocurría entre ambos en los cuarteles de ANBU era un secreto que prefería mantener muy lejos del conocimiento de su padre y sobre todo de Neji. Estaba segura que ninguno aprobaría lo que estaba sucediendo entre ellos y ni si quiera ella tenía seguridad de qué era lo que pasaba entre su persona y el mayor de los hermanos Uchiha.

No obstante, cuando Itachi le entregó un pequeño ramo de flores y la invitó a comer dangos no pudo decirle que no. La mirada de Neji quien permanecía a un lado de Hinata se volvió severa y vio con desagrado la forma en que Hinata ponía las flores en agua antes de salir con él por la puerta principal.

—Hinata-sama, su padre no aprobaría que saliera a esta hora con un joven, menos con Itachi Uchiha —dijo mirando al pelinegro como si fuera un molesto insecto del cual debía deshacerse como a de lugar.
—No es un joven cualquiera Neji nii-san —respondió Hinata mirándolo con un leve sonrojo—. Es mi capitán.
—No quisiera importar Neji-san. Podemos dejarlo para otra ocasión —respondió Itachi con seriedad.
—Eso sería lo más oportun… —comenzó para ser interrumpido rápidamente por Hinata.
—N-no es un importuno. Me gustaría mucho salir con usted.

Imposibilitado de rechazar los deseos de su prima, Neji permaneció con el ceño fruncido observando como su pequeña Hinata –que ya contaba con diecisiete años– era llevada por las calles de Konoha por Itachi Uchiha, el prodigio.

Sin embargo, no estaba nada feliz de que ese sujeto la desfilara por Konoha cerca del anochecer como si se tratara de un cierto trofeo. Él conocía la mente de los hombres y sólo era necesario ver la conducta de Shisui Uchiha para saber que los hombres de esa familia no trataban a las mujeres de la Villa con el debido respeto que se merecían. Por otro lado, también conocía a Sasuke Uchiha cuyos modales dejaban mucho que desear.

Definitivamente, Neji no estaba nada feliz. A pesar de ello, no pudo hacer nada cuando vio la sonrisa sincera y ese adorable sonrojo en su prima. Ella estaba feliz de que Itachi hubiese aparecido en su puerta para invitarla a comer dangos, por lo cual, sin importar lo que pensase al respecto tendría que permanecer en silencio esta vez y dejar que Hinata fuese feliz con el hombre que había elegido para acompañarla al menos esa velada.

Por su parte, Hinata caminaba junto a Itachi disfrutando de la tarde de verano con una sonrisa en su rostro. Le gustaba la presencia del joven y había pasado todo ese día extrañando compartir su tiempo en los cuarteles con él. A pesar de las dificultades y peligros de sus misiones, él siempre la hacía sentir segura y cada vez que pensó estar a punto de colapsar, Itachi había permanecido junto a ella firme como una milenaria roca dándole apoyo y aquello le daba fuerza para seguir adelante con su cometido.

—El verano se acabará pronto —dijo de pronto Itachi sin mirarla.
—S-sí —respondió Hinata—, pero ha sido un hermoso verano.
—Cuando se está en ANBU no se aprecian las estaciones ni el paso del tiempo. Sólo se espera que los días terminen rápido sin ninguna baja. Cuando era más joven esperaba volver de una misión con todos mis compañeros… vi-vivos.

El silencio se hizo entre los dos. Fue como si Itachi hubiese cortado su idea súbitamente.

—Hinata-san, ¿le gustan los dangos, verdad? —le preguntó Itachi cambiando de tema, seguramente adivinando que hablar de muertes y tragedias en una cita no era lo más apropiado para tener un ambiente propenso al romance.
—Sí, me gustan mucho los dulces.
—Siempre la veo comiendo rollos de canela en los cuarteles —dijo con amabilidad.
—Son mis favoritos —respondió ella.

Entonces algo sucedió que Hinata no estaba esperando. Itachi Uchiha tomó su mano. Fue un toque gentil, pero fuerte. Sus dedos se aferraron a los suyos y permanecieron unidos por sus manos, caminando lado a lado por las calles de la Villa que los había visto crecer.

Miró a Itachi con las mejillas completamente sonrojadas preguntándole con la mirada qué era lo que estaba haciendo, pero él no la miró de vuelta, sólo apretó gentilmente su mano dos veces haciéndola reír con suavidad.

Cualquiera los podría haber visto, pero por primera vez desde que había comenzado a besar a Itachi escondida en los cuarteles, no le importó quien estuviese mirando, apoyando su cabeza contra su brazo.

Esperaba que ese verano no terminara nunca.
—Esto nos meterá en problemas —dijo Hinata sin soltarlo.
—Es probable —respondió Itachi sonriendo—, pero no me importa.